Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

Mostrando entradas con la etiqueta Litio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Litio. Mostrar todas las entradas

sábado, 16 de marzo de 2024

Latinoamérica: Explotación de litio amenaza fuentes hídricas de pueblos originarios





El pueblo nativo kolla de Argentina teme perder sus fuentes de agua debido a la explotación minera de litio en la región del “triángulo del litio”. Este territorio, que abarca Argentina, Chile y Bolivia, alberga reservas del mineral valoradas en un billón de dólares.

Las comunidades indígenas dependen del agua de los salares y sus alrededores para su subsistencia. Sin embargo, la extracción de salmuera por parte de las mineras contamina y reduce las fuentes de agua dulce, provocando un impacto ambiental en esta zona árida.


El litio es clave en la lucha contra el cambio climático al ser utilizado en baterías de vehículos eléctricos y energías renovables. Esto ha desatado una creciente demanda mundial, con precios que alcanzaron un máximo de 76.000 dólares por tonelada en China en 2022.

Científicos advierten que el bombeo industrial de agua para obtener litio afecta gravemente el frágil ecosistema de los salares, ligado a las escasas fuentes de agua dulce de las comunidades originarias. Esto ha generado protestas y conflictos con las autoridades.

En Chile, donde la minería de litio lleva décadas, empresas como SQM y Albemarle han enfrentado millonarias multas por infracciones ambientales y sobreexplotación de aguas subterráneas. Comunidades indígenas han visto secarse sus tierras y recursos hídricos debido a esta actividad.

Mientras las mineras defienden su importancia económica y aseguran un bajo impacto ambiental, estudios señalan efectos perjudiciales como la muerte de vegetación nativa. El gobierno chileno busca mayor control estatal, pero las comunidades originarias reclaman ser excluidas de las negociaciones.

La creciente demanda global de litio ha convertido la región en un foco de disputa geopolítica entre potencias como Estados Unidos y China. Sin embargo, para los pueblos nativos representa una amenaza a sus formas de vida ancestrales y la escasez de su recurso más preciado: el agua.

Fuente

Pachamama - La Voz del Sur Andino - 16 de Marzo de 2024


https://pachamamaradio.org/latinoamerica-explotacion-de-litio-amenaza-fuentes-hidricas-de-pueblos-originarios/

viernes, 22 de febrero de 2019

El Agua vale más que el Litio...





lunes, 18 de febrero de 2019

Nuevo apoyo a las comunidades indìgenas de Jujuy (Argentina)





Académicos especialistas en América Latina que ejercen su actividad en Estados Unidos, expresaron su apoyo a las 25 comunidades unidas del pueblo Kolla de la  Kolla de la Cuenca de Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc en su lucha contra la minería del litio. 

El comunicado suscripto por más de 20 estudiosos americanos, acuerda con el reclamo de las comunidades en su oposición a la actividad extractiva de las empresas Ekekos S.A., AIS Resources y lo hicieron extensivo a cualquier otra empresa minera del litio que trate de operar en el territorio de estas comunidades. 

Entre los firmantes se encuentran académicos de las universidades de California, Carolina del Norte, San Diego y Michigan entre otros. 

Junto a los originarios señalaron los graves daños medioambientales que la minería del litio ha producido en la Laguna Guayatayoc, “afectando gravemente el suelo, la flora, la fauna y las napas de agua dulce en el centro de la laguna”. Por lo que rechazan cualquier actividad minera en el área sea o no amparada por una consulta, previa libre e informada, porque consideran dicha consulta una trampa para imponerles la minería del litio contra su voluntad. 

Agregaron que, como especialistas en Latinoamérica, repudian la actuación del gobernador de la provincia de Jujuy, Gerardo Morales, “cuya respuesta ha consistido en militarizar la zona enviando efectivos policiales y tropas de infantería para defender a las empresas mineras.” 

En efecto, ayer en horas de la tarde al menos 6 camionetas con efectivos de Infantería de la Policía de la Provincia de Jujuy y tropas de Gendarmería arribaron a la Ruta Nacional 52 donde mujeres, niños y hombres de las comunidades mantienen un corte de tránsito parcial. 

Los académicos además instaron al presidente de la nación Mauricio Macri a respetar la reciente declaración de las comunidades donde designan a la Cuenca de Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc como “patrimonio natural ancestral de los pueblos originarios” y “zona libre de megamineria, minería del litio o de cualquier otro proyecto extractivo que dañe la Pachamama” 

Finalmente, exigieron que se cumpla la demanda central de las comunidades: que el gobierno provincial anule el concurso de oferentes 1/2018 para la prospección geológica, exploración y factibilización de proyecto minero en Salinas Grandes, Laguna Guayatayoc y Salar de Jama en la provincia de Jujuy, Argentina. 

Las comunidades Kolla de Salinas Grandes no están solas, agregaron, las ampara la legislación internacional en materia de derechos indígenas y les apoya la comunidad internacional. 

En tanto los integrantes de las comunidades expresaron hoy que continuarán con su reclamo, realizando cortes parciales y acampando a la vera de la Ruta 52 por tiempo indeterminado hasta que la provincia haga lugar a su reclamo anulando el concurso para la prospección y explotación del litio. 

La declaración de apoyo lleva las firmas de: 

Arturo Arias, Universidad de California, Merced 

Matilde Azcarate, Universidad de California, San Diego 

Marisol de la Cadena, Universidad de California, Davis 

Jaime Concha, Universidad de California, San Diego 

Benjamin Cowan, Universidad de California, San Diego 

Enrique Davalos, San Diego City College 

Arturo Escobar, University of North Carolina, Chapel Hill 

Greg Dawes, North Carolina State University 

Christine Hunefeldt, Universidad de California, San Diego 

Misha Kokotovic, Universidad de California, San Diego 

Amy Kennemore, University of Callifornia, San Diego 

Luis Martin-Cabrera, Universidad de California, San Diego 

Daniel Noemi, Northeastern University 

Beatrice Pita, Universidad de California, San Diego 

Nancy Postero, Universidad de California, San Diego 

Federico Pous, Elon University 

Rosaura Sánchez, Universidad de California, San Diego 

Miguel Tinker Salas, Pomona College 

Freya Schiwy, Universidad de California, Riverside 

Ivonne del Valle, Universidad de California, Berkeley 

Gustavo Verdesio, University of Michigan 

Marcelino Viera, Michigan Tech University 

Fuente: Jujuy Dice - 15 de Febrero de 2.019 

jujuydice.com.ar/noticias/jujuy-3/nuevo-apoyo-internacional-para-el-reclamo-de-las-comunidades-indigenas-45347?fbclid=IwAR2QSK2pWk8joLKMK5a3GU4B0qlNi6vR2X4fP6YAKJ9_oEg6LMstAxXGHqQ 


jueves, 14 de febrero de 2019

La fiebre del litio amenaza los salares de Bolivia, Chile y Argentina



Concentrado en cantidades ingentes en la salmuera de los salares de Bolivia, Chile y Argentina, el litio se ha convertido en la gran estrella de la megaminería mundial.

La explotación masiva amenaza con transformar definitivamente parajes desérticos donde las lluvias no superan los 200 mm anuales. La escasez de agua se presenta entonces como uno de los principales problemas ambientales que destacan los expertos.

En idioma aymara, qollpa significa sal. De ese vocablo deriva Coipasa, el nombre que recibe el segundo salar más grande de Bolivia y el quinto del mundo en extensión. Los 2218 kilómetros cuadrados de Coipasa se sitúan en el Departamento de Oruro, a 3680 metros sobre el nivel del mar. Una inmensa planicie de color blanco recortada por surcos que se asemeja a un gigantesco panal de abejas. Los salares, esas formaciones extrañas, inhóspitas, distantes y alejadas de cualquier centro urbano, tienden a parecerse entre sí.

Coipasa, sin embargo, encierra una sorpresa. Rodea por completo a un lago con el que comparte el mismo nombre. Así, en medio de la sábana blanca un espejo gigante refleja el color del firmamento. Es una fotografía bellísima, pero también vale como metáfora de un conflicto que atraviesa desde hace un tiempo el Altiplano de Bolivia, Chile y Argentina. El espacio es conocido hoy como el “Triángulo del Litio”, un mineral que es componente básico para almacenar energía en las baterías que alimentan vehículos, teléfonos, plantas solares y otros artilugios, y que despierta hoy la codicia de empresas de todo el planeta.

La sal y el agua se convierten así en protagonistas de una batalla impensada detrás de la cual subyace la amenaza de que la explotación exagerada de la primera termine por agotar la existencia de la segunda, ya de por sí escasa en un entorno desértico y de extrema fragilidad ecológica.

Milenarios habitantes de las alturas, los aymaras, kollas, atacameños, humahuacos y demás grupos étnicos han sabido desde siempre cultivar y extraer de la costra salina las cantidades necesarias del producto blanco sin alterar el equilibrio ambiental. La explotación de la sal en estos parajes es, junto al cultivo de la quinua y la cría de llamas, vicuñas, alpacas y cabras, un trabajo ancestral para esas comunidades. Pero la transformación del paisaje ya se ha hecho evidente. La bióloga Patricia Marconi, coordinadora del Grupo de Conservación del Flamenco Altoandino, describe de manera categórica una situación que, si nada la remedia, marcará un antes y un después en esos parajes donde ni siquiera respirar es tarea sencilla: “Estamos viviendo una Fiebre del Oro donde todo está permitido”.

La ‘piqueta’ quedó atrás, ha llegado la megaminería

Hasta hace relativamente poco tiempo, el litio se utilizaba en dosis mínimas en industrias como la del vidrio, el acero, la óptica o la aeronáutica. También en medicina como antidepresivo. Pero desde que sus propiedades lo convirtieron en material indispensable para las baterías acumuladoras de energía, el interés en este mineral inestable y poco conocido cambió radicalmente.

El auge universal de la telefonía celular y otros aparatos electrónicos semejantes, y el incalculable margen de expansión debido a la decidida apuesta por los vehículos eléctricos en los países del norte desarrollado se unieron para desatar la fiebre. De un modo más o menos oculto, también la potencialidad del uso del litio como fulminante en la cadena de producción nuclear ha multiplicado la demanda: “Por algo Estados Unidos y China son los principales compradores”, afirma a Mongabay Latam el profesor Néstor Ruiz, antropólogo y perito ambiental de la Universidad de Jujuy, la provincia más septentrional de la Argentina y donde están enclavados los salares más extensos del país.

Ya no se trata entonces de pequeños productores locales que piqueta en mano se juegan el futuro de sus retinas sobre la superficie blanquecina —el trabajo prolongado en esos entornos climáticos afectan seriamente los órganos de la visión—; a los salares ha llegado el tiempo de la megaminería, y como ocurre en Coipasa, el agua ha pasado a ocupar el centro de la escena.

“Los métodos de trabajo han cambiado”, explica Marcelo Sticco, hidrogeólogo e investigador de la Universidad de Buenos Aires, “la explotación ahora es semejante a la del petróleo: se hacen pozos en la superficie y se bombea salmuera desde las profundidades hacia el exterior. Después se vuelca lo extraído en piletas construidas sobre el mismo salar y se deja que el sol vaya evaporando el agua para que solo queden las sales”. El sistema, como se aprecia, es simple, no necesita de grandes sofisticaciones y hasta podría calificarse de ecológico, pero esto apenas es una apariencia.

La salmuera no es muy diferente a las aguas del mar, salvo por un detalle: mientras estas cuentan con unas 30 000 partes de sal por millón, las que se encuentran enterradas en Uyuni y Coipasa, en Bolivia; Atacama en Chile; y Salinas Grandes, Olaroz-Cauchari o el Salar del Hombre Muerto en Argentina, por nombrar solo a los espacios más importantes, contienen entre 100 000 y 300 000 partes por millón. No hay en todo el planeta otra región que concentre semejante riqueza potencial con un nivel de accesibilidad relativamente sencillo.

“Uyuni es el depósito más grande del mundo en contenido de litio como recurso”, se ufana el ingeniero Juan Carlos Montenegro, gerente ejecutivo de Yacimientos de Litios Boliviano (YLB), la empresa estatal que el Gobierno de ese país creó para centralizar la explotación del cotizado mineral. “Hay ingente cantidad de salmuera que nos permitiría la explotación durante 200 o 300 años”, dice, antes de aclarar que “tenemos limitaciones y la conciencia de controlar nuestra intervención para no generar problemas medioambientales”. En 2011, mucho antes de la creación de YLB, el mismo Gobierno de Bolivia había elevado a la Unesco el pedido para que Uyuni fuese incorporado a la lista de Patrimonios de la Humanidad. Hoy la idea ha sido dejada en un segundo plano.

De las tres naciones embarcadas en el gran negocio del litio, Bolivia es la única que apuesta decididamente por cerrar por completo el círculo de la industrialización, es decir, extraer la salmuera, separar el carbonato de litio que se utiliza en los cátodos de las baterías, y terminar construyendo las propias baterías para darle mayor valor agregado a sus exportaciones, tal como se desprende de la “Estrategia de Industrialización de los Recursos Evaporíticos de Bolivia”, lanzada por el Gobierno del país en octubre de 2010. Con ese objetivo, en los últimos meses YLB ha firmado sendos acuerdos para conformar empresas mixtas con la compañía alemana ACI Systems y ahora con la china Xinjiang TBEA Group, respectivamente, las cuales se comprometieron a realizar inversiones por más de 3000 millones de dólares.

Sin embargo, de los tres países que forman el conocido ‘Triángulo del litio’, Bolivia es el que lleva más retraso en la explotación. “A diciembre de 2017, la producción no superaba las 60 Tm anuales”, asegura Juan Carlos Zuleta Calderón, economista y consultor de Potosí, reconocido analista de la economía del litio e integrante de la Comisión Nacional del Litio de Chile. El ingeniero Montenegro, por su parte, actualiza y estira la cifra hasta 250 toneladas en 2018, pero acepta que “todavía es muy pequeña”.

A cambio de este avance a paso lento, los ecosistemas de los salares donde está previsto instalar las plantas productoras se mantienen más o menos intactos, aunque no exentos de riesgos. “Los pocos estudios de impacto ambiental realizados solo constataron que las aguas subterráneas son fósiles, es decir que una vez que se consuman no se renovarán, pero no se conoce con certeza la cantidad de agua existente”, subraya Rumi Muruchi Poma, doctor en Economía Política, residente en Alemania pero potosino de nacimiento y perteneciente a la etnia aymara-quechua.

La agonía medioambiental

Chile es el caso contrario. El salar de Atacama, segundo más grande del mundo tras el de Uyuni, lleva más de dos décadas de explotación intensiva y el país es el principal exportador mundial de litio extraído en salmueras. Las empresas SQM, de capitales chilenos y sobre la que pesan innumerables denuncias, litigios y sanciones por incumplimiento de distintas normas ambientales, de producción y del uso del agua; y Albemarle, norteamericana, están presentes respectivamente en el oeste y el sur del salar. Los efectos de veinte años de megaminería ya son visibles a simple vista.

“Atacama vive una agonía socioambiental”, sostiene Bárbara Jerez, académica de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Valparaíso en diálogo con Mongabay Latam: “Se están arrasando humedales, bofedales, ojitos de agua. Se ha roto el equilibrio hídrico del territorio y con ello también se está arruinando la economía local de los indígenas”. El Comité de Minería No Metálica de Chile ha establecido que la capacidad de recarga hídrica del salar es de 6682 litros/segundo. La descarga de las empresas es, sin embargo, de 8802 litros/segundo.

En Chile, el litio es considerado un “recurso estratégico” desde 1979, y una institución estatal, la Corporación para el Fomento de la Producción (CORFO), cuyo Departamento de Comunicación y Marketing no respondió las repetidas consultas realizadas desde Mongabay Latam, se ocupa de administrar las minas a través de acuerdos de concesión firmados con las empresas interesadas, las que además deben respetar un cupo anual de extracción. A principios de 2018, SQM logró la renovación de su contrato hasta 2030, así como la multiplicación por cinco del citado cupo. “Es un buen acuerdo por ambas partes”, afirmaba por entonces Patricio de Solminihac, gerente general de la compañía, en una revista de circulación interna. Su conclusión no admitía dudas: “Para SQM, lo más importante es que nos permite un crecimiento muy relevante en la cuota de producción y comercialización del litio en el Salar de Atacama y nos da la posibilidad de consolidar nuestro liderazgo en el mercado mundial”.

Argentina, por su parte, se encuentra en un punto intermedio. La explotación del litio lleva 21 años en el pequeño Salar del Hombre Muerto (588 km2), donde la empresa FMC Lithium ya ha sido varias veces denunciada por contaminación de las aguas. En cambio, es más o menos reciente en Salinas Grandes y el complejo Olaroz-Cauchari. Pero en los últimos dos años, la apertura absoluta hacia las inversiones extranjeras ha abierto el grifo a la llegada de empresas transnacionales de todo el mundo, y en estos momentos existen más de 60 solicitudes de permisos de prospección, de los cuales 28 ya están en proceso en diferentes salares de la Puna de las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca.

“Todavía estamos a tiempo de prevenir los riesgos, porque la mayoría de los emprendimientos se están iniciando y podríamos establecer condiciones para que se realicen respetando un derecho humano tan evidente como el acceso al agua”, se ilusiona Virginia De Francesco, responsable del área de medio ambiente y desarrollo sustentable de la Defensoría del Pueblo de la Nación, aun sabiendo que será difícil regular lo que se haga en los pozos. En Argentina no son las autoridades nacionales sino los gobiernos provinciales, cuestionados dentro del país por ser muy débiles en cuanto a su poder y muy necesitados de recursos económicos urgentes, los encargados de otorgar los permisos y efectuar los controles.

Pero más allá de las diferencias administrativas de sus regentes y de la velocidad en la puesta en marcha de sus procesos de explotación, los salares de los tres países comparten dinámicas de funcionamiento hídrico semejantes y el mismo problema en el punto de partida. “No hay líneas de base para hacer las valoraciones ni capacidad para efectuar controles efectivos”, dice la abogada argentina Pía Marchegiani, directora de política ambiental de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).

Una especie de esponja que chupa agua embebida en sales

“Las permeabilidades del suelo, los registros de lluvia y nieve o el calor le dan particularidades a cada salar, pero el modelo general es igual en todas las cuencas del Triángulo”, resume Marcelo Sticco, investigador de la Universidad de Buenos Aires. Una cuenca, explica este hidrogeólogo argentino, es como una olla rellena de materiales arenosos que funciona como una especie de esponja en las profundidades del salar. Allí se va acomodando la poca agua que ingresa al sistema. Mientras tanto, en los bordes y en franjas de pocos kilómetros llamadas abanicos aluviales se acumula el agua dulce que equilibra el líquido que entra y sale del sistema en forma natural y permite la alimentación del ganado y de la fauna, la actividad agrícola y el surgimiento de pequeños bosques. En resumen, la existencia de vida en la zona. El quid del tema es que el movimiento de esos volúmenes de agua dulce está totalmente influenciado por lo que ocurre en el centro del salar.

“La explotación a través de pozos”, indica Sticco, “forma los llamados ‘conos de depresión’, embudos que cambian el gradiente hídrico. Si naturalmente, merced a la suave inclinación del terreno, el agua dulce se moviliza progresiva y horizontalmente creando una zona de mezcla con la salmuera, los conos transforman el lugar en algo así como en un tobogán y el agua se introduce casi de manera vertical. De este modo deja de estacionarse en los bordes del salar y ya no está disponible para la población, el ganado o la flora”.

En el fuero oficial, sin embargo, las opiniones difieren. “Uyuni tiene 10 000 km2 y nuestra área de intervención es de 40 km2, menos del 1 %. Además, el agua que ingresa al salar a través del río Grande supera en mucho la cantidad que evaporamos en nuestro proceso”, asegura el ingeniero Montenegro, gerente ejecutivo de Yacimientos de Litios Boliviano (YLB).

Los números, sin embargo, no acaban de cerrar. Entre otros motivos, porque no es solo a través del bombeo de salmuera que se pierde agua. La evaporación en piletas requiere de dos millones de litros por cada tonelada de litio producida y deben utilizarse grandes cantidades de agua dulce para los procesos finales de obtención del carbonato de litio y su separación del resto de sales y compuestos. No debe olvidarse el dato de que la concentración original del mineral en la salmuera es de un 0,22 %, se eleva a un 6 % por la evaporación y solo después del agregado de reactivos y agua dulce alcanza el 99,1 %, necesario para su utilidad comercial.

Si hiciera falta algún apartado más para convertir a la minería del litio en un conflicto latente es la disparidad entre los tiempos necesarios para realizar una investigación y planificación exhaustiva que permita una explotación sustentable y los que establece la demanda internacional. “Hoy, los grandes actores económicos quieren invertir en litio”, analiza la doctora Marchegiani, “esto ocurre ahora mismo, pero simultáneamente se están buscando otras fórmulas para almacenar energía más baratas y fáciles de obtener”.

El hidrógeno, el sodio, el silicio son algunos de los competidores que asoman en el horizonte para acortar la ventana de rentabilidad del litio. 30 o 40 años de demanda masiva es el plazo de furor que la mayoría de los investigadores le abren al causante de la nueva “Fiebre del Oro” en las altiplanicies de Bolivia, Chile y Argentina. Algunos incluso lo acortan por debajo de los 20, un tiempo demasiado corto para estudiar a fondo los efectos posibles sobre ecosistemas desérticos, en los que las lluvias no superan los 200 mm anuales. Las empresas y los gobiernos se ven así empujados a acelerar los procesos sin detenerse en exceso a pensar qué puede ocurrir después, cuando la ola haya pasado.

En esa disyuntiva se juega el futuro de la vida en la Puna. Con la sal recubriendo los paisajes y el agua en el epicentro de la escena y el debate. Como en Coipasa, ese remoto lugar en Oruro que los aymaras alguna vez simplemente llamaron Qollpa, es decir, sal.

Fuente: Mongabay - 13 de Febrero de 2.019

lunes, 11 de febrero de 2019

Jujuy (Argentina): Comunidades Kollas expulsaron a empresas explotadoras de litio


 
Luego de varios días de movilización, 25 comunidades kollas jujeñas expulsaron a dos empresas dedicadas a la explotación del litio en la Cuenca de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc, zonas consideradas “territorio sagrado de los pueblos originarios”.

El comunicado del colectivo de comunidades define el retiro de las empresas Ekekos SA y AIS Resources Limited, como “un logro histórico” y asegura que se va a impedir “cualquier otro proyecto de megaminería y/o de litio” en las zonas en conflicto.
 
Según venían denunciando las comunidades, las empresas dedicadas a la extracción de litio estaban destruyendo la Laguna de Guayatayoc, “afectando gravemente el suelo , la flora , la fauna y las napas de agua dulce en el centro de la laguna”.

El texto relata: “Días antes se había ya notificado a la empresa y al gobierno para que suspendan las actividades y se retire la empresa. Al ver que se continuaba trabajando las 24 horas del día, y que la única acción del gobierno provincial fue enviar a la policía y a infantería, más de 300 personas de la asamblea se vieron obligadas a frenar a la empresa y hacer que retire sus maquinarias y operarios del territorio”. Además se llevaron adelante corres sobre la ruta nacional 52 para informar del conflicto a los turistas y visibilizar la situación.

La Asamblea de comunidades expresó que no aceptaran mas la “consulta previa e informada” (que es una exigencia constitucional de consulta a las comunidades originarias para poder avanzar en proyectos en sus tierras), ya que el gobierno utiliza este mecanismo de manera aparente para lograr el “consentimiento” de proyectos extractivos en el territorio. Y añadieron “que el gobierno sepa de una vez por todas que no vamos a aceptar ninguna exploración ni explotación de minera de litio y que no hay vuelta atrás, que no esté llamando a mesas chicas ni reuniones para convencer a dirigentes. Y que si intenta ingresar otra empresa vamos a tomar posición y vamos a sacarlos”.

Las comunidades definieron a la cuenta de Salinas Grandes y a la laguna de Guayatayoc como “patrimonio cultural ancestral y natural de los pueblos originarios” para garantizar su cuidado, conservación y protección, “para que ningún proyecto megaminero se desarrolle en nuestro territorio”.

Exigieron al gobierno jujeño y al nacional que la zona se declare “libre de megaminería, minería de litio y cualquier otro proyecto extractivo que las comunidades consideren que dañe a la pachamama y atente contra la forma de vida ancestral y vulnere los derechos reconocidos por la constitución nacional y el convenio 169 de la OIT y tratados internacionales”.

También se planteó la anulación de las autorizaciones a las empresas Ekeko SA y AIS Resources Limited y se reclamó la remediación ambiental de los pasivos mineros que ha dejado la exploración, así como la anulación del concurso de oferentes de Jemse Exp. 660-538/2018 para la

“Prospeccion geologica, exploracion y factibilización de los proyectos mineros en Salinas Grandes, Laguna de Guayatayoc y Salar de Jama” y de cualquier otro proyecto de Litio “porque las comunidades decidimos en forma definitiva No a la exploración y extracción de litio en nuestro territorio.

A pesar de los logros, las comunidades se mantienen en estado de Alerta y movilización y esta semana retomaran las acciones hasta que el gobierno anule públicamente el Concurso de Oferentes de Jemse.

Algunos días atrás, el problema con la explotación del litio también se había planteado en Traslasierra, provincia de Córdoba. Aunque desde 2008 la provincia tiene prohibida por ley la megaminería, la australiana Dark Horse explora la zona para un proyecto de extracción de litio, por lo que miles de vecinos se movilizaron hasta lograr una ordenanza que prohíba esa actividad en el pueblo.

Fuente: Informe Político - 11 de Febrero de 2.019
https://informepolitico.com.ar/jujuy-comunidades-kollas-expulsaron-a-empresas-explotadoras-de-litio/

domingo, 18 de febrero de 2018

Reclamos por la avanzada en la explotación de litio en el Norte y Centro Argentinos.

Escrito por Dario Aranda

“No comemos baterías”
En Jujuy habilitaron la minería en zonas de comunidades que no fueron consultadas. En Catamarca, se triplicó la inversión. Las asambleas denuncian impacto ambiental y riesgo del agua.

La mina Salar del Rincón, en Salta.

“Oro blanco”, bautizaron al litio, mineral que se utiliza en baterías de celulares, computadoras y autos eléctricos. Científicos, funcionarios, empresarios y periodistas llaman a explotar esa “riqueza natural” presente en las salinas de Jujuy, Salta y Catamarca. Pero no tienen presente que allí viven comunidades indígenas con derechos sobre esos territorios y vecinos que rechazan la minería por sus impactos ambientales y sociales.

La explotación de litio forma parte del modelo extractivo, junto a la megaminería metalífera (oro, cobre, plata, plomo, entre otros), agronegocio, petróleo y forestales. Aunque suele publicitarse como “energía limpia”, su extracción implica sobreconsumo de fuentes de agua y uso de químicos contaminantes.

El jefe de Gabinete, Marcos Peña, anunció en diciembre pasado que existen 63 proyectos mineros de litio. Según su informe de gestión ante la Cámara de Diputados, Salta cuenta con 29 proyectos, Catamarca y Jujuy tiene trece cada una. Le siguen San Luis (cinco), La Rioja (dos) y Córdoba (uno).

“Desde 2010 el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) trabaja en la industrialización y el aprovechamiento del litio. La eliminación de las retenciones a la minería y el reintegro a las exportaciones son medidas que ayudan a potenciar la producción de litio”, destacó Marcos Peña.

En Salta avanza la mina Salar de Rincón (de la canadiense Enirgi Group) y el proyecto minero Centenario-Ratones (de la francesa Eramet). En Jujuy funciona la explotación de litio Olaroz, en manos de la australiana Orocobre, junto con Toyota y el gobierno de Jujuy. También está avanzado el proyecto Caucharí de las compañías Sociedad Química y Minera de Chile y de la canadiense Lithium Américas. El gobernador Gerardo Morales viajó la segunda semana de enero a Emiratos Árabes, donde difundió ante empresarios las ventajas que ofrece para la megaminería.

Uno de los mayores focos de resistencia se encuentra en las Salinas Grandes (Jujuy y Salta), lugar de vida, trabajo y cultura de los pueblos indígenas Kolla y Atacama. “No comemos baterías. Sin agua no hay vida”, explican desde la Mesa de Pueblos Originarios de la Cuenca de la Laguna Guayatayoc y Salinas Grandes, integrada por 33 comunidades indígenas.

Las comunidades brindaron peritajes que confirman la contaminación en la fase de exploración. Destacan la vigencia del Convenio 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y de la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, por los cuales se debe consultar a las comunidades indígenas por cualquier acción que pudieran afectar los territorios indígenas.

Las comunidades iniciaron una causa judicial que en 2012 llegó a la Corte Suprema de Justicia, pero el máximo tribunal desoyó los derechos indígenas por cuestiones formales. La causa tramita en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. 

“Para funcionarios y empresarios las salinas son un simple recurso a explotar y obtener rentabilidad. Para nosotros, pueblos originarios, nuestra salina significa la vida misma”, alertó Clemente Flores, de la Mesa de 33 comunidades. Y advirtió que el Pueblo Kolla y Atacama resistirá cualquier avance extractivo sobre los territorios indígenas.

En Catamarca funciona desde hace dos décadas la explotación de litio “Salar del Hombre Muerto”, en Antofagasta de la Sierra, en manos de la empresa estadounidense FMC Lithium. Datos oficiales de la Secretaría de Minería de la Nación reconocen que Catamarca recibe de regalías sólo el 1,6 por ciento de la facturación de la empresa. De cada 100 dólares que FMC Lithium se lleva de litio (recurso no renovable), sólo deja 1,6 dólar.

La gobernadora Lucía Corpacci impulsa el llamado “Proyecto Tres Quebradas”, en cercanías a Fiambalá (departamento de Tinogasta), en manos de la empresa Liex (subsidiaria de la canadiense Neo Lithiu). En septiembre de 2016, la Secretaría de Minería de Catamarca le otorgó el permiso de exploración. “Como vecinos no fuimos informados, ni por los organismos provinciales ni locales, ni mucho menos se realizó la audiencia pública que exige la Ley General del Ambiente 25675. La empresa Liex avanza en la zona con los avales de los gobiernos, fuerte apoyo del ejecutivo municipal (intendente Roxana Paulón) y con apoyo de los medios de comunicación”, denunció la Asamblea Fiambalá Despierta.

El Proyecto Tres Quebradas abarca 30.000 hectáreas ubicadas en la cuenca de la Salina de la Laguna Verde. Pertenece a zona de la Cordillera de los Andes catamarqueña, en un ambiente glaciar y periglacial.

Desde la Asamblea, que integra la organización Pucará (Pueblos Catamarqueños en Resistencia y Autodeterminación), destacan que Fiambalá no es un pueblo minero, sino zona de agricultura, conocida por sus viñedos, y en los últimos años por el turismo (termas, dunas, montañas). 

Un punto crucial de la minería de litio es el sobreconsumo de agua. Lis Sablé, de la Asamblea de Fiambalá, detalló que el informe de impacto ambiental de Liex carece de estudio hidrogeológico y que fue aprobado sin contar con el inventario de glaciares y ambiente periglaciar, según lo requiere la Ley Nacional 26.639.

Empresas y Gobierno prometen cuidado del ambiente, trabajo y desarrollo local. Con dos décadas de experiencia minera (Salar de Hombre Muerto y Minera Alumbrera), la Asamblea Fiambalá Despierta no duda: “No queremos megaminería del litio en nuestro territorio”.

Fuente
Diario Página 12 – 16 de Febrero de 2018