Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

Mostrando entradas con la etiqueta Guaraníes destacados. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Guaraníes destacados. Mostrar todas las entradas

sábado, 9 de febrero de 2019

Sepè Tiarajú, gran guerrero de la Nación Guaranì


Sepé Tiaraju es uno de los muchos héroes brasileños que no son reconocidos en los libros de Historia del país. Fue un guerrero indígena brasileño, considerado santo popular y declarado "héroe guarani misionero río-grandense" por ley. Jefe indígena de los Siete Pueblos de las Misiones, encabezó una rebelión contra el Tratado de Madrid.

Uno de los principales episodios de la vida de Sepé Tiaraju es la llamada Guerra Guaranítica, en la que Sepé lideró indios guaraníes en la resistencia contra la desocupación de los Siete Pueblos de las Misiones que los españoles pretendían. La Guerra Guaranítica duró de 1753 a 1756, año de la muerte de Sepé Tiaraju.

Las misiones se encargaban de implementar en las aldeas Guaraníes casas colectivas, centros administrativos hispánicos, expulsión de pajés (que eran sustituidos por líderes jesuítas) y el estudio religioso con fin de conversión. Además, alteraban la división de las propiedades y de los trabajos entre los indígenas.

En 1750, el Tratado de Madrid se estableció entre el portugués y español. El tratado determina que Portugal daría a la región de Colonia del Sacramento, Uruguay de hoy, España, a cambio de la cesión del territorio de los Siete Pueblos de las Misiones. El intento de desocupación implicaba que cerca de 50 mil indígenas fueran expulsados ​​de sus propiedades y trasladados a otro territorio español. Los indígenas no aceptaron la propuesta y tuvieron el apoyo de sacerdotes jesuitas de la Compañía de Jesús. La región era rica en ganado y fue disputada con armas. España y Portugal se han unido a la lucha contra los indios guaraníes.

El 7 de febrero de 1756, el episodio de la Batalla de Caiboaté se conoció como una de las peores derrotas de los indigenas, con 1500 muertos. Entre los muertos estaba Sepé Tiaraju. En esta batalla, Sepé dijo una frase que es hoy reconocida históricamente y atribuida a su figura: "Esta tierra tiene dueño."

La historia de Sepé Tiaraju se convirtió en tema literario. Entre las obras del tipo, es considerada la más importante "Romance de los Siete Pueblos de las Misiones", de 1975, de Alcy Cheuiche, que retrata la vida del guerrero indígena brasileño.

Fuente: María Fernanda García

Sepé no puede ser considerado brasileño, pues era un guaraní evangelizado por jesuitas al servicio de España y que vivió y murió en territorio colonial español. Murió en la batalla de Caiboaté. Murió tres días antes en una reunión con soldados de Portugal y España.

Es héroe riograndense y está también en el Pateón de la Patria en Brasilia. Pero es un homenaje que gauchos y brasileños hacen por su liderazgo en la lucha por la tierra. Pero todos saben que Sepé no vivió como habitante de la colonia Brasil.

Fuente: Portal de las Misiones (Brasil) - 7 de Febrero de 2019

lunes, 7 de julio de 2014

Nicolás Yapuguay, el cacique guaraní pionero en el mundo de las letras.


Nació en Santa María la Mayor en 1680. Conocía el latín, el guaraní y el castellano a la perfección. Publicó dos libros, el primero en 1724.

Los primeros libros escritos y publicados en lo que hoy es América del Sur corresponden a las misiones jesuíticas y datan del 1700. El cacique guaraní Nicolás Yapuguay pasó a la historia por ser un pionero en la escritura.

Cuando todavía los límites geográficos no definían a la Argentina, cuando aún nuestro territorio dependía del Virreinato del Perú, cuando los sacerdotes jesuitas emprendían las misiones entre la población guaraní para evangelizar, en ese entonces la literatura comenzaba a surgir de la mano de un indio nacido en el pueblo jesuítico de Santa María la Mayor. 

Nicolás Yapuguay fue un cacique que se destacó por su carisma, liderazgo, sus dotes de músico y compositor. Pero pasó a la historia por ser el primero en escribir y publicar un libro. En 1724 publicó Explicación de el catecismo en lengua guaraní, con dirección del padre Paulo Restivo y en 1727 editó otro en la reducción de San Francisco Javier con el título Sermones y exemplos en lengua guaraní.

Quizás para algunos sea la primera vez que escuchen su nombre y su labor. En tanto, su legado trascendió de tal manera que el Laboratorio de Conservación que depende del Fondo Antiguo de la Compañía de Jesús en Argentina se llama Nicolás Yapuguay. Allí, en Buenos Aires, reposan los incunables, unos 15 mil ejemplares (ver: Un hospital para libros antiguos en páginas 12-13) rescatados de las reducciones jesuíticas hace 300 años.   
   
Según Susana Brandariz, especialista en restauración de bienes culturales y directora del laboratorio, “ese primer libro de Yapuguay es uno de los incunables guaraníticos de mayor valor porque marca el principio del uso de la imprenta en los pueblos jesuitas de América del Sur”.

Libros Incunables: Sermones y Exemplos de la Lengua Guaraní data del año 1727. Fotografía: Diario El Territorio (Posadas-Misiones)
Conviene aclarar que la primera obra publicada en las misiones de los guaraníes data de 1700 y fue una traducción del Martirologio Romano realizada por el padre José Serrano, que consiste en un extenso catálogo de los mártires y santos de la Iglesia. La obra de Serrano como las de Yapuguay comparten un denominador común que refuerza la teoría de Misiones como cuna de la literatura sudamericana: salieron de la primera imprenta construida por los propios jesuitas y guaraníes ante la tardanza de España de enviar un impresor.

“El lugar de origen de la primera imprenta guaraní-misionera es el pueblo de Loreto, según afirma el máximo historiador de las misiones jesuíticas, el padre Guillermo Furlong. Los jesuitas reclamaban ya desde 1632 a España que se enviara un hermano impresor de las provincias jesuíticas de Alemania, Francia o Flandes. Pero finalizando el siglo XVII aún no habían logrado este cometido. Por eso, el ingenio y habilidad del padre Juan Bautista Neumann, hizo que finalmente se construyera una imprenta con maderas nobles de la región y una aleación de plomo y estaño para fabricar los tipos”, explica el historiador Alfredo Poenitz.

En Córdoba la primera imprenta es introducida en 1764, que es ubicada en la Universidad y luego en el Colegio Montserrat. Al producirse la expulsión de los jesuitas poco tiempo después, esa imprenta es guardada y, posteriormente llevada a Buenos Aires y puesta al servicio de la casa de los Niños Espósitos.

Todavía se imprimía en 1800, pero ya desde la imprenta de los Niños Espósitos, en Buenos Aires. Al realizarse los inventarios de todo lo existente en las reducciones cuando se produce la expulsión de los jesuitas, fueron consignados en ellos varios ejemplares publicados en las misiones de guaraníes.

“Muy conocida y superior a lo que puede caber en un indio es la capacidad de ese Nicolás Yapuguay, cacique y músico de Santa María, y con razón muy alabada de todos su composición, por la propiedad, claridad y elegancia con que felizmente se explica, aún en cosas tocantes a Dios… Yo no hice más que darle la materia…”. Así describe el padre jesuita Pablo Restivo a su amigo y confidente, pues juntos enseñaban el idioma guaraní a los jesuitas y la escritura a los guaraníes.

De acuerdo a la antropóloga y arqueóloga, Ruth Poujade, Nicolás Yapuguay, nació en Santa María (hoy Misiones, Argentina) en el año 1680.  Fue cacique de esta reducción; y un erudito guaraní: grabador, tipógrafo, escritor y orador; además fue el literato de mayor producción en lengua guaraní. Conocía el latín, el guaraní y el castellano a la perfección. “Enseñó guaraní a los padres jesuitas y diseñó las famosas Tablas de Parentesco o consanguinidad de algunas parcialidades guaraníes, hecho que le otorga el rango de primer antropólogo social del Río de la Plata y posiblemente de Sudamérica” desliza Poujade.

En cuanto a su nombre, su significado remite a 'Nicolás, el verídico o verdadero' porque sus escritos eran fieles a lo que traducía del latín y del español. 

Escribió y publicó: su primer libro cuyo nombre original es Explicación de el Catechismo en lengua guaraní (1724) y Sermones y Exemplos en lengua guaraní (1727), además colaboró como ilustrador (grabador) en el Arte de la Lengua guaraní del padre Antonio Ruiz de Montoya. 

Foto: Diario El Territorio (Posadas-Misiones)
“Yapuguay fue una persona fundamental en la historia de las misiones jesuíticas porque ayudó a crear puentes de comunicación entre la cultura de guaraníes y jesuitas”, sostuvo Susana Brandariz, del laboratorio que lleva su nombre y agregó: “los jesuitas provenían de diferentes países, con idiomas distintos y cuando llegaron a la región del Guayrá se encontraron con un mundo totalmente nuevo para ellos y en este punto la figura de Yapuguay, como la de otros tantos de guaraníes, fue fundamental porque posibilitaron la comunicación intercultural”.

Explicaciones del Catecismo..., señala Brandariz “fue sumamente valioso porque permitió a los jesuitas poder evangelizar en idioma guaraní y a los guaraníes entender el latín, porque ese libro tiene cada página con las explicaciones en ambos idiomas. Ese primer libro de Yapuguay es uno de los incunables guaraníticos de mayor valor porque marca el principio del uso de la imprenta en los pueblos jesuitas de América del Sur”. 

Según las categorías de análisis del ámbito literario se llama incunables a los primeros libros impresos luego de la aparición de la imprenta, es decir desde 1440 hasta 1500. Pero dado que la imprenta no tuvo una llegada uniforme y un desarrollo lineal en todas las regiones del mundo, también se considera en el nivel de los incunables a libros como el de Yapuguay.

Acerca de su muerte la información existente es imprecisa respecto a cuándo y dónde aconteció.

Fuente: Diario El Territorio (Posadas) Domingo 6 de Julio de 2.014

             Escrito: Griselda Acuña

miércoles, 2 de julio de 2014

Granadero Guaraní Miguel Chepoyá, “El clarín de la gloria”


Perteneciente al cacicazgo de Marayuguá, nació en el pueblo de Santa María la Mayor, que se halla ubicado entre las localidades de San Javier y Concepción de la Sierra, dentro del actual territorio de la Provincia argentina de Misiones. A los 18 años integró como granadero el Segundo Escuadrón de la Segunda Compañía actuando como trompa de órdenes; participó en las Campaña del Norte (Salta y Tucumán), integró luego el Ejército de los Andes, con el que cruzó la cordillera, se batió en Chacabuco y Maipú siendo miembro destacado del glorioso Regimiento de Granaderos a Caballo, juntamente con los otros 260 naturales, paisanos de San Martín como éste los llamara, que se incorporaron a principios de 1813. Luego de la Campaña de Chile se embarcaron hacia el Perú siempre acompañando al General San Martín desde su escuadrón predilecto. Habiendo servido al Protector del Perú, sirve luego a las órdenes de Bolívar y Sucre, dando cima a su agitado correr por los campos de batalla de América, en el último encuentro con las tropas realistas: Ayacucho, era el 9 de diciembre de 1824.
Recordemos que para entonces, San Martín ya no se encontraba en el escenario peruano porque había partido desde el puerto de El Callao, el 21 de septiembre de 1822 a bordo del bergantín ‘Belgrano” rumbo a Valparaíso. (1)

De las tropas solicitadas por San Martín “naturales de buena talla y robustez, de entre 25 y 35 años de edad” (2), contingente que fuera llevado a Buenos Aires por el Capitán Antonio Morales y que actuaran según las circunstancias bajo las órdenes de San Martín, Belgrano, Rondeau, Bolívar y Sucre, se destacaron por su disciplina, valentía, compañerismo y sanos ideales.
Regresa a las órdenes del Coronel José Félix Bogado el 13 de febrero de 1826 y a su llegada a Buenos Aires desfila con los restos del histórico Regimiento por las calles de la capital argentina. Eran un puñado de hombres adiestrados en un todo por el Gran Capitán y que hasta el último encuentro demostraron cuánto vale la disciplina férrea, el tesón y la valentía puestos al servicio de un noble ideal. Dice al respecto el historiador Antonio Monzón: “Era de los últimos, de los que recibieron el agasajo de Buenos Aires cuando allá en 1826, liberada América, desfilaron por sus calles como queriendo dar el último adiós a las armas, al vistoso uniforme, a las medallas ganadas con honor”. Y continúa diciendo: “Desde entonces se nos pierden las huellas de Chepoyá. Creemos que siguió alertando con su trompeta el inminente entrevero en otros campos de batalla, posiblemente en la guerra con el Brasil; había vivido demasiado el ambiente bélico como para regresar a su arrasada Provincia, en la cual posiblemente no hallaría ya a sus familiares”. (3)

Las armas, pertrechos, uniformes y diversos elementos que pertenecieron al glorioso Regimiento de Granaderos a Caballo que regresaron ingresando por Mendoza junto a un grupo cercano al centenar de hombres – entre ellos Miguel Chepoyá – y como queda dicho a cargo del Coronel Bogado, fueron depositados en los cuarteles del Retiro, su propio punto de origen. Con tal motivo, por disposición del entonces Presidente Bernardino Rivadavia, las armas depositadas en el “Cuartel del Retiro” debían ser “coronadas con una plancha de bronce, en que s lean grabados los nombres de estos bravos, al pie de una diosa en acción de presentar el laurel de la paz que han dado al continente por su valor y constancia a toda prueba”. (4)

A su regreso a la Patria amada, contaba a la sazón con 30 años de edad, y estando muy próxima a desatarse la contienda bélica con el imperio del Brasil bajo la corona de Pedro, es muy difícil que no se haya tentado a combatir junto a sus hermanos que nuevamente habían sido convocados para esta nueva gesta patriótica. Dice al respecto Monzón: ‘Sin embargo estaba trazado el sino de la otrora poderosa Provincia.   Misiones debía desaparecer definitivamente del escenario político, por la contribución cada vez más creciente en pro de la total independencia nacional y el afianzamiento de los principios federales. Bajo las órdenes de Félix de Aguirre y cuando todo parecía encauzarse hacia la normalidad, aunque su población se hallaba diezmada por los acontecimientos históricos mencionados, el gobierno porteño exige un nuevo sacrificio a la exhausta población misionera: la contribución en 1825 al ejército nacional, para la lucha contra el Brasil. Y concurren, así como todos los que se hallaban ya incorporados desde antes en los distintos regimientos del ejército republicano. Y es así como, el 19 de marzo de 1826 el estado general de fuerzas de Misiones en el Cuartel General del Miriñay, dispuestos a incorporarse a dicho ejército en la lucha contra el Brasil era el siguiente: Primer Escuadrón de Caballería (Departamento San Miguel) 121 hombres entre Capitanes, Alférez, Sargentos, Cabos, Tambores y Soldados; Segundo Escuadrón (Departamento de Loreto ) 90 hombres; Tercer Escuadrón (Departamento Yapeyú) 107 hombres; y Cuarto Escuadrón de Caballería (La Cruz) 91 hombres; lo que representa un total de 409 hombres con la plana mayor integrada por un Coronel, un Teniente Coronel, un Sargento Mayor, cuatro Ayudantes y un porta Estandarte. Sigue diciendo Monzón: ‘Es digno de tenerse en cuenta que Misiones concurre a esa guerra mientras recibe el golpe artero del Brigadier Ferré, quien ante ciertas tropelías indígenas provocadas principalmente por el estado ruinoso en que se hallaba su territorio exhausto de tanta devastación, prefirió organizar ejércitos y hacer la guerra al guaraní y así posesionarse al fin de la desgraciada Provincia, que en esos momentos rendía su último holocausto de sangre, por si fuera poca su contribución a los ideales de libertad y federalismo”. Y sigue “Misiones desarmada por la contribución al Ejército Republicano fue presa fácil de Ferré que la sojuzgó, le impuso gobiernos títeres y culminó su obra destructora haciendo desaparecer ya definitivamente a la siempre abnegada y sacrificada Provincia de Misiones. Todo en Misiones y en el guaraní, desde el primer llamado de la Patria, fue derramamiento de sangre, holocausto de sus hombres, extracción de sus frutos y haciendas; destrucción de sus pueblos, hambre, desolación, ruinas. (5)

Como sabemos, con los triunfos de Brown en JUNCAL el 9 de febrero y de las fuerzas de tierra en ITUAINGÓ el 20 de febrero de aquel histórico año 1827, integrado este último ejército mayoritariamente por el Ejército de los Andes con sus jefes, oficiales y tropa, sostenemos que, difícilmente, con tales componentes, pudiera sustraerse nuestro Miguel Chepoyá a continuar convocando con su CLARÍN DE LA GLORIA a las armas de la Patria. Nos falta la información necesaria para dar como un hecho concluyente su presencia en Ituzaingó, pero sí en cambio, contamos con la particular satisfacción del conocimiento de la caída del enemigo mortal y acérrimo de otro grande de Misiones el Comandante Andrés Guacurarí Artigas: el esclavista Abreu. Al respecto dícenos Otero: “el 20 de febrero de 1827 la victoria había coronado las armas de la Patria en la batalla de Ituzaingó. Esta batalla había durado seis horas y los imperiales o sea los brasileños, vencidos por el choque enemigo emprendieron la retirada dejando en el campo de combate mil doscientos muertos, entre ellos al Mariscal Abreu”. (6) Nueva página de gloria para las armas de la Patria y para nuestras tropas misioneras y guaraníes.
Además del permanente hostigamiento de los luso-brasileños y de los paraguayos, también Francisco Ramírez, el “Supremo Entrerriano” envía a su valeroso Capitán Gregorio Píriz en una misión “pacificadora y civilizadora” en el año 1.820. Al respecto nos dice Don Aníbal Cambas “las tropas vencedoras (de Píriz) recorrieron San José, San Miguel, San Javier, San Ignacio y otras poblaciones levantando ganado, trasladando familias en dirección a la frontera correntina y llevando sus carretas con yerba, ornamentos y campanas de las Iglesias. (7)

Che – Pó – Yá: Mi mano doy o apoyo, yo apoyo con mi mano, en definitiva, Yo Apoyo; son algunas posibles interpretaciones etimológicas del apellido guaranítico de nuestro héroe y vaya que sí, cualesquiera de ellas o incluso algunas otras más que no pueden alejarse substancialmente de lo ya expresado, son una cabal descripción de lo que en sí mismo constituyó Miguel Chepoyá, es decir, alguien que apoyó y cómo, a todo el proceso de emancipación en que transcurrió su tiempo vital, desde Chacabuco hasta Ayacucho seguro, y muy posiblemente hasta la misma Ituzaingó.

Lo rescata en forma muy destacada don José A. Margalot, en su obra “150 años: Miguel Chepoyá el Corneta de la Gloria” – Ed. 1976, como uno de los seis que habían cumplido toda la campaña libertadora del Ejército de los Andes, siendo sus nombres: Miguel Chepoyá, Segundo Patricio Gómez, Francisco Olmos, Paulino Rojas, Damasio Rosales y Francisco Vargas.

También en un pasaje de su obra acerca de los Granaderos Guaraníes, dijo nuestra querida Fany Ettori ‘Chicha” Contristano: “con emoción de misionera enmudecí frente a tan grande obra de arte y ante la figura del indiecito con el clarín…’, comentando su visita al monumento enclavado en el Cerro de la Gloria, en Mendoza, donde “surge arrogante y bravía la figura inmortal del trompa de órdenes don Miguel CHEPOYÁ”. (8)

En oportunidad de visitar a un amigo músico, poeta, artista plástico, durante su residencia en San Ignacio, Provincia de Misiones, acerca de las posibilidades de un ejecutante como Miguel Chepoyá de un instrumento de convocatoria como la trompa de órdenes, me dijo casi textualmente Juan Catalano, el amigo de referencia, quien cuenta en su larga trayectoria como miembro ejecutante de instrumentos de viento en bandas de música la experiencia y el conocimiento necesarios, que por otra parte le viene de familia, me decía entonces: “el ejecutante de instrumentos de viento tiene en sus manos y en su boca una amplia posibilidad de variaciones que llegan o pueden llegar al espíritu de quien lo está escuchando en tanto y en cuanto su capacidad e inspiración del momento así lo logren, puede llegar a tocar las fibras más íntimas de las personas, transmitiéndoles sentimientos, sensaciones, inspiraciones y hasta motivaciones muy especiales de acuerdo a la temática musical que esté interpretando y mucho depende también de la calidad interpretativa aplicada al instrumento.” Algo o mucho de esto habrá ocurrido con los sones que generaba con su instrumento Miguel Chepoyá. Estimamos que el ambiente en que se encuentran los escuchas es en circunstancias, un fuerte condicionante espiritual, como lo puede ser el inicio de un combate, los momentos previos y los distintos lances propios de la lucha agregamos nosotros. Queremos decir también que siempre nos ha llamado mucho la atención la poderosa influencia que ejercía este nuestro paisano misionero y guaraní, instrumento en mano, sobre la tropa a quien debía transmitir las vitales instrucciones que musicalizadas, representaban fielmente el pensamiento y el sentir profundo de su amado y respetado Jefe, su paisano, el General José de San Martín.
No fue Chepoyá uno más, fue sin duda uno de los hijos más dilectos de esta tierra misionera, como Manduré, Andresito y el Gran Capitán.

Fue parte de un tiempo único, de gloria, de grandes e inimitables glorias y por ello, irreproducibles. Pero ésto, lejos de amilanarnos en nuestro espíritu patriótico y americano, nos debe servir más que nunca de acicate moral para conducirnos con la mayor corrección en el camino de nuestra vida. Ellos todo lo dieron por la PATRIA GRANDE, sin detenerse en pequeñeces y mezquindades propias de todos los tiempos.

Fue hijo pródigo de una tierra generosa, de vegetación exuberante, abundante agua, con sierras, campos y bosques ubérrimos; que otrora los Padres de la Compañía de Jesús supieron llevar a su máxima expresión social y económica, elementos éstos que constituyeron la savia que forjó esta raza de valientes que unían a la dulzura del carácter una capacidad de lucha y de entrega sin limites, a las causas nobles e imperecederas que acompañaron.

Permítasenos finalizar este modesto aporte a nuestra Historia regional compartiendo en plenitud que, hombres como Miguel Chepoyá, son parte de algo verdaderamente excepcional en la Historia grande de la Patria, expresión genuina de una tierra generosa e incomparable y, al decir de don Antonio Monzón: “Difícilmente se halle en la historia nacional otra Provincia que diera tanto por la causa común y fuera más injustamente despojada y olvidada en la trayectoria de su existencia hasta desaparecer, descuajada, sin que quedara más que el hálito de lo que fue vivo; el espíritu indomable del guaraní a través de sus románticas leyendas, de los muros aún enhiestos de sus ruinas, de los papeles aún enmohecidos que reconstruyen su pasado glorioso, su naturaleza subyugante. Esta naturaleza que es lo único que nos une, escenario imperecedero a todas las etapas de su existencia. Esa naturaleza, forjadora incansable y pacientísima de caracteres, que volverá a darnos espíritus bravíos y leales a su heredad como los Areguatí, Chepoyá, Napurey, Manduré, Sití, Matías Abucú, Blas Uré, Andrés Guacurarí y tantos otros…” (9)
¡Que así sea!

Notas:
 (1) OTERO, José Pacífico-Historia del Libertador General San Martín- Tomo VI –Pág. 290 – Ed. 1978
(2) FURLONG, Guillermo S.J. – Misiones y sus Pueblos de Guaraníes- Pág.726/7 – IIa. Edición – 1978
(3) Idem anterior- Página 725
(4) YABEN, Jacinto R. Biografías Argentinas y Sudamericanas-Tomo II – Pág. 396/7
(5) MONZÓN, Antonio-Misiones en las Guerras de la Independencia y el Federalismo-Ed.”El Territorio” diciembre de 1952, ISPARM.
(6) OTERO, José Pacífico-Obra citada Tomo VII – Página 75
(7) HERRERA, Mario A. La Provincia de Misiones (1810-1832)- Pág.94/95 – Ed. 1945
(8) ETTORIO DE CONTRISTANO, Ida Fanny-Conferencias V Centenario- Ciclo “Encuentro de Dos Culturas” – Junta de Estudios Históricos de Misiones. Año 1992.
(9) MONZÓN, Antonio – Obra citada.

Fuentes:
-Asociación Civil Flor del Desierto.

-Diario Misiones On Line.

sábado, 5 de abril de 2014

Andrés Guacurari, héroe misionero ascendido a General post mortem.

A través de un decreto, la Presidenta ascendió post mortem al comandante Andrés Guacurarí, héroe misionero que protegió las fronteras de la Región ante los embates de los bandeirantes.  "Ayer firmé el ascenso a general de Andresito, ese patriota hijo de Artigas, el indio que perdió la vida en la lucha por la independencia", explicó la Jefa de Estado por cadena nacional, durante el acto en conmemoración de la recuperación de las Islas Malvinas. 

 El decreto Presidencial del ascenso a General del comandante Andresito

VISTO la presentación efectuada por D. Juan Manuel SUREDA, Presidente de Flor del Desierto, la solicitud presentada por la diputada nacional, Da. Julia Argentina PERIE, el expediente del registro del MINISTERIO DE DEFENSA Nº 22944/2012, y lo propuesto por el MINISTERIO DE DEFENSA, y

CONSIDERANDO:

Que los antecedentes reseñados en el VISTO se refieren a la propuesta para el ascenso post mortem, al grado de General de la Nación Argentina, del Coronel de Blandengues D. Andrés GUACURARÍ Y ARTIGAS.

Que D. Andrés GUACURARÍ, conocido popularmente como “Andresito”, de origen guaraní, nació el 30 de noviembre de 1778 en la ciudad de SANTO TOMÉ, territorio de la actual provincia de CORRIENTES.

Que D. Andrés GUACURARÍ Y ARTIGAS fue uno de los primeros líderes criollos federales de las PROVINCIAS UNIDAS DEL RÍO DE LA PLATA, convirtiéndose en fiel colaborador de D. José Gervasio ARTIGAS, quien lo adoptó como su hijo.

Que D. Andrés GUACURARÍ Y ARTIGAS, constituye uno de los exponentes del federalismo rioplatense, que se inició en la lucha contra los “bandeirantes” y en la resistencia del dominio portugués de las MISIONES ORIENTALES, contribuyendo a la construcción de la Nación y a la independencia y soberanía del país.

Que se formó militarmente en el Cuerpo de Blandengues Orientales, desde el punto de vista militar, condujo CUATRO (4) Campañas: Campaña del Río Paraná contra la invasión Paraguaya (1815), Campaña del Río Uruguay contra la invasión luso – brasileña (1816), Campaña de Corrientes en defensa del Federalismo (1818-1819) y la Segunda Campaña del Río Uruguay contra la invasión luso - brasileña (1819), tal como se halla documentado.

Que, en el año 1815 fue designado por D. José Gervasio ARTIGAS como Comandante General de las Misiones y posteriormente fue designado como Gobernador de CORRIENTES (1819).

Que en la Segunda Campaña del Río Uruguay contra la invasión luso-brasileña fue arrestado y trasladado a la prisión brasileña de SANTA CRUZ donde permaneció detenido hasta el año 1821.

Que el 3 de julio de 1821 arribó a la ciudad de MONTEVIDEO, actual REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY, perdiéndose, a partir de ese momento, todos sus rastros.

Que la presente medida se enmarca en el conjunto de políticas de reparación y resarcimiento a personalidades importantes de la historia nacional, como pudo observarse con el dictado del Decreto Nº 892/09, mediante el cual se reconoció con el grado de Generala post mortem a la Teniente Coronela Da. Juana AZURDUY DE PADILLA, siendo ésta una medida acorde al cambio en la cultura institucional de las FUERZAS ARMADAS, que contempla entre otras cosas la equidad de género y la igualdad de etnias.

Que, surge del expediente la intervención favorable de la SECRETARÍA GENERAL DEL EJÉRCITO ARGENTINO y del SERVICIO HISTÓRICO DEL EJÉRCITO ARGENTINO.

Que la DIRECCIÓN GENERAL DE PERSONAL Y BIENESTAR DEL EJÉRCITO ARGENTINO, considera pertinente el reconocimiento histórico y promoción post-mortem al grado de General del Comandante General de Misiones y Coronel de Blandengues D. Andrés GUACURARÍ Y ARTIGAS.

Que mediante la Resolución Nº 731 del 23 de octubre de 2008, emitida por el entonces JEFE DEL ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJÉRCITO, se procedió al cambio de nombre de la compañía de Cazadores de Monte 12, subunidad militar imprimiéndole el nombre de “COMANDANTE ANDRÉS GUACURARÍ Y ARTIGAS”.

Que la DIRECCIÓN GENERAL DE ASUNTOS MILITARES del MINISTERIO DE DEFENSA considera que se ha incorporado la información suficiente para evaluar los méritos de la carrera militar de D. Andrés GUACURARÍ Y ARTIGAS, manifestando que no existen inconvenientes para el ascenso propuesto desde el punto de vista de sus competencias.

Que la presente medida reviste per se un modo de reparación histórica, a la vez que no importa erogación presupuestaria de ningún carácter.

Que la DIRECCIÓN GENERAL DE ASUNTOS JURÍDICOS del MINISTERIO DE DEFENSA ha tomado la intervención que le compete.

Que la presente medida se dicta en uso de las atribuciones otorgadas por el artículo 99, incisos 1, 12 y 13 de la CONSTITUCIÓN NACIONAL.


Por ello,
LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN ARGENTINA

DECRETA:

ARTÍCULO 1º.- Promuévese al grado de General post mortem al Coronel D. Andrés GUACURARÍ Y ARTIGAS.

ARTÍCULO 2°.- Remítase al HONORABLE SENADO DE LA NACIÓN a los fines de su acuerdo respectivo.

ARTÍCULO 3º.- Comuníquese, publíquese, dése a la DIRECCIÓN NACIONAL DEL REGISTRO OFICIAL y archívese.

ANDRÉS GUACURARI

Andrés Guacurarí, popularmente conocido como Andresito, de origen guaraní, fue uno de los primeros líderes criollos federales de las PROVINCIAS UNIDAS DEL RÍO DE LA PLATA, convirtiéndose en fiel colaborador de D. José Gervasio ARTIGAS, quien lo adoptó como su hijo.

Constituye uno de los exponentes del federalismo rioplatense, que se inició en la lucha contra los “bandeirantes” y en la resistencia del dominio portugués de las MISIONES ORIENTALES, contribuyendo a la construcción de la Nación y a la independencia y soberanía del país.

Se formó militarmente en el Cuerpo de Blandengues Orientales, desde el punto de vista militar, condujo CUATRO (4) Campañas: Campaña del Río Paraná contra la invasión Paraguaya (1815), Campaña del Río Uruguay contra la invasión luso – brasileña (1816), Campaña de Corrientes en defensa del Federalismo (1818-1819) y la Segunda Campaña del Río Uruguay contra la invasión luso - brasileña (1819), tal como se halla documentado.

En el año 1815 fue designado por D. José Gervasio ARTIGAS como Comandante General de las Misiones y posteriormente fue designado como Gobernador de CORRIENTES (1819).

En la Segunda Campaña del Río Uruguay contra la invasión luso-brasileña fue arrestado y trasladado a la prisión brasileña de SANTA CRUZ donde permaneció detenido hasta el año 1821.

El 3 de julio de 1821 arribó a la ciudad de MONTEVIDEO, actual REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY, perdiéndose, a partir de ese momento, todos sus rastros.

ANTECEDENTES

Mediante la Resolución Nº 731 del 23 de octubre de 2008, emitida por el entonces JEFE DEL ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJÉRCITO, se procedió al cambio de nombre de la compañía de Cazadores de Monte 12, subunidad militar imprimiéndole el nombre de “COMANDANTE ANDRÉS GUACURARÍ Y ARTIGAS”

Fuente: Misiones On Line, 4 de Abril de 2.014.-


domingo, 18 de agosto de 2013

Sepe Tiaraju, Guaraníes desmienten libros y revelan una nueva historia

Los guaraníes que durante mucho tiempo asistieron al pasado de su pueblo ser escrito y falseado por la ideología de las clases dominantes, decidieron acabar con esto y tomar en sus manos la tarea de desmentir los libros y contar su propia Historia.

— Llegó la hora para que la sociedad no-indígena de Brasil conozca la verdad, nadie puede continuar pensando que perdimos la memoria — afirma Werá Tupã (Leonardo), de la aldea del Morro de los Caballos, Santa Catalina, tenido como uno de los más destacados intelectuales indígenas del sur del país.
Él hace parte de un grupo de guaraníes que vienen investigando hechos históricos y episodios legendarios con el objetivo de mostrarlos de una manera diferente de aquella como fue narrada por el pensamiento reaccionario. Uno de los temas, cuyo estudio demoró años y todavía no está totalmente concluido, es la verdadera historia de Sepé Tiarajú.

Sepé fue uno de los mayores guerreros indígenas del sur del país, líder de la resistencia de los Siete Pueblos de las Misiones (RS) contra tropas españolas y portuguesas, en la llamada Guerra Guaranítica, de 1753 a 1756. Esa guerra fue abordada (de manera fantasiosa y truncada) en la película La Misión, con Robert de Niro y Jeremy Irons, en 1986. Tal rebelión fue consecuencia del Tratado de Madrid, por el cual Portugal y España canjearon entre sí los Siete Pueblos de las Misiones, bajo dominio español, por la Colonia de Sacramento, bajo dominio lusitano. El acuerdo obligaba los 30 mil guaraníes y los jesuitas de las siete reducciones a abandonaren el Río Grande do Sul y pasaren al territorio castellano, del otro lado del Río Uruguay. La Compañía de Jesús, jefatura jesuita en Europa, ordenó la mudanza, más los guaraníes no aceptaron. Sepé lideró la resistencia y en carta a la Corona de España dio el famoso aviso "¡Esta tierra tiene dueño!".


Armas de caña salvaje
Sepé articuló una especie de Confederación Guaranítica, creando tácticas militares innovadoras para la época, en las cuales predominaba la guerrilla y se evitaba grandes batallas. Llegó a idealizar y construir cuatro piezas de artillería, confeccionadas con caña salvaje. Fue asesinado en una emboscada, por soldados españoles y portugueses, en los campos de Caiboaté, en las márgenes de la Sanga da Bica, en 7 de febrero de 1756.
El bravo y ejemplar Sepé Tiarajú se transformó en un símbolo para los gauchos. Hay un río y un municipio con su nombre y en Santo Ángelo, una estatua en el centro de la ciudad. Los guaraníes no ven ningún problema en esto, pero hay una cuestión de fondo que les desagrada e incomoda a mucho tiempo: que es la "des-indigenización" de Sepé.
La Historia, escrita por la cartilla de las clases explotadoras de la iglesia católica, se adueñó de la figura heroica, metaformoseándola casi en un blanco que era indio por acaso.
Los libros dicen que él "abrazó la doctrina cristiana" y fue "el más ardoroso defensor de la obra de los jesuitas"; que "sus maestros fueron los padres"; que él luchó (sugestionado por los religiosos"; que "era indio misionero, probablemente ya cristiano de tercera generación"; que algunos padres fueron los "principales estrategas de la resistencia"; que, huérfano de padre y madre, "fue criado por los jesuitas"; Wera Tupã diverge de todo eso. Los libros yerran hasta en una información básica, sobre su origen. En una revelación inédita y sorprendente, Wera dice que Sepé no era guaraní. Él pertenecía a "otro pueblo indígena que no conseguimos identificar. Él fue adoptado por los guaraníes y criado como uno de los nuestros".
La investigación al respecto de Sepé se basó en la historia oral, preservada en la memoria de los indios centenarios que vivieron en Río Grande do Sul, entre ellos la anciana xama Tatãty Yva Rete (Maria Candelaria Garay), apuntada por antropólogos de la Universidad Federal de Santa Catalina (UFSC) y PUC de San Pablo como uno de los liderazgos femeninos más importantes y respetados de la tribu. Nacida aproximadamente en 1874, Tatãty fue abuela adoptiva de Werá Tupã.

La verdadera historia de Sepé Tiarajú

El periódico AND fue escogido por los guaraníes para ser el primer órgano de comunicación de los djuruá (no-indios) a obtener conocimiento del contenido del estudio, que podrá transformarse en breve en un libro. Este es el resumen contado por Wera Tupã:

"Al contrario de lo que se dice, Sepé no era guaraní. Él nació en otro pueblo indígena, que no conseguimos identificar. Cuando él tenía dos años de edad, su aldea que quedaba en Río Grande do Sul, fue atacada por portugueses o españoles. Los guaraníes corrieron para ayudar, más el lugar ya había sido invadido y casi todos habían sido masacrados.

Los guaraníes salvaron un niño y lo llevaron para una aldea nuestra, cerca de la misión San Miguel. Una familia lo adoptó. El abuelo de la familia era un paye muy poderoso y el niño lo adoraba. Una cosa que casi nadie sabe es que su verdadero nombre no era Sepé Tiarajú. Eso era lo que los padres de las misiones entendieron y escribieron.

Su nombre era Djekupé A Djú, que significaba "Guardián de Cabello Amarillo". "Guardián" porque era un guerrero y "cabello amarillo" porque no tenía el cabello tan negro como los guaraníes, era medio castaño. Pero era realmente indio, no mestizo.

Cuando el niño comenzó a crecer, pensaron que iba a ser un paye, un religioso, y comenzó a ser preparado para eso. Pero su otro lado, el de guerrero, fue más fuerte y ahí cambió su destino. Recibió nombre de guerrero, Djekupé A Djú. Y también era llamado por los guaraníes de Karaí Djekupé, "Señor Guardián".

Su destino de guerrero fue porque estaba indignado con los blancos y estaba grato a los guaraníes. Y que en la aldea nunca le escondieron su propia historia, y lo que había sucedido en el ataque. 

Así aprendió la lengua española.

No fueron los padres que lo entrenaron. Fue preparado por el gran ejército guaraní, los "kereymba". Era un excelente guerrero. Además, tenía facilidad para conversar con los blancos, algo que los otros guerreros no tenían aptitud.

Djekupé A Djú luchaba, hacía de todo para que las aldeas guaraníes no fuesen molestadas. Principalmente porque pensaba en su abuelo, no quería que nada perturbase la preparación espiritual del anciano. Wera no entró en detalles, pero es posible suponer que, de acuerdo con la tradición, el viejo paye se preparaba espiritualmente para "viajar" a la Tierra Sin Mal, a Yvy Marae’y, una especie de paraíso, que según el mito puede ser alcanzado en vida o después de la muerte. Así podemos ver que Djekupé A Djú podía relacionarse con los jesuitas, pero que no era un cristiano, como dicen, porque en realidad él respetaba más la religión del abuelo, la religión de nuestro pueblo. Karaí Djekupé fue y continúa siendo un gran héroe de los guaraníes y esta es su verdadera historia"Observemos que estudios históricos y antropológicos vienen indicando, cada vez más, que la propalada conversión de los guaraníes al cristianismo, en las reducciones jesuitas, fue tal vez más aparente que real

Estos indígenas no se recusaban al bautismo y a las misas, muchas veces por apreciaren la estética de los rituales y para no contradecir los padres. Una señal de esto puede ser la no-permanencia de la religión. Hoy en día el número de guaraníes católicos es ínfimo. Han habido "ataques" de sectas protestantes a las aldeas y muchos frecuentan los cultos. Mas, todavía no se puede evaluar la verdadera dimensión del perjuicio cultural, pues los guaraníes parecen poseer una auto-defensa eficiente, que consiste en "desviarse", con extrema diplomacia, lo que elude a los menos atentos."


Rosana Bond 

Traducción: Enrique F. Chiappa

Fuente: Diario La Nueva Democracia



lunes, 15 de abril de 2013

Andresito


Imperecedero poema escribo y hecho chamamé por Julian Zini


Para la historia oficial
fuiste siempre un bandolero,
General improvisado
de un ejército harapiento;
profanador de costumbres,
de apellidos y abolengos;
usurpador de la tierra,
vengador de tus abuelos…
Para nosotros, en cambio,
tu nombre seguirá siendo
la sagrada rebeldía
de una dignidad sin precio,
que se aguanta la pobreza
y sobrevive al saqueo…
Hijo fiel de tus mayores,
peleando por tus derechos…!

Aquí donde no hace mucho
vivíamos compartiendo
la comida y la plegaria,
la música y el festejo…
ahora estamos enfrentados
entre hermanos, casi en cueros;
una vez más invadidos
y apenas sobreviviendo…
General Guacurarí,
que llegás montado en pelo,
tu sombra pasa y nos libra
de las coyundas del miedo…
Con sólo decir tu nombre
vuelve a soñar nuestro pueblo,
resucita la esperanza
y nos juntamos de nuevo…!



Che Comandante Andresito,
montonero guaraní,
según sea el invasor,
sos aguará o jabalí…
Sos tábano bajo el sol
y a la sombra, mbariguí…
¡Centinela de la Patria,
de Iguazú a Mandisoví!
Sos la memoria viviente
de Oberá y Mbororé…
que lo diga el español,
que lo diga el portugués…
¡Sos Dignidad, sos Justicia,
sos Patria Grande de pie!
Una vez más, por nosotros:
¡Volvé,Andresito, volvé!


¡Pueblos libres! ¡Pueblos libres!

Se oye el grito y se oye el eco
que desciende por los ríos
y va trepando los cerros…
Y ese grito libertario,
como una bandera al viento,
va delante de Andresito
y está en la boca del pueblo…!

De San Borja a Porto Alegre,
maniatado en cuero fresco,
te llevaron caminando
como antaño a tus abuelos…
Te engrillaron los tobillos,
pero no tu viejo sueño
que, según se rumoprea,
logró escapar y anda suelto…!
Paisano de San Martín,
hijo de Artigas sabemos
que tu lanza montonera
marca el rumbo verdadero…
Y en las fronteras del alma,
junto al río de los sueños,
tu sombra sigue de guardia
igual que un tigre en acecho…!


Gentileza de: Guaraní Reko 

domingo, 24 de marzo de 2013

Overa, la rebelión del cacique luminoso (Oberá)


La historia “oficial” de la Conquista de la región altoparanaense (Paraguay, Brasil, Noreste Argentino actuales), por los españoles en los años 1.500, escrita por las clases dominantes, siempre intentó esconder o minimizar las bravas luchas de resistencia de los pobladores originarios, principalmente de los guaraníes. 

Una de ellas, prácticamente desconocida por los pobladores de esta región fue comandada por el Cacique Overa (Vera en guaraní: Luminoso, Resplandeciente).

Consciente de la dificultad de vencer a los europeos por las armas, Overa generó una de las primeras “huelgas” de las que se tiene noticia en América.

Una huelga general, total, en la que los guaraníes se negaron a continuar trabajando para los españoles, dedicándose exclusivamente a danzar y cantar durante días, semanas y meses. 

Las pocas informaciones existentes sobre la llamada Rebelión de Overa (Oberá) las heredamos principalmente de los poemas de Martín del Barco Centenera, publicados en 1.602, clasificados por muchos estudiosos como artísticamente ruines e históricamente tendenciosos, pro-hispánicos.

Imágen: Alex Soares






























Según Bartomeu Meliá, en su libro El Guaraní Conquistado y Reducido (1.993), el movimiento indígena comenzó entre los años 1.578-1.579 en la región de Guarambaré, en las proximidades de Asunción, capital del Paraguay. Más luego se expandió en todo el territorio de la región del Río Paraná –probablemente en la región de la Provincia del Guairá y también en las regiones central, norte y noroeste del actual estado de Paraná en Brasil.

“Intérprete de la opresión en la vivían los Guaraníes, Overá, con rara elocuencia, verdadero señor de la palabra, ofrecía a su pueblo la liberación de la sujeción a los españoles”, dice Meliá.

Liderados por este Cacique cuyo nombre guaraní era Verá, el Luminoso, el Resplandeciente, los indígenas protagonizaron una revuelta extremadamente singular. Una especie de “huelga general”, a través de la cual rechazaban seguir trabajando en favor de los conquistadores, pasando a cantar y danzar ininterrmpidamente.

Meliá dice que los guaraníes practicaban la conocida “danza ritual guaraní”.

Para dimensionar los escritos desde la conquista y con óptica euro-etnocéntrica basta leer estos versos extratados de largo escrito de Martín del Barco Centenera donde refiere a Overa (Oberá).

Obera, como digo, se llamaba,
que suena resplandor en castellano.
En el Paraná Grande éste habitaba,
el bautismo tenía de cristiano.
Mas la fe prometida no guardaba,
que con bestial designo a Dios, tirano,
su hijo dice ser y concebido
de virgen, y que virgen lo ha parido.

La mano está temblando de escribillo,
mas cuento con verdad lo que decía
con loca presumpción aquel diablillo,
que más que diablo en todo parecía.
Los indios comenzaron de seguillo
por todas las comarcas do venía,
atrajo mucha gente así de guerra,
con que daños hacía por la tierra.

Dejando, pues, su tierra y propio asiento,
la tierra adentro vino predicando;
no queda de indio algún repartimiento
que no siga su voz y crudo mando.
Con este impío pregón y mal descuento
la tierra se va toda levantando,
no acude ya al servicio que solía,
que libertad a todos prometía.

Mandoles que cantasen y bailasen,
de suerte que otra cosa no hacían,
y como los pobretes ya dejasen
de sembrar y coger como solían,
y sólo en los cantares se ocupasen,
en los bailes de hambre se morían,
cantándoles loores y alabanzas
del Obera maldito y sus pujanzas.

Un hijo que éste tiene se llamaba
por nombre Guiraró, que es palo amargo.
Del nombre Papa aquéste se jactaba.
Con éste el padre, dice: «Yo descargo
la grande obligación que a mí tocaba
con darle de pontífice el encargo».
Aquéste es el que viene bautizando,
y los nombres a todos trasmutando.

No quiero más decir de sus errores
de que andaba la tierra alborotada
en todo el Paraná y sus rededores;
y así se fue tras él de mano armada.
Mas como éste tenía corredores,
y gente puesta siempre en gran celada,
en viendo la pujanza conocida
del enemigo, pónese en huida.

Cacique Overa (Oberá-Misiones) Autores: Gerónimo Rodriguez y Humberto Díaz

Meliá relata: los guaraníes hicieron inumerables ceremonias de “debaustismo”, renegando de los nombres “cristianos-europeos” que habían recibido de los opresores y volvieron a utilizar sus nombres indígenas.

Aún hoy los rituales de nominación son muy importantes dentro de la cultura guaraní. Bartolomé Meliá explica que, distintos a los occidentales, los originarios guaraníes no son llamados o nombrados por este o aquel nombre sin que el “es” su propio nombre.

En cuanto a las autoridades de Castilla, mostraban su desconcierto frente a tan inusitada rebelión, ésta se expandía rápidamente no solo rumbo al Paraná sino también al sur y al norte de la capital paraguaya, llegando hasta el río Ypané.

Fue solamente con la llegada de Juan de Garay que los españoles reaccionaron. Las tropas irrumpieron en las aleas para traer nuevamente a los guaraníes al trabajo. Pero, al contrario de lo que planeaban los atacantes, el líder de los “rebeldes”, el Cacique Luminoso, nunca fue encontrado.

Overa, simplemente desapareció sin dejar rastros –dice Meliá. Pero es posible que haya continuado actuando de algún modo, pues se registra como hecho interesante de que cuatro mestizos –entre ellos el hijo de un portugués- intentaron mantener la rebelión del Cacique Overa durante algún tiempo luego del ataque de Garay.





























El ejemplo de Overa permaneció ya que en 1.589 en el Paraguay, los indígenas Acahay, Tevikuary e Yvyturusu se rebelaron en los mismos moldes que el primero. Todo “por causa de ciertos cantores que, con sus cantos, los lleva a realizar algunas ceremonias y ritos a través de los cuales se “apartan del servicio de Dios y no van más a servir a sus patrones encomenderos (patrones españoles)”-relata el antiguo diario de un capital, reproducido por Juan Francisco Aguirre en 1.949 en la Revista de la Biblioteca Nacional de Argentina.

Extraído de: Rosana Bond, Año IV, Nº27, Noviembre de 2.005. La rebelión del Cacique Luminoso http://www.anovademocracia.com.br/index.php/A-rebeliao-do-cacique-Luminoso.html en lengua portuguesa.

Traducción: José Javier Rodas