Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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jueves, 29 de agosto de 2024

El Capitalismo mata el planeta



La «Flor de las Indias», como las llamó Marco Polo (las 1.200 islas e islotes de coral desperdigadas por el Océano Índico conocidas como Islas Maldivas), con sus 250.000 habitantes (hoy día paraíso turístico), están condenadas a desaparecer bajo las aguas oceánicas en un lapso no mayor de 30 años si continúa el calentamiento global y el consecuente derretimiento de casquetes polares y glaciares. Lo tragicómico es que sus habitantes no han vertido prácticamente un gramo de agentes contaminantes. La globalización es un proceso no sólo económico. Extremando el concepto, donde más podemos verla (sufrirla) es en la perspectiva ecológica que trae el nuevo modelo de producción industrial surgido hace doscientos años. La globalización, en términos estrictos, es ante todo la mundialización de los problemas medioambientales, de los que nadie, en ningún punto del globo, puede sustraerse.

Por Marcelo Colusi

La solución a esa degradación de nuestra casa común, que desde hace algunos años se viene dando con velocidad vertiginosa, es más que un problema técnico: es político, y no hay ser humano sobre la faz del planeta que no tenga que ver con él. Así como nadie escapa a la publicidad comercial, así, mucho más aún, nadie escapa al efecto invernadero negativo, a la lluvia ácida, a la desertificación y a la falta de agua potable; en ningún área del quehacer humano puede verse más claramente la globalización que en el campo de la ecología. Y en ningún campo de acción en torno a grandes problemas humanos se encuentran respuestas más globalizadas que en lo tocante a nuestro compartido desastre medioambiental. Un habitante de las Maldivas, consumiendo 100 veces menos que un estadounidense o un europeo, está tanto o más afectado que ellos por los modelos de desarrollo depredadores que envuelven a toda la humanidad. O nos salvamos todos, o no se salva nadie.
Podríamos considerar el desastre ecológico como consecuencia de factores exclusivamente técnicos, solucionables también en términos puramente tecnológicos (reemplazar los vehículos de combustión interna alimentados por derivados del petróleo por vehículos eléctricos, por ejemplo). Pero la tecnología es un hecho altamente político. Si nuestra forma de concebir la productividad del trabajo se da en el marco del actual modelo de desarrollo (sin dudas contrario al equilibrio ecológico), ello es, ante todo, un hecho político, un hecho que nos habla de cómo establecemos las relaciones sociales y con el medio circundante.
La industria moderna ha transformado profundamente la historia humana. En el corto período en que la producción capitalista se enseñoreó en el mundo -dos siglos, desde la británica máquina de vapor de James Watt en adelante- la humanidad avanzó técnicamente lo que no había hecho en su ya dilatada existencia de dos millones y medio de años. Puede saludarse ese salto adelante como un gran paso en la resolución de ancestrales problemas: desde que la tecnología se basa en la ciencia que abre el Renacimiento europeo, con su visión matematizable del mundo, se han comenzado a resolver cuellos de botella. La vida cambió sustancialmente con estas transformaciones, se hizo más cómoda, menos sujeta al azar de la naturaleza. No por ello saludamos alegres al capitalismo; en todo caso, podemos saludar a la ciencia.
De todos modos, esa modificación en la productividad no dio como resultado solamente un bienestar generalizado. Concebida como está, la producción es, ante todo, mercantil. Lo que la anima no es sólo la satisfacción de necesidades, sino el lucro. Más aún: la razón misma de la producción pasó a ser la ganancia; se produce para obtener beneficios económicos. A partir de esta clave esencial puede entenderse la historia que transcurrió en este corto tiempo desde la máquina de vapor de mediados del siglo XVIII a nuestros días; la historia del capitalismo (europeo primero, norteamericano luego, igualmente el japonés o el de cualquier país del mundo, sea muy desarrollado o precario) no es otra cosa que la obsesiva búsqueda del lucro, no importando el costo. Si para obtener ganancia hay que sacrificar pueblos enteros, diezmarlos, esclavizarlos, e igualmente hay que depredar en forma inmisericorde el medio natural, ello no cuenta. La sed de ganancias no mide consecuencias.
Es así que se «inventan» necesidades, cosas superfluas, que luego terminan normalizándose, y el circuito de la producción y el consumo no se detiene nunca. «Lo que hace grande a este país [Estados Unidos] es la creación de necesidades y deseos, la creación de la insatisfacción por lo viejo y fuera de moda» manifestó el gerente de la agencia publicitaria estadounidense BBDO, de las mayores del mundo. Esa «cultura» impuesta ha hecho de la sed de novedades un poderosísimo motivador, por lo que a diario nos encontramos con nuevos productos en todos los ámbitos. La producción humana, hoy día enmarcada enteramente en la lógica capitalista, encuentra ahí un lugar perfecto para desarrollarse, y la creación de «cosas nuevas» destinadas al mercado no cesa, creando de continuo nuevas necesidades que se van tornando imprescindibles. Lo terrible en todo ello es que se depreda innecesariamente la naturaleza en búsqueda de recursos, de materias primas, y dado el consumo monumental, las montañas de basura no cesan y crecen gigantescas, contaminando todo.
Actualmente, dos siglos después de puesto en marcha ese modelo de producción, la humanidad en su conjunto paga las consecuencias. ¿Merecen los habitantes de las Maldivas desaparecer bajo las aguas porque en Los Ángeles, Estados Unidos, hay un promedio de un automóvil de combustión interna por persona que arroja dióxido de carbono, o porque los ciudadanos estadounidenses, económicamente más privilegiados que otros humanos, consumen 150 litros diarios de agua, 120 más de lo necesario? ¿Se merece cualquier habitante del planeta tener 13 veces más riesgo de contraer cáncer de piel a partir del adelgazamiento de la capa de ozono que cien años atrás por el hecho de tener cerveza fría en la refrigeradora? ¿Es éticamente aceptable que un perrito de un hogar del «civilizado» Primer Mundo consuma un promedio anual de carne roja superior al de un habitante del Sur o que tenga servicios psicológicos mientras en otros países faltan vacunas, o comida?
Aunque hay alimentos en cantidades inimaginables, viviendas cada vez más confortables y seguras, comunicaciones rapidísimas, expectativas de vida más prolongadas, más tiempo libre para la recreación, etc., etc., la matriz básica con que el capitalismo se plantea el proyecto en juego no es sustentable a largo plazo: importa más la mercancía y su comercialización que el sujeto para quien va destinada. Si realmente hubiera interés en lo humano, en el otro de carne y hueso que es mi igual, nadie debería pasar hambre, ni faltarle agua, ni sufrir con enfermedades que la técnica actual está en condiciones de vencer. En definitiva, se ha creado un monstruo; si lo que prima es vender, la industria relega la calidad de la vida como especie en función de seguir obteniendo ganancia. Para que 15% de la humanidad consuma sin miramientos, un 85% ve agotarse sus recursos. Y el planeta, la casa común que es la fuente de materia prima para que nuestro trabajo genere la riqueza social, se relega igualmente. Consecuencia: el mundo se va tornando invivible. Peligroso, sumamente peligroso incluso.
La cada vez más alarmante falta de agua dulce, la degradación de los suelos, los químicos tóxicos que inundan el planeta, la desertificación, el calentamiento global (para algunos científicos ya es ebullición global), el adelgazamiento de la capa de ozono, el efecto invernadero negativo, los desechos atómicos presentes en tierra, aire y agua, son todos problemas de magnitud global a los que ningún habitante de la humanidad en su conjunto puede escapar. Todo ello es, claramente, un problema político y no solo técnico. Por tanto es en la arena política -las relaciones de poder, las relaciones de fuerza social entre los diferentes grupos, o mejor dicho, entre clases sociales- donde puede encontrar soluciones.
En el Foro Mundial de Ministros de Medio Ambiente reunido en la ciudad de Malmoe, Suecia, en mayo del 2000 en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se reconoció en la llamada Declaración de Malmoe que las causas de la degradación del medio ambiente global están inmersas en problemas sociales y económicos tales como la pobreza generalizada, los patrones de producción y consumo no sustentables, la desigualdad en la distribución de las riquezas y la carga de la deuda externa de los países pobres. Lo tristemente terrible en este caso es que, aunque académicamente se pueda saber todo esto, y expresar en términos de corrección política, en la realidad político-social concreta estas declaraciones no tienen ningún impacto, pues el mundo se sigue manejando en torno a la forma en que se distribuyen los poderes. Está claro que quienes más poder detentan (para el caso: el gobierno de Estados Unidos), terminan haciendo caso omiso de esas muy correctas declaraciones. La asimetría en el poder marca la dinámica global, y esa diferencia puede hacer uso de la fuerza bruta (militar) para mantener el estado de cosas.
No es pensable un uso de fuerza militar por parte de las Islas Maldivas contra la gran potencia norteamericana; pero sí lo contrario. Hasta incluso parecería «normal». ¿Hasta cuándo vamos a permitir eso?
En otros términos, vemos que la destrucción del medio ambiente responde a causas eminentemente humanas, a la forma en que las sociedades se organizan y establecen las relaciones de poder; en definitiva: a motivos políticos. El modelo industrial surgido con el capitalismo y con la ciencia occidental moderna, además de producir un salto tecnológico sin precedentes (quizá más que la aparición de la agricultura, que la conquista del fuego o que la invención de la rueda) generó también problemas de magnitud descomunal. El poder de destrucción -y de autodestrucción- alcanzado por la especie humana creció también en forma exponencial, por lo que las posibilidades de autodesaparecernos son cada vez más grandes. Valga agregar que la totalidad del poder atómico con fines militares generado en la actualidad -alrededor de 12.000 ojivas nucleares, cada una de ellas equivalente a 30 bombas de las arrojadas sobre Hiroshima- posibilitaría generar una explosión tan grande cuya onda expansiva llegaría hasta la órbita de Plutón; proeza técnica, sin dudas, pero que no termina con el hambre ni con tantas penurias solucionables.
En otros términos: el desprecio moderno por el medio ambiente que nos lega el capitalismo surgido en Europa, ahora absolutamente globalizado, se ha instalado con una soberbia aterradora. Los esquemas que utilizaron las primeras experiencias socialistas no le dieron un mejor trato a nuestra común, el planeta Tierra, que lo que le dio el capitalismo. Es de esperarse que China, siempre con su planteo de «socialismo a la china», pueda generar otra cultura medioambiental. Todo indica que va en ese camino.
Esa voracidad empresarial que ve el medio ambiente natural solo como cantera a explotar reafirma que Occidente y la idea de desarrollo que ahí se gestó, están en franca desventaja con otras culturas (orientales, americanas prehispánicas, africanas) en relación a la cosmovisión de la naturaleza, y por tanto al vínculo establecido entre ser humano y casa común, que sería nuestro planeta. El desastre ecológico en que vivimos no es sino parte del desastre social que nos agobia. Si el desarrollo no es sustentable en el tiempo y centrado en el sujeto concreto de carne y hueso que somos, no es desarrollo. Si se puede destruir el lejano Plutón pero no se puede asegurar la vida de los habitantes de las Maldivas porque la idea de desarrollo no los contempla, entonces hay que cambiar ese modelo, por inservible. Es una pura cuestión de sobrevivencia como especie.
A no ser que haya sectores sociales -detentadores de omnímodos poderes, por cierto- que ya estén apostando por una vida fuera de este planeta, contaminado, lleno de «pobres», sin solución en definitiva. Pero los que no hacemos voto por ello, los mortales de a pie, los que creemos que es más importante un habitante de las Maldivas que cambiar el automóvil cada año, los que no queremos morir de un evitable cáncer de piel, o sumergidos por el derretimiento de los hielos polares, tenemos mucho por seguir luchando aún. El problema de nuestra casa común nos toca a todos. Todos, entonces, podemos -tenemos- que hacer algo.
Está más que claro que el capitalismo, más allá de los oropeles con que nos quiere seducir -centros comerciales rebosantes de mercancías que muy pocos pueden comprar; en definitiva: nuevos y variados espejitos de colores-, no ofrece salidas reales a los acuciantes problemas humanos. «Las bombas podrán terminar con los hambrientos, con los enfermos y con los ignorantes, pero no con el hambre, con las enfermedades y con la ignorancia«, expresó Fidel Castro. Si el sistema sigue destruyendo nuestro planeta, ¿adónde iremos?

Fuentes: Blog del Proyecto Lemu & Rebelión
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viernes, 26 de enero de 2024

Los acuíferos del mundo se vacían de forma acelerada por la crisis climática



Por Antonio Martínez Ron

Casi un tercio de los acuíferos del mundo se están vaciando de forma acelerada en las últimas décadas, especialmente en las regiones secas, y parte del agua subterránea almacenada en el subsuelo está sufriendo descensos que llegan hasta medio metro por año: Son las principales conclusiones del análisis de alrededor de 170.000 pozos en 1.693 sistemas de acuíferos de más de 40 países publicado este miércoles por el equipo de Scott Jasechko en la revista Nature. Un trabajo para el que los autores han revisado las mediciones in situ de miles de sondeos a escala global, que ofrecen una visión más precisa de las tendencias de agotamiento de los acuíferos que las mediciones por satélite que se hacen habitualmente.

Los investigadores han hallado que el 36% de las reservas de agua subterránea están disminuyendo a un ritmo de 10 centímetros por año, mientras que el 12% está cayendo rápidamente a tasas que superan los 0,5 metros anuales. Al comparar estos hallazgos con los datos sobre la extracción de aguas subterráneas entre 1980 y 2000, han visto que el 30% de los acuíferos estudiados se enfrentan a un agotamiento acelerado en lo que llevamos de siglo XXI y han identificado disminuciones significativas en regiones como India, California y en zonas concretas de países como España.
En el lado positivo, los autores han observado que en muchos sistemas los acuíferos estudiados han aumentado o estabilizado sus reservas y analizan las diferentes estrategias empleadas por las autoridades para conseguirlo. El estudio indica que la disminución del nivel del agua subterránea se ha desacelerado en el 20% de los sistemas acuíferos y se ha revertido en el 16%. Y destacan que se ha conseguido gracias a una combinación de reducciones en el consumo de agua subterránea, transferencias de agua superficial y proyectos de recarga gestionados, lo que ofrece una esperanza de cara al futuro.

Un problema global
“Lo que hemos visto es que es un problema global, en el sentido de que muchos de estos sistemas están siendo sobreexplotados”, explica Richard Taylor, investigador del University College de Londres y coautor del estudio, a elDiario.es. “Lo más importante es que el descenso es especialmente rápido en las zonas secas del planeta y que observamos una alteración en el siglo XXI en comparación con las últimas décadas del siglo XX, lo que es alarmante”. Las buenas noticias —matiza— es que también han encontrado zonas donde se han recuperado gracias a las intervenciones.

Observamos una alteración en el siglo XXI en comparación con las últimas décadas del siglo XX, lo que es alarmante (Richard Taylor — Investigador del University College de Londres y coautor del estudio)

Respecto a la vinculación con la crisis climática, Taylor destaca que alrededor del 80% de los acuíferos que están en declive se encuentran en regiones donde también ha disminuido la caída de lluvia. “Una de nuestras preocupaciones es que, mientras que el culpable principal es el uso abusivo por parte de los humanos de estas aguas, estamos viendo potencialmente los efectos provocados por el cambio climático”, asegura. “Y esto coincide con la observación general de que las zonas secas del planeta se están haciendo más secas y llueve más en las más húmedas”.

Una amenaza en ciernes
Los investigadores recuerdan que cuando hablamos de la sequía y el agotamiento de los recursos hídricos solemos pensar en ríos, lagos y pantanos, olvidando uno de los recursos más importantes de la cadena, quizá porque queda fuera de nuestra vista. Pero estos acuíferos son una reserva crucial de agua dulce para cultivos, hogares, industrias y ciudades de todo el mundo, que se están vaciando progresivamente, lo que amenaza las economías y los ecosistemas.


“La consecuencia más obvia es que cuando vacías el acuífero empiezas a tener que negar el agua a la gente, para beber o para regar”, explica Taylor. “La segunda es que genera subsidencia, la tierra se hunde y tienes colapsos, y con el paso del tiempo se experimentan reducciones en el caudal de los ríos, que ya reciben el agua de los manantiales”. “Y la última —apunta— es que si estás es una región costera, y vacías los acuíferos, el agua del mar se introduce al interior y arruina los cultivos, como pasa en la franja de Gaza, por ejemplo”.
Para Enric Vázquez, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua en Barcelona (IDAEA), este trabajo hace una aportación muy interesante, porque muestra la tendencia global y permite ver por regiones cuáles tienen más estrés hídrico y en cuáles el recurso hídrico está siendo más explotado. “Estas zonas coinciden con los lugares con más demanda, pero también donde la regulación es más laxa”, señala. “Ya sabemos que en España no estamos muy bien, sobre todo en el sureste, una zona en la que ya se conoce que tenemos poca precipitación”.

Sobre la cifra del medio metro de descenso al año, cree que es un dato orientativo que sirve para entender la tendencia global. “Aunque la gente no lo ve o no lo valora, el agua que está en el terreno entra por un sitio y sale por otro”, explica. Si esa salida disminuye, resume, los ecosistemas entrarán en estrés o pueden desaparecer, y esto afecta a los potenciales usos —el riego o abastecimiento— pero también es una pérdida ambiental. “Si lo vas agotando y no compensas, estás gastando los ahorros”, asevera. Carlos Fernández Jáuregui, director del la organización WASA-GN, recuerda que el agua subterránea supone el 20% de los recursos hídricos del planeta, algo más del doble que el agua líquida superficial y que existe un problema de percepción del agua en el mundo. “Este artículo muestra dos cosas —comenta a elDiario.es—, que ha habido un deterioro rápido en muchos lugares sobre el uso del agua subterránea y también que hay lugares donde el agua ha recuperado sus niveles”. A su juicio, extrapolar estos resultados y concluir que es la situación global de los acuíferos no es correcto, porque se trata de una muestra con datos de 40 países, cuando hay más de 200, y se han dejado fuera del foco amplias zonas del planeta donde hay menos datos.
Aunque el estudio abarca 40 países, han dejado fuera del foco amplias zonas del planeta.
Entre los ejemplos positivos, los autores citan el caso de Bangkok, en Tailandia, donde la disminución del nivel de las aguas subterráneas de los años 1980 y 1990 se revirtió después de la implementación de regulaciones diseñadas para reducir el bombeo. También describen lo sucedido en Albuquerque (EEUU), donde un trasvase entre cuencas de agua superficial alivió la demanda de agua subterránea, y el caso del valle de Avra de Arizona (EEUU), donde un acuífero agotado se está rellenando con agua desviada del río Colorado. “Tenemos ejemplos, como Bangkok, donde para conservar las aguas subterráneas se empezó a cobrar a las empresas y la industria se empezó a pensar muy bien cómo lo usaban”, indica Taylor. “También hay regiones en las que la gente ha cambiado los tipos de cultivos, como en Bangladesh y Tanzania, donde han pasado del arroz al trigo. Y lugares donde las soluciones basadas en la ingeniería a gran escala, como el inmenso trasvase de agua de sur a norte en China, están vaciando los acuíferos”.

Hasta 15 metros de descenso al año
Miguel Fernández Mejuto, jefe de la Unidad Tecnologías del Agua de la Diputación Alicante, cree que el resultado de este trabajo no es una sorpresa, pero es un esfuerzo valioso por agrupar información global. Sobre el dato de posibles descensos de medio metro por año, considera que en realidad es una cifra pequeña si se pone en contexto. “Si miras en acuíferos particulares en los que se produce sobreexplotación encontrarás cifras mucho más altas”, precisa. “Aquí, en Alicante, tememos el caso del acuífero Jumilla-Villena, que en los años 90 bajaba alrededor de 15 metros al año”. Los casos más dramáticos son los de acuíferos que alimentaban manantiales y ahora se está bombeando el agua a 300 metros de profundidad, señala. “Los niveles han bajado a 300 metros cuando en los años 70 estaban en superficie”.

Hay acuíferos que alimentaban manantiales en los 70 a nivel de superficie y ahora se está bombeando el agua a 300 metros de profundidad.

Un problema que no se puede posponer
José Luis García Aróstegui, hidrogeólogo del IGME, cree que este estudio nos recuerda que en países como España tenemos una situación bastante complicada. “Esto es algo que viene de lejos y que en el último siglo se ha ido incrementado, porque a medida que aumenta la aridez se incrementa la explotación de agua subterránea”, recalca. El especialista recuerda que a nivel europeo somos el punto caliente del problema de la sobrexplotación de acuíferos y que no vamos a arreglar el problema para 2027 como indica la directiva marco del agua, después de dos prórrogas. La zona más crítica es la cuenca del Segura, apunta, donde se estima que se han extraído del orden de 13.000 hectómetros cúbicos de los acuíferos, el equivalente a cuatro veces el volumen del embalse de La Serena, el más grande de España.
En la cuenca del Segura se ha extraído del subsuelo el equivalente a cuatro veces el volumen del embalse de La Serena, el más grande de España.
“Agotar un acuífero significa que tienes niveles que están a 200 o 300 metros de profundidad, que los manantiales se agotaron hace ya 40 o 50 años, que cada vez se incrementa el coste de bombeo y que en algunos casos se deteriora el agua subterránea porque es más salina”, explica el experto. En su opinión, acudimos a los acuíferos cuando hay problemas críticos de sequía, como pasa ahora en Cataluña, pero después nos desentendemos de ellos. “Es como tirar de los ahorros del banco pero no rellenarlos cuando tienes superávit”, señala.

El cambio climático, advierte, nos va a conducir a una situación de descenso de precipitaciones que nos va a hacer echar de menos estas reservas de agua que hemos gastado. “Yo recuerdo que en la última sequía fuerte aquí en Cataluña, en 2008, hubo mucho revuelo, pero luego volvió a llover y la gente se olvidó un poco”, asegura. “Creo que solo le damos importancia a este asunto cuando tenemos el problema encima y esto requiere tiempo y tomárselo en serio”.

Fuentes: El diario https://www.eldiario.es/sociedad/acuiferos-mundo-vacian-forma-acelerada-crisis-climatica_1_10862029.html

Blog del Proyecto Lemu . - 26 de Enero de 2024



jueves, 9 de noviembre de 2023

Los países planean sacar el doble de gas, carbón y petróleo: “Pese a sus promesas, riegan industrias sucias y moribundas”


“A pesar de que son la causa principal de la crisis climática”, los países siguen apostando por sacar más combustibles fósiles del subsuelo –que acabarán engordando la capa de gases de efecto invernadero en la atmósfera–. Muchos gobiernos planean aumentar la extracción de carbón, petróleo y gas hasta producir un 110% más en 2030, según el análisis del Programa de Medio Ambiente de la ONU (PNUMA). “Es incompatible con limitar el calentamiento global de la Tierra a 1,5ºC” y hace muy difícil dejarlo en 2ºC.

Raúl Rejón

Este informe sobre los planes de producción de los países muestra que la mayoría de los gobiernos estudiados “siguen otorgando un apoyo político y financiero significativo a la producción de combustibles fósiles”. Hay planes para aumentar la producción de carbón a corto plazo y aumentar la de gas y petróleo hasta 2050.
“Los gobiernos están redoblando su apuesta por los combustibles fósiles, lo que significa el doble de problemas”, resume el secretario general de la ONU, António Guterres. “Hay que acabar con la adicción”, remata.
De hecho, ninguno de los 20 países examinados por la ONU baraja una caída en la producción de los combustibles fósiles alineada con limitar el recalentamiento planetario en 1,5ºC. “Tomados en cuenta de manera conjunta, los planes ponen en grave riesgo conseguir el objetivo del Acuerdo de París”.
No se salva casi ningún gran productor. Desde los Estados de la OPEP a Estados Unidos, Rusia, Australia o Canadá. El propio organizador de la inminente Cumbre del Clima de la ONU (COP28), Emiratos Árabes Unidos, aunque ha dicho públicamente que “un abandono progresivo de los combustibles fósiles es esencial”, “pretende impulsar la producción de petróleo un 25% para 2027” y más que doblar la de gas, según los planes de su compañía nacional de hidrocarburos.
Dentro de la zona del golfo Pérsico, Arabia Saudí planea expandir su producción de gas y petróleo al igual que Kuwait. Qatar va a sacar más gas en 2030 que en 2021. Al otro lado del mundo, Brasil, México y Canadá reportan mayores volúmenes de petróleo y gas al final de esta década.
Respecto al carbón, todavía hay países que no renuncian a producir este combustible fósil que posee la mayor capacidad de emisión de CO2. India e Indonesia (junto a Rusia) encabezan los planes para extraer más mineral. “India contempla la industria del carbón como fundamental para la generación de ingresos y empleo”, relata el informe.


EEUU, China y Rusia
Si se mira a las superpotencias, China anuncia una reducción en su producción de carbón –aunque mantiene un gran volumen de mineral– y admite que va a extraer más gas en 2030 que en 2021. El Gobierno de EEUU, por su parte, prevé que la producción de petróleo alcanzará y mantendrá un nivel récord desde 2024 a 2050. Sobre el gas, “la previsión es que se incremente continuadamente hasta tocar los 1,2 billones de metros cúbicos en 2050”. Los volúmenes extra “son destinados esencialmente a la exportación”. La Federación Rusa considera incrementar todas sus producciones en un nivel u otro.
Los analistas de la ONU insisten en que “para ser compatibles con limitar el calentamiento, el suministro y demanda globales de carbón, petróleo y gas deben decaer sustancialmente desde ahora hasta la mitad del siglo XXI.
Sin embargo, todos estos planes llevarían a un nivel de producción “un 426% superior para el carbón, un 29% para petróleo y un 82% para el gas” de lo que permitiría conseguir el objetivo consensuado colectivamente en el Acuerdo de París.
“A pesar de sus promesas, los gobiernos todavía planean regar con más dinero unas industrias sucias y moribundas. Además de ser una locura económica, se trata de un desastre climático que estamos creando nosotros mismos”, dice el analista de Climate Analytics, Neil Grant, tras revisar el informe.
Almacenar CO2, dudoso y arriesgado
Existe una confianza, al menos expresada de forma pública, en la industria de los combustibles fósiles de que la tecnología para apresar los gases de efecto invernadero va a permitir quemar carbón, petróleo o gas. Así no se acumulan en la atmósfera y se evita el calentamiento de la Tierra.
Sin embargo, el PNUMA aclara en este documento que esta confianza está lejos de ser un plan sólido: “Dados los riesgos e incertidumbres que plantea la captura y almacenaje de carbono, los países deberían apuntar hacia un cercano abandono total de la producción y consumo de carbón para 2040 y una reducción combinada del gas y el petróleo en 2050, como mínimo, de tres cuartas partes respecto al nivel de 2020”.
Es decir: la mejor posibilidad es cortar drásticamente la extracción y quema de los combustibles fósiles. El doctor en Física y asesor de la Climate Action Network, Stephen Singer, resume así lo que le ha parecido el informe de la ONU: “Ilustra de nuevo el poder de la industria de los combustibles fósiles a la que no le importan los impactos catastróficos del clima a cambio de beneficios despiadados”.
Con este panorama, António Guterres ha dicho que la COP28, que empieza el 30 de noviembre, “debe enviar una señal clara de que la era de los combustibles fósiles se ha quedado sin gasolina. Que su final es inevitable”.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/paises-planean-sacar-doble-gas-carbon-petroleo-pese-promesas-riegan-industrias-sucias-moribundas_1_10665408.html - Imagen de portada: Extracción de carbón en Australia. EFE.
 
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jueves, 23 de septiembre de 2021

Reloj del Clima: las naciones ricas deben 90.000 millones $



Un nuevo “Reloj del Clima” se exhibe en la ciudad de Nueva York el 20 de septiembre de 2021. 

El “Reloj del Clima” muestra que las naciones ricas aún deben 90.000 millones de dólares al año al Fondo Verde Mundial. “Las naciones ricas deben cumplir la promesa que hicieron hace doce años y poner su dinero donde está su boca”, dijo un experto en clima de Oxfam. “Necesitamos ver un aumento real de la financiación ahora”.

Mientras la Asamblea General de las Naciones Unidas arrancaba el lunes en la ciudad de Nueva York, las activistas desvelaron una nueva versión de su “Reloj del Clima” digital para poner de manifiesto hasta qué punto los países ricos están incumpliendo su promesa de invertir 100.000 millones de dólares al año en un fondo mundial de energía verde destinado a ayudar a las naciones en desarrollo. “Estamos en una emergencia climática, y sin una acción correctiva drástica vamos camino de una catástrofe climática”.
El mensaje se expuso en la plaza Union Square de Nueva York junto con un calendario de acción climática actualizado para reflejar las alarmantes conclusiones del último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que el Secretario General de la ONU, António Guterres, calificó de “código rojo para la humanidad”. El nuevo reloj estima que la comunidad internacional tiene aproximadamente siete años y 300 días para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar lo peor de la emergencia climática. “El nuevo informe del IPCC envía un mensaje claro e inequívoco: estamos en una emergencia climática y, sin una acción correctiva drástica, vamos camino de una catástrofe climática”, declaró Laura Berry, directora de investigación y defensa del Reloj del Clima, en un comunicado.
Los organizadores de la muestra del Reloj del Clima en Nueva York -que se puso en marcha por primera vez el pasado mes de septiembre- señalaron que Estados Unidos, en particular, es objeto de críticas por parte de los activistas por no cumplir con sus obligaciones. “África necesita que países como Estados Unidos -que son los que más contribuyen al problema- sean también los que más contribuyan a resolverlo”, dijo el embajador mundial del Reloj del Clima, Jerome Ringo. “Estados Unidos es sólo el 5% de la población mundial, pero es responsable del 25% de las emisiones de carbono del mundo. Debemos contribuir con nuestra parte justa al Fondo Verde para el Clima”.
Según el nuevo mensaje “Lifeline” del Reloj del Clima, las naciones ricas todavía deben casi 90.500 millones de dólares en financiación anual para el Fondo Verde para el Clima, una iniciativa respaldada por la ONU establecida en 2010 con el objetivo de ayudar a las naciones de bajos ingresos a desarrollar sistemas de energía renovable robustos y sostenibles. “África, al igual que otras regiones en desarrollo que sufren un impacto climático desproporcionado por el CO2 liberado históricamente por las naciones industrializadas, merece un salvavidas”, dijo Ringo.

El Reloj del Clima

El Reloj del Clima actualizado se estrenó en el momento en que los líderes mundiales se preparan para celebrar conversaciones informales sobre el clima en la Asamblea General de la ONU, que tiene lugar poco más de un mes antes de la cumbre clave sobre el clima COP26 en Glasgow, Escocia.
“Los países pueden movilizar rápidamente billones de dólares para responder a una emergencia; es claramente una cuestión de voluntad política”.
En declaraciones a la prensa el domingo, el Primer Ministro del Reino Unido, Boris Johnson, sugirió que es poco probable que las naciones ricas se comprometan a alcanzar el objetivo de inversión de 100.000 millones de dólares al año del Fondo de Energía Verde en las próximas negociaciones, a pesar de la elevada retórica de los países ricos, que subrayan la necesidad de tratar la crisis climática como una emergencia existencial. “Creo que conseguirlo todo esta semana va a ser una exageración. Pero creo que conseguirlo todo en la COP, seis de cada diez. Va a ser difícil”, dijo Johnson. “Pero la gente tiene que entender que esto es crucial para el mundo. Algunos países están dando un paso adelante. Otros, algunos países del G20, tienen que hacer mucho más”.
Un análisis publicado el lunes por el grupo humanitario Oxfam International estima que “se espera que las naciones ricas se queden hasta 75.000 millones de dólares por debajo de su promesa de larga data de movilizar 100.000 millones de dólares cada año entre 2020 y 2025 para ayudar a los países más vulnerables a adaptarse a los peligrosos efectos del cambio climático y reducir sus emisiones”.
Nafkote Dabi, responsable de la política climática mundial de Oxfam Internacional, dijo en un comunicado que “la pandemia ha demostrado que los países pueden movilizar rápidamente billones de dólares para responder a una emergencia; es claramente una cuestión de voluntad política.”
“Seamos claros, estamos en una emergencia climática”, dijo Dabi. “Está causando estragos en todo el mundo y requiere la misma decisión y urgencia. Millones de personas, desde Senegal hasta Guatemala, ya han perdido sus hogares, sus medios de vida y a sus seres queridos a causa de las tormentas turboalimentadas y las sequías crónicas, provocadas por una crisis climática en la que poco han contribuido. Las naciones ricas deben cumplir la promesa que hicieron hace doce años y poner su dinero donde está su boca. Necesitamos ver un aumento real de la financiación ahora”.

Fuentes:
Jake Johnson (Common Dreams)
Blog del Proyecto Lemu
https://aplaneta.org/2021/09/22/reloj-del-clima-las-naciones-ricas-deben-90-000-millones/ - Foto: Ben Wolf vía Climate Clock

jueves, 16 de septiembre de 2021

Los fundamentos y orígenes de la ecología profunda

“La ecología profunda es una guía filosófica y práctica que se opone a la destrucción de la naturaleza por el materialismo y el consumismo. Sostiene que la humanidad debe cambiar su perjudicial estilo de vida o se destruirá a sí misma, al Medio Ambiente y al resto de seres vivos.”


Una filosofía de vida
Algunos activistas ya apoyan la filosofía de la ecología profunda y la utilizan como una base para el cambio. Como guía para el crecimiento personal, la ecología profunda invita a cada individuo a relacionarse e identificarse con todas las criaturas vivientes. De esa manera no solo se estará protegiendo a otras especies y ecosistemas, sino que mediante la práctica consiente de la ecología profunda, el ser humano podría salvarse a sí mismo, dado que ningún ser vivo puede considerarse como un objeto aislado, sino que todos y cada uno forman parte de la Naturaleza.
Esta filosofía se opone a la explotación y destrucción del mundo natural y brega por minimizar el impacto humano, apelando a la premisa de que, si no se cambian nuestros valores y costumbres básicas se seguirá destruyendo la biodiversidad e indirectamente a la humanidad.

Arne Naess


La ecología profunda está asociada principalmente con el filósofo noruego Arne Naess (1912 - 2009) y la calificación de “profunda” se refiere a un cuestionamiento fundamental de las actitudes humanas hacia la Naturaleza.
La ecología profunda surge en el mundo anglosajón como corriente filosófica a finales de los años sesenta, vinculada con la revolución ecologista y los movimientos contraculturales de la época. Según el propio Naess, creador del término, la ecología profunda o de amplio alcance (deep, long-range ecology) se distingue de la ecología superficial o de corto alcance (shallow, short-range ecology) en un cuestionamiento más hondo de las causas y fundamentos de la crisis ecológica. Partiendo del reconocimiento del valor inherente de la diversidad ecológica y cultural de todos los seres vivos, su enfoque no se limita a aquello que pone en peligro el bienestar o la supervivencia de la especie humana. La ecología profunda declara la interdependencia fundamental entre todos los fenómenos y el hecho de que, como individuos y como sociedades, estamos inmersos en (y finalmente dependientes de) los procesos cíclicos de la naturaleza. Implica, pues, una visión holística o ecocéntrica compartida por muchas tradiciones espirituales de Oriente y Occidente.
Pero más allá de consideraciones místicas, según el físico teórico Fritjof Capra, uno de sus más célebres seguidores, el marco conceptual de la ecología profunda es coherente con los descubrimientos científicos del s. XX, que, sin pretender ofrecer una comprensión completa y definitiva de las leyes naturales, han socavado los pilares de la mecánica newtoniana y el paradigma cartesiano que impregnan la economía, la sociedad y la cultura. Capra advierte que “las distintas facetas de la crisis son facetas de una misma crisis de percepción”, “de una visión del mundo como un sistema mecánico compuesto de piezas, del cuerpo humano como una máquina y de la vida en sociedad como una lucha competitiva por la existencia”, perspectivas ya superadas por el ecologismo y la vanguardia científica.



Los ocho principios de la ecología profunda

Naess y sus colegas propusieron ocho principios para formar la base del pensamiento de la ecología profunda. Su intención era que estos pilares fueran universales, sin distinción de filosofías, políticas o religiones.

1. Todas las criaturas en la Tierra tienen su propio valor intrínseco.
2. La diversidad de los seres vivos, desde el más simple al más complejo, contribuye a la riqueza de la vida.
3. Los seres humanos deben utilizar a otros seres, sólo para satisfacer sus necesidades más básicas.
4. La salud y supervivencia de los no humanos depende de la disminución del número de seres humanos.
5. La interferencia humana con el mundo y su Medio Ambiente es excesiva y tiende a empeorar.
6. La política humana (economía, tecnología e ideología) debe cambiar radicalmente.
7. La calidad de vida es más importante que el nivel de vida.
8. Todo ser humano que cree en estos puntos debe trabajar por el cambio. Dado que la gran mayoría de las personas desconocen la existencia o ignoran los principios de la ecología profunda, muchos la han clasificado como una filosofía “fallida” o ineficaz para proteger la vida y el Medio Ambiente.

Fuente: Blog del Proyecto Lemu - 14 de Septiembre de 2021.

Más de 230 revistas médicas piden acciones urgentes frente a crisis climática



Mediante un texto conjunto sin precedentes, 233 revistas de salud pública publicaron, este lunes 6 de septiembre, una editorial en la que se pide a los líderes mundiales que tomen medidas de emergencia para transformar las sociedades y limitar el calentamiento global, restaurar la biodiversidad y proteger la salud de la humanidad.



Entre las revistas participantes destacan The Lancet, The British Medical Journal, East African Medical Journal, Chinese Science Bulletin, New England Journal of Medicine, International Nursing Review, National Medical Journal of India, Revista de Saúde Pública (Brasil) y Medical Journal of Australia. Es la primera vez que tantas publicaciones se unen para publicar la misma editorial.
En su declaración, advierten de que los objetivos anunciados para reducir las emisiones de gases de gases de efecto invernadero no son suficientes y deben combinarse con planes que resulten realistas a corto y medio plazo. Para ello, instan a medidas como el rediseño de los sistemas de transporte, las ciudades, los sistemas de producción y la distribución de alimentos, los mercados de inversión financieros y los sistemas de salud.
Según las revistas firmantes, «dichas inversiones producirán enormes beneficios positivos: incluidos la creación de empleos de alta calidad, la reducción de la contaminación ambiental, el aumento de la actividad física y la mejora de las viviendas y la nutrición». «Una mejor calidad del aire por sí sola generaría beneficios para la salud que compensarían fácilmente los costos mundiales de la reducción de las emisiones», añaden.
En este sentido, agregan que «Estamos unidos en reconocer que solo cambios fundamentales y equitativos en las sociedades revertirán nuestra trayectoria actual» y que “La mayor amenaza para la salud pública mundial es el continuo fracaso de los líderes mundiales para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 ° C y restaurar la naturaleza».
A su vez, el texto sostiene que solo se puede lograr una acción mundial suficiente si los países de altos ingresos hacen mucho más por apoyar al resto del mundo y también para reducir su propio consumo. Según afirman, esto pasa por aumentar la financiación en materia climática y dirigir los esfuerzos a dos focos: la mitigación y la adaptación –que también incluye mejorar los sistemas de salud–.
“Pedimos contribuciones equitativas por medio de las cuales los países más ricos del mundo hagan más para compensar el impacto que provocan sus acciones en el clima, a partir de ahora y con continuidad en el futuro», señaló Lukoye Atwoli, editor jefe de East Africa Medical Journal.”

Fuente: Blog del Proyecto Lemu - 11 de Septiembre de 2021.


miércoles, 18 de agosto de 2021

Deforestación en Argentina: una preocupación que nos debe llevar a la concienciación...



Por Mempo Giardinelli

Mientras el circo mediático sigue haciendo de las suyas ­-verbi gratia, sus maldades- su cometido final y profundo no es otro que ocultar lo que se nos viene encima a casi 50 millones de compatriotas, si no reaccionamos. Ya está a la vista el desastre, con algunas otras, hace varios meses: el Paraná no era una cuestión solamente de soberanía, o en todo caso sí lo era pero con todo lo que implicaba: recuperar el comercio exterior, cuidar el río, liquidar la deuda, sustentabilidad climática, racionalidad productiva, y disfrute de la población. Todo eso ahora ya no está "en peligro", sino en plena evidencia de daños.

Y como no podía ser de otra manera, ahora viene a mostrar una de sus consecuencias peores: precisamente porque el río está herido y no va a soportar más canalizaciones y dragados canallas, los beneficiarios de siempre y sus amigos funcionarios salieron a buscar otras opciones y encontraron la más razonable: el ferrocarril. Pero enseguida escupieron el asado abriendo otro frente de espanto ambiental: los ferrocarriles argentinos abandonados por dos décadas y media requieren vías en buen estado. ¿Y hasta dónde llegó la imaginación de los genios de la economía y el transporte?

Lo revela un informe de Greenpeace que produce escalofríos: Las dos últimas semanas se ocultó ­-aunque debiera decirse "se supo"- el desastre que se avecina. Y que una vez más pone en marcha el Ministerio de Transporte de la Nación, que por licitación BCyL N°28/2021 “Mejoramiento Pesado de Vías en Sectores Varios, Línea General Belgrano, Año 2021” convoca al recambio de las vías de tren en Chaco y Catamarca, para lo cual se dispone la compra de 36.000 durmientes de quebracho... Que se sumarán al ya denunciado desmonte de más de 2 millones de ejemplares de esa especie arbórea arrasada en la última década y que fue hiperdenunciado inútilmente.
La repudiable disposición no deja de tener un costado casi gracioso, ya que el texto del decreto llama "QºCº"a los que son ni más ni menos que "quebrachos colorados". Acaso para disimular así los llama, y el decreto además admite la tala de durmientes de otras maderas duras, también chaqueñas y también en extinción, como quebracho blanco, urunday y guayacán, especies de maderas durísimas igualmente en extinción.


Según un completo informe de Greenpeace que está circulando, "en el norte argentino a mediados de la década de 1940 se llevaban talados 350 millones de quebrachos colorados para la extracción de tanino y la elaboración de durmientes de ferrocarril, postes, leña y carbón". El dato es aún más escalofriante si se añade que fueron 350 millones de ejemplares de uno de los árboles más duros del mundo, que se caracteriza por su absoluta resistencia a la humedad. De ahí su maldición, porque de esa madera se hicieron los "durmientes" rectangulares que soportaron y todavía soportan rieles ferroviarios en gran parte del mundo, debido al tanino que contiene y que se usó también para la industria de las curtiembres, además del indiscriminado uso en forma de leña y carbón. Como para el argentinísimo "asadito", o sea.
La extracción de este árbol emblemático de las selvas chaqueñas se inició circa 1870 y degradó millones de hectáreas de bosques. A despecho de lo cual gobiernos pro-empresariales y cipayos fueron capaces de celebrar semejante atentado ecológico declarando al quebracho, en 1956, “Árbol Forestal Nacional”. Quizás porque ya entonces la explotación maderera intensiva, y los desmontes para abrir campos para un supuesto "desarrollo agropecuario", prácticamente arrasaban con los quebrachales.
Hoy el desmonte contumaz ha colocado al Gran Chaco (las provincias de Salta, Formosa, Santiago del Estero y Chaco, por lo menos), en la cima mundial de pérdida de bosques nativos. El 85% de este ecosistema ha sido destruido. Y encima ahora desde un ministerio de un gobierno nacional y popular se llama a licitación para terminar aquella obra maldita.

Pero lo más grave -y alucinante en términos ambientales- es que desde 2013 empezaron a anunciarse licitaciones para la compra de más de dos millones y medio de durmientes de quebracho colorado y quebracho blanco. Son los dos millones de árboles que aún quedan y que tienen entre 60 y 80 años de edad, y que mientras lectoras y lectores se adentran en esta nota están siendo cortados bestialmente por empresas y empresarios autorizados por funcionarios incalificables. El Chaco, con Santiago del Estero, Salta y Formosa, a este paso será muy pronto un desierto. Como ya lo es la otrora "Cuña Boscosa" del norte santafesino, que hoy es un paisaje raso y para llorar.
Y la verdad es que nada ha cambiado: en la Argentina el sector forestal es uno de los más descontrolados y se calcula que el 30% del volumen total de la madera de bosques nativos que se comercializan, es ilegal. Por eso asombra y disturba que la industria ferroviaria no busque otras opciones, que sí tiene. Por ejemplo, los durmientes de hormigón o de plásticos ultrasintéticos que reemplazan a las maderas en todo el mundo. Y que desde hace años se utilizan como alternativas en las industrias ferroviarias de los Estados Unidos, la India, Brasil, México y Europa. En cambio aquí el disparate es fenomenal: esta semana se abren los sobres de dos nuevas licitaciones para mejoramiento de vías que incluyen la compra de 120.000 durmientes de quebracho, que implicarán la tala de unos 120.000 árboles aún jóvenes. No es así como la Argentina debe recuperarse. Nadie se opone a la restauración de los trenes, más bien al contrario: es necesidad y urgencia nacional, en múltiples sentidos. Pero acabar con los pocos quebrachos existentes en los pocos bosques que quedan, además de políticamente imbécil es económicamente repudiable. Y sobre todo si van a ser unas pocas corporaciones las beneficiarias, una vez más.
La inmoralidad en esta materia parece generalizada. Toda red ferroviaria sustentada en semejante crimen ecológico será condenable desde el vamos. Y más aún si las licitaciones se llaman desde el mismo Ministerio de Transporte que buscó y es presumible que sigue buscando entregar a toda costa nuestro río Paraná.
Se disculpará a esta columna el enojo y el dolor que gobiernan estos párrafos -escritos por un nativo y residente chaqueño- pero cuando la irracionalidad gobierna, las decisiones políticas de un gobierno que votamos y apoyamos, resulta casi imposible atemperar la indignación. Porque más allá de debates tarados acerca de la infortunada foto de un cumpleaños, mejor sería que se cortaran de cuajo decisiones como ésta y se forzara a la oposición a ocuparse de estos que sí son crímenes.
Pero ya sabe el país que Arturo Jauretche tenía razón en esta materia: "Los gobiernos populares son débiles ante el escándalo. No tienen, ni cuentan con la recíproca solidaridad encubridora de las oligarquías y son sus propios partidarios, quienes señalan sus defectos que después magnifica la prensa. El pequeño delito doméstico se agiganta para ocultar el delito nacional que las oligarquías preparan en las sombras".
La pregunta que queda es hasta cuándo, y cuánto más.

Fuentes:
Diario Pagina12 / Buenos Aires.
Blog del Proyecto Lemu.

jueves, 1 de julio de 2021

Territorios de Vida: pasado, presente y futuro de la conservación en el Planeta


Escrito por:
Ashish Kothari (Kalpavriksh)

En el imaginario urbano popular, la conservación de la vida salvaje y de la biodiversidad se equipara con los parques nacionales, los santuarios de la vida salvaje y similares, que uno puede visitar para disfrutar de un tiempo de paz en la naturaleza o para echar un vistazo a lo que queda de los animales y plantas salvajes de la Tierra. Desde la creación del Parque Nacional de Yellowstone en EE.UU. en 1872, el movimiento para establecer este tipo de zonas protegidas se ha extendido por todo el mundo, con cerca del 15,67% de las zonas terrestres y el 7,65% de las marinas notificadas como tales por los gobiernos.

Pero mientras este fenómeno ha ganado una importante atención pública y mucho apoyo de los gobiernos y organismos internacionales, un proceso más silencioso, con impactos potencialmente más dramáticos, que hasta ahora ha sido dejado de lado, está cobrando impulso. En todo el mundo, los pueblos indígenas y otras comunidades locales que han estado practicando la silvicultura, la pesca, la agricultura, la caza-recolección, la cría de animales, la artesanía y otros medios de vida similares, están gobernando o gestionando al menos una quinta parte de la superficie terrestre del mundo. Toda esta vasta área ya está bajo conservación efectiva de la biodiversidad, o podría llegar a estarlo rápidamente, si se reconoce y apoya. A esto hay que añadir la regeneración y conservación de los ecosistemas naturales incluso en contextos más “modernos” -ciudades y zonas industrializadas- por parte de ciudadanos que quieren devolver a algunos elementos de la naturaleza a su entorno.



Reconocimiento como fenómeno global

Aunque este fenómeno tiene, en muchos casos, miles de años de antigüedad, no empezó a ganar adeptos en los círculos internacionales de conservación hasta la década de 1990. Algunas de nosotras, familiarizadas con muchos ejemplos de bosques, humedales, praderas, zonas costeras y marinas protegidas por las comunidades, llevamos el debate sobre ellos a la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Desde hace algunas décadas, la UICN se considera la voz autorizada en la ciencia de la conservación y tiene una influencia considerable en las políticas mundiales y nacionales. Defendimos que el fenómeno de las “áreas conservadas por la comunidad” (CCA), un término originario de la India, debería ser reconocido como equivalente a las áreas protegidas establecidas por el gobierno. Esto tuvo que superar la dura resistencia de muchos conservacionistas convencionales, para quienes era impensable que los habitantes de las aldeas, sin formación en “ciencia de la conservación” o sin formar parte de las burocracias oficiales de medio ambiente, pudieran estar protegiendo la naturaleza, salvo quizás de forma inadvertida en algunos lugares. Pero a medida que íbamos presentando más y más pruebas, y que íbamos acumulando voces y hechos a través de lo que entonces se llamaba el Tema sobre Comunidades Indígenas y Locales, Equidad y Áreas Protegidas (TILCEPA) dentro de la UICN, esta resistencia se fue rompiendo (ayudada en parte por otros en los círculos de la conservación mundial que sí reconocían y respetaban este fenómeno). El propio término evolucionó de CCA a ICCA (ACIC “Áreas Conservadas por Indígenas y Comunidades” y luego iteraciones posteriores para la actual palabreja, territorios y áreas conservadas por pueblos indígenas y comunidades locales), ya que los pueblos indígenas insistieron en que el término “comunidades” no los define adecuadamente, y que gobiernan territorios enteros como entidades políticas, no sólo áreas como espacios físicos.
Las ICCA, que ahora se denominan más sencillamente Territorios de Vida, es un término paraguas que engloba (y no sustituye) una gran diversidad de fenómenos y términos locales. En general, estos territorios y áreas tienen tres características
• existe una conexión estrecha y profunda entre ellos y el pueblo indígena o la comunidad local que los custodia, generalmente arraigada en la historia, la identidad social y cultural, la espiritualidad y/o la dependencia de la gente del territorio para su bienestar material e inmaterial (aunque también hay muchas situaciones de relaciones recientemente establecidas, por ejemplo, en zonas urbanas o para poblaciones migrantes)
• la comunidad de custodia toma y aplica (sola o junto con otros actores) decisiones o normas a través de una institución de gobernanza operativa y autodeterminada, que puede ser reconocida o no por personas ajenas al territorio o por el derecho estatutario del país correspondiente
• esta gobernanza y gestión contribuyen positivamente a la conservación de la naturaleza y a los medios de vida y el bienestar de la comunidad.



Un hito importante en el camino hacia el reconocimiento internacional de las ICCA fue el Congreso Mundial de Parques celebrado en Durban en 2003, en el que TILCEPA permitió a más de 150 representantes de pueblos indígenas y comunidades locales presentar sus propias historias. Esto llevó a la UICN a adoptar algunas políticas y programas pioneros, sobre conservación comunitaria, gestión colaborativa de áreas protegidas y otros que establecieron firmemente el papel crucial de las comunidades, así como el reconocimiento de sus conocimientos y derechos, en las políticas formales de conservación de los gobiernos nacionales. Un año más tarde, en 2004, un Programa de Trabajo sobre Áreas Protegidas (PoWPA) en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la ONU puso un sello oficial a la necesidad de reconocer y apoyar las “áreas conservadas por las comunidades indígenas y locales”. Reuniones mundiales posteriores, como el Congreso Mundial de la Naturaleza y el Congreso Mundial de Parques que la UICN organiza una vez al decenio, y la adopción de varias decisiones en el marco del CDB, continuaron este importante cambio de paradigma en la política de conservación mundial y en la legislación sobre biodiversidad.
Pero mientras la política mundial cambiaba, en casa, donde importa, la conservación de estilo colonial y neocolonial seguía siendo el enfoque predominante en la mayoría de los países. Era necesario un impulso mucho mayor de lo local a lo global para las ICCA. La UICN tenía limitaciones para conseguirlo debido a su condición de organismo que también contaba con la participación formal de los gobiernos nacionales. Por ello, muchos de los que participamos en TILCEPA decidimos en 2008 crear un organismo independiente, elConsorcio ICCA, con una membresía cada vez mayor de organizaciones de pueblos indígenas y comunidades locales, pequeños grupos de la sociedad civil e individuos que trabajan en o sobre las ICCA. A lo largo de la última década, el Consorcio se ha consolidado como una importante fuerza mundial en la interfaz de la conservación, los derechos y los medios de vida. Ha elaborado una serie de informes creíbles, estudios de casos, documentos de orientación y datos sobre la difusión y el valor de las ICCA, ha realizado actividades de promoción a nivel nacional y mundial para su reconocimiento y ha generado alertas y solidaridad a nivel mundial para los pueblos y lugares amenazados por la minería, las presas, las industrias, los complejos turísticos, las designaciones inapropiadas de áreas protegidas y otras amenazas similares. En mayo de 2021, cuenta con 179 miembros organizativos y 415 miembros honorarios individuales de más de 80 países.


Territorios de vida: un informe mundial

En un informe muy bien elaborado, publicado a finales de mayo, el Consorcio ICCA ha proporcionado más pruebas de la importancia mundial de los Territorios de la Vida. Esta publicación, “Territories of Life: 2021 Report“, contiene 17 estudios de casos de territorios específicos, seis análisis a nivel nacional y regional, y un análisis espacial global de la parte de la tierra que probablemente se encuentra bajo dichos territorios.
Los 17 lugares que aparecen en el informe van desde una arboleda sagrada de 50 hectáreas en Rajastán (India occidental) llamada Adawal ki Devbani (uno de los quizás 25.000 orans (arboleda sagrada) de este tipo que hay en el estado), hasta un territorio de 18 millones de hectáreas que los indígenas inuit han propuesto para su protección en Qikiqtaaluk (Isla de Baffin), Canadá. En conjunto, estos 17 lugares abarcan más de 21 millones de hectáreas. Además de estas dos, las ICCAs incluyen:
• Kawawana, en Senegal, donde un ecosistema costero-marino de 9.665 hectáreas con una importante biodiversidad de manglares costeros-marinos ha sido regenerado por la comuna de pescadores de Mangagoulack, y ahora proporciona importantes beneficios para el sustento y la protección contra la erosión del mar.
• Kisimbosa, la “fértil tierra ancestral” de 5572 hectáreas, un territorio de los pueblos indígenas Bambuti-Babuluko de Walikale, en la República Democrática del Congo. Importante para el sustento de la comunidad basado en el bosque, la zona también alberga grupos reintroducidos de chimpancés y otra fauna importante.
• El estanque Yogbouo de Gampa, en la República de Guinea, está protegido como lugar sagrado por el pueblo manons como parte de su patrimonio tradicional que conecta su pasado, su presente y su futuro. Varias especies importantes de plantas y animales encuentran aquí su hogar, incluidos los hipopótamos y los chimpancés.
• El pueblo manobo de las aldeas de Sote y Baguis, en la isla de Mindanao (Filipinas), conservan un territorio de 6996 hectáreas llamado Pangasanan. Además de alimentos silvestres, los bosques les proporcionan diversas plantas para curar enfermedades del cuerpo, la mente y el espíritu, y las vías para conectar con los antepasados y el mundo espiritual.
• El valle de Tsum, en el Himalaya nepalí, con una extensión de 54.417 hectáreas, alberga ciervos almizcleros, cabra salvaje del Himalaya (Tahr) y leopardo de las nieves, y unas 2.000 especies de plantas. Los pueblos indígenas de Tsumba han gobernado las zonas como Shyagya, una zona no violenta basada en los principios budistas.
• Komon Juyub, el bosque comunal de los 48 cantones de Totonicapán, en Guatemala, está gobernado por el pueblo maya k’iché con su cosmovisión de 5 siglos de equidad, inclusión y principios de sostenibilidad. Contiene más de 1.500 fuentes de agua que abastecen a las comunidades.
• El Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampis se ha propuesto proteger un territorio ancestral de más de 1,3 millones de hectáreas en el norte de la Amazonia peruana, según sus propias prioridades de desarrollo.
•El pueblo de Homoródkarácsonyfalva, en los Cárpatos de Rumanía, tras recuperar los derechos comunales sobre los pastos y los bosques que antes estaban en manos del Estado, ha gestionado una superficie de 1.098 hectáreas para la conservación de la naturaleza (incluida la amenazada cigüeña negra, el oso pardo y el lobo gris) y los medios de vida sostenibles.



El informe también contiene varias evaluaciones a nivel nacional. Algunas de las cifras que aparecen son asombrosas. Por ejemplo:
• en Irán, los territorios de los pueblos nómadas indígenas cubren casi el 60% de la tierra del país, incluyendo 34 millones de hectáreas de pastizales o praderas;
• en Filipinas, se estima que el 75% de los bosques restantes se solapan con los territorios de los pueblos indígenas y el 29% de las áreas clave para la biodiversidad se encuentran dentro de los territorios legalmente reconocidos de los pueblos indígenas
• en Indonesia, se estima que los pueblos indígenas y las comunidades locales conservan más de 3 millones de hectáreas de diversos ecosistemas
• en Ecuador, cinco territorios indígenas inscritos en el Registro mundial de ICCA (albergado por el PNUMA-WCMC) cubren más de 1,79 millones de hectáreas de selva tropical, bosque seco y vegetación arbustiva; y un total de más de 104 millones de hectáreas (el 73% de las cuales son bosques amazónicos) son territorio indígena o de comunidades locales
• en Madagascar, una red nacional de casi 600 comunidades (TAFO MIHAAVO) apoya la gobernanza consuetudinaria de unos 3 millones de hectáreas de bosques. Además, más de 200 áreas marinas gestionadas localmente cubren aproximadamente el 17% (1,75 millones de hectáreas) de las zonas costeras y marinas del país.
En general, el informe afirma (con datos considerables que lo respaldan) que “los pueblos indígenas y las comunidades locales están conservando activamente al menos el 21% de las tierras del mundo (aproximadamente el tamaño de África). Esto supera la extensión de las áreas terrestres protegidas gobernadas por los Estados”. Se trata de la primera evaluación exhaustiva de la cobertura espacial mundial estimada de las ICCA; una estimación anterior en la que participé sólo abarcaba un puñado de países, aunque incluso utilizando eso ya afirmábamos que estos territorios cubren una parte mayor de la tierra que las áreas protegidas oficiales.
Este informe y otros anteriores han establecido que los pueblos indígenas y las comunidades locales son actores cruciales en la conservación de una enorme parte de la biodiversidad mundial. Su papel va mucho más allá de sus propios territorios, ya que prestan a toda la humanidad un servicio incalculable en cuanto a la estabilidad del clima, los ciclos hidrológicos, los alimentos, el agua dulce y muchas otras cosas. También son el corazón de la diversidad cultural, alimentaria, de conocimientos y lingüística del planeta.


La necesidad de un mayor reconocimiento

Sin embargo, por desgracia, los Territorios de Vida siguen sin ser reconocidos o lo son de forma inadecuada en las leyes y políticas de la mayoría de las naciones y, por consiguiente, también están amenazados por todo tipo de actividades. Entre ellas se encuentran los usos destructivos de la tierra y el agua, como la minería, las megapresas, los complejos comerciales, las industrias y otras actividades similares. También incluyen la imposición de políticas de conservación neocoloniales y verticalistas que desplazan o despojan a las comunidades correspondientes. De hecho, como muestran este informe y un informe político anterior del Consorcio ICCA, muchas áreas protegidas oficiales se han establecido sobre los territorios de los pueblos indígenas y las comunidades locales, la mayoría de las veces a la fuerza, y les han quitado el papel de gobernanza o custodia que estaban desempeñando.
En todo el mundo, los custodios de los Territorios de la Vida están oponiendo una valiente resistencia a las amenazas mencionadas; en este sentido, están en primera línea para frenar la apisonadora del “desarrollo” que ha provocado múltiples crisis ecológicas, incluida la climática. Sin embargo, a las fuerzas capitalistas o estatistas que están detrás de estos proyectos de “desarrollo” y “conservación” les resulta difícil tolerar esta resistencia y contraatacan. Según Global Witness, en 2019, 212 defensores del medio ambiente fueron asesinados por tomar partido. Otros miles habrían sido golpeados, acosados, encarcelados, etiquetados como “antinacionales” y “terroristas”, y castigados de otras maneras.


Llamar la atención mundial sobre los Territorios de Vida y las amenazas a las que se enfrentan ellos y sus custodios tiene una enorme importancia en la coyuntura actual. Podrían ocupar un lugar destacado en las estrategias relacionadas con la mitigación y la adaptación al clima, y su reconocimiento podría (o debería) ser un componente importante de los debates y las decisiones de la próxima COP21 sobre el clima. En segundo lugar, deberían ser un componente central del Marco Mundial de la Biodiversidad para después de 2020, que se está negociando actualmente bajo los auspicios del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas. En segundo lugar, deberían ser un componente central del Marco Mundial de la Biodiversidad para después de 2020, que se está negociando actualmente bajo los auspicios del Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU. En el contexto de este marco existe un fuerte impulso para declarar el 30% de la tierra protegida y conservada para 2030, y también se aboga por lo que se denomina “soluciones basadas en la naturaleza”. Los pueblos indígenas y las comunidades locales, así como docenas de organizaciones de la sociedad civil, han afirmado que estas propuestas pueden continuar con un enfoque convencional y antidemocrático de las áreas protegidas. En su lugar, el Marco debería poner en práctica enfoques democráticos, dirigidos por la comunidad y basados en los derechos, incluyendo el autogobierno y la autodeterminación, y la custodia colectiva de la naturaleza. En tercer lugar, los Territorios de la Vida también pueden desempeñar un papel importante no sólo en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible cruciales sobre la conservación, los medios de vida y la equidad, sino en ir más allá de ellos para convertirse en cunas de la transformación radical: enfoques de bienestar que son alternativas a las estructuras de opresión e insostenibilidad, incluyendo el capitalismo, la dominación estatal, el patriarcado, el racismo, el castismo y el antropocentrismo.
Como dice el “Informe Territorios de Vida: 2021”: “En cuarto lugar, muchos de ellos han demostrado una notable capacidad de resistencia en el periodo COVID, salvaguardando su salud, su alimentación y sus medios de vida con una mezcla de enfoques tradicionales y nuevos. Incluso frente a inmensas amenazas, los pueblos indígenas y las comunidades locales tienen una extraordinaria capacidad de recuperación y determinación para mantener su dignidad y la integridad de sus territorios y zonas. Se están adaptando a contextos que cambian rápidamente y utilizan diversas estrategias para asegurar sus derechos y sus tierras y territorios de vida colectivos. Aunque no sin contratiempos, han logrado avances clave y siguen persistiendo en la búsqueda de la autodeterminación, el autogobierno, la paz y la sostenibilidad.”




Ashish Kothari
Miembro fundador de Kalpavriksh; miembro de numerosos movimientos populares. Ha impartido clases en el Instituto Indio de Administración Pública; ha coordinado la Estrategia Nacional de Biodiversidad y el Plan de Acción de la India; ha formado parte de los consejos de administración de Greenpeace Internacional e India y del Consorcio ICCA. Ayuda a coordinar Vikalp Sangam, Global Tapestry of Alternatives y Radical Ecological Democracy.
Coautor/coeditor de Churning the Earth, Alternative Futures y Pluriverse: A Post-Development Dictionary
Fuentes: https://aplaneta.org/2021/06/30/territorios-de-la-vida-pasado-presente-y-futuro-de-la-conservacion-en-la-tierra/
(originalmente publicado en Economy & Politics) (Traducción: A Planeta)

Blog del Proyecto Lemu / 1 de Julio de 2021