La
Cumbre Humanitaria Mundial de dos días, concluida este Martes 24 de Mayo de
2.016 en Estambul, logró hacer un fuerte llamado de atención sobre el
sufrimiento humano sin precedentes que soporta la población del planeta, pero
falló en atraer los fondos necesarios para aliviar la dramática situación.
Significativamente,
ninguno de los líderes del Grupo 7 países más ricos del mundo ni de los cinco
miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) concurrieron a esta ciudad turca, con la excepción
de la canciller alemana, Angela Merkel.
En
la clausura de la cumbre, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan,
y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, destacaron que la cita alcanzó
su principal objetivo: alertar a la conciencia del mundo sobre la creciente
crisis humanitaria. Pero también coincidieron en su fuerte “decepción” ante la
ausencia de los gobernantes de los países más poderosos.
Ambos
reiteraron su llamado a la solidaridad para ayudar a las personas más
vulnerables, pero ninguno pudo dar señal alguna de esperanza; 130 millones de
personas son víctimas de conflictos y desastres naturales y en aumento.
La
ausencia de los gobernantes del G-7 y de los países del Consejo de Seguridad
“no es una excusa para la inoperancia”, apuntó Ban. Los recursos necesarios
para salvar la vida de decenas de millones de seres humanos representan solo
uno por ciento del gasto militar mundial, añadió.
Ban
no expresó ningún optimismo respecto de que pronto terminen las guerras de
Siria, Yemen y Sudán del Sur, entre otros conflictos, y recordó que todos los
años, la ONU organiza una conferencia de donantes y que “los países se hartaron
de eso”.
También
subrayó que el actual 80 por ciento de los recursos humanitarios del foro
mundial se gastan en crisis provocadas por los seres humanos.
Por
su parte, Erdogan reiteró amenazas veladas a la Unión Europea (UE) al decir que
si el bloque no cumple con sus acuerdos con Ankara, la “ley de repatriados”, es
decir refugiados deportados de los países de la UE a Turquía, podría no ser
aprobada en el parlamento turco.
La
UE prometió a Turquía 3.000 millones de dólares en 2017, que se agregan a una
suma igual prometida en 2015, en el acuerdo que selló en marzo con Ankara para
que este país reciba a los refugiados que lleguen a Europa.
Por
su parte, la UE autorizará la entrada de ciudadanos turcos a los países
miembros del bloque sin visa, aunque la medida no se implementará en breve
porque ahora agregó una larga serie requisitos que deberá cumplir Turquía antes
de implementar la exoneración.
Un
fracaso político anticipado
Autoridades
de 173 países, entre ellos 55 jefes de estado y de gobierno, se comprometieron
a dar más de sí para ayudar a los 130 millones de personas que padecen los
conflictos y los desastres naturales.
Pero
las organizaciones humanitarias se preguntan con escepticismo si esos anuncios
derivarán en compromisos efectivos y si los fondos esperados se utilizarán de
forma correcta.
Jan
Egeland, secretario general del Consejo Noruego para Refugiados (NRC)
una gran organización con más de 5.000 trabajadores humanitarios en 25 países,
fue una de las voces más contundentes al respecto.
La
asistencia humanitaria no logra proteger a la población civil de la violencia,
observó Egeland, quien añadió que la ayuda debe ser más eficiente y más
rentable para no fallarle a quienes más la necesitan.
Según
Egeland, la asistencia humanitaria no llega a miles de víctimas en situación de
enorme vulnerabilidad. “En Faluya, Iraq, actualmente hay más de 50.000 civiles
asediados y a merced del Estado Islámico (EI)”, ejemplificó.
“Nadie
los ayuda, nadie llega hasta ellos”, alertó. “El gobierno iraquí no los ayuda y
las organizaciones humanitarias no tienen acceso”, remarcó.
Hay
miles y miles de personas como ellos en situaciones extremas, a las que nadie
accede. En Yemen, precisó Engeland, hay 20 millones de civiles con necesidades
acuciantes; además, las coaliciones respaldadas por países occidentales atacan
a poblaciones civiles.
Egeland
dijo que tiene esperanzas de que los gobernantes se pregunten si por lo menos
pueden dejar de distribuir armas, de dar dinero a los grupos armados que
sistemáticamente violan las leyes humanitarias y no bombardear hospitales y
escuelas ni abusar de mujeres niños y niñas.
Los
combatientes, ya sean fuerzas regulares, rebeldes, insurgentes u opositores,
siguen consiguiendo armas que utilizan para explotar hospitales y matar
civiles, alertó. “Pongamos en la lista negra a ese grupo armado, a ese ejército
y a ese gobierno”, sentenció.
“Faltan
gobiernos que también digan que respetarán el derecho humanitario y la
Convención de la ONU sobre los Refugiados, mantendrán las fronteras abiertas y
otorgarán derecho al sacrosanto asilo”, subrayó Egeland.
El
secretario general de (NRC) subrayó: “todas las fronteras deberían estar
abiertas (…) en Europa, en el Golfo y en Estados Unidos”.
“Como
europeos, cuando iniciamos la convención sobre los refugiados sentimos
realmente que el asilo era importante cuando lo necesitamos. ¿Por qué ahora no
creemos que siga siendo igual de importante cuando somos los destinatarios de
las solicitudes de asilo?”, preguntó a la audiencia.
Desde
2011 a 2013, Egeland fue director para Europa de la organización de derechos
humanos Human Rights Watch antes de integrarse al NRC, donde asumió como
secretario general en agosto de ese año. En 2006, la revista Time lo había colocado
entre las 100 “personas más influyentes del mundo”.
“Se
necesitan muchos más recursos (…), pero no resolverán el problema”, alertó
Francesco Rocca, vicepresidente de la Federación Internacional de las
Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
En
representación de 190 sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, Rocca
reclamó más apoyo para fortalecer a los actores locales y nacionales, que son
la clave de la solución.
“Fortalecer
la capacidad local y nacional tendrá un impacto”, destacó. “Y los escasos
recursos se han canalizado a través de actores locales clave o se invirtieron
en sus capacidades a largo plazo”, apuntó.
El
presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Peter Maurer, alertó:
“cuanto menos ayudemos en las zonas de conflicto, más personas se desplazarán”,
y “colocarlas en campamentos no es una solución”.
Traducido
por Verónica Firme
Fuente:
Inter Press Service - Estambul 24 de Mayo de 2.016