Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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jueves, 11 de noviembre de 2021

El Arte Sonoro Mbya



El rico acervo musical del pueblo Mbya, habitante originario de la Selva Paranaense, es un tesoro cultural que viene atravesando los siglos, transmitiéndose de generación en generación con una eficacia infalible. En el contexto de esta cosmovisión indígena, los sonidos constituyen una fundamental herramienta tanto para la comunicación intracomunitaria como para la transmisión o ejercicio de su cosmovisión respecto del sentido de la vida y su trascendencia. La original y propia organización de las texturas rítmicas y sonoras de su musicalidad responden, principalmente, al peculiar desarrollo de la perspicacia auditiva de este pueblo y a la estrecha vinculación que sostiene con la naturaleza.

Las canciones tradicionales son de autor anónimo y provienen, según testimonian, de la espiritualidad de sus hombres y mujeres más inspirados quienes, en trances de ensoñación, reciben de parte de sus deidades las palabras y los cantos sagrados.

Contexto

En la actualidad, la preexistente Nación Mbya está distribuida en territorios pertenecientes a los países de Paraguay, Brasil, Bolivia, Uruguay y Argentina; aquí, en la provincia de Misiones, convivimos con aproximadamente diez mil personas identificadas con este pueblo, distribuidas en unas cien aldeas o comunidades que se asientan en zonas rurales o en asentamientos próximos a las ciudades en las que las actividades propias del turismo receptivo son significativas.

La interculturalidad, ese espacio de convivencia en el que es posible la integración sin renunciar a la identidad cultural propia, es un proceso que en Misiones se vive intensamente, con atención de sectores gubernamentales, educativos, sanitarios, científicos, religiosos y culturales. Al Pueblo Mbya se le reconoció por ley de la H.C.R. como Nación Pre-existente y su religión fue admitida e inscripta oficialmente en el Registro Provincial de Cultos. Asimismo, muchas comunidades ya cuentan con servicio educativo bilingüe (en lengua Mbya y española, niveles primario y secundario), con la inclusión de contenidos propios de su cultura en los programas educativos. Por otra parte, a través de los municipios (muchos de los cuales nombraron funcionarios que representan a las comunidades), se atiende diversos aspectos de la salud pública, la agricultura familiar, la comunicación social y la titularidad comunitaria de las tierras, entre otros.

El Arte Sonoro, apertura y proyección

En la dinámica de este intenso y creciente contexto intercultural, el arte musical viene jugando un rol fundamental, generando intercambios, provocando fusiones, despertando conciencias a través del conocimiento emocional y estético, conjugándose en producciones artísticas urbanas contemporáneas, con las originarias.

Aunque este arte sonoro ancestral es el más antiguo entre los que se cultivan en nuestro territorio, recién a finales del S. XX comenzamos a conocerlo en tu totalidad y el proceso de incorporación de sus melodías, armonías, ritmos, instrumentos y poesía, a la denominada “Polirrimia Nativista Misionera” comenzó recién a fines de la primera década del S. XXI.

La carencia de información en esta materia, más que a la impericia de los investigadores (téngase en cuenta que ni entre los archivos musicales de los Jesuitas se encuentra registrada esta música), se debe a que los Mbya la preservaron en el ámbito de sus rituales religiosos, de exclusiva participación de integrantes de esa comunidad.

Esta estratégica conducta de supervivencia religiosa posibilitó que estos cantos sagrados conservaran hasta la actualidad su formato propio, más allá de que, desde hace unos 400 años vienen utilizando en la ejecución de sus canciones algunos instrumentos musicales de cuerdas (adaptados) obtenidos en intercambios con conquistadores y Jesuitas. Distintos investigadores coinciden en señalar las dificultades encontradas al momento de recoger información relacionada con los Mbya “...el celo y el hermetismo con que cuidan sus costumbres, las que perviven en los ritos, los cantos, las plegarias, hacen que el acceso a sus producciones sea limitado...”(Raquel Alarcón, Enciclopedia de Misones, 1999); “...solo a un Mbya abrirle las puertas del Santuario, a los otros nunca, y menos a un “Jurua”: cara peluda...”(Elena Maidana, Claroscuros de un Devenir, Enciclopedia de Misiones, 1999)

La apertura de este atesorado acervo secreto comenzó, para toda la “Nación Guaraní”, después de la primera semana de noviembre de 1998, cuando se realizó en la aldea Yriapu de Puerto Iguazú una reunión en la que participaron unos 20 líderes religiosos y caciques de los pueblos Mbya que habitan la zona de la Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay). En ella concluyeron “ya era el tiempo de mostrar nuestra cultura”. “...luego de mucho tiempo de ocultar a los blancos sus ritos, los Guaraníes comenzaron a permitir el ingreso de los no-Mbya a sus ceremonias...-Queremos mostrar que no perdimos nuestra cultura...” (La nota que registró con fotos y entrevistas este encuentro fue publicada a cuatro páginas por el diario “El Territorio”, en fecha 08-11-98, como parte del suplemento “El Domingo”, firmada por Jorge Villalba).

Por nuestra parte, como proyecto cultural nativista, recién a comienzos del año 2000 comenzamos nuestra experiencia intercultural, indagando, reinterpretando estas canciones en conciertos, organizando debates, conferencias y cursos de capacitación. En 2003 Publicamos el libro digital “El Arte Sonoro Mbya, Esa Música Soñada”; en 2005 publicamos “Rituales Paganos”, un CD inspirado en los ritmos nativistas misioneros que incluyó tres canciones en el formato originario, es decir con sus texturas rítmmicas, sus instrumentos, su lengua, sus melodías y armonías. En 2007, 2012 y 2013, en sendos Cds., continuamos proponiendo contenidos sonoros a partir de este concepto, y en 2014 publicamos el primer registro originario grabado in situ, frente a un opy o casa de oración, de 12 canciones interpretadas totalmente por un conjunto y coro Mbya. Desde entonces y hasta el presente, la interculturalidad en el arte sigue creciendo a paso firme, a partir del respeto y la admiración de quienes participamos de estas experiencias, con el acompañamiento de una gran parte de la sociedad misionera que trabaja día a día consolidando su identidad cultural.

Por Karoso Zuetta, especial para Misiones Tiene Historia - Noviembre de 2021

sábado, 16 de octubre de 2021

La Polirritmia nativista misionera



Los nativismos se nutren de una tradición propia, de una historia que los sostiene y de una estrategia en desarrollo que los proyectan en el tiempo y hacia otras latitudes. Pero todos los nativismos, aun los más ancestrales,  fueron jóvenes en sus tiempos fundacionales. En el caso de Misiones, la estrategia que nos representa culturalmente comenzó a gestarse hace muy poco tiempo, a partir del reconocimiento del entonces Territorio Nacional como Provincia argentina, hecho ocurrido en 1953.

Entonces, y ante la necesidad de insertar a la nueva provincia en el contexto folclórico nacional, con “voz propia y distintiva”, una amplia movida cultural, liderada, entre otros, por Aníbal Cambas, investigador, músico y escritor, Lucas Braulio Areco, compositor multinstrumentista, artista plástico e investigador, con el acompañamiento de una comprometida colectividad de personalidades, entre quienes podemos mencionar a Hermelinda “Chiquita” de Odonetto (danza), Salvador Lentini Fraga, Manuel Antonio Ramírez, Juan Enrique Acuña (literatura y periodismo) y Ricardo Ojeda (música), con un visionario e inclusivo criterio de selección,  después de una ardua tarea de investigación y un amplio relevamiento territorial, eligieron un conjunto de ritmos musicales representativos para representar a nuestro nativismo. Fue así como, anteponiendo la innegable diversidad cultural presente en nuestras jóvenes comunidades, decidieron impulsar, en una inédita propuesta, varias especies rítmicas. Del Género Polkísitico, (surgido del encuentro de los nativos guaraníes con los españoles a partir del S. XV, traídos a nuestro Alto Paraná por los “mensúes” que trabajaban en la extracción de los yerbales silvestres y la madera nativa en el S. XIX) incorporaron la Galopa y la Canción Misionera y del género inmigrante (llegados desde Europa a finales del S. XIX),  incorporaron El Chotis y la Polkita rural.

Entre los años ´70 y ´80, con adherentes de una nueva generación de productores culturales (muchos de los cuales, como Vicente Cidade y Fermín Fierro, desarrollaban sus actividades en la Ciudad de Buenos Aires, epicentro de la difusión nacional de la “música de la provincianía”), La Polirritmia Nativista Misionera sumó un nuevo ritmo musical impulsado por Ramón Ayala, considerado de proyección folclórica, denominado El Gualambao.   

Finalmente, y hacia fines del siglo pasado propusimos la incorporación del ancestral Arte Sonoro Originario (sus canciones, armonías, melodías, letras e instrumentos), el más antiguo aunque todavía vigente; y actualmente observamos, con gran beneplácito, la enriquecedora incorporación de algunos recursos musicales e instrumentales rescatados del Barroco Americano que se cultivaron en las reducciones jesuíticas durante el S. XVII

“Polirritmia…

Si bien este término, desde el lenguaje musical técnico, es aplicable a las obras que presentan diferentes variaciones en sus bases rítmicas, en Misiones fue utilizado para destacar el carácter múltiple de nuestras representaciones, independientes una de otra, aunque también pueden interactuar entre sí, generando fusiones polirrítmicas.

…Nativista…

El lenguaje musical constituye un idioma artístico universal, pero cuando en su práctica cotidiana intervienen factores temporales, geográficos, demográficos lingüísticos e históricos se destacan los matices característicos de la diversidad humana de las distintas regiones del mundo, nos encontramos ante la presencia de lo que denominamos “música folclórica”. Este término, considerado desde el significado de su acepción, nos refiere al acontecimiento cultural realizado por la gente de manera natural y espontánea, en su lugar; mientras que el término “nativismo” expresa la recreación, la resignificación o la reinterpretación de estos elementos folclóricos en la producción artística

 …Misionera”

En la vida moderna las energías propias del sector cultural son consideradas parte inseparable del sistema productivo de una comunidad. La producción y difusión contemporánea del arte sostiene una estrecha vinculación con el sector educativo formal, con el turismo, la gastronomía, los medios de comunicación  y las redes sociales, cumpliendo así, de manera permanente, una irremplazable tarea relacionada con la transmisión de la identidad cultural.

Si a esta realidad le sumamos que en la competitividad de los productos del sector juegan un rol fundamental los procesos de formación y capacitación,  como así también el fomento y la difusión de los contenidos culturales, nos encontramos ante la realidad de un complejo proceso socio-cultural que depende tanto de las políticas públicas como de las normas laborales y contractuales, como también de las leyes vigentes aplicadas desde la organización territorial de los estados municipales, provinciales y  nacionales. Suena romántico decir que el arte “no tiene fronteras”, pero cuando nos involucramos profesionalmente en este campo, resulta ineludible la consideración territorial de su dinámica productiva.

Oralidad

Como experiencia personal, por militancia y por compromiso de autoformación, fui adentrándome al mundo de la Polirritmia Nativista Misionera a partir de presenciar innumerables simposios y de compartir charlas personales con sus pioneros y  varios de sus referentes; como así también a través en conferencias y debates enfocados en esta temática. Sin embargo, recién a finales de los años ’90, acercándome a los 30 años de edad, logré comprender la esencia de este legado imprescindible y fundamental, cuyos contenidos, aún en la actualidad, se transmiten, mayoritariamente a través de la tradición oral.

Así, quienes heredamos este legado, lo encarnamos y lo incluimos como sostén de nuestras obras; pues, nos ofrece las peculiaridades culturales que nos permiten expresarnos desde en un lenguaje artístico propio y distinto,  ejerciendo el derecho soberano de fortalecer nuestro modo de sentir, de ser y de vislumbrar el futuro desde una estética arraigada.

Por Karoso Zuetta, especial para MTH (Misiones Tiene Historia) 

 

domingo, 6 de septiembre de 2020

Matias Abucú, el granadero artiguista



La reconstrucción del proceso revolucionario y emancipador en Misiones se ha centrado, en los últimos años, en la figura de Andrés Guacurarí, indiscutido líder del pueblo guaraní en armas. Si bien esta preponderancia por el estudio, la difusión y el reconocimiento hacia Andresito se justifican por el estado embrionario en que se encuentra el rescate de aquel pasado, también resulta oportuno avanzar sobre otros personajes de la gesta libertaria. Esto, por un doble motivo. Primero, por una cuestión metodológica básica, la historia es obra de los hombres (y mujeres, obvio) y no de un hombre en solitario, por más trascendente que sea su obra. Segundo, porque el rescate de las trayectorias de vida de quienes acompañaron a Andresito sirven para contextualizar el proceso en estudio y, en última instancia, aportar nuevos elementos para la propia vida de nuestro máximo prócer provincial.

Es en este marco que pretendemos reseñar la vida de un personaje de gran importancia para la Misiones revolucionaria del siglo XIX, la del comandante Matías Abucú. Tan trascendente como desconocido, Abucú fue protagonista de toda la década de 1810, durante la cual desempeñó diversas tareas como jefe de las milicias misioneras.

Del origen a San Martín

Nacido en el pueblo de Apóstoles, Abucú se transformó en una personalidad importante desde antes del estallido revolucionario, ya que integró el Cabildo de 1804 como Regidor Primero, lo que demuestra su ascendiente en la zona. Al producirse las novedades de la destitución del virrey Cisneros y de la conformación de la Junta, Misiones se constituyó en la primera provincia del Río de la Plata en reconocer al nuevo gobierno y en plegarse al movimiento. Esto colocó al territorio provincial en una situación de inestabilidad política y agitación social.

Una de las primeras medidas en el ámbito local fue la conformación y organización de las milicias locales, las mismas que habían sido menospreciadas por Manuel Belgrano y que, en breve, demostrarían toda su valía en lucha contra los paraguayos, los lusobrasileños y los directoriales. En los departamentos que aún permanecían en manos misioneras (Concepción y Yapeyú), se pusieron en marcha la movilización de los nativos para la defensa de la revolución.

En el primero de estos departamentos, se aglutinaron unos 300 “naturales que solos y a su propio costo desean acreditar su patriotismo”, tal la información del subdelegado Celedonio del Castillo. Este contingente, integrado por Abucú y por el corregidor de Concepción, Ignacio Mbaibé, entre otros, tenía una absoluta carencia de armas y recursos, por lo que del Castillo se vio obligado a mantenerlo con un número reducido de miembros, pese al fervor con que los guaraníes pretendían sostener la lucha.

En 1812 la llegada de un grupo de oficiales desde Europa, favoreció la reanudación de las actividades bélicas, luego del retroceso y la serie de acuerdos asignados por el Primer Triunvirato. Uno de estos oficiales era el misionero José de San Martín, a quien se le encomendó la conformación de un regimiento de caballería. El flamante cuerpo sería integrado por los hijos del país, para lo cual se convocó a las provincias a aportar hombres. En el caso de Misiones, San Martín solicitó 300 “de sus connaturales” para ser incorporados al regimiento.

El 30 de enero de 1813 el contingente, finalmente integrado por 283 nativos, partió desde San José rumbo a Buenos Aires. Era conducido por el capitán Antonio Morales, por el teniente Abucú y los alféreces Miguel Aybí, Andrés Guayaré y Juan de Dios Abayá. En el mes de mayo arribaron a la capital, en donde tuvieron “…el honor de conocer a Vuestra Señoría (por San Martín) y saber que es nuestro paisano”. Los cinco conductores permanecieron hasta noviembre en Buenos Aires, para regresar a la provincia luego de haber recibido, como recompensa por su misión, el uniforme de Granadero.

En la lucha revolucionaria

Cuando en 1815 Andrés Guacurarí y Artigas es designado Comandante General de las Misiones, el pueblo guaraní se movilizó en masa para ponerse al servicio del jefe que los llevaría a escribir una de las páginas más fantásticas de nuestra historia. Entre ellos, obviamente, se encontraba Abucú, que tendrá destacada actuación en el principal hecho de armas de la época: la batalla de Apóstoles del 2 de julio de 1817.

En aquella victoria misionera frente a los invasores portugueses, el capitán Abucú, en defensa de su terruño natal, habría vestido el uniforme de Granadero a Caballo que le regalara San Martín años antes.

Luego de esta acción, Abucú continuará al servicio de Andresito y, con posterioridad a su caída, lo hará a las órdenes de José Artigas. De hecho, Abucú conducirá un cuerpo de dragones en el período de disputa entre Artigas y Francisco Ramírez, en donde los misioneros se dividirán entre los que se mantengan fieles al Protector de los Pueblos Libres y aquellos que se sumen al Supremo Entrerriano. Abucú, junto a sus dragones, permanecerán junto a Artigas hasta la derrota de éste en la batalla de Asunción del Cambay (15 de agosto de 1820) y su posterior exilio al Paraguay.

Fuentes:

Camogli, Pablo, Andresito. Historia de un pueblo en armas, Aguilar, Buenos Aires, 2006.

Machón, Jorge, “Un oficial misionero guaraní: Matías Abucú”, en 20° Encuentro de Geohistoria Regional, Resistencia, 2000.

Machón, Jorge y Cantero, Daniel, Andrés Guacurarí y Artigas, Misiones, edición de los autores, 2006.

Imágen: Escultura de Enrique "Kike" Yorg

Publicado en: Misiones Tiene Historia.

Video: Misiones Tiene Historia

http://www.misionestienehistoria.com.ar/matías-abucú-el-granadero-de-andresito

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jueves, 3 de septiembre de 2020

La población misionera tras la expulsión de los jesuitas


Las identidades de los pueblos abundan en mitos en torno a un pasado más o menos remoto que, al no poder ser plenamente explicado, es cargado con fantasías. Estas a veces se sustentan en hechos reales, pero en ocasiones son meras fabulaciones. Un claro ejemplo de ello es la idea de que, tras la expulsión de los jesuitas, los guaraníes que vivían en las reducciones retornaron a la selva. Concatenado con ésta se encuentra otro mito: el del espacio vacío, configurando así una auténtica matriz explicativa según la cual en el siglo XIX los indígenas habrían retornado al “salvajismo” y, por ello, el aluvión migratorio de fines del siglo XIX se habría encontrado con una selva despoblada, generando una identidad nueva centrada en la figura del pionero como “agente civilizador”. A lo largo del siglo XX, a medida que se fue avanzando en el conocimiento del pasado misionero, esas suposiciones fueron gradualmente refutadas aunque siguen operando en el imaginario colectivo.

Hoy sabemos que los Mbya que hoy habitan Misiones no son descendientes de los antiguos guaraníes misioneros, sino de los denominados Cainguá o Monteses. Es decir, pueblos que habían evitado cualquier contacto con las sociedades coloniales y nacionales mientras eso fue posible. ¿Qué pasó entonces con los antiguos pobladores de las Misiones?

En primero lugar, se produjo un brusco descenso demográfico en el medio siglo que siguió a la expulsión de la Compañía de Jesús: de los 106.554 habitantes que tenía Misiones en 1768 quedaban tan solo 38.430 al momento de estallar la revolución en 1810. Las causas de este fenómeno son múltiples. En principio, las tasas de mortalidad se volvieron más altas debido a que las condiciones de salubridad se tornaron más precarias, al tiempo que la alimentación se redujo. Es que la nueva administración utilizó extensivamente la mano de obra en la explotación de productos comercializables, sobre todo la yerba mate, desatendiendo los cultivos que sustentaban a las comunidades. Al hambre se le sumaron las frecuentes epidemias, que ya en tiempos de los jesuitas hacían que la población tuviera fluctuaciones importantes.

Sin embargo, la principal causa de la disminución de la población no era el incremento de la tasa de mortalidad sino un saldo migratorio fuertemente negativo. Muchos guaraníes simplemente abandonaban los pueblos pero no para encaminarse hacia la selva, sino para dirigirse a las jurisdicciones circunvecinas: Paraguay, Corrientes, Rio Grande do Sul, la Banda Oriental, incluso Buenos Aires y Santa Fe tuvieron una creciente presencia de migrantes misioneros. Pocas imágenes reflejan esta situación de manera tan clara como los dos mapas que ilustran el presente artículo, tomados del Atlas Histórico del Nordeste confeccionado por Ernesto Maeder y Ramón Gutiérrez. En ellos, cada punto representa un número de doscientos habitantes. Muchos de los puntos ausentes en Misiones en 1810 son precisamente los que aparecen en los distritos aledaños casi despoblados en años anteriores. Es que la decadencia misionera y el crecimiento del Litoral rioplatense son dos caras del mismo proceso histórico que signó el momento tardocolonial.

Los guaraníes que eran diestros en algún oficio artesanal tenían fácil inserción laboral en las ciudades, y alcanzaban condiciones de vida mucho más holgadas que las que podían tener en sus pueblos de origen. Los músicos misioneros, por ejemplo, tenían una alta consideración. Tan importante era su aporte que en ocasiones los mismos Cabildos de las ciudades intercedían para que no se los enviara de vuelta a sus pueblos cuando las autoridades de Misiones lo requerían. En 1802 el propio fiscal Villota intercedió en Buenos Aires para que se les permitiera a los guaraníes permanecer en la ciudad. Quienes no tuvieran formación específica en ningún oficio igualmente tenían a su disposición una oferta laboral amplia en las estancias aledañas. El peón guaraní era tan valorado que, muchas veces, su presencia era ocultada por los patrones para no tener que devolverlos a Misiones.

En la Memoria Histórica que escribió en 1785, Gonzalo Doblas nos dejó una interesante información: “Muchos de los prófugos de los pueblos permanecen en esta provincia de Misiones, pasando de unos pueblos a otros, ocultos en las chácaras de los mismos indios”. Es decir que muchos guaraníes, solos o con sus familias, no eran contabilizados en los registros oficiales por el sencillo hecho de que no vivían en los pueblos, sino en las zonas rurales. Muchos se concentraron en los extensos campos orientales, entre Río Grande y Montevideo, sin salir de hecho de Misiones ya que toda esa zona pertenecía a las estancias de los pueblos, sobre todo a la de Yapeyú. Numerosas familias llevaron adelante una economía campesina, al tiempo que muchos hombres formaban parte de las partidas de contrabandistas de ganado y cuatreros que se movían libremente en la frontera. Entre estos se encontraba incluso el propio Andrés Guacurarí, quien siendo adolescente se integró al entorno de José Artigas.

El descenso demográfico, a primera vista catastrófico, tal vez no lo fue tanto. No significó necesariamente la desaparición del guaraní misionero sino más bien su transformación. Mestizaje mediante, se dio un complejo proceso de construcción de nuevas identidades en toda la región, en el que el aporte indígena fue fundamental, mezclándose e interactuando con sectores europeos y africanos. Como bien lo expresara Lucía Gálvez, “no tenemos más que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de que muchos hemos heredado el color moreno o lo ojos almendrados de nuestros lejanos abuelos indígenas, a quienes tantas veces ignoramos”.

Por Mgtr. Oscar Daniel Cantero, especial para Misiones Tiene Historia.

viernes, 22 de mayo de 2020

El Belgrano ambientalista que surgió de su paso por Misiones



En la raíz de todos los conflictos ambientales se encuentra un problema de falta de educación en valores relativos a la solidaridad, a pensar en el otro, en la empatía y el respeto por la vida.
Debe ser por ello que hace más de 200 años un enorme patriota argentino, repleto de valores y virtudes, se haya convertido en el primer político, abogado y líder ambiental. Son hechos, no opiniones.
Hacemos referencia al notable Manuel Belgrano, tal vez uno de los hombres más importantes de la historia argentina y regional. Un hombre que pensaba en el bienestar general por encima del propio, que entendió a la educación como pilar del desarrollo y que anhelaba la libertad de los Pueblos como expresión máxima de las libertades individuales.
Sin dudas es el ejemplo más noble de ética política y compromiso con una identidad nacional. Ejerció activamente la humildad de los grandes y tuvo una prolífica actividad pública destinada a mejorar a los demás y a su entorno. Además poseía una visión de futuro tan brillante que seguro tenía incorporado lo que hoy llamamos “generaciones futuras” como sujeto de derechos.
En esa conducta y esos objetivos de bien común Belgrano había tomado conciencia plena del valor del ambiente y así lo expresó en el periódico que dirigió entre 1810 y 1811 el “Correo de Comercio” el sábado 28 de abril de 18101 del cual destacamos algunos párrafos colosales:  
“Íntimamente persuadidos de que los plantíos son acaso un objeto el más principal, y de la atención más útil al público, nos atrevemos a ponerlos en el rango de las virtudes...”
Sobre las bondades de plantar árboles el gran patriota escribió: “… si pudiéramos imprimir bien este consejo en nuestros convecinos… Seres que se visten y desnudan para utilidad del hombre, y cuyas respiraciones esparcen la salud por todo el universo, prestándose al mismo tiempo para ser vehículos de los aires corrompidos, organizarlos, y capaces de para nuestra vida”.
Y cerraba con una visión integral“… nuestro suelo, nuestro clima nos está convidando para aumentar el número de seres vegetales… y así repondríamos… lo que nosotros arruinamos sin consideración alguna a la posteridad…
La naturaleza convida, el interés provoca, … sigamos el impulso de esos movimientos poderosos, desempeñando una obligación de la naturaleza, que es tan fácil de cumplir, y en cuyo desempeño hallaremos una remuneración crecida que ha de exceder a nuestros cuidados y esperanzas”
Era evidente que Belgrano entendía como nadie el concepto de lo que hoy llamamos “sustentabilidad” pues era recurrente en la búsqueda de aprovechamiento razonable del recurso para nosotros y nuestra posteridad.
Era además un hombre de pensamiento sistémico, pues mientras proclamaba la necesidad de preservar la naturaleza y no descuidar su utilización como recurso la valoraba por lo que hoy conocemos como “servicios ambientales” pues refiere al aporte que hace a la vida, la salud, el paisaje y la producción. Sin dudas un adelantado a su tiempo.2
La muestra más evidente de que estos conceptos no eran solo parte de una prédica romántica o quijotesca del prócer es la traducción en normas que hace cuando le tocó legislar.
Nos referimos a la regulación del 30 de diciembre de 1810  donde el General Manuel Belgrano  dicta el Reglamento para el Régimen Político y Administrativo de los Pueblos de las Misiones y que se considera una de las bases de la Constitución Nacional y, por nuestra parte, entendemos que se trata de un precedente histórico de la legislación ambiental nacional.
En la regla veintisiete del reglamento  estableció la prohibición de talar el árbol de la yerba mate. Esta norma, desde una perspectiva actual y en contexto con las ideas ya divulgadas por el prócer, constituye una regulación de conservación del recurso natural. Como vimos, Belgrano valoraba en sí mismas las plantaciones por la cantidad de beneficios (productivos y ambientales) que generaban.
Pero la norma mencionada adquiere una relevancia notable y su máximo de consideración ambiental y colectiva cuando se completa la misma con la pena por incumplimiento de diez pesos por cada árbol talado, ordenándose que dicha suma se dividiera en una mitad para el denunciante y   la otra mitad para “el fiado de las escuelas”.
Este destino asignado a las sumas por incumplimiento la entendemos hoy como la creación del Primer Fondo de Compensación, similar o análogo a lo que hoy se prevé en el art. 28 de la Ley General del Ambiente. Esto implica la afectación de las sumas de dinero provenientes de estas “infracciones a la naturaleza” a la concreción de fines colectivos como la educación pública y, en especial, lo que Belgrano denominaba “nuestra posteridad”.
No es difícil hacer una relación y explicación del pensamiento “sistémico” del patriota: la necesidad de proteger las especies arbóreas (plantíos como les decía) provee numerosos beneficios al pueblo, entre ellos ya había destacado la mejora del clima, de los suelos, del paisaje y de la salud de las personas. La afectación de este recurso forestal implicaba además de los perjuicios a los bienes mencionados, una injuria a la posteridad.
Es lógico entender que lo producido por los daños a los plantíos deba ir a proteger a las generaciones del futuro (la posteridad que no excede), que habitualmente habitan las escuelas y deberán ser usados en su educación, que como dijimos al comienzo, está en la base de los problemas.
Por ello es que entendemos esta regla como la más antigua regulando los efectos colectivos de una acción individual y la interpretamos como la norma pionera del derecho ambiental moderno y convierte a Belgrano en el primer abogado ambientalista.3
La visión de futuro que el político, docente, militar, economista, abogado y ambientalista era, sin dudas, sobresaliente a su tiempo y época. Su personalidad, grandeza y decisión hizo que fuera capaz de logros increíbles que aún hoy, a 200 años de su muerte, nos siguen asombrando y admirando.
Escrito por el  Dr. Leonardo Villafañe, Doctor en Derecho (UCSF), Secretario del Consejo de la Magistratura.
1. Extractos sacados de CORREO DE COMERCIO DE BUENOS AYRES. Vol. I del 3 de marzo de 1810 al 25 de agosto de 1810. Reimpresión facsimilar. Editorial Docencia. Buenos Aires. 2003. Pág. 87 http://books.google.com. Se ha hecho una transcripción modificando el uso colonial y ajustándolo al idioma actual.
2.Ver:BALMACEDA, Daniel. “Belgrano. El gran patriota argentino.” 1° edición. Ciudad Autónoma Buenos Aires. Sudamericana. 2019. Págs. 41-44
3.CAMOGLI, Pablo. “Pueblo y Guerra. Historia social de la guerra de la independencia”. 1° ed. Ciudad Aut. Buenos Aires. Planeta. 2017. Págs. 223 - 226
Fuente: Misiones Tiene Historia
http://www.misionestienehistoria.com.ar/el-belgrano-ambientalista-que-surgi%C3%B3-de-su-paso-por-misiones?fbclid=IwAR2W3ox3M1Z06ljNpOc8jiEnG45mkjcBErodpTmLtnuBCbZehVikbv3vmIc