Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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martes, 12 de julio de 2016

Plegaria Chipeva


Abuelo,
observa nuestras rencillas.
Sabemos que de toda la creación
sólo la familia humana
se ha apartado del camino sagrado.

Sabemos que somos los únicos
que estamos divididos
y los únicos que deben reunirse
para marchar por la vía sagrada.


Abuelo sagrado,
enséñanos amor, ternura, rectitud
para que podamos curar a la tierra
y curarnos a nosotros mismos.





Fuente: Guardianes Indios

sábado, 23 de abril de 2016

Abuelo Fuego


Abuelo Fuego que estás en el núcleo más íntegro de la energía espiritual de toda fuente universal, y que eres usado en ceremonias y ritos para purificar y transmutar.

Abuelo Fuego que eres sagrado, Corazón del Universo, eres en sí, el poder del Espíritu, la representación del despertar del alma, de la fuerza y el aliento vital, de toda chispa divina del alto astral.

Abuelo Fuego que eres la imagen del Gran Espíritu, tu hermosa luz se extiende en la eterna infinidad en tus alas de Águila. 


Abuelo Fuego Creador del Origen de toda existencia, sagrado elemento transformador por excelencia, que actúas sobre las bendiciones del agua cuando se vuelve vapor, en la hermana madera en suave engendradora ceniza, el metal se funde ante ti, el aire se consume y la Tierra cambia su composición.

Abuelo Fuego Corazón de Astro Rey y toda galaxia, haznos tus instrumentos desde tus latidos en el Corazón del Universo...

WakanTanka


Fuente: Blog Magia y Poder

miércoles, 10 de junio de 2015

Himno por la Morada Terrenal – Benito Ramos (Mbya Guaraní)


1
Nuestro Padre Ñamandú  Verdadero, el Primero:
Hé aquí que lo elevo y de lo envío aquello que he escuchado
sobre nuestro lecho de descanso.
busco fervor religioso en la casa de las plegarias,
canto, rezo, danzo,
me esfuerzo en alcanzar la condición perfecta.
Sobre tu inmensa morada terrenal,
aquéllos a quienes proveíste del emblema de la masculinidad,
aquéllas a quienes proveíste del emblema de la feminidad,
se esfuerzan en seguir permaneciendo (sobre la tierra)
y la tristeza de sus corazones

te cuento, para que la sientas, te la envío.



2
En consecuencia, ¿solamente para esto hablaste
en tu morada terrenal, con tu palabra la creaste,
para estar todos juntos en medio de toda clase de males,
por todos los lugares en que se asienta tu reflejo, el sol?
En consecuencia, los extranjeros, sólo ellos,
Mezquinan todo extremadamente.
Por eso, aquéllos a quienes proveíste del emblema de la masculinidad,
aquéllas a quienes proveíste del emblema de la feminidad,
aquellos pocos cuerpos (seres) que se animan
todavía a quedarse sobre la tierra,
no saben absolutamente en dónde
han de encender sus fuegos, por lo menos,
en dónde han de tener sus alegrías,
en dónde han de elevar sus fogatas sagradas.

3
Por consiguiente, hé aquí que estoy preguntándote otra vez
cuándo hablarás de nuevo sobre tu morada terrenal imperfecta
y viviremos otra vez felices.

4
Escucha… En virtud de esto,
hé aquí que en torno de nuestros fogones imperfectos
solamente acerca de estas cosas te contamos
y te lo enviamos.

5
En virtud de esto, sólo tú harás que bajen tus palabras
hasta el origen del entendimiento de los jefes extranjeros,
harás que bajen secretamente los enviados de los dioses Tupã
a conmover sus corazones.
Has que tengan fortaleza mis palabras,
Verdadero Padre Ñamandú, el Primero,
pronuncio estas plegarias para que tú las escuches.

6
Recién entonces (sabremos) en dónde,
En el lecho de qué bosque primigenios
tendremos espacio para encender nuestros fuegos,
mediante estas palabras que ahora me escuchas,
¡Verdadero Padre Ñamandú, el Primero!


7
Por este motivo, porque tú mismo lo dijiste:
“Después de mucho tiempo
los numerosos extranjeros van a venir entrando entre vosotros,
y vosotros vais a quedar detrás de las casas de los extranjeros,
vais a comer sus comidas no más ya,
vais a tener sus costumbres.
No vayáis a olvidaros de mí. Aunque esto sea así,
no tenéis que veros olvidándoos de mí”.

8
Por esto, a los que se quieren bien (quieren ser inmortales)
es que les mostraste su futuro camino hermoso.
Por consiguiente, de unos pocos que escuchan bien
se ven todavía sus cuerpos
y no quedarán convertidos en tierra
sino que alcanzarán el estado de la indestructibilidad.
Porque así lo dijiste es que me acuerdo (de tus mandamientos),
¡Nuestro Padre Ñanamdú Verdadero, el Primero!

Fuente: Lorenzo Ramos-Benito Ramos-Antonio Martínez. El Canto resplandeciente.
Ayvu Rendy Vera. Plegarias de los mbya-guaraní de Misiones.
Compilación, prólogo y notas de Carlos Martínez Gamba.
Biblioteca de Cultura Popular. Ediciones Del Sol. Bs. As. 1984, págs. 36-38.

Benito Ramos, ya fallecido, fue oriundo de “la zona de Ka ´aguasú (Paraguay), un mbya- guaraní del Guayrá, “de aquéllos cuyos textos míticos Cadogan recogió en su Ayvy Rapyta”, según comenta Martínez Gamba. Benito Ramos formó parte de uno de los flujos migratorios de mbya guaraníes que se asentaron en la provincia de Misiones. De hecho, la presencia contemporánea de parcialidades guaraníes en la Región, se inició con un flujo migratorio a fines del siglo XIX, y un segundo flujo hacia la segunda década del siglo XX, procedentes de la región oriental del Paraguay, en especial de la centro-oriental y de la llamada del Guayrá.




sábado, 1 de noviembre de 2014

Plegaria Indígena / Duelo



No te acerques a mi tumba sollozando.
No estoy allí. No duermo ahí.
Soy como mil vientos soplando.

Soy como un diamante en la nieve, brillando.
Soy la luz del sol sobre el grano dorado.
Soy la lluvia gentil del otoño esperado,

cuando despiertas en la tranquila mañana.


Soy la bandada de pájaros que trina,
soy también las estrellas que tilitan,
mientras cae la noche en tu ventana.
Por eso, no te acerques a mi tumba sollozando

No estoy allí. Yo no morí.