Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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sábado, 12 de octubre de 2024

12 de Octubre de 1492 - El Orejiverde


Hace 532 años los pueblos de Abya Yala se enfrentaron por primera vez con aquellos que venían del otro lado de las Grandes Aguas. Promediando el año 1492 del calendario occidental, los pueblos originarios de esta parte del mundo que más tarde se llamaría América, se encontraban en un proceso cultural que era la culminación de una historia no menor a quince mil años.
El continente albergaba a unos cien millones de personas con todas las formas de vida imaginables, con complejas cosmovisiones y un bagaje de conocimientos admirables. Habían conformado sociedades sedentarias que vivían en armonía con su entorno, cultivando intensamente la tierra -que para ellos era transformar el caos en cosmos- y sostenidas por una organización social que aglutinaba a miles de individuos, en verdaderas “economías de amparo”. Algunas de sus ciudades eran las más grandes del mundo, con templos, fortalezas, santuarios y redes viales de una arquitectura notable.
En otros casos, bajo el cielo abierto de las llanuras infinitas o en el interior de las selvas más grandes del planeta, grupos de cazadores, recolectores y pescadores recorrían sin cesar los caminos no solo en la búsqueda del alimento cotidiano sino con el propósito existencial de sentirse libres, livianos, móviles, sin estar fijados a ninguna parte.
Eran hijos de la Tierra pero también del Cielo, con una muy fuerte conexión con el Arriba y el Abajo en la cual hombres y mujeres (siempre la omnipresente dualidad) hacían las veces de eje, encargados de mantener esa unión indisoluble.
Hubo entre ellos astrónomos y matemáticos que inventaron el cero y midieron el tiempo en una escala cósmica de miles y miles de años, en asombrosos calendarios. Casi todos comerciaron entre sí, entablándose en algunas regiones un espacio de todos, el espacio del intercambio, la reciprocidad y el encuentro cotidiano. En otros lugares, el encuentro no fue pacífico sino a través de la guerra cruel que en ocasiones constituyó casi un ideal de vida.
Todos invocaron a los dioses, a los espíritus de la naturaleza y a todo lo misterioso que albergaba el Mundo Invisible; rogaron a los dueños de los animales, de los ríos, de las lagunas, de las montañas; pidieron consejo a los ancianos, siguieron a sus líderes y se curaron con sus médicos. Honraron a sus muertos y respetaron a los mayores y los niños. Enseñaron a sus hijos los secretos de la comunidad, transmitidas de generación en generación por el poder único de la palabra. Jugaron. Amaron. Odiaron. Soñaron. Fueron en algunos casos solidarios y dignos; en otros, mezquinos y violentos.
El futuro, como toda experiencia humana todavía desconocida, era impredecible. Por eso confiaban en el tiempo y espacio sagrado y circular que todo lo renovaba, a través de la fuerza de las ceremonias y la celebración de rituales. Los pueblos originarios vivían una vida plena y con cada salida del Sol, la vida comunitaria volvía a ser posible y el destino colectivo un proyecto por el cual valía la pena ser un hombre y una mujer de este lugar del mundo. En cada amanecer, los pueblos originarios rendían culto al Sol, generador de la vida, la luz, el calor y la energía.
Pero un día el Sol se detuvo. Y todos quedaron inmóviles. En algunas regiones los vieron; en otras, más al interior del continente, los presintieron: habían llegado otros hombres, de otras tierras, desde muy lejos. Habían venido hasta ellos. Eran extraños y traían artefactos desconocidos. Algunos transportaban la muerte. Otros simbolizaban dioses; hasta traían animales jamás vistos. Hablaban otra lengua. Tenían otro color de piel. Y otras vestimentas. Y otra forma de caminar. Venían desde más allá de las Aguas Interminables. De otro mundo. Y continuaban viniendo. Habían llegado hasta ellos, irremediablemente, a quedarse para siempre.
Cuando el Sol detuvo su viaje, la señal fue clara: otro Ciclo había llegado a su fin, dando lugar esta vez, a un largo período de oscuridad.
La llegada de los extraños desde el otro lado de las Grandes Aguas provocó el aniquilamiento de buena parte del mundo indígena americano. Los conquistadores interrumpieron abruptamente la vida de estos pueblos que se vieron arrojados a la sinrazón del exterminio y sus sobrevivientes obligados a adaptarse a una realidad diametralmente opuesta a la que vivían.
Desde entonces, la resistencia; la lucha por ser ellos mismos en las nuevas sociedades; la defensa de sus cosmovisiones y la reivindicación de sus territorios perdidos signaron el camino y su destino como pueblos.
El impacto de la conquista fue desastroso: un genocidio que provocó gravísimas pérdidas humanas y la ruina de muchas culturas; la pérdida de las tierras y territorios; la transmisión de enfermedades desconocidas que exterminaron a etnias enteras y que en gran medida fue la razón principal de una brutal caída demográfica de la población autóctona; la destrucción sistemática de tesoros culturales; la persecución e intento de eliminación de las cosmovisiones originarias y de las prácticas tradicionales como el chamanismo, fundamentales para sus vidas; el saqueo del oro y la plata; la desintegración de los ethos comunitarios y familiares y la incorporación compulsiva a nuevas formas de trabajo en condiciones degradantes...las consecuencias negativas del drama de la conquista constituyeron una nómina interminable de desdichas, sufrimientos y crueldades, en una realidad histórica que hoy es imposible discutir.
La resistencia a los conquistadores luego del impacto inicial, fue casi inmediata, prolongándose por siglos en algunas regiones, a través de luchas y confrontaciones que incluso hoy en algunos lugares perduran.
Simultáneamente muchos pueblos mantuvieron sus territorios libres -las llanuras de América del Norte y del Sur- y solo mucho tiempo después los respectivos estados nacionales los tomaron para sí, después de largas y renovadas luchas de conquista consumadas a fines del Siglo XIX. Mientras tanto en la gran selva amazónica sus habitantes originarios también lograban preservarse. Existieron finalmente espacios de mestizaje, que formaron parte de una dinámica cultural que sentó las bases de las nuevas sociedades americanas, constituidas por los españoles, los criollos, los mestizos, los indígenas libres, los sometidos y los africanos traídos a la fuerza por el otro gran drama humano de la esclavitud.
Cada una de las sociedades americanas tuvo -más allá de las características propias- un proceso semejante de construcción de un nuevo perfil étnico y cultural en donde los intentos por negar, marginar o invisibilizar a los indígenas fueron la regla. Incluso las corrientes inmigratorias de distintas partes del mundo que llegaron a estas tierras durante el siglo XIX y el XX fueron utilizadas por esas políticas estatales de invisibilización.
Pero en 1992, los festejos y contrafestejos en ocasión del quinto centenario de la irrupción de los conquistadores produjeron un punto de inflexión.
Se registró entonces una creciente toma de consciencia generalizada respecto a la conquista y sus nefastas consecuencias. Se sucedieron hechos como la autocrítica de la Iglesia Católica; la entrega del premio Nobel de la Paz -por primera vez- a una persona de origen indígena (Rigoberta Menchú Tum, maya-quiché de Guatemala); la proliferación de debates, foros, congresos y publicaciones en América y Europa; la aparición de novedosos movimientos indígenas que dijeron al mundo: “aquí estamos”…”aquí seguimos estando…” y en fin una legislación internacional favorable que no dejó de crecer y multiplicarse, repercutiendo en los pueblos indígenas asumidos ahora como sujetos de derechos.
Hoy transitan un nuevo Ciclo, anunciado en las profecías de muchos pueblos, como “el fin de los cien años de silencio”, o “el darse vuelta la Tierra (Pachakuti)” o “la gran reunión del cóndor, el águila y el quetzal”. Todas estas señales parecen confluir en un mensaje que habla del retorno a los valores ancestrales, y cuyos alcances transponen las fronteras del mundo indígena, haciéndose carne en buena parte de un mundo en crisis que encuentra en aquellos valores una clave para un futuro compartido.
Más allá de todas las situaciones críticas y los crónicos conflictos que aún atraviesan, este nuevo 12 de octubre encuentra a los pueblos indígenas de pie. Han logrado sostener en un proceso de resistencia humana ejemplar, las identidades y las cosmovisiones originarias, recreándolas en forma constante, fortaleciendo su presencia en el continente. A su vez, cada vez más no indígenas toman consciencia de que la conformación de estas sociedades se ha alimentado también y de manera protagónica, por esa gran vertiente originaria.
Es el momento en que todos nos pongamos a caminar juntos, sin olvidar la enorme tragedia de la conquista; pero avanzando en la construcción de sociedades más humanas e igualitarias y básicamente más armónicas en su relación con la naturaleza y el universo y con la fantástica biodiversidad de la Madre Tierra, nuestro hogar.
El Padre Sol hace tiempo que ha vuelto a recorrer el firmamento, alumbrando, guiando, dando calor y vida. Los pueblos originarios saben muy bien que nunca más detendrá su andar como en aquel día nefasto de 1492. Pero también saben que el caminar juntos será posible solo desde el mutuo respeto a las propias identidades; desde una justicia que llegue a todos; y desde una diversidad cultural que honre el convivir en paz, posibilitando el disfrute por las diferencias, esas que son la gran riqueza de la especie humana.
#PuebloOriginario #Contrafestejo #12deOctubre
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domingo, 7 de julio de 2024

Neurociencias y Matemática Inka




La yupana, considerada la computadora de los inkas, es una herramienta de cálculo matemático en cuyo uso se ponen en juego los dos hemisferios cerebrales. Esto facilita la operatoria asimilándola a un juego y abre prometedoras perspectivas en la enseñanza a personas con dificultades de aprendizaje.

En base a testimonios de cronistas y hallazgos arqueológicos, estudiosos de las matemáticas de todo el mundo se han dedicado al estudio del procedimiento utilizado por los inkas en su compleja y rigurosa administración del Tawantinsuyo. Conocido el uso del khipu (nudo, atadura, en quechua), sistema de cuerdas y nudos dispuestos a manera de registro matemático (e incluso narrativo), en las últimas décadas la atención de los investigadores se ha dirigido también a la “yupana” (del quechua “yupay”, contar), una suerte de ábaco apto para la rápida realización de sumas, restas, multiplicaciones y divisiones no sólo en forma individual sino también simultánea.
Rápidamente, la investigación de este artefacto se manifestó como una exploración con implicancias más allá la irrefutable eficacia en la obtención de resultados rápidos y precisos: entre los estudiosos y en su presentación a novatos en matemáticas, como alumnos de escuelas primarias, el manejo de la yupana resultó más accesible y parecido a un juego de mesa que al uso de una calculadora.
Dhavit Prem, ingeniero de sistemas peruano, fue uno de los investigadores que sintió el desafío fundando, junto a un grupo de colegas, la organización Yupanki, dedicada a la investigación y difusión de las posibilidades pedagógicas y lúdicas de la yupana, especialmente entre los niños con dificultades de aprendizaje.
El enigma de la yupana

Al describir el mundo inka que conoció de la mano de los conquistadores españoles, el jesuita José de Acosta menciona el registro administrativo llevado por medio de los khipus, pero casi ligeramente se refiere a unos “khipus de granos de maíz”que describe diciendo que “…tomarán estos indios sus granos y pondrán uno aquí, tres acullá, ocho no sé dónde…, y en efecto ellos salen con su cuenta hecha puntualísimamente, sin errar un tilde” para concluir que “…es que en aquello a que se aplican nos hacen grandes ventajas”

Por su parte, en “La nueva crónica y buen gobierno”, el cronista mestizo Guamán Poma de Ayala, deja un valioso testimonio al respecto en sus detallados dibujos del mundo inka. Así, en la ilustración correspondiente al khipu y a su operador, el khipucamayoc, en el extremo inferior izquierdo, añadeun diseño rectangular de veinte casillas dispuestas en cinco filas de cuatro casillas cada una. En ellas se repite una secuencia de puntos distribuidos en grupos de 1, 2,3 y 5 en cada fila.

Durante mucho tiempo se pensó que la herramienta de cálculo utilizada por los inkas era el khipu, esa cuerda de la que pendían otras cuerdas de lana o de algodón de diversos colores y disposición, con nudos representando datos numéricos. “En realidad –explica Prem- en la ingeniería informática inka, khipu y yupana son complementarios. La yupana es el lugar donde se realizan los cálculos, equivalente a CPU de la computadora. En el khipuse registra el conteo. Pero atención que, probablemente haya varios tipos de khipus, donde se volcó, por ejemplo, información astronómica para la agricultura o se narraron hechos históricos”

“Por nuestra parte, en un primer momento necesitamos saber cómo funcionaba la yupana, por lo que individualmente empecé a ensayar movimientos con granos de maíz sobre un tablero copiado del dibujo de Guaman Poma –agrega Prem- Así descubrí una serie de patrones que se repetían, como en el ajedrez y, al probar todas las posibilidades, vique no eran necesarios más de 5 movimientos para realizar cálculos matemáticos en forma eficaz. Luego, junto a mis compañeros, empezamos a descubrir otras cosas, como por ejemplo, que se pueden hacer restas con varios minuendos y sustraendos a la vez, cosa imposible con la matemática que aprendemos en nuestras escuelas, así como también divisiones con infinitos decimales…”

En sus presentaciones en escuelas y cursos para adultos, el equipo de Yupanki es reacia a imponer reglas en la práctica, permitiendo que los jugadores ensayen y descubran por cuenta propia nuevos patrones de funcionamiento. Son patrones que se registran asociándolos a partes o actitudes del cuerpo y la naturaleza para recordarlos con facilidad.
Matemáticas sin cálculos numéricos

“La inka es la única matemática del mundo que no requiere pensar en cálculos numéricos –explica el ingeniero- No obstante, en nuestros cursos y en consideración al entrenamiento cerebral de nuestros alumnos, usamos números pero solo en la propuesta de una operación y luego para demostrar la corrección del resultado obtenido. El resto es un juego que consiste en poner semillas o piedritas en un tablero y moverlas de acuerdo a ciertos patrones o creando nuevos”

Encarado como un juego, el uso de la yupana no conlleva el estrés de los cálculos numéricos, incluidos el esfuerzo memorístico, por ejemplo, de las tablas de multiplicar. A su vez, provocando la atención y la creatividad en la resolución de los cálculos, se estimula el trabajo complementario de los dos hemisferios cerebrales, no solo del izquierdo, facilitando la práctica a aquellas personas con dificultad en uso de dicho lóbulo.

“La práctica nos ha demostrado la validez de esta presunción. Ahora necesitamos corroboración científica, como los monitoreos que se han realizado a ajedrecistas, midiendo las ondas cerebrales durante una partida. Y es que la yupana se parece mucho al ajedrez- concluye Prem a modo de esclarecimiento histórico- por lo que no es raro que Atahualpa aprendiera rápidamente a jugar e incluso le ganara las partidas de ajedrez a Pizarro y Valverde”

Por María Ester Nostro
Fuentes: Entrevista personal al ingeniero

El Orejiverde

5 de Julio de 2024
https://elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/4699-neurociencias-y-matematica-inka

viernes, 28 de junio de 2024

Belgrano y Cumbay: patriotas, guaraníes, revolucionarios


El creador de la bandera perteneció a la estirpe de patriotas que pensó un país con los pueblos indígenas, contando para esa idea con aliados estratégicos como los chiriguanos del Gran Chaco
Una excepcional generación de patriotas
El periodo 1806-1820 –aproximadamente- de la historia argentina nos muestra a una generación de patriotas revolucionarios, luchadores por la Independencia, que pensaron al país naciente con los pueblos indígenas. Moreno, Castelli, Belgrano, San Martín, Dorrego, Artigas, Güemes son solo algunos de los nombres que concibieron a la nueva sociedad en construcción con la participación de los originarios.
En los primeros años de la “Revolución de Mayo” Manuel Belgrano tiene a su cargo legislar para las comunidades guaraníes que pertenecían al régimen jesuita, estableciendo que sus habitantes eran libres e iguales “a los que hemos tenido la gloria de nacer en el suelo de América”, al mismo tiempo que los habilitaba para todos los empleos civiles, políticos, militares y eclesiásticos. Inclusive por oficio del 6 de diciembre de 1810 acusa al Gobernador intendente del Paraguay, Bernardo de Velazco, de ser culpable de promover la división entre los guaraníes. Ese oficio fue traducido a la lengua guaraní para conocimiento de la población indígena.
Ya en los días de la Independencia, algunos de los representantes al Congreso de Tucumán propusieron entronizar a un descendiente de los incas para gobernar a las flamantes Provincias Unidas del Río de la Plata, respetando y continuando la tradición originaria del Tawantinsuyu. Impulsores de esta idea fueron el propio Belgrano y José de San Martín, aunque la iniciativa –fuertemente cuestionada por Buenos Aires- finalmente no prosperó...

Fuente
El Orejiverde



jueves, 20 de junio de 2024

INTI RAYMI 5532 Comienzo de Ciclo




El calendario andino se basa en el movimiento del Inti Tayta que determina la sucesión de las estaciones, y se compone de doce meses lunares más una cantidad de días complementarios, todo lo cual es representado con la Chakana, que preside el ciclo ceremonial. La Chakana o “Cruz andina” es una síntesis de la cosmovisión andina: es la unión del cielo y la tierra y reúne a los principios femenino (Urin Saya) y masculino (Hanan Saya), exponentes de la Dualidad y organiza a las cuatro estaciones, a las ceremonias y sus fechas. Expresa la idea del tiempo circular y lo sagrado, muy distinto al tiempo cronológico occidental; es un tiempo que se renueva a sí mismo, a la naturaleza, a los hombres y al Universo a través de las ceremonias, rituales y festividades.

El mes de junio se llama Intiq Raymin y en el día 21 que coincide con el solsticio de invierno y con la aparición en el cielo de la constelación de las Pléyades (“Las siete cabritas” según los incas) se realizaba la celebración que lleva el mismo nombre. Se hacen ofrendas al Tayta Inti para propiciar la continuidad y renovación de la vida. El hombre cumple con su el rol, el de ayudar a sostener el equilibrio del cosmos, uniendo al cielo y la tierra.

Estas ceremonias vienen de épocas precolombinas, en los Andes centrales, fundamentalmente, hoy siguen siendo practicadas en Perú, Bolivia, Ecuador, norte de Chile y de Argentina. Las culturas agrícolas observaron que la vida renacía después del invierno; que las plantas florecían en primavera y fructificaban en verano; que el Sol daba su calor y su energía a todas las formas vivientes. Los incas, asentados en el hemisferio sur del planeta, celebraron con el Intiq Raymin (Intiq, del Sol; Raymin, su Fiesta) el momento en que el Padre Sol (Inti tayta) iniciaba su marcha hacia el Sur para calentar esta parte del mundo, entre el 21 y el 24 de junio. La ciencia conoce a este fenómeno como el solsticio (Sol quieto) de invierno, la noche más larga del año. Para los pueblos originarios era el momento en que los ciclos de la naturaleza y del cosmos recargaban su energía, para reiniciar renovados, el Nuevo Tiempo A raíz de la introducción del cristianismo, muchas costumbres ancestrales se han ido perdiendo, todavía hoy esta festividad se mantiene y en muchos casos se ha revalorizado, especialmente en las ciudades en donde los migrantes indígenas retoman sus valores culturales, como es en el caso de argentina.

PURIFICACIÓN EN EL INTI RAYMI
Según los pueblos andinos el Inti Raymi dura varios días los primeros días de junio ya se viven un mes de alegría, en el cusco se va preparando los hombres y las mujeres para este momento de purificación. Para esta ceremonia tres días antes del día fijado para la ceremonia principal, se comienza un ayuno, se trata de un ayuno riguroso, donde el hombre y la mujer se alimentaban sólo con un poco de maíz blanco, agua simple y un compuesto de yerbas que llamaban chuka, presumiblemente sagrada. Durante esos tres días estaba absolutamente prohibido encender fuego alguno, en toda la ciudad, y tanto curacas como orejones se abstenían de todo contacto sexual. De esta manera se cuidaba la energía de cada uno y así poder hacer una verdadera purificación de cuerpo y espíritu.

Mientras los hombres ayunaban, las mamaconas y acllas iban preparando los manjares y bebidas que luego consumirían sus señores en ceremonia. En esta ocasión se preparaba pan de maíz, el Sankho, que los antiguos peruanos comían sólo dos veces al año, y también la kancha, la chicha y viandas simbólicas. Hoy se sigue preparando esta comida incluso en el norte de argentina para ceremonias especiales, a base de maíz amarillo, grasa de llama y agua.

Hoy se sigue celebrando y renovando las energías, los pueblos no han perdido sus costumbres, se espera al Tayta Inti, cada 21 de Junio, para agradecer lo dado y renovar las energías del comienzo de ciclo, se está volviendo a buscar la armonía y el equilibrio junto a la naturaleza. Estamos transitando el Pachakuti de Luz, estamos despertando la gran conciencia

Amalia Vargas Pukio Sonqoy
Boletín. Museo de Arqueología y Antropología
Del diario el Orejiverde

#amaliavargas2003@yahoo.com.ar 

lunes, 26 de diciembre de 2022

La vestimenta que no se pudo desollar



Ciertas imposiciones culturales aún perduran en el tiempo, desconociéndose en su mayoría los motivos que originaron los hábitos y costumbres en la indumentaria andina tradicional

Niall Ferguson, profesor e historiador británico, compartió en su libro “Civilización: Occidente y el resto”, algunas reflexiones sobre el nacimiento de la sociedad de consumo, presentando una interesante paradoja en relación a las costumbres que se van modificando con el paso del tiempo. Su texto se inicia con la siguiente referencia:

En 1909, inspirado por una visita a Japón, el banquero y filántropo judío francés Albert Kahn se propuso crear un álbum de fotografías en color de gentes de todos los rincones del mundo. El objetivo, en sus propias palabras era "realizar un inventario fotográfico de la superficie del mundo habitado y desarrollado por el hombre a comienzos del siglo XX". Creadas con el recién inventado proceso de la placa autocroma, las 72.000 fotografías y 100 horas de película de "los archivos del planeta" de Kahn muestran una deslumbrante variedad de aspectos e indumentarias de más de 50 países distintos: campesinos del Gaeltacht irlandés, reclutas de Bulgaria, jeques de Arabia, guerreros de Dahomey, maharajes de la India, sacerdotisas de Indochina, vaqueros del oeste norteamericano.

En aquel entonces, en una medida que hoy parece asombrosa, éramos lo que llevábamos puesto. Hoy, el proyecto de Kahn resultaría más o menos absurdo, puesto que la mayoría de la gente de todo el mundo se viste de igual modo: los mismos vaqueros, las mismas zapatillas deportivas y las mismas camisetas. Hay solo un puñado de lugares donde la gente se resiste a la gigantesca apisonadora de la moda. Uno de ellos es el Perú rural. En las montañas de los Andes las mujeres quechuas todavía llevan sus vestidos y chales de vivos colores, y sus pequeños sombreros de fieltro, colocados con aire desenfadado y decorados con su insignia tribal.

El único detalle es que esa no es la indumentaria tradicional quechua. Los vestidos, chales y sombreros son, de hecho, de origen andaluz, y fueron impuestos por el virrey español Francisco de Toledo en 1572, tras la derrota de Túpac Amaru. El atuendo femenino andino tradicional consistía en una túnica (anacu), asegurada en la cintura por una faja (chumpi), sobre la que se llevaba una capa (lliclla), que a su vez se sujetaba con un alfiler (tupu).

Lo que llevan las mujeres quechuas hoy en día es una combinación de esta antigua indumentaria con la ropa que impusieron los españoles. Los populares sombreros hongos de las mujeres bolivianas vinieron más tarde, cuando llegaron los trabajadores británicos para construir los primeros ferrocarriles del país. Así, la moda actual entre los hombres andinos, que llevan ropa informal estadounidense, no es más que el último capítulo de una larga historia de occidentalización de la vestimenta.
Sociedad de consumo y homogeneización

Aquí Fergurson se pregunta “¿Qué tiene nuestra ropa que hace que otras gentes parezcan incapaces de resistirse a ella?” “¿El hecho de vestirse como nosotros tiene algo que ver con que quieran ser como nosotros?” Es obvio que aquí se trata de algo más que simple ropa. Se trata de abrazar toda una cultura que se difunde a través de la música y las películas, por no hablar de los refrescos y la comida rápida. Dicha cultura lleva consigo un sutil mensaje que tiene que ver con la libertad, con el derecho a vestir o beber o a comer como a uno le plazca (aunque resulte ser del mismo modo que todos los demás).

Tiene que ver con la democracia, porque solo se fabrican los productos de consumo que la gente realmente quiere. Y, desde luego, tiene que ver con el capitalismo, porque las empresas han de obtener beneficios vendiendo tales cosas. Pero la ropa está en el corazón del proceso de occidentalización por una razón muy simple. La gran transformación económica que los historiadores denominaron hace ya mucho la revolución industrial -un gigantesco salto en el nivel de vida material para una parte creciente de la humanidad- tuvo sus orígenes en la fabricación de tejidos. Fue en parte un milagro de fabricación en serie causado por una oleada de información tecnológica, que tuvo su origen en la anterior revolución científica, pero la revolución industrial no se habría iniciado en Gran Bretaña ni se habría extendido al resto del continente sin el desarrollo simultáneo de una sociedad de consumo dinámica, caracterizada por una demanda casi infinita de ropa barata.

La magia de la industrialización, aunque fuera algo que los críticos contemporáneos generalmente pasaron por alto, consistió en el hecho que el trabajador era al mismo tiempo un consumidor. El "esclavo del trabajo" también iba de compras; el proletario más humilde tenía más de una camisa y aspiraba a tener más de dos.

La sociedad de consumo resulta hoy tan omnipresente que es fácil suponer que ha existido siempre, pero en realidad es una de las innovaciones más recientes que propulsaron a Occidente por delante del resto del mundo. Su característica más asombrosa es su aparentemente irresistible atractivo. A diferencia de la medicina moderna, que a menudo se impuso por la fuerza a las colonias, la sociedad de consumo es una "aplicación demoledora" que el resto del mundo generalmente ha deseado "recargarse".

Incluso aquellos órdenes sociales explícitamente concebidos para ser anticapitalistas -sobre todo los derivados del marxismo- han sido incapaces de evitarla. El resultado es una de las mayores paradojas de la historia moderna: un sistema económico diseñado para ofrecer infinitas opciones al individuo que termina homogeneizando a toda la humanidad.

Hasta aquí la referencia al 5to capítulo de “Civilización: Occidente y el resto”; Y sin dejar de lado el hecho de asumir que lo que históricamente el lector imaginó como algo genuino terminó siendo impuesto, es en este punto donde nos preguntamos ¿Qué hubiesen hecho los ancestros incas si Tupac Amaru no hubiese sido derrotado? ¿Alguien se hubiera imaginado a las comunidades andinas aceptando modas ajenas? Probablemente la sociedad de consumo tal como la plantea Ferguson no hubiese calado hondo en estas tierras, especialmente si consideramos que a pesar de la sistemática imposición registrada, las antiguas comunidades incas prevalecieron como cultura de resistencia, visibles en algunas expresiones propias de los usos, hábitos y costumbres, entre las que se destacaron las vestimentas traadicionales.
Manipulación cultural e identidad étnica

Por otro lado, no podemos dejar de remarcar el argumento sostenido por Jean-Jacques Decoster en su artículo “Identidad étnica y manipulación cultural: La indumentaria inca en la época colonial”, en donde deja en claro que la vestimenta precolonial andina servía para expresar la pertenencia étnica y el estatus del individuo. Lo que trajo la Conquista fue un intento de homogeneizar las diferencias autóctonas a través de la imposición de una identidad indígena genérica.

Decoster sostiene que los conquistadores asumieron que las tierras bajo control de los incas formaban un “imperio” cuya integridad política necesariamente acompañaba a una uniformidad étnica y cultural. De hecho, la colonización inca de la región había impuesto una unidad política, económica y, hasta cierto punto, ideológica. Pero fueron la conquista y la colonización españolas las que crearon e implementaron una identidad homogénea sobre aquella población múltiple, a través de políticas que reflejaban la percepción que los conquistadores tenían del indio como un "otro" universal.

Resulta asi válido lo que plantea este autor, respecto a que el uso secundario de la vestimenta empieza a tomar importancia a partir del surgimiento de sociedades pluriculturales o pluriétnicas. En situaciones de contacto o interacción cultural surge la necesidad de establecer la identidad propia y el reconocimiento inmediato del "otro" (un uniforme deportivo o militar, una túnica, un poncho), lo cual implica un proceso de identificación colectiva que se construye tanto desde adentro como desde afuera del grupo, y la identidad es tanto adquirida como atribuida, tanto absoluta como relativa (Barth).

El poncho andino, con sus diseños y colores originarios, al fin y al cabo sólo se puede identificar con una cierta localidad en oposición o comparación con los ponchos de las demás comunidades. Identidad, para parafrasear a Derrida, sólo existe como diferencia. Sin este contraste, o fuera de contexto, el poncho se reduce a ser una manta, un abrigo, bello quizás, pero privado del marco semiótico que informa su lugar de origen.

Existe un aforismo en los estudios sobre identidad andina –continúa Decoster- que dice que basta para un campesino abandonar su poncho y el uso del quechua para poder "pasar" como mestizo. Pero la realidad es mucho más sutil. A través del cambio de ropa, no hay trueque de identidad cultural. Más bien la identidad queda descartada. Y en este proceso de transformación cultural, el aspecto significativo no es la identidad que se adquiere: es la que se deja atrás. El individuo que sale de su pueblo y cambia su ropa tradicional por el vestido de los mestizos, se llama en quechua q'ala, desnudo. La fuerza de esta metáfora es tal, que los indígenas que viajan desde el pueblo de q'eros al Cusco llevan encima de la ropa de su comunidad otro poncho de color plomo, similar al poncho asignado por los españoles. Este "poncho de arriba" los transforma, de q'eros fácilmente reconocibles, a una suerte de campesino de las alturas. Sin embargo, no dejan su poncho q'ero en casa. Todavía lo llevan debajo de su poncho llano. El poncho es de verdad la piel social, para glosar a T. Turner, y no se la puede desollar.

Basta un ejemplo que de algún modo complementa lo de Ferguson sobre la imposición cultural manifestada en la vestimenta andina: según Decoster los conquistadores que llegaron al Cusco eran hombres solteros o solos, segundos hijos u hombres de clase baja en su propia tierra. Era imprescindible para ellos hacer alianzas matrimoniales con la nobleza local y casarse con princesas incas para mejorar su condición económica y social, y la de sus hijos mestizos. En consecuencia, para mantener su pretensión a la nobleza americana también era necesario mantener el estatus noble de los indios con cuyas hermanas se habían casado. Así, a un inca y a sus descendientes, el bautismo en la fe cristiana les daba automáticamente el estatus de hidalgos y el derecho de usar el título de "don". Además, a esos miembros de la élite de la llamada República de Indios se les otorgó una serie de privilegios que fueron indicadores de su condición de noble: llevar el uncu inca, pero también montar a caballo, por ejemplo.

Según Decoster existen indicios desde el siglo XVII que indican un cambio en el uso de la vestimenta indígena. En el lienzo guardado en la iglesia de La Compañía, en Cusco, que representa el matrimonio de la ñusta Beatriz con Martín García de Loyola, vemos que la madre de la princesa, Cusi Huarcay, lleva lo que corresponde a la vestimenta tradicional inca para mujeres de sangre real (ñañaca, lliclla y acso). Su hija, la ñusta, más bien lleva una variante españolizada de la misma, donde la ñañaca ha desaparecido y la lliclla se deja entrever debajo del manto español. No obstante, el mismo simbolismo del lienzo, la alianza de dos culturas, lleva a proponer que la españolización externa de la ñusta puede ser nada más que el presagio del mestizaje por venir.

Por Daniel Canosa
El Orejiverde
Fecha: 28/11/2022

Referencias:
-Ferguson, Niall.2012. Civilización: Occidente y el resto. Bs As, Debate, Capitulo 5: El nacimiento de la sociedad de consumo.
-Decoster, Jean-Jacques Decoster. 2005 Identidad étnica y manipulación cultural: La indumentaria inca en la época colonial. En: Estudios Atacameños N° 29, pp. 163-170
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-10432005000100008

lunes, 10 de octubre de 2022

ONU: Australia no protegió a indígenas del cambio climático



El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas (ONU) dictaminó que Australia no actuó para defender a pueblos indígenas de los efectos del cambio climático, por lo que pidió que los indemnice.

El país también debe “entablar consultas significativas para realizar una evaluación de las necesidades”, señaló la ONU en una de sus primeras decisiones que enlaza el calentamiento global con las libertades fundamentales.

El dictamen de la ONU, no vinculante, da la razón a la denuncia interpuesta ante el Comité por ocho habitantes indígenas de cuatro pequeñas islas del estrecho de Torres, en el año 2019.

Los indígenas denunciaron entonces que Australia perjudicó su modo de vida al no reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y retrasar la urgente construcción de rompeolas en la zona.

Producto de ello, sus islas sufrieron graves inundaciones que destruyeron enterramientos familiares tradicionales y el suelo se degradó, recudiéndose así la producción alimentaria, basada en la agricultura y pesca, indicaron.

Tras analizar el caso, el Comité compuesto por 18 expertos independientes, determinó que Australia violó los derechos de los indígenas a “disfrutar de su cultura y ser libres de interferencias arbitrarias”.

Esta decisión “es un hito importante”, pues crea una senda para presentar “reclamaciones ante políticas nacionales fallidas a la hora de proteger a los más vulnerables del impacto del cambio climático”.

Así lo sostuvo Hélène Tigroudja, miembro del comité, quien también indicó que los Estados que no protejan a sus ciudadanos del cambio climático “podrían estar violando sus derechos humanos según la ley internacional”.

Como se recuerda, en julio, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución que, por primera vez, consagra de forma universal el derecho humano a un medioambiente “limpio, saludable y sostenible”.

La resolución fue impulsada por un grupo de países liderados por Costa Rica y recibió el apoyo de 161 Estados miembros, ningún voto en contra y ocho abstenciones.

Por El Orejiverde
Fecha: 30 de Septiembre de 2022

sábado, 11 de junio de 2022

Ecuador: Indígenas reciben Premio Goldman por proteger a su pueblo de la minería


Dos líderes indígenas de la comunidad A’i kofan de Sinangoe, en la Amazonía de Ecuador, ganaron el prestigioso Premio Ambiental Goldman 2022 por proteger su territorio de la minería de oro.

Alexandra Narváez y Alex Lucitante encabezaron un movimiento con el que consiguieron que el Estado revierta 52 concesiones de extracción de oro en su territorio que fueron otorgados sin consulta previa. El éxito legal de la lucha liderada por ambos indígenas protege unas 32 mil hectáreas de selva tropical prístina y biodiversa en las cabeceras del río Aguarico de Ecuador, destacó el jurado.

Con 32 años, Alexandra Narváez se ha ganado el reconocimiento de su comunidad por asumir roles que hasta hace no mucho ocupaban solo los varones. Fue la primera mujer en unirse a la Guardia Indígena de Sinangoe, preside la Asociación de Mujeres Indígenas de Sinangoe Shamec’co y, además, es vocera de su comunidad.

Por su parte, Alex Lucitante, de 29 años, resalta por su cercanía con la medicina ancestral de sus abuelos y su temple para luchar por mantener “intactas las selvas sagradas”.El líder destacó que este reconocimiento es un impulso de fortaleza para la comunidad de Sinangoe e inspirará a las nacionalidades indígenas del Ecuador que acompañaron la larga lucha de su pueblo.

Una lucha de años

Desde la década de 1960, los forasteros han tratado de extraer petróleo y minerales del territorio ancestral kofan, ubicado al noreste del Ecuador, en el Parque Nacional Cayambe-Coca. La comunidad A’i kofan de Sinangoe se asienta a orillas del río Aguarico y está conformada por 56 familias, unas 230 personas.

Los ríos Kofan y Chingual son afluentes del Aguarico y sirven para la alimentación, el riego y el disfrute de sus habitantes. Por eso, en cuanto los líderes indígenas, hoy premiados, advirtieron de las operaciones mineras en territorio de la comunidad, en 2017, iniciaron acciones para unir a la comunidad y defender sus tierras.

Así, tras monitorear la zona y confirmar el peligro que corría el territorio, la comunidad demandó al Estado, iniciándole un proceso judicial por violar sus derechos y entregar concesiones mineras sin el consentimiento previo de los kofan.

Como resultado de este proceso, en 2018 la Corte Constitucional falló a favor de la comunidad ordenándole al Estado ecuatoriano a cancelar 52 concesiones ilegales de extracción de oro. Esta victoria no se habría concretado sin el empuje de líderes como Alexandra Narváez y Alex Lucitante que desde la Guardia Sinangoe alentaron y organizaron la defensa del territorio comunal.

No obstante, lejos de cualquier pensamiento individualista, los líderes premiados reconocen que este galardón es en mérito al esfuerzo colectivo de toda la población kofan. “Este no es un reconocimiento a Alex y Alexandra, es un reconocimiento a la comunidad A’i kofan de Sinangoe por el esfuerzo, por esa lucha”, aseguró Alexandra Narváez a Mongabay Latam.

Cabe resaltar que esta es la cuarta vez que Ecuador es premiado con este galardón luego de haberlo recibido Luis Macas, en 1994, Pablo Fajardo Mendoza y Luis Yanza, en 2008 y Nemonte Nenquimo, en 2020.

Por El Orejiverde
Fecha: 06/06/2022