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sábado, 12 de julio de 2025

12 de Julio Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América



El "Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América" fue instaurado el 10 de agosto de 2007 por Ley 26.277, en honor a la teniente coronel Juana Azurduy de Padilla, nacida el 12 de julio de 1780, quien acompañó a su esposo, Manuel Ascencio Padilla, en el liderazgo de la de las luchas por la emancipación en el Virreinato del Río de la Plata.

Juana Azurduy de PadillaNació en el cantón de Toroca, que hoy forma parte del municipio de Ravelo, Provincia de Chayanta, Departamento de Potosí y murió en Chuquisaca el 25 de mayo de 1862 (actual Bolivia).

A la muerte de su esposo asumió la comandancia de los ejércitos que conformaban la luego denominada Republiqueta de La Laguna, por lo que es honrada su memoria en la Argentina y en Bolivia. Hablaba el castellano, quechua y aymara.

En 1813 Padilla y su esposa Juana Azurduy se pusieron a las órdenes de Belgrano, nuevo jefe del Ejército Auxiliar Argentino, llegando a reclutar 10.000 milicianos.

Azurduy lideró la columna que atacó el cerro de Potosí, tomándolo el 8 de marzo de 1816. Debido a su actuación, tras el triunfo logrado en el Combate del Villar recibió el rango de teniente coronel por un decreto firmado por Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el 13 de agosto de 1816. Tras ello, el general Belgrano le hizo entrega simbólica de su sable.

El 14 de noviembre de 1816 fue herida en la Batalla de La Laguna, su marido acudió a rescatarla y en este acto fue herido de muerte.

El cambio de planes militares, que abandonó la ruta altoperuana para combatir a los realistas afincados en el Perú, por la vía chilena de San Marín, disminuyó el apoyo logístico a los Leales comandados por Azurduy, que se replegó hacia el sur, uniéndose finalmente a Martín Miguel de Güemes. A la muerte de Güemes y sin apoyo de ningún tipo se vio reducida a abandonar las acciones.

Pasó varios años en Salta solicitando al gobierno boliviano, ya independiente, sus bienes confiscados. El mariscal Antonio José de Sucre le otorgó una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares.

Finalmente Juana Azurduy murió indigente el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años y fue enterrada en una fosa común.

Su restos fueron exhumados cien años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje en la ciudad de Sucre.

Día de la Confraternidad Argentino - Boliviana
También hoy se celebra en Argentina y Bolivia el “Día de la Confraternidad Argentina-Boliviana” una jornada que tiene el mismo origen del “Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América” en recuerdo del nacimiento de la Teniente Coronel Juana Azurduy de Padilla, nacida tal día como hoy de 1780.

Este día se creó tras la entrega, en el mes de marzo de 2010, del sable y las insignias de general del Ejército Argentino ante los restos de la Teniente General, que están resguardados en la Casa de la Libertad, en Sucre.

Fuente: Noticias Iruya.com - 12 de Julio de 2025
https://noticias.iruya.com/b/actualidad/34026-se-celebra-hoy-el-dia-de-las-heroinas-y-martires-de-la-independencia-de-america-2025.html

viernes, 12 de julio de 2024

Juana Azurduy, amazona de la libertad



Qué bueno que el nombre de una mujer remita a canción y a poema gracias a aquel maravilloso trabajo de Félix Luna y Ariel Ramírez, “Mujeres argentinas” que inmortalizó la querida voz de Mercedes Sosa. Aquellas melodías y palabras permitieron que muchos argentinos se anoticiaran de la existencia de una extraordinaria luchadora que lo dio literalmente todo por la independencia de esta parte de América.

Y nunca está de más recordar que la lucha de las mujeres fue fundamental en aquella guerra gaucha, esa guerra corajuda y desigual que se libró sin recursos pero con mucho ingenio y una audacia sin límites. De un lado los ejércitos del rey, los mismos que venían de vencer a Napoleón. Del otro un pueblo decidido y comandado por gente que no hacía gala del ejemplo, lo ejercía. Aquellas mujeres no solamente eran excelentes espías y correos sino que algunas de ellas, como doña Juana Azurduy, comandaban tropas en las vanguardias de las fuerzas patriotas. Esta maravillosa mujer había nacido en Chuquisaca el 12 de julio de 1780, mientras estallaba y se expandía la rebelión de Túpac Amaru. Su familia la pensó monja y ella se pensó libre. Ganó Juana y hubo que sacarla del convento de Santa Teresa, según el parte de la Madre Superiora, por su irreductible conducta altiva. Afuera la esperaba la lucha y el amor de la mano del comandante Manuel Ascencio Padilla, aquel que le contestaba al General Rondeau: “vaya seguro Vuestra Señoría de que el enemigo no tendrá un solo momento de quietud. Todas las provincias se moverán para hostilizarlo; y cuando a costa de hombres nos hagamos de armas, los destruiremos. El Perú será reducido primero a cenizas que a voluntad de los españoles.” 1



Juana era lo que se dice una revolucionaria de la primera hora. Participó con Padilla en la revoluciones de Chuquisaca y La Paz en 1809, y un año después alojó en su casa a Juan José Castelli, uno de los comandantes de las tropas patriotas que iba a cumplir su sueño de hacer la revolución en el Alto Perú. Juana colaboró hasta con lo que no tenía para abastecer a las tropas libertadoras que venían desde Buenos Aires.

Tras la derrota de Huaqui los realistas lograron rodear su casa en la que resistió como pudo junto a sus hijos, hasta que Padilla en una acción absolutamente temeraria logró liberar a su familia.

Juana ayudó a crear una milicia de más de 10.000 aborígenes y comandó varios de sus escuadrones. Libró más de treinta combates, siempre a la vanguardia, haciendo uso de un coraje desmedido que se fue haciendo famoso entre las filas enemigas a las que les había arrebatado personalmente más de una bandera y cientos de armas. Su accionar imparable permitió recobrar del dominio español las ciudades de Arequipa, Puno, Cuzco y La Paz.

La pareja de guerrilleros defendió también a sangre y fuego del avance español la zona comprendida entre el norte de Chuquisaca y las selvas de Santa Cruz de la Sierra. El término guerrillero, que puede sonar setentista, es el que usaba el insospechable de tal cosa hasta por cuestiones cronológicas, general Mitre. En su muy interesante trabajo: “Las guerrillas en el Norte”, incluido en su Historia de San Martín, don Bartolomé describe el sistema de combate y gobierno conocido como las “republiquetas”, que consistía en la formación, en las zonas liberadas, de centros autónomos a cargo de un jefe político–militar. Hubo ciento dos caudillos que comandaron igual número de republiquetas. La temeridad de estos jefes revolucionarios y la crueldad de la lucha fue tal que sólo sobrevivieron nueve de ellos.

Quedaron en el camino jefes notables, de un coraje proverbial, extraordinarios patriotas como Ignacio Warnes, Vicente Camargo, el cura Ildelfonso Muñecas, quien redactó una proclama que decía: «Compatriotas, reuniros todos, no escuchéis a nuestros antiguos tiranos, ni tampoco a los des­naturalizados, que acostumbrados a morder el fierro de la esclavitud, os quieren persuadir de que sigáis su ejemplo; echaos sobre ellos, despedazadlos, y haced que no quede aun memoria de tales monstruos. Así os habla un cura eclesiástico que tiene el honor de contribuir en cuanto puede en benefi­cio de sus hermanos americanos». La historia oficial los ha condenado a ser sólo calles, escamoteándoles a la mayoría de los argentinos sus gloriosas historias.

Juana lo fue perdiendo todo, su casa, su tierra y cuatro de sus cinco hijos, Manuel, Mariano, Juliana y Mercedes, en medio de la lucha. No tenía nada más que su dignidad, su coraje y la firme voluntad revolucionaria. Por eso, cuando los Padilla estaban en la más absoluta miseria y un jefe español intentó sobornar a su marido, Juana le contestó enfurecida: “La propuesta de dinero y otros intereses sólo debería hacerse a los infames que pelean por mantener la esclavitud, más no a los que defendían su dulce libertad, como él lo haría a sangre y fuego”.

Juana salvó a su marido que había caído prisionero en febrero de 1814 en una operación relámpago que dejó sin rehenes y sin palabras al enemigo.

El 3 de marzo de 1816 Padilla y Juana atacaron al general español La Hera cerca de Villar; allí Juana al frente de treinta jinetes, entre ellos varias amazonas, logró detener a los realistas, quitarles el estandarte, recuperar fusiles y cubrir la retirada de su compañero.

Juana fue una estrecha colaboradora de Güemes y por su coraje fue investida con el grado de teniente coronel de una división explícita llamada “Decididos del Perú”, con derecho al uso de uniforme, según un decreto firmado por el director supremo Pueyrredón el 13 de agosto de 1816 y que hizo efectivo el general Belgrano, quien debía entregarle el sable correspondiente, pero prefirió brindarle el suyo, el que lo había acompañado en Salta y Tucumán y durante el heroico éxodo jujeño.

Tres meses después, en el combate de Villar fue herida por los realistas. Su marido acudió en su rescate y logró liberarla, pero a costa de ser herido de muerte. Era el 14 de septiembre de 1816. Juana se quedaba sin su compañero y el Alto Perú sin uno de sus jefes más valientes y brillantes.

Juana siguió peleando junto a los comandantes Francisco Uriondo, el “moto” Méndez y los hermanos Rojas, para alistarse luego nuevamente en las tropas de Güemes. Cuando el “padre de los pobres” fue asesinado a traición en junio de 1821, decidió volver a su tierra. Estaba en Chuquisaca con su hija Luisa y su nieta Cesárea aquella tarde de noviembre de 1825 cuando al abrir la puerta se encontró nada menos que con el general Simón Bolívar, que quería tener el honor de conocerla. Fue un abrazo profundo, con pocas palabras, estaba todo muy claro pero para el Libertador se hizo necesario decir: “esta república, en lugar de hacer referencia a mi apellido, debería llevar el de los Padilla”.

Pero más allá de los halagos, Juana seguía en la miseria y no recibía ni la pensión que le correspondía ni los sueldos adeudados por su rango de coronela. Fiel a su historia, tomó la pluma y escribió: “Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, quiso regresase a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una hija que no tiene más patrimonio que las lágrimas.” 2

Bolívar le concedió a la heroica luchadora una pensión vitalicia de 60 pesos, que fue aumentada por el presidente de Bolivia, Mariscal Sucre, pero que Juana cobraba cada tanto hasta que dejó de cobrarla cuando la burocracia le ganó una de las pocas batallas que perdió en su vida. Juana murió en la soledad, el olvido y la pobreza, paradójicamente en una casa en la calle “España” en un humilde barrio de Chuquisaca, el 25 de mayo de 1862.

Referencias:
1 Carta de Manuel Asencio Padilla al general José Rondeau fechada el 21 de diciembre de 1815, en Gumucio Baptista, Otra historia de Bolivia, La Paza. 1989.

2 Joaquín Cantier, Doña Juana Azurduy de Padilla, La Paz, Editorial Ichtus, 1980.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar
Escrito por Felipe Pigna



domingo, 26 de mayo de 2024

Juana Azurduy, la Teniente Coronela, prócer y heroína popular



Juana Azurduy nació el 12 de julio de 1780 en Toroca, una población ubicada en el norte de Potosí perteneciente al Virreinato del Río de la Plata (actualmente Bolivia). Hija de Eulalia Bermúdez, una “chola” o mestiza proveniente de Chuquisaca, y de Mate ías Azurduy, un hacendado de raza blanca de buena posición económica y tierras en la región, Juana aprendió el oficio de las tareas de campo por acompañar a su padre mientras trabajaba, y de esta forma entró en contacto con los pobladores originarios de su tierra, aprendiendo así el idioma quichua y el aymara. Sin embargo, quedó huérfana siendo joven y debió completar su crianza entre sus tíos y conventos.

A los 25 años, 1805, se casó con Miguel Asencio Padilla, un estudiante de derecho que era hijo de unos vecinos y amigo de la familia. Tuvieron cinco hijos: Manuel, Mariano, Juliana, Mercedes y Luisa.

En 1809, luego de que estallara la revolución independentista de Chuquisaca, un 25 de mayo, tanto Juana como su esposo se unieron a los ejércitos populares y ayudaron a destituir al gobernador y a formar una junta de gobierno que duraría hasta 1810, cuando las tropas realistas vencieron a los revolucionarios.


A partir de ese entonces, a través de una organización conocida como "Los Leales", el matrimonio combatió contra imperio español destacándose especialmente Juana por su valentía y su capacidad de mando, hecho que le valió nombramiento de teniente coronel, en el verano de 1816, y la entrega simbólica de un sable por las tropas enviadas desde Buenos Aires con objetivo de liberar el Alto Perú.

Ese mismo año, ya embarazada de su quinto hijo, Juana sufrió una herida en la batalla de la Laguna, y al intentar rescatarla, Miguel Asencio Padilla murió en combate. Su cuerpo fue colgado por los realistas y luego de dar a luz, la soldada se unió a la guerrilla de Martín Miguel de Güemes, que operaba en el norte del Alto Perú defendiendo en seis ocasiones las invasiones realistas.

Muerte y reivindicación 

Años después, tras caer el último reducto realista del exvirreinato del Río de la Plata en el Alto Perú, el 1 de abril de 1825, Simón Bolívar la ascendió a coronel y le otorgó una pensión que recibió durante cinco años. Luego de la proclamación de la independencia de Bolivia, la Coronela intentó recuperar sus tierras, sin lograrlo, y murió en la miseria el 25 de mayo de 1862, a los 81 años en la provincia argentina de Jujuy. Fue enterrada en una fosa común.

Cien años más tarde, sus restos fueron exhumados y trasladados a un mausoleo construido en en la ciudad de Sucre, Bolivia, y en 2009 fue ascendida a Generala del Ejército argentino y mariscal de la república boliviana.

Fuete

Secretaría de Cultura de la Nación

https://www.cultura.gob.ar/quien-fue-juana-azurduy-y-por-que-es-una-la-heroina-popular-8813/


domingo, 13 de septiembre de 2020

Independencias de América Latina: el rol clave y a veces olvidado de miles de mujeres en la gesta libertadora



Tres mujeres, entre muchas, que se abrieron paso en el relato histórico sobre las luchas emancipadoras en Latinoamérica: Javiera Carrera, Juana Azurduy y María Ignacia Rodríguez de Velasco.


No fueron brazos ejecutores de lo que opinaban y decían sus maridos o los varones de sus casas, sino que ellas mismas asumieron una posición política frente al proceso de la independencia de sus países".

Así le describe a BBC Mundo la historiadora Inés Quintero, exdirectora de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, el papel que jugaron las miles de mujeres que de una manera u otra participaron en la gesta libertadora de América Latina.

Pese a que se conoce poco, el apoyo logístico que brindaron fue impresionante.

No sólo se trató de cocinar, de hacer uniformes, de asistir a los heridos, de recolectar joyas y donar sus propio dinero y bienes para financiar la causa, sino de roles que muchas veces las ponían en peligro.

Algunas sirvieron de correos, de espías, otras participaron en la planificación de estrategias, escondieron gente y armas y, aunque no fue lo más común, hubo las que rescataron prisioneros y hasta las que combatieron.

Se convirtieron en el sostén de las familias cuando los hombres partían al campo de batalla, y "se encargaron de la siembra, de la producción, de defender las propiedades", explica Quintero.

Pero al intentar contar la historia de estas mujeres, surge un problema.

La invisibilidad

La mayoría de los relatos independentistas fueron escritos por hombres, sobre hombres. Quizá por ello, hay una enorme disparidad entre la cantidad de documentos y testimonios que existen sobre ellos y los que hablan de las mujeres.

Integrantes del ejército mexicano desfilaron como "Adelitas" revolucionarias en las celebraciones de los 200 años de la independencia de México, en septiembre de 2010.

"Esa invisibilidad nos hace andar un poco en el terreno de la especulación", le dice Marta Martín, investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a BBC Mundo.

Aunque "eso no quiere decir que su rol no haya sido importante", aclara.

"Las historias de las independencias no sólo fueron los hechos políticos y los actos heroicos de los próceres, que quedaron en los libros de historia, sino que fueron posibles gracias a todo un contexto y un entramado en el que las mujerestuvieron participación activa", indica la académica.

En septiembre, un mes clave en los procesos independentistas de muchos países latinoamericanos, BBC Mundo destaca el perfil decuatro mujeres que lograron trascender, y que de alguna manera representan a las miles que fueron olvidadas.


1.Micaela Bastidas Puyucahua, la estratega al lado de Túpac Amaru II


El Congreso de Perú le rindió un homenaje especial a Micaela Bastidas en 1980 y reconoció su "glorioso sacrificio". La exposición "Mujeres heroicas de la independencia de Perú" se puede ver en su página web.


"Por la libertad de mi pueblo he renunciado a todo. No veré florecer a mis hijos".


Eso fue lo último que habría dicho antes de morir estrangulada Micaela Bastidas Puyucahua, precursora, prócer y mártir de la emancipación peruana y una inspiración en las luchas independentistas hispanoamericanas.

Junto a su esposo, José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, lideró en 1780 una rebelión que buscaba terminar no sólo con el dominio colonial, sino con los abusos de los que eran víctimas las poblaciones nativas.

Esa insurrección es considerada la base fundamental de la emancipación peruana, que culminó con la proclamación de la Independencia el 28 de julio de 1821 y la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824.

Micaela Bastidas Puyucahua, la estratega al lado de Túpac Amaru II.

"Por la libertad de mi pueblo he renunciado a todo. No veré florecer a mis hijos".

Eso fue lo último que habría dicho antes de morir estrangulada Micaela Bastidas Puyucahua, precursora, prócer y mártir de la emancipación peruana y una inspiración en las luchas independentistas hispanoamericanas.

Junto a su esposo, José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, lideró en 1780 una rebelión que buscaba terminar no sólo con el dominio colonial, sino con los abusos de los que eran víctimas las poblaciones nativas.

Esa insurrección es considerada la base fundamental de la emancipación peruana, que culminó con la proclamación de la Independencia el 28 de julio de 1821 y la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824.

Mientras Túpac Amaru II realizaba su marcha triunfal en Puno, y manteniéndose en constante comunicación con él, Bastidas se encargó de las operaciones militares en el Cusco, evocaría el diputado Demetrio Carranza en un acto en su honor celebrado en 1980.

Bastidas era zamba: de raíces africanas e indígenas.

Se casó siendo una adolescente con quien había sido su amigo de la infancia y tuvieron tres hijos.

Cuando Túpac Amaru II se ausentaba, dado su rol de líder, ella era quien asumía las riendas del hogar así como también de los negocios, pues era una gran administradora.

Ya antes de la insurrección, la líder había hecho solicitudes formales "a las autoridades coloniales de Tinta, Cusco y Lima, para que los indígenas fueran liberados del trabajo obligatorio en las minas y exonerados del cumplimiento de la mita, obteniendo siempre negativas".

Así lo señala Bernardino Ramírez Bautista, investigador de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en el artículo "Próceres campesinos en la guerra de la Independencia del Perú", de la revista Investigaciones Sociales.

Y en ocasiones era ella quien definía la estrategia a seguir y su esposo quien la implementaba.

Como sucedió con Bastidas y Túpac Amaru II, Bartolina Sisa y su esposo, Túpac Katari, lideraron una sublevación indígena entre 1781 y 1782 en La Paz. Sisa es considerada "heroína nacional aymara" en Bolivia.
De hecho, se cree que perdieron la batalla decisiva contra el ejército español, en parte porque Túpac Amaru II se demoró mucho en seguir los consejos de Bastidas, quien quería tomar la ciudad de Cusco con mucha anticipación, pues consideraba que "era un objetivo central para su movimiento".

Lo cuenta la investigadora Mary G. Berg en el capítulo "Micaela Bastidas y su época", del libro "Mujeres y emancipación de la América Latina y el Caribe en los siglos XIX y XX.

Tal era la determinación y la personalidad de Bastidas, que las autoridades coloniales la llegaron a considerar incluso más peligrosa que su esposo.

"Y ofrecieron cantidades de dinero, premios y títulos nobles a personas que las ayudaran a capturar a Túpac Amaru, pero sobre todo, a su mujer", indica Berg.

Tras el fracaso de la sublevación, en la que participaron decenas de mujeres más, fue capturada y condenada a la muerte junto a su esposo y uno de sus hijos.

"Micaela Bastidas entró en la plaza arrastrada por un caballo, atados pies y manos, mientras su sentencia se leía en voz alta", relata Berg.

En la Plaza de las Armas del Cusco, se cumplió la tormentosa sentencia. Se cuenta que tuvo que ver la ejecución de su hijo y que le cortaron la lengua.

A pesar del tamaño de su gesta, Bastidas "fue ignorada en las páginas de la historia hasta que la literatura del siglo XX le hizo justicia", reflexiona la historiadora Ana Belén García en el artículo "Las heroínas calladas de la Independencia Hispanoamericana".

Como líderes de la sublevación, Túpac Amaru y Micaela Bastidas sufrieron muertes tormentosas.
Con el tiempo, las autoridades peruanas también reconocieron el papel de otras mujeres que en otras etapas del largo proceso independentista, como por ejemplo, María Parado de Bellido, quien murió fusilada por negarse a delatar a los patriotas.

2. Juana Azurduy, teniente coronel y heroína en Bolivia y Argentina
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Juana Azurduy recibió el reconocimiento de Simón Bolívar.
Otro nombre que también logró trascender fue el de Juana Azurduy. Y, aunque murió en el olvido, hoy se la considera una de las heroínas de la independencia tanto en Argentina como en Bolivia.

Nació en el Virreinato del Río de La Plata, en un territorio que hoy forma parte de Bolivia.

Su madre fue mestiza y su padre, que era propietario de varias tierras en la región, era de raza blanca.

Quedó huérfana siendo niña, por lo que su infancia la pasó conviviendo con unos tíos y en conventos.

Con 25 años, se casó con Miguel Asencio Padilla, quien era el hijo de unos vecinos, y tuvieron cinco hijos.

Los dos se alimentarían sus ansías por la independencia.

"Juana Azurduy fue una mujer muy valiente, que mezclaba su rol de madre con el militar y el político", le dice a BBC Mundo Fernando Cajías, historiador boliviano y profesor de la Universidad Mayor de San Andrés.

"En la segunda etapa del proceso de la independencia, cuando fueron derrotados todos los movimientos urbanos, la mayoría de los patriotas que mantenían la causa formaron pequeñas repúblicas en el área rural y una de ellas fue la que encabezó el matrimonio de Padilla y Azurduy".

Los esposos formaron parte de una organización conocida como "Los Leales".

Su capacidad de mando era destacada, hasta tal punto que le valió el nombramiento de teniente coronel en 1816.

Ese año, embarazada de su quinto hijo, Juana resultó herida en combate. Cuando Padilla intentó rescatarla, murió.

Un billete boliviano de 1982 en el que se ve el rostro de Juana Azurduy. En Argentina también se emitió un billete en su honor.
"Luego de dar a luz, la soldada se unió a la guerrilla de Martín Miguel de Güemes, que operaba en el norte del Alto Perú defendiendo en seis ocasiones las invasiones realistas", se recoge en una breve biografía del Ministerio de la Cultura de Argentina.

Azurduy luchó hasta el final del proceso de la independencia.

Y "tras caer el último reducto realista del exvirreinato del Río de la Plata en el Alto Perú, el 1 de abril de 1825, Simón Bolívar la ascendió a coronel y le otorgó una pensión que recibió durante cinco años", indica el Ministerio.

Sin embargo, murió en la pobreza y fue enterrada en una fosa común.

Esta foto es de una celebración de 2007, en Argentina, de un grupo de gauchos. Ellos fueron fundamentales en la independencia de ese país a través de tácticas de guerrilla. Juana Azurduy se unió a la guerrilla de Martín Miguel de Güemes.
Cada 12 de julio, en honor a su nacimiento, Argentina conmemora el "Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América".

3. Javiera Carrera, la "Madre de la patria" de Chile

Javiera Carrera y sus hermanos, sobre quienes tuvo una importante influencia, son recordados como próceres de la independencia de Chile._

Francisca Javiera Carrera Verdugo formó parte de la aristocracia de la Chile colonial.

Perteneció a una familia de destacados militares patriotas, pero fue mucho más que la hermana mayor de José Miguel, Juan José y Luis Carrera.

De hecho, se la considera una decisiva influencia en ellos.

Se sabe que asistía a reuniones de los patriotas y que fue de las que escondió soldados y armas.

En un terreno dominado por hombres, se convirtió en una de las figuras más emblemáticas del proceso independentista chileno.

Fue ella quien diseñó una de las primeras banderas de Chile, dejando claro "la inminente desvinculación" con los españoles.

Carrera rompió con los estereotipos de la mujer de su época. En el relato histórico, trasciende como una mujer ambiciosa y muy astuta.

"Era como una ave rara", señala la historiadora chilena Alejandra Araya.

"Fue una mujer que se involucró quizás de una manera poco frecuente en la vida política del esposo", a la que se le atribuye una gran inquietud intelectual y un interés por la implementación de las llamadas "escuelas de amigas", espacios en los que las mujeres aprendían a leer y a escribir.

Ilustración que evoca la Batalla de Maipú, ocurrida el 5 de abril de 1818, considerada el hito definitivo del proceso de Independencia de Chile.

Se casó en dos oportunidades. De su primer marido quedó viuda a los 19 años.

"Abandonó a su (segundo) esposo y a sus hijos para autoexiliarse con los hermanos (tras la reconquista). Se hizo parte de la causa, cruzó la cordillera, tiene una historia que la pone a la par de lo que los hombres hacen y que se supone las mujeres no hacen", indica la historiadora de la Universidad de Chile.

Su actuar, reflexiona, se pudiese comparar con el de las guerrilleras durante los gobiernos de facto latinoamericanos.

Fuera de su país, enfrentó penurias económicas, además del dolor de las muertes de sus hermanos que habían vuelto al campo de batalla.

Tras la abdicación de Bernardo O'Higgins, Carrera regresó a Chile en 1824 para dedicarse a una vida doméstica en su hacienda de El Monte. Murió a los 81 años.

Araya recuerda que en el Museo Histórico Nacional Javiera Carrera comparte una vitrina con O'Higgins, considerado el padre de la patria.

"De Javiera Carrera podríamos decir que sería la madre de la patria. Allí se ven sus zapatos y su vestuario, pero sin mayor indicación de lo que pudo significar esta mujer más allá de ser la acompañante de, la hermana de o lo que la tradición popular nos ha transmitido: que tuvo cierto reconocimiento público, incluso de los líderes de la revolución".

"Solo sabemos de ella, y de Paula Jaraquemada Alquízar, porque forman parte del grupo que protagoniza las luchas. De esa forma ingresan en el panteón con el mismo código que los hombres".

Y se pregunta qué pasó con las mujeres que no entraron en los registros históricos y que no calificaron como heroínas, pero que también fueron protagonistas de la independencia.

4. La Güera Rodríguez, una "reivindicación contemporánea"

María Ignacia Rodriguez
La misteriosa vida de María Ignacia Rodríguez de Velasco ha pasado por la literatura y la producción cinematográfica.

En la construcción de ese relato heroico de las mujeres de la independencia, hay un caso que ha logrado cautivar a los mexicanos de varias generaciones:

El de María Ignacia Rodríguez de Velasco, mejor conocida como "la Güera Rodríguez".

En la versión de algunos historiadores, su figura eclipsa a otras más emblemáticas como Leona Vicario (declarada "Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria" en 1842) y Josefa Ortiz de Domínguez, incluso se le llegó a llamar "madre de la patria"

Criolla perteneciente a la alta sociedad -por eso lo de "güera", como se le llama en México a quien tiene los cabellos o la piel clara-, se le atribuyen ideas liberales que chocaron con los cánones conservadores de la época.

Asistió a reuniones políticas clandestinas con personajes como el cura Miguel Hidalgo, considerado el "padre de la patria" en México por su llamado a la emancipación contra el gobierno de la Nueva España.

"En 1811 la Santa Inquisición la acusó de estar relacionada con el cura Hidalgo, así como su tendencia al adulterio, mancebía y bigamia. A raíz de esto fue expulsada a Querétaro, donde estableció amistad con doña Josefa Ortiz de Domínguez y la academia literaria, adhiriéndose al grupo de conspiradores", cuenta Gaspar Hernández Ranulfo, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

En este mural del pintor Octavio Ocampo se observa en un plano protagónico a Miguel Hidalgo, considerado el padre de la independencia mexicana, y a la Corregidora, Josefa Ortíz de Dominguez, figura en la "conspiración de Querétaro", un levantamiento que llevó a la independencia.
Diversos historiadores la han descrito como una mujer de gran belleza, "la Venus mexicana".

Algunos la hacen ver como "una mujer liberada, de gran inteligencia y con ansia de conocimiento, una gran seductora", señala Marta Martín, la investigadora de la UNAM.

Se casó tres veces y se dice que hasta tuvo una relación fugaz con Simón Bolívar.

Martín le explica a BBC Mundo que Rodríguez ha trascendido "sobre todo por su relación con Agustín de Iturbide y en concreto por un impulso muy decisivo que ella aparentemente le dio para que completara la causa de la independencia mexicana".

"Se llega a decir que ella organizaba las tertulias en las que se vislumbró el Plan de Iguala. Incluso se le ha atribuido la redacción parcial o una intervención muy directa en ese plan, que abrió el camino a la recta final de la independencia de México", indica la experta.

Sin embargo, es una versión que varios expertos ponen en duda.

Hay quien se pregunta si sus contribuciones a la causa patriota fueron realmente voluntarias y no la consecuencia de la coacción para salvaguardar su patrimonio, incluso quien apunta a sus posibles vínculos con los adversarios de la independencia.

"Entre la leyenda y la realidad, se le ha atribuido un papel de espía", señala la investigadora, por el acceso a la información política que le habría permitido tener el hecho de que su padre fuera regidor perpetuo de Ciudad de México, así como también su relación con ciertos personajes

Pero de lo que sí hay información es que "en una de sus haciendas hubo una importante reunión en la que se cree que se dirimieron algunos asuntos decisivos para la culminación de la independencia de México".

Afirmar que participó en la redacción del Plan de Iguala, es entrar en un terreno "un poco más oscuro".

"Quizás es decepcionante (…) pero es que todos caemos en contradicciones y no por eso, nuestros actos o los de la Güera Rodríguez son menos valiosos", reflexiona la doctora.

Y lo interesante es que su "reivindicación contemporánea y muy reciente" la ha convertido en una especie de "ícono protofemenista" en pleno siglo XXI.

*Edición: Carolina Robino y Leire Ventas/Ilustraciones Cecilia Tombesi.

Investigación: Margarita Rodríguez - BBC News Mundo - 12 de septiembre de 2020.

lunes, 13 de julio de 2020

Juana Azurduy




Nace en Chuquisaca el 12 de Julio de 1870 (antigua zona de la actual Bolivia) la guerrera de la Independencia, Juana Azurduy.

Teniente Coronela de los ejércitos de la Patria nombrada por Belgrano, luchadora incansable, sus hazañas bélicas son innumerables.

Murió a los 82 años en la pobreza e indigencia un día 25 de mayo. Su vida fue signada por la luchas para darnos Libertad, supo vivir 7 años en suelo salteño, al terminar la guerra por independencia espero infructuosamente su recompensa por habernos liberado de las cadenas de la opresión. Desde la ciudad Salteña escribo al gobierno Boliviano pidiendo ayuda por los servicios prestados, en esmero de su única hija que estaba junto a ella en la pobreza. 
Textualmente dice en su carta: "A las muy honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada con el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Charcas, me presento y digo: Que para concitar la compasión de V. H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución. (...) Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una numerosa familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido el sueldo que por mi propia graduación puede corresponderme". 

Perdió a todos sus hijos (4) en esas batallas tan solo se quedo con una hija. Asi mismo perdió a su fiel compañero y esposo y tuvo que soportar que los execrables realistas pusieran la cabeza de su amando en una pica y la exhibieran como trofeo. Sufrió esto es más para dejarnos esta patria libre y el continente emancipado.

La provincia de Salta le entregó cuatro mulas y cincuenta pesos para que volviera a su tierra natal y fue allí que se entrevisto con Sucre y Bolivar quien le concedió una pensión que luego le seria quitada por el Gobierno Boliviano en 1857. 

Y así murió si nada tan solo con la Gloria que le supo dar su sable con el cual corto las cadenas de la opresión. Fue enterrada en una fosa común y allí debió esperar que su restos fueron exhumados cien años después y que fueran depositados en un mausoleo que se construyó en su homenaje en la ciudad de Sucre.

Que triste que muchos olvidaran las proezas de su vida. Revindicar a esta heroína es ver flamear más alto nuestra Bandera y corroborar que el destino le tenía guardado la Gloria de ser una Libertadora de América.

Fuente: Evocaciones Norteñas de Juan O. Wayar / Asociación Sanmartiniana de San Salvador.

domingo, 12 de julio de 2020

12 de Julio Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América


En Argentina en el año 2007 se sancionó la ley 26.277 que declara al 12 de julio "Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América"

Es en conmemoración del nacimiento de la Teniente Coronel Juana Azurduy de Padilla, la "Flor del Alto Perú", que estuvo al frente de un ejército de indias mestizas y criollas, apodadas "Las Amazonas", dispuestas a dar la vida por la liberación de sus pueblos del yugo español. Existieron además, otras mujeres heroínas y mártires, que han protagonizado la historia de la independencia en América Latina: Micaela Bastidas, Tomasa Condemayta, Bartolina Sisa, Manuela Cañizares, María Ignacia Rodríguez, Gertrudis Bocanegra, Javiera Carrera Verdugo, Policarpa Salvarrieta, la heroína más conocida de Venezuela, Luisa Cáceres de Arismendi. En nuestra historia Argentina podemos evocar a Manuela Hurtado Pedraza “la tucumanesa”. Ana Riglos, Melchora Sarratea, Casilda Igarzábal de Rodríguez Peña, mujeres del éxodo jujeño: Martina Silva Gurruchaga, María Elena Alurralde de Garmendia, Maria Remedios del Valle, Pascuala Balvás. Juana Moro, Maria Magdalena “Macacha” Güemes, hermana del caudillo salteño, Eulalia Ares de Vildoza, Victoria Romero y Mariquita Sánchez de Thompson.

Nombrar a cada una de estas Heroínas y Mártires, es una invitación a realizar una nueva comprensión de la historia. Mujeres que guerrearon, pero también huyeron, se ocultaron, sembraron, cuidaron casas, familias, fincas, amaron, criaron hijos, enviudaron y sufrieron... Cada una de ellas, tuvo la valentía de oponerse a los convencionalismos de su época, todas querían y soñaban con un país mejor, un país más justo, un país donde valga la pena vivir.

Fuente: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

jueves, 25 de mayo de 2017

Juana Azurduy


JUANA AZURDUY BERMÚDEZ HEROÍNA DE LA INDEPENDENCIA DEL ALTO PERÚ, MORÍA UN DÍA COMO HOY, 25 DE MAYO DE 1862 A LA EDAD DE 80 AÑOS, EN LA MÁS COMPLETA MISERIA Y ENTERRADA EN UNA FOSA COMÚN. DESPUÉS DE HABER GANADO 33 BATALLAS LIDERANDO SU EJERCITO DE COMBATIENTES.


Juana Azurduy de Padilla; Chuquisaca, 1780 - Jujuy, 1860) Heroína de la independencia del Alto Perú (actual Bolivia). Descendiente de una familia mestiza, quedó huérfana en edad muy temprana. Pasó los primeros años de su vida en un convento de monjas de su provincia natal, Chuquisaca, la cual era entonces sede de la Real Audiencia de Charcas.
En 1802 contrajo matrimonio con Manuel Ascencio Padilla, con quien tendría cinco hijos. Tras el estallido de la revolución independentista de Chuquisaca el 25 de mayo de 1809, Juana y su marido se unieron a los ejércitos populares, creados tras la destitución del virrey y al producirse el nombramiento de Juan Antonio Álvarez como gobernador del territorio. El caso de Juana no fue una excepción; muchas mujeres se incorporaban a la lucha en aquellos años.
Juana colaboró activamente con su marido para organizar el escuadrón que sería conocido como Los Leales, el cual debía unirse a las tropas enviadas desde Buenos Aires para liberar el Alto Perú. Durante el primer año de lucha, Juana se vio obligada a abandonar a sus hijos y entró en combate en numerosas ocasiones, ya que la reacción realista desde Perú no se hizo esperar. La Audiencia de Charcas quedó dividida en dos zonas, una controlada por la guerrilla y otra por los ejércitos leales al rey de España.
En 1810 se incorporó al ejército libertador de Manuel Belgrano, que quedó muy impresionado por el valor en combate de Juana; en reconocimiento a su labor, Belgrano llegó a entregarle su propia espada. Juana y su esposo participaron en la defensa de Tarabuco, La Laguna y Pomabamba.
Mención especial merece la intervención de Juana Azurduy en la región de Villar, en el verano de 1816. Su marido tuvo que partir hacia la zona del Chaco y dejó a cargo de su esposa esa región estratégica, conocida también en la época como Hacienda de Villar. Dicha zona fue objeto de los ataques realistas, pero Juana organizó la defensa del territorio y, en una audaz incursión, arrebató ella misma la bandera del regimiento al jefe de las fuerzas enemigas y dirigió la ocupación del Cerro de la Plata. Por esta acción y con los informes favorables de Belgrano, el gobierno de Buenos Aires, en agosto de 1816, decidió otorgar a Juana Azurduy el rango de teniente coronel de las milicias, las cuales eran la base del ejército independentista de la región.
Poco tiempo después Juana, que esperaba a su quinto hijo, quedó viuda tras la muerte de su marido en la batalla de Villar (14 de septiembre de 1816). El cuerpo de su marido fue colgado por los realistas en el pueblo de la Laguna, y Juana se halló en una situación desesperada: sola, embarazada y con los ejércitos realistas controlando eficazmente el territorio. Tras dar a luz a una niña, se unió a la guerrilla de Martín Miguel de Güemes, que operaba en el norte del Alto Perú. A la muerte de este caudillo se disolvió la guerrilla del norte, y Juana se vio obligada a malvivir en la región de Salta.
Tras la proclamación de la independencia de Bolivia en 1825, Juana Azurduy intentó en numerosas ocasiones que el gobierno de la nueva nación le devolviera sus bienes para poder regresar a su ciudad natal, pero a pesar de su prestigio no consiguió una respuesta favorable de los dirigentes políticos. Murió en la provincia argentina de Jujuy a los ochenta años de edad, en la más completa miseria: su funeral costó un peso y fue enterrada en una fosa común. Sólo póstumamente se le reconocerían el valor y los servicios prestados.

Compartido por Katlim Mh

martes, 12 de julio de 2016

12 de julio: Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América


El "Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América" fue instaurado el 10 de agosto de 2007 por Ley 26.277, en honor a la teniente coronel Juana Azurduy de Padilla, nacida el 12 de julio de 1780, quien acompañó a su esposo, Manuel Ascencio Padilla, en el liderazgo de la de las luchas por la emancipación en el Virreinato del Río de la Plata. 

JUANA AZURDUY DE PADILLA
Nació en el cantón de Toroca, que hoy forma parte del municipio de Ravelo, Provincia de Chayanta, Departamento de Potosí y murió en Chuquisaca el 25 de mayo de 1862 (actual Bolivia).

A la muerte de su esposo asumió la comandancia de los ejércitos que conformaban la luego denominada Republiqueta de La Laguna, por lo que es honrada su memoria en la Argentina y en Bolivia. Hablaba el castellano, quechua y aymara.

En 1813 Padilla y su esposa Juana Azurduy se pusieron a las órdenes de Belgrano, nuevo jefe del Ejército Auxiliar Argentino, llegando a reclutar 10.000 milicianos. Azurduy lideró la columna que atacó el cerro de Potosí, tomándolo el 8 de marzo de 1816. Debido a su actuación, tras el triunfo logrado en el Combate del Villar recibió el rango de teniente coronel por un decreto firmado por Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el 13 de agosto de 1816. Tras ello, el general Belgrano le hizo entrega simbólica de su sable.

El 14 de noviembre de 1816 fue herida en la Batalla de La Laguna, su marido acudió a rescatarla y en este acto fue herido de muerte.

El cambio de planes militares, que abandonó la ruta altoperuana para combatir a los realistas afincados en el Perú, por la vía chilena de San Marín, disminuyó el apoyo logístico a los Leales comandados por Azurduy, que se replegó hacia el sur, uniéndose finalmente a Martín Miguel de Güemes. A la muerte de Güemes y sin apoyo de ningún tipo se vio reducida a abandonar las acciones.


Pasó varios años en Salta solicitando al gobierno boliviano, ya independiente, sus bienes confiscados. El mariscal Antonio José de Sucre le otorgó una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares.

Finalmente Juana Azurduy murió indigente el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años y fue enterrada en una fosa común.

Sus restos fueron exhumados cien años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje en la ciudad de Sucre.

DÍA DE LA CONFRATERNIDAD ARGENTINO - BOLIVIANA
También hoy se celebra en Argentina y Bolivia el “Día de la Confraternidad Argentina-Boliviana” una jornada que tiene el mismo origen del “Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América” en recuerdo del nacimiento de la Teniente Coronel Juana Azurduy de Padilla, nacida tal día como hoy de 1780.

Este día se creó tras la entrega, en el mes de marzo de 2010, del sable y las insignias de general del Ejército Argentino ante los restos de la Teniente General, que están resguardados en la Casa de la Libertad, en Sucre.

Fuente: Iruya.com