Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

martes, 31 de octubre de 2017

Nunca olvides tu meta...



Nunca olvides tu meta.
 Recuérdala todo el tiempo, y mantén en ti un esfuerzo activo hacia ella, a fin de no perder la dirección correcta".

G. I. Gurdjieff



Acepto



Acepto el amor,
acepto el presente,
acepto el apoyo,
acepto la magia,
acepto el encuentro,
acepto la vida!!!

Acepto todo lo que es.
Y todo lo que es,
esta bien.

Giselle Guerra



El camino correcto...


Sí a la Prórroga de la Ley 26.160 !








Nombran patrimonio de la humanidad el Día de Muertos en México


Dìa de los Muertos en Oaxaca

La celebración del Día de los Muertos en las comunidades indígenas mexicanas entró a formar parte hoy de la lista del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, que quiere así que "sus actores tengan clara conciencia de su valor".

Esta fiesta, que se celebra a finales de octubre y comienzos de noviembre, "reviste una importancia considerable en la vida cotidiana de las comunidades indígenas por la dimensión de la muerte que propone", subrayó la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en un comunicado.

"La institución de la fiesta de los muertos, que es una emanación de la religión popular y de las fiestas católicas, revela una sinergia cultural entre el pensamiento indígena y el sistema ideológico importado en el siglo XVI por los europeos", explicó la organización.

Ese encuentro anual entre las personas que la celebran y sus antepasados, indicó, desempeña también "una función social" ya que "recuerda el lugar del individuo en el seno del grupo y contribuye a la afirmación de la identidad y al posicionamiento político y social de comunidades muy preocupadas por la preservación de su tradición".

La UNESCO justificó la incorporación de las celebraciones indígenas del Día de los Muertos en su Patrimonio Oral e Inmaterial porque aunque no están formalmente amenazadas, su "dimensión estética y metafísica (...) debe preservarse del creciente número de diversiones no indígenas y de carácter comercial que tienden a vaciarlas de su contenido espiritual".

La celebración del Día de los Muertos, que coincide con el final del ciclo anual del maíz, alimento básico de los indígenas mexicanos, busca facilitar el retorno de las almas a la Tierra, y para ello las familias decoran el camino desde los cementerios a las casas con pétalos de flor, velas y ofrendas.

Se pretende así que el difunto sienta agradecimiento a su familia, que adorna el altar en la casa y la tumba en el cementerio con composiciones florales, artesanías y la comida preferida del muerto.
Cada difunto tiene un día determinado de culto durante estas ceremonias en función de su clasificación en diversas categorías como el motivo del deceso (accidente o asesinato), la edad, el sexo o las profesiones.

La celebración del Día de los Muertos fue una de las cinco obras maestras latinoamericanas de las 28 distinguidas por la UNESCO como Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
Las otras cuatro son la cosmovisión andina de los kallawaya de Bolivia, las expresiones orales y gráficas de los wajapi de Brasil, el Carnaval de Barranquilla de Colombia y la Tumba Francesa de la Caridad de Oriente.

Fuentes: Agencia EFE
El Siglo de Torreón (México) 7 de Noviembre de 2.003
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/58912.nombran-patrimonio-de-la-humanidad-el-dia-de-muertos-.html

Nariño, un pueblo que se gesta en la cultura del maíz





Por: Janneth Jurado Guerrero.
Los abuelos narran que era el mes de junio cuando el también llamado grano dorado daba su fruto. En la cosecha que celebran comunidades indígenas y campesinas conocida como Inti Raymi, brindaban como se lo hace hoy, con una bebida ancestral derivada de este versátil producto.
La chicha, se prepara de dos formas según el relato de Edgar Ruíz, líder de la comunidad Quillasinga, “la primera consiste en desgranar el maíz, molerlo y dejarlo remojar durante ocho días en un tinaco de madera a la sombra, lavarlo, cocinarlo y luego endulzarlo con panela. La otra es una preparación más antigua, la familia hacia la masa del maíz y la pasaba por los dientes, luego se la ponía en la boca, en una vasija de barro, después la echaban el agua de panela y se dejaba fermentar.  Esto se conoce como la chicha mascada”. Además, nos relató la importancia que tiene este virtuoso fruto de la tierra, en la tradición de nuestros pueblos indígenas.
“En la cosmovisión indígena, nos dicen que para formar la tierra el creador empezó a formar a los seres del maíz”: Edgar Ruíz, líder indígena.
El maíz tiene la bondad de responder tanto al clima frío como al cálido, un productor del municipio de Iles, nos contó que en su finca de tres hectáreas, un cultivo que empezó en el mes de octubre, demora 10 meses en dar sus frutos. Don Luís Escobar compartió datos que solo un campesino conoce. “A mí me gusta la mazamorra. Se hace de todo con maíz”, expresó.
“Este maíz que sembré alzó como más de dos metros, se nos elevó. Se fue para arriba o sería que fue un rastrojo de papa”: Luis Escobar, cultivador de maíz.
En un clima templado la cosecha se da en ocho meses si se trata de maíz criollo y en tres meses si es de la especie híbrido, así lo describe el productor Martín Santacruz. “Antes de contarles mi experiencia como productor, les cuento que si un visitante es invitado a tomar chicha mascada, tiene que aceptarla, si usted la rechaza, eso es considerado una ofensa, y no le van a proporcionar alimento ni bebida, ni comprada, ni regalada”, manifestó.
“Yo he almorzado en la Tour Eiffel en París, como he almorzado sentado en el piso húmedo en cualquier campo”: Martín Santacruz, cultivador de Maíz.
Don Martín nos habló acerca de las preparaciones que se pueden hacer con el maíz, dijo que eran más de cuatrocientas, mencionó sus favoritas, pero en cada región del país y del mundo se añaden más. “Es la base para la preparación de comidas tanto tradicionales como de alta cocina”, agregó.
“La arniada me encanta y me encanta como campesino que soy, con repollo y obviamente con cualquier pedacito de carne”: Martín Santacruz.
Martín Santacruz contó que cuando era niño él y sus hermanos elegían las mazorcas más coloridas, pasaban horas en los cultivos buscando la mejor para presumir con los amigos. “Conozco tres formas de sembrar maíz, al voleo, se hace en clima cálido. Consiste en lanzar las semillas no importa donde caigan. La otra forma es cada 30 centímetros una sola semilla. La que usamos en Nariño, es sembrar cuatro granos, entre mata y mata 60 centímetros y entre surco y surco 80 centímetros, puede sacar 20.000 cañas por hectárea. Usted lo puede cosechar en choclo, tiernito, después de que madura el grano, una caña solo carga una o dos mazorcas cuando es del tipo criollo”, concluyó.
Richard Fuelantala un representante del sector agrícola en Nariño, investigó acerca de los orígenes del cultivo. “Se remonta a México hace 8000 años, hace 4000 años llegó a Colombia. Se reportan 25 razas de maíz y 6500 variedades de semillas, hay un banco de semillas que está en custodia de Corpoica”, comentó.
Fuelantala analizó también la situación de la producción, “cerca de 5 millones de toneladas están entrando al país, no solo para alimentación humana, sino para alimentación animal. El 85 % del maíz que se consume en Colombia es importado y las variedades nativas se están perdiendo, en 1990 éramos autosuficientes en producción de maíz”, agregó.
“Es irónico que lo que tendríamos que utilizar para alimentación humana en muchas partes de Colombia donde hay niños que se reportan por desnutrición, hoy se esté utilizando para otros fines, los cuales no fueron primordialmente desarrollados”: Richard Fuelantala.
El maíz  cobra tanta relevancia que hasta poetas como Pablo Neruda se inspiraron en sus bondades, recordemos un fragmento del poema ‘Oda al Maíz’, para rendirle honor a este cereal maleable que se produce en toda la esfera terrestre.
“América, de un grano
de maíz te elevaste
hasta llenar
de tierras espaciosas
el espumoso
océano.
Fue un grano de maíz tu geografía.
El grano
adelantó una lanza verde,
la lanza verde se cubrió de oro
y engalanó la altura
del Perú con su pámpano amarillo”

Fuente: Radio Televisión Nacional de Colombia - 30 de Octubre de 2.017

lunes, 30 de octubre de 2017

Aventajados - Miguel Hachen


Ver con el corazón...

Hubo un día que pensé que me iba a quemar en mi propio fuego
pero este me moldeo como al hierro y me transformó en espada.

Creí también que en mi agua me iba a ahogar, 
porque jamás aprendí a nadar
pero flote cuando deje de luchar, y hasta esa orilla fui llevada.

Y fue así que comprendí que cuando soltas y no forzas
la vida te entrega esa ofrenda tan ansiada…

Y pude al fin ver que debajo del ruido y la obligación
se encuentra la verdad de mi corazón
y si hago silencio puedo escuchar
como sin decir palabra él me enseña a ver la vida
ya no más con los ojos de la mente colectiva,
sino con los ojos mi propia alma.

Alejandra Baldrich



12 de octubre: el genocidio de un mundo



Escrito por Florencia Trentini*

Este mes, en la tapa de la revista Billiken (esa que en la niñez hemos leído y que pocos sabíamos que seguía existiendo), se hace alusión al 12 de octubre como un partido de fútbol entre los españoles -representados por Cristóbal Colón- y los “indios”. Según la escena, ante un árbitro sonriente, los “equipos” intercambian banderines. Esa es la gráfica que eligieron para retratar el supuesto “encuentro de dos mundos”.

Por muchos años las palabras “descubrimiento” y “encuentro” estuvieron asociadas a este día, y ambas sirvieron para ocultar y negar el más grande genocidio de nuestra historia como humanidad, en el que fueron exterminados aproximadamente 90 millones de habitantes del “nuevo” mundo. Pero como todo proceso de conquista y colonización, la violencia directa fue solo el comienzo.

El 12 de octubre de 1492 fue el inicio de la colonización de nuestro continente, desde entonces denominado América. Fue cuando estas tierras conocieron el capitalismo, con sus lógicas de acumulación económica y de control sociopolítico.

Así, el “encuentro de dos mundos” sonrientes en la tapa de Billiken vuelve a negar la muerte, el saqueo de recursos naturales, la evangelización, la esclavitud, las torturas y por supuesto el despojo territorial. Pero, peor aún, permite invisibilizar las continuidades de ese proceso hoy materializado en criminalización de referentes indígenas, militarizaciones de los territorios, violentos desalojos y represiones, presos políticos, desapariciones y asesinatos.

Esta tapa no es casual. Después de todo, este 12 de octubre nos encuentra también en el medio de una fuerte campaña mediática en contra de los pueblos originarios, que busca poner en cuestión sus derechos y criminalizar sus luchas y reclamos, llegando al punto de tildarlos de “terroristas”. Mientras tanto, se continúa negando que la lógica de conformación y consolidación de los Estados de nuestro continente se dio mediante el despojo territorial de los pueblos indígenas y la consolidación de la propiedad privada en muy pocas manos.

Este complejo proceso de colonización de los espacios territoriales, signado por la expansión capitalista implantada en nuestro continente mediante un genocidio, se resume en un “encuentro” en el que las relaciones de poder y desigualdad y la violencia aparentemente no importan.

Es cierto que en nuestro país ya no hablamos de “Día de la Raza”. Desde 2007, a partir de un proyecto presentado por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), el 12 de octubre se convirtió en el “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, un día para la reflexión y el diálogo intercultural acerca de los Derechos Humanos de los Pueblos Originarios. Este cambio no es menor, en tanto implica una disputa por el significado histórico de esta fecha.

Sin embargo, más allá de la denominación de este día, lo cierto es que hoy Agustín Santillán y Facundo Jones Huala siguen presos por defender el territorio; que cientos de comunidades sufren a diario violentos desalojos; que se arman causas para criminalizar a referentes indígenas, como sucedió en Vaca Muerta; que sigue sin estar asegurada la prórroga de la Ley de Relevamiento Territorial; que aun no hay justicia por el asesinato de Javier Chocobar en Tucumán.

Hoy, 12 de octubre de 2017, el modelo extractivista iniciado en 1492 sigue avanzando a costa de la exclusión, la represión y la muerte de los pueblos indígenas y campesinos, mientras las fuerzas represivas del Estado siguen estando a disposición de los intereses de los grandes capitales nacionales y extranjeros. Y también hoy, nos seguimos preguntando dónde está Santiago Maldonado, desaparecido en democracia en el marco de la fuerte represión que Gendarmería llevó adelante el 1 de agosto en el territorio de Pu Lof en Resistencia Cushamen.

Toda esta historia de atropellos, sangre y violencia (en sus múltiples formas) y el genocidio que continúa por otros medios es graficado como un partido de fútbol en el que se intercambian banderines, como se intercambió la biblia por la tierra. Pero este “intercambio” no tuvo nada de juego y diversión, fue -y continúa siendo- una relación sumamente desigual e injusta. Y es aún una de las mayores deudas de nuestra democracia.

En este sentido, para algunos resultará una exageración vincular el grito de “tierra a la vista” de 1492 con la desaparición de Santiago Maldonado, sin embargo, ambos sucesos son consecuencia de un mismo modelo. Uno que ya lleva cinco siglos, igual.

@flortrentini
* Doctora en Ciencias Antropológicas

Fuente: Notas Periodismos Popular – 11 de Octubre de 2.017
https://notasperiodismopopular.com.ar/2017/10/11/12-octubre-genocidio-mundo/

Vive!


Trabaja como si no necesitaras dinero,
Ama como si nunca te hubieran herido,
 baila como si nadie te estuviera mirando,
Porque la felicidad es un viaje, no un destino…


Fuente: Guardianes de Atinis 

domingo, 29 de octubre de 2017

HERENCIA


Cuando seas mayor, hijo,
verás como la hierba,
el rocío,
las semillas,
los arroyos,
la luna en menguante,
el aroma de los azahares,
los músculos,
 las huellas
y aun la garganta,
 son de los invasores.
Alguien,
 entonces,
desde su honda memoria,
te dirá,
 casi en secreto,
que las fogatas,
los peces,
 la risa de la primavera,
el azul de los plumajes,
 la pezuña del jaguar,
 el día sin sombras,
 eran nuestros.
 Y allí,
sin que sepas de qué hoguera,
arderá en tu corazón una llama de rebeldía.
Es toda la herencia que te dejo.

Escrito: Mario Rubén Álvarez
La Poesía de los Guaraníes como arma de Resistencia

Fotografía:Leo Hariyo


El Pueblo Mbya Guaraní


El pueblo Mbya Guaraní es un pueblo profundamente religioso, con alto grado de espiritualidad, fundamentan el origen y existencia de los dioses, los hombres y la naturaleza, mediante mitos.
Creen en la continuidad de la vida después de la muerte, proveen a sus muertos de todo lo necesario para que puedan realizar sin carencias el viaje a la Tierra sin Males; un lugar donde el nativo imagina como la tierra ideal, en la que se realizan los deseos que en este mundo no son satisfechos.
La costumbre obliga a una práctica de culto permanente a los antepasados, con una relación estrecha y continua entre los vivos y los muertos, su cosmovisión estaba basada en la relación elemental cultural- naturaleza.
Las comunidades Mbya Guaraníes que participaron en el proceso de evangelización no permanecieron en Misiones sino que retornaron al Paraguay, debido a las constantes invasiones de los mamelucos y la expulsión de los jesuitas, terminando de migrar a fines de 1818.
Fotografía y texto: Leo Hariyo
Fuente: Guamini Mision Hotel

12 de Octubre



Ante el número del 12 de octubre de la revista Billiken, el Museo Etnográfico manifiesta su desacuerdo frente a la interpretación de la historia por parte de esta publicación. La documentación histórica ha demostrado que no fue un encuentro entre partes, sino la conquista de un continente y el exterminio de pueblos y culturas que aquí vivían.

Nuestras concepciones acerca del pasado condicionan las prácticas sobre los pueblos originarios en el presente.




Izquierda: Billiken: Tapa del 12 de octubre de 2017.
Derecha: Bernardino de Sahagún: Matanza del Templo Mayor

Dejar Huellas...


Guaporoity, árbol frutal de la Selva Misionera


Escrito: José Antonio Radins – Especial para Frontera Jesuita
El Guaporoity es un árbol de follaje persistente, que pertenece a la familia de las Mirtáceas, al igual que la Pitanga, la Cerella y el Guapurú Su nombre científico es Plinia rivularis, del mismo género que el Guapurú
Alcanza una altura máxima de 10 a 12 metros, con copa redondeada y densa. Las hojas son simples muy parecidas a las de la pitanga, de color verde rojizas y pilosas cuando son jóvenes mientras que pierden la pilosidad cuando se vuelven adultas cambiando además su coloración a verde brillante, opuestas, con ápice agudo y base con forma de cuña, de 5-7 cm de largo por 1-3 cm. de ancho. El tronco es más o menos liso, con placas de color marrón amarillentas que se desprenden fácilmente.
Las flores del Guaporoity son blancas, con numerosos estambres, dispuestos en inflorescencias racimosas. Florece entre agosto y septiembre. Los frutos son globosos, de 1,5-2 cm. de diámetro, lisos, rojos, morados a casi negras cuando maduran, de pulpa clara, dulce y muy sabrosos.
Los frutos del Guaporoity maduran entre octubre y noviembre. Se la consume como fruta fresca, aunque también es excelente para preparar jaleas, dulces, mermeladas y jugos.
Es un árbol con gran potencial como ornamental y melífero, también para alimento de la fauna nativa, en especial para las aves. Se reproduce fácilmente por semillas. Se distribuye en Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina. En nuestro país está citada como nativa para las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, donde es frecuente hallarlo cerca de los ríos y arroyos.

El autor de la nota es Profesor de Biología
Fotos: Archivo de José Radins


sábado, 28 de octubre de 2017

Uruguay: Un país sin indios


Uruguay, una de las naciones más audaces de Latinoamérica en materia de políticas sociales se enfrenta a un desafío nuevo y viejo a la vez: el problema charrúa.

Tras casi dos siglos confinados en un imaginario popular delimitado por los relatos de sus colonizadores, los charrúas reaparecen para saldar cuentas pendientes. La etnia que sobrevivió a más de 300 años de colonización y a una masacre planificada se pone de pie para interpelar a un Estado cuyos cimientos reposan sobre sus ancestros. El movimiento aglutina a cerca de dos mil personas en todo el país que se identifican como charrúas. Además, los últimos estudios genéticos realizados desafían la creencia popular de que Uruguay fue exclusivamente poblado por los “descendientes de los barcos”, principalmente provenientes de España e Italia.
En Uruguay, charrúa se conjuga en pasado. Según la historia oficial, los indígenas se acabaron en 1831. Aquellos valientes sujetos de ojos pequeños, pómulos pronunciados y cabello negro, hasta hace poco solo permanecían vigentes en algunas expresiones populares de la cultura rioplatense como la “garra charrúa”, tan usada en el ámbito deportivo para referirse a aquellos que no se dan por vencidos y luchan hasta el último aliento. Quizás esta característica es el combustible que alimenta este resurgimiento, constituyendo un proceso de etnogénesis.

El término fue acuñado por Miguel Alberto Bartolomé, antropólogo, profesor e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. Se refiere al proceso de reconfiguración y resurgimiento de distintas etnias motivado por factores externos. En el caso de los charrúas, la violenta construcción del Estado Oriental los llevó a mimetizarse y renunciar a su identidad para pasar desapercibidos y evitar así ser discriminados. La variación de las condiciones externas, el reconocimiento internacional de las comunidades indígenas y el orgullo de pertenencia, ha hecho que estos pueblos reaparezcan, decididos a desenterrar su historia.

Para Mónica Michelena Díaz, asesora de asuntos indígenas de la Unidad Étnico Racial del Ministerio de Relaciones Exteriores, su proceso de autodescubrimientocomenzó en 1985, poco después de culminada la dictadura militar en Uruguay. Una obra de teatro que reproducía la masacre ocurrida en Salsipuedes despertó su curiosidad.

“Para nosotros fue una obra muy importante, porque cuestionaba cómo se construyó el Estado uruguayo”, dice Mónica, quien descubrió a los 19 años que su bisabuelo era charrúa. Se llenó de preguntas y salió en busca de respuestas. Esta mujer inquieta de voz suave y discurso firme fundaba en el 2005 el Consejo de la Nación Charrúa (CONACHA) junto a varios grupos de descendientes.

El consejo reúne hoy a diez organizaciones de todo el país y trabaja en varias áreas. Uno de sus principales objetivos es que el Estado reconozca la existencia de población indígena en el país y que se ratifique el convenio 169 de la OIT, que regula materias relacionadas con la costumbre y el derecho de los pueblos indígenas a mantener y fortalecer sus culturas, formas de vida e instituciones propias, así como su derecho a participar de manera efectiva en las decisiones que les afectan. También trabajan en lograr una mayor auto identificación indígena y reivindican el uso del término “genocidio” para referirse a la masacre ocurrida en Salsipuedes. “Nuestros ancestros perdieron la vida en una emboscada planificada por el Estado”, sentencia Mónica.


Uruguay y las Guyanas son los únicos países de Latinoamérica que no ratificaron aún el convenio 169 de la OIT. “En 2015 estaba en Bilbao becada por la ONU. Me enteré de que el presidente Mujica estaría junto a Almagro (canciller del Uruguay) en el consulado, así que volví a armar la carpeta con toda la documentación pidiendo la ratificación del Convenio”, comenta Mónica, quien entregó el pedido en manos de ambas autoridades. Al volver a Uruguay, se reunieron con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, pero la respuesta que les dio el subsecretario les tomó por sorpresa: “Nos dijo que nos bajáramos 'del caballo’ y que pidiéramos que se ratificaran solo algunos artículos del convenio”, relata Michelena. Pero la asesora de asuntos indígenas sabe que eso no es posible. La ratificación es total y no admite reservas. Finalmente, tras el cambio de gobierno, los actuales delegados del CONACHA hicieron un nuevo intento. Pero el entonces vicepresidente Raúl Sendic les aseguró que su Ejecutivo no iba a ratificarlo.

Los charrúas renunciaron a su identidad para pasar desapercibidos y evitar ser discriminados.

Según comentó Martín Delgado Cultelli, integrante, directivo del CONACHA, en una entrevista transmitida en Radio Pedal de Uruguay, el gobierno uruguayo no ratifica el convenio por dos razones: “Por la tradición del Estado construido en base a un genocidio caracterizado por la invisibilización y negación de los pueblos originarios” y por otro lado las “presiones por parte de las gremiales rurales” con respecto a la “devolución y demarcación territorial”.

En cuanto a la autoidentificación racial, según informes del Instituto Nacional de Estadística, en la Encuesta a Hogares de 1996 se preguntó por primera vez a los entrevistados, a qué raza o grupo étnico creían pertenecer. El porcentaje de personas que se identificaron como indígenas fue del 0,4% y trepó al 2,9% en 2006. En el último censo nacional del 2011, el porcentaje ascendió a casi un 5%. Pero fuera del ámbito de las encuestas, dentro de los tubos de ensayo, los porcentajes crecen a un ritmo trepidante. Las recientes investigaciones llevadas a cabo por la profesora del departamento de Antropología Biológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, Mónica Sans, aportan datos sorprendentes que ponen en jaque la construcción de la identidad nacional.

Sans y su equipo han estudiado principalmente las secuencias de ADN mitocondrial. Debido a que las mitocondrias son heredadas únicamente por línea materna, a través de ellas es posible identificar la ascendencia matrilineal: “A nivel nacional el porcentaje de ascendencia por línea materna da aproximadamente un 34%, es decir, un tercio de la población. Los porcentajes más altos se encuentran al norte del país, en el departamento de Tacuarembó o en localidades como Bella Unión, donde los porcentajes suben a un 64% de ascendencia indígena aproximadamente”.

Además aclara que, si bien identificaron la ascendencia indígena, no han categorizado estos datos según las diferentes etnias que recorrían Uruguay. “Por ahora no llegamos a diferenciar las etnias. En el caso de Bella Unión hay secuencias (de ADN) de etnias amazónicas como las guaraní y también de origen pámpido que estarían relacionadas con etnias como la charrúa”.

Consultada sobre cómo cree que afecta esto a la identidad nacional, Sans considera que está cambiando y agrega que estos temas ya los han llevado a las escuelas junto a estudiantes de antropología. “También se está tratando desde la antropología social, las colectividades y los diferentes grupos que se están moviendo a nivel nacional.”, agrega.

Por su parte, CONACHA también está acercándolo al ámbito educativo a través de la reciente creación de la primera escuela intercultural charrúa itinerante. El proyecto, que cuenta con una financiación del Ministerio de Desarrollo Social, ya tuvo instancias de trabajo en barrios de Montevideo y se prepara para viajar al interior del país para ampliar su alcance.

Genocidio sí, genocidio no
La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de la ONU define al genocidio como cualquier acto cometido “con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”, e incluye acepciones como la matanza de miembros de un grupo, el atentado grave contra la integridad física o mental de los sujetos, entre otras. Además, a partir de 1951, se transformó en un delito perseguible por el derecho internacional.

La etnia que sobrevivió a más de 300 años de colonización y a una masacre planificada interpela a un Estado cuyos cimientos reposan sobre sus ancestros.

El pasado 24 de abril se llevó a cabo el Congreso de Ministros abierto, donde una joven pidió al presidente Tabaré Vázquez que manifiestara su posición frente al “genocidio” de la población charrúa. El mandatario respondió que comparte la reivindicación "pero que el de genocidio es un término que hay que utilizar con mucha justeza, y hay que demostrar que la intención fue destruir a una raza, a un determinado grupo humano". Y añadió que no tiene una posición clara de momento pero que su Gobierno estudia el tema con “rigurosidad científica”. Sin embargo, la polémica expresión sí aparece en el Programa de Educación Inicial y Primaria como uno de los temas a tratar en el área de Historia, en quinto grado: Las primeras presidencias. El genocidio charrúa. La palabra también se pronunció en la cámara de representantes, cuando la diputada del partido Frente Amplio, Stella Viel, pidió que se reconociera el genocidio el pasado 16 de julio. Por su parte, la profesora Mónica Sans se refirió al término con más seguridad: “Sí, yo creo que fue un genocidio. Hubo una intención clara de matar a determinado grupo indígena. En este caso podemos hablar de genocidio y etnocidio.”

Mientras tanto, año a año, varios descendientes se reúnen en Salsipuedes para recordar los hechos sucedidos. Lo llaman “lugar de reencuentro”. Al tiempo que transitan el paisaje, reviven en anécdotas a aquellos ancestros de “carácter indomable” que pagaron con su vida el precio del prejuicio en una cruel emboscada que quiso, pero no pudo, escribir para siempre el final de una etnia.


URUGUAY ESTRENA EL DOCUMENTAL SOBRE SU ASUNTO INDÍGENA

P. A.
Nicolás Soto y Leonardo Rodríguez son los directores del documental El país sin indios. El largometraje está ya en su última etapa y en espera de una fecha de estreno. Son varios los motivos por los que abordaron esta temática: “Si bien los charrúas de hoy empiezan a reivindicar una nueva historia y con ella una serie de derechos expropiados por el Estado, el asunto indígena en Uruguay es un tema complejo y cargado de violencia. Durante la investigación entendimos que este tema toca varios puntos profundos de nuestra identidad e historia, por eso sentimos la necesidad de plasmarlo en una película. Somos ciudadanos de un Estado que no ha reconocido el genocidio, y que aún hoy permite que el etnocidio continúe a través de la negación y el no reconocimiento de esta población. Los uruguayos tenemos mucho de qué hablar, sobre todo en referencia al racismo, la violencia estructural, la desigualdad social y el medio ambiente”.

El documental ha sido declarado de interés por el Ministerio de Educación y Cultura y el Ministerio de Relaciones Exteriores y fue financiado por la Dirección de Cine y Audiovisual Nacional (ICAU).

Fuente:El País – 24 de Octubre de 2.017