Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

Mostrando entradas con la etiqueta Carlos Martinez Sarasola. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Carlos Martinez Sarasola. Mostrar todas las entradas

martes, 7 de julio de 2020

Acta de la Independencia, originalmente fue traducida al quechua, al aymará y al guaraní



La Declaración de la Independencia Argentina "originariamente también se tradujo al guaraní, pero no se mandaron las impresiones porque Buenos Aires estaba en conflicto con la zona del litoral y desde esa región no enviaron congresales".

El Acta de Independencia de las Provincias Unidas de Sud-América sancionada en el histórico Congreso de Tucumán en 1816, escrita en idioma español, fue traducida al quechua, aymará y guaraní para divulgarla entre la población criolla y aborigen de la región y sumarlos a la lucha contra la corona española.

«En ese momento los representantes de las provincias unidas tenían conflicto con Artigas, por lo que no hubo contacto entre el congreso y las provincias del Litoral, por lo que no se pudieron enviar los ejemplares traducidos al guaraní a la población de las misiones jesuíticas y al pueblo guaraní«, según testimonia el antropólogo Carlos Martinez Sarasola.

El gobierno «recién entablaba una relación más estrecha con los pueblos aborígenes de La Pampa, Patagonia y Cuyo que hablaban ‘mapuzdungun’ (idioma mapuche)» -indicó el antropólogo y añadió que la Declaración «no fue traducida a esa lengua ni a otras de otros pueblos originarios excepto las ya mencionadas».

No fue el primer caso en que se tradujo un acta o ley al idioma de un pueblo originario. «Hay un antecedente de la Asamblea del Año XIII, que aprobó la Ley de Abolición de la esclavitud, la mita y el yanaconazgo, y esa ley se tradujo al quechua como forma de difundirla a los pueblos indígenas del norte, teniendo en cuenta también que en el Virreinato del Perú había un gran asentamiento de la colonia y de criollos, y Buenos Aires tenía influencia en toda esta zona», explicó en su momento Carlos Martinez Sarasola.

«San Martín llevó la declaración de la independencia a Perú e hizo una proclama en 1829, que los independentistas de ese país la tradujeron al quechua. En esos primeros momentos se intentaba plasmar la preexistencia y la convivencia con los pueblos originarios».

Las actas se redactaron a dos columnas, en castellano y en lengua indígena, y se publicaron por primera vez en dos periódicos porteños, la Gazeta de Buenos Aires, el 17 de agosto de 1816, y en El Redactor del Congreso, seis días después.

Fuente: Agencia Telam (Año 2.015)



lunes, 6 de abril de 2020

Chamanismo y plantas sagradas


El término chamán (castellanización del inglés shaman), es de origen siberiano- tungus (samán). Su significado alude a la idea de movimiento, de agitación corporal (Narby 1997:151) y su uso se ha extendido a partir de la literatura antropológica a prácticamente a todas las culturas indígenas del mundo.

Si bien cada grupo indígena tiene su propia denominación para aquellas personas que tienen el rol de ser el puente entre la comunidad y los otros planos y dimensiones de realidad, la palabra chamán se ha universalizado.

Se accede a esta jerarquía por transmisión hereditaria, revelación o aprendizaje. Dominan “las técnicas arcaicas del éxtasis” (Eliade 1951) por las cuales tienen la capacidad de viajar –a través del llamado “vuelo chamánico”- entre los mundos, ya que en esta concepción, la realidad es una totalidad integrada por distintos mundos contiguos (Costa 2003:24) Los chamanes poseen este don de viajar que los hace diferentes y únicos. Son los encargados de curar, pero muchas veces también predicen el futuro, dirigen las ceremonias y son los sabios consejeros, porque custodian la cosmovisión que explica el misterio de los hombres y del mundo.

La antigüedad de esta práctica es milenaria y en la actualidad está plenamente vigente en centenares de pueblos originarios. Algunos investigadores sugieren el término “chamanidad” -más bien que el tradicional de “chamanismo”- para definir lo que es antes que una actividad un estado del espíritu (Vitebsky 1995 en Costa 2003:10).

Desde un principio, mis primeras experiencias de campo como antropólogo me confrontaron con estas situaciones. Esos trabajos los llevé a cabo a mediados de la década de los años setenta en el noroeste de la Argentina, en la zona del denominado “Chaco-salteño”. Me encontré por entonces con un universo muy distinto al mío, poblado de espíritus acechantes, lleno de incertidumbres y peligros, con poderes desconocidos. Por primera vez estas experiencias cuestionaban seriamente mi forma de ver el mundo y la vida.

Por aquellos días pletóricos de impresiones primordiales, presencié una cura chamánica, del tipo de la que los antropólogos conocemos tradicionalmente como “cura por succión” ¹ con lo que recibí un nuevo impacto, todavía más fuerte y que tenía que ver con el darme cuenta que podían existir otras formas de conocimiento. El anciano chamán –un ipayé ² de origen ava-guaraní o chiriguano- ejercía su poder de “ver” al paciente.

Por medio de este poder, el chamán “veía” en las profundidades de la persona, en su interior y lo hacía de manera tal que podía identificar la enfermedad, dado que para su concepción, esta era un objeto que se alojaba en alguna parte del cuerpo y que una vez detectado, a través de una serie de técnicas y con la ayuda de sus espíritus auxiliares, el estaría en condiciones de extraerlo y por lo tanto, curar a la persona. Efectivamente, todo esto fue lo que sucedió. En aquellos años de mi estancia como profesor e investigador en la Universidad Nacional de Salta, tuve la suerte de compartir experiencias de campo con el filósofo Rodolfo Kusch, un extraordinario conocedor de los pueblos andinos y su cosmovisión. El me acercó también a ese mundo que empecé a dimensionar en toda su importancia.

Simultáneamente habían llegado a mis manos las primeras obras de Carlos Castaneda, que generaron en la década del setenta un gran debate acerca de la veracidad de lo relatado en esos primeros textos, y que se extendió a la propia antropología. Esa obra también tuvo en mí un especial impacto no tanto por saber si lo relatado por el controvertido autor era auténtico, sino porque me atrajo esa noción que utilizaba de la realidad, concebida como algo muy distinto a lo que hasta entonces yo entendía como válida. Poco tiempo después, mis incursiones en la Antropología Filosófica a través de una cátedra en la Universidad del Salvador, me llevaron a profundizar en la idea del hombre en el pensamiento original americano. Investigué entonces en fuentes, crónicas y códices pero también en historiadores de las religiones como Mircea Eliade o G.Van der Leeuw y antropólogos como Radin, Soustelle, Sejourné y otros, que me abrieron una vez más el panorama respecto a esas otras formas de estar en el mundo.

Ya en la década del ochenta creamos y codirigimos junto con Ricardo Santillán Güemes “Cultura Casa del Hombre”, una revista antropológica que incursionó a través de algunos de sus artículos en estas cuestiones. Fue también por ese entonces que me aproximé al estudio de los arquetipos de C.G.Jung de la mano del profesor Abraham Haber e indagué en otras búsquedas con pensadores como Eduardo A. Azcuy, un pionero en la Argentina de la confluencia de los nuevos paradigmas científicos, las tradiciones herméticas, el simbolismo y los fenómenos anómalos asociados a la luz.

Hacia mediados de los años noventa comencé, junto a otros colegas y en los marcos del Programa de Etnomedicina de la Fundación desdeAmérica, a investigar más detenidamente en el chamanismo y las plantas “sagradas” o “maestras”, conocidas también como psicoactivas o “enteógenos”³; tuve entonces la posibilidad de participaren ceremonias dirigidas por curanderos4 o “médicos vegetalistas” shipibo-conibo y asháninka de la Amazonia peruana. Esas experiencias me retrotrajeron a aquellas primeras aproximaciones a las profundidades del mundo indígena que había vivido en mis inicios como antropólogo en aquella comunidad de chiriguanos en el extremo Norte del país: revalorizaba el hecho chamánico al contactar físicamente con él y me acercaba a uno de los fundamentos en que se asentaba la cosmovisión originaria.

Recién entonces pude empezar a aceptar la posibilidad de que la naturaleza es un lugar al que se le debe un respeto que mucho tiene de sacralidad; que lo que tradicionalmente entendemos por realidad es algo mucho más complejo, con planos y dimensiones diferentes, en donde conviven multitud de seres y situaciones extrañas y a los que se puede acceder a través de experiencias de ampliación de consciencia que los indígenas –especialmente los chamanes- conocen acabadamente, herederos de una sabiduría milenaria: es lo que suele denominarse por algunos autores como “el mundo invisible”, o simplemente, “lo Invisible” (Servier 1970: 9-10)

Lo que entiendo luego de mis años de experiencia e investigación en el campo del chamanismo y las plantas sagradas, es que la ingesta de estos vegetales así como los rituales asociados a ellos, permiten tanto al chamán como al paciente tomar contacto con el mundo invisible y los seres y situaciones que en el habitan; en el caso particular del chamán se agrega la capacidad para viajar por esos mundos y tomar de ellos los poderes, la información y las claves que necesitará – una vez de regreso- en el proceso de diagnóstico y curación de la enfermedad. Una de las máximas habilidades del chamán es precisamente la de regresar, porque no sólo es importante viajar por las otras realidades, sino el saber volver a este mundo.

En aquella comunidad de chiriguanos que menciono al principio, el bosque que la circundaba estaba habitado por seres y espíritus de los cuales había que cuidarse, especialmente al caer las primeras sombras de la noche. Entre los mocovíes hay un concepto que es el de nayic, son las sendas que van desde sus poblados hasta el monte; “son caminos que parten de lo conocido y se internan en regiones desconocidas, extrañas, peligrosas. Permiten desde el mundo de lo humano internarse en un mundo no humano, en el monte” (López y Campano 2005: 5).

Finalmente, la percepción de un cambio de perspectiva en el movimiento indígena americano respecto a la revalorización de su espiritualidad y mi participación creciente tanto en Argentina como en otros países del continente en ceremonias de diferentes grupos indígenas, contribuyeron a mi convicción de la importancia de la cosmovisión originaria, el chamanismo y el mundo invisible, campos entrelazados que expresan una manera distinta de conocer, y de curar.

1- La persona encargada de la curación literalmente “chupa” al paciente en la zona adonde ha ubicado al mal, que toma la forma de un objeto, y lo extrae.

2 - Denominación que los ava­guaraní dan a los curadores “benéficos”.

3- Utilizo indistintamente cualquiera de estos cuatro términos para referirme a estas plantas, y especialmente el de “sagradas” porque es la acepción más utilizadas por los propios indígenas. Hace años ya que rechazo el término “alucinógenos” que muchos investigadores y colegas aún utilizan en la Argentina, confundiendo la connotación patológica que ese término tiene, con el sentido espiritual, ceremonial y curativo que por el contrario, el uso de estos vegetales tiene entre los indígenas. Para profundizar en este tema recomiendo la lectura de nuestro trabajo “Principales plantas sagradas de Sudamérica”. En: Llamazares y Martínez Sarasola, Op.Cit., 2004, pp. 259­285

4- En otros países como Perú, la acepción que se le da al término “curandero” no es como la que conocemos en la Argentina, vinculado a la “charlatanería”. Allí el curandero es la persona de origen indígena o mestizo que cura haciendo uso de la sabiduría y las técnicas ancestrales, especialmente la de las plantas maestras.

Por El Orejiverde

Fuente: MARTÍNEZ SARASOLA, Carlos.2010. De manera sagrada y en celebración. Identidad, cosmovisión y espiritualidad de los pueblos indígenas. Buenos Aires, Biblos. Capítulos 3 y 5
Fecha: 24/02/2020


miércoles, 30 de mayo de 2018

Carlos Martinez Sarasola, fallecimiento...Buen viaje Maestro!


Tremenda mala noticia, se fue Carlos Martinez Sarasola. Fue un antropologo atípico, dedicado a la difusión del conocimiento antropológico, particularmente el referido a los Pueblos Originarios que habitan la Argentina.

Su libro "Nuestros Paisanos los Indios" con incontables ediciones, es un manual ineludible con el que se formaron varias de generaciones de docentes, alumnos y gente interesada en el tema.


Además su colaboración directa con las comunidades, su programa de radio, todos sus otros libros, el portal El Orejiverde, sus charlas y conferencias ocuparon un espacio indispensable.

Se lo va a extrañar mucho, muchísimo Maestro.



jueves, 9 de noviembre de 2017

Pueblos Originarios: Valores y Buen Vivir


Escrito por Carlos Martinez Sarasola

En los últimos meses los pueblos indígenas han pasado a un primer plano como hace mucho tiempo no ocurría en la Argentina. Desgraciadamente, ello sucedió a raíz de conflictos territoriales en diversas comunidades, en cuyo marco se produjo la desaparición y muerte de Santiago Maldonado, como hecho de máxima gravedad.
A estos críticos acontecimientos se agregaron los reclamos indígenas y los debates parlamentarios relacionados con la prórroga de la ley 26160 de emergencia territorial, los que hoy continúan, desnudando una de las más grandes deudas históricas del Estado argentino para con los pueblos originarios: la no resolución de la propiedad comunitaria de sus tierras y territorios, un anacronismo inadmisible en pleno siglo XXI.

Estos sucesos -sin negar su presencia y suma importancia- me llevan a reflexionar que una vez más los indígenas son visibilizados en general por buena parte de los medios y la sociedad, como asociados a desgracias, carencias, vulnerabilidad, discriminación, victimización o violencia . Peor aún, muchas veces estas miradas se deslizan hacia desvalorizaciones y generalizaciones peligrosas que han llevado en los últimos meses a la reaparición de voces racistas y anti indígenas.

Sin embargo, a contracorriente de este panorama que al hacer foco en los problemas crónicos que aún subsisten solo suma confusión y desconocimiento, los pueblos indígenas nos muestran otra faceta sugestivamente poco difundida: su gran riqueza fundada en valores que están vigentes y activos, y que constituyen la base de muchos de sus logros actuales.

El cuidado de la Madre Tierra; el respeto por los mayores y los niños; el despliegue de una profunda espiritualidad ; la conexión con el Universo; el sentido comunitario de la vida, son algunos de esos valores que han posibilitado a los originarios sostenerse en el eje de sus identidades y desde ahí desplegar sus culturas y cosmovisiones.

Ese despliegue incluye una nueva agenda en la que los originarios proponen un conjunto de temas novedosos -además de las clásicas reivindicaciones- producto de un empoderamiento creciente que muchas veces no se ve, pero está.

En toda América se están dando procesos muy diversos y positivos al interior del mundo indígena, tales como las renovadas y crecientes autoidentificaciones identitarias; el desarrollo de la espiritualidad originaria; el reestablecimiento de los ciclos ceremoniales; la revalorización de la cocina ancestral; la revitalización de las artes tradicionales; la reivindicación de los derechos intelectuales, por mencionar solo algunos. Un importante y creciente número de líderes, escritores, artistas, comunicadores y profesionales indígenas interactúan además en múltiples espacios de convergencias e interculturalidad, desde foros nacionales e internacionales hasta ámbitos estatales y privados, ocupando lugares donde sus voces son necesariamente escuchadas. Si tuviéramos que sintetizar toda esta auspiciosa dinámica mencionaríamos a modo de ejemplo el Buen Vivir/Vivir Bien, el Sumak Kawsay/Suma Qamaña de los pueblos quechuas y aymaras; una propuesta referida a la vida plena que tiene su base en los valores y las cosmovisiones andinas –aunque con modelos muy semejantes en muchos otros pueblos- y que hoy tiene rango constitucional en países como Ecuador y Bolivia, novedoso aporte para todas las personas, sean ellas indígenas o no.

Los pueblos originarios son mucho más que malas noticias. Y pienso que una de las tareas que desde las ciencias sociales, medios de comunicación y demás ámbitos relacionados tenemos por delante, es el de contribuir a visibilizar los logros y mensajes que estos pueblos nos muestran. Ello posibilitará el presentar una perspectiva mucho más amplia y real sobre ellos, así como ofrecer una visión esperanzadora, más aún cuando son los indígenas con su ejemplo de vida, los que nos siguen trasmitiendo el inapreciable valor de la diversidad.

Carlos Martínez Sarasola es antropólogo y autor de varios libros. Docente investigador de IDEIA-UNTREF. Director de El Orejiverde.

Fuente: Diario Clarín - 9 de Noviembre de 2.017

Arte Guaraní: Fotografía de Natalia Guerrero para el Diario El Territorio

lunes, 2 de enero de 2017

Las lágrimas de la Luna


El satélite de la Tierra está más cerca que nunca desde 1948, fenómeno que se repetirá recién en 2034. Para los pueblos originarios es un ser del Universo lleno de misterios y enseñanzas

Cuentan los antiguos relatos mapuches que la Luna (Kuyé, Kiyen) después de una gran disputa con el Sol derramó sus lágrimas, las que de tan ardientes se convirtieron en plata. Entonces los mapuches la recogieron, la cuidaron y la hicieron perdurar a través de las fabulosas formas de su platería.

Las metáforas de la platería indígena
La idea de la plata que como lágrimas de la Luna fueron un legado del Cielo a los mapuches, la “gente de la Tierra”, nos habla de la trascendencia de este cuerpo celeste en las cosmovisiones originarias, que incluyen una importante gama de significados alrededor de “lo lunar”, como la expresión cósmica de lo cíclico y su influjo de fertilidad y de “lo femenino” como expresión humana por excelencia de la fuerza vital generativa, manifestada en la capacidad de la mujer para la procreación, la nutrición y el cuidado de la descendencia.

Según las palabras de la artista Beatriz Pichi Malén, “la Luna cumple un rol fundamental en la vida mapuche, es uno de los astros que rige todo lo que es femenino, lo que es hembra, el fruto, la semilla, la tierra, los ciclos. La vinculación entre la Luna y la platería es absoluta, por eso es la mujer y no el hombre la que la usa en su cuerpo”

Por otro lado, la luz blanquecina de la Luna que ilumina tenuemente el misterio nocturno y que la mujer espejea gracias a cubrirse con plata, nos remite a otro plano de la asociación aún más profundo: el de la condición natural de lo femenino para la percepción y el conocimiento de lo oculto, lo cual se refuerza particularmente en el pueblo mapuche por el hecho de que el rol de chamán (en este caso la machi) lo desempeñan mayoritariamente las mujeres.

El pueblo de la luna y el berá
Los charrúas ocupaban hacia el siglo XVI la actual provincia de Entre Ríos en Argentina, el sur de Rio Grande do Sul en Brasil y el hoy territorio uruguayo. Iban y venían por los que Danilo Antón llamó el Pirí Guazú, “la gran toldería” ya que los actuales límites de países o provincias para ellos no existían. Intercambiaban no sólo entre los distintos grupos sino también con los guaraníes, los grandes viajeros de la región, los hermanos del Chaco y probablemente con los querandíes.

Fueron originariamente cazadores y recolectores que compartieron muchas costumbres con los tehuelches, incluyendo importantes aspectos de su cosmovisión. En tiempos más recientes incorporaron actividades de agricultura, que realizaban en un sólo gran plantío, en donde nada quedaba afuera, y no se consideraba a ninguna planta como maleza. Aún hoy se dice que "toda plantita sirve, si no es para comer, es para curar, o para aromatizar..." La tradición hacía sembrar "todo junto" (....) : "la yerba junto a los zapallitos, o la calabaza matera, al tabaquito indio, a la mandioca, a la lucera, la carqueja, el tala, la tuna, el espinillo..."

La Guidaí o la Luna era la Gran Abuela, a quien presentaban a los niños recién nacidos para que pudieran crecer sanos y el Berá o nandú era el animal sagrado, cuya pata vive hoy en la Cruz del Sur, como en el mito tehuelche y mapuche que dice en una de sus versiones que las estrellas son sus antepasados y que allá en el cielo cazan como lo hacían en la Tierra. Su territorio es la Calle de los Cuentos (Repu Epeu), llamada también el Rio del Cielo (Huenu Leufú, la Via Láctea) en donde viven los ñandúes que han huido de los cazadores terrestres. La señal de su presencia es el Penon Choike o Cruz del Sur, que simboliza la huella de su pata en el firmamento.


El sagrado color blanco, el brillo y El luna
Mama Quilla (Madre Luna) para los incas; Coyolxauhqui (‘la adornada de cascabeles’) para los mexica, nahuas o aztecas; Ixchel (la Mujer Arco Iris) para los mayas, síntesis del amor, la gestación, los trabajos textiles y la medicina; Hanwi, para los lakota, la que representa los ciclos de la vida y lo sobrenatural de las mujeres….podríamos seguir así en decenas y decenas de pueblos indígenas para quienes la Luna es una deidad que resume la blancura - el color sagrado por excelencia- el brillo, con su carga de potencia estética y cosmovisional, lo circular como símbolo de la totalidad.

Una potencialidad que generalmente la liga a lo femenino pero que en algunos casos y tal como sucede habitualmente entre los pueblos originarios -para quienes las cosas pueden ser de una manera y de otra al mismo tiempo- puede también pertenecer al ámbito de lo masculino, como de hecho en algunos pueblos es “el Señor Luna” o simplemente “el Luna”. En las comunidades indígenas de las pampas, la platería que se elaboraba tenia un destino bien masculino: eran piezas para el hombre y para el caballo, con lo cual, “las lágrimas de la luna” quedaban así asociadas a los hombres.

Sea como sea, este excepcional fenómeno astronómico en que la Luna se acerca como nunca a la Tierra y a nosotros, sirve también para hacernos presente que desde las cosmovisiones ancestrales el Universo puede enviarnos mensajes que es bueno que escuchemos y sintamos. Como ese que nos dice que un día la Luna lloró y sus lágrimas enseñaron junto con el arte sagrado de la platería, el poder ser un poco mejores seres humanos, más sensibles y conectados con la inmensidad que nos rodea.

Fuentes: 
El Orejiverde
Martínez Sarasola, Carlos. 2010. De manera sagrada y en celebración, Bs As, Biblos, Cap.3 
Llamazares, Ana Maria, C.Martínez Sarasola y T.Pereda, 2004. Los que movían el metal. En: El lenguaje de los dioses, Bs As, Biblos, pp. 159-198
Martínez Sarasola, Carlos. 2000. Lágrimas de la Luna En:
FMR, 56:111-128; Milano, Italia 
Fecha: 15 de Noviembre de 2.016

domingo, 3 de julio de 2016

Pueblos Originarios: apoyaron la Independencia pero luego fueron negados y perseguidos


LOS PUEBLOS ORIGINARIOS, HABITANTES PREEXISTENTES AL PRIMER POBLAMIENTO EUROPEO Y ORGANIZACIÓN ESTATAL, FUERON PARTE IMPORTANTE DEL PROCESO QUE HACE 200 AÑOS LLEVÓ A LA ARGENTINA A SU DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA, Y A PESAR DE HABER SIDO RECONOCIDOS Y RESPETADOS POR LOS PRÓCERES DE AQUELLA GESTA, DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA NUEVA NACIÓN PASARON A SER VÍCTIMAS DE PERSECUCIÓN, QUE ALGUNOS HISTORIADORES CALIFICARON DE GENOCIDIO, Y EL DESPOJO DE SUS TIERRAS.

Los pueblos originarios, habitantes preexistentes al primer poblamiento europeo y organización estatal, fueron parte importante del proceso que hace 200 años llevó a la Argentina a su declaración de Independencia, y a pesar de haber sido reconocidos y respetados por los próceres de aquella gesta, durante los primeros años de la nueva Nación pasaron a ser víctimas de persecución, que algunos historiadores calificaron de genocidio, y el despojo de sus tierras.

Se trata de decenas de etnias que habitan desde hace siglos el actual territorio nacional, aún en las regiones de duras condiciones geográficas y climáticas como el Altiplano y la Patagonia austral, y que a principios del siglo XIX coexistieron y hasta colaboraron con los criollos en el proceso liberador de España.

Esta historia se plasmó en la Declaración de Independencia del 9 de julio de 1816, impresa en numerosos ejemplares bilingües, que fueron distribuidos en español -en la columna izquierda- y quechua -en la derecha- o en aymara.

El Congreso de Tucumán también encargó una traducción al guaraní, pueblo de amplia presencia en el norte argentino y Paraguay, pero no llegó a imprimirse oficialmente.

“Durante el siglo XIX hubo algunos períodos distintivos a tener en cuenta, como el lapso entre 1810 y 1820, cuando los primeros patriotas y los grandes personajes de la Independencia, como Moreno, Castelli, Belgrano, San Martín, Artigas y Güemes, pensaron un país con los pueblos indígenas”, destacó a Télam el antropólogo Carlos Martínez Sarasola.

Sarasola, uno de los principales investigadores de la cuestión indígena en el país, autor de numerosos y diversos libros sobre la temática, agregó que “a partir de 1820 comenzó a revertirse con políticas estatales encaminadas al genocidio. Salvo excepciones como la de Juan Manuel de Rosas, en algunos momentos, y períodos en los que se buscó una articulación entre criollos e indígenas con tratados y acuerdos circunstanciales”.


Es muy conocida por una profusa bibliografía y documentación la propuesta presentada en el Congreso de Tucumán por Manuel Belgrano, en sintonía con José de San Martín y con Martín Miguel de Güemes, de adoptar una “monarquía atemperada”, parlamentaria, como forma de gobierno de las Provincias Unidas.

Este imperio, inspirado en el Inca, tendría su capital en el Cuzco y la corona sería entregada a un descendiente de la “casa de los Incas”, posiblemente a Juan Bautista Túpac Amaru, el anciano hermano menor de José Gabriel Túpac Amaru, líder del levantamiento de 1780, considerado una leyenda en la lucha de emancipación de España.

El abogado Darío Rodríguez Duch, histórico defensor de habitantes mapuches de territorios ancestrales de Río Negro y Chubut en juicios contra desalojos impulsados por terratenientes, recordó que en la guerra de la independencia los pueblos originarios “también tuvieron un rol activo en favor de los revolucionarios”.

“Entre los gauchos de Güemes y los que lucharon junto a Belgrano hubo muchos indígenas. Incluso San Martín, cuando estaba a punto de cruzar los Andes, se reunió con los lonkos (jefes) mapuches en Mendoza y los consultó para pasar por su territorio rumbo a Chile. Los líderes indígenas debatieron en un consejo de lonkos, lo autorizaron e hicieron de guías”, relató.

Sin embargo esta afinidad de originarios y criollos no había tenido representación personal en el Congreso de 1816. Ninguno de los congresales y representantes que firmaron la Declaración fue de origen indígena. Ni siquiera entre los enviados de la provincia de Charcas, con pueblos originarios entre sus habitantes, o zonas del Alto Perú con predominio de chichas y mizque.

El cambio de visión política ante los originarios en la construcción de la Nación se profundizó a mediados del siglo XIX y tiene su punto de inflexión en la campaña militar a la Patagonia, definida como Conquista del Desierto, entre 1878 y 1885, comandada por el general Julio A. Roca.

En su libro "La Argentina de los caciques. O el país que no fue", Sarasola sostuvo que los grandes líderes indígenas de la región pampeana y la patagónica “hasta último momento y más allá de las violencias de la época, intentaron coexistir y convivir con la nueva sociedad en formación, en la medida en que fueran respetados sus derechos. Pero el plan de Roca y de la generación del ’80, que repensó a la Argentina y culminó con la toma de sus territorios, terminó definitivamente con aquella posibilidad”.

Investigadores como Sarasola, Walter del Río (Universidad Nacional de Río Negro) y Osvaldo Bayer, entre otros, coincidieron en definir esa campaña como un genocidio, porque además de los crímenes en combate y ejecuciones, generó campos de concentración y muerte para miles de familias completas, y destierros de hombres, mujeres y niños a Buenos Aires y otros lugares donde eran entregados como esclavos.

Sarasola también recordó que decenas de originarios, entre ellos algunos jefes y sus familias, fueron entregados al explorador y creador del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, donde fueron exhibidos en forma humillante, despojados de su cultura y terminaron muriendo.

“Durante el siglo XIX hubo algunos períodos distintivos a tener en cuenta, como el lapso entre 1810 y 1820, cuando los primeros patriotas y los grandes personajes de la Independencia, como Moreno, Castelli, Belgrano, San Martín, Artigas y Güemes, pensaron un país con los pueblos indígenas”, Carlos Martínez Sarasola, antropólogo.

El investigador explicó que todas estas acciones buscaron quitarles las tierras, la negación de su condición de pobladores anteriores al Estado nacional y la invisibilización de sus culturas.
Investigadores y organizaciones afines a la temática coincidieron en que este proceso de negación comenzó a revertirse recién en los años 80 del siglo pasado, en sintonía con los cambios políticos producidos en toda América latina.
Sarasola señaló que “el gran punto de inflexión fue en 1992, con el quinto centenario (de la llegada de Colón a América), cuando hubo un ‘ponerse de pie’ indígena que continúa con la defensa de la conquista de derechos, el fortalecimiento identitario a través de sus cosmovisiones y espiritualidad”.

Darío Rodríguez Duch, especialista en temas de derecho de los pueblos originarios, precisó que esta nueva época para estos pobladores “tuvo un hito que fue la Constitución Nacional de 1994, que en su artículo 75 inciso 17, reconoció la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos”.

“Fue el único artículo aprobado por unanimidad y aclamación. Además de emocionante fue una revolución a nivel latinoamericano y mundial”, afirmó, y agregó que en 1989 “hubo otro avance fundamental: la adhesión al Convenio 169 de la OIT (sobre sobre pueblos indígenas y tribales), que el país ratificó por ley nacional”.

Estas normas cambiaron la suerte de los indígenas que luchaban en los tribunales contra expulsiones ilegítimas e ilegales, y luego surgieron otras -nacionales, provinciales y municipales- que iniciaron un proceso reparador en cuanto a derechos, respeto a su cosmovisión y culturas ancestrales y recuperación territorial.

Todos reconocen a este proceso como muy destacado en Argentina, aunque lento en relación a los intereses vitales vinculados a las necesidades sociales y defensa de los derechos humanos que promueven las organizaciones indigenistas.

Escrito: Daniel Lorenzo para Agencia Telam el 3 de Julio de 2.016

lunes, 20 de junio de 2016

Año Nuevo Indígenas: Pueblos Originarios próximos a la Celebración / Solsticio de Invierno/Inti Raymi


Esta semana se conmemora en centenares de comunidades originarias del Hemisferio Sur de América un Nuevo Ciclo Anual coincidente con el Solsticio de Invierno.

Ciclos naturales, ritmos cósmicos y energía: el Intiq Raymin del mundo andino.

Las culturas agrícolas observaron que la vida renacía después del invierno; que las plantas florecían en primavera y fructificaban en verano; que el Sol daba su calor y su energía a todas las formas vivientes. Los incas, asentados en el hemisferio sur del planeta, celebraron con el Intiq Raymin (Intiq, Sol; Raymin, la Fiesta) el momento en que el Padre Sol ( Tayta Inti ) iniciaba su marcha hacia el Sur para calentar esta parte del mundo, entre el 21 y el 24 de junio. La ciencia conoce a este fenómeno como el solsticio (Sol quieto) de invierno, la noche más larga del año. Para los pueblos originarios era el momento en que los ciclos de la naturaleza y del cosmos recargaban su energía, para reiniciar renovados, el Nuevo Tiempo.

Desde entonces todos los pueblos andinos tributan respeto y reconocimiento al Sol como principal fuente de la vida, celebrando al mismo tiempo el comienzo de un nuevo año (Musoq Wata), coincidente con el solsticio. Según su calendario, estos pueblos atraviesan hoy el año 5524, ya que su cronología se origina en el centro sagrado de Tiwanaku y cada milenio corresponde a un Sol. A partir de la llegada de los conquistadores españoles transcurre el Quinto Sol, o sea, los últimos quinientos veinticuatro años.

El calendario andino se basa así en el movimiento del Tayta Inti que determina la sucesión de las estaciones, y se compone de doce meses lunares más una cantidad de días complementarios, todo lo cual es representado con la Chakana, que preside el ciclo ceremonial. La Chakana o “Cruz andina” es la Constelación del Sur –conocida como la Cruz del Sur-, y es una síntesis de la cosmovisión andina: es la unión del cielo y la tierra y reúne a los principios femenino (Urin Saya) y masculino (Hanan Saya), exponentes de la Dualidad. Organiza a las cuatro estaciones, a las ceremonias y sus fechas. Expresa la idea del tiempo circular y sagrado, muy distinto al tiempo cronológico occidental; es un tiempo que se renueva a si mismo, a la naturaleza, a los hombres y al Universo a través de las ceremonias, rituales y festividades.

El mes de junio se llama Intiq Raymin y en el día 21 que coincide con el solsticio de invierno y con la aparición en el cielo de la constelación de las Pléyades (“Las siete cabritas” según los incas) se realizaba -y se realiza- la celebración que lleva el mismo nombre. Se hacen ofrendas al Tayta Inti para propiciar la continuidad y renovación de la vida, para que sus rayos sigan brillando y aseguren buenas cosechas y salud para todos los seres vivientes. Como en todas las ceremonias, el hombre cumple el rol de ayudar a sostener el equilibrio del cosmos, uniendo al cielo y la tierra.

Wiñoy Xipantv ó el Nuevo Ciclo de la Vida mapuche
Esta conmemoración del Año Nuevo se extiende a otros pueblos como el mapuche, para el cual el calendario gregoriano no alcanza a determinar con exactitud el momento preciso del cambio de ciclo que si sus Mayores indicaron: el Wiñoy Xipantv (en mapudungun “nueva salida del Sol y la Luna”), momento en que las señales de la naturaleza indican que el Ciclo de la Vida se renueva

“Nuestras comunidades o Lof, realizan su celebración al interior de sus territorios, en el día indicado cada año. Como organización, hemos tomado el día 24 de Junio, para anteponerlo al santoral impuesto sobre esa fecha. Lo hemos declarado Día Nacional Mapuche e invitamos a la sociedad criolla a reivindicarlo como una celebración de la naturaleza que convoca a mapuce y no mapuce” afrrman desde la Confederación Mapuche del Neuquén.

“De allí” -continúan- “que planteamos que sea un feriado general, para que cada familia de este lugar del hemisferio sur podamos celebrarlo y no sea una fiesta excluyente de la gran población criolla. La manifestación de vida que expresa la naturaleza y el conjunto de todas las vidas (Ixofijmogen), no es hacia los mapuce en particular. Es un llamado para todos aquellos que creen que hay un orden y leyes naturales que deben conducir la conducta humana y se deben respetar y defender ante los patrones antropocéntricos, consumistas e individualista de un sistema que devasta todo a su paso”.


Celebraciones en la Argentina
En muchas comunidades -especialmentre de origen andino y mapuche, porque pueblos como el guaraní o gününa küna (tehuelches) tienen su celebración en el mes de septiembre, con la primavera- y también en centros urbanos a lo largo y ancho del pais, se celebra el Año Nuevo Indigena. Durante toda la semana los lectores de ElOrejiverde podrán informarse de alguna de estas actividades, incluidas también en la Agenda .

En la ciudad de Guaymallén, Mendoza, por ejemplo, se celebra el Intiq Raymi y el municipio acompaña con una serie de actividades como el izamiento de la Whipala, la bandera andina que flameará en la explanada municipal, y que ya fue izada por representantes de los pueblos originarios y autoridades municipales. Habrá talleres y espectáculos, entre ellos un taller-debate titulado "La historia de Guaymallén desde la perspectiva indígena. La disertante será Mimí Jofré, de la Comunidad Huarpe Xumec-Martina Chapanay.

El jueves 23 será tiempo para disfrutar de lo mejor del folclore y la tradición de los pueblos originarios con el Primer Encuentro Provincial de Danzas Andinas a llevarse a cabo en el Centro Cultural Armando Tejada Gómez y el viernes 24 habrá un taller de idioma quechua, a cargo de Miko Tika, representante de la comunidad Inca Qolla.

Mientras tanto, en Puerto Santa Cruz, en la provincia homónima, toda la semana distintas comunidades originarias realizarán actividades para revalorizar y honrar los derechos y la cultura de los antepasados. Aquí se celebrará el Wíñoy Tripantu que, organizado por la comunidad mapuche-tehuelche Lof Fem-Mapu, de la localidad anfitriona, incluirá además distintas actividades. En diálogo con TiempoSur, Claudio Millalonco de la delegación de Rio Gallegos, comentó que: "comienzan los festejos con una cena y con una Jornada en apoyo a Lof Fem Resistencia de Cushamen, que hace muy poquito fueron desalojados de un territorio que habían recuperado. Por lo que invitamos a la gente de Puerto Santa Cruz y Piedra Buena a participar de este encuentro".

Con relación a las otras actividades, Millalonco explicó: "el martes arrancamos con nuestra ceremonia y después tendremos conversas, juegos, seguramente cocinaremos juntos, es un espacio como para que las comunidades nos reunamos y podamos participar del saber de nuestros ancestros", y continuó: "miércoles y jueves vamos a compartir con la gente nuestra lengua mapuche, que se ha perdido y estamos tratando de recuperar los descendientes. E jueves se suma el telar mapuche y la simbología, porque hay muchas hermanas que saben tejer pero quizás no saben el porqué de las guardas, que historias cuentan ellas”.

Agregó que esta celebración también se propone “una apertura hacia los pueblos que no son mapuches, para que vengan a compartir esta ceremonia que es el momento donde nosotros renovamos energía con todos los elementos, es el momento de fortalecernos para empezar el año, porque para nosotros comienza el año a partir de ahí".

Hacia un nuevo tiempo de espiritualidad
La tradición sigue viva, de la mano de un resurgimiento de la cosmovisión y espiritualidad en toda América. Los pueblos andinos y mapuches -muy especialmente- continúan celebrando en esta fecha la llegada del Nuevo Ciclo. En nuestros días la celebración central del Intiq Raymin es en la fortaleza prehispánica de Sacsahuaman, Perú, en la cual participan miles de personas que llegan desde los más remotos puntos del planeta. Y en innumerables pueblos y comunidades se exaltan ese día valores originarios como la reciprocidad, el sentido comunitario de la vida y el cuidado y respeto por la naturaleza y todos sus seres vivos.

Es que hoy, tanto el Intiq Raymin como el Wiñoy Xipantv han atravesado las fronteras étnico-culturales y han llegado también a las ciudades, en celebraciones ecuménicas que reúnen a gentes provenientes de distintos sectores sociales, edades e identidades étnicas.

Así, las cada vez más numerosas ceremonias parecen alumbrar este momento de cambio -el Pachakuti del cual hablan los andinos- y de transformación interior por el que cada vez más personas, como parece indicar el signo de los tiempos, ya estamos atravesando.

Tomado del portal ElOrejiverde 
Fuentes: Carlos Martínez Sarasola: La Gloria del Sol. En: El Federal, año 7, Nro.321, 07/2010 ; http:// Tayta Ullpu/ http //argentina.indymedia.org; http; www.lofvcatrunaopincen.com; //minkakuytawantinsuyupaq.blogspot.com.ar ; Confederación Mapuche, facebook; http://beta.mendozaopina.com/ http://www.tiemposur.com.ar/
Fecha: 20/6/2016

miércoles, 25 de mayo de 2016

El Mayo de nuestros paisanos los indios


Escribe: Carlos Martinez Sarasola

Más allá de las reflexiones que podamos hacer sobre la “Revolución de Mayo” es indudable que ese crucial momento histórico también tuvo muchas implicancias para nuestros pueblos originarios

Lo que nuestra historiografía ha dado en llamar la Revolución de Mayo, fue el momento previo a la Independencia definitiva de la Corona española. El modelo de país no estaba aún resuelto, a al menos aquel modelo que casi un siglo después se impondría, con la “generación del ochenta” como ideóloga, sellando entre otras cuestiones la suerte de las comunidades indígenas de las llanuras que aún permanecían libres.

Fue un momento de transición en que todo pudo ser posible. Tal vez por eso acaecieron una serie de sucesos en donde los indígenas fueron activos protagonistas. Es que la Revolución no ocurrió exclusivamente en aquellas jornadas de 1810. Antes y especialmente después de esa fecha la ola de transformaciones continuó: los últimos enfrentamientos contra el español; la culminación del proceso independentista en estas tierras y el resto del continente; las luchas intestinas. La Revolución fue también el proceso de una sociedad colonial que se desprendió de su antiguo dominador, comenzando a construir su nueva y definitiva identidad.

También es la época de la irrupción en la escena social de otros grupos étnicos marginados como los afrodescendientes y los gauchos, que pugnan en el primer caso, por su liberación como personas y en el segundo, por el sostenimiento de sus valores y formas de vida tradicionales, aprovechando cierto espacio abierto después de su histórico sometimiento. En otras palabras: el movimiento de Mayo tuvo consecuencias para los pueblos indígenas y algunos de los hechos que en aquella etapa sucedieron sugieren la posibilidad de un camino diferente al que más tarde finalmente sucedió.

Los "pampas" contra "los colorados": un acontecimiento en las vísperas
Cuatro años antes de 1810, el imperio inglés intentó hacer pie en esta parte del mundo. Mil quinientos soldados desembarcaron en Quilmes y emprendieron la marcha hacia Buenos Aires con el objetivo de tomarla. No sabían que estaban siendo vigilados por decenas de escrutadores ojos. Grupos de tehuelches y "pampas" debidamente ocultos vigilaron los movimientos de los recién desembarcados y los siguieron a distancia, hasta que pudieron confirmar sus intenciones. Las casacas de los invasores brillaban al sol. Fue así que los llamaron "los Colorados".

Los ingleses tomaron rápidamente a Buenos Aires, pero no lograron consolidar la posición y tan solo dos meses después la población local desalojó a los atacantes. El Cabildo, convertido en el nuevo centro del poder desde la huida del virrey, sesionaba continuamente. Y fue esta institución la que mantuvo durante todo el período de la ocupación inglesa una singular relación con los indios de la actual provincia de Buenos Aires, que ofrecieron su apoyo a la gente de la ciudad. Las Actas de esos años asi lo atestiguan.

Poco después sobrevino un segundo y más poderoso desembarco inglés, que también fue rechazado, siempre con el ofrecimiento de los indígenas de aliarse a los defensores de la ciudad. Las comunidades originarias intentaron participar en la batalla contra los invasores, aunque los temores, la distancia cultural, la desconfianza y quizás el desprecio por los hijos de la tierra pudieron más. Es probable que incluso la idea misma de tener a centenares de guerreros indígenas dando vueltas a caballo por Buenos Aires, hizo optar a los cabildantes por la no aceptación de los ofrecimientos.

Lo cierto es que la posibilidad de contar con ese apoyo existió. No tantos años después, esta situación hubiera sido impensable, enfrascado el país naciente en una guerra abierta contra los pueblos de las llanuras e incapaz de pensar en las posibles vías de integración con ellos. Este instante de las vísperas dejó asi un mensaje: indios, criollos y afrodescendientes estuvieron juntos frente a un agresor común. Una ráfaga de la historia los encontraba del mismo lado.

La fiebre indigenista
En los años inmediatamente posteriores a la Revolución de 1810, se sucedieron un conjunto de decretos, leyes, oficios y disposiciones varias dirigidas a tratar de reparar la situación integral de las comunidades indígenas. Se procuraba borrar la imagen dejada por la conquista hispánica y atraer al mismo tiempo a esos pueblos a la causa revolucionaria.

Los antecedentes de la participación indígena durante las invasiones inglesas; el "servicio militar" que cumplían algunos indios de la ciudad en los cuerpos de "pardos y mulatos" y la proximidad efectiva y pacífica de muchos grupos aborígenes en la periferia de la ciudad alentaron la idea de un interés común entre ambas partes, más aun teniendo en cuenta la nueva situación creada de una virtual independencia del poder español.

En la petición del 25 de Mayo que llevaba más de cien firmas y por la cual se constituyó el Primer Gobierno Patrio figuran dos caciques. Poco después, el 8 de junio la Junta convocó a los oficiales indígenas que estaban desde hacía tiempo incorporados a los cuerpos de pardos y mulatos. Reunidos ante el secretario Mariano Moreno escucharon la Orden del Día, que disponía su igualdad jurídica, sumándolos a los regimientos de criollos, sin diferencia alguna y con igual opción a los ascensos. Esta disposición se hizo extensiva después al resto de las provincias.

Moreno fue un personaje clave en estos primeros momentos del proceso revolucionario. Había obtenido su doctorado en Chuquisaca, con una tesis sobre el servicio personal de los indios en el que hacía una vigorosa denuncia de los maltratos de que eran objeto las poblaciones originarias. Seguía los pasos del fiscal de la Audiencia de Charcas, Victorián de Villava, un defensor de los derechos de los pueblos indígenas, y se encontraba influenciado también por las ideologías emancipadoras, como la rebelión de Tupac Amaru, una insurrección que poco antes había marcado a fuego la historia de la resistencia indígena en América.


Otro personaje trascendente de esta etapa fue Manuel Belgrano quién tuvo la tarea de legislar para las comunidades guaraníes que pertenecían al régimen jesuita, estableciendo que sus habitantes eran libres e iguales "a los que hemos tenido la gloria de nacer en el suelo de América", al mismo tiempo que los habilitaba para todos los empleos civiles, políticos, militares y eclesiásticos. En 1811 una nueva orden de la Primera Junta dispone que cada intendencia designe representantes indígenas.

Conmemorando el primer aniversario de la Revolución, Juan José Castelli, quién participaba junto a Moreno y Belgrano de un pensamiento político de avanzada, tributa un homenaje a los incas en el centro sagrado de Tiwanaku, Bolivia, proclamando la unión fraternal con los indios.

Por esos días, Feliciano Chiclana, presidente del Triunvirato recibió al cacique general tehuelche Quintelau y a sus numerosos acompañantes. En la oportunidad Chiclana pronunció un discurso en el que puso de manifiesto la unidad con los indígenas, elogiándolos y considerándolos "amigos, compatriotas y hermanos", aludiendo a la necesidad de constituir con ellos una solo familia.

Una medida fundamental de esa época fue la supresión del tributo, "signo de la Conquista" y símbolo del sometimiento indígena. Con fecha 1 de septiembre de 1811 la Junta sancionó el famoso decreto, en el que se definió a los indígenas "estos nuestros hermanos, que son ciertamente los hijos primogénitos de América" El decreto de extinción del tributo fue sancionado por la Asamblea General del año 1813 que además procede a la abolición de la mita, la encomienda, el yanaconazgo y todo servicio personal, declarando que los indígenas son hombres libres e iguales a todos los demás ciudadanos. Se ordenó además que el documento se publicara y se traduzca "al efecto fielmente en los idiomas guaraní, quechua y aymará para la común inteligencia".

Salinas Grandes y la expedición del coronel García
Hacia 1770 los virreyes habían tomado conocimiento de la existencia del rico yacimiento de Salinas Grandes (actual provincia de La Pampa) y organizaron desde entonces expediciones anuales, para lo cual debían solicitar de los caciques el permiso para ingresar a sus territorios.

El gobierno revolucionario de 1810 no desconoció la importancia de las Salinas y con el fin de incentivar su explotación, encomendó al coronel Pedro García la preparación de una expedición de reconocimiento. También tenía como objetivo el buscar aliados entre los indígenas que permitieran al nuevo gobierno tranquilizar la frontera y fomentar su poblamiento. García no imaginaba por entonces que con esa misión iniciaría un camino personal sembrado por numerosos encuentros con las comunidades indígenas, que lo llevaría a convertirse para muchos caciques en uno de los pocos interlocutores válidos entre los "cristianos". Era español de nacimiento, pero se había formado en América luchando contra los ingleses en las invasiones de 1806 y 1807 para luego continuar actuando en las filas de la Revolución.

La expedición de García abrió el camino a las posteriores medidas del gobierno vinculadas con la exportación de carnes saladas, y también introdujo en el territorio indígena una profunda cuña de penetración, sustentada en ese entonces por algunos de sus protagonistas en el diálogo, pero utilizada más tarde por otros para la guerra contra los pueblos de las pampas.

La construcción de una sociedad “con” los pueblos indígenas
La tendencia de aquellos momentos históricos fue más que interesante, más allá de que toda esta "fiebre indigenista" constituyó no pocas veces una "declaración de principios". Muchos de los ideólogos de la Revolución señalaron un camino, una posibilidad cierta de construir una sociedad en la cual las diferencias fueran respetadas.

Si bien es cierto que estas políticas estaban dirigidas fundamentalmente hacia aquellas comunidades ya incorporadas y/o sometidas, o hacia las que como las del Alto Perú, todavía prestaban servicios a los españoles, los patriotas nunca descartaron intensificar el vínculo amistoso con los “rebeldes” tehuelches, mapuches, ranküllche y guaikurúes. Estos no encajaban del todo en los planes del proceso revolucionario, y hacían que las fronteras de Chaco, Pampa y Patagonia siguieran inestables y peligrosas con la inquietante presencia de los "territorios libres indígenas" en Tierra Adentro.

Varias experiencias de la época nos hablan de esos intentos de acercamiento. Fue lo que sucedió con San Martin en Cuyo mientras preparaba el Ejército de los Andes. Su política y hechos concretos dejaron bien en claro sus aspiraciones de construir un país que incluyera a los indígenas, de los que se sintió un hermano cuando los llamó con su ya célebre “nuestros paisanos los indios". Muchos de aquellos patriotas impulsaron en 1816 los principales contenidos de las proclamas de la Independencia y a instancias de algunos las Actas fueron traducidas a las lenguas quichua, aymará y guaraní, para ser posteriormente distribuidas en las comunidades indígenas.

En esta línea de acción podríamos sumar los nombres de Dorrego, Artigas, Güemes o al mismo Rosas de la mayor parte de su actuación política, por mencionar sólo algunos de los revolucionarios que insistimos, pensaron una Argentina con los pueblos originarios.

Este singular tiempo y espacio del "Mayo indígena" fue el que confluyó con otro tiempo y espacio: el de la frontera, que por entonces desvelaba a unos y otros: los dos ámbitos fueron de transición, abiertos a distintas posibilidades; con varios caminos posibles por delante. Y esas arenas de las confluencias fueron desandadas no solo por aquellos patriotas sino también por los propios pueblos originarios, que sin renunciar a sus identidades y sus tradiciones, casi siempre apostaron a participar de la nueva sociedad en gestación. Una sociedad que imaginaron juntos, cuando la Argentina aún no era un país.

Por: ElOrejiverde

Fuentes:
 -Martínez Sarasola, Carlos. 2013 [1992] Nuestros Paisanos los Indios. Vida, historia y destino de las comunidades indígenas en la Argentina. Del Nuevo Extremo, Bs As


-2006. El Mayo Indígena. En: ¡Libertad, Muera el Tirano !. El camino a la independencia en América.; pp 51-69. Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Bs As
Publicado el 23 de Mayo de 2.016