Escrito por Natalia
Pumarino
Es sabido que el
desierto de Atacama, en el norte de nuestro país, es el más árido del mundo, y
un lugar privilegiado para actividades como la minería o la observación
astronómica. Pero sus senderos tienen más historias que contar que la de
la explotación del salitre o el cobre. En las rutas que conectaban a Calama con
Quillagua y la costa pacífica de Tocopilla, se pueden hallar señalizaciones que
antiguos pobladores dejaron y que son testimonio de la milenaria tradición
histórica y cultural de los geoglifos.
Chug-Chug es uno de
los sitios de geoglifos más importantes del mundo, siendo el tercero más grande
después de los geoglifos de Pintados en la Región de Tarapacá, y las líneas de
Nazca en Perú. Se trata de más de 500 figuras con motivos
geométricos, como rombos y círculos concéntricos, y figuras de camélidos,
lagartos, aves, peces y motivos humanos.
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¿Y qué son
exactamente los geoglifos? Son un tipo de arte rupestre en el que se utiliza
la superficie de la propia tierra como soporte para construir imágenes de gran
tamaño y visibles a larga distancia. O sea, son verdaderos cuadros que
podemos encontrar en el paisaje de campos, montañas y de nuestro desierto.
Otros lugares en los
que esta curiosa y poco frecuente manifestación se puede hallar, son Gran
Bretaña, Australia, Estados Unidos y la Península Arábiga, sin embargo destacan
a nivel mundial los del desierto andino de Chile y Perú, siendo los más
conocidos los de Nazca, que son Patrimonio de la Humanidad. Nuestro
territorio, posee los más antiguos y la mayor densidad de estas
representaciones en el planeta.
Pero tanto en Chile
como en Perú existen cientos de otros sitios de geoglifos de similar valor
patrimonial, que merecen atención y resguardo. Chug-Chug, en la comuna de
María Elena, posee un amplio repertorio de imágenes que fueron realizadas con
distintos tipos de técnicas, formas y grados de complejidad, con las
cuales los pueblos prehispánicos lograron preservar parte de su historia y
su complejidad social y cultural.
Los datos clave
¿Quiénes
fueron los autores de los geoglifos Chug-Chug? Los antiguos
atacameños y tarapaqueños costeros que se movilizaron por el Desierto de
Atacama, que sacando tierra y dejando expuesta una capa de color más claro o
agregando material sobre la tierra, formaban estas gigantescas figuras
que miden entre 10 y 300 metros.
Estas expresan el
imaginario ideológico y social de los antiguos viajeros de la zona y su tamaño
es por la necesidad de hacer visibles los mensajes, ya sea en el
suelo o desde grandes distancias.
Gonzalo Pimentel,
Arqueólogo de la Universidad de Chile a cargo de su investigación, señaló a
la BBC la importancia de su capacidad comunicacional: "Podemos imaginarnos
el desierto como un gran libro abierto en el que los antiguos habitantes
de la región dejaron plasmados sus mensajes, entonces los arqueólogos a través
de su estudio buscamos comprenderlos".
Se estima que
comenzaron alrededor del 1.000 a.C. y su mayor proliferación fue entre los años
900 y 1.450 d.C., aunque continuaron hasta avanzado el siglo XX. ¿Cómo
duran tanto? El hecho de que hayan sido realizados en el desierto
ayuda muchísimo a su conservación (la humedad es la peor enemiga de la
conservación). Por eso, la actividad humana sería una de las peores enemigas de
este patrimonio y que se está buscando regular… como es el caso del Rally
Dakar.
¿Y cómo se busca
protegerlas?
No es tarea fácil, y
para ello la Fundación Desierto de Atacama trabaja en investigación,
conservación y puesta en valor de los geoglifos del norte de Chile. El Parque
Arqueológico Geoglifos de Chug-Chug es desarrollado desde el año 2014 por la
Fundación junto a la Comunidad Indígena Territorial Aymara de Quillagua, la
Comunidad Indígena Territorial Atacameña de Chunchuri y el Consejo Autónomo
Ayllus sin Frontera, organizaciones sin fines de lucro de la Región de
Antofagasta que forman la Mesa Intercultural Parque Arqueológico Chug-Chug.
Desafortunadamente, diversos
factores amenazan esta relevante pieza de nuestro patrimonio, entre ellos los
rallies como lo fue el Dakar 2010, y las construcciones mineras. Es por eso que
la importancia de su conservación fue recientemente destacada por el Gobierno
al galardonar al Parque Geoglifos de Chug-Chug con el Premio de
Conservación de Monumentos Nacionales 2017 en la categoría “Proyectos” el
pasado junio, quien encomendó al Ministerio de Bienes Nacionales la tarea de
encontrar el mejor mecanismo para resguardar el área, ante el vacío legal que
hoy existe para una adecuada protección.
Cabe destacar que la
Fundación Desierto de Atacama presentó en enero del 2015 un expediente para que
la zona de geoglifos de Chug-Chug sea declarada Bien Nacional Protegido (BNP),
consiguiendo también que la zona arqueológica fuera incluida en la lista
internacional de 50 sitios en peligro porWorld Monuments Watch.
Y fue el pasado 28
de agosto, en una actividad encabezada por la Ministra de Bienes Nacionales
Nivia Palma Manríquez, que los geoglifos de Chug-Chug quedaron
oficialmente a cargo de las comunidades indígenas Quillagua y Chunchuri, de
Tocopilla, en una ceremonia de traspaso que contó con agradecimientos a la
Madre Tierra, a las autoridades y a los miembros de pueblos originarios de la
provincia. Esto significa que la zona de Chug Chug fue entregada en comodato,
algo así como un contrato de préstamo de uso, a estas comunidades para su
cuidado y supervigilancia.
Imagen: Daños a los geoglifos debido a la ruta de Dakar, vía Fundación Desierto de Atacama |
¿Cómo llegar?
Si deseas visitar
esta hermosa representación de la historia y cultura de los pueblos
prehispánicos, debes saber que el Parque Chug-Chug se sitúa a 54 kilómetros de
la oficina salitrera de María Elena y a 60km de la ciudad de Calama en
la Región de Antofagasta y a 1.670 km al Norte de Santiago. Esto significa que
si desde Calama tomas la Ruta 24 hasta Chuquicamata en dirección a Tocopilla,
sólo debes tomar el desvío hacia Chug-Chug a la derecha en el kilómetro 19 y
seguir durante 12 km por un camino de tierra.
La Fundación
Desierto de Atacama ha diseñado un mirador temporal que permite
descubrir geoglifos a una distancia panorámica, y así protegerlos de su
creciente estado de degradación.
Fuente: El Definido
(Chile) – 25 de Septiembre de 2.017
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