Publicación escrita y autorizada a
publicar por el Licenciado Hugo López (Todos los derechos reservados) -
Publicado el 19/07/2015
Inclusive antes de la llegada de los
padres jesuitas a principios de los 1600, ya se conocía esta región como Yguazú
o Iguazúa, con asentamientos bien formados y con caciques conocidos. Los describieron
como "robustos, de natural dócil y blando, aunque libres y
absolutos".
Cuando el adelantado Alvar Núñez
pasó por esta región en 1541, sus guías nativos le hicieron saber que el río
era llamado Yguazú, y unos años más adelante, a inicios de los 1600, cuando los
primeros padres jesuitas comenzaron a misionar por esta zona, entre ellos Roque
González de Santa Cruz, identificaron al lugar como Yguazú o Iguazúa.
Cuenta Alvar Núñez en su libro Naufragios
que sus guías nativos le habían informado que la gente de esta región había
atacado a algunos portugueses que habían pasado por aquí y que era gente mala,
enemiga de los blancos, y que aguardaban para “…acometerlos y matarlos en el
paso del río...”. Por esto, Núñez había ordenado que parte del contingente que
viajaba con él fuera por río, sorteando las Cataratas, y que otro grupo fuera
por tierra para encontrarse en la desembocadura del Iguazú.
Dice su relato: “…por esta causa
acordó el Gobernador (Núñez venía a tomar su puesto de gobernador) …de tomar y
asegurar por dos partes el río, yendo él con parte de su gente en canoas por el
río Iguazú abajo y salirse a poner en el río del Paraná y por la otra parte
fuese el resto de la gente y caballos por tierra, y se pusiesen y confrontasen
con la otra parte del río, para poner temor a los indios y pasar en las canoas
toda la gente…”
Sin embargo, la gente con la que se
encontró sorprendió al nuevo gobernador. Al contrario de lo que supusieron, los
iguazuenses, además demonstrar amabilidad y generosidad, ofrecieron a la vista
un gran espectáculo para ver.
Así lo registró Núñez “…salvado
aquel mal paso (así calificaron a las Cataratas), volvieron a meter en el agua
las dichas canoas y proseguir su viaje; y fueron por el dicho río abajo hasta
que llegaron al río del Paraná; y fue Dios servido que la gente y caballos que
iban por tierra, y las canoas y gente …llegaron todos a un tiempo, y en la
ribera del río estaban muy gran número de indios de la misma generación de los
guaraníes, todos muy emplumados con plumas de papagayos y almagrados, pintados
de muchas maneras y colores, y con sus arcos y flechas en las manos hecho un
escuadrón de ellos, que era muy gran placer de los ver…”
Al principio, el contacto causó
confusión. Iniciaron el diálogo con señas, y los intérpretes traducían la
desesperada explicación de los europeos, quienes con algunas “dádivas” intentaban
decirles que venían en son de paz. Sin embargo, más allá de los regalos, los
iguazuenses no atacaron ni fueron agresivos, por el contrario ayudaron a los
viajeros a pasar el Paraná, justo a unos metros de la desembocadura del Iguazú.
Cuenta el relato del español: “…muchos
de los indios les ayudaron a pasar de la otra parte del río; y como hubieren
pasado mandó el Gobernador que de las canoas se hiciesen balsas juntándolas de
dos en dos; las cuales hechas, en espacio de dos horas fue pasada toda la gente
y caballos de la otra parte del río; con concordia de los naturales,
ayudándoles ellos propios a los pasar. Este río del Paraná, por la parte que lo
pasaron, era de ancho un gran tiro de ballesta, es muy hondable y lleva muy
gran corriente…”.
Unos 85 años después, cuando los
padres jesuitas Diego Boroa y Claudio Ruyer fundaron el pueblo Santa María del
Yguazú, a unos 15 kilómetros de las Cataratas, río arriba, describieron a estos
guaraníes iguazuenses como gente “de natural dócil y blando”, aunque al
principio, cuando los padres llegaron en 1623, los guaraníes no los aceptaron,
y tuvieron que volver otras dos veces para lograr fundar la reducción.
En su visita al pueblo en 1627, el
Padre Superior Nicolás Mastrilli Durán describió a los iguazuenses de la
siguiente manera: “Son de grande estatura estos Indios, y bien proporcionados,
de fuerzas robustas, y de natural dócil y blando; [tienen] buena disposición
para el Sto. Evangelio…”
Aunque después en su carta explica que les resultó difícil hacerles cumplir con las normas sociales europeas que los padres traían, porque el carácter de los iguazuenses demostraba mucha “libertad”. Dice Durán en su carta: “…aunque por ser muy libres y absolutos es menester increíble sagacidad y paçiencia para sugetarlos porque jamás an sabido rendirse a nadie, ni reconocer superior…”
Aunque después en su carta explica que les resultó difícil hacerles cumplir con las normas sociales europeas que los padres traían, porque el carácter de los iguazuenses demostraba mucha “libertad”. Dice Durán en su carta: “…aunque por ser muy libres y absolutos es menester increíble sagacidad y paçiencia para sugetarlos porque jamás an sabido rendirse a nadie, ni reconocer superior…”
Y añadiendo sobre esto, el padre Durán menciona el tipo de autoridad que existía en la comunidad, principalmente entre padres e hijos. Dice “…es dificultosísimo ponerles el yugo de la obediencia a laqual no se les puede obligar al principio con miedo, que no es lícito ni aun llegar con el dedo a los muchachos…” y añade en otra parte “Es gente sin rastro de policía…”, refiriéndose al tipo de control que ejercían sobre los niños, adolescentes y jóvenes. Más específicamente cuenta: “Los padres, por ningún género de delito castifan (castigan), ni libianamente (livianamente), a sus hijos por que adoran en ellos como en idolillos de su afición.”
De su manera de vestir y andar, el padre relata en su carta “…los barones asta los 12 años andan del todo desnudos de ay para arriba solo cubren con plumas de varios colores el mayor espacho de la naturaleza. Las megeres (mujeres) de quien es tan propio, no tienen ninguno y asi andan todas como nacieron aunque el trato de los Pes. (padres) les va poniendo vergüenza y tratan de tenerlas decentes.”
E interesantemente menciona que el
modo de vida era modesto y controlado, a diferencia de lo que habían visto en
otros lugares en donde la conducta ya se veía afectada por la nueva relación
con los europeos. Lo relató así: “Son muy templados en la comida, ni se
embriagan como otras naciones ni tienen largas enemistades…” Seguramente, eso
de ser descontrolados en las comidas, embriagarse, y tener largas enemistades,
habrán aprendido después, de sus cultos conquistadores.
Referencias
Santa María del Yguazú, 1626 – Investigación – Dr. Luís Honorio Rolón, Iguazú
Referencias
Santa María del Yguazú, 1626 – Investigación – Dr. Luís Honorio Rolón, Iguazú
El imperio Jesuítico – Leopoldo
Lugones – Buenos Aires 1904
El Universo Misionero- Guaraní –
Esteban A. Snihur – Golden Company, 2007
Misiones y sus pueblos Guaraníes –
Guillermo Furlong – Buenos Aires
Fuente:
La Voz de Cataratas