Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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domingo, 16 de marzo de 2025

Nuestra Madre Tierra pide auxilio


Se incendian los cerros se incendian...
Se queman las ciudades y el poder superfluo y cholulo observa cómo se agrisa en cenizas lo que el dinero supo conseguir...
Se escapa el mar se escapa...
Se mueven las barcas en el vaivén de olas amplias y majestuosas que reafirman el poderío de su fuerza implacable...
Se cuela el viento se cuela...
Se vuelan tejados y techos de chapa, el rico y el pobre observan y estiran las manos, no pueden detener la ráfaga que los iguala...
Se enoja la tierra se enoja...
Incómoda se retuerce y agrieta. Desértica y envenenada se decepciona y encoge. Los ojos humanos miran pero no entienden y humea la fábrica mientras el operario tose su vida enferma y el patrón acumula el vil engaño que alimenta al ávaro.
Y lloverá fuego y piedras.
Y el tornado será gigante y sin fin
Y se abrirá el suelo y el cielo caerá deshilachado
Es y será por lo explotado y manifestado. Por cada pequeña cosa alterada del perfecto orden creado.
Que los ojos vean que la igualdad ruge en el infortunio y no hay poder que salve a nadie.

domingo, 16 de febrero de 2025

Los pueblos indígenas, "guardianes de los bosques"



Según un informe de la FAO en los territorios comunitarios se preservan los mayores niveles de biodiversidad, mientras que fuera de estos son más altas las cifras de deforestación.

Los territorios ancestrales de los pueblos indígenas de América Latina ocupan actualmente entre 320 y 380 millones de hectáreas de bosques nativos, donde se almacena un tercio de todo el carbono contenido en los bosques del resto de la región y un 14 por ciento del carbono almacenado en los bosques tropicales de todo el mundo. En esos territorios comunitarios, donde se preservan los mayores niveles de biodiversidad, el área de bosque disminuyó un 4,9 por ciento entre 2000 y 2016, mientras que la deforestación fue del 11,2 por ciento en los bosques que están fuera de los territorios indígenas. La ganadería intensiva, el modelo agroindustrial y la minería son las principales actividades que, con connivencia de los Estados, avanzaron sobre esos territorios con máquinas o incendios.

El análisis surge de un reciente informe, que reúne 300 investigaciones de los últimos 20 años, publicado por la FAO y el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC), que insta a los Estados a reconocer los derechos colectivos sobre la tenencia de esas tierras e impulsar programas públicos de servicios ambientales para reconocer a los pueblos “guardianes de la naturaleza”. A su vez apunta a crear “procesos de desarrollo sostenible con identidad” como “una oportunidad para la acción climática”, que frene el avance de la deforestación y la pérdida de biodiversidad.

“Todo indica que, si no se toman medidas contundentes, los pueblos indígenas y tribales no podrán seguir resguardando los ecosistemas forestales en sus territorios como lo han hecho hasta ahora”, advierte el informe de FAO y FILAC.

“En la mayor parte de los territorios indígenas y tribales las principales amenazas a la cobertura forestal vienen de afuera”.

“Las ocupaciones de tierras de parte de ganaderos, colonos, mineros, palmicultores, productores mecanizados de soja y cereales, petroleros, narcotraficantes y especuladores de tierras; el aprovechamiento forestal por madereros y los incendios que todos estos grupos provocan”, enumera el informe sobre la base de un centenar de estudios centrados, principalmente, en los territorios de la cuenca del Amazonas —donde se encuentran la mayoría de los bosques de los territorios indígenas— y los bosques tropicales de Centroamérica.

El informe señala que la presión de la actividad extractiva en busca de la explotación de los recursos que conservan los pueblos indígenas en los bosques se incrementó en los últimos años. Por ejemplo, indica que “las emisiones anuales de carbono de la Cuenca Amazónica relacionadas con cambio en el estado de los bosques subieron en un 200 por ciento” y, en otro fragmento, destaca que “la mayor parte de la pérdida de bosques en América Latina está ligada a la expansión pecuaria”. El impacto climático a partir de la expansión de la frontera agrícola y el modelo extractivo, también puede verse reflejado en el último informe de Cambio Climático presentado por la Argentina.

La FAO y la FILAC señalan que una forma de resguardar a los pueblos indígenas y su condición de “guardianes de la naturaleza” es el reconocimiento formal de los derechos colectivos de los territorios indígenas por parte de los Estados, que “frecuentemente ayuda a evitar la entrada de grupos externos que destruyen sus bosques”. El documento destaca que los pueblos indígenas también son protectores de la biodiversidad.

“En los territorios indígenas de Brasil hay más especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios que en todas las áreas protegidas del país fuera de estos territorios”.

Entre las causas generales que incrementan la presión sobre los bosques, los organismos internacionales advierten “la creciente influencia política de las élites agropecuarias y extractivistas” y “el interés de los gobiernos por expandir las actividades extractivas y agropecuarias a nuevas regiones y así reactivar las economías nacionales”.

En ese contexto, FAO y Filac llaman a los gobiernos a invertir en proyectos que fortalezcan el papel que juegan los pueblos indígenas en la protección de los bosques como a través de programas de manejo forestal comunitario y potenciar la cultura y conocimientos tradicionales.

“El conocimiento tradicional de los pueblos indígenas y tribales sobre la fauna y la flora y sus usos, las plagas y las enfermedades, el fuego, el clima y los suelos y cómo todos ellos responden a las prácticas humanas, aportan al manejo, aprovechamiento, restauración y monitoreo de los bosques y a la adaptación a situaciones nuevas. A los pueblos indígenas y tribales estos conocimientos les permiten no solo entender mejor los bosques, sino también sacarles mayor provecho, fortaleciendo así los incentivos para mantenerlos en buen estado”, destaca el informe.

Una acción climática junto a los “guardianes de los bosques”

"Los pueblos indígenas y tribales, y los bosques en sus territorios, cumplen un papel vital en la acción climática global y regional, y en la lucha contra la pobreza, el hambre y la desnutrición", destacó el representante regional de la FAO, Julio Berdegué, respecto del análisis hecho sobre la base de 300 investigaciones de las últimas dos décadas.

Las investigaciones se centran, principalmente, en la Amazonía, que se acerca a un punto de inflexión que podría desatar “una reacción en cadena en la que la deforestación reduce las lluvias y aumenta la temperatura, y eso a su vez eleva la pérdida de bosques debido a las sequías e incendios forestales. Así, en unas pocas décadas, el ecosistema de bosque húmedo del este y sur de la cuenca se podría convertir en uno de sabana”. Lo que impactaría no solo en el clima global sino también en la producción de alimentos.

Ese servicio ambiental que ofrecen las entre 320 y 380 millones de hectáreas de bosque que habitan los pueblos indígenas de América Latina se traduce en 34.000 millones de toneladas métricas de carbono, una cifra más alta que todos los bosques de Indonesia o de la República Democrática del Congo.

El avance de la deforestación barre con ese servicio ambiental por lo que el informe resalta que los tasas más bajas de deforestación “se observaron en los territorios de los pueblos indígenas que cuentan con títulos legales colectivos reconocidos: entre 2000 y 2012, las tasas de deforestación en estos territorios en la Amazonía boliviana, brasileña y colombiana fueron solo la mitad a un tercio de las de otros bosques con características ecológicas similares”.

Los territorios indígenas reducen la emisión de gases de efecto invernadero
Uno de los ejes centrales de posibles acciones climáticas que plantea el informe para los Estados es el reconocimiento de la propiedad de la tierra colectiva. Según el análisis de estudios de casos en Colombia, Brasil y Bolivia; la tasa de deforestación dentro de los bosques indígenas donde se ha asegurado la propiedad de la tierra es 2,8 veces menor que fuera de esas áreas y, de esa manera, se evitaron entre 42,8 y 59,7 millones de toneladas métricas de emisiones de CO2 cada año. Algo así como sacar de circulación entre 9 y 12,6 millones de vehículos durante un año.

En ese punto, FAO y Filac subrayan que, en esos tres países, de las 404 millones de hectáreas ocupadas por los pueblos indígenas, los gobiernos han reconocido los derechos de propiedad colectiva o usufructo solo en 269 millones de hectáreas. Frente esa cifra, el informe señala que el costo de titularizar las tierras es de 6 dólares en Colombia y 45 dólares en Bolivia, mientras que costo promedio de evitar la emisión de CO2 a través de la captura y almacenamiento de carbono fósil, tanto para centrales eléctricas a carbón o a gas, es de 5 a 42 veces más alto.

El informe entrega más cifras respecto del impacto que genera la relación de los pueblos indígenas con la naturaleza a diferencia de las actividades desarrolladas fuera de esos territorios: mientras que los territorios indígenas de la cuenca del Amazonas perdieron menos del 0,3 por ciento del carbono en sus bosques entre 2003 y 2016, las áreas protegidas no indígenas perdieron 0,6 por ciento, y otras zonas que no eran territorios indígenas ni áreas protegidas perdieron 3.6 por ciento. “Aunque los territorios indígenas abarcan el 28 por ciento de la cuenca, solo fueron responsables por el 2,6 por ciento de las emisiones de carbono”, sentencia el informe.

Fuente
Tierra Viva - 8 de Abril de 2021

https://agenciatierraviva.com.ar/los-pueblos-indigenas-guardianes-de-los-bosques/

domingo, 2 de febrero de 2025

Las tierras indígenas son la clave para mitigar el cambio climático


No es casual que el avance sobre los pueblos indígenas y los desastres ecológicos ocurran a la par. Mientras la desposesión de tierras sigue ocurriendo en distintos países de América Latina, se sienten cada vez más los efectos del cambio climático. Parece necesario recordar quiénes son los que han convivido con la naturaleza durante siglos para lograr salvar a la Tierra.

La conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático han adquirido un carácter prioritario en la agenda global, impulsando la creación de nuevas áreas protegidas y fuertes inversiones en proyectos ambientales. Sin embargo, el modelo actual de conservación está marcado por una profunda paradoja: a la par de esas prioridades e inversiones, no se toma suficientemente en cuenta el deterioro y la pérdida progresiva de territorios indígenas, así como la violencia, la desigualdad y la falta de reconocimiento de los derechos de quienes han convivido con la naturaleza durante siglos.

Respetar los derechos de los pueblos indígenas sobre sus territorios representa soluciones basadas en la naturaleza, efectivas y justas, ya que promueven tanto la mitigación del cambio climático y la conservación de la biodiversidad, como el bienestar de los pueblos originarios. Debido a la integridad que generalmente caracteriza a los ecosistemas dentro de estos territorios, se mantienen sus capacidades de almacenamiento de carbono.

Pero esas contribuciones de los territorios indígenas a la salud planetaria están vinculadas a las cosmovisiones, valores y modos de vida de sus pueblos. Ese es el caso del buen vivir del pueblo quechua (Sumak Kawsay) en distintos países andinos, o del buen vivir del pueblo guaraní (Teko Porâ) en Paraguay, sur del Brasil y norte de Argentina, así como la cosmovisión de los mapuches en el sur de Chile y de Argentina, y el de numerosos pueblos originarios amazónicos.

De hecho, no es casual que la desintegración social y cultural de los pueblos indígenas y de la integridad ecológica de sus territorios ocurren a la par, tanto en nombre del desarrollo como por intereses económicos (legales e ilegales), o por presiones desde poblaciones pauperizadas (indígenas o no indígenas).

Más allá de los exterminios o desplazamientos forzados en tiempos coloniales, la desposesión de los pueblos indígenas de sus tierras sigue avanzando en distintos países de Latinoamérica. Los mayas en México, los awajún y los wampís de la amazonia peruana, los miskitu en Nicaragua, los mbä-guaraníes en Paraguay y en Brasil, los mapuches de Chile y Argentina, entre muchos otros, luchan por defender sus territorios ancestrales. A pesar de avances legales como la adquisición de títulos de propiedad colectiva, los medios de vida de estos pueblos siguen amenazados y cediendo paso a la expansión de industrias extractivas.

Desposesión y degradación. La desposesión de los indígenas de sus tierras también puede ocurrir en nombre de la conservación, fenómeno conocido como acaparamiento verde (green grabbing), conservación excluyente o de fortaleza (fortress conservation), o conservación colonial. En América Latina, estas tensiones pueden encontrarse en casos como el Parque Nacional Yasuní en Ecuador, el Parque Nacional del Manu en Perú, la Reserva de la Biosfera Maya en México o el Parque Nacional Lanín en Argentina.

Los desplazamientos de pueblos indígenas por desposesión y la consiguiente transformación de ecosistemas naturales o seminaturales en campos de pastoreo, cultivos y forestaciones son apenas la punta del iceberg. Y es que la degradación de la integridad geográfica, ecológica, cultural y social de sus territorios es tan frecuente como poco visible. Esta no solo impacta en la dignidad de los pueblos indígenas, sino también genera un círculo vicioso de pobreza, deterioro ambiental y bloqueo al acceso a fondos de financiación.

No todo está perdido. Los territorios indígenas aún contienen una porción sustantiva de los paisajes y ecosistemas menos modificados del planeta, y sabemos que muchos pueblos indígenas profesan un respeto por la naturaleza que va mucho más allá de nuestros mejores discursos conservacionistas.

Según investigaciones como la liderada por Stephen Garnett, publicada en la revista Nature Sustainability, y otras que se fueron sumando en la misma línea, los pueblos indígenas gestionan o tienen derechos sobre más de un cuarto de la superficie terrestre del planeta, lo que representa un porcentaje significativamente mayor que el de otras tierras protegidas, y la tercera parte de los Bosques Intactos del mundo se encuentran dentro de tierras indígenas. Esto las convierte en áreas cruciales para la mitigación del cambio climático ya que las tasas de pérdida de bosques siguen siendo significativamente más bajas en tierras indígenas que en otras tierras, aunque con amplias variaciones entre países.

¿Por qué la inversión en conservación en tierras indígenas no es proporcional al rol clave que juegan en la conservación de la biodiversidad? La falta de inversión se debe a una serie de limitantes que varían caso a caso: débiles estatus legales de tenencia de las tierras, desvíos de los fondos a otros destinos, conflictos con las políticas de desarrollo, administración ineficiente de fondos, restricciones en el acceso a programas de ayuda y compensaciones, falta de mecanismos de control para evitar la explotación ilegal de recursos y la invasión de tierras indígenas, y sobre todo desconfianza, en ambas direcciones.

Hacia soluciones basadas en justicia territorial indígena. Es esencial establecer nuevas formas de colaboración entre las comunidades indígenas, y otros actores locales y globales, para que los reclamos territoriales indígenas y las inquietudes globales por las pérdidas de biodiversidad y el cambio climático converjan.

Para ser viables y sustentables, esas soluciones basadas en “justicia territorial indígena” necesitan diferenciarse de las viejas fórmulas asimétricas, donde los pueblos y territorios indígenas aparecen en los acuerdos como párrafos políticamente correctos, pero que en la práctica suelen quedar relegados al ámbito discursivo, sin materializarse en acciones concretas. La mayor parte de los esfuerzos por identificar y desarrollar oportunidades de negocios capaces de impulsar soluciones basadas en la naturaleza se basan en lógicas, idiomas y cuerpos técnicos que no necesariamente atienden a estas realidades.

Alrededor del mundo, se han desarrollado experiencias valiosas que se podrían recuperar, sistematizar, mejorar y adaptar a distintos contextos. Un ejemplo es el Proyecto Kayapó en Brasil, que en asociación con ONG internacionales y el gobierno brasileño, ha permitido que el pueblo kayapó implemente programas de monitoreo forestal y manejo sostenible de recursos naturales. Otros ejemplos son el pago por servicios ambientales que impulsa el gobierno de México, a través de la Comisión Nacional Forestal en beneficio de pueblos originarios, y los Planes de Vida impulsados desde el gobierno de Colombia para los u’wa y otras comunidades indígenas. E incluso se han aprendido valiosas lecciones de proyectos de reducción de las emisiones debidas a la deforestación y la degradación de los bosques (REDD+) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Pero para incorporar estas soluciones de manera efectiva y sustentable, se requiere fortalecer los mecanismos de protección de los derechos indígenas, garantizar su participación en la toma de decisiones y asegurar una distribución equitativa de los recursos destinados a la conservación.

Aún existe una brecha significativa entre los derechos reconocidos y la realidad que viven en sus territorios. Si bien la titulación de tierras indígenas es un primer paso, no siempre garantiza la protección efectiva de sus derechos. En muchos casos, la participación de estos pueblos se limita a la consulta, a la información o a la firma de acuerdos, cuando son fundamentales para la retroalimentación de conductas y compromisos.

Para cambiar esta realidad es necesario reducir las desigualdades de estas comunidades en el acceso a la educación, a la atención sanitaria, a la justicia, a tecnologías básicas y a las autoridades. Y así como las inequidades de género están ganando espacio dentro de los programas de apoyo internacional, es importante que una proporción de los fondos se destine a financiar soluciones basadas en justicia territorial indígena.

Consideraciones finales. El reconocimiento y respeto de esos territorios significa mucho más que una fórmula para reducir grandes transformaciones y el reemplazo de ecosistemas diversos. Si realmente se quiere integrar a los pueblos indígenas en las agendas de conservación, es crucial evitar caer en estereotipos reduccionistas que los limitan al rol de “guardianes de la naturaleza”.

Estas miradas, aunque bienintencionadas, pueden invisibilizar las complejidades de las culturas indígenas y en definitiva fracasar al separar las “soluciones basadas en la naturaleza” de las soluciones “basadas en la naturaleza y justicia territorial indígena”.

La verdadera inclusión implica respetar la diversidad de visiones y permitir que los pueblos indígenas sean los protagonistas de su propio desarrollo, sin imponerles modelos de conservación. La conciliación entre la justicia territorial indígena y las soluciones basadas en la naturaleza depende de la construcción de vínculos libres y virtuosos que garanticen el respeto de sus derechos y su papel fundamental en la gestión de sus territorios.

*Un texto producido en conjunto con el Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI). Las opiniones expresadas en esta publicación son las de los autores y no necesariamente las de sus organizaciones.

Fuente
Perfil - 31 de Enero de 2025

https://www.perfil.com/noticias/elobservador/las-tierras-indigenas-son-la-clave-para-mitigar-el-cambio-climatico.phtml

miércoles, 29 de enero de 2025

Cambio de mentalidad


viernes, 17 de enero de 2025

Coexistir con la Madre Tierra


lunes, 23 de diciembre de 2024

10 Mandamientos Ecológicos


domingo, 17 de noviembre de 2024

Árboles y calor


martes, 29 de octubre de 2024

29 de Octubre - Día Mundial por el Decrecimiento



Día Mundial por el Decrecimiento: vivir más con menos y en armonía con la naturaleza

En un mundo impulsado por el consumo desmedido y la búsqueda constante de crecimiento económico, el decrecimiento surge como una propuesta alternativa que desafía los modelos tradicionales de desarrollo. El 29 de octubre se conmemora el Día Mundial por el Decrecimiento 2024 para reducir la producción y el consumo, y adoptar un estilo de vida más sostenible y equilibrado, que priorice la calidad de vida, la justicia social y la preservación de los ecosistemas.

Vivir más con menos, teniendo lo justo y necesario, y aplicando la sostenibilidad día a día son principios clave de esta filosofía, que busca no solo una reducción en el uso de recursos, sino una vida más plena y en armonía con la naturaleza.

¿Qué es el decrecimiento?
El decrecimiento no es simplemente una reducción del consumo o una caída en la economía, sino un movimiento filosófico y social que propone una transformación profunda de la sociedad. Se basa en la idea de que el crecimiento económico ilimitado no es compatible con los límites finitos del planeta, y que el bienestar humano no está necesariamente ligado a una mayor acumulación de bienes materiales.

El concepto surgió en la década de 1970 de la mano de economistas y filósofos que cuestionaban la relación entre el crecimiento económico y el bienestar, como Nicholas Georgescu-Roegen y Serge Latouche. Estos pensadores sostienen que el crecimiento económico perpetuo genera desigualdad social, agota los recursos naturales y daña los ecosistemas. El decrecimiento, en cambio, propone una reorganización de la sociedad y la economía en torno a la satisfacción de las necesidades reales de las personas, en lugar de fomentar el consumo excesivo.

Vivir con lo justo y necesario
Una de las ideas centrales del decrecimiento es aprender a vivir con lo justo y necesario, lo que implica reducir el consumo de bienes y servicios a aquellos que realmente aportan valor a nuestra vida, sin caer en la trampa de la acumulación materialista. Este enfoque no debe ser visto como un sacrificio o privación, sino como una forma de liberarse de la presión consumista y el estrés que conlleva la búsqueda constante de «más».

¿Cómo empezar a vivir con menos?
Reevaluar las necesidades: Muchas veces, adquirimos bienes no por necesidad, sino por hábito o presión social. Es importante hacer un análisis consciente de lo que realmente necesitamos para vivir bien. Preguntas como «¿Lo necesito realmente?» o «¿Esto me hará más feliz a largo plazo?» pueden ser útiles antes de tomar decisiones de compra.
Minimalismo: Este concepto, que tiene puntos en común con el decrecimiento, promueve deshacerse de lo superfluo para enfocarse en lo esencial. Esto se traduce en la reducción de pertenencias, centrándose en lo que tiene valor emocional o funcional real, y no en la acumulación de objetos innecesarios.
Autoconsumo y autosuficiencia: Cultivar tus propios alimentos, reparar en lugar de reemplazar, y aprender habilidades que permitan depender menos de los sistemas de producción industrial son prácticas que ayudan a vivir con lo justo, reduciendo la necesidad de comprar.
Compartir y colaborar: La economía colaborativa, el intercambio y el trueque son estrategias que permiten obtener bienes o servicios sin recurrir al mercado convencional. Este enfoque fomenta la cooperación y la comunidad, en lugar de la competencia y el consumismo.
Sostenibilidad en el día a día
El decrecimiento también está profundamente vinculado con la sostenibilidad, es decir, vivir de una manera que respete los límites del planeta, minimizando el impacto ambiental y promoviendo el uso responsable de los recursos. Este estilo de vida implica tomar decisiones conscientes que ayuden a reducir nuestra huella ecológica y a regenerar los ecosistemas naturales.

Acciones sostenibles cotidianas
Reducir, reutilizar, reciclar: La reducción del consumo es el primer paso, seguido de la reutilización de productos y materiales. Cuando algo ya no puede ser reutilizado, es esencial reciclarlo adecuadamente. Este ciclo de aprovechamiento minimiza los residuos y la demanda de nuevos recursos.
Consumo responsable: Elegir productos ecológicos, locales y de comercio justo contribuye a la sostenibilidad. Estos productos suelen tener un menor impacto ambiental y apoyan a pequeños productores que promueven prácticas más justas y respetuosas con la naturaleza.
Movilidad sostenible: Optar por caminar, usar la bicicleta o el transporte público reduce significativamente las emisiones de carbono. Si es necesario usar un automóvil, compartir viajes o utilizar vehículos eléctricos también son formas de minimizar el impacto.
Alimentación basada en plantas: Reducir el consumo de carne y productos de origen animal tiene un gran impacto positivo en el medio ambiente. La producción de carne requiere grandes cantidades de agua y recursos, y es una de las principales causas de deforestación y emisiones de gases de efecto invernadero. Optar por una dieta basada en vegetales y alimentos locales es una excelente manera de aplicar la sostenibilidad diariamente.

La armonía con la naturaleza
El decrecimiento también aboga por una reconexión con la naturaleza, tanto en el sentido práctico como filosófico. Vivir en armonía con el entorno implica no solo reducir nuestro impacto en el medio ambiente, sino también reconocer que somos parte de la naturaleza, y que nuestra salud y bienestar están intrínsecamente ligados a la salud de los ecosistemas que nos rodean.

¿Cómo vivir en armonía con la naturaleza?
Practicar la permacultura: La permacultura es un sistema de diseño agrícola y social que se basa en los patrones y características del entorno natural. Aplicar los principios de la permacultura en el hogar o la comunidad (como en huertos urbanos) permite cultivar alimentos de manera sostenible, regenerando los suelos y preservando los recursos naturales.
Respetar los ciclos naturales: Conocer y respetar los ciclos naturales, como las estaciones o los patrones de crecimiento y regeneración de los ecosistemas, es esencial para vivir en armonía con la naturaleza. Esto implica ajustar nuestras prácticas de cultivo, consumo y producción a los ritmos de la tierra.
Conservar y restaurar ecosistemas: Participar activamente en la protección y restauración de ecosistemas locales, como bosques, ríos o humedales, es una forma directa de contribuir a la salud del planeta y vivir en sintonía con la naturaleza. Plantar árboles, limpiar áreas naturales o participar en proyectos de conservación son ejemplos de acciones que pueden tener un gran impacto positivo.
Fomentar una cultura de respeto y gratitud: Cambiar nuestra actitud hacia la naturaleza es clave. En lugar de ver los recursos naturales como algo para explotar, debemos adoptar una perspectiva de gratitud y respeto hacia todo lo que la Tierra nos proporciona.
Beneficios de vivir con menos y en armonía con la naturaleza
El decrecimiento ofrece numerosos beneficios, tanto a nivel personal como colectivo. Al vivir con menos, las personas a menudo descubren una mayor sensación de libertad y satisfacción, ya que se liberan del estrés y la ansiedad asociados con el consumo excesivo y la acumulación material. Además, las relaciones interpersonales tienden a mejorar, ya que se fomenta la cooperación, el apoyo mutuo y el sentido de comunidad.

En cuanto al impacto global, adoptar un estilo de vida basado en el decrecimiento y la sostenibilidad contribuye a la preservación del medio ambiente, la reducción de la desigualdad social y la creación de una sociedad más justa y equitativa, donde los recursos se distribuyen de manera más equitativa y se respeta la capacidad regenerativa de la Tierra.

El decrecimiento y el estilo de vida basado en “vivir más con menos” no solo son posibles, sino necesarios en el contexto de la crisis ecológica y social actual. Al adoptar un enfoque más consciente y sostenible, podemos encontrar formas de vivir en mayor armonía con la naturaleza, reduciendo nuestro impacto en el planeta y construyendo una sociedad más justa y equilibrada. Vivir con lo justo, respetar los ciclos naturales y aplicar la sostenibilidad en el día a día nos permitirá disfrutar de una vida más plena, conectada y saludable, mientras cuidamos de nuestro hogar común: la Tierra.

Fuente
Conciencia Eco
https://www.concienciaeco.com/.../dia-mundial-por-el decrecimento/

Amazonía: pueblos indígenas y la ciencia se unen para impedir el colapso



La minería ilegal junto a la deforestación para el cultivo intensivo son los mayores problemas que enfrentan los pueblos indígenas de la Amazonía. Según destacan los expertos que participan de la COP16 es necesario conservar el 80% del bioma y detener la minería ilegal y la deforestación de forma urgente y perentoria.

El Informe Planeta Vivo 2024 de WWF advierte sobre una dramática caída de 73% en las poblaciones de vida silvestre monitoreadas en los últimos 50 años, baja que se agudiza en Latinoamérica y el Caribe, en donde alcanza el 95%.

El bosque tropical más grande del mundo, la Amazonía, es un punto crítico en estas estimaciones, por lo cual WWF lanzó un fuerte llamado para agilizar las acciones de conservación de manera urgente en el marco de la COP16 de Biodiversidad, que se realiza en Cali, Colombia.


Durante una rueda de prensa, Roberto Troya, Vicepresidente de WWF para América Latina y el Caribe, enfatizó la necesidad de detener en forma inmediata la desforestación y la minería ilegal y lograr una conservación eficiente, equitativa y basada en derechos humanos del 80% del bioma. “Esto no será posible si no entendemos el rol de los pueblos indígenas las comunidades locales, las mujeres y los jóvenes, quienes deben estar en el centro de los planes, nutridos por una fuerte base científica.

No podemos esperar más, en la Amazonía viven unos 47 millones de personas, pero de ella dependen muchísimos más seres humanos. Si perdemos la Amazonía también perderemos la posibilidad de alcanzar diferentes objetivos de protección de la naturaleza y clima, como la meta de no superar los 1.5°C de aumento de temperatura”, agregó.

Fran Price, líder global de la práctica de Bosques de WWF, destacó los beneficios que una naturaleza saludable tiene para la humanidad, como aire, agua fresca, comida, medicina y diversos medios de vida para las comunidades. Esto, en contraste con las graves consecuencias que ya se están sintiendo a nivel global y también en Amazonía debido a la pérdida de bosques y el cambio climático. “Los líderes mundiales siguen quedándose atrás en sus promesas”, enfatizó Price, destacando la necesidad de cerrar las brechas de financiamiento y elevar la ambición a nivel nacional con las Estrategias y Planes de Acción Nacionales sobre Biodiversidad (NBSAPs), un tema esencial en esta COP16.

“Estamos llegando a un punto de no retorno en la Amazonía, el Panel Científico para la Amazonía hace un llamado a la urgencia, porque si seguimos la tendencia de deforestación, si ésta sólo aumenta un 10%, perderemos la capacidad de resiliencia”, comentó Sandra Valenzuela, directora de WWF Colombia. En esto confluyen factores climáticos que aceleran la pérdida de biodiversidad, por lo tanto, las negociaciones de esta COP16, junto con acelerar el paso en los planes y acciones, deben lograr la integración entre las agendas de clima y diversidad biológica.

Otro elemento importante mencionado por Valenzuela es que la conservación del 80% de la Amazonía no se logrará si los NBSAPs de los siete países amazónicos, e incluso los de otras regiones, son entregados en forma individual, sin una integración que permita articular los esfuerzos de forma efectiva.
Amazonia y sus Pueblos indígenas

La mirada de los pueblos indígenas en este tema es clara. Como lo indicó Elaine Shajian Shawit, lideresa del pueblo awajún y presidenta de la Coordinadora Regional de los Pueblos Indígenas de San Lorenzo (CORPI SL), Perú, “para hablar de conservación de la biodiversidad tenemos que hablar primero de los derechos de los pueblos indígenas”.

Según indicó la representante, existe un alto porcentaje de territorios de pueblos originarios que no están titulados legalmente, lo cual reviste un gran desafío cuando esos mismos territorios son objeto de presión para la ejecución de proyectos productivos, carreteras y minería ilegal. En su afán de defender la naturaleza y su propio hogar de estas amenazas, muchas veces indígenas son agredidos o incluso pierden la vida, explicó.

Ante estas situaciones, Elaine Shajian Shawit llamó a efectivizar el seguimiento de los acuerdos que los tomadores de decisión establecen en instancias como las COP, además de apoyar los esfuerzos de conservación y desarrollo indígena en los territorios, así como las iniciativas de monitoreo de comunitario que permitan entregar datos sobre la salud de los ecosistemas.

En la misma línea, Carlos Nobre, copresidente del Panel Científico para la Amazonía (SPA), dijo que uno de los llamados del panel es a reconocer los conocimientos de los pueblos indígenas y avanzar hacia una nueva sociobioeconomía. A ello se suma la necesidad de detener la deforestación y avanzar en restauración de bosques, y tener en cuenta los riesgos sanitarios que provoca la degradación de los bosques tropicales, que puede generar dos pandemias por década.

“Gran parte de la Amazonía está muy cerca del punto de no retorno”, aseguró el científico brasileño, indicando que la estación de sequía se ha extendido de cuatro a cinco semanas durante los últimos cuarenta años, entre otros indicadores.

Salvar a la Amazonía es crucial para la salud del planeta. En la COP16 de deben tomar decisiones que aseguran que las futuras acciones evitarán que se llegue a un punto de no retorno en la degradación de estos y otros ecosistemas críticos. Porque si sucediera esto, poco quedaría para salvar.

Fuente: Econoticias.com - El Periódico Verde.
https://www.ecoticias.com/eco-america/amazonia-pueblos-indigenas-ciencia-colapso

jueves, 26 de septiembre de 2024

¿La inteligencia artificial es heroína o villana del cambio climático?



Por Jeff Young / Newskeew Internacional (25 de Septiembre de 2024).

El dinero que fluye hacia la inteligencia artificial puede fomentar el desarrollo de energías limpias en regiones que aún dependen en gran medida de los combustibles fósiles.

Con el avance de la inteligencia artificial poco a poco los expertos se cuestionan para qué más puede ser útil esta ciencia o cómo puede perjudicar, y ahora la pregunta ronda en si es una heroína o una enemiga del cambio climático.

Los edificios vacíos y las obras abandonadas de la antigua acería de Midland, Pensilvania, hablan del pasado industrial de esta ciudad del valle del Ohio.

Crucible Steel dio trabajo a miles de personas durante casi un siglo, impulsando la economía local, antes de cerrar en plena recesión de la industria hace décadas, con lo que dejó otro artefacto más del cinturón del óxido.

Pero Rahul Mewawalla, CEO de Mawson Infrastructure Group, ve algo más en los residuos industriales: energía para un centro de datos que convierta a esta pequeña ciudad al este de la frontera estatal de Ohio en parte de la revolución de la inteligencia artificial.

Mewawalla explica a Newsweek que “la infraestructura eléctrica subyacente está ahí. Antiguas instalaciones industriales como la acería Midland consumían grandes cantidades de electricidad, y las conexiones de alta potencia seguían funcionando cuando cerró la fábrica”.

Mawson tiene ahora unos 60 centros de datos modulares del tamaño de un tractor-remolque funcionando en 2.5 hectáreas del antiguo emplazamiento de Crucible Steel, procesando “ceros” y “unos” para clientes digitales. El reluciente metal de las unidades de datos contrasta con las estructuras sucias y las vías del tren.

MILES DE MILLONES DE DÓLARES SE INVIERTEN EN INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Pero las unidades de procesamiento gráfico (GPU) de los centros de datos, que hacen posible gran parte de la inteligencia artificial generativa, son grandes devoradoras de energía –consumen mucha electricidad y emiten mucho calor–, lo que a su vez requiere aún más potencia de refrigeración para mantener los servidores a temperatura operativa. Mewawalla afirma que la reciente incorporación de un cliente de inteligencia artificial ha impulsado a Mawson a ampliar su potencia informática a 120 megavatios en Midland.

Con los miles de millones de dólares que se están invirtiendo en inteligencia artificial y la infraestructura técnica que requiere, la forma en que se decida impulsar y aplicar la tecnología podría determinar si la inteligencia artificial se convierte en heroína o en una villana del clima.

Con agua para refrigeración procedente del río Ohio y un enlace cercano a la red de fibra óptica de Pittsburgh, la antigua acería tiene los ingredientes esenciales para un centro de datos. Pero lo más importante es que, en la orilla opuesta del río, se encuentra la Beaver Valley Power Station, una central nuclear cuyo cierre estaba previsto hace cinco años, pero que sus nuevos propietarios mantuvieron abierta, lo que proporciona al centro de datos abundante electricidad libre de carbono.

“Si quieres trabajar con clientes de la inteligencia artificial, tienes que tener energía limpia”, afirma Mewawalla.

Las estimaciones sobre el consumo de energía de la inteligencia artificial varían mucho, pero un estudio reveló que la generación de una imagen de inteligencia artificial para un modelo popular consumía tanta energía como la carga completa de un teléfono móvil.

BÚSQUEDAS EN INTERNET CON INTELIGENCIA ARTIFICIAL CONSUMEN 10 VECES MÁS ENERGÍA QUE UNA BÚSQUEDA ESTÁNDAR

Según otro estudio, las búsquedas en Internet con inteligencia artificial generativa consumen 10 veces más energía que una búsqueda estándar. Entrenar un gran modelo lingüístico también consume mucha energía. Según una estimación, el entrenamiento del ChatGPT-4 de OpenAI puede haber consumido tanta energía como 4,800 hogares estadounidenses durante un año.

Un informe del Electric Power Research Institute de este año calculaba que, a finales de la década, los centros de datos podrían consumir 9 por ciento de toda la electricidad generada en Estados Unidos, lo que supondría un fuerte aumento con respecto al actual 4 por ciento.

“Por todo lo que estamos viendo, probablemente sea una cifra subestimada”, afirma Mewawalla. “La demanda es mucho mayor de lo que la mayoría de la gente imagina”.

La carrera por asegurar todas las formas de energía para el auge de la inteligencia artificial está en marcha. El viernes pasado, Microsoft anunció un acuerdo con la compañía eléctrica Constellation para comprar 835 megavatios de energía nuclear para sus centros de datos en el noreste y el Atlántico medio, allanando el camino para reiniciar un reactor en la central nuclear de Three Mile Island en Pensilvania.

También en Pensilvania, Amazon Web Services adquirió en marzo pasado un centro de datos anexo a la central nuclear Susquehanna Steam Electric Station. En mayo, Amazon puso la primera piedra de su primera instalación solar a escala industrial, un conjunto de 150 megavatios en el sur de California con enormes baterías para almacenar energía y utilizarla cuando oscurezca.

En agosto, Microsoft puso en marcha una asociación para construir 500 megavatios de energía solar a escala comunitaria en todo el país durante los próximos cinco años. Ese mismo mes, Meta, empresa matriz de Facebook, anunció un acuerdo para comprar 150 megavatios de energía geotérmica para abastecer los centros de datos.

INVERSIONES MASIVAS EN MEGAVATIOS DE ENERGÍA LIMPIA

Pero incluso con esas inversiones masivas en megavatios de energía limpia, la mayor parte de la electricidad estadounidense en la mayor parte del país sigue procediendo de la quema de combustibles fósiles, especialmente gas natural.

Como las empresas de servicios públicos prevén un repunte de la demanda, se está ampliando parte de la generación a gas, al tiempo que se retrasa la retirada de algunos viejos quemadores de carbón.

Eso significa que el auge de los centros de datos de inteligencia artificial también está aumentando el consumo de combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero, incluso en algunas empresas tecnológicas con reputación de tener objetivos climáticos ambiciosos.

Los críticos de algunos grupos ecologistas dicen que las cifras revelan una prioridad diferente. “Les interesa ganar el mercado de la inteligencia artificial y van a hacer todo lo que esté en sus manos para conseguirlo, incluida la destrucción del medioambiente”, declaró a Newsweek Michael Khoo, director del Programa de Desinformación Climática de Amigos de la Tierra.

“Me siento bastante abatido sobre las perspectivas de que Silicon Valley llegue a cumplir los objetivos climáticos si siguen por este camino”, añadió. Sin embargo, la IA y el aprendizaje automático también se están aplicando a algunos de los problemas más difíciles de la tecnología limpia y la climatología.

Los investigadores ya están utilizando estas nuevas herramientas en una amplia gama de aplicaciones relacionadas con el clima, como la adaptación de la energía renovable intermitente a las necesidades de la red eléctrica, la mejora de las predicciones de incendios e inundaciones provocados por el clima y la ayuda a los descubrimientos de materiales utilizados en la tecnología limpia.

EL DINERO QUE FLUYE HACIA LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL PUEDE FOMENTAR EL DESARROLLO DE ENERGÍAS LIMPIAS

El dinero que fluye hacia la IA puede fomentar el desarrollo de energías limpias en regiones que aún dependen en gran medida de los combustibles fósiles. “Como los ingresos en torno a la infraestructura de IA y los márgenes son muy saludables, tenemos la capacidad de ofrecer nuevos incentivos económicos para invertir ahora más en energía libre de carbono”, afirma Mewawalla.

Pero a pesar del gasto en energía limpia de las grandes tecnológicas, los informes de sostenibilidad más recientes de Microsoft y Google muestran fuertes aumentos de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2023, en gran parte debido al crecimiento de la IA. Ambas empresas afirman que siguen comprometidas con sus objetivos de emisiones netas cero.

“No cejamos en ninguno de nuestros objetivos de sostenibilidad”, afirmó Bobby Hollis, vicepresidente de energía de Microsoft, que ocupa el quinto lugar entre las empresas de software y telecomunicaciones en la lista de Newsweek de las empresas más responsables de Estados Unidos.

La empresa se ha fijado el objetivo de ser carbononegativa a finales de la década, tanto reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero como invirtiendo en formas de extraer dióxido de carbono de la atmósfera.

Sin embargo, el informe de sostenibilidad de la compañía mostró que las emisiones agregadas para 2023 aumentaron 29 por ciento en comparación con 2020.

“LA IA SERÁ UNA BUENA ALIADA EN LO QUE RESPECTA AL CLIMA”

La profesora asistente del MIT, Priya Donti, es cofundadora y presidenta de Climate Change AI, un grupo de investigación que patrocina proyectos de IA sobre una serie de temas climáticos y energéticos, desde una fabricación más limpia en las instalaciones de Estados Unidos hasta mejores predicciones de inundaciones para los residentes de Fiji.

Ella está entusiasmada con los beneficios climáticos de la IA, pero desconfía de otras formas en que se le utiliza. “No creo que la IA para el clima sea marketing engañoso”, dijo Donti a Newsweek. “Pero en realidad es importante considerar también las aplicaciones de la IA que están empeorando el cambio climático”.

Entonces, ¿es la IA villana o heroína en esta saga? El mes pasado, Suzanne DiBianca, vicepresidenta ejecutiva y directora de impacto de Salesforce, dijo a Newsweek: “Creo que, 100 por ciento, la IA será una buena aliada en lo que respecta al clima”.

Ella dijo que la firma, que aparece en el ranking 2024 de Newsweek de las empresas más responsables de Estados Unidos, las empresas más ecológicas de Estados Unidos y las empresas más confiables de Estados Unidos, además de las empresas más confiables del mundo de 2023, está invirtiendo en empresarios que están forjando usos positivos de la inteligencia artificial para el clima. “Estamos viendo mucha innovación”. 

(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)

miércoles, 18 de septiembre de 2024

18 de Septiembre Día Mundial del Control de la Calidad del Agua.




El 18 de septiembre se celebra el Día Mundial del Control de la Calidad del Agua, un programa internacional que tiene como objetivo principal concienciar a las personas de la importancia de la calidad de las aguas.
Se trata de un día participativo donde se pide a las personas que quieran colaborar que recojan muestras de ríos, embalses y pantanos. El programa siempre ha contado con una amplia participación.
El Día Mundial del Control de la Calidad del Agua surgió en Estados Unidos y después se amplió a más de 100 países.

Compartido por Enrique Hopman en Efémerides Sociales, Históricas, Políticas y Culturales 


sábado, 31 de agosto de 2024

5 razones por las que necesitamos árboles


Influencers y Naturaleza


sábado, 24 de agosto de 2024

Hojas secas


viernes, 23 de agosto de 2024

La extinción del yaguareté y de las humanidades


Pueden parecer dos hechos inconexos porque, a fin de cuentas, qué tienen que ver la muerte de un yaguareté y la drástica reducción de becas del Conicet para el área de las humanidades. Por un lado, hace pocos días, el 1 de agosto de 2024 para ser más precisos, a través de El Litoral nos enteramos de la muerte a mano de cazadores amateurs de uno de los últimos yaguaretés del Gran Chaco. La nota dice que estos cazadores no tienen escrúpulos al matar un animal que se encuentra en peligro de extinción. En la nota también queda claro que existen leyes que defienden la especie y que penan la caza porque, como sabemos, la biodiversidad tiene una función y un valor intrínseco. Pero, cabe preguntarse... ¿Sirven para algo los yaguaretés?

Ciertamente, no sirven para carne de consumo, no pueden criarse en cantidad y no son un producto que cotiza en el mercado. Esa pobre perspectiva oculta las verdaderas causas de que el yaguareté (¡Y cuántas otras especies!) esté en peligro: el avance de la frontera agrícola y la deforestación de tres millones de hectáreas en quince años. Sin hábitat no hay subsistencia posible, haya o no cazadores. Esto no libera de responsabilidad al cazador que sigue teniendo una culpa algo diluida. Lo que sí hace la ley es trasladar la inescrupulosidad a otros actores que son cómplices de esta situación crítica: funcionarios de todo el arco político, empresarios, bancos y, por qué no, el común de la gente. Todos somos responsables, por acción u omisión, ante este ecocidio generalizado. Y en lugar de tomar medidas, se extiende en los organismos oficiales (como el INTA por ejemplo) donde se prohíbe usar frases como "cambio climático", o bien expresiones como "sustentabilidad" y "biodiversidad", lo cual nos lleva al poder de "visibilizar" de las palabras del que hablaremos después.

Pero… ¿Por qué sucede esto? Hay una razón clara: el afán de lucro entiende que el monte es dinero y, por eso, está justificada su destrucción. Existe, en el fondo, una distorsión de lo que es "valioso" porque se pone el énfasis en lo inmediato. En ningún caso hay una riqueza en la naturaleza y su diversidad; incluso si se la quiere medir en términos materiales: no valen sus maderas, sus frutos, hierbas, insectos y demás. Por otro lado, la capacidad de valorar la naturaleza depende directamente del observador: sólo una mirada que supera lo meramente material puede ver la belleza de trasfondo que, a fin de cuentas, es la más importante. Para ilustrarlo: el valor de una escultura no se mide por la cantidad de mármol empleado, sino por la perfección de su acabado. Lo mismo sucede con un bosque o con una especie animal: un yaguareté no vale su carne ni su piel, ni un monte de miles de años la cantidad de madera que contiene. Nuestros ecosistemas son obras de arte que valen la contemplación y admiración.

Así, la inescrupulosidad de funcionarios, empresarios y de todos en general habla, en realidad, de cierta dificultad para trascender el límite del abordaje materialista: habla de nuestra pobreza, la espiritual. Algo semejante sucede cuando se interroga sobre la importancia o utilidad de los estudios humanísticos, particularmente de las letras y de la filosofía. Se preguntan: "¿Para qué sirven?". Producimos, y mucho, pero no productos que coticen en bolsa. Los griegos, hace más de 2.500 años, se preguntaron sobre la utilidad de estos conocimientos y los llamaron "artes placenteras". Porque, precisamente, a diferencia de otros saberes u oficios que generan un producto aparte como resultado (una mesa o un barco), las placenteras tienen su beneficio y utilidad en el acto en sí de realizarla. Leer un poema, pensar un argumento, preocuparse por cómo el lenguaje genera nuestras creencias: esas acciones resultan "un bien", "un valor" en sí, en el placer del acto de realizarlas y en cómo ese acto nos transforma.

Decía Aristóteles que son estos saberes los que nos detienen a reflexionar sobre lo que nos hace humanos: nuestras creencias, el sentido de lo que hacemos, del mundo que nos rodea y de cómo interactuamos con él. Nos permiten pensar que existe una "historia de las ideas" pero que esas ideas (justicia, verdad, bien, libertad) no están fuera del lenguaje, como el yaguareté, sino que son construidas por la lengua y el consenso. Y hay consensos que es mejor pensarlos bien, analizarlos y discutirlos. Hay muchas formas de defender las humanidades pero lo que nos interesa enfatizar aquí es que estos estudios, que no se rigen por las leyes del mercado, se abocan al pensamiento, a comprender cómo las lenguas modelan nuestra mente, nuestros juicios, cómo los argumentos se tensionan en una sociedad, cómo construyen pertenencia, identidad, autoridad o sumisión. Un espíritu vacío de este interés, vacío del asombro ante la naturaleza y del asombro ante el conocimiento en general es un espíritu deshumanizado.

Los estudios humanísticos y los estudios clásicos, en particular, poseen ese valor porque se ocupan de los temas humanos más universales: del amor y del dolor, del bien y del mal, de la justicia humana y divina, del origen del universo y del final de la vida, sea en el formato de la reflexión de la tragedia clásica de Sófocles o en el formato de la reflexión filosófica de Platón. Sería absurdo pensar que el enfrentamiento entre griegos y troyanos de Homero o la ética de las virtudes aristotélica han perdido vigencia. Si bien ya no vivimos como los antiguos, compartimos muchas inquietudes. En todo caso, desde Homero en adelante, los antiguos nos recuerdan una cosa: somos responsables de nuestras decisiones y, siempre, de las consecuencias.

Somos responsables de lo que miramos y de lo que elegimos no ver. Así, al igual que con la muerte del yaguareté, el desfinanciamiento de la educación y de los organismos de ciencia y tecnología del país va dejando terreno árido. Nos empobrece y no sólo a quienes trabajamos directamente allí sino a todos los educadores de diferentes niveles (porque la educación pública y el sistema científico también es un ecosistema solidario que forma a docentes tanto de instituciones públicas como privadas) que luego educan, a su vez, con ese conocimiento nuevo producido en nuestro entorno, con nuestros intereses e inquietudes.

No miremos para otro lado, por favor, ni nos quedemos en silencio. Con los ojos bien abiertos: por la naturaleza y la educación siempre.

Por Ivana S. Chialva y Manuel Berrón de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral.

Fuente: Diario El Litoral (Ciudad de Santa Fe - Argentina) - 12 de Agosto de 2024


lunes, 12 de agosto de 2024

El pájaro carpintero, un indicador de la conservación de los bosques



Se realiza en Puerto Iguazú el IX Congreso Internacional del pájaro carpintero. Es la primera vez que este evento se realiza fuera de Europa y se extenderá hasta el miércoles este miércoles. Participan cerca de 30 investigadores de todo el mundo.

Comenzó hoy en Puerto Iguazú el IX Congreso Internacional del Pájaro Carpintero en el que participan cerca de 30 investigadores de diferentes puntos del mundo que estudian las diferentes especies de esta ave como indicadores de conservación de su hábitat natural. El impulsor de la primera edición del congreso fuera de Europa es el investigador holandés Martjan Lammertink que se encuentra en Misiones desde el 2011 estudiando una especie de pájaro carpintero y trabaja en el Conicet. El estudio de estos pájaros brinda indicadores claves para determinar la conservación de la biodiversidad.


El congreso es organizado por el Grupo de Interés Especial (SIG) Pájaros Carpinteros (Fachgruppe Spechte) de la Sociedad Alemana de Ornitología (DO-G) en cooperación con el Instituto de Biología Subtropical (IBS-Unam-Conicet) de Puerto Iguazú en el Hotel Saint George. Comenzó este domingo con las acreditaciones y se extenderá hasta el miércoles 14, habrá conferencias y salidas al campo para avistaje de aves.


Esta es la primera vez que el congreso internacional de pájaros carpinteros que se celebra fuera de Europa, ya que las dos reuniones anteriores tuvieron lugar en BiaÅ‚owieża, Polonia y en Vitoria-Gasteiz, España en 2014. La conferencia abordará todos los aspectos de la biología y conservación de los pájaros carpinteros y, en particular, tiene como objetivo poner en contacto a los investigadores de pájaros carpinteros de América del Sur con los de otros lugares, y viceversa. Todas las presentaciones y pósters de la conferencia serán en inglés, al igual que las actas de la conferencia en una sección especial en Acta Ornithologica.


“En Argentina hay muchos investigadores trabajando con los pájaros carpinteros en diferentes regiones. Teniendo en cuenta estos aspectos propuse a los organizadores hacerlo en Iguazú, más allá de la infraestructura y las cataratas, cuenta con áreas protegidas ideales para la salida de campo”, remarco Lammertink a este medio.


Asimismo, explicó que el objetivo de que este congreso llegue a Latinoamérica “es que por primera vez los investigadores de pájaros carpinteros de Sudamérica puedan conocer y compartir a con otros de Europa y que ellos puedan conocer los proyectos que se desarrollan en aquí”.

Al inicio de las sesiones de la mañana y de la tarde, el 12 y el 14 de agosto, habrá charlas plenarias a cargo de los destacados investigadores del pájaro carpintero: Valeria Ojeda, Hugo Robles, Morgan Tingley y Kerri Vierling sobre su trabajo en el sur de Argentina, el norte de España, California e Idaho, respectivamente.


Por su parte, el profesor de zoología e investigador Hugo Robles, de España, explicó la importancia de que este congreso se realice en Misiones y destacó las políticas de conservación que se aplican en la provincia que benefician a la especie que estudian en diferentes ámbitos.

“Los pájaros carpinteros son indicadores de conservación de la biodiversidad, el estudio de comportamiento de estas aves nos da la pauta para determinar junto a otros factores el estado del bosque donde se encuentran. El pájaro carpintero es nuestra herramienta para poder hacer un análisis”, indicó Robles quien disertará y dará a conocer los avances de sus estudios sobre el pájaro carpintero pico mediano.


El congreso tendrá un gran impacto ya que los investigadores podrán compartir experiencias además de contemplar la selva misionera en una jornada de avistaje de aves que será sumamente enriquecedora y para los más de 30 participantes.


El martes 13 habrá una excursión grupal para los participantes de la conferencia en colectivo al Parque Provincial Urugua-í, donde se registraron más de 350 especies de aves. Se dividirán en cuatro grupos más pequeños y recorrerán los senderos del área protegida. Por la tarde visitarán el cercano Corredor Verde, área de restauración forestal que une el Parque Provincial Urugua-í con el Parque Provincial ‘Guardaparque Horacio Foerster’. Allí escucharán sobre la restauración forestal y el ecoturismo, y visitarán el primer ecoducto sobre una ruta en América del Sur.

Fuente

Diario El Territorio . 11 de Agosto de 2024

https://www.elterritorio.com.ar/noticias/2024/08/11/833432-el-pajaro-carpintero-un-indicador-de-la-conservacion-de-los-bosques