Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

jueves, 20 de noviembre de 2025

20 de Noviembre - Día Internacional del Aire Puro


Respirar aire puro es un derecho esencial. Un aire sano mantiene el equilibrio natural de los gases que hacen posible la vida y nos permite disfrutar de un entorno más seguro y saludable.
La contaminación del aire continúa siendo una de las mayores amenazas para la salud. La exposición diaria a partículas y gases contaminantes afecta directamente nuestras vías respiratorias y puede agravar alergias, asma y otras enfermedades pulmonares. Incluso puede influir en la salud del corazón, ya que las partículas finas llegan al torrente sanguíneo y aumentan el riesgo de problemas cardiovasculares. En los niños, puede afectar el desarrollo de sus pulmones; en adultos mayores, incrementar la probabilidad de complicaciones de salud.
Cuidar el aire es cuidar nuestro futuro. Podemos aportar desde acciones cotidianas: caminar o usar transporte sostenible, reducir el consumo energético en el hogar, reciclar y reutilizar materiales, y evitar quemar desechos que liberan contaminantes. 

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Los Caxcanes: Los Indomables del Cañón y la Montaña


En el corazón del norte mesoamericano, allí donde las sierras se quiebran en barrancas profundas y el sol cae como plomo sobre la piedra caliente, vivieron los Caxcanes: un pueblo que no construyó imperios… pero sí leyendas.
No eran nómadas del desierto ni agricultores del altiplano. Eran algo intermedio: un pueblo de cañones, ríos y laderas, hábiles para sembrar en terrazas difíciles y para pelear en terrenos que parecían diseñados para la resistencia. Su territorio abarcaba partes de lo que hoy es Zacatecas, Jalisco y Aguascalientes, una región donde la tierra se vuelve áspera, quebrada, perfecta para esconderse y perfecta para luchar.
Cuando llegaron los españoles, no se encontraron con un pueblo dócil. Los Caxcanes estaban acostumbrados a defender lo suyo. Tenían líderes carismáticos, como Tenamaxtli y Francisco Tlaxcaltecatl, que encendieron una chispa que pronto se volvió incendio: la Guerra del Mixtón (1540–1542).
Y ese conflicto dejó claro algo que los conquistadores siempre quisieron olvidar:
los Caxcanes no se doblaban.
Pelearon desde las alturas, desde fortalezas naturales que parecían imposibles de tomar. Resistieron semanas sin agua, sin descanso, defendiéndose con lanzas, arcos y piedras arrojadas desde lo alto de los riscos. Cada ataque español terminaba en confusión: el enemigo desaparecía entre el matorral como si la sierra misma los tragara.
Los Caxcanes no ganaron la guerra, pero ganaron algo más profundo: respeto, incluso entre sus enemigos. Tras la derrota, muchos fueron desplazados, dispersados o forzados a reubicarse, pero su espíritu quedó grabado en la tierra. En los apellidos, en los cerros, en los relatos que sobrevivieron como brasas bajo la ceniza.

Fuente:
Apapaches Chihuahua Salvajes

Las dos semillas...



En un mismo terreno, bajo el mismo sol y la misma lluvia, cayeron dos semillas.

La primera se abrió enseguida.
Quería crecer rápido, mostrarse, impresionar.
Salió con fuerza, pero sin raíces.
Y cuando llegó el primer viento fuerte, se la llevó…
No porque fuera débil, sino porque no estaba lista.

La segunda semilla hizo algo distinto.
Se quedó cerrada.
No por miedo, sino por sabiduría.
Mientras afuera no pasaba “nada”, por dentro estaba construyendo algo que nadie veía:
raíces…
fuerza…
estructura.

La primera buscaba resultados.
La segunda, fundamentos.

Con el tiempo, cuando finalmente decidió brotar, ya no había viento que pudiera moverla.
Su crecimiento fue más lento… sí.
Pero también más firme, más seguro y más verdadero.

Y esa es la vida.

A veces vemos a otros avanzar rápido y sentimos presión por abrirnos antes de tiempo.
Pero cada persona tiene su ritmo.
Lo que tarda en crecer… suele ser lo que más profundo e inquebrantable se vuelve.

No te apures.
No te compares.
No te desesperes.
Tu proceso también está trabajando, aunque no se vea.
Recordá: no todo lo que tarda fracasa.
A veces, lo que tarda… es lo que más fuerte llega. 


20 de Noviembre de 1845 - Combate de Vuelta de Obligado


Secuencian por primera vez ARN de un mamut de 40.000 años. Un hito histórico de la genética.


Un equipo de investigadores de la Universidad de Estocolmo ha logrado lo que parecía imposible: aislar y secuenciar moléculas de ARN de un mamut lanudo de la Edad de Hielo. Este avance, publicado en la revista Cell, rompe con la creencia de que el ARN es demasiado frágil para sobrevivir el paso del tiempo y abre una nueva ventana para entender la vida prehistórica.

El estudio se centró en los restos de Yuka, un mamut juvenil que murió hace casi 40.000 años en lo que hoy es el permafrost siberiano. A diferencia del ADN, que proporciona información estática sobre la herencia genética, el ARN ofrece una visión dinámica de la biología del animal. «Con el ARN, podemos obtener evidencia directa de qué genes estaban “encendidos”, ofreciendo un vistazo a los momentos finales de la vida de un mamut que caminó por la Tierra durante la última Edad de Hielo. Esta es información que no se puede obtener solo con el ADN», explica Emilio Mármol, autor principal del estudio e investigador del Instituto Globe en Copenhague.

El análisis de las muestras de tejido muscular de Yuka reveló patrones específicos de expresión genética. De los más de 20.000 genes en el genoma del mamut, los investigadores pudieron ver cuáles estaban trabajando activamente en la regulación metabólica y la contracción muscular. Estrés, leones cavernarios y microARN Uno de los hallazgos más fascinantes fue la detección de signos de estrés celular en los tejidos de Yuka. Esto corrobora investigaciones previas que sugerían que el joven mamut fue atacado por leones cavernarios poco antes de morir. Además de los genes que codifican proteínas, el equipo descubrió una miríada de moléculas reguladoras, conocidas como microARN.

«Los microARN específicos del músculo que encontramos son evidencia directa de la regulación genética ocurriendo en tiempo real en la antigüedad. Es la primera vez que se logra algo así», señala Marc Friedländer, profesor asociado en la Universidad de Estocolmo y SciLifeLab. Estos microARN sirvieron también como una «prueba irrefutable» de autenticidad. Bastian Fromm, de la Universidad del Ártico de Noruega, destaca que encontraron mutaciones raras en estas moléculas que confirmaron su origen exclusivo de mamut, e incluso detectaron genes nuevos basándose únicamente en la evidencia del ARN. Reescribiendo las reglas de la biología antigua Este descubrimiento desafía el dogma científico de que el ARN se degrada casi inmediatamente después de la muerte. «Nuestros resultados demuestran que las moléculas de ARN pueden sobrevivir mucho más tiempo de lo que se pensaba anteriormente», afirma Love Dalén, profesor de Genómica Evolutiva.

Las implicaciones de este hallazgo son vastas. Según Dalén, esta técnica no solo permitirá estudiar la biología de animales extintos con un detalle sin precedentes, sino que también abre la puerta a secuenciar virus de ARN antiguos, como la influenza o coronavirus preservados en restos de la Edad de Hielo. El equipo espera que, en el futuro, la combinación de ADN, ARN y proteínas prehistóricas permita «remodelar fundamentalmente nuestra comprensión de la megafauna extinta», revelando capas ocultas de la biología que han permanecido congeladas en el tiempo hasta hoy.

Fuente
Mystery Planet - 19 de Noviembre de 2025

https://mysteryplanet.com.ar/site/secuencian-por-primera-vez-arn-de-un-mamut-de-40-000-anos-un-hito-historico-para-la-genetica/

El Enigma del Peñacho de Moctezuma



El llamado "Penacho de Moctezuma" es, más que una pieza histórica, un símbolo cargado de profundo significado cultural y político. Esta majestuosa obra de arte plumario del México Antiguo representa la sofisticación y el poder de la civilización mexica.
Una Joya del Arte Plumario
Origen y Creación: Es un quetzalapanecáyotl (tocado de plumas de quetzal) creado por los amantescas , artistas mexicas especializados en trabajar con plumas preciosas. Mide cerca de 1,16 metros de altura y 1,75 metros de diámetro, utilizando cientos de plumas iridiscentes del ave Quetzal, complementadas con plumas de otras especies y ornamentos de oro.
Uso Original: Aunque la tradición popular lo atribuye al tlatoani Moctezuma Xocoyotzin , la evidencia histórica sugiere que probablemente era un tocado ritual o militar de alta jerarquía, posiblemente asociado al culto de deidades como Quetzalcóatl o Ehécatl, más que una corona imperial de uso diario.
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Un Viaje de Cinco Siglos
Salida de América: Salió de México tras la Conquista en el siglo XVI, aunque no hay certeza absoluta sobre cómo llegó a Europa (se cree que pudo haber sido un regalo de Moctezuma a Cortés o parte del botón enviado al rey Carlos I).
Ubicación Actual: Hoy, la pieza original se encuentra en el Weltmuseum (Museo del Mundo) de Viena, Austria , después de haber pasado por varias colecciones europeas.
El Peñacho es objeto de una controversia diplomática y cultural de larga data. Austria se niega a devolverlo, citando su extrema fragilidad (las plumas son sensibles a vibraciones y humedad), lo que hace su traslado casi imposible sin riesgo de destrucción. En México, el Museo Nacional de Antropología exhibe una réplica fiel.
El Peñacho sigue siendo un poderoso emblema de la identidad nacional mexicana, un mudo testigo de un imperio perdido y un tesoro incalculable de la humanidad.
#PenachoDeMoctezuma #ArteMexica #WeltmuseumViena #PatrimonioCultural
Fuente: FB Ecos del Pasado

El Maíz Sagrado del Imperio Inca.



En el Tahuantinsuyo , el maíz ( sara en quechua), aunque no era el único alimento básico (la papa dominaba en las tierras altas), era considerado un cultivo de alto prestigio y un pilar fundamental en la religión, la política y la alimentación de la élite.
 Alimento de la Nobleza y Ritos
Debido a que el maíz prosperaba mejor en los valles templados, su cultivo era más controlado y su consumo estaba asociado con la nobleza Inca y los festejos estatales.

Bebida Ceremonial (Chicha): El uso más importante del maíz era en la producción de chicha ( aqha ), una bebida fermentada. La chicha era indispensable en todas las ceremonias religiosas, los rituales de reciprocidad con el Inca y las grandes fiestas. Su producción era a menudo trabajo de las acllas (mujeres escogidas).

Ofrenda Sagrada: El maíz, en forma de mazorcas o granos, era una ofrenda sagrada a las deidades ( huacas ). Incluso se crearon esculturas de oro y plata con la forma de mazorcas perfectas como tributo al Sol (Inti) y la Pachamama (Madre Tierra).

Consumo de Élite: El maíz era la base de las provisiones de guerra para los soldados y el alimento preferido por la realeza, a diferencia de la papa y otros tubérculos, que constituían la dieta diaria de la mayoría del pueblo.

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 Ingeniería Agrícola
Para extender el cultivo de maíz a diversas altitudes, los Incas desarrollaron ingeniosos sistemas de andenes o terrazas, creando microclimas y optimizando el drenaje y la fertilidad. Este control sobre un cultivo tan valioso simbolizaba su dominio sobre la geografía y los recursos.

El maíz, por lo tanto, no solo nutría el cuerpo de los Incas, sino que alimentaba su religión, su burocracia y su poder.

#MaízAndino #SaraInca #Chicha #Tahuantinsuyo 

Fuente:
FB Ecos del Pasado

miércoles, 19 de noviembre de 2025

20 de Noviembre - Día de la Soberania Nacional Argentina



El 20 de noviembre se celebra el “Día de la Soberanía Nacional en conmemoración al Combate de la Vuelta de Obligado, una de las epopeyas más grandes de la historia argentina.

Enfrentamiento bélico, ocurrido en 1845, que puso al millar de soldados argentinos frente al ejército anglo-francés (el más poderoso del mundo por aquel entonces). Dicha fecha, se reposicionó por iniciativa del historiador José María Rosa y oficializado a partir de 1974 por la Ley N.º 20.770.

Por Decreto 1584/2010 se incorpora esta fecha como feriado nacional.

¿Qué ocurrió en la Vuelta de Obligado?

La batalla de la Vuelta de Obligado, en 1845, soldados argentinos repelieron la invasión del ejército anglo-francés, que pretendía colonizar los territorios de nuestro país. Pero el Gobierno de Juan Manuel de Rosas, respaldado desde el exilio por el general José de San Martín, preparó una resistencia y lo impidió.

Las fuerzas invasoras buscaban ingresar por el Paraná. Sin embargo, las tropas nacionales, al mando de Lucio Mansilla, se anticiparon en un estrecho recodo de ese río: la Vuelta de Obligado, en el distrito bonaerense de San Pedro.

El número de fuerzas enemigas superaba ampliamente en cantidad y modernidad de su armamento a las argentinas, que sin embargo no se amedrentaron y pelearon durante siete horas. De este modo, lograron que las tropas adversarias no pudieran ocupar las costas, objetivo necesario para poder adentrarse en el territorio argentino.

La resistencia a la invasión extranjera logró la defensa del país en términos de fronteras y comerciales, ya que se evitó que colocaran en el mercado los productos extranjeros desplazando a los artículos locales.

El acontecimiento sirvió para ratificar y garantizar la soberanía nacional, implicó la firma de un tratado de paz entre Argentina, Francia y Gran Bretaña, y quedó grabado en la historia como un símbolo de independencia, libertad y unidad nacional. 

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martes, 18 de noviembre de 2025

La Wiphala: mosaico de resistencia y memoria - Roberto Arnaiz




No se confunda, amigo. La Wiphala no es la “bandera inca” ni el estandarte imperial del Cusco. Tampoco es la bandera de esa ciudad que en el siglo XX inventó un arcoíris para atraer turistas. La Wiphala es otra cosa: es el grito cuadrangular de los pueblos del altiplano, el mosaico que vibra cuando sopla el viento helado de la cordillera y que dice, sin palabras, que los originarios siguen vivos.

La palabra Wiphala viene del aimara: wiphai significa triunfo, victoria; lapx-lapx es el sonido o movimiento que produce el viento al hacer ondear algo flexible. De la unión surge wiphailapx, “el triunfo que ondula al viento”, que con el tiempo se transformó en Wiphala. No es solo una bandera: es una exclamación hecha color y movimiento.

Un cuadrado perfecto: siete por siete, cuarenta y nueve pequeños cuadros que suman los siete colores. Rojo, naranja, amarillo, blanco, verde, azul, violeta. La diagonal blanca cruza como un relámpago, ordenando el caos de la diversidad. Suena sencillo, pero ese diseño carga siglos de historia, de olvidos y de reinvenciones.

No se equivoque nadie: la Wiphala no nació en los campos de batalla de reyes medievales ni bajó en los barcos de Colón. Su raíz cultural está en Tiwanaku, una de las civilizaciones más antiguas y poderosas de los Andes, levantada en el altiplano boliviano, cerca del lago Titicaca, entre el 1500 a.C. y el 1200 d.C. Allí, entre templos ciclópeos y monolitos que parecen custodiar el cielo, como la célebre Puerta del Sol, se forjó una cosmovisión entera.

En sus tejidos, cerámicas y tallas ya aparecía el diseño cuadriculado que siglos más tarde inspiraría la Wiphala. Eso está probado. Lo que no puede afirmarse con certeza es que estos patrones funcionaran como banderas en el sentido moderno: eran símbolos sagrados, geometrías que representaban el cosmos y el equilibrio de la vida comunitaria. La Wiphala tal como hoy la conocemos —cuadrada, con 49 cuadros y siete colores— es una reconstrucción contemporánea, inspirada en esos vestigios ancestrales, pero nacida como bandera en el siglo XX.

Durante la colonia, la Wiphala no flameaba en los balcones de los virreyes ni escoltaba ejércitos oficiales. Sobrevivía como un murmullo, escondida en la pintura y en las fiestas populares. Mire esos cuadros de la escuela cuzqueña: ángeles con cara de mestizos, vestidos como capitanes y empuñando arcabuces, llevan estandartes cuadriculados que parecen salidos de Tiwanaku más que de Jerusalén. Es el damero ancestral infiltrado en la iconografía católica, como diciendo: “Nos someten, pero seguimos aquí”.

En 1716, cuando el virrey arzobispo Morcillo entró en Potosí con toda su pompa, un pintor inmortalizó la escena. Y entre capas de seda, caballos y estandartes reales, aparece una bandera de cuadros multicolores. Nadie lo sospechó entonces, pero allí estaba: la vieja simbología andina colándose en el desfile oficial, resistiendo entre clarines y bendiciones.

La Wiphala en la colonia fue eso: una presencia camuflada, un mensaje en clave, un mosaico que desafiaba al imperio desde las sombras de un lienzo. No necesitaba permiso para existir; le bastaba con sobrevivir en silencio, aguardando el momento de volver a flamear al viento.

El dato duro: Alcide d’Orbigny, naturalista francés, en 1830 vio en La Paz pajes indígenas con estandartes de cuadros blancos, amarillos, rojos, azules y verdes. No lo inventó: lo describió. Y en la Guerra Federal de fines del siglo XIX, Pablo Zárate Willka levantó whipalas de múltiples colores en medio de la pólvora. En 1931, Alberto de Villegas la nombró explícitamente como bandera de los aymaras. Y en 1945, en el Primer Congreso Indigenista de Bolivia, la Wiphala apareció formalmente, mezclada entre etiquetas de refrescos y sueños de tierra recuperada. Su estética colorida ya estaba destinada a convertirse en emblema.

El rediseño final llegó en 1979 con Germán Choque Condori, llamado el “restaurador de la Wiphala”. Él tomó viejos relatos de cronistas y la visión de los arcoíris dobles del Titicaca, y la cristalizó en lo que hoy conocemos: cuarenta y nueve cuadros, siete colores, una bandera cuadrada. Fue un acto de resistencia, una manera de decir: “Aquí estamos, no nos borraron”.

A partir de ahí, los movimientos indígenas la cargaron a hombros. En las universidades, en las marchas, en las plazas. Y el 7 de febrero de 2009, Evo Morales la hizo símbolo oficial de Bolivia, con el mismo rango que la tricolor. En Chile, desde 2017, flamea en Alto Hospicio. En Perú, desde 2022, es reconocida en Puno. En la Argentina, se la permite junto a la celeste y blanca, sobre todo en provincias del norte. La Wiphala salió del silencio y se plantó frente al mundo.

La Wiphala es más que una bandera. Es una bofetada contra siglos de desprecio. Es el recordatorio de que la modernidad no logró borrar la raíz andina. El rojo habla de la tierra, el naranja de la cultura, el amarillo de la energía, el blanco del tiempo, el verde de la producción, el azul del espacio cósmico y el violeta de la política comunitaria. Todo encaja como en un tablero de ajedrez cósmico. Por eso molesta. Porque ondea donde muchos quisieran ver silencio. Porque recuerda que debajo del asfalto de La Paz o de las avenidas de Jujuy, laten todavía los tambores de Tiwanaku. La Wiphala no es folklore. No es souvenir para gringos. Es la memoria que flamea, la victoria que ondula al viento.

Hoy, podemos considerarla la bandera de los pueblos originarios. No porque todos la hayan usado en la antigüedad —eso sería falso—, sino porque se transformó en un emblema común en la actualidad. En Bolivia, Perú, Chile y la Argentina es reconocida oficialmente en distintos grados, y en las marchas indígenas de todo el continente flamea como símbolo de unidad. La Wiphala no es solo de los aymaras ni de los quechuas: hoy representa la dignidad de todos los pueblos originarios que reclaman un lugar en la historia y en el presente.