Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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martes, 25 de marzo de 2025

Las Palabras - Maya Angelou


"Las palabras tienen entidad... Algún día seremos capaces de medir el poder de las palabras. Tienen entidad. Se pegan a las paredes, al papel pintado, a las alfombras, a la tapicería, a tu ropa. Y, finalmente, se te quedan pegadas dentro".

Maya Angelou

miércoles, 8 de enero de 2025

Los Primeros Abrazos. Las Primeras Palabras de la Historia


Cuento hace unos cuatro mil quinientos millones de años, año más, año menos, una estrella enana escupió un planeta, que actualmente responde al nombre de Tierra.
Hace unos cuatro mil doscientos millones de años, la primera célula bebió el caldo del mar, y le gustó, y se duplicó para tener a quién convidar el trago.
Hace unos cuatro millones y pico de años, la mujer y el hombre, casi monos todavía, se alzaron sobre sus patas y se abrazaron, y por primera vez tuvieron la alegría y el pánico de verse, cara a cara, mientras estaban en eso.
Hace unos cuatrocientos cincuenta mil años, la mujer y el hombre frotaron dos piedras y encendieron el primer fuego, que los ayudó a pelear contra el miedo y el frío.
Hace unos trescientos mil años, la mujer y el hombre se dijeron las primeras palabras, y creyeron que podían entenderse.
Y en eso estamos, todavía: queriendo ser dos, muertos de miedo, muertos de frío, buscando palabras.

Eduardo Galeano
De: Entre Letras 

miércoles, 2 de octubre de 2024

La Palabra - Liliana Bodoc


martes, 1 de octubre de 2024

Alma e palavra, Palavra e alma - Rose Ponce


Minha alma e minhas palavras nascem da mesma fonte. Estão unidas. Posso inclusive dizer que são da mesma matéria.
Minhas palavras nascem de um saber que está nas memórias de minhas águas. Minhas águas são a fonte nutridoras de minha alma.
Quando gero essas palavras consciente do quão sagradas elas são, acesso o fio que me conecta as minhas Ancestrais.
Quando dou à luz as mesmas palavras, eu reacendo e ascendo minha própria alma.
Alma e palavras
Palavras e alma
Fonte de toda paz
Fonte de toda separação
Minhas Ancestrais são comigo.
Minhas Ancestrais são comigo!
Como anda sua conexão com suas palavras?
Como anda o respeito por elas?
Aguyjevete!.

Rose Ponce
Pará Mirim Poty

PALABRA Y ALMA GUARANÍ - EDUARDO GALEANO


martes, 9 de julio de 2024

La PALABRA tiene PODER


En el principio el verbo, la palabra. La voz antigua está en las cosas que nombramos, se quedó como todas las piedras, pegada al camino; la palabra con la que nombraban al mundo está en la memoria del paisaje, en el desierto y en las costumbres, y todavía calcina.

Cuando la palabra sabia nos toca, es como un carbón ardiente que sella el corazón, lo marca y nos hace sentir que pertenecemos a esta tierra. Algo profundo, no sabría decir de dónde o de qué parte del cuerpo, surge un calor, un ardor que punza, hiere y al mismo tiempo sana. Se posesiona del cuerpo y la memoria florece... flores invisibles, flores fantásticas, flores memoriosas.

Cuida tus palabras y procura que éstas sean floridas, palabras de vida que enciendan el fuego de la consciencia e iluminen al hombre y lo reconforten con su calor pues la palabra, como el cuchillo de pedernal, de doble filo es. Usa pues tal poder de la palabra con sabiduría y corazón.

QUE TU PALABRA SEA CANTO FLORIDO Y ANTORCHA PARA EL MUNDO, Y NO MOTIVO DE ESPINA Y DOLOR.

Compartido por Lulú Padilla


sábado, 11 de noviembre de 2023

Palabra y Silencio


domingo, 6 de noviembre de 2022

La Palabra...


sábado, 14 de mayo de 2022

La Lengua de un Pueblo - Credo Lingüístico


miércoles, 6 de octubre de 2021

LA PALABRA para LOS GUARANÌ


jueves, 23 de septiembre de 2021

Nuestras palabras son semillas...


martes, 15 de junio de 2021

LAS PALABRAS SON VIBRACIÓN EN EL UNIVERSO





LA PALABRA LO SIENTO

Te devuelve la unidad perdida al viajar por tu piel, que es el órgano más extenso, que te conecta y te hace sensible ante las vivencias de los demás, te desapega de los resultados y te convierte en unidad.

LA PALABRA PERDONAME

Hace eco en tu páncreas y en tu colon desatando lazos, liberando historias Y miedos de tu vida.

LA PALABRA GRACIAS

Sonreiras junto a todas las células de tu cuerpo sacudiendo tus venas, convirtiendo tu sangre en luz en esa unión desprendido qué muchas veces lo tienes alejado

LA PALABRA TE AMO

La palabra más importante del Universo qué debe ser pronúnciada en tu vocabulario ,es la qué no debes desprenderte de ella ,el amor es la grandeza del quién te creó con mucho amor del tiempo de los tiempos .

Si pudieras ver lo que provocan las palabras en ti y en los demás, comenzarías a observar tus pensamientos, tus silencios, tus sonidos y tus ruidos porque en este océano de energía que somos, cada onda que emites crea olas de diversos colores influenciando a los demás.

LO SIENTO ,❤ Perdóname ❤Gracias ❤
 TE AMO...

Fuente: Caminos del Alma

miércoles, 21 de abril de 2021

La palabra Mbya Guaraní




Para la etnia guaraní Mbyá, la palabra lo es todo. Este pueblo originario afirma que el hombre al nacer es una palabra que se pone de pie y solo desde ahí alcanza su estatura verdaderamente humana.

Cada hombre está hecho de "palabras-almas" que "los de arriba" envían a los padres en sueños.

Cuando un niño todavía no tiene su palabra, puede ser arrebatado por la cólera, que es la raíz y origen de todo el mal que anda suelto por el mundo. Por eso la educación, para el guaraní, es una educación de la palabra y él busca la perfección de su ser en la perfección de su decir. En eso, se asemeja a la ancestral sabiduría de los primeros mapuches, que afirmaban: "las buenas palabras son siempre bienamadas".

Nuestros antepasados asignaban una gran importancia a la impecabilidad en el decir. El poder de la palabra, entonces -en estas culturas-, es un poder creador en un doble sentido: crea mundo y al mismo tiempo a través de ella el hombre se "crea" a sí mismo, nace a su verdadero ser. Como dijera el poeta alemán Stefan George, "solo donde hay palabra hay cosa". Los indígenas guaraní Mbyá añadirían: "solo donde hay palabra hay hombre". Por eso la carencia de palabras, de Palabra, tiene consecuencias gravísimas en nuestras vidas.

El hombre sin palabras está al descampado, sin refugio, sin domicilio, porque como lo afirmara el filósofo Martín Heidegger, "la palabra es la Casa del Ser". Para este pensador, la palabra es la más alta posibilidad para el hombre de ser hombre.

El deterioro de la palabra implica un ser empobrecido. Desde luego, no hablemos de esa "impecabilidad en el decir" tan cara a los mapuches de antaño. Esa impecabilidad es un bien escasísimo hoy, y la desconfianza ha minado el antiguo poder de la palabra empeñada, por ejemplo. Pero lo más dramático es cuando hay carencia de palabras para expresar nuestra interioridad.

No todos tenemos que ser obligatoriamente buenos lectores, pero sí indefectiblemente somos hablantes. "Zoon phonanta": así nos definió Aristóteles, "animales hablantes".

Es urgente, entonces, recuperar el habla, reconquistar nuestras "palabras-almas" para poder decirnos, para poder "ser".

Cristián Warnken

sábado, 11 de enero de 2020

Mbya Guaraníes: El Valor de la Palabra




Para la etnia guaraní Mbyá, la palabra lo es todo. Este pueblo originario afirma que el hombre al nacer es una palabra que se pone de pie y solo desde ahí alcanza su estatura verdaderamente humana.

Cada hombre está hecho de "palabras-almas" que "los de arriba" envían a los padres en sueños.

Cuando un niño todavía no tiene su palabra, puede ser arrebatado por la cólera, que es la raíz y origen de todo el mal que anda suelto por el mundo. Por eso la educación, para el guaraní, es una educación de la palabra y él busca la perfección de su ser en la perfección de su decir. En eso, se asemeja a la ancestral sabiduría de los primeros mapuches, que afirmaban: "las buenas palabras son siempre bienamadas".

Nuestros antepasados asignaban una gran importancia a la impecabilidad en el decir. El poder de la palabra, entonces -en estas culturas-, es un poder creador en un doble sentido: crea mundo y al mismo tiempo a través de ella el hombre se "crea" a sí mismo, nace a su verdadero ser. Como dijera el poeta alemán Stefan George, "solo donde hay palabra hay cosa". Los indígenas guaraní Mbyá añadirían: "solo donde hay palabra hay hombre". Por eso la carencia de palabras, de Palabra, tiene consecuencias gravísimas en nuestras vidas.

El hombre sin palabras está al descampado, sin refugio, sin domicilio, porque como lo afirmara el filósofo Martín Heidegger, "la palabra es la Casa del Ser". Para este pensador, la palabra es la más alta posibilidad para el hombre de ser hombre.

El deterioro de la palabra implica un ser empobrecido. Desde luego, no hablemos de esa "impecabilidad en el decir" tan cara a los mapuches de antaño. Esa impecabilidad es un bien escasísimo hoy, y la desconfianza ha minado el antiguo poder de la palabra empeñada, por ejemplo. Pero lo más dramático es cuando hay carencia de palabras para expresar nuestra interioridad.

En las universidades y en los colegios, es cada vez más frecuente ver alumnos que son incapaces no solo de expresar una idea articulada, sino de expresar sus propios sentimientos y puntos de vista sin caer en el balbuceo y la desarticulación.

Gabriela Mistral tenía razón: el dialecto "chileno" se ha ido transformando en un idioma deshuesado. Y esto no tiene nada que ver con seguir las normas de la Real Academia de la Lengua, porque nuestra oralidad chilena campesina era rica en refranes, apodos, decires. De ella se alimentaron nuestros más grandes poetas, los populares y los "cultos". Hoy no tenemos ni esa habla popular ni el habla culta formal: estamos en tierra de nadie, ya no podemos erguirnos desde la palabra, como lo planteaban los indios Mbyá. ¿Dónde está nuestra palabra, la que nos une y nos relata?

"¡Ya no sé hablar!", confesó el joven y genio poeta Rimbaud en un momento de honda crisis en "Temporada en el Infierno". No hay peor infierno que el de la incomunicación y sobre todo el de la incapacidad de poder ponerle nombre a lo que vivimos, y el de estar privados de palabras que den sentido a lo que vivimos. ¿No es frecuente, cuando sucede una catástrofe natural, ver a un periodista colocar el micrófono delante de una víctima que es incapaz de articular palabra y a la que solo le queda llorar, excedida por su impotencia, que la desborda?

La desaparición de la tradicional sobremesa familiar, el inquietante autismo digital en curso, entre otros elementos, harán que la violencia gane terreno allí donde no haya palabra para contener o sublimar.

Se habla mucho de los malos índices de comprensión lectora de los chilenos: me parece eso menos grave que la pérdida de la palabra en la dimensión oral, el empobrecimiento de las conversaciones, que es donde vive el lenguaje. No todos tenemos que ser obligatoriamente buenos lectores, pero sí indefectiblemente somos hablantes. "Zoon phonanta": así nos definió Aristóteles, "animales hablantes".

Es urgente, entonces, recuperar el habla, reconquistar nuestras "palabras-almas" para poder decirnos, para poder "Ser".


lunes, 26 de diciembre de 2016

Lo que la tierra cuenta>Oralidad, Lectura y Escritura


Por > Alfredo Mires Ortiz

Una propuesta desde la oralidad, la lectura y la escritura en territorio comunitario para restituir los hermanamientos naturales y abandonar lo que nos enferma o enajena.

Hace unos meses, caminando hacia la lejana comunidad de Yunchaco –cerca de donde el caudaloso Marañón se abraza con otros ríos para formar el Amazonas–, nos detuvimos porque una larga caravana de hormigas cargadas de hojas, palitos y granos, atravesaba la senda. Maiquito, el niño campesino que nos guiaba, dijo, rotundo:
– Más tarde va a llover. 
– ¿Cómo lo sabes? –le pregunté. 
– ¿No lo ves? Las hormigas nos están avisando. 
Miré a las hormigas y la verdad es que no escuché nada; miré al cielo y no vi una sola nube. 
Unas horas después, el cielo se preñó de nubarrones y el aguacero se desató tal como las hormigas habían dicho.
Cuando se lo conté a César Burga, el comunero bibliotecario y padre de Maiquito, me preguntó:
– ¿Vos no sentiste además el calor que avisa la lluvia?
– ¿Te refieres al “sol de lluvia”? –le repregunté.
– No –me explicó, clemente–: es el calorcito que uno mismo siente sabiendo que va a llover.

Esa tarde escribí en mi libreta de campo: “Estamos también perdiendo la capacidad de leernos a nosotros mismos. Felizmente las hormigas no van a la escuela: para aprender hay que acechar y asombrarse siempre. La tierra no escatima enseñares. No hay más camino que esta juntura, generosa y fértil, de todos con todo, entre todos, por todo. En este país, los que más recuerdan son los más olvidados”.

Muchas veces, cuando se escuchan o se leen relatos como este, el intelecto emite casi mecánicamente palabras como “indígenas”, “folklore”, “creencias”, “mentalidad pre lógica”, “costumbres”, “arcaísmos”, “supersticiones”, etc. Todas esas palabras llevan implícita una carga descalificadora, la impronta de la minusvalía. Las palabras adoptan una pose guillotinesca, la autoridad grisácea de la academia, la superioridad cerebral del instruido. No es que de por sí las palabras sean cercenadoras, pero en determinado estrato han asumido el rango arbitrario del estereotipo.
¿Por qué las sensaciones se adscriben a lo primitivo y lo racional a lo civilizado? Es decir, ¿por qué la razón goza de la autoridad que los afectos carecen?, ¿en qué momento la percepción del entorno sucumbe frente a la descripción abstracta?, ¿cuándo es que los parentescos territoriales se allanaron para dar paso a los mapas conceptuales?, ¿cómo es que las comuniones pueden ser sustraídas por los inventarios y las filiaciones claudican ante lo contractual?, ¿no será que miramos las cuadraturas de la televisión y las computadoras, con tal acatamiento, que terminamos volviéndonos sus espejos, que cada vez más nos desnaturalizamos?


No pretendo contestar ahora mis propias preguntas y quizá tampoco se trata de aspirar a encontrar la punta de la madeja, pero en el afán de redecir, repintar, re-danzar o re-escribir nuestra propia historia, seguramente nos urge columbrar los entramados de este tejido que nos abriga y nos desnuda constantemente. Porque los afectos y sus manifestaciones no tienen que seguir siendo sinónimos de atraso ni las antiguas sapiencias emanaciones de ignorancia. Tenemos que dejar de ver el llamado animismo como una graciosa concesión humanizante hacia la pobre y des-valida naturaleza: si ella no fuese quien es, nosotros no seríamos quienes somos.

El gran problema es que –en los tiempos que van– también nos están arrancando las páginas de la comarca. No sólo se están descuajando las páginas de este libro prodigioso que es la tierra, sino que como autómatas pasamos a hablar el idioma de la ausencia, de la mudez, de la premura, de la querella.

Y este des-vínculo no es de índole metafísico: a mediados de octubre de este año, la FAO emitió un informe en el que estima que para el 2030 podría haber entre 35 y 122 millones más de personas sumidas en la pobreza por efectos de la destrucción ambiental. Y a fines de octubre, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) lanzó la alarma que la vida silvestre en el mundo se ha reducido en un 58% desde 1970. “Las principales causas –señala este informe– son la actividad humana, como la ocupación del hábitat de las especies, el comercio de animales silvestres, la contaminación provocada por las actividades industriales y el cambio climático que afecta a la Tierra”.

No son, pues, los irracionales y salvajes incivilizados los que han llevado al mundo al borde del colapso. Cuando el territorio deja de ser el equilibrio concordante de lo de adentro con lo de afuera –la consonancia de sentimientos articulados y las sensaciones armonizadas–, la destrucción de las voces y el saqueo sin límites pueden ser irreversibles.

Lo que enferma o enajena a un individuo y a una sociedad es la ruptura de estos sentidos territoriales básicos y urge, entonces, desbloquear la obstrucción perceptiva de los vínculos, restituyendo los hermanamientos naturales. Porque el territorio no es un espejismo delirante. Y leer la letra no tiene que enmudecer al mundo que nos habita y que nos circunda.

Quizá el problema no es que la cosificación del mundo esté en el fundamento de los discursos hegemónicos, sino el nivel de asimilación que las personas y las comunidades tengamos de este concepto y sus consecuentes prácticas depredadoras.

De estos y otros temas hablé en aquella conferencia, de la sabiduría comunitaria y las tradiciones orales, acercando el recuerdo de su abuela campesina y narradora, que era analfabeta, hablé también del “cruento desencuentro” de Cajamarca, cuando el Inca Atahualpa arrojó al suelo el breviario ofrecido por el cura Valverde, que le valió a Pizarro desatar la masacre, hablé de la barbarie occidental, del padecimiento de los pueblos indígenas libres, de la importancia de la lectura, donde entre otras cuestiones afirmé que “una cosa es aprender el mecanismo del abecedario y otra la inspiración de su armadura. Un lector, lo que se llama lector, es per se, más que antihegemónico: es no hegemónico. Es decir, escapa y no legitima la cárcel imperial. Leer es la lima que asierra los barrotes de las trampas oscurantistas y las celdas colonizadoras”.

Se recomienda la lectura completa en el documento anexo, titulado “La tierra cuenta: oralidad, lectura y escritura en territorio comunitario”, conferencia brindada recientemente en Medellín, sobre lectura, escritura y oralidad, en el marco de un proceso de reformulación del Plan de Lectura por parte de la Academia, Ciudadanía y la Secretaría de Cultura Ciudadana de Colombia.
http://www.elorejiverde.com/attachments/article/2129/Alfredo%20Mires%20Ortiz-%20%20Conferencia%20Medell%C3%ADn%2011%202016.pdf

Escrito> Alfredo Mires Ortiz, Bibliotecas Rurales de Cajamarca.

Fuentes:
El Orejiverde – 14 de Diciembre de 2.016

Bibliotecas rurales de Cajamarca
http://bibliotecasruralescajamarca.blogspot.com.ar/2016/12/medellin-plan-ciudadano-de-lectura.html


miércoles, 29 de octubre de 2014

LA PALABRA

La palabra tiene mucho de aritmética: divide cuando se utiliza como navaja para lesionar, resta cuando se usa con ligereza para censurar, suma cuando se emplea para dialogar y multiplica cuando se da con generosidad para servir.


Carlos Siller


domingo, 26 de octubre de 2014

La transmisión cultural Guaraní

La transmisión cultural guaraní es eminentemente oral. Los ritos religiosos, las explicaciones de lo sobrenatural, las costumbres, las leyes: toda su historia y su conocimiento se transmiten de sabios a aprendices, de boca en boca y de generación en generación.

Jeroky Ñembo'e, ceremonia Avá Guaraní
La palabra guaraní es más que un medio de comunicación humana. Es un canal hacia la divinidad. La palabra es el alma y perderla es morir. Así, los guaraníes cuentan historias, narran su cosmovisión, cantan los mensajes que los dioses les transmiten en el sueño. Historia de dioses y héroes sobre la creación de un mundo construido de a poco, con el puro poder de las palabras.

sábado, 4 de octubre de 2014

La Palabra Soñada en la Cultura Mbya Guaraní…


Se acerca el amanecer y mientras la claridad se filtra entre los montes y va bañando lentamente el conjunto de chozas de una comunidad mbya guaraní, se escucha un canto largo y profundo.

Es la plegaria que el chamán recibió en sueños y que ahora entona su gente, pidiendo al Padre Ñamandú iluminación y fortaleza de corazón para alcanzar una vida digna.

Acompañándose de una especie de guitarra rústica, el ritmo de las tacuaras que golpean contra el suelo (takuapus) las mujeres, el chamán cumple este antiguo ritual con el cual los Mbya Guaraníes inauguran el día, reflexionando sobre la condición humana y su relación con los dioses.

Para el guaraní, la palabra es canto, danza y oración para comunicarse con los dioses. El ser guaraní se identifica profundamente con la palabra y ésta marca el rasgo esencial del hombre, desde el momento en que éste es engendrado. En el acto de unión amorosa, el padre comunica la palabra soñada a la madre, que queda preñada de esta palabra. El ser humano es una encarnación de la palabra.

Del mismo modo, el chamán guaraní, sentado en su apyka de cedro, en la profundidad del sueño concibe la palabra, la que se engendra y nace igual que el hombre. Y esta palabra es instrumento de perfección, a través de la cual el guaraní se hace más sabio y más hombre. Y esta palabra es instrumento de perfección, a través de la cual el guaraní se hace más sabio y más hombre. Es la materia con la cual el hombre desarrolla su mayor talento y la que puede redituarle su mayor prestigio. La virtud más alta del guaraní está en su capacidad de creación poética, de concebir y expresar las Ñe’e Porã, las palabras hermosas…


Escrito: Susy Delgado

sábado, 13 de septiembre de 2014

La responsabilidad de las palabras

La tierra no pertenece al hombre: es el hombre que pertenece a la tierra. Todas las cosas están conectadas de la misma manera que la sangre une a la familia generación tras generación. El hombre no teje la tela de red que es su vida. Es simplemente una hebra de ella. Cualquier cosa que él haga a la tela de red se la está haciendo a sí mismo.

Nosotros los indios sabemos del silencio. No le tenemos miedo. De hecho, para nosotros es más poderoso que las palabras.

Nuestros ancianos fueron educados en las maneras del silencio, y ellos nos transmitieron ese conocimiento a nosotros. Observa, escucha, y luego actúa, nos decían. Ésa es la manera de vivir.

Observa a los animales para ver cómo cuidan a sus crías. Observa a los ancianos para ver cómo se comportan. Observa al hombre blanco para ver qué quiere. Siempre observa primero, con corazón y mente quietos, y entonces aprenderás. Cuando hayas observado lo suficiente, entonces podrás actuar.



Con ustedes es lo contrario. Ustedes aprenden hablando. Premian a los niños que hablan más en la escuela. En sus fiestas todos tratan de hablar. En el trabajo siempre están teniendo reuniones en las que todos interrumpen a todos, y todos hablan cinco, diez o cien veces. Y le llaman "resolver un problema". Cuando están en una habitación y hay silencio, se ponen nerviosos. Tienen que llenar el espacio con sonidos. Así que hablan impulsivamente, incluso antes de saber lo que van a decir.

A la gente blanca le gusta discutir. Ni siquiera permiten que el otro termine una frase. Siempre interrumpen. Para los indios esto es muy irrespetuoso e incluso muy estúpido. Si tú comienzas a hablar, yo no voy a interrumpirte. Te escucharé. Quizás deje de escucharte si no me gusta lo que estás diciendo. Pero no voy a interrumpirte. Cuando termines, tomaré mi decisión sobre lo que dijiste, pero no te diré si no estoy de acuerdo, a menos que sea importante. De lo contrario, simplemente me quedaré callado y me alejaré. Me has dicho lo que necesito saber. No hay nada más que decir. Pero eso no es suficiente para la mayoría de la gente blanca.

La gente debería pensar en sus palabras como si fuesen semillas. Deberían plantarlas, y luego permitirles crecer en silencio. Nuestros ancianos nos enseñaron que la tierra siempre nos está hablando, pero que debemos guardar silencio para escucharla.

Sabiduría Indígena


lunes, 18 de agosto de 2014

El lenguaje / Guaraníes


El Padre Primero de los guaraníes se irguió en la oscuridad, iluminado por los reflejos de su propio corazón, y creó las llamas y la tenue neblina. Creó el amor, y no tenía a quien dárselo. Creó el lenguaje, pero no había quién lo escuchara.

Entonces encomendó a las divinidades que construyeran el mundo y que se hicieran cargo del fuego, la niebla, la lluvia y el viento. Y les entregó la música y las palabras del himno sagrado, para que dieran vida a las mujeres y a los hombres.
Así el amor se hizo comunión, el lenguaje cobró vida y el Padre Primero redimió su soledad. Él acompaña a los hombres y las mujeres que caminan y cantan:

Ya estamos pisando esta tierra,
Ya estamos pisando esta tierra reluciente.


Eduardo Galeano – Memorias del Fuego I – Los Nacimientos

Niños Mbya Guaraníes por José Luis Raota (25 de Mayo-Misiones)