Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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jueves, 7 de agosto de 2025

Otredad y Atención



"La atención es la forma más rara y pura de generosidad". 
Simone Weil

sábado, 17 de febrero de 2018

El Aprecio del Otro - Oración Hopi


No veo error alguno en las cosas que puedas decir, ni hacer, sentir y creer porque entiendo que te estás honrando a ti mismo al hacer lo que consideras verdad para ti. 

No puedo recorrer la vida con tus ojos ni verla a través de tu corazón. No he estado donde tú has estado ni he experimentado lo que tú has experimentado, ni he visto la vida desde tu perspectiva única. 

Te aprecio exactamente como te percibo, expresando tu propia y singular chispa de la Conciencia Infinita, buscando encontrar tu propia forma individual de relacionarte con el mundo. 

Sin reserva, ni duda, te dejo hacer cada elección, para que aprendas de la forma que te parezca apropiada. 

Resulta vital que descubras y vivas tu propia persona y no alguien que yo u otros piensen que deberías representar. 


Fuente
Blog Magia y Poder

sábado, 23 de septiembre de 2017

Otredad




Yo soy el «otro» ...en el mundo y con el mundo.
Lourdes Garcete Prieto


domingo, 30 de julio de 2017

"El otro ¿soy yo?"



"Para poder ser anaconda o águila, hay que preparar el corazón mucho tiempo. Para ser todos los pueblos indígenas del Abya Yala, los guaraní  o todos los pueblos del mundo, los viejos nos han dicho que no basta la máscara de las palabras, que debemos preparar las manos, el cuerpo, los ojos, la boca, los oídos.

Pero que para ver al otro no bastan tampoco los ojos, y que incluso después de tener el cuerpo y el corazón preparados, debemos seguir cuidando que la mezquindad no nos engañe, que la vanidad no nos ciegue, porque entonces, los abuelos-anaconda o los abuelos-águila no habitarán en nosotros y las máscaras serán apenas unos malos disfraces.

Ir al otro y volver del otro, no es un problema intelectual, es un problema del corazón, claro que uno puede estudiar al otro, es más, es su deber hacerlo, pero comprenderlo es algo distinto; conocer la vida de los pueblos, hacer la pregunta necesaria que conduzca al saber, no sale del conocimiento de los científicos sino del corazón del hermano o de la hermana. Sólo así es posible que las personas puedan salir de su mundo y entrar en los otros mundos; de lo contrario, es posible que vayan y regresen, pero sin comprender, pisando las hierbas que dan vida, porque imaginan que son malezas, profanando la tierra porque la ven como negocio, violando el agua con su indiferencia, se podrá ir a muchos mundos, pero si no se tiene el corazón preparado, no veremos nada."

Abadio Green


Fotografia Alumnos de la Escuela Intercultural Yryapu y el docente Javier Rodas - 15 de Septiembre de 1.997



miércoles, 8 de febrero de 2017

Libro > La conquista de América-El problema del otro de Tzvetan Todorov:


Escrito> EUGENIO SÁNCHEZ BRAVO

Tzvetan Todorov: La conquista de América. El problema del otro. Flora Botton Burlá (tr.) 1ª ed. 1982. Madrid: Siglo XXI, 2009.
Reedición de este libro clásico de Tzvetan Todorov, Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales 2008. Todorov nació en Bulgaria en 1939. En 1963 huyó a Francia para estudiar con Barthes y escapar del totalitarismo comunista. Durante los años sesenta y setenta, su obra gira en torno a la difusión de los formalistas rusos, la filosofía del lenguaje y la crítica literaria. En los ochenta da un giro hacia la historia, predominando los estudios sobre la conquista de América y los campos de concentración, tragedias que comparten entre sí “el problema del otro”. A lo largo de los noventa destacan sus textos sobre el pensamiento ilustrado: Rousseau, Benjamin Constant y otros. Actualmente es profesor y director del Centro de Investigaciones sobre las Artes y el Lenguaje, en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de París.El libro está dedicado a la memoria de una mujer maya devorada por los perros. Ya contaba Frazer en La rama dorada que en algunas culturas existe la creencia de que si el hombre va a la guerra y su mujer no le es fiel podría causarle la muerte. Por querer salvar a su marido y no poder complacer sexualmente a los españoles fue hecha “aperrear”. Doble tragedia: ser india y ser mujer.

La conquista de América se divide en cuatro interesantísimos capítulos:
 1. “Descubrir”, acerca de Colón,
 2. “Conquistar”, en torno a Cortés,
 3. “Amar”, sobre el debate de Valladolid en 1550 entre Sepúlveda y Las Casas y
 4. “Conocer”, del mestizaje de culturas.

Acerca de Colón, Todorov nos revela que su motivación principal en el descubrimiento de América era conseguir oro suficiente para iniciar de nuevo las Cruzadas y recuperar Jerusalén. Paradójicamente, los ideales del hombre que abriría las puertas del mundo moderno eran absolutamente medievales. Otra faceta más moderna de Colón era la pasión por descubrir, por conocer, sin otro fin que el conocimiento mismo. En lo que toca a los indios pasa de un primer momento en el que ve posible su evangelización y asimilación a considerarlos caníbales que no merecían otro trato que el de esclavos. Termina refiriéndose a ellos como a cabezas de ganado: 
“Envié a una casa que es de la parte del río del Poniente, y trujeron siete cabezas de mujeres entre chicas e grandes y tres niños. (Diario, 12-11-1492)”
En cuanto a las hazañas de Cortés la primera pregunta que cualquiera se plantea es cómo fue posible que con unos pocos cientos de hombres lograse apoderarse del imperio azteca de Moctezuma, que disponía de cientos de miles de guerreros. La respuesta ha de incluir necesariamente diversos factores entre los cuales no ha de contarse la superioridad armamentística pues la efectividad de caballos y arcabuces era muy limitada:
·  Cortés aprovechó las disensiones internas entre los distintos pueblos indígenas de México. Entre los Tlaxcaltecas, tiranizados por los aztecas, Cortés apareció como un liberador. Su apoyo a Cortés los convirtió en “los verdaderos amos del país en el siglo posterior a la conquista”.

·  Al contrario que los estadounidenses en su reciente invasión de Irak, Cortés no desmanteló las instituciones del Imperio, sino que las aprovechó para consolidar su dominio. Por ejemplo, respeta siempre los lugares de culto y se limita a sustituir las imágenes.

· La sociedad azteca era una sociedad demasiado ritualizada donde todo tenía que encajar en un plan previsto. Cortés, por el contrario, se caracterizaba por su capacidad para la improvisación y la adaptación. Así, en cuanto tuvo conocimiento del mito de Quetzalcóatl se hizo pasar por el dios retornado. Mientras leemos la descripción que realiza Todorov del mundo azteca no podemos dejar de pensar en la sociedad ideal descrita por Platón en La República donde la tradición y el ritual dominan todos los aspectos de la vida. Ese Estado ideal que Platón pensaba indestructible se mostró en la historia real como un gigante con pies de barro.

·         La reacción ante el otro que tuvieron los españoles fue bastante ventajosa pues no dudaron en considerar a los indígenas bárbaros e inferiores. Los aztecas, en cambio, no supieron encajar a los conquistadores más que en el papel de dioses.

·         Una de las desventajas más curiosas de los aztecas es su incapacidad para disimular la verdad. Todorov afirma que los aztecas estaban menos desarrollados en el plano semiótico, simbólico. Sus gritos de guerra, en lugar de atemorizar a los españoles, les advierten de su situación, y los adornos de los jefes no asustan, sino que revelan su condición y los convierten en objetivos fáciles.
· El fundamentalismo religioso está a favor de los conquistadores. Los aztecas se ofrecieron desde el primer momento a incorporar al dios cristiano entre los demás de sus panteones. Sin embargo, los españoles insistían en que era el dios único y verdadero. “La intransigencia siempre ha vencido a la tolerancia” (p. 115).

· La ventaja esencial de Cortés consistió en la importancia que dio a comprender la lengua y la historia de los indios. Desde el primer momento Cortés se rodeó de intérpretes sin los cuales su triunfo no habría sido posible. Destaca entre ellos la Malinche o Doña Marina, amante de Cortés y traductora azteca.

·  Cortés supo explotar desde el principio su gusto por las acciones espectaculares. Aunque los trabucos no marcasen ninguna diferencia militar, el espectáculo de luz y sonido que pone en escena atemoriza verdaderamente a los guerreros aztecas. En definitiva, si el lenguaje puede tener dos funciones, la verdad y la manipulación del otro, podemos decir que los aztecas estaban anclados en la primera y Cortés era un experto en la segunda.

El tercer capítulo, “Amar“, comienza con el siguiente tópico: ¿por qué el esfuerzo de Cortés por comprender la civilización azteca viene aparejado con la conquista y la destrucción de dicha civilización? ¿Es posible romper esta cadena comprender-tomar-destruir? El problema es que la comprensión de Cortés no es tal pues es incapaz otorgar al otro el papel de sujeto equiparable con el yo que los concibe. Los españoles hablan mucho de los indios, con frecuencia bien, pero nunca los indios.
La incapacidad de los españoles para aceptar la diferencia, para comprender al otro tendrá unas consecuencias catastróficas, un auténtico genocidio. De los 80 millones que habitaban el continente americano quedan 10 a mediados del siglo XVI. De los 25 millones que vivían en México en 1600 sólo queda un millón. ¿Cuáles fueron las causas de este exterminio? Durante siglos los españoles han intentado relativizar la leyenda negra de la conquista atribuyendo el papel principal en la muerte de los indios a las epidemias o a la dureza de los trabajos en las minas. Pero, con todo, es necesario poner de manifiesto la violencia y crueldad sin igual de los conquistadores: se echaba a los niños a los perros delante de sus madres, se afilaban las espadas pasando a cuchillo a pueblos enteros, se torturaba y esclavizaba a los indios de un modo inhumano. El ansia de oro no explica suficientemente esta explosión de barbarie.

Cabe hablar de un choque entre sociedades con sacrificio y sociedades con matanza, representadas por los aztecas y los españoles del s. XVI. El sacrificio es un homicidio ritual. La matanza revela la descomposición de los valores morales de una sociedad. Aprovechando la lejanía se practica la violencia pero sin sentido ni ritual alguno. “uno blande el sable por el gusto de hacerlo, corta la nariz, la lengua y el sexo del indio” por gusto, por placer. Los españoles adelantan de este modo la violencia característica de las guerras del siglo XX.
¿Cuáles fueron las justificaciones teóricas para la conquista de América? Las ideas más relevantes al respecto fueron enunciadas por Francisco de Vitoria, teólogo y jurista de la Universidad de Salamanca, considerado el fundador del Derecho Internacional. Vitoria elimina de entre las causas de guerra justa la evangelización a sangre y fuego y la superioridad natural de un pueblo sobre otro. Elabora, en cambio, una teoría de la guerra justa que busca legitimar la conquista de América en nombre de la protección de los inocentes contra la tiranía de los jefes indígenas o de sus leyes “como son las que ordenan sacrificios de hombres inocentes o permiten la matanza de hombres exentos de culpa para comer sus carnes” (p. 160) Abre aquí la puerta a la posibilidad de imponer el bien a otros pueblos. Sin quererlo, está proporcionando una base legal para las guerras de colonización.
La discusión sobre la legitimidad de la conquista de América y el trato dado a los indios alcanzará su punto culminante en el debate organizado en Valladolid en 1550 entre Sepúlveda Las Casas.
Según Sepúlveda la guerra contra los indios es legítima porque son inferiores por naturaleza, son caníbales, llevan a cabo sacrificios humanos y es necesario convertirlos a la fe cristiana. Sepúlveda se niega a otorgar a los indios la condición de humanos: además de lo ya dicho entierran vivas a las esposas junto a sus maridos, van desnudos, no tienen bestias de carga…
Todos estos rasgos apuntan, según Todorov, a un atraso en el plano de lo simbólico. Un ejemplo: era típico entre los aztecas tomar a un esclavo, tratarlo como a un dios durante meses, para luego sacrificarlo, comerlo y vestir su piel. El problema está en que no hay separación entre el símbolo y lo simbolizado, sólo hay participación e identificación. Esto le permite decir a Todorov que los españoles no sólo estaban más “avanzados” (p. 172) técnicamente sino también simbólicamente y que esta es la diferencia clave. Tómese esto en el sentido de que las sociedades con escritura son más “avanzadas” que las sociedades sin escritura.
Las Casas, al contrario que Sepúlveda, admite desde el principio a los indios como iguales. En lugar de inspirarse en las teorías de la desigualdad natural de Aristóteles toma como referencia la igualdad de todos los hombres predicada por Cristo en el Evangelio. Sin embargo, esta igualdad proyectada por Las Casas le impide aceptar al indio en su diferencia. Al igual que Colón, Las Casas en un principio ve en los indios sólo lo que quiere ver: mansos, sinceros, pacíficos, humildes, etc. Paradójicamente, el racismo de Sepúlveda le permite dar una descripción etnográfica de los indios más realista que el igualitarismo de Las Casas. Las Casas defiende la anexión de los indios, pero no con soldados, sino con sacerdotes, no con violencia sino con la palabra. Sin embargo, esto conduce a otra paradoja: para impedir el canibalismo se puede castigar a los indios con la hoguera.
A modo de conclusión sobre el debate de Valladolid, Todorov considera que es posible establecer un criterio para distinguir si la injerencia de un Estado en los asuntos de otro es legítima o no. Si es propuesta en lugar de impuesta por las armas puede estar justificada. En este caso se sustituye la conquista y la destrucción por la comunicación, por el respeto al otro en su diferencia.
El último capítulo, “Conocer“, está dedicado, entre otras cosas, a la evolución del pensamiento de Las Casas. Pasa del asimilacionismo de su juventud a un relativismo muy avanzado en su vejez. Intenta justificar incluso las prácticas caníbales de los aztecas, argumentando que también entre los europeos se han dado casos cuando hay necesidad. Este relativismo moral tiene un paralelo en el universo infinito y descentrado de Giordano Bruno.
Otros que también se esforzaron por comprender a los indios fueron:
 1. Vasco de Quiroga, que vio a los indios superiores a sus conquistadores y fundó para ellos colonias semejantes a la propuesta por Tomás Moro en Utopía.
 2. Cabeza de Vaca, a quien debemos la Relación de las cosas de Yucatán, el documento más importante para conocer la historia de los mayas.
 3.Durán, el que más profundamente estudió la religión azteca y fue consciente del sincretismo en que se estaba transformando el cristianismo en México.
 4. Bernardino de Sahagún, a quien debemos las primeras investigaciones etnográficas en las que se otorga la palabra a la lengua indígena.  



En el epílogo Todorov habla sobre la profecía de Las Casas. Aventuraba el monje que los europeos habrían de pagar todas las tropelías cometidas en América. Parece que el catastrófico siglo XX fue el cumplimiento de sus presagios.
En cualquier caso, Todorov concluye que la conquista fue posible gracias a la superioridad semiótica de los europeos, a su habilidad para entender a los otros. Esta habilidad fue utilizada por Cortés para meterse en la piel de los aztecas, comprenderlos y, a continuación, dominarlos. Sin embargo, también puede ser usada para “vivir la diferencia en la igualdad”. Esto lo consiguió, por ejemplo, Las Casas, quien logra amar y estimar a los indios no en función de su propio ideal sino del de ellos. Es este el camino que debe tomar esa superioridad semiótica de la que habla Todorov.
ACCESO AL LIBRO
https://cloudup.com/ceTRLHyL__O
Fuentes
aula de filosofia de eugenio sanchez bravo
https://auladefilosofia.net/2010/09/22/tzvetan-todorov-la-conquista-de-america/
plataforma sociologica


viernes, 21 de octubre de 2016

Desafíos de representar al “otro” en la literatura


Escrito: María Rosa Lojo

Los Pueblos Indígenas de América Latina, siglos XIX y XX” fue el título del II Congreso Internacional (20 al 24 de setiembre de 2016) celebrado en la Universidad Nacional de La Pampa. Un encuentro semejante parecía sencillamente inconcebible hace casi veinticinco años, cuando estaba escribiendo mi novela La pasión de los nómades y me propuse rehacer el itinerario trazado por Lucio V. Mansilla en Una excursión a los indios ranqueles (1870). Fuera de algunos especialistas, escritores y topónimos, la historia indígena de ese territorio y las batallas que se libraron sobre él se habían convertido, para los lugareños, en una fábula remota. El olvido, o la irrealidad del pasado, seguían expulsando paradójicamente a los nativos, no solo de sus espacios ancestrales, sino del lugar que hubiera debido corresponderles en el imaginario nacional.

Aunque los pueblos aborígenes intervinieron activamente en la política criolla, no solo en las guerras de la Independencia sino en las guerras civiles, no se los consideró como sujetos históricos y políticos también decisivos para la construcción de la Argentina tal como es hoy. Antes bien, su imagen fue sometida, de diversas maneras, a procesos de deshumanización, deshistorización y despolitización.

Los indios habían sido declarados hombres libres e iguales a los blancos por los primeros gobiernos durante el proceso independentista, así como eximidos de tributos y de servidumbre; incluso se llegó a pensar en una monarquía indoamericana, pero seguirían siendo, no obstante, “los otros” para el incipiente Estado nacional. La Constitución de 1819, a pesar de insistir en la “igualdad”, descontaba, sin embargo, que había dos mundos: uno “exterior” y otro “interior”, en tanto establecía que el Congreso debía “proveer a la seguridad de las fronteras, conservar el trato pacífico con los indios y promover la conversión de ellos al catolicismo”.

Nuestra literatura canónica decimonónica, a diferencia de otras naciones hispanoamericanas, no es indigenista. Antes bien, relega decididamente al “salvaje” al ámbito siempre externo de una intemperie amenazante y ominosa. Tanto para Esteban Echeverría, con su poema La cautiva (1837), como para José Hernández con su Martín Fierro (1872 y 1879) ese “salvaje”, alejado de la cabal humanidad, es más bien identificado con las alimañas malignas o con la furia de los elementos naturales.

El primer giro significativo de estas imágenes en los textos literarios ocurre en algunas obras no incorporadas al canon nacional. En las dos novelas tituladas Lucía Miranda , de Rosa Guerra y de Eduarda Mansilla, se reescribe el episodio de la supuesta primera cautiva blanca inscrito en la crónica La Argentina manuscrita (circa 1612) de Ruy Díaz de Guzmán. Ambas se publican en 1860, un año clave para el país, de crecientes tensiones entre Buenos Aires y las provincias, entre los aborígenes de la Pampa central y los gobiernos criollos. Tanto en la obra más erudita de Mansilla, asentada en lecturas históricas, como en la breve narración sentimental de Guerra, los indígenas son sujetos sociales y culturales que se ajustan a normas y valores y profesan creencias (algunas no incompatibles con las cristianas). La Naturaleza no se ve como desierto inhóspito, sino como un espacio habitable y acogedor para la nueva sociedad interétnica que surgirá desde la pareja integrada por Anté (una joven guaraní) y Alejo (un soldado español) en la novela de Eduarda Mansilla, primera en reconocer el mestizaje fundacional. Los novios, que escapan al incendio del fuerte Sancti Spiritu, no quedan desamparados en la intemperie cruel. Por el contrario, la “inmensidad de la Pampa” les brindará “un refugio para su amor”.

Supervivencia, indígenas del norte argentina hacia el año 1.900
Lucio V. Mansilla, hermano de Eduarda, sí se colocaría finalmente en un centro canónico literario con su famoso relato de viaje a las tolderías del cacique ranquel Mariano Rosas. Su fuerza testimonial de primera mano busca desbaratar muchos prejuicios de la sociedad blanca sobre los aborígenes y su entorno. Lucio V. muestra que el “desierto” no es tan desierto, ni en el sentido demográfico ni en el geográfico y climatológico, y que sus moradores conocen la clemencia y la solidaridad. Los indios son argentinos y los criollos también son indios. Y si esto es así, recuerda Mansilla en su discurso ante el parlamento de caciques (como lo repetirá en otro registro para sus lectores cristianos, dentro del mismo libro), es porque los primeros españoles (a quienes llama “gringos”) llegaron solos a Buenos Aires y (sic en el original) “les quitaron sus mujeres a los indios, tuvieron hijos con ellas, y es por eso que les he dicho que todos los que han nacido en esta tierra son indios, no gringos”. La descripción invierte el mito de origen propuesto por Ruy Díaz de Guzmán, donde sólo hay una cautiva tomada por la fuerza: la mujer española. Por otro lado, pone en claro que la hibridación biológica y cultural continúa en la porosa sociedad de la frontera y dentro de las mismas tolderías, donde convivían aborígenes, gauchos renegados y perseguidos, extranjeros y cautivas.

Después de la Campaña al Desierto liderada por Julio A. Roca, este mundo entreverado, denso, plural, parece evaporarse bajo la pantalla de una Argentina que marcha guiada por las “ideas-fuerza” de la Civilización y el Progreso. Más allá del exterminio físico que también trajo la guerra ofensiva con sus secuelas, se dispara un prolongado proceso de desaparición simbólica. Los sobrevivientes derrotados deben renunciar a su peculiaridad lingüística y su cosmovisión para asimilarse a una sociedad que busca la homogeneidad bajo otros moldes; así, preferirán ignorar u ocultar, de manera vergonzante, sus raíces etnoculturales. La des-memoria, la “identidad enmascarada” (Isabel Hernández), son sus consecuencias. No era extraño que, todavía en 1992, el encargado de la estancia donde persistían los restos de la laguna de Leubucó dudara seriamente (así consta en La pasión de los nómades ) de que en aquellos campos (¡centro neurálgico del poder ranquel!) hubieran vivido de verdad los indios.

Pero en los años 80 y sobre todo 90 del siglo XX, comienza un ya irreversible movimiento de anámnesis, de reconocimiento y recuperación de esas huellas identitarias sumergidas. Sus frutos están hoy a la vista en lenguas que se estudian y se hablan, en un patrimonio cultural que se actualiza, en monumentos que honran la condición humana (como el que cobija los restos por fin dignamente sepultados de Mariano Rosas, antes solo un cráneo o un trofeo en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata). Y por supuesto, en la historiografía y en la ficción que dialoga con la Historia, permitiendo que “los otros” vuelvan a tomar la palabra dentro de nosotros mismos.

El encuentro contó con más de mil asistentes de la Argentina y el extranjero, noventa y siete simposios internos, cuatro conferencias (magistrales y especiales), presentaciones de libros, talleres, mesas redondas y actividades culturales complementarias, desde muestras fotográficas y audiovisuales, hasta demostraciones lúdicas y gastronómicas. Buena parte de esta riquísima oferta tuvo como protagonistas a nuestros propios pueblos aborígenes, saldando así, en este Bicentenario de nuestra Declaración de Independencia, de manera pública y multitudinaria y a través de una institución académica nacional, parte de la deuda que la memoria argentina tiene para con ellos.
Resumen de la conferencia especial dictada en el II Congreso Internacional “Los Pueblos Indígenas de América Latina, siglos XIX y XX” realizado en La Pampa (Argentina).

Fuente: Ñ Revista de Cultura del Diario Clarín (Buenos Aires) – Jueves 20 de Octubre de 2.016


martes, 26 de julio de 2016

Ser Uno


miércoles, 8 de junio de 2016

Respeto


Cuando conquistamos un continente, un continente, un país o un territorio eliminamos la cultura que allí existía corremos el riesgo de que hagan lo mismo con nosotros. Es necesario respetar al otro para ser respetados.


Renato Soares
Texto y fotografía

martes, 19 de enero de 2016

Otredad

"Yo soy una parte de aquello que es mucho más amplio que yo, que es mucho más grande que yo, y si yo soy parte, significa que sin el otro yo no puedo vivir. Esto es fuerte..., sin el otro yo no puedo vivir porque necesito del otro. Así como necesito del agua, necesito del aire, necesito de las plantas, necesito de la tierra... Entonces, de tal manera, si yo necesito del otro, si el otro es importante para mí ¿qué hago? Lo respeto, lo cuido, lo amo, no degrado, no desautorizo, no humillo, no mato... Este es el pensamiento de los pueblos originarios. (...) Para nosotros no es tanto la igualdad, sino estar dentro de la diversidad, vivir en armonía sin que el otro deje de ser lo que es. "

Víctor Acebo, originario de la comunidad de los chichas y presidente y profesor del Instituto de Culturas Aborígenes de Córdoba (Argentina).