Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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miércoles, 25 de octubre de 2023

Qhapaq Ñan - El Gran Camino Inca




El Gran Camino Inca o "Qhapaq Ñan" en idioma Quechua, fue el eje principal de un gran sistema vial que contó con aproximadamente 30 mil kilómetros de caminos. Una extensa red de comunicación que se había organizado a lo largo de los muchos siglos de civilización andina (preincaicos) y que los incas habían articulado, como parte de un proyecto político integrador y expansionista de magnitud continental llamado Tawantinsuyu, que alcanzó su máxima expresión en el siglo XV.

El sistema vial se estructura sobre la base de caminos longitudinales y transversales, dispuestos estratégicamente teniendo como eje vertebrador a la Cordillera de los Andes; por sus trazos transitaron personas y viajaron con ellos conocimientos, ideas y costumbres, así como productos vinculando e integrando diversos pisos ecológicos característicos de la región andina.

Esta red vial unió todo el Tahuantinsuyo a través de los actuales territorios de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, atravesando desiertos, zonas agrícolas, cadenas montañosas, pantanos, etc. Todas las rutas partían desde el Cusco, ciudad Imperial. La más importante de ellas es la que iba en dirección hacia Quito, actual capital de Ecuador.

El Qhapaq Ñan significó principalmente la base de la expansión política incaica, pues permitió la rápida movilización de los ejércitos y de los funcionarios estatales. Además, facilitó el transporte de valiosos recursos, como metales, conchas spondylus, madera, hojas de coca, textiles, etc.

Los tambos, recintos que eran usados como albergues y depósitos, estaban dispuestos a lo largo de los caminos para permitir a los viajeros descansar y guardar sus pertenencias. Por lo general, eran de forma rectangular y estaban divididos en varios espacios independientes. Hubo tambos de distintos tamaños: los más grandes contaban con ambientes residenciales, plazas y depósitos, y se usaban para hospedar al Inca y a su séquito. Los de menor tamaño servían de posada para los chasquis, que eran mensajeros del Tawantinsuyu.

La construcción de puentes también fue determinante para el Qhapaq Ñan, pues gracias a estos, los incas pudieron atravesar laderas, ríos y, en general, una accidentada geografía andina. Algunas de estas plataformas se construyeron a base de piedras y otras de madera. También hubo puentes colgantes que fueron construidos con fibras vegetales, como es el caso del Q'eswachaka, considerado el último puente inca que se mantiene vigente hasta la actualidad.

Los incas no fueron los únicos que construyeron caminos para unir sus territorios. Muchas de las rutas que utilizaron e integraron a su sistema vial fueron construidas por las culturas que los precedieron. Estos caminos eran exclusivamente locales y unían centros sagrados o huacas con pequeños poblados.

Algunos complejos arqueológicos de la cultura Wari, como Piquillacta, por ejemplo, contaron con importantes sistemas viales. Otra evidencia de caminos preincaicos se encuentra en el valle de Moche, en la costa norte del Perú, y en Lima, donde se construyeron caminos en las dos márgenes del río Chillón, en Pachacámac, y en el valle del río Cañete. Estas vías eran atravesadas por otras que llegaban a las zonas andinas, e incluso a la Amazonía. En el 2014 fue nombrado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

#CaminoInca #QhapacÑan


domingo, 13 de diciembre de 2020

Qhapaq Ñan: memoria ancestral de los pueblos andinos


La Secretaría de Patrimonio Cultural presenta Camino ancestral Qhapaq Ñan. Una vía de integración de los Andes en Argentina, el primer libro integral del Ministerio de Cultura de la Nación dedicado a contar, transmitir y poner en valor la importancia de dicho espacio histórico, su proyección social, cultural y política sobre el presente, y los modos en que la gestión comunitaria e institucional permite rescatarlo. Cuenta con textos especialmente elaborados y más de ochenta fotografías originales.

El Camino Ancestral Qhapaq Ñan es un itinerario cultural prehispánico que fue consolidado por los incas en el siglo XV y que se extiende a lo largo de la cordillera andina uniendo los actuales países de Argentina Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Por su valor histórico excepcional, en 2014 la UNESCO inscribió una parte de esta extensa red transnacional de caminos y estructuras arqueológicas asociadas en la Lista de Patrimonio Mundial. Pero el Qhapaq Ñan es también un patrimonio vivo, cuyo legado sigue vigente en las prácticas culturales y en las formas de organización de los pueblos andinos, que desde hace siglos comparten valores comunes y buscan caminos de integración. En Argentina, el Camino Ancestral Qhapaq Ñan se presenta a la vez como proyecto patrimonial y político, interpelando los fundamentos de nuestra identidad nacional y visibilizando la potencia de la cosmovisión andina en el derrotero del siglo XXI.

“La articulación virtuosa entre los seis Estados parte de la región, el carácter federal con sus siete representaciones provinciales y la valoración de los espacios de trabajo y decisión comunitarios hacen a un espíritu que sintoniza con nuestra manera de entender las políticas culturales”, señala en el prólogo al libro Valeria González, secretaria de Patrimonio Cultural. “En un sentido más amplio, confiamos en el programa Qhapaq Ñan no solo como una instancia de visibilidad y empoderamiento de nuestras comunidades andinas, sino también como una oportunidad para enriquecer nuestros imaginarios de pertenencia como nación más allá del patrimonio fundacional decimonónico y de sus referentes europeos”, manifiesta la funcionaria. “Una gestión mancomunada y plural como esta debe enfrentar enormes desafíos y complejidades. Expresamos nuestro profundo agradecimiento a todas las personas que con su determinación y compromiso la hacen posible”.

Realizado por los equipos del programa Qhapaq Ñan, con sede en el INAPL (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano), y de la SPC (Secretaría de Patrimonio Cultural), el libro contiene presentaciones de Viviana Usubiaga, directora nacional de Gestión Patrimonial, y Luciana Delfabro, coordinadora de Investigación Cultural; un prólogo de Horacio Chiavazza, secretario de la Unidad de Gestión Federal del Camino Ancestral Qhapaq Ñan; una introducción general de Victoria Sosa, coordinadora del Proyecto; un diálogo abierto con los representantes de la Mesa de Pueblos Indígenas Manolo Copa y Claudia Liliana Herrera Salinas; dos artículos de los especialistas Axel Nielsen y Christian Vitry que ponen de relieve los antecedentes y la trascendencia histórica del Camino Ancestral; una descripción detallada de los trece segmentos que componen el tramo argentino; y un glosario de términos quechuas.



“El Qhapaq Ñan es la memoria ancestral de los pueblos andinos”, puntualizan en su intervención Manolo Copa y Claudia Liliana Herrera Salinas, referentes de la Mesa de Pueblos Indígenas que coparticipa de la gestión de los espacios. “La memoria es ese legado casi invisible que los padres, las madres, los y las mayores nos vienen enseñando desde la niñez, de generación en generación. Pero, también, la transmisión está en los ejemplos, en los hechos: la cosmovisión está en nuestras formas de solidaridad, en la reciprocidad, en el respeto a nuestra querida madre Pachamama (Pecne Tao para la cultura huarpe), en ir a minguear con la comunidad, en poder juntarnos entre cuatro o cinco familias productoras para seleccionar la semilla, para sembrar”, afirman Copa y Herrera Salinas. “Nuestra historia misma está en estos hechos. Ni el inca ni el español pudieron con eso: siempre hemos mantenido nuestra identidad y nuestra dignidad, y hoy nos sentimos muy cómodos y cómodas de decir que somos pueblos originarios”.

Camino Ancestral Qhapaq Ñan significa la integración de las palabras “Camino Ancestral” al nombre oficial del itinerario cultural Qhapaq Ñan, lo cual fue una solicitud que los pueblos indígenas de Argentina elevaron a las autoridades del Proyecto. Andar el Qhapaq Ñan es ir desandando la propia historia, una historia que viene de miles de años atrás, mucho antes de la llegada del inca. “Como legado ancestral, resguarda y contiene la historia de nuestras propias identidades; es el reflejo de un sistema de organización antiguo y de una cosmovisión cuyos valores circulaban por estos caminos”, señalan Copa y Herrera Salinas. “Al mismo tiempo, forma parte de nuestro territorio, el lugar en el cual se desarrollan nuestras culturas, que contiene los espíritus de nuestras ancestras y nuestros ancestros y también la comunidad actual, nuestra juventud, nuestros niños y nuestras niñas. El Camino es la historia y a la vez es un camino vivo: lo transitaban nuestros abuelos y nuestras abuelas, y antes sus abuelos y abuelas y hoy lo transitamos nosotros y nosotras. Es pasado, es presente y es futuro”.

El Qhapaq Ñan es un patrimonio que Argentina comparte con Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, y que adquirió mayor visibilidad nacional e internacional a partir de su inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial, en 2014. El nombre “Qhapaq Ñan” (“camino principal” en quechua) fue elegido para designar la extensa red de caminos y estructuras relacionadas para la comunicación, el intercambio y la defensa que fuera consolidada por los incas en el siglo XV y que se extendió por más de 30.000 kilómetros a lo largo y ancho de la cordillera de los Andes.

“Ese proyecto, sin embargo, también pone en evidencia otros aspectos de importancia central para nuestra vida social y política”, reflexionan en su prólogo Viviana Usubiaga y Luciana Delfabro. “Por un lado, nos recuerda que nuestras sociedades se construyeron sobre los cimientos de antiguas civilizaciones, que los pueblos indígenas son preexistentes a la conformación de los Estados modernos y que la diversidad cultural es parte de nuestra identidad nacional. Por el otro, nos impone entendernos como parte de una comunidad más amplia, la andina y latinoamericana, que desde hace siglos comparte valores comunes y busca caminos de integración. Estos pueblos organizados tienen voz propia para sumarse a escribir la Historia sin mediaciones y son también un actor central para pensarnos en la actualidad y de cara al futuro. Volver a mirar estas experiencias que están en nuestro ADN es reencontrarnos con algo propio y poner en circulación pensamientos y saberes de absoluta actualidad en las agendas políticas y socioambientales del momento”.

Las experiencias que se recuperan en este libro son un ejemplo de buenas prácticas en torno al patrimonio y de puestas en acto del valor de la reciprocidad. La publicación de este material tiene como misión dar a conocer un proyecto que es modelo de trabajo mancomunado, de diálogo intercultural e interdisciplinario. No obstante, los relatos que reúne ponen de manifiesto un legado mucho más vasto: el de la cosmovisión de los pueblos preexistentes a la nación argentina. En ella, el cuidado y el respeto por la diversidad, en su sentido más amplio, nos replantean los vínculos entre sociedad y naturaleza, entre humanos y no humanos, dando lugar a relaciones virtuosas basadas en el respeto por todas las formas de la vida -los animales, las plantas, los ríos y las montañas- sin privilegiar unas sobre otras. Estas formas de vida son parte del entramado vital de conexión con la tierra que -a diferencia de la visión instrumental de la naturaleza proveedora de la cual extraer necesidades- pertenece al futuro, a las formas de vida por venir.



Fuente: El Sureño en la Web - 13 de Diciembre de 2020

https://www.surenio.com.ar/qhapaq-nan-memoria-ancestral-de-los-pueblos-andinos/

sábado, 21 de junio de 2014

“El Camino del Inca" declarado hoy como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El Camino del Inca, una red magistral de comunicación vial que se extendió a seis países de Sudamérica, fue declarado este sábado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, una distinción que reconoce el ingenio de un sistema prehispánico que sorprendió al mundo. 

Los senderos, que servían al Inca para controlar su imperio (Tahuantisuyo), se extienden desde Argentina a Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, y estaban unidos por un entramado de caminos que constituían el Qhapaq Ñan (en quechua Camino Inca). 


"La denominación de Patrimonio Mundial por la Unesco significa para los seis países el reconocimiento de uno de los monumentos más importantes del mundo andino", dijo Luis Lumbreras Flores, arqueólogo del Proyecto Camino Inca del Ministerio de Cultura peruano. 

El Qhapaq Ñan, la red de caminos más antigua de América, recorría longitudinalmente todo el Tahuantinsuyo a lo largo de la Cordillera de los Andes, desde el occidente de Argentina hasta el sur de la actual Colombia. La vía principal tiene unos 6.000 kilómetros de sur a norte. 
Este camino de montaña paralelo al océano Pacífico estaba unido por tramos transversales que incluso llegaban hasta las selvas y al Gran Chaco en Argentina y Bolivia. 

"Existen otros tramos por donde la población aún transita. Tiene zonas empedradas, con piedra laja o rellenos de tierra, y en algunos sitios se puede ver muros de contención en ambos lados del camino", dijo el arqueólogo peruano Cristian Vizconde. 

La distinción permitirá conseguir financiación de organismos internacionales para la conservación y restauración de los senderos y santuarios que se levantaron en torno de la vía, afirman optimistas los arqueólogos. 

Un hombre caminando por una sección del camino inca cerca del sitio arqueológico Huaycán de Cieneguilla, a 70 km al este de Lima.
Toda la red en costa, sierra y selva, totalizaba una extensión de 30.000 kilómetros, que interconectaba los cuatro suyos, o puntos cardinales del imperio, con la mítica capital, Cusco (en quechua, "ombligo" o "centro"). 
El trecho más famoso, y al que llegan millones de turistas de todo el mundo, parte de Cusco hasta la ciudadela de Machu Picchu. Son 43 kilómetros entre bosques, con escalones de piedra milenarios. El camino llega hasta la Puerta del Sol donde ofrece majestuosas vistas de las ruinas de Machu Picchu. 

FUNCIONAMIENTO
El imperio inca funcionaba con un sistema de postas y mensajeros que se desplazaban a pie. Los mensajes eran enviados mediante un código de nudos en una soga, que aún hoy los arqueólogos intentan descifrar. 

Desde Quito, un correo o una comunicación a Cusco, que era encargado a un mensajero o "chasqui", podía demorar unos 10 días, según los investigadores. 
El Camino del Inca tenía cada 7 kilkómetros un pukara (puesto fortificado) que servía para control del movimiento de los transeúntes. Y cada 21 km un tambo (posada) para que el Inca y su séquito descansara y se abasteciese de comida y agua, según los historiadores. 

Además del comercio, las rutas también servían para el rápido desplazamiento de los guerreros en tiempos de combate. 
Según arqueólogos peruanos, hay tramos de esta red vial que tienen unos 2.000 años y fueron construidos por antiguas culturas, como la huari, y adoptados por los incas. 

Sección del Qhapac Ñan ubicada en Chile. 
Foto: Consejo de Monumentos Nacionales- Unesco.
Los investigadores indican que el inca Pachacútec, que construyó la ciudadela Machu Picchu, usó esos caminos existentes y construyó otros uniéndolos en una red. 

Fuente: AFP 21 de Junio de 2.014

lunes, 11 de noviembre de 2013

El Shincal de Quimivil, la Ciudad Inka de la Argentina

Toda sociedad posee diversas maneras de hacer las cosas, conocidas comúnmente como tradiciones. La arquitectura es también parte de estas maneras manifestándose en patrones edilicios que pueden cambiar con el tiempo. Los inkas, cuando fundaban sus ciudades y asentamientos, respetaban los estándares propios, aunque muchas veces podía presentarse un fenómeno de sincretismo o combinación con elementos de las culturas locales conquistadas. Las plazas inka se percibían como el centro público de mayor interés para la reunión comunal del tipo festivo, ceremonial o político. Era usual que fueran planificadas como emplazamientos cuadrangulares o rectangulares, aunque existan sitios arqueológicos donde las plazas se construyeron con otras formas, es el caso de Nevados de Aconquija, Tucumán. Las delimitaba un muro de rocas que no superaba por lo común un metro de alto. Y además, estos espacios poseían varias entradas en diferentes direcciones.
El Shincal de Quimivil. Vista de la plaza, el ushnu, en primer plano, con el cerro aterrazado de fondo, y, al lado, vista general de la gran plaza. Equipo de investigaciones arqueológicas El Shincal Quimivil-Hualfín Director: Marco Giovannetti. Equipo: Gregoria Cochero, Josefina Spina, Gustavo Corrado, Mariana Valderrama, Lucía Aljanati, Edgardo Ferraris.
La plaza principal de El Shincal es un cuadrado casi perfecto de considerable longitud y superficie intramuros. Sus lados se disponen de acuerdo con las direcciones cardinales. Este fenómeno demuestra la gran importancia que los inkas daban a la relación entre la arquitectura y el movimiento del sol. El astro, en su dinámica de este a oeste, condicionaría siempre la orientación de los cuatro puntos cardinales. En El Shincal posiblemente se reunieran miles de personas que participaban de las festividades estatales.

En la plaza se producían muchos eventos, algunos vinculados a la danza, la música y otros a rituales. Todo se acompañaba permanentemente de comida y bebida que el soberano regalaba como muestra de su majestuosidad. La chicha iba de aquí para allá en grandes cántaros conocidos por los arqueólogos como aríbalos. Se servía en vasosqero, de madera o cerámica, y en cuencos de calabaza. Se bebía hasta la embriaguez, dado que únicamente en los momentos festivos eran permitidas estas conductas licenciosas. Dentro de la plaza existen sólo tres construcciones edilicias. Un ushnu o plataforma ceremonial, una kallanka o edificio de reuniones y un muro extenso a manera de portal simbólico de 48,5 metros de longitud con cuatro entradas. Por el oeste, ingresaba un angosto canal transportando agua desde una vertiente ubicada a 2 km. de distancia. El agua de vertiente provenía de las entrañas de la montaña y era considerada una entidad sagrada cargada de poderes. Los inkas se preocuparon mucho por replicar este patrón de conducción del agua dentro de las plazas. Los edificios kallanka fueron conocidos como los cabildos indios según los relatos de los cronistas. De particular forma rectangular, se utilizaban para reuniones a la manera de asambleas. Allí se tomaban decisiones importantes, en su mayoría de carácter político-administrativas como por ejemplo, los turnos de trabajo tributado. En los dos edificios kallanka de El Shincal se realizaron también actividades de cocción de alimentos y producción de chicha.

Las construcciones ceremoniales. Al parecer uno de los principales propósitos para erigir este establecimiento inka fue la práctica ceremonial. En este sentido, El Shincal presenta muchos atractivos pero sin duda dos de los más imponentes son los cerros aterrazados que se ubican al este y oeste de la plaza. Se trata de dos elevaciones bajas, de no más de 25 metros desde el nivel de la plaza, aplanadas artificialmente en sus cimas, lo que implicó que muchos trabajadores removieran toneladas de tierra y piedra picada. Para acceder hasta lo más alto se construyeron dos escalinatas de cientos de peldaños, una completamente recta (cerro del este) y la otra ondulante (cerro del oeste). Al mismo tiempo, realzaron el aspecto monumental levantando muros sobre las laderas buscando la forma de un amurallado compacto. Se observan sutiles cambios de dirección de los muros provocando un efecto de zig-zag muy típico de la arquitectura de estilo inka.

El cerro del oeste presenta una mayor cantidad de elementos distintivos. En la cima se observa un gran bloque rocoso que fue apenas cortado y otras piedras más pequeñas ubicadas cerca. Este tipo de manifestación recuerda mucho las rocas tipo waka de la cosmología inka, es decir aquellas representaciones sagradas que se vinculan a los antepasados. Estas rocas estaban dotadas de poderes especiales. Otra manifestación muy llamativa es un mortero de varias oquedades, localizado hacia el borde norte. Pero no es posible que haya sido utilizado para moler maíz cotidianamente puesto que su ubicación en la altura lo vuelve sumamente incómodo. Se trataría nuevamente de un elemento de tipo sagrado, con seguridad objeto de rituales. En la base del cerro se encuentran unos pequeños andenes de cultivo que imitan, en escala reducida, las grandes construcciones sobre las laderas andinas. Los atraviesa un canal que transporta agua de una vertiente. Su tamaño reducido no garantizaría una producción agrícola importante sobre estas construcciones. Estaban dedicados a cultivos ceremoniales para personas de prestigio o deidades.

Una de las construcciones más importantes de todo el sitio es, sin duda, la gran plataforma ceremonial en medio de la plaza. El ushnu en la cosmovisión inka no sólo era un espacio físico donde el gobernante dirigía las actividades desarrolladas en la plaza. Se trataba de una especie de portal que conectaba el mundo de arriba hanan pacha, este mundo kay pacha y el mundo inferior uku pacha. Debido a su tamaño se infiere que el ushnu de El Shincal era uno de los de mayor jerarquía de todo el Qollasuyu. En el centro, enterrados a unos cuantos centímetros, aparece un conglomerado de rocas que ha servido como libadero para ofrendar chicha. También fueron enterradas y quemadas otras ofrendas, como vasijas, comida, semillas, objetos preciados de metal y mullu, un molusco bivalvo del Pacífico de alto valor simbólico.
Fuente: pueblosoriginarios.org

En la época hispano-indígena, los diaguitas se rebelaron varias veces contra el yugo español. Durante los levantamientos del siglo XVII, el ushnu de El Shincal se utilizó nuevamente como espacio para ofrendar a los dioses, quizás buscando protección y buen augurio para la guerra. Objetos indígenas fueron enterrados junto a restos de bienes españoles como vajilla, un birimbao, clavos e incluso cereales y frutos del viejo mundo. Los líderes locales, al mismo tiempo, buscaron legitimar su poder de unificación apelando a un pasado indígena glorioso como el representado muchas veces en los mitos sobre el Tawantinsuyu.
Fuente: Miradas al Sur. Año 6. Edición 284. Domingo 27 de Octubre de 2.013.
Esta lámina sobre el sitio arqueológico de Catamarca "El Shincal de Quimivil", sitio incáico, se distribuye a las escuelas que visitan el respectivo espacio en Tecnópolis. También se distribuirá en escuelas de Londres y Belén, que son las localidades más cercanas al sitio.



viernes, 16 de marzo de 2012

El Qhapag Ñan o Caminos del Inca.

El Qhapaq Ñan, «Vía principal o "El camino del Señor" o ”El camino andino principal”», Caminos del Inca o Caminos incas, es el nombre que se les da al extenso sistema de caminos, eje principal de la red viaria del Imperio inca. Todos los caminos del imperio se vinculaban con el Cusco, la capital imperial, de donde se desprenden una serie de caminos que unen los distintos pueblos del Imperio Inca. Durante el Tahuantinsuyo constituyó un medio de integración para el desarrollo de la cultura andina en los aspectos político–administrativo, socioeconómicos, sociales, culturales y ambientales. Fue usado por los conquistadores españoles para dirigirse a Bolivia, Chile y las pampas cordilleranas argentinas.

              El Qhapag Ñan o Caminos del Inca.
El Cápac Ñan salía del Cusco en cuatro direcciones: al norte Chinchaysuyo, ocupado por quechuas, yungas y chibchas; al sureste, Collasuyo, ocupado por aymaras y qollas; el Contisuyo, al suroeste, ocupado por pukinas, y el Antisuyo, al oriente, ocupado por lo santis (las actuales poblaciones nativas de la Amazonia).

El Cápac Ñan permitió la integración de estos pueblos y facilitó al inca el fácil acceso a los pueblos de toda la red del Qhapaq Ñan a través del intercambio de diversos productos, la transmisión de valores culturales, el acceso a los diferentes santuarios incaicos y el desarrollo de prácticas comunes. Fue además un símbolo del poder del Estado Inca que reflejaba su expansión a lo largo de la geografía sudamericana, llegando a abarcar seis países andinos actuales: Perú, Bolivia, Argentina, Chile, Ecuador y Colombia, y uniendo diferentes regiones que conformaban el Tawantin Suyu.

El Qhapaq Ñan constituía la carretera principal norte-sur, que posibilitaba el control económico y político del imperio inca. Con más de sesenta mil kilómetros de longitud, esta columna vertebral fue hábilmente construida por manos especialistas y puede ser comparada, por sus dimensiones, con la ruta de la seda o la Gran Muralla China.

El famoso Camino del Inca que une el valle sagrado de Cuzco con Machu Picchu, es sólo una parte mínima y tangencial de la gigantesca red de caminos incas.

Fuente: Wikipedia