Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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domingo, 31 de octubre de 2021

Mbya Guaraníes: “Hay que mejorar la educación para que más mbya lleguen a la facultad”

Ahora viven en Posadas, pero son originarios de Tamanduá

Jordana y Matías son nietos del cacique Dionisio Duarte, histórico defensor de los derechos de los guaraníes. Ella se recibió de abogada y él estudia Trabajo Social.




Jordana (24) y Matías (27) son hermanos y nietos de Dionisio Duarte, cacique de la comunidad Tamanduá, en 25 de Mayo.

Al igual que lo hizo su abuelo en vida, ellos también son férreos defensores de la educación y creen que esta transforma vidas.

Ella es la primera abogada mbya de la provincia y él estudia Trabajo Social y entre ambos integran el aún pequeño grupo de guaraníes que logró llegar a la universidad.

Todo lo que saben sobre la defensa de los derechos lo aprendieron de Dionisio, un gran visionario con conocimiento de las leyes y que no temió en reclamar desde la época de los gobiernos militares para que se abran escuelas estatales. Pidió el cambio de las escuelas que inicialmente pertenecieron al Obispado (casos de Perutí y Fracrán) reclamando siempre que fueran públicas y laicas y también luchó por la educación intercultural bilingüe.

Dio el puntapié inicial y hoy sus nietos tomaron la posta para decir que aún faltan cosas por hacer. Por eso se formaron, o lo están haciendo, y quieren aportar. Pero coinciden en que “hace falta mejorar la educación para que más mbya puedan llegar a la facultad”.

“Nuestros abuelos exigían que los mbya entremos a las escuelas, a las facultades para capacitarnos y dominar mejor el castellano para poder representar a las comunidades en los lugares de poder. Pero cómo tenés más profesionales guaraníes si las escuelas no funcionan como deben, si no hay acompañamiento en las facultades”, se preguntó Matías, originario de la comunidad Tamanduá, pero que actualmente vive en Posadas.

“En mi caso estudié abogacía por querer seguir un legado que dejó mi abuelo, que era ese afán por la lucha por los pueblos originarios, que en Argentina y en Latinoamérica siempre son avasallados, y ese es mi deseo ferviente de querer defender”, agregó Jordana, que actualmente trabaja en el Ministerio de Adicciones y proyecta un programa para detectar y combatir casos de consumo problemático de sustancias en las aldeas.

“Creo que para poder ver un futuro en las comunidades hay que incentivar el estudio y reforzar el trabajo”, sostuvo la joven que cuando era una niña se trasladó con su familia hasta Aristóbulo del Valle en busca de una escuela.

“Teníamos una escuela en la comunidad, pero abarcaba todos los niveles con un solo docente. En ese momento mis papás nos sacaron de la comunidad, fuimos a Aristóbulo, íbamos a la escuela del pueblo. La secundaria también la hicimos afuera de la aldea. Ahora, hace poco, se inauguró una escuela dentro de la aldea, pero hacen falta cosas a las que darle una vuelta de rosca para que mejore”, reconoció Jordana en otro momento de la charla.

Si bien ahora ya vive y trabaja en Posadas, sus raíces siguen en 25 de Mayo. “Mis hermanos siguen viviendo allí. Y Cleiton, que es nuestro hermano más grande, es el segundo cacique de Tamanduá y toda mi familia está dentro de la comunidad”, detalló.

Por eso insiste en la necesidad  de “un sistema educativo capaz de formar a los chicos para que tomen las riendas y digan ‘quiero y siento que puedo ir a la facultad’, eso hace falta”.

Para Matías, además se precisa de “un programa para acompañar a estudiantes guaraníes dentro de la facultad. Yo creo eso porque dentro de las comunidades hay escuelas, pero todavía es todo muy precario, es mínimo todo. La enseñanza tendría que ser mejor, los chicos entran a la facultad, pero quedan muy perdidos”.

Visión y discriminación social

Matías también es parte del Colectivo de Cine mbya guaraní Ara Pyau, que busca contar, desde una óptica propia, el sentir y vivir dentro de las comunidades.

“Se romantiza mucho a los guaraníes y no se muestra lo que realmente viven. Se piensa que en las comunidades vivimos como hace muchos años y no. Surgieron cambios y las personas que viven en la comunidad quieren tener uso de otras cosas, como celulares, salir a trabajar, tener dinero”, señaló el joven.

“Hace poco una persona me dijo que los guaraníes no quieren evolucionar, que queremos seguir viviendo de la misma forma que antes. Me plantearon que hay muy poca gente en las universidades o profesionales. Y yo lo que respondí es que hace muy poco las escuelas llegaron a las comunidades”, agregó.

Por su lado, Jordana contó que el guaraní siempre es cuestionado.

“Yo no hablo guaraní, muarai papá es gní pero mi mamá no y no habla el idioma y una de las cosas que siempre me dicen es que no puedo defender los derechos de los pueblos originarios porque no hablo guaraní. Entonces llega un punto en que el ciudadano te quiere limitar a cuándo podés sentirte guaraní, cuándo formás parte de la comunidad o cuándo no. Incluso a eso te lo quieren sacar. Siento que el misionero tiene una necesidad de querer ser extranjero. ¿Por qué es tan importante la Fiesta del Inmigrante? Porque son de afuera. Es difícil defender lo misionero, y ni que hablar de lo mbya, porque siempre está ese afán de querer ser europeo. Ahí creo que hay algo que trabajar porque si no vamos perdiendo identidad”, sostuvo.

Pandemia

Consultados sobre cómo impactó la pandemia de Covid-19 en las aldeas, coincidieron en que repercutió en lo económico, dado que comunidades enteras vivían del movimiento turístico y la venta de artesanías.

“Hay mucha gente que depende de las artesanías, como en la ruta 7 o en Puerto Iguazú, y con el freno del turismo todo se paró. Hoy la mayoría sobrevive con los planes sociales del gobierno. Otros trabajan en la tarefa o limpian campos y potreros y con eso sobreviven”, dijo Matías.

Por último pidió más presencia del sistema de salud en las aldeas. “En las comunidades hay salas donde muchas veces no hay ni siquiera hay primeros auxilios. Tamanduá queda a 15 kilómetros del pueblo y una vez por semana va el médico y si tenés un accidente o te pica un víbora tenés que salir por ese cerro cuesta arriba. Salud bucal, por ejemplo, tampoco hay y eso es algo muy necesario”, finalizó.

Justicia y legado ancestral
La Justicia blanca choca con las tradiciones mbya guaraníes y la abogada Jordana Duarte Martinelli siente que hace falta más formación e información por parte del sistema judicial. “En la provincia hubo hechos impactantes y muchas veces se puede ver la desinformación de la Justicia. Hechos en que la Justicia decía que son cuestiones culturales de las cuales las comunidades tenían que hacerse cargo”, señaló.

“Dentro de la comunidad hay un sistema de justicia que es milenario y por eso es una sociedad y es un grupo que vive organizadamente. No está escrito ni organizado como en la sociedad blanca, pero sí hay una estructura y esa estructura se respeta y por eso funciona el grupo. Cuando hay delitos graves que sobrepasan a las comunidades, se solicita a la autoridad blanca que intervenga. Pero en muchas oportunidades la Justicia dice ‘sí, pasó en la comunidad es algo cultural y no vamos a intervenir’. Pasó en Perutí, por ejemplo, con abusos sexuales, siendo que el cacique como máxima autoridad pedía la actuación policial. Una violación es igualmente grave en una comunidad blanca como en la comunidad guaraní”, explicó.

“Muchos piensan que en la comunidad es todo una suerte de barbarie donde todo pasa y se atropella, pero no es así. Si no hubiese una organización, el pueblo guaraní no habría persistido en el tiempo”, cerró.

Fuente: Diario El Territorio - Posadas -  5 de Septiembre de 2021


martes, 9 de junio de 2020

La avanzada guaraní en la Eduación Terciaria Universitaria en Misiones


Dra. Jordana Duarte Martinelli

La foto de Jordana celebrando la culminación de la carrera de Abogacía llamó la atención por un detalle. La joven de 23 años, ex reina de la Madera, tiene sangre guaraní. Hija y nieta de caciques, la flamante abogada reivindica sus raíces y se propone abordar como profesional, la defensa de los derechos de las comunidades. Sus orígenes no deberían ser cuestión de análisis, pero lo cierto es que hay muy pocos guaraníes que hayan accedido a un título universitario. 

Recién en la década de los 80, cuando la democracia recién amanecía, la inclusión intercultural comenzó a ser tomada como política de Estado en Misiones. Por aquellos años, las nacieron las primeras escuelas en las aldeas de Perutí y Fracrán. La iniciativa fue conjunta, entre la Iglesia y el Gobierno, pero al ritmo de las urgencias de la coyuntura, hubo más espasmo que continuidad. Varios años después, el sistema educativo bilingüe fue perfeccionándose e incluyendo cada vez a más jóvenes y adultos de las comunidades. Pero las trabas no son menores. En la semi informalidad -y como a muchos “blancos”-, se les hace imposible costear estudios superiores y mucho más si se trata de universidades privadas, como la de Abogacía, que formó a Jornada.

Su abuelo (Dionisio Duarte de Tekoa Tamanduá, 25 de Mayo) fue uno de los grandes impulsores de la educación intercultural bilingüe a fines de los 80. Fue un gran logro en Misiones, ya que las escuelas para los guaraníes comenzaron a emplazarse dentro de sus comunidades, lo que permitió que los niños no se trasladen muchos kilómetros para llegar al aula ,sino que el docente blanco vaya a la escuela y reciba a los niños de esa comunidad.

A los 17 años Jordana decidió que quería estudiar y a los 23 aprobó la ansiada última materia. “Me gustaría trabajar y apoyar la lucha por los derechos guaraníes, que queda mucho por hacer”, insiste. 

Jordana sabe por esfuerzo propio lo que cuesta estudiar. “A los más jóvenes les diría que nada es fácil. Que lleva esfuerzo y dedicación de todos los días para alcanzar un objetivo”, explica.

Una de las trabas para una mayor inclusión es que para algunas carreras no hay universidades públicas. “La cuota es muy alta, pero buscando ayuda mi papá pudo costear”, sostiene.

Actualmente están escolarizados todos los mbya en edad de primaria -unos 2000-, pero pocos en nivel inicial, por falta de infraestructura y costumbres. Hay mil estudiantes en las escuelas secundarias, en Escuelas de Familia Agrícola y técnicas. Pero hay pocos cursando estudios superiores, algunos en Humanidades, en Artes de Oberá, dos en Ciencias Forestales y unos cuantos más en estudios terciarios, como una chef recibida en el ITEC de Iguazú o un técnico en mantenimiento y varios profesores de educación física. 

Sin embargo, Jordana no fue la primera en graduarse. Anselmo Fernández es profesor de Lengua y Literatura en Pozo Azul y Sixto Ferreyra de Educación Física recibido en Oberá, profesión que están cursando otros dos jóvenes.


Dr. Martin Paredes

El primer universitario recibió su diploma en tierras lejanas, donde otro con raíces misioneras lideró una revolución. En 2012 Martín Paredes se recibió de médico en Cuba y fue el primer guaraní con título universitario. Nacido en la aldea Perutí, Martín tuvo el incentivo desde siempre para formarse para “progresar un poco”. Su padre terminó la primaria y llegó a segundo año de Enfermería. “Él quería que los hijos o uno al menos sea estudiante universitario, con título. Fue mi motor. Mi mamá también me empujaba, guiaba mucho, estudiar para salir adelante”, cuenta Martín que quería ser abogado antes que médico. La beca con la que pudo ir a Cuba era en realidad para su hermana, que desistió. Gracias a las gestiones de Asuntos Guaraníes, pudo conseguir los recursos necesarios para mantenerse en La Habana.

Llegar a un país y a una cultura distinta fue un trance duro. Martín recuerda que le costó mucho dar los primeros pasos “con gente con la que nunca había estado”. Y obviamente, la formación también le generó dificultades. Compartía cursos con jóvenes que ya habían hecho una preparación previa en Corrientes, Córdoba o Buenos Aires. Formado en la Epet 2 de Posadas, él quería ser abogado.

Fue fundamental otro paisano. Javier Villalba, de la aldea Perutí. “Me hablaba mucho sobre la importancia de que uno de nosotros sea profesional. Que no bajara los brazos y aproveche las oportunidades. Al principio cuesta, pero no bajé los brazos. Estar lejos de la familia hace que cueste el doble”, reflexiona el hoy pediatra de 34 años, que ejerce en el hospital Samic de Oberá. 

Un denominador común entre Martín y Jordana es que no sufrieron discriminación en la escuela “blanca”, pero sí algunas resistencias hacia el seno de sus propias comunidades. 

“Hay comunidades que son más abiertas que otras. Otras se mantienen a la antigua y no permiten el el progreso y estudiar. Cuesta mucho porque piensan que estudiar es contaminar un poco la cultura. Pero ojo que caen en la droga y el alcohol”, reflexiona Martín, quien sigue vinculado a su aldea a la que visita en cada oportunidad que tiene.

¿Qué le dirías a un joven guaraní? “Mi consejo sería que estudiara, que es la única forma de salir adelante. El conocimiento es una herramienta para la vida y te permite desvincular de otros problemas, alcohol, droga. Lo importante es salir adelante, no bajar los brazos, perseguir sus sueños”, apunta. 

¿El estudio no colisiona con la cultura mbya? 

“No colisiona con el legado cultural. Me crié entre blancos y nunca he perdido mi cultura. Converso en guaraní con cualquier comunidad. Se todo sobre la religión. No he perdido mi cultura porque mi padre siempre nos ha enseñado esa parte, a pesar de aprender algo nuevo de los blancos, no olvidar de dónde se viene”, sentencia el médico, que tiene a un hermano estudiando Antropología. 

Jordana sorprende en sus redes sociales en las que comparte fotos como modelo, como reina de la Madera y con sus hermanitos guaraníes. No es la típica postal que se relaciona con la cultura mbya. Pero ella se ríe de los preconceptos, que, dice, abundan en cada logro, pero que no están en el día a día ni con sus compañeros de Abogacía de la Universidad Católica de Santa Fe. “Siempre que en mi vida pasa algo importante, todos salen con la regla de medir si soy o no. Por redes son todos valientes y opinólogos”, retruca. Pero advierte que iguales prejuicios aparecen dentro de la comunidad. 

Jordana es de padre cacique y de madre criolla. De allí su belleza indescifrable. Pero sus raíces están a flor de piel. Con título en mano, quiere dedicarse a la defensa de los derechos aborígenes. Hija y nieto de caciques, su hermano y primo también lo son. Su padre trabaja en un juzgado de 25 de Mayo, muy cerca de la aldea Tamandua, donde Jordana pasó sus primeros años. 
Jordana es hija de Germino Duarte, hijo del cacique y recordado líder de la aldea Tamanduá de la localidad de 25 de Mayo, Dionisio Duarte, quien falleció hace cuatro años. Su madre de apellido Martinelli es descendiente de italianos. Misiones, crisol de razas. 
Fuente: Economis-6 de Junio de 2.020

viernes, 29 de mayo de 2020

Jordana Duarte Martinelli es la primera abogada mbya guaraní de la Provincia de Misiones (Argentina)



Jordana Evelyn Duarte Martinelli de 23 años de edad, sienta precedente en la provincia por ser la primera mujer guaraní en recibirse de abogada y acceder a un título de grado.

Si bien la mesa de examen donde rendía su última materia –Derecho Internacional Privado- en primera instancia se vio postergada por la situación sanitaria y epidemiológica; esta tarde a través de la plataforma Zoom logró finalizar sus estudios.

Con tan solo 18 años se radicó en la ciudad de Posadas para formarse en la Universidad Católica de Santa Fe, donde estudió la carrera durante cinco años, finalizando la cursada el diciembre pasado.

Fue criada en la aldea Tamanduá, ubicada en el municipio de 25 de Mayo, donde aprendió y compartió la cultura junto a su abuelo, el entonces Cacique Dionisio Duarte.

Sus padres Germino Duarte y Josefa Martinelli, con orgullo afirman que “el sueño de Dionisio era tener una nieta o nieto abogado, que vele por los Derechos de los pueblos originarios. Lamentamos que no haya vivido para ver cumplir esa meta”.

Si bien en este momento prima la emoción y los festejos por la nueva profesional, Jordana asume con compromiso y responsabilidad el deseo de especializarse en Derecho Indígena, para así brindar herramientas y garantizar el acceso a la justicia de la Nación Mbya Guaraní.

Fuente: Ministerio de Derechos Humanos de la Provincia de Misiones - 29 de Mayo de 2.020

https://derechoshumanos.misiones.gob.ar/jordana-duarte-martinelli-es-la-primera-abogada-mbya-guarani/?fbclid=IwAR1yO6uo3SeEgzz0l2_r6MJC1GMp9Fly_VJKl5Rg3XvL5qLwZ6AJWujU2Xk

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