Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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jueves, 4 de septiembre de 2025

Científicos del CONICET hallaron elementos de una civilización milenaria en las Cataratas del Iguazú




Las muestras analizadas con carbono 14 revelaron fechas que se remontan hasta 6.000 años, mucho antes de la llegada de los españoles a América.

Un grupo de investigadores del CONICET protagonizó un descubrimiento impactante tras hallar evidencia de una civilización milenaria de 6 mil años atrás, que habitó las tierras que actualmente forman parte del Parque Nacional Iguazú, sitio turístico de Patrimonio Mundial, en la provincia de Misiones. Se recuperaron flechas, cuchillos y hachas pertenecientes a comunidades cazadoras de entre 2.000 y 4.000 años de antigüedad.

Las muestras analizadas con carbono 14 revelaron fechas que se remontan hasta 6.000 años, mucho antes de la llegada de los españoles a América. Algunos restos superficiales pertenecen a épocas anteriores a la conquista.

El estudio sobre el territorio del predio de las Cataratas del Iguazú se inició en 2019 en barrancas, ríos, arroyos y en el monte. En dichas áreas se señaló que “se ven eras de tiempo”, perfectamente conservadas. Esto le permitió a los científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, el trazado de un mapa histórico de ocupación humana a lo largo de los milenios.

El objetivo inicial consistía en analizar las capas de sedimentos en zonas en las que el paso del tiempo deja huellas visibles.

De acuerdo a los especialistas del CONICET, todo apunta a que estas civilizaciones utilizaban los ríos como rutas de movilidad en plena selva misionera, facilitando el contacto con otros grupos humanos.

El líder del equipo del CONICET dio precisiones sobre el hallazgo de la civilización milenaria

El arqueólogo y antropólogo que lidera el equipo del CONICET de la Universidad de La Plata, Eduardo Apolinare, reveló que “usaban fragmentos de piedras como herramientas afiladas. También, restos de animales carbonizados que consumían y maderas que utilizaban como combustible”.

Estas piezas encontradas indican un dominio del entorno y una capacidad de adaptación que llamó la atención de los investigadores.



Eduardo Apollinaire destacó: “Tuvimos la suerte de recuperar restos de carbón muy antiguos”.

El asombro llegó cuando descubrieron materiales inusuales como: restos de carbón vegetal, fragmentos de cerámica y herramientas primitivas. Las muestras estudiadas con el radiocarbono concluyeron que los elementos datan de más de 6.000 años.

Fuente:
Diario Perfil - 4 de Septiembre de 2025

https://www.perfil.com/noticias/ciencia/cientificos-del-conicet-hallaron-una-civilizacion-perdida-de-6-mil-anos-atras-en-las-a30-cataratas-del-iguazu.phtml

sábado, 3 de agosto de 2024

Hallazgo argentino: humanos cortaron y asaron un gliptodonte hace 21 mil años



Un hallazgo de impacto mundial realizado por científicos argentinos en la costa del río Reconquista da por tierra con las teorías sobre el poblamiento de esta zona de América. Además, muestra una evidencia de la dieta que tenían esos humanos hace unos 21 mil años, mucho antes que lo demostrado por la ciencia hasta el momento.

A través de una publicación científica internacional, se conoció que el descubrimiento demuestra que habitantes de lo que hoy es esa zona de la Argentina (ubicada entre las actuales ciudades de Merlo y Moreno) cazaron y cortaron a un ejemplar de gliptodonte, para luego comerlo asado.

Qué dijo el CONICET

El sitio oficial del CONICET, indicó que expertos del organismo y el Museo de La Plata identificaron marcas de origen antrópico, es decir hechas por humanos, en el esqueleto de un gliptodonte hallado a orillas del río Reconquista, cerca del Dique Roggero, en el límite entre las ciudades bonaerenses de Merlo y Moreno, que datan de 21 mil años atrás, “esto es unos 5 mil años antes de la etapa histórica en la que está aceptado que llegaron los primeros pobladores al continente americano”.

El hallazgo se configura como la primera evidencia de interacción temprana entre los primeros habitantes y la megafauna que habitó estas tierras y se publica hoy en la revista PLOS ONE.

La conclusión de los expertos surge de una serie de detallados y exhaustivos estudios desde múltiples enfoques que se realizó sobre el esqueleto incompleto de un gliptodonte perteneciente al género Neoesclerocalyptus –pariente de las mulitas y peludos actuales y extinto hace 10 mil años– con partes articuladas, compuesto por las vértebras y el tubo caudal, o estuche de la cola. El fósil fue hallado por Guillermo Jofré, autodidacta de la paleontología que tiene a su cargo el Repositorio Paleontológico Ramón Segura de Merlo, a quién le llamaron la atención las singulares características que presentaba: múltiples rayitas en los huesos y osteodermos –placas óseas– que no parecían ser aleatorias, como pueden ser las marcas del ataque de otro animal o la acción de roedores sobre los huesos fosilizados, sino que seguían patrones uniformes. Gracias a la idoneidad que adquirió en diversos cursos dictados por los profesionales platenses, Jofré extrajo el tocón de tierra donde se encontraban los restos cuidando cada detalle para que no se pierda información valiosa y los anotició sobre su hallazgo.

“El paradigma de poblamiento dice que los seres humanos llegaron a América hace 16 mil años, pero ocurre que desde hace un tiempo empezaron a aparecer evidencias más antiguas en Brasil, Canadá, Estados Unidos y México, entre otros lugares. Hay toda una visión tradicional que dice que esas son anomalías, que no se sabe bien cómo se dieron, pero ya hay estudios muy serios publicados en revistas prestigiosas que ubican el ingreso entre 20 y 30 mil años atrás”, explica Miguel Delgado, investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y autor de la publicación. “Nuestro trabajo se enmarca en esa línea, y aporta otro granito de arena, en este caso para el Cono Sur”, apunta Mariano Del Papa, investigador de la FCNyM y también autor del paper.

“Lo primero que quisimos saber fue la antigüedad, porque cuando vimos la estratigrafía del lugar del hallazgo, es decir las capas de sedimento que se van acumulando, el fósil estaba muy abajo, lo que nos daba la pauta de que era algo muy viejo”, comenta Martín de los Reyes, también investigador de la FCNyM y autor del trabajo. En ese sentido, el equipo se valió, por un lado, de datos científicos que ya se contaban para el sitio: justo debajo del lugar donde estaba el esqueleto ya se había encontrado un tipo de caracol que databa de 32 mil años atrás, y apenas por encima del cuerpo el fechado radiocarbónico –un método que se basa en la medición de la cantidad de carbono 14 que contiene un material– del sedimento marcaba 17 mil años. Por otro lado, mediante una técnica muy usada por paleontólogos y arqueólogos, se realizó la datación de la edad de los huesos: “Para la datación más común se usa el colágeno de los huesos, pero como en este caso ya no quedaba nada de colágeno en ellos, fechamos la bioapatita, que es su parte mineral. Ese análisis, que se hizo en Francia y fue la primera datación en hueso de un Neoesclerocalyptus, nos dio como resultado que el esqueleto tiene 21 mil años”, cuenta Delgado, y destaca que, puestos en contexto, las conclusiones del análisis óseo y del estrato son consistentes cronológicamente.

Lo que quedaba por analizar era el origen de las marcas que presentaba el esqueleto, tanto en las vértebras como en los osteodermos del tubo caudal. “Hay varias formas en las que se puede dar una marca, como la acción de carnívoros y de otros agentes tafonómicos –por ejemplo, roedores que roen los huesos–. Pero estas eran distintas, no eran aleatorias, seguían patrones de corte”, subraya Delgado, y agrega: “Son muy parecidas a marcas experimentales ya documentadas hechas por humanos, y eso es lo que buscamos comprobar mediante escaneos 3D y análisis cuantitativos”. Según resalta de los Reyes, “el patrón es de desposte, como los cortes que hace un carnicero, en lugares específicos como las inserciones musculares o los tendones. Ahí cortaron. Lo carnearon”.
Cómo era el animal

En vida, el animal era un acorazado de mediano a grande, con un peso de alrededor de 400 kilos, 90 centímetros de alto y un largo total, contando cráneo, coraza y tubo caudal, de 1,30 metros. “El esqueleto estaba panza arriba y, si bien no sabemos el contexto, es decir si fue producto de la caza o del aprovechamiento oportunista, los patrones de las marcas sugieren un claro origen humano”, detalla el experto. “La mayoría de las marcas de corte están hechas en el tren trasero, entre la cadera y la cola, donde estos especímenes tenían la mayor cantidad de carne. Primero sacaron una parte del anillo caudal, luego cortaron los tendones. Es decir, siguieron una serie de pasos intuitivos con el objetivo de sacar los músculos más prominentes y comerlos”. Además del patrón de desposte, el equipo halló otros patrones, como la forma de las marcas y la fuerza usada según la mayor o menor dureza de los huesos.

Fuente: Alerta Digital - 17 de Julio de 2024
https://alertadigital.ar/hallazgo-argentino-humanos-comieron-un-gliptodonte-hace-21-mil-anos/

miércoles, 31 de julio de 2024

Descubrimiento sin precedentes: científicos revelaron aspectos desconocidos de la vida los aborígenes de América



Un equipo del CONICET encuentra artefactos fabricados por grupos cazadores recolectores de hace 5 mil años.

La imagen que solemos tener de nuestros antepasados suele estar dominada por escenas de hombres empuñando lanzas y persiguiendo presas. Si bien la caza era una actividad fundamental, la recolección de frutos era una práctica también constitutiva de su forma de vida, a pesar de estar menos visibilizada.

En una reciente investigación del equipo de arqueología del CONICET La Plata, se hallaron aspectos de los hábitos de grupos humanos que habitaron nuestro territorio hace cinco mil años. El descubrimiento evidencia la diversidad de materiales que utilizaban y el amplio conocimiento que tenían sobre las especies vegetales de su entorno inmediato y de otras regiones.

¿Cómo recolectaban frutos los pueblos originarios?


Lo que se pudo hallar son indicios hasta ahora inéditos de enmangue a partir de fibras naturales, cuero y madera, en herramientas halladas en una cueva patagónica.

El sitio se llama La Mesada y está ubicado en la localidad La María, en Santa Cruz. Allí se encuentra un cañadón en el que hay alrededor de 40 cuevas que funcionaron como refugio para ocupaciones humanas desde hace 12 mil años de antigüedad en adelante.
"En este caso nos centramos en los grupos que habitaron el lugar hace 5 mil años, y analizamos un conjunto numeroso de herramientas de piedra hallado en una cueva en particular, un refugio bastante pequeño pero con un valor arqueológico muy importante y que incluso conserva, entre otras cosas, pinturas rupestres", relata Manuel Cueto, investigador del CONICET y autor del trabajo.

Los investigadores analizaron en detalle dos partes de las herramientas antiguas. En la parte que los científicos consideraron funcional, el filo de un cuchillo, encontraron evidencia de que se utilizaba para trabajar el cuero, una actividad común en las sociedades de cazadores-recolectores.

Sin embargo, lo más interesante fue el análisis de la otra parte de la herramienta, lo que los investigadores llaman medial y proximal. "Pudimos determinar que algunas herramientas fueron enmangadas gracias a la presencia de alteraciones microscópicas atribuibles a la fricción y las presiones generadas por los mangos, sumado al hallazgo de residuos orgánicos que nos permitieron identificar las materias primas utilizadas para elaborar estas empuñaduras: madera con trozos de cuero, tendones de animales y fibras vegetales", describe Cueto.


Conclusiones finales


Los resultados sugieren que estos pueblos habrían modificado el diseño de sus herramientas haciéndolas más alargadas, un cambio necesario para poder insertarles un mango.


La idea de herramientas con mango se postulaba hasta ahora gracias a estudios etnográficos y fuentes históricas, pero no habían aparecido pruebas microscópicas como las que aparecen en esta investigación, que además son las primeras para la región patagónica central en el Holoceno medio, entre 6.800 y 5.300 años atrás.


"No estamos diciendo que el mango sea una aparición de este período, pero sí hay un aumento de la fabricación de herramientas enmangadas en la época que estudiamos; las evidencias son muy consistentes y además son resultado de un trabajo multidisciplinario en el que confluyen el análisis funcional de los instrumentos líticos sumado a lo que muestra la arqueobotánica", argumentan el científico y las científicas.

Este estudio revela los saberes tecnológicos de los pueblos originarios más allá del uso para el consumo de animales, también abriendo la mirada hacia la recolección de plantas. "Eso enriquece el conocimiento sobre el pasado de la humanidad", concluye uno de los autores del estudio.

Fuente: El Cronista - 30 de Julio de 2024.
https://www.cronista.com/informacion-gral/descubrimiento-sin-precedentes-cientificos-revelaron-aspectos-desconocidos-de-la-vida-los-aborigenes-de-america/

jueves, 12 de noviembre de 2020

Cómo es el plan para repoblar de guacamayos rojos el Iberá...



Los guacamayos rojos volaban alto en algunas regiones de la Argentina hace 150 años. Sin embargo, víctimas de la caza, el mascotismo, la deforestación y el tráfico ilegal se extinguieron en nuestro país. En Corrientes, dentro del Parque Nacional Iberá, existe un proyecto coordinado por el CONICET, Parques Nacionales y organizaciones no gubernamentales ambientalistas que busca reintroducir esta especie nativa en su ecosistema original. Allí ya liberaron más de 15 individuos e incluso nacieron tres pichones silvestres en libertad, algo que se cree que no ocurría desde hace más de un siglo.

A 800 kilómetros del Iberá, en la provincia de Buenos Aires, seis parejas reproductoras de guacamayos en el Centro de Recuperación de Especies de Temaikén (CRET) alientan la esperanza del proyecto para repoblar la selva. Se trata de 12 ejemplares que vivieron toda su vida en cautiverio y no podrían sobrevivir en la naturaleza, pero sus pichones sí. "Todos ellos vienen de generaciones en instituciones zoológicas y es imposible que se adapten ahora a una vida silvestre. Los tenemos acá de reservorio genético", explicó Andrés Suares, curador de aves de la Fundación Temaikèn.

"El guacamayo es una especie proliferadora de semillas, es decir que una parte de la fruta que agarran la comen pero otra parte la tiran, por eso es clave para los ecosistemas donde habita", explicó Suares. La reintroducción del guacamayo rojo contribuirá a la recuperación de los bosques nativos en el Iberá. Si bien en la Argentina el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable lo declaró extinto, es considerado como una especie de "preocupación menor" por de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) ya que el Ara chloropterus aún habita en otros países.

Desde que el CRET ingresó al proyecto en 2017, ya enviaron cinco pichones a Iberá para ser reinsertados. En Escobar las parejas reproductoras se encuentran divididas en seis recintos contiguos. "Acomodamos la vegetación para brindarles los mejores estímulos reproductivos posibles", explicó Suares.

Martin Dechima es coordinador de los cuidadores de las aves de la Fundación Temaikén y mantiene un vínculo diario con ellas. "Hay una sola de las parejas que no puso huevos, pero contamos que las demás pusieron 13 en total", sostuvo. El número es estimado, dado que intentan ingresar a los recintos lo mínimo indispensable y no acercarse al nido en esta instancia.

Una vez que nacen los pichones permanecen en los recintos con sus progenitores. "Los cuidados parentales duran 70 días hasta que salen del nido y allí calculamos de seis a ocho meses más de relación parental hasta se pueden independizar y comer solos", explicó Dechima. En ese momento los guacamayos nacidos en cautiverio comienzan su entrenamiento para ser trasladados al Iberá donde lo continúan pero en jaulas más altas hasta poder ser finalmente liberados en la naturaleza.




El trabajo no es exclusivo con los animales sino que para que el proyecto prospere es necesario crear las condiciones para la repoblación. "Una vez liberados no podemos confinarlos al límite del parque nacional, por eso el trabajo con el entorno y con la comunidad es tan importante como la cría del propio animal", indicó Juan Garibaldi, Director Regional NEA de la Dirección de Conservación de Parques Nacionales.

Y agregó: "Buscamos socios en zonas donde no tenemos jurisdicción en la concientización ambiental para minimizar caza furtiva y evitar que la gente lo tenga de mascota. El desafío es lograr que la sociedad toda se apropie de este proyecto y eso es un cambio cultural".

La importancia del cuidado de la biodiversidad para prevenir nuevas pandemias

En octubre de 2020 se dio a conocer un nuevo informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes, por sus siglas en inglés) que releva la importancia de cuidar el ambiente y proteger la biodiversidad para prevenir nuevas pandemias. Se estima que hay 1,7 millones de virus actualmente no descubiertos en mamíferos y aves y que entre 540.000 y 850.000 de ellos podrían tener la capacidad de infectarnos.

Lo que afirman los científicos que lo elaboraron es que las mismas acciones humanas que impulsan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son las que aumentan el riesgo de que emerjan nuevas pandemias. Actualmente, el 70% de las enfermedades emergentes, como por ejemplo el ébola, la gripe A, el VIH y Covid-19, son zoonóticas, es decir que se originaron por el contacto estrecho entre humanos y otros animales que son quienes las portaban originalmente. A su vez, casi todas las pandemias fueron causadas por enfermedades de esta naturaleza.

Según los expertos, son la causa de casi un tercio de las enfermedades emergentes: los cambios en el uso del suelo, la expansión de la frontera agrícola y la urbanización. El reporte recomienda acciones para prevenir la propagación de nuevas enfermedades: aumentar la conservación de áreas protegidas y tomar medidas "que reduzcan la explotación insostenible de las regiones de alta biodiversidad". De esta forma se lograría reducir el contacto entre los humanos, la vida silvestre y el ganado y, así evitar nuevas pandemias.

Por: Natalia Louzau
Diario: La Nación (Buenos Aires) - 12 de Noviembre de 2020.

sábado, 4 de julio de 2020

Desigualdad estructural, violencia y racismo: cómo afecta la pandemia a los pueblos originarios en la Argentina



Un informe elaborado por más de 100 investigadores de diferentes ámbitos académicos del país, con participación de 30 equipos de investigación y 12 universidades nacionales y dependencias del CONICET. indagó en las consecuencias de la pandemia por COVID-19 en diversas comunidades y pueblos autóctonos.


La ola de contagios por COVID-19 llegó al barrio Gran Toba, donde viven unas 4.500 personas, en su mayoría en condiciones de pobreza y hacinamiento, y la transmisión se multiplicó en cuestión de días (EFE/Raphael Alves/Archivo)

Con la expansión del virus COVID-19, la declaración como pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y con el consiguiente Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) implementado a partir del 20 de marzo de 2020 en la Argentina, se está generando una notoria transformación en la población en general, en todas las relaciones sociales y cotidianas, con impactos sumamente profundos y definitorios ante la situación de pobreza y precariedad social, en particular.


El párrafo anterior refleja una de las conclusiones del informe Efectos socioeconómicos y culturales de la pandemia COVID-19 y del aislamiento social, preventivo y obligatorio en los Pueblos Indígenas en Argentina, un documento elaborado por más de 100 investigadores de diferentes ámbitos académicos del país, con participación de casi 30 equipos de investigación y 12 universidades nacionales y dependencias del CONICET.

Una mujer y niños de la comunidad indígena wichi en un asentamiento en la provincia de Salta, Argentina (REUTERS/Ueslei Marcelino)

Dentro de los sectores más golpeados por el confinamiento se encuentran los pueblos originarios. Según se aclara en el estudio, “esta coyuntura agrava la situación de desigualdad socioeconómica, la irregularidad en la posesión de las tierras que habitan, la histórica invisibilización, estigmatización y, en ocasiones, criminalización asociada a su condición sociocultural”, subraya el informe.

“El ASPO constituye una medida por demás necesaria para evitar la expansión del virus COVID-19, evitando una cantidad de contagios y muertes mucho mayor, cuya consecuencia inmediata ha sido -además de una profunda transformación en todas las relaciones sociales y cotidianas- la paralización del empleo y una abrupta retracción de los ingresos de los integrantes de los pueblos indígenas –en gran medida informales,influyendo radicalmente en su economía comunitaria”, agrega.




“Cabe destacar que el contexto actual implica una marcada ‘divisoria de aguas’ entre aquellos que cuentan con un ingreso fijo mediante un salario y otros que no lo poseen. La pérdida abrumadora de ingresos –producto de la paralización de buena parte de las actividades y la ausencia (o drástica disminución) en la circulación de personas afecta severamente a los pueblos indígenas”, amplía el informe.

Esta iniciativa partió de la necesidad de complementar y sumar diversas experiencias a un primer informe presentado el 15 de abril, abocado a visibilizar las problemáticas y situaciones experimentadas por diversas comunidades y pueblos originarios en este contexto de pandemia por COVID-19. En este nuevo documento participaron más de 100 investigadores de diferentes ámbitos académicos del país, casi 30 equipos de investigación y 12 universidades nacionales y dependencias del CONICET.


El informe se elaboró de manera colaborativa, mediante la recopilación y sistematización de datos por parte de diversos equipos que poseen vínculos previos al ASPO con distintos pueblos indígenas del país; aunque no constituye un censo, ni tiene pretensiones de exhaustividad. A pesar de las limitaciones para concretar este trabajo en un plazo tan acotado y con herramientas restringidas, se han podido relevar situaciones de aproximadamente treinta pueblos originarios de la Argentina. Por ello, este resultado se irá ampliando a futuro.

En diálogo con Infobae, Sebastián Valverde, antropólogo, investigador del CONICET y docente de la UBA especializado en pueblos indígenas contó: “Se conformó un estudio gigantesco, con una dinámica de mucha interacción entre distintos investigadores, más de cien participantes, algo a destacar en este contexto de pandemia y con pocos antecedentes. Por la situación de emergencia, quisimos relevar la situación de las comunidades indígenas en este particular contexto”.



“El informe se dividió en dos etapas, dos relevamientos, con participación de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y el Laboratorio de Investigaciones en Antropología Social de La Plata”, explicó Valverde y agregó: “Se reveló en la situación de pandemia, llamando desde las casas con celular, teléfono fijo y por mail, a la mayor parte de los pueblos originarios de la Argentina, un porcentaje muy importante y en una proporción muy representativa”.

Respecto a los resultados obtenidos, el antropólogo precisó: “Por un lado hay una exacerbación del racismo, de la discriminación y de la desigualdad que históricamente está planteada y en el contexto de la pandemia se agravó, porque hay abusos de diferentes agentes privados, muchas veces también de las instituciones públicas, de empleados, hospitales, policía, Poder Judicial, que se aprovechan en algunos casos de una desigualdad que ya está construída y la agravan”.





“Por otro lado hay una situación que tiene que ver con una dificultad muy grande en lo económico, considerando el nivel de precariedad que hay entre los pueblos originarios en el aspecto económico, por eso creemos que han sido claves los recursos dispuestos por el Gobierno Nacional a partir del otorgamiento de ingresos como los derivados del programa Alimentar, la Asignación Universal por Hijo (AUH), el cobro de pensiones, las tarjetas alimentarias y el reciente Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), entre otros”, agregó Valverde.

En otro pasaje de la entrevista advirtió: “Si en el conjunto de la población hay una situación de informalidad del 44%, en los pueblos originarios esta cifra puede subir a un 60, 70 y a veces un 80% dependiendo del lugar y a veces más también”.

Una dinámica que se viene dando en este complejo escenario, se asocia con la profundización y exacerbación de situaciones de racismo, discriminación, violencia verbal y física hacia los integrantes de los pueblos originarios, a través de acciones arbitrarias, y/o graves abusos por parte de funcionarios de diversos organismos públicos, instituciones sanitarias y/o fuerzas de seguridad, asumiendo en algunos casos características sumamente conflictivas y traumáticas.


Para Valverde, “esta desigualdad histórica debe ser revertida, teniendo en cuenta que también existe una dificultad muy grande sobretodo en las comunidades rurales para acceder a la educación a la distancia, inclusive a los servicios de salud”.

El relevamiento también puso el foco respecto a las poblaciones que ya estaban en una situación muy complicada hace tiempo y el coronavirus agravó sus realidades: en el noroeste argentino, con las dificultades de acceso a servicios básicos, el universo de los pueblos originarios es muy heterogéneo.


“Si en el conjunto de la población hay una situación de informalidad del 44%, en los pueblos originarios esta cifra puede subir a un 60, 70 y a veces un 80% dependiendo del lugar y a veces más también”, advirtió Sebastián Valverde, antropólogo especializado en pueblos originarios (REUTERS/Ueslei Marcelino)


“Se han dado muchas situaciones de trato racista y violento, como lo que sucedió en el barrio Gran Toba en Chaco y hace pocos días en Tucumán lo mismo, abusos que fueron denunciados, y que generaron una repercusión muy grande. También existe un abuso de agentes privados, siguen los desmontes ilegales en la región chaqueña, que afecta muchísimo a las comunidades, la falta de acceso a la justicia también es un problema muy grande”.

Comunidad Guaraní Cacique Hipólito Yumbay

¿Hay más casos COVID-19 positivos en los pueblos indígenas? Para Valverde, “en algunos casos sí, depende en qué lugar del país estemos hablando, pero si los hay es por encima de la media por las condiciones sanitarias, falta de acceso al agua potable, estructurales y por las características edilicias de los lugares en donde viven”, y agregó: “Por lo general están informados, no están aislados en ese sentido, pero sí existe una desigualdad histórica en el acceso a la salud”.

Fuente: INFOBAE - 3 de Julio de 2020

https://www.infobae.com/tendencias/2020/07/03/desigualdad-estructural-violencia-y-racismo-como-afecta-la-pandemia-a-los-pueblos-originarios-en-la-argentina/


martes, 16 de enero de 2018

Larvas son aliadas naturales de los guaraníes en Argentina


Fotografía cedida por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de larvas cultivadas. EFE/Cortesía Conicet

Pese al rechazo casi instantáneo que produce en la mayoría de la sociedad argentina la idea de comer insectos, existe entre las comunidades guaraníes que habitan al norte del país una práctica ancestral y espiritual de cultivar larvas y que completa no solo su dieta, sino también su boticario.
El vínculo que une a uno de los pueblos indígenas más longevos de Sudamérica, presente en el continente desde hace más de 2,000 años, con el entorno natural que les rodea les llevó a buscar en los seres vivos presentes en él los remedios con los que sanar sus heridas y saciar su hambre cuando los mamíferos que consumían escaseaban.
Unas pequeñas larvas de escarabajo, científicamente denominadas “metamasius hemipterus”, cumplen el cometido: alimentan a los más ancianos cuando sus mandíbulas no aceptan masticar la dura grasa de las presas, sanan las delicadas cicatrices del cordón umbilical de los recién nacidos y limpian los órganos.
“Tienen un beneficio muy amplio, hacen la purificación interna de la sangre, de la vejiga… La sabiduría ancestral no solo consiste en sanar con la medicina sino que proviene del cielo”, confiesa a Efe Santiago Martínez, integrante de la comunidad guaraní Yasi Porá.
Descendiente de esta etnia, hace esta declaración con la misma normalidad con la que admite que acuden al supermercado de la localidad de Puerto Iguazú, situada en la norteña provincia argentina de Misiones, a adquirir productos como pastas y arroces, cuando el cultivo y el consumo de estos insectos forma parte su día a día.
El proceso no es tan simple como parece ya que los gusanos no se comen como bien crecen en la naturaleza: los huevos son depositados en una hendidura que forman en un tipo de palmera específica que habita en el noreste argentino y permanecen ahí durante uno o dos meses, cuando están listas para consumirse.
“Antiguamente las asaban a la brasa porque no tenían instrumentos para cocinar o, si no, cortaban una rama y hacían como un pincho asado. Actualmente, hacen el frito con el propio aceite”, explica Martínez, que describe como las larvas se derriten entre los dedos si no se llevan con suficiente rapidez a la boca.
Es precisamente la grasa que emiten estos insectos lo que más se aprovecha de ellos, ya que llegan a utilizarla para tareas domésticas que van desde eliminar las liendres del cabello a curar los granos de la pubertad.
Tal es la utilidad que le otorga esta etnia a los “tambúes” o “ychos”, como acostumbran a llamar a las orugas, que científicos argentinos se han desplazado a Misiones para estudiar los procedimientos con los que estos pueblos originarios las crían.
En una investigación expedida por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el autor principal del estudio,
Jorge Araujo, se prendó de una comunidad que “conserva su cultura” por estar “inmersa en el bosque” y, por tanto, consigue hacer de esta práctica una “actividad tradicional”.
“Tienen otras formas de vida a la nuestra y van adquiriendo productos de la sociedad occidental pero ellos están muy inmersos en sus prácticas de subsistencia”, comenta en diálogo con Efe.
A pesar de reconocer que las larvas son muy “sabrosas”, Araujo reconoce que, a diferencia de territorios asiáticos donde incluso se industrializa y comercia con el consumo de insectos, en Argentina “la cultura mayoritaria se basa en consumir carne de vacuno” y “esta práctica no está bien vista”.
No es un factor, no obstante, para asumir que las prácticas naturales de comunidades como la guaraní no sean igual o incluso más beneficiosas para la salud de sus integrantes, que subsistieron durante siglos en “equilibrio” con el tratamiento de su ecosistema, algo que les “mantuvo en tranquilidad”.
“Las prácticas ancestrales y la manera de ver la vida la estamos amoldando hacia una nueva forma de vivir pero eso no significa perder las tradiciones, eso lo tenemos siempre en nuestra alma y nuestro espíritu”, remarca con firmeza Martínez.
Fuente
Agencia EFE – 14 de Enero de 2018

sábado, 16 de diciembre de 2017

Investigadoras del CONICET crearon la primera colección de libros infantiles en wichí


La obra fue presentada en Formosa y tiene el objetivo de incrementar la presencia y el uso escrito de la lengua. Los ejemplares serán distribuidos en una comunidad aborigen y próximamente se dictarán talleres de alfabetización.

Como resultado de un trabajo interdisciplinario realizado por investigadoras del CONICET e integrantes de comunidades originarias, se creó la primera colección de libros infantiles en wichí. Se trata de cinco volúmenes, que están destinados a niños pequeños y tienen el objetivo de incrementar la presencia y el uso escrito de la lengua.

La serie, titulada “Hunhat Iheley” (Habitantes de la tierra), fue presentada el 1 de diciembre en la Biblioteca Central de la Universidad Nacional de Formosa (UNAF). Los autores de la obra pertenecen al Instituto de Estudios Sociales y Humanos (IESyH, CONICET – UNaM), al Instituto de Investigaciones Lingüísticas de la Facultad de Humanidades de la UNAF y a la Comunidad Wichí Lawet, de Laguna Yema.
“Los libros surgen como resultado de una estrecha colaboración del ámbito científico y el comunitario. Si bien son parte de un trabajo de investigación, fueron creados con la participación de Maestros Especiales Modalidad Aborigen (MEMA)”, destacó la investigadora adjunta del CONICET en el IESYH, Andrea Taverna, quien es una de las autoras de los libros, junto con la becaria doctoral, María Celeste Baiocchi y las docentes Aurelia Pérez y Élida María Pérez.

El wichí, señala Taverna, tiene más de 40 mil hablantes en Argentina, situados principalmente en las provincias de Formosa y Salta. “Es una de las lenguas indígenas mejor preservadas y, a diferencia de otras, está viva desde edades muy tempranas en los niños. Muchos de ellos sólo hablan wichí hasta que se escolarizan pero, como no hay circulación escrita, quedan en desventaja cuando ingresan al sistema educativo. Estos libros vienen a llenar ese vacío”, destaca la psicolingüista .

Cada uno de los libros editados en esta colección representa a las categorías nativas que fueron identificadas por los investigadores que estudian la lengua wichí: Hal’o (Árboles y arbustos), Laloy (Animales domésticos), Tshotoy (Animales de monte), Tshotoy fwiy’ohen (Animales de aire) y Tshotoy inot lheley (Animales de agua).


En esta etapa, fueron impresos más de mil ejemplares, que serán distribuidos en la comunidad de la localidad de Laguna Yema. Para 2018, está previsto el desarrollo de talleres de alfabetización.

Cabe señalar que esta colección se realizó en el marco de un Proyecto de Desarrollo Tecnológico y Social (PDTS), titulado “La lengua escrita y la representación del conocimiento natural en niños wichí. Contribución de los estudios científicos en Psicología y Lingüística a las prácticas culturales de la comunidad y el desarrollo social”.

Este proyecto, financiado por el CONICET, tiene como objetivo central incrementar la presencia y uso de la lengua wichí escrita y de otros textos no verbales, tales como ilustraciones nativas, en el contexto de la comunidad. La propuesta apunta a promover los precursores psicolingüísticos a la alfabetización de la escolaridad, así como también servir de mediadores en la explicitación y representación de conocimientos culturales.

Los libros son los siguientes
Hal’o (Árboles y arbustos)
Laloy (Animales domésticos)
Tshotoy (Animales de monte)
Tshotoy fwiy’ohen (Animales de aire)
Tshotoy inot lheley (Animales de agua)

Fuente>ECONOMIS (Misiones) - 5 de Diciembre de 2.017
http://www.economis.com.ar/investigadoras-del-conicet-crearon-la-primera-coleccion-de-libros-infantiles-en-wichi/

sábado, 29 de abril de 2017

La población guaraní llega a 280.000 habitantes en cuatro paises




Unos 280.000 pobladores comparten la lengua y la cultura guaraní, viven en 1.461 diferentes comunidades en cuatro países (Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay) según  resultados del llamado "Mapa Guaraní Continental", que demandó tres años de trabajos a casi dos centenares  habitantes del pueblo originario, indigenistas y académicos, fueron presentados en el Campamento de la Tierra Libre, un encuentro de líderes de diversas etnias de todo el país celebrado esta semana en Brasilia y que reunió a unas 4.000 personas.

La investigación demográfica y geográfica corroboró que los guaraní constituyen la mayor etnia indígena sobreviviente en el Cono Sur suramericano y que se distribuyen entre el litoral Atlántico y la cordillera de Los Andes, informó en un comunicado el Consejo Misionero Indigenista (CIMI), una entidad vinculada al Episcopado brasileño y que colaboró en el trabajo.

Los autores del estudio, que fue convertido en un libro y en un mapa trilingüe (guaraní, portugués y español), identificaron a los guaraníes que viven tanto en aldeas y comunidades indígenas como en barrios urbanos y otros núcleos en los cuatro países.

El censo permitió concluir que la mayor población guaraní es la brasileña, con cerca de 85.000 personas, seguida por la boliviana (83.000), la paraguaya (61.000) y la argentina (54.000).

Fuente
Opinión – Cochabamba, Bolivia - 28 de Marzo de 2.017



Mapa Continental “Guarani Retã”

Para el Mapa Guaraní Continental presentamos una introducción al territorio guaraní de hoy, que abarca parte de los países Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay. Son más de 280.000 personas, unidas por una lengua y una cultura en común, distribuidas en 1.416 comunidades, aldeas, barrios urbanos o núcleos familiares, desde el litoral del Atlántico hasta al pie de la cordillera de los Andes. Los Guaraní constituyen uno de los pueblos indígenas de mayor presencia territorial en el continente americano. Los mapas adjuntos muestran dónde viven, cuántos son, cómo se llaman los lugares donde viven y cuáles son los ecosistemas naturales donde habitan.
Los Guaranies en la actualidad
Mbyá (Argentina, Brasil y Paraguay)
Avá-Guaraní (Paraguay), conocidos también como Ñandeva, Guaraní o Chiripá (Brasil y Argentina)
Paĩ-Tavyterã (Paraguay), conocidos como Kaiowá (Brasil)
Ava-Guaraní y Isoseño (Bolivia y Argentina), conocidos como Guaraní Occidental (Partaguay), y también como Chiriguanos o Chahuancos (Argentina)
Gwarayú (Bolivia); Sirionó, Mbía o Yuki (Bolivia); Guarasug’we (Boli­via), Tapieté o Guaraní-Ñandeva (Bolivia, Argentina y Paraguay); Aché (Paraguay).

Mapa Guaraní Continental 2016
Equipos de los países
Argentina Maria Josefa "Kiki" Ramírez, Vasco Baigorri, Carlos Salamanca,
Catalina Buliubasich, Flora Cruz, Lautaro Sosa y Luis Maria de la Cruz
Bolivia Guido Vega Marquez, Silbert Siles, Ángelo Lozano, Ricardo Paita, Wilson Duran y Cornélio Robles Pancho
Brasil  Levi M. Pereira, Rosa Colman, Flávio V. Machado, Lauriene Seraguza, Maria Inês Ladeira, Clóvis Antonio Brighenti, Celso Aoki, Daniel Pierri y Camila Salles
Paraguay Enrique Gaska, Bartomeu Melià, Filemon Torres, Claúdia Caceres e Jorge Acuña
Coordinación internacional Georg Grünberg
Coordinación general y administrativo Levi M. Pereira, Rosa Colman, Flávio V. Machado
Edición y texto Bartomeu Melià
Colaboración y revisión de texto Equipos de los países
Mapas Alicia Rolla, Camila Salles e Wolfgang Grünberg
Proyecto gráfico y diagramación Ruy Sposati
Capa Ruy Sposati/Cimi, 2013 Contracapa Pablo Albarenga/Cimi, 2016

Para acceder al  Cuaderno y al Mapa Continental “Guarani Retã”

http://www.icsoh.unsa.edu.ar/mapa-continental-guarani-reta/

Fuente
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH)
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
Universidad Nacional de Salta (UNSa)

Estudio identifica unos 280  mil pobladores guaraníes en cuatro países
Viven en mil 461 comunidades de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay
Unas 280 mil personas que comparten la lengua y la cultura guaraní viven en mil 461 diferentes comunidades en cuatro países (Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay), según un estudio presentado hoy en Brasilia y que identificó a los descendientes de una de las principales etnias de Suramérica.

Los resultados del llamado Mapa Guaraní Continental, que demandó tres años de trabajos a casi dos centenares de indios, indigenistas y académicos, fueron presentados este jueves en el Campamento de la Tierra Libre, un encuentro de líderes de diversas etnias de todo el país celebrado esta semana en Brasilia y que reunió a unas 4 mil personas.

La investigación demográfica y geográfica corroboró que los guaraní constituyen la mayor etnia indígena sobreviviente en el Cono Sur suramericano y que se distribuyen entre el litoral Atlántico y la cordillera de Los Andes, informó en un comunicado el Consejo Misionero Indigenista (CIMI), una entidad vinculada al Episcopado brasileño y que colaboró en el trabajo.

Los autores del estudio, que fue convertido en un libro y en un mapa trilingüe (guaraní, portugués y español), identificaron a los guaraní que viven tanto en aldeas y comunidades indígenas como en barrios urbanos y otros núcleos en los cuatro países.
El censo permitió concluir que la mayor población guaraní es la brasileña, con cerca de 85 mil personas, seguida por la boliviana (83 mil), la paraguaya (61 mil) y la argentina (54 mil).
De acuerdo con el estudio, tras décadas de casi exterminio, en los últimos 20 años la población guaraní ha crecido a un ritmo significativo gracias a altos niveles de fecundidad.
Según los investigadores, el estudio ayuda a comprender la "extraordinaria capacidad demostrada por los varios pueblos guaraní para seguir siendo guaraní tras cinco siglos de intensa presión colonial".
La publicación agrega que los guaraní permanecen vivos tras haber desarrollado nuevos modelos de asentamiento en sus territorios ancestrales, hoy divididos por las fronteras de los cuatro países.
El mapa también identificó las condiciones en que los guaraní viven en los cuatro países y los problemas que enfrentan en los mismos.
Tales condiciones varían desde los graves problemas que enfrentan en Brasil con la pérdida de territorios y los conflictos con productores de soja, caña de azúcar y ganado, y el reconocimiento que han logrado en Bolivia, en donde el Estado les reconoció la mayor parte de sus territorios tradicionales.
Según el CIMI, el mapa podrá ser usado por los guaraní como herramienta para sustentar sus demandas por territorios y por políticas públicas que respeten su autonomía.
El estudio tiene por objetivo "fortalecer la resistencia de los guaraní y reafirmar su dignidad ante aquellos que los quieren excluir", según el editor de la publicación, el antropólogo Bartolomeu Melia.
Fuentes
El Universal – EFE (27 de Abril de 2.017)