Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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viernes, 20 de enero de 2023

Mbya Guaranies, Testimonio sonoro de un universo que persiste

De origen trashumante y antiguo, el rave, versión autóctona de un instrumento musical que llegó desde la Europa del medioevo, suena aún en medio de los pocos montes que quedan en el territorio. En esta nota de la Revista Pausa, don Delfín Penayo, hombre santo de la nación Mbyá, relata cómo los construye con sus propias manos y se perpetúa su conocimiento y cultura en esas piezas de noble madera.


El origen del “rave” es tan lejano y profundo como la cultura misma del pueblo indígena de nuestro territorio. Es el descendiente directo del rabel, un instrumento de cuerdas frotadas con un arco similar al violín. Su origen puede rastrearse hasta la antigua Persia; con la invasión de los árabes a la península ibérica en el año 711, este se instaló en la cultura hispana. Entre los siglos XVI y XVIII, de la mano de conquistadores españoles y sacerdotes jesuitas, fue adoptado y adaptado por los mbyá.

Hoy, son pocos los individuos de esa nación indígena que continúan con la tradición; y don Delfín Penayo, de la comunidad Sayas Kue Yacaretã (Caaguazú), es uno de ellos.

Después de un viaje de unos 60 km desde Juan Eulogio Estigarribia (más conocido como Campo 9), el lugar resulta un oasis de verdor en medio de un mar de tristes monocultivos mecanizados de soja. Allí se produce el emotivo saludo “aguyjevete”, acompañado de una suerte de reverencia de parte de prácticamente todos los pobladores del lugar (unas 130 familias), que se congregan frente a los recién llegados.

En un extraordinario ejemplo de práctica democrática y respetuosa empatía, deliberaron por un tiempo prudencial sobre la posibilidad de entrevistar al viejo luthier y solo después de las consultas del caso, de socializar la decisión y de una hora más de charla, música y danzas (de las que participan todos), decidieron autorizar la entrevista.


Don Delfín, de 78 años, explica que él enseña a sus hijos y nietos la antigua técnica de fabricación del rave, objeto que ha venido a representar la esencia de la vida y la cultura mbyá. Con una mirada profunda y su hablar pausado, nos cuenta que el abuelo de su abuelo mostró a su descendencia la técnica, para que sobreviviera hasta hoy.

Si bien el rave es interpretado para entretener, se usa principalmente para curar; también suenan sus cuerdas en los eventos en que se ponen nombres a los niños y en otras festividades religiosas en el opy (casa de ceremonias). Él realmente no sabe de dónde aprendieron sus ancestros a fabricarlo; ese dato se pierde en el tiempo, dice.

Lo que sí está claro para este karai mirî (hombre santo) es que tanto el rave como el mba’epu (guitarra rústica de cinco cuerdas que se rasgan) son instrumentos sagrados que se fabrican con la madera del cedro o ygary, árbol también considerado sagrado por ellos. Solo pueden ser elaborados cuando se producen momentos especiales de conexión con el entorno, la naturaleza, e interpretados únicamente por los futuros karai mirî como él, que son preparados para ese rol desde la infancia. El sonido continuo del rave marcará la línea melódica de las diferentes canciones que se interpretarán en cada ceremonia de la comunidad.
Dónde nació el rave

El antropólogo y etnomusicólogo Guillermo Mito Sequera, luego de una vida de investigaciones de campo y de acompañar, entre otras, a las comunidades mbyá de nuestro territorio y la región, determinó que el rave, rabel o rebec es, efectivamente, una pieza nacida en la Edad Media en Europa, con antecedentes en el mundo panárabe.

Se trata de un instrumento construido originalmente por los sabotiers (fabricantes de zuecos), para amenizar fiestas populares, y se lo define como un cordófono frotado a través de un arco, que los mbyá incorporaron a su cultura tras la llegada de los españoles. Este instrumento sagrado es de singular complejidad en comparación con otros de la cultura autóctona, como los idiófonos (que son sonajas de calabaza, el mbaraka mirî, o bastones rítmicos, el takua pu), los membranófonos (tambores mba’e pu ovava’e) o los aerófonos (como las flautas, mimby pu). Desde su adopción pasó a formar parte de las ceremonias importantes de la nación Mbyá.


Asimismo, está presente en prácticamente todas las comunidades de esta parcialidad indígena, que fue la única que lo adoptó en Paraguay. Eso demuestra la relevancia que tiene para ellos, según explica Sequera. Con el proceso de colonización, esta joya musical pasó a formar parte intrínseca de su repertorio sonoro hasta convertirse en símbolo de coraje, resistencia y valoración de su identidad, afirma el académico.

Para el antropólogo, este ancestro del violín representó el funcionamiento del intercambio que se produce usualmente en la cultura global. Al contrario de lo que muchos afirman al referirse a las migraciones actuales, cuando una cultura toma contacto con otra, puede producirse un enriquecimiento mutuo.

Así como los encargados de producir en la huerta intercambian semillas y estas viajan con el viento y con los pájaros, el rabel migró de un continente a otro, de mano en mano y generación en generación, para amenizar los encuentros, los ritos sagrados y para celebrar la vida, al igual que las semillas que producen sus componentes.

La fabricación

Don Delfín, un hombre mayor de particular agilidad al caminar, comenzó a trabajar la madera con sus manos, un machete y pocas herramientas más desde muy joven, para lograr la materialización de esta maravilla sonora después de convertirse en opygua (líder espiritual). Se trata de las mismas herramientas que usa hasta hoy. Y nos explica que para la construcción del instrumento se utiliza madera de cedro para la caja o cuerpo, clavijas y mástil, y en toda su extensión no supera los 45 o 52 cm.


Las tres cuerdas que posee, que recorren verticalmente el instrumento y se tensan con las clavijas, se hacían antiguamente de las hojas de pindó y hace tiempo también se usaba lo que los mbyá llaman “cola del monte” o “cola vegetal”, un adhesivo natural para pegar las diferentes partes. El arco que generará el sonido —también de la misma madera— se completa con crin de caballo, que tocará las cuerdas del rave en un movimiento de ida y vuelta, lo que hará que vibre y genere un sonido continuo.

Con un gastado machete se desbasta la materia prima y se le da el espesor adecuado. Bajo la sombra de un pequeño alero contiguo a la casa de madera de este “ravelero”, sobre la mesa de trabajo rondan apenas una lima y un martillo, nada más. Lo demás es pura paciencia y la minuciosidad que solo un entorno apacible puede fomentar.



Además de los materiales y las herramientas, es necesaria la inspiración, afirma don Delfín y explica: “Me siento iluminado por Ñande Ruete (el Creador) mientras trabajo en los instrumentos. El mundo anda mal y es por nuestra culpa (de los seres humanos), ya no se respeta a la naturaleza y al Creador. Si destruimos nuestro entorno o la naturaleza, Él ya no estará con nosotros. A pesar de nuestra ingratitud, sigue estando presente; es bueno, y el sol todavía sale cada día”.

Para revertir esta situación, recomienda: “Protegerse y alejarse de lo malo, y para eso es necesario no consumir, no distraerse con cosas innecesarias”, lo que además, aclara, dificulta esa conexión necesaria para el momento de trabajar en los instrumentos.

Con estas palabras y visiblemente aburrido de tanta charla, don Delfín ya hace silencio y observa con mirada profunda, que además nos cuestiona. Mientras tanto, gracias a él los ritmos tradicionales del Shondaro, el Mba’ê aâ, el Ñanderuete y el Jerojy seguirán sonando durante cada Tangara (baile ceremonial) en su comunidad.

Así tal vez, a pesar de todas las vicisitudes, la cultura mbyá persistirá gracias al sonido de algún rave creado por las curtidas manos de don Delfín Penayo.



La nación Mbyá

Oguasu es una organización que acompaña los caminos organizativos y de acceso a los derechos de las comunidades mbyá desde hace 28 años y que trabaja principalmente las áreas de salud, educación, seguridad alimentaria, fortalecimiento organizacional y protección de territorios. Según el coordinador de esta entidad, el abogado y docente Andrés Ramírez, la nación Mbyá de nuestro país es una comunidad profundamente vulnerada.

La población indígena del Paraguay, en general, y la mbyá en particular, padecen con mayor gravedad que el resto de la población prácticamente todas las problemáticas sociales existentes y las variables socioeconómicas que a todos nos afectan, indica. Este hecho da la pauta de una vulneración de derechos y una discriminación estructural de parte de la sociedad.

Según los datos de la organización IWGIA (Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas), los casos de pobreza y pobreza extrema entre los pueblos indígenas son del 75 y el 60%, respectivamente, lo que supera enormemente al promedio nacional. En niños de menos de cinco años, el índice de extrema pobreza es del 63%, comparado con el 26 % de la media nacional, mientras que el índice de malnutrición crónica es de 41,7%, comparado con el 17,5% del promedio nacional. Estos datos hablan a las claras de la situación.


Así como para todas las naciones indígenas de nuestro país, para los mbyá, a la cabeza de la lista de problemas que los afecta tal vez se encuentra la pérdida de su territorio. El manejo de la tierra en Paraguay, caracterizado por el avance de la frontera agrícola definida por el agronegocio mecanizado, ha producido desplazamientos forzosos de sus poblaciones, las cuales, sin una política adecuada de manejo por parte del Estado ante esta situación, terminan refugiándose en sus comunidades desprotegidas, al costado de las rutas o en las calles de la capital.

El conflicto sobre la propiedad de la tierra está determinado por manejos financieros que a los mbyá también afectan. De hecho, ellos se han visto empujados a “arrendar” tierra propia a la producción mecanizada de terceros (tal es el caso de la comunidad Sayas Kue Yacaretã, donde vive don Delfín). Se trata de un medio sencillo de generación de ingresos que, aunque pequeños, ayudan a evitar el hambre en el lugar. Por lo general, esos arrendamientos generan otros problemas, como por ejemplo la contaminación del agua, producto del uso de agrotóxicos.


También existe el grave inconveniente de la falta de oportunidades laborales o de crecimiento en las comunidades, sobre todo para los jóvenes que finalmente migran a la capital e incluso a grandes ciudades de Brasil, en busca de estudios o de trabajo. Allí, en muchos casos, hacen trabajos esclavizantes, mendigan o apenas sobreviven en la marginalidad. Esta situación potencia problemas de adicción, que se dan principalmente entre adolescentes y jóvenes, lo que a su vez acrecienta más aún todos los demás problemas, afirma Ramírez.

Las condiciones ambientales, económicas y, además, la falta de políticas adecuadas de intervención por parte de todas las instituciones del Estado agravan estos factores e inciden directamente sobre la precarización de las condiciones de vida en las comunidades. Esto no solo se traduce en una pérdida de calidad de vida, sino que representa un riesgo para la persistencia de la cultura propia en sí.

Con la casi desaparición de los espacios naturales, base y esencia del “tekoha” (lugar donde se dan las condiciones para el desarrollo del modo de ser guaraní, citando a Bartomeu Meliá), los mbyá no han podido hacer frente a los cambios. Esto se traduce en una pérdida de identidad cultural, a la que podemos llamar etnocidio, mientras seguimos observando con triste indiferencia.

Texto y fotos de Fernando Francesche

Fuente Diario Última Hora * Paraguay - 25 de Noviembre de 2022.
https://www.ultimahora.com/testimonio-sonoro-un-universo-que-persiste-n3035549.html?fbclid=IwAR2HSE2DjNYKPqU2qXohiovOOBZqnWHvIpT00UjgVp7Z8Nm3_evNJ33gJDM


lunes, 23 de noviembre de 2020

El Huehuetl de Malinalco

Tambor de guerra originario del centro de entrenamiento espiritual de los Guerreros Águila, Jaguar y Serpiente, la elite militar y espiritual de los mexicas.

 


El huehuetl es un tambor de guerra cilíndrico con multiformes simbologías talladas en su exterior perteneciente a la cultura azteca de la zona de Malinalco, pueblo que fue el centro de entrenamiento espiritual de los guerreros Águila, Jaguar y Serpiente, la elite militar y espiritual de los mexicas.

Actualmente se encuentra exhibido en el Museo del Templo Mayor Azteca en el Zócalo -en el centro de México DF-, pero fue protegido durante siglos por los pobladores de Malinalco escondiéndolo detrás de una virgen en la iglesia principal del pueblo salvándolo de su destrucción por manos conquistadoras.

Su construcción se realiza ahuecando el tronco de un árbol de aguacate (palta), sabino o ahuehuete el cual incluye su soporte en el mismo resonador cubierto con un cuero clavado y tensado, generalmente de ocelote (jaguar) o de mázatl (venado). Para su interpretación puede ser percutido a mano o con grandes baquetas de madera.

El huéhuetl en lengua náhuatl significa "el anciano" o “el venerable”, esto se relaciona a que los diferentes tipos de maderas utilizadas para su construcción provienen de árboles que tardan mucho tiempo en crecer, por lo que poseen la sabiduría del tiempo.

Este tambor pertenece a la estructura monolítica denominada Cuauhtinchan o Casa de las águilas, la cual es una cueva tallada directamente en una sola pieza en la roca de la montaña, se ingresa por la boca abierta de una serpiente y en el recinto interior se encuentran tronos zoomorfos de águilas y jaguares que permiten una perfecta visualización de la naturaleza circundante.

Entre los relieves tallados en la totalidad del tambor destacan diferentes figuras: Nahuiollin (“Sol de movimiento”), Guerreros águila, Guerreros jaguar, Xochipilli (Dios del florecimiento), Atl-tlachinolli, “Agua-hoguera” y Escudos con plumones (referidos a la “guerra florida”), entre otros.

En Octubre de 2010, la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías de la UNTREF, realizó un trabajo de investigación en la zona de Malinalco contactando con el tallador tradicional de huehuetles René Martín Flores López, conservador de la tradición ancestral de su tierra, quien confeccionó junto a su difunto hijo una réplica exacta del huehuetl original hallado en Malinalco.

Luego de una conmovedora visita a su casa poblada por altares recordando a su hijo (quien fuera el diseñador de las imágenes luego talladas por su padre en el tambor) y de un extenso detalle sobre los diferentes procesos, mecanismos y simbolismos implicados en la manufactura de este instrumento ceremonial, emocionado por el trabajo de valorización y recuperación realizado por la orquesta, René decidió brindar su tambor como ofrenda a este Proyecto. Su huehuetl es ahora exhibido e interpretado en las grandes salas de conciertos alrededor del mundo.

Por Andrés Eduardo Fortunato
*Investigador, Luthier, Compositor e Intérprete de la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías de la UNTREF.

Fuente: El Orejiverde - 13 de Noviembre de 2020.

jueves, 26 de diciembre de 2019

Ravé, el violín mbya guaraní




Para construir el RAVÉ, se cava con machete y cuchillo, con mucha delicadeza. Pero hay que hacer una oración para que tenga buen sonido. Tiene que pedir al Dios Todopoderoso, Ñande Rú Eté Tenondé (Nuestro Padre Primero y Ültimo), para que su sonido sea bueno. Se pide en oración porque la madera se sacó viva... del verde se sacó. Y para que no se muera, a través de la oración la dejó viva por los sonidos.

Antonio Morínigo 

Investigación: Zulma Mónica Pittau "El rabel entre dos culuras" 

Fotografía: Jason Rothe - Aldea Katypyry en San Ignacio (Misiones-Argentina)


lunes, 30 de abril de 2018

Mbaepu - Instrumentos Religiosos-Musicales de la Cultura Mbya Guaraní




Terminar el día con la artesana Kerechu Rete (Ana Olivera) comunidad Pozo Azul, es lo mejor que te puede pasar…
Fumando el Petyngua 


Marcos Otaño (Escrito y Fotografía)

20 MBA'E PU/INSTRUMENTOS MUSICALES/TEMBIPU/INSTRUMENTOS MUSICAIS/MUSICAL INSTRUMENTS
 Mbya
Castellano
Guaraní
Português
Inglés
Angu'a pu
Tambor guaraní.
Angu'a pu.
Tambor guaraní/Instrumento de percussão, de forma cilíndrica.
Guarani drum.
Lave
Violín Mbya.
Rave.
Violino .
Mbya violin.
Mimby
Flauta de cinco orificio.
Mimby.
Mimby. Flauta de cinco orificios.
Flute.
Mimby reta
Flauta de pan.
Mimby reta.
Flauta de pã.
Pan flute.
Mbaraka/Mba'epu porã
Guitarra.
Mbaraka .
Violão.
Guitar.
Mbaraka mirĩ
Maraca de calabaza.
Mbaraka'i.
Maraca.
Maraca (musical instrument).
Popygua'i/Yvyra'i
Vara insignia.
Popegua.
Popygua/Bastão ritualistico, formado por duas hastes de madeira, generalmente de alecrim, unidas por embira.
Yvyra'i/Popygua'i/Sacred stick.
Takuapu
Baston de Ritmo usado en las danzas por las mujeres/Tacuapú.
Takuapu.
Takuapu/Bastão de bambu usados nas danças pelas mulheres.
Takuapu (musical instrument). Musical instrument made from bamboo sticks and used for sacred dances by women and girls.

Fuente: Primer Diccionario Mbya Guaraní - Español
Kuaray Poty Carlos Benitez - José Javier Rodas

viernes, 30 de marzo de 2018

Mbae’pu, instrumento musical Mbya Guaraní


Mbaepu (Lengua Guaraní). Instrumento musical mbya guaraní de cinco cuerdas. El opygua Rodolfo Chamorro explica que la guitarra mbya guaraní tiene 5 cuerdas que representa al Dios Principal y a los 4 Dioses que lo secundan.
En la fotografía Hermes integrante de Tekoa Mbya Guaraní Jasy Porã (Comunidad Luna Bonita) ubicada en Puerto Iguazú en la intersección de la Avenida Ñamandu Ru Ete y Pindo Ovy.
30 de Marzo de 2.018



martes, 8 de noviembre de 2016

Mba'epu Kuery - Instrumentos Sagrados y Religiosos Mbya Guaraníes



Mbya
Castellano
Angu'a pu
Tambor guaraní.
Lave
Violín Mbya.
Mimby
Flauta de cinco orificios.
Mimby retã
Flauta de pan.
Mbaraka/Mba'epu porã
Guitarra.
Mbaraka mirĩ
Maraca de calabaza.
Popygua'i/Yvyra'i
Vara insignia.
Takuapu
Bastón de Ritmo usado en las danzas por las mujeres/Tacuapú.




Fuente: Primer Diccionario Mbya Guaraní – Castellano / Castellano - Mbya Guaraní

Autores: Carlos Benitez / José Javier Rodas

Editorial Universitaria – Año 2.017


domingo, 6 de noviembre de 2016

Arte y sacralidad en los instrumentos nativos de América

Es nuestro desafío como creadores contemporáneos el de generar una teoría y praxis acordes a las coordenadas espacio-temporales de la matriz poética de Abya Yala, linaje espiritual de nuestro continente.

En las Tradiciones espirituales de América, el universo sonoro comienza su travesía en el Océano del Aliento Puro hasta convertirse en el rugir de las olas, el silencio polar y el bullicio de las selvas.

Los instrumentos musicales, portadores de ese Misterio primigenio, surgen del humus fértil, de la madera, piedras y caracolas, de los caparazones de animales así como de sus huesos, pieles y pezuñas. Ellos son el vector que transmite el Sonido místico del universo junto al alma del hombre que los tañe, en un viaje de retorno al Espíritu que les dio origen.

Pájaros, truenos y huracanes,
Instrumentos del Cielo
Árboles, huesos y semillas,
Instrumentos de la Tierra

De manera paradigmática, en la ascensión mística del Árbol del Centro del Mundo, o en la Travesía chamánica del Arco Iris, son los instrumentos los que actúan de pontifex, los que tienden el puente capaz de enlazar los mundos. Entrelazados a la Danza y al Canto, ellos conforman el dispositivo capaz de proyectar al hombre en sus viajes extáticos hacia lo desconocido, atravesando las capas terrestres y los círculos celestes, hacia la geografía espiritual donde el centro está en todos lados y la circunferencia en ninguno.


En las Tradiciones nativas, la construcción de un instrumento es ritual, como lo es su ejecución. Cada instrumento es único y personal y es el chamán mismo quien, en una noche específica, recolectará la madera del árbol para su tambor y tenderá la piel del animal (caballo, venado, reno) que, al golpeteo rítmico de su baqueta cual fusta, lo conducirá al galope al otro lado. Ese Otro Lado donde se ubica la Terra Incognita de las visiones proféticas, de las epifanías artísticas y de las curaciones milagrosas.

La Sabiduría de las Fuentes autóctonas da cuenta en forma excelsa de esa Realidad que, encriptada en nuestra existencia, constituye su trama profunda y vigente; y es un singular abordaje de la creación el que puede reinsertarnos al tronco primordial de esta concepción del Arte como forma de religar al hombre a su origen.

En efecto, el artista, en su función de constructor de mitos, tiene un rol catalizador, ya que todo hacer es una regeneración e implica un retorno a esos orígenes: en la construcción de un instrumento, en la creación de una obra o en la restauración de un ser humano, se rehace ritualmente el proceso de Creación del mundo. El artista experimenta así, en lo íntimo de su ser, los procesos de la cosmogonía y antropogonía arquetípicas.

Un retorno a esta dimensión iniciática del proceso creador es clave para que el arte de vanguardia pueda recuperar su función mitológica. Las multiformes expresiones del entramado profundo de nuestra existencia son susceptibles, entonces, de revelarse inagotables para quien se reconozca religado a su Origen.

Junto a la recuperación de esta perspectiva iniciática del Arte se requiere una revisión de la tríada instrumento-gestualidad-técnica del proceso composicional.

Históricamente, el extraordinario espiral ascensional del Conocimiento generó una consecuencia inesperada: el distanciamiento del núcleo mítico embrionario. La Unidad Primordial terminó fragmentándose en el concepto de especialización técnica del saber.

Hoy se hace necesario redimir y restaurar esa Unidad perdida a través de un marco conceptual que permita reencontrar el camino hacia la Unidad ontológica fundamental. Un re-encauzamiento de los parámetros de la creación musical, actuando en sinergia con la potencialidad interior de los instrumentos autóctonos de América, puede devenir en aquello que los antiguos Sabios de este Continente denominaron un camino de conocimiento.

Es nuestro desafío como creadores contemporáneos el de generar un Corpus orgánico; una Teoría y Praxis acordes a las coordenadas espacio-temporales de la matriz poética de Abya Yala, linaje espiritual de nuestra América.
Por Susana Ferreres y Alejandro Iglesias Rossi*
*Alejandro Iglesias Rossi es Director de la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Susana Ferreres es la Directora de Artes Escénicas y Visuales de esa Orquesta.
Fuente: El Orejiverde – 6 de Noviembre de 2.016