Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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lunes, 16 de noviembre de 2020

Un nuevo auge del Kunumi Pepy, ceremonia de los niños Paĩ Tavyterã en Paraguay



Por Sofía Oviedo

En estos días, en el campo político de lo posible, el sueño de cambio y nuevas brisas para el continente americano vuelve a estar en auge. Bolivia y Chile nos están enviando mensajes llenos de esperanza. La tierra se mueve y abre nuevos canales de percepción y comprensión. Como parte de estos hechos esperanzadores, en los montes Paĩ Tavyterã de Amambay, también están ocurriendo cosas que merecen ser contadas.

Remontémonos al pasado. Hace como cinco años, en Ita Guasu, pastores evangélicos entraron a una de las comunidades más influyentes del pueblo Paĩ Tavyterã, dejando impactos complejos; uno de los primeros efectos fue la sensación de desintegración y de división comunitaria. Evangélicos, por un lado, y “demoños” —o más bien, defensores del Paĩ reko(modo de vida Paĩ) y de los conocimientos propios— por el otro. Como consecuencia, las familias se vieron divididas por una frontera bien delimitada.

Así pasaron los tres primeros años desde la intrusión de los religiosos, hasta que llegó el tiempo de preparar de vuelta el maíz —avatipuku—, la casa ceremonial —oypysy—, para organizar la ceremonia del Kunumi Pepy, en Ita Guasu. Se trata de una ceremonia donde los niños varones (las niñas tienen otra ceremonia llamada kuñajekuaku) reciben conocimientos, son cuidados y formados, adquiriendo los fundamentos del modo de vida Paĩ Tavyterã.

Esta práctica cultural tiene raíces históricas y representa un momento clave para afianzar lo propio, por quienes fueron duramente cuestionados y juzgados al seguir las pautas Paĩ Tavyterã. En esa época, empecé a reconocer mejor a los niños que estaban en el Kunumi Pepy.

El Kunumi de Ita Guasu fue inolvidable, por muchos motivos. Los participantes cantaron y bailaron durante varias noches. Al terminar, las mujeres mayores empezaron a hablar en el idioma de las deidades; tonos claros, elocuentes y elevados en la lengua conocida como Arakuaávy.

En los siguientes años, se organizaron ceremonias similares en otras comunidades; unas más cercanas, otras más distantes de Ita Guasu. En lo que va de este año 2020, a pesar del complicado contexto del Covid-19, van por el tercer Kunumi Pepy en los distintos tekoha.


Los evangélicos también entraron al tekoha llamado Piky, donde Leandro Valiente es uno de los sabios y referentes (tekoaruvicha) que en estos días está conduciendo el cuidado de los niños en la tercera ceremonia del año. La buena noticia, y me gustaría que todos se enteren, es que muchos niños, cuyos padres años atrás optaron por seguir la doctrina evangélica, hoy volvieron a seguir sus propias pautas. Son niños que buscaron a los familiares suyos que no se adhirieron a los principios evangélicos y pidieron apoyo para poder formar parte del Kunumi Pepy.

Creo haber aprendido que, además de la doctrina evangélica, que quiere imponerse y condenar las costumbres de los Paĩ, hay niños interesados en mantener viva la práctica del Kunumi Pepy, y tienen una manera de hacer las cosas que es respetada en la comunidad. Los padres respetan las decisiones de los niños. Una vez que estos últimos deciden —porque les gusta, les interesa —, se encaminan a recibir las enseñanzas de los maestros Paĩ.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan necesariamente el punto de vista del Periódico E'a.

Fuente: Periódico E'a. - 3 de Noviembre de 2020

domingo, 1 de noviembre de 2020

Paraguay: Comunidad Indígena Mbya Guaraní Y´akâ Marangatú recupera tierras ancestrales

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha publicado su informe respecto de la petición de la comunidad indígena Y´akâ Marangatú sobre la recuperación de su territorio en Paraguay, que fue ocupada por terceros a través de fincas. El organismo internacional ha decidido que el Estado paraguayo cumpla totalmente con los acuerdos que suscribió con esta comunidad en el 2009, entre ellas el otorgamiento de 219 hectáreas de tierras ancestrales.



La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) decidió que el Estado de Paraguay cumpla totalmente con la entrega de 219 hectáreas de tierras ancestrales a favor de la comunidad indígena     Y´akâ Marangatú.

Esta comunidad pertenece al pueblo Mbya y se encuentra ubicada en el departamento paraguayo de Itapúa, lugar donde reclaman formalmente su territorio desde la década de 1990.

Al respecto, la CIDH hizo público su Informe N.° 256/20 en torno de la petición de esta comunidad sobre la recuperación de sus tierras originarias, ocupadas por terceros a través de fincas.

Por medio de dicho documento, el organismo internacional informó su decisión de aprobar el acuerdo de solución amistosa entre Y´akâ Marangatú y el Estado paraguayo.

Esta conciliación fue suscrita por ambas partes el 2 de marzo del 2009, en la que Paraguay reconoció su responsabilidad internacional por las violaciones de los derechos humanos cometidas contra la comunidad nativa.

En aquella fecha, el país se comprometió a implementar 11 medidas de reparación a favor de 
Y´akâ Marangatú.

Una de ellas es sobre los trámites pertinentes a efectos de proceder a la compra directa o expropiación de las 219 hectáreas reclamadas por la comunidad.

Fiscalización sobre contaminación de la zona y evaluación del impacto ambiental, así como la provisión de alimentación básica y agua potable, son parte de los otros compromisos.

CIDH resuelve dar cumplimiento al acuerdo

La CIDH concluye que el Estado de Paraguay no ha cumplido totalmente con algunos temas que acordó implementar por este caso. Es decir, ha ejecutado parcialmente.

“Declarar el cumplimiento parcial sustancial […] décima (compra directa o expropiación de 219 hectáreas), del acuerdo de solución amistosa”, detalla el informe.

Esta observación de la Comisión se basa por la ley que promulgó el Gobierno de Paraguay el 18 de setiembre del 2020, que faculta expropiar el predio de 219 hectáreas.

No obstante, según explicó la CIDH recientemente, aún no se concreta del todo esta medida en beneficio de la comunidad indígena Y´akâ Marangatú.

Razón por la cual, la Comisión Interamericana concluye que se tiene que continuar con el seguimiento de la expropiación de las tierras a favor de estos habitantes nativos del Paraguay.

Asimismo, la CIDH refiere que el Estado paraguayo aún tiene pendiente cumplir el “seguimiento a delitos ecológicos” e “investigación por daños”, que son 2 de los 11 acuerdos que no se han realizado.

Fuente: Servindi - 30 de Octubre de2020 https://www.servindi.org/actualidad-noticias/27/10/2020/comunidad-indigena-yaka-marangatu-recupera-tierras-ancestrales

 

 

 

domingo, 18 de octubre de 2020

Arte Mbya Guaraní


El arte en chala (la fibra que recubre la mazorca del maíz), también forma de la cestería trenzada Mbya Guaraní, tanto en Caaguazú como en el departamento de Itapúa (Paraguay).

Adriana Ortiz Semidei IPA(Instituto Paraguayo de Artesanía)

miércoles, 16 de septiembre de 2020

La fuerza de los Pai Tavytera




La fuerza del pueblo Paĩ Tavyterã no radica en las armas sino en la espiritualidad propia, compuesta por ceremonias solemnes y poderosos cantos y rezos sagrados que resguardan y cultivan desde tiempos ancestrales.

El pueblo Paĩ Tavyterã, no basa su fuerza en arcos y flechas, ni en ningún otro tipo de armas que puedan dañar físicamente, sino que su resistencia se centra en sus disciplinas sagradas de danzas, cantos, rezos y ceremonias, que practican como parte de su cultura y cosmovisión propia, así como lo hacen, a su propio modo, muchos otros pueblos indígenas del Paraguay.

Abuelas y abuelos, sabias y sabios, siguen enseñando sus Ñembo’e, Mborahéi, Kotyhu, Guahu, que son algunas de las formas que toma la ancestral sabiduría que resguardan, basada en el relato del creador del mundo, Ñane Ramói Jusu Paapa, que es Dios mismo y al mismo tiempo es el primer ancestro, que es el abuelo primigenio y es a la vez su relato, que dio existencia al mundo cuando puso un pie en Jasuka Venda y cantó sus palabras sagradas.

Los sabios y sabias Paĩ Tavyterã conocen cantos devocionales, que se aplican al sostén de la humanidad en el mundo y explican las normas de la convivencia correcta, así también practican cantos para proteger los cultivos, cantos medicinales para sanar enfermedades, diversos cantos para la protección personal y comunitaria, esas son solo algunas de las facetas de una amplia tradición espiritual Paĩ Tavyterã, pueblo originario que habita en el norte de nuestro país.


Más de 500 años de invasión no han borrado de la cultura Paĩ Tavyterã su Teko Marangatu. Este pueblo ha resistido, así como lo han hecho muchos otros pueblos indígenas, al despojo territorial, a la invasión económica, de producción, de tecnologías, de mercado consumista, también invasiones religiosas o de políticos con ideologías diversas, invasión de otras lenguas y otros modos de estar en el mundo, sin embargo no han dejado de vibrar sus propios cantos y rezos, que consideran es lo que da sentido a su existencia como pueblo.

Una de las ceremonias más importantes en la transmisión del Teko de la cultura Paĩ es el Mitapepy, durante esta ceremonia, ritual de iniciación en el conocimiento de lo sagrado de los varones, el Tekoaruvicha, líder espiritual, enseña a los adolescentes iniciados el modo propio de ser Tavyterã. Los Tekoaruvicha, en cada comunidad, fortalecen a los llamados Yvyra’ija, los adeptos e iniciados, guardianes en distintos roles ceremoniales, para que colectivamente puedan sostener la sabiduría milenaria y trasmitirla de generación en generación. El Mitapepy es el momento principal del sistema educativo y religioso propio de los Paĩ.

Las mujeres, por su parte, durante el Mitapepy, son las encargadas del cuidado del entorno, de preparar el kaguĩ, la bebida sagrada y acompañar a los iniciados, y son las que conducen los ñembo’e durante el Kuñangue, cuando festejan la finalización y el desarrollo exitoso del Mitapepy.


Las mujeres Paĩ son poseedoras de gran conocimiento tradicional, que sustenta los vínculos en las comunidades, ellas también tienen sus espacios propios de aprendizajes y trasmisión de conocimientos y habilidades. Se reúnen en la ceremonia del Kuñangue Jekoaku, donde se transmiten entre generaciones de abuelas a nietas, una infinidad de aspectos relacionados al poder de las mujeres, su rol social y su relación con la biodiversidad, la nutrición y el territorio.

Desde el Grupo Sunu de acción intercultural, acompañamos a las comunidades Paĩ Tavyterã, en el devenir de su resistencia cultural y en la protección de sus saberes y sus instituciones propias.

Para conocer más cánticos sagrados puede accede:

https://audiotecapaitavyte.wixsite.com/website

Fotografias de:
Nelson Román, Rosita Palazón y Juan Carlos Meza, en el marco del Proyecto “Salvaguardando el patrimonio cultural” ejecutado por el Grupo Sunu con el Fondo Embajador. 

Fuente: Grupo Sunu de Acción Intercultural (Paraguay) - 15 de Septiembre de 2020.

https://gruposunu.org.py/2020/09/15/la-fuerza-de-los-pai-tavytera/?fbclid=IwAR10sX-6TYV4rUgeQUx3o586bD9dKW6NzN3pXq7jPluVG2rWAVL447Z9MFE



domingo, 8 de diciembre de 2019

Paraguayos tienen el 85% de la sangre guaraní


Por primera vez, Paraguay cuenta con un perfil genético que permite conocer la caracterización de la ascendencia poblacional. Tras el estudio, se concluyó que la población paraguaya conserva el 85% de sangre de los pueblos originarios de esta región.




La Dirección de Memoria Histórica y Reparación del Ministerio de Justicia y el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAFF) presentaron el perfil genético de la población paraguaya. El estudio revela que los paraguayos tienen un gran porcentaje de sangre guaraní, aunque también europea y africana.

El director de Memoria Histórica y Reparación, Rogelio Goiburú, comentó sobre la importancia de contar con dicho banco, el cual será utilizado en el área forense y en la identificación de desaparecidos durante la dictadura stronista.

Goiburú detalló que el perfil genético paraguayo fue creado con muestras de 550 hombres de varias partes del país, a través de un estudio que concluyó que la población conserva el 85% de sangre de los pueblos originarios de esta región.

El resto porcentual se divide en un 7% de origen africano, 7% europeo (españoles, italianos, franceses, entre otros) y 1% asiático.

"La ciencia nos exigía que tomemos 550 muestras de sangre del pulpejo de los dedos de varones de todo el territorio nacional, y así lo hicimos con ayuda de voluntarios, de gente solidaria, logramos este trabajo después de muchos años", indicó.

Fuente: Diario Última Hora (Asunción) - 6 de Diciembre de 2.019


lunes, 19 de agosto de 2019

Paraguay: Tribunal falla a favor de la Nación Yshir



El Tribunal de Apelación Civil y Comercial de la capital emitió recientemente un fallo favorable al reclamo de la Nación Yshir respecto a una porción de su territorio. En este caso se trata de una medida cautelar de no innovar que recaen sobre unas 8.500 hectáreas de la comunidad conocida como puerto Ramos, que se encontraba en propiedad de la Empresa Paraverde S.A y que es reclamada por los Yshir como parte de su territorio ancestral.

El litigio data del año 2015 y se buscaba declarar la medida de no innovar a fin de precautelar las tierras que forman parte del territorio ancestral de la Nación Yshir y que fuera reclamada por la Unión de Comunidades Indígenas de la Nación Yshir (UCINY), por intermedio del Instituto Paraguayo del Indígena (INDI) y con el apoyo de Tierraviva. Los miembros de la UCINY celebraron la decisión de la máxima instancia judicial y señalaron que es un paso muy importante para la recuperación de su territorio ancestral.

El Pueblo Yshir está compuesto por cerca de 3.500 personas, que habitan en 7 comunidades ubicadas a orillas del Río Paraguay, en los Distritos de Bahía Negra y Fuerte Olimpo, Departamento de Alto Paraguay. En esos territorios desarrollan su vida y mantienen vivas sus costumbres, su lengua y su cultura. Originalmente el territorio Yshir abarcaba más de 3 millones de hectáreas, sin embargo a lo largo de los años, perdieron cerca del 97% de su territorio y los espacios que aún conservan son constantemente amenazados por el avance de la deforestación y de estancieros extranjeros que buscan apropiarse de sus tierras.

Según señaló el abogado de Tierraviva, Arnaldo Aldana, tras esta decisión del Tribunal quedaría por definir cuál sería la vía administrativa que permita a los Yshir acceder a la propiedad de la tierra, podría darse por vía de la compra directa o la expropiación dijo. Con estas 8.500 hectáreas reivindicadas la Nación Yshir contaría con un territorio continuo de unas 55 mil hectáreas para su subsistencia.

Tierraviva acompaña desde hace años a las comunidades Yshir y a la UCINY en sus lucha por la recuperación del territorio ancestral y la defensa de sus condiciones de vida; en ese sentido la organización presta apoyo técnico y jurídico a las comunidades.

Fuente: Tierraviva (Asunción)

sábado, 3 de agosto de 2019

Indígenas expulsados por la Itaipú sufren invasión sojera


En 1982, 20.000 indígenas fueron reubicados por la binacional en asentamientos donde ya existían otros grupos, violando la Ley 63/68. Los lugares donde fueron depositados los avá guaraní paranaenses hoy están invadidos por extensos campos de soja y sus agroquímicos.
Despojo: los terrenos que eran de la Comunidad Sauce hoy son sojales. Los lugares donde fueran reasentados por Itaipu tambièn

A principios de los ochenta, la creación de la hidroeléctrica Itaipú expulsó a unos 60.000 indígenas avá guaraní en ambos países (40.000 en Brasil y 20.000 en Paraguay). Hoy en día, estos grupos sobreviven abandonados e invadidos por los cultivos de soja y sus agroquímicos, alrededor y dentro de sus comunidades.


La expropiación en Paraguay por parte de Itaipú, desde Hernandarias hasta Salto del Guairá, expulsó a 38 comunidades indígenas avá guaraní, pero no así a sojeros y ganaderos, la mayoría brasileños.

Gran parte de estos potentados de la soja y la ganadería invaden los territorios expropiados por Itaipú, por el cual recibieron indemnizaciones. Incluso montan puertos clandestinos para el contrabando y narcotráfico, y en otros casos, grupos empresariales montaron clubes y condominios privados de lujo, según se vio en esta serie.

Esta investigación de ÚH, realizada con el apoyo de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación del ICFJ en alianza con Connectas, presenta en este capítulo las ilegalidades cometidas por Itaipú en el proceso de desalojo de los nativos de la zona, así como la realidad actual de estas comunidades expulsadas por Itaipú y hoy invadidas por el agronegocio.

La invasión
Los asentamientos donde actualmente viven con otros grupos los avá guaraní paranaenses expulsados por Itaipú se encuentran, al igual que la mayoría de las comunidades del país, rodeados e invadidos por extensos campos de cultivo de soja.
Los sojales rodean a las comunidades sin la franja de protección que ordena la Ley 3724 y avanzan dentro mismo de sus territorios a través de acuerdos de arrendamiento que los indígenas son empujados a aceptar, mediante engaños, extorsión o sobornos a los líderes.
Esta mecánica viola lo establecido por la Constitución Nacional y la Ley 752/81 “De los Pueblos Indígenas”, donde el Estado se compromete a proveerles tierras no susceptibles de garantizar obligaciones contractuales ni de ser arrendadas.
Mediante los datos registrados por la Dirección General de Encuesta, Estadísticas y Censos (Dgeec) y sistematizados por la Federación por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas (FAPI), así como el uso de mapas satelitales y el reporteo en la zona, comprobamos que sojales invaden las tierras que deberían ser de uso exclusivo de las comunidades.
Los empresarios sojeros consiguen avanzar con una mecánica ilegal e inconstitucional.
Los cultivos traen graves enfermedades provocadas por los agroquímicos, según el relato de los propios nativos y otros testigos, y acordes con los últimos estudios científicos respaldados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
El profesor Simón Oviedo Villalba, supervisor administrativo y pedagógico de las escuelas indígenas de los distritos de Itakyry, Minga Porã y Mbaracayú, señaló que la presencia de agroquímicos está afectando la salud de la gente y que un problema grave era el suicidio de los jóvenes a través de la ingesta de los plaguicidas.
“Muchos niños nacen con malformaciones, otros mueren a consecuencia del envenenamiento con agroquímicos dentro de las comunidades. Los venenos que se utilizan son muy peligrosos, ya tuvimos muchas muertes, algunos tienen problemas familiares y económicos, y utilizan el veneno para sacarse la vida, ya que tienen ahí a lado”, detalló.
El destierro
En los años 70, los avá guaraní que vivían en las costas del río Paraná eran indígenas prósperos, ya que sus balsas de traslado servían de taxi y a la vez vehículo para comerciar productos de ambas márgenes del río.
El reconocido antropólogo y sacerdote jesuita Bartomeu Melià formó parte del equipo de estudio que impulsó Itaipú en 1975. Dijo a ÚH que el informe no servía para determinar el número de grupos indígenas que serían afectados y respaldó el trabajo de Mariblanca Barón y también el de antropólogos del Brasil, que hablan de 38 comunidades afectadas en Paraguay (unas 20.000 personas).
Las recomendaciones de los estudios señalaban aspectos fundamentales para la recuperación y dignificación de la cultura de dichas comunidades, pero lo que impulsó la binacional fue totalmente lo opuesto.
El estudio recomendaba crear 23 nuevos asentamientos, pero lo que hizo la Itaipú fue distribuir a las 38 comunidades en ocho asentamientos donde ya existían otros grupos, y en tierras compradas en su mayoría por la Iglesia Católica, según la investigación de Mariblanca Barón, publicada por el Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica de Asunción (Ceaduc), en el 2017.
Según reconoce la propia Itaipú, apenas 2.000 hectáreas fueron pagadas por la entidad para estos grupos. Las comunidades fueron trasladas por la Itaipú a través del denominado Proyecto Guaraní, programa auspiciado por la Asociación Indigenista del Paraguay (AIP) y la Misión de Amistad de los EEUU.
Barón dijo que una de las mil hectáreas que Itaipú dice que compró, Itabó, el propietario anterior le dijo que ellos donaron las tierras y que Itaipú no pagó nada.

Calvario

Carmen Sixta Martínez, quien vivió el proceso de desalojo en 1982, recordó llorando cómo les llevaron en camiones de noche a un lugar llamado Vacaretá y de ahí caminaron a oscuras con lo poco que rescataron hasta otro punto denominado Yukyry.


En este lugar no había agua, monte, ni animales silvestres. Dijo que cada tanto recibían comida en mal estado enviada por Itaipú a través del Proyecto Guaraní.

“Nos dijeron que podíamos volver cuando las aguas bajen, y después descubrimos que gran parte de nuestras tierras no se inundaron, pero ya no nos dejaron volver y ahora todo eso está en manos de los sojeros, nos hubiéramos quedado si sabíamos”, lamentó.

Estos procedimientos violaron la entonces vigente Ley Nº 63/68 que ratificó el Convenio relativo a la protección e integración de las poblaciones indígenas.

“No deberá trasladarse a las poblaciones en cuestión de sus territorios habituales sin su libre consentimiento, salvo por razones previstas por la legislación nacional relativas a la seguridad nacional, al desarrollo económico del país o a la salud de dichas poblaciones”, reza el artículo 12.

Agrega que “cuando en esos casos fuere necesario tal traslado a título excepcional, los interesados deberán recibir tierras de calidad por los menos igual a las que ocupaban anteriormente”, lo cual no ocurrió.


Binacional falseó datos para no indemnizar


El reportero de ÚH llegó hasta el lado brasileño, en Guaíra, en el estado de Paraná, donde visitamos la comunidad indígena avá guaraní Guavirá, quienes mediante una intensa lucha y, tras años de despojo y sufrimiento, lograron conquistar tierras, pero no gracias a Itaipú. Estas están en proceso de demarcación, lo cual también les trae conflicto con los agroempresarios
brasileños. Un informe reciente del Ministerio Público Federal de Brasil reveló que Itaipú falseó datos de los indígenas para
no pagar indemnizaciones. El documento propone una indemnización por las tierras inundadas o indebidamente tituladas por particulares, la demarcación definitiva de la tierra de los avá guaraní, el reconocimiento público de la violación de los derechos y acciones de reparación y resarcimiento con la participación directa de los nativos.

Fuente: Diario Última Hora (Asunción-Paraguay) - 3 de Agosto de 2019



lunes, 18 de febrero de 2019

Paraguay tiene 6 idiomas en peligro de extinción y demandas étnicas en Año de Lenguas Indígenas



Fuente: Ciencia del Sur - La evidencia sale a la luz
4 de Febrero de 2.019


El total de la población de Pãí Tavyterá̃s llega hasta 15.500, de los cuales casi el 48% habla su propia lengua. (Flickr)



Guaná, tomáraho, angaité, manjúi, sanapaná e ishir son las lenguas autóctonas en peligro de extinción, según los datos oficiales de la Secretaría Nacional de Políticas Lingüísticas de Paraguay (SPL). El país celebra también el Año Internacional de las Lenguas Indígenas en medio de carencias y reclamos antiguos de las diversas etnias.

Según el Dr. David Galeano Olivera, lingüista y guaraniólogo, los diferentes pueblos soportan desplazamientos, violencia y marginación por parte de la sociedad y del Gobierno, por lo que la celebración del 2019 se da en un marco de pobreza, resistencia y manipulaciones a las comunidades autóctonas.

El también director y presidente del Ateneo de Lengua y Cultura Guarani, aseguró a Ciencia del Sur que el guaraní es la “cara visible de las naciones invisibles” que tiene Paraguay. Alertó, además, sobre el pseudoindigenismo y la falta de políticas públicas claras para solucionar los problemas de las diferentes naciones y tribus que habitan actualmente el país.

Constitucionalmente, Paraguay tiene dos idiomas oficiales, el español y el guaraní, aunque las demás lenguas también gozan de protección. De acuerdo al autor que uno prefiera tomar, puede haber 19, 20 ó 21 lenguas indígenas, la mayoría de ellas con baja densidad poblacional. La población indígena del país no alcanza los 120.000 habitantes.

De las 6.700 lenguas que se hablan en el mundo, alrededor del 40% está en peligro de extinción, entre ellas, las seis nombradas de Paraguay. según datos de las Naciones Unidas. El Año Internacional de las Lenguas Indígenas, emprendida por la UNESCO, trata de dar relevancia y visibilidad a los diversos idiomas, que, en algunos casos, están desapareciendo.

“Los pueblos indígenas suelen estar aislados en los países donde viven, desde el punto de vista político y social, debido a la ubicación geográfica de sus comunidades y a sus diferentes historias, culturas, lenguas y tradiciones. Sin embargo, no solo son líderes en la protección del medio ambiente, sino que, además, sus idiomas representan sistemas complejos de conocimientos y comunicación y deben reconocerse como un recurso nacional estratégico para el desarrollo, la consolidación de la paz y la reconciliación”, según la UNESCO.

El profesor Galeano, columnista y divulgador, conversó sobre el tema.




– ¿Por qué es importante celebrar a las lenguas autóctonas de Paraguay? 
En realidad, la iniciativa de la celebración del año 2019 como el año de las lenguas indígenas proviene de la Unesco y el Paraguay, a través del decreto 1075 del Poder Ejecutivo, del 28 de diciembre de 2018, se sumó a dicha iniciativa.
El marco de inicio de la celebración, sin embargo, no es el mejor pues numerosos hermanos indígenas se encuentran en Asunción para reclamar sobre las injusticias, los despojos y la miseria en la que sobreviven y solicitar soluciones a esos acuciantes problemas.
Lastimosamente, hasta hoy no lograron absolutamente nada, fueron y son engañados y ninguneados sistemáticamente. Por eso, insisto, el marco de la celebración del año del indígena en el Paraguay no es precisamente el más auspicioso.
Por otra parte, y siendo realistas, creo que este acontecimiento nacional e internacional servirá como es habitual para grandes tragadas. Aparecerán, por arte de magia, cientos de indigenistas y ONGs que presentarán “un proyecto mejor que el otro”. Aclaro que no soy pesimista pero mi experiencia de largos años solamente me demostró la abundancia de esas “prácticas”.
Muchos años atrás, un reconocido líder Aché, me decía “Chekane’ôma asêhague ta’ângápe, opívo ha ko’aĝaite peve noĝuahêi chéve pirapiremi” (Ya estoy harto de salir en fotografías, desnudo, y hasta ahora no me llegó un solo guaraní). Muchas aprovechadores se habían acercado a él prometiéndole dinero de poderosos organismos si aceptaba posar desnudo en las fotografías. Pero -como bien lo decía él- nunca jamás le llegó un centavo.
El dinero producto de sus fotografías quedó en manos de los intermediarios, de pseudoindigenistas.
– ¿Cuántas etnias tenemos realmente en el país?
La Dra. Branislava Susnik hablaba de 17 etnias o naciones o repúblicas indígenas, que ella plasmó en el Museo Andrés Barbero. Hoy algunos hablan de 19 y hasta de 21 etnias. En otras palabras, se atomizó a algunas de las grandes etnias chaqueñas, “creándose” otras pero que proceden de un mismo tronco.
Conviene señalar que las naciones Guarani hablantes son: Paî Tavyterâ, Mbya, Ache y Ava Guarani, en la Región Oriental; en tanto en la Región Occidental están los Guarayo y los Guasurango. En cambio, las naciones que hablan otros idiomas son, por ejemplo, los Guana, Angaite, Sanapana, Tova, Lengua, Maka, Nivakle, Manjúi, Ayoreo y Chamakoko (Yvytoso, Tomáraho, Ishir).
Varias etnias lastimosamente reproducen hoy las prácticas culturales de la sociedad envolvente, como, por ejemplo, la división entre ellos por causa de cuestiones religiosas (evangelización cristiana y de otras denominaciones) y políticas partidarias (afiliación a los partidos políticos Liberal, Colorado y otros).


– ¿Cuántas lenguas locales se cuentan actualmente?

La lengua indígena más expandida, jerarquizada y fortalecida es, sin duda, el guarani, hablada ancestralmente por los Mbya, los Paî, los Ava Guarani y por los conocidos como Guarani Occidentales y, mayoritariamente, por la población paraguaya; luego están, por ejemplo, el idioma de los Nivakle, el de los Ayoreo, de los Maka, de los Tova y Lengua, entre otros.

– ¿Tenemos los paraguayos prejuicios o preconceptos con respecto a las diferentes etnias? ¿Cuáles, por ejemplo?

Treinta o cuarenta y más años atrás los prejuicios eran tremendos, hoy se redujeron notablemente. Sin embargo, aún se escucha a cierta gente tratar de “indio” a alguien por alguna falta, desatención o en forma de burla.

Lastimosamente, desde la conquista los indígenas fueron y son despreciados, menospreciados y marginados. Siempre se les relacionó con la haraganería, la suciedad, la ignorancia y la miseria que son las actitudes provenientes de un fuerte colonialismo, que en el ámbito índigena sigue muy marcado pero que en el ámbito de la población paraguaya -no indígena- se redujo.

No podemos dejar de reconocer que una parte importante de la intelectualidad y de la juventud paraguaya hoy tiene una mirada diferente y positiva hacia nuestros hermanos indígenas, reiterando que treinta o cuarenta años atrás los prejuicios se sentían a flor de piel.

– ¿Por qué se impuso el guaraní a diferencia de otras lenguas locales durante los diferentes siglos?

Históricamente se han ensayado muchas respuestas para esa pregunta siendo una de las más aceptadas aquella que refiere a la condición nómada de los Guarani. Muchos son los que sostienen que las denominadas “grandes” culturas precolombinas como la maya, azteca o inca prácticamente fueron aniquiladas y con relativa facilidad porque eran de vida sedentaria y los conquistadores los pudieron eliminar en sus comunidades y a todos juntos.

En cambio, con los Guarani la cosa fue diferente porque nunca permanecían quietos en un lugar, en ciudades de piedra y sedentarios. Un día estaban aquí y al otro día en cualquier otra parte. Además, los Guarani fueron y son monteses, hecho que complicó más la labor de los conquistadores que prácticamente no tenían los conocimientos que -como ninguno- sí, tenían y tienen los Guarani.

Es más, la “terquedad” de los Guarani en aprender o ser catequizados en castellano, idioma del conquistador; forzó a los mismos a tener que adoptar como herramienta de conquista y catequización al guarani, la lengua general o más hablada de esta región.

– ¿En qué medida el guaraní fue protagonistas de las demás culturas?

En realidad, el Guarani sigue siendo protagonista de las demás culturas por ser la cara visible de las demás naciones invisibles. Cuando hablamos de las culturas indígenas o nativas del Paraguay, el primer nombre que surge en representación de las mismas, es el de los Guarani. De todas las naciones indígenas que siguen habitando el territorio paraguayo, las más conocida, promocionada y difundida es la nación Guarani.

Pocos hablan de los Nivaklé, los Ayoreo, Tova o Maká y muchos menos o casi nadie habla de los Manjúi, Sanapaná o Angaité. La conciencia colectiva solamente rescató el nombre Guarani a la hora de nombrar a las naciones indígenas de esta parte de América.



– ¿Qué necesidades tienen las diferentes etnias del país?
La principal es la tierra. Sin sus territorios ellos no son nada. Allí están su origen, su historia, sus alegrías, sus tristezas, sus esperanzas y sus sufrimientos. Allí se encuentran su religión y todas sus costumbres y tradiciones; es decir, su cultura o teko.
También urge un modelo de educación para cada etnia, en su cultura y en su lengua. La falta de este modelo educativo coopera notablamente en la degradación y la lenta desaparición de su teko, sus historias, sus lenguas, sus costumbres, sus creencias, sus religiones, etc.
Además, requieren de algún fondo que financie el despegue en sus proyectos de desarrollo (artesanal o agrícola, por ejemplo). En general, no desean el asistencialismo solamente quieren una ayuda para iniciar sus proyectos comunitarios de desarrollo.
Por otra parte, como todo ser humano, requieren asistencia en materia sanitaria ya que padecen todo tipo de enfermedades y no cuentan con centros asistenciales. Muchos de ellos, sumidos en la miseria, mueren por no tener veinte o treinta mil guaraníes (cinco dólares) para trasladarse a algún centro asistencial departamental o capitalino, para los casos de urgencia.
Igualmente, requieren de una instancia directa -no excesivamente burocrática- para acceder con sus reclamos a las autoridades nacionales, departamentales o municipales y sobre todo que esas autoridades los atiendan y ayuden en lo posible, como a cualquier ciudadano.
El INDI nunca fue, no es ni será la instancia válida para este efecto. El INDI es una excusa y una falsa ilusión que poco o nada hace por nuestros hermanos indígenas. Finalmente, requieren que todos los ciudadanos de la sociedad envolvente o paraguaya les démos nuestra fraternidad y nuestra solidaridad y que de una vez por todas hagamos el gran esfuerzo por redimirlos y fortalecerlos en su diversidad.
Los paraguayos no podemos continuar por la vida desconociendo que una parte de nuestro origen está anclado en el mundo indígena. De ellí venimos. Lamentablemente, vivimos haciéndonos de los ñembotavy (desentendidos) y negamos, por causa de los malditos prejuicios, a uno de nuestros progenitores y eso no está bien, no es correcto. Por consiguiente, debemos cooperar entre todos en la dignificación de los pueblos indígenas que, dentro del más absoluto abandono y miseria, sobreviven en el Paraguay.
– ¿Las diferentes culturas de Paraguay se sienten paraguayos o no necesariamente?
Muchos de los hermanos indígenas se reconocen como paraguayos, sin embargo, son numerosos los que nada quieren saber de nosotros por todos los atropellos, degradaciones y marginaciones a los cuales los sometimos a lo largo de nuestra historia.
Siempre suelo recordar los casos de varios hermanos indígenas que reconocieron como su patria, su etnia o nación.
– ¿Qué pueden hacer los ciudadanos y los académicos para evitar que se extingan esas lenguas?
Fomentar programas de investigación vinculados a diversas naciones indígenas que sobreviven en el Paraguay. Creo que el Conacyt y las universidades e institutos de educación públicos y privados deberían, por lo menos, en este año internacional de las lenguas indígenas priorizar sus investigaciones y programas de extensión en favor de las naciones indígenas del Paraguay.
Incluso deberían de crearse premios especiales para los mejores trabajos de investigación o de extensión realizados en los pueblos indígenas.

15 obras recomendadas por el Dr. David Galeano para estudiar a los pueblos indígenas de Paraguay:

  1. Arqueología y Etnología Guarani, por Branislava Susnik.
  2. Arqueología: métodos y técnicas en superficies amplias, por L. Pallestrini y J.A. Gómez-Perasso.
  3. Ayvu rapyta, por León Cadogan.
  4. Crónicas de cacerías humanas, por José A. Gómez-Perasso.
  5. Cultura Guarani, por Dionisio González Torres.
  6. El derecho consuetudinario Indígena, por Miguel Chase Sardi.
  7. Introducción a la antropología social (ámbito americano), por Branislava Susnik.
  8. La civilización Guarani I, II, III, por Moisés Bertoni.
  9. La construcción Guarani de la realidad, por Alfredo Vara (h).
  10. Las culturas condenadas, por Augusto Roa Bastos.
  11. Los aborígenes del Paraguay, por Branislava Susnik.
  12. Los mitos de creación y de destrucción, por Kurt Unkel (Niemuendaju).
  13. Religiosidad Guarani, por Bartoméu Meliá.
  14. Yvyra ñe’êry, por León Cadogan.
  15. Los indígenas del Paraguay, por José Zanardini y Walter Biedermann.                                                           


viernes, 15 de febrero de 2019

Los guaraníes inventaron el fútbol (Manga Ñembosarai)




No había goles y los partidos terminaban por abandono de uno de los equipos, pero los guaraníes de Paraguay ya jugaban en el siglo XVII a un juego de pelota muy parecido al fútbol, según los testimonios escritos por misioneros jesuitas y enviados al Vaticano.

«Fueron los guaraníes los inventores del fútbol», afirma el sacerdote jesuita Bartomeu Meliá, en un documental que ha sido producido por la Secretaría Nacional de Cultura de Paraguay, en el que afirman que el origen del balompié es más antiguo y que los ingleses en realidad solo lo reglamentaron a mediados del siglo XIX, concretamente en 1863 a través de la Football Association (FA).

La tesis se basa en la obra «Tesoro de la Lengua Guaraní», escrita por el jesuita Antonio Ruiz de Montoya y editada en Madrid en 1639. El misionero narra su llegada a la cuenca del río Paraná, al sur de la Amazonia y su sorpresa al ver a los indígenas jugar con los pies con una bola hecha con resina de árbol que botaba.

«No formulamos una reivindicación en nombre de los Guaraníes, solo decimos que ya existía el juego de balón con los pies cuando los jesuitas llegaron poco después del 1600», señala a la agencia France Press la ministra paraguaya de Cultura, Mabel Causarano.

Según las cartas enviadas a Roma desde San Ignacio Guazú, la primera misión jesuita fundada en Paraguay, los guaraníes jugaban a disputarse un objeto redondo «que botaba», explica el cura español Antonio Betancort. En sus escritos, los misioneros jesuitas llaman al juego guaraní «manga ñembosarái», porque es del árbol Mangaisi del que extraían la resina, color miel, que empleaban en la elaboración de la pelota.

El jesuita Bartomeu Melia, especialista en cultura guaraní, explica cómo formaban primero una bola de arena húmeda, que recubrían con caucho, y después hinchaban mediante una paja de bambú para darle el tamaño deseado.

«La pelota botaba mucho y los jugadores debían probar su habilidad para controlarla», dice. Este momento de diversión era compartido por los participantes y los espectadores, según los relatos de los jesuitas.

«Solían también jugar al balón, que, aun siendo de goma llena, era tan ligero y rápido que, una vez que lo golpeaban, seguía rebotando algún tiempo, sin pararse, impulsado por su propio peso. No lanzaban la pelota con las manos, como nosotros, sino con la parte superior del pie desnudo, pasándola y recibiéndola con gran agilidad y precisión», señalaba el jesuita catalán José Manuel Peramás, un catalán nacido en 1732 que pasó varios años de su vida en la misión de San Ignacio Miní, según relató L'Osservatore Romano en un artículo en 2010.

No había goles y el partido terminaba con el abandono de uno de los dos equipos. «El problema era que el encuentro siempre acababa en un 0-0», se lamenta Julio Galeano, guía del museo diocesano de San Ignacio Guazú. A partir de la presencia jesuita, los encuentros se disputaban el domingo, después de la misa, y podían durar horas.

«El objetivo era que la pelota no dejara de saltar, que no parara», explicó a la BBC la historiadora Margarita Miró, funcionaria de la Secretaría Nacional de Cultura que estuvo a cargo de la investigación histórica del documental. «Lo jugaban los varones los domingos por la tarde después de la misa y había apuestas a ver quién ganaba», añadió.

En América latina, los aztecas y los incas también desarrollaron juegos de pelota, sin haber tenido vínculos con los guaraníes, y mucho antes de la llegada de los españoles al continente americano.

Fuente: ABC (España) ' 6 de Septiembre de 2.014