Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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jueves, 12 de junio de 2025

La Leyenda del Maíz


Sara-Chogllo, era una mujer fuerte, guerrera por naturaleza y como todas las mujeres de su raza, apoyaba incondicionalmente a su compañero Wiru en el campo de batalla.
En el calor de la lucha, una larga flecha de bambú encontró fatalmente el corazón de la mujer y le robó el calor de su aliento Wiru, al mirar el cuerpo inerte de su amada, se arrodilló a su lado y dejó escapar los más dolorosos lamentos y suspiros que se habían escuchado en todas las montañas andinas.
Un incesante río de lágrimas escapó de los ojos de Wiru, con el que bañó el rostro y la herida abierta de Sara Chogllo, purificando así el paso de su compañera al mundo de los espíritus.
La ceremonia duró muchos días y muchas noches en los que nada ni nadie se atrevía a alterar el sagrado conjuro de Wiru a sus Dioses
La madre Quilla (Luna) y el padre Inti (Sol) acompañaron la pena del guerrero en su largo ritual. Cuando el dolor de Wiru empezaba a mitigar, del corazón de Sara-Chogllo, empezó a brotar una planta hermosa que gradualmente tomaba la forma de una guerrera altiva.
Al cuerpo que apenas germinaba le crecieron los dientes fuertes y sanos como la sonrisa luminosa de una mujer
El cabello largo y lustroso bañado por el sol, se tornó en una dorada caricia que llenó de fragancias el vientre en el que se gestaba la nueva vida. Las faldas verdes y lozanas envolvieron con maternal ternura el retoño florecido del amor y del dolor concertados en ese instante fértil.
El naciente fruto arrimó su cabeza al esbelto bambú, que seguía fuertemente abrazado a la Pachamama (la Madre Tierra), y fue tomando fuerza, Cuando el nuevo fruto estaba lo suficiente maduro, Wiru lo arrancó tiernamente con sus manos, lo llamó CHOGLLO, y lo guardó muy cerca de su corazón.
Sentía latir en su pecho el fruto de su amor que su amada le había ofrendado como última muestra de cariño. Los hombres y mujeres del pueblo lo recibieron con cantos de pesadumbre. Wiru fue directamente al templo a ofrecerle a Wiracocha el fruto recién nacido del corazón de su compañera. Su sacrificio no estaba completo

Wiru, aprendió por los consejos de los Amautas (maestros andinos), que para que su sacrificio tuviera recompensa, debería devolver el fruto a la Pachamama (la Madre Tierra), de donde crecería y se multiplicaría, alimentaría a los hijos de su pueblo, y a los hijos de sus hijos, haría sanos sus cuerpos y fuertes sus brazos y haría de ellos una raza de hombres invencibles.
Así lo hizo Wiru Con sus propias manos abrió la tierra y entregó grano por grano al fruto de su amor y sacrificio último. Desde entonces, año tras año los Incas siembran el maíz en el mes del CAPAC RAYMI (diciembre), cuando empiezan a caer las lluvias y cuando han cesado las lágrimas del cielo, en el mes de mayo y que en quechua es HATUN CUSQUI o AYMORAY QUILLA, (bienvenida lluvia), y que el padre sol ha acariciado con su calor por varios meses a la Pachamama, ésta entrega a los descendientes de Wiru porciones generosas del noble CHOGLLO, que tiene y siempre ha tenido, el sabor amargo de las lágrimas de Wiru y el dulce aroma de su eterna compañera
Así es amigos, en el Perú, la tierra de los Incas se consume el maíz tierno, a este lo llaman Choclo, es de consumo obligado en sus más afamados platos, el Ceviche y en otros también exquisitos. Dicen que no hay choclo más delicioso que el del Cusco. 
Será?
LO CIERTO ES QUE EL CHOCLO SE COME EN TODO EL PERÚ Y ES UNA DELICIA Y MÁS SI VA ACOMPAÑADA DE SU QUESITO.

miércoles, 5 de marzo de 2025

Leyenda del Mamón


En los inicios de los tiempos habia una tribu de originarios,en la cual , la esposa del cacique estaba pronta a dar a luz a su primer hijo.
La espera se hacia larga,las mujeres invocaban a su dios para que naciera una niña, deseando que fuera buena y aun mas hermosa que su madre
Los hombres en cambio danzaban ,con actitud guerrera, querían que fuera varón, tanto más valiente que el cacique de las mil victorias. El llanto del recién nacido hizo saber a todos que la madre había terminado de parir y un nuevo ser se sumaba a la tribu.
El cacique apareció en la puerta de la choza, las mujeres enmudecieron, los guerreros detuvieron su danza, todo fue silencio y el nuevo padre anunció que estaba feliz que su esposa habia tenido una niña.
Pasaron los años convirtiéndose la pequeña en una bella joven a la cual muchos valientes soñaban con desposar. Pero, pasado un tiempo,por el monte empezaron a sentirse voces extrañas,un lenguaje desconocido,que hablaban los intrusos, pero que sonaba dulce a los oídos de la hija del cacique , despertando su corazón.
Empezó a encontrarse a escondidas con el extranjero de piel pálida con quien vivia un apasionado romance,pero un dia,desde la espesura una flecha certera lanzada por un guerrero celoso ,terminó con sus sueños de amor.El extranjero,que tambien la amaba, murió en sus brazos.
El cuerpo del español fue sepultado por sus compañeros en un claro del monte,cerca de un caudaloso rio.
La joven indígena desconsolada se abrazó a la tierra que lo cubría. Su llanto regaba la tierra donde yacia su amado .Y allli murió de tristeza. Y su dios hizo un milagro. En el lugar,empezaron a crecer unos arboles , cuyos frutos tenian la forma de grandes lágrimas, de color verde en un comienzo, amarillo intenso al estar maduros,A esos frutos los indigenas llamaron las lagrimas de oro. Nosotros lo conocemos como mamón"
Regionlitoral.net

viernes, 15 de noviembre de 2024

La Leyenda de la Tipa.


Un joven llamado Felipe, conquistador y colonizador andaluz, en sus años de trajinar lugares exóticos se enamoró de una bella indiecita, llamada Tipuán, y ella de él. Convivieron mientras él estuvo por esas tierras, pero quedó sola con dos pequeños cuando Felipe fue enviado a otros destinos y conquistando… otros amores. Tipuán y los niños extrañaban mucho a Felipe le enviaban cartas con cuanto viajero pasaba, hasta notas con aves mensajeras. Pasado mucho tiempo, el andaluz cansado ya de sus andanzas y casi borrado de su memoria, encontró el camino de regreso a su hogar; allí halló a Tipuán en singular y misteriosa metamorfosis… Sucedió que después de angustiante espera sus piernas comenzaron a dilatar y sus pies enraizaron al suelo, su cuerpo fue adquiriendo una áspera esbeltez vegetal. De sus brazos, manos y dedos brotaron ramas y hermosas flores amarillas que caían formando una alfombra sobre la hierba, cubierta de hojas verdes que comenzaron a gotear y sus semillas se dispersaban por todo el territorio; y subían por su tronco enredaderas entrelazadas entre sí, como un amoroso abrazo.
Dicen que la Tipa o Tipuana Tipú representa a esa indiecita, a la espera de su amado, enviándole mensajes con el vuelo de las flores y semillas, las gotas que caen de las hojas son lágrima por el amor ausente y las enredaderas con los bracitos de sus hijos que la abrazan y sobre ese manto precioso de flores amarillas duerme para siempre ese esposo ingrato.

Fuente: Parques Urbanos Gobierno de Salta.

Compartido por Enrique Hopman


jueves, 9 de septiembre de 2021

Leyenda Guaraní del Lapacho



Cuenta la leyenda que el Dios de los guaraníes cuando estaba dispuesta la separación de los hermanos Tupí y Guaraní un día antes de la partida de Guaraní, les dijo: "Los dos son y serán siempre conquistadores de tierras, el símbolo de sus conquistas será, que ustedes al asentarse en una comunidad marcaran con grandes árboles de distintos colores cuyo nombre será Tajy, "las tierras conquistadas". Y así Tupã Tenondete les entregó la semilla de estos fornidos árboles que había traído del "Yvaga", prometiendo que si cultivaban las semillas crecerían los árboles más grandes y ellos utilizarían la madera para todos utensilios que necesitaran: canoas, cubiertos, armas, flechas, casas. Desde que comenzó la conquista de los guaraníes se puede disfrutar por todos los caminos los lapachos de diversos colores: blancos, amarillos y rosados. Desde ese tiempo los guaraníes afirman que los lapachos siempre trae la fortaleza de Tupã a todo el pueblo, pues, al mirarlo y tocarlo, el árbol les transmite una fuerza incomparable, marcando claramente el territorio que pertenece a esta tribu. Por esto los guaraníes lo llaman "El árbol de Yvaga", el árbol de Tupã Tenondete.

Compartido por el gran historiador e investigador Esteban Snihur.

viernes, 4 de diciembre de 2020

El don del algodón - Leyenda Qom



En los tiempos antiguos no existían las estaciones siempre era primavera y los primeros habitantes vivían felices, agradeciendo constantemente al dios del Bien las abundantes cosechas. 

Mientras tanto el dios del Mal, que vivía en la oscuridad de la noche eterna, sentía crecer su rencor hacia los pobladores de la Tierra que nunca se acordaban de él, hasta que, por venganza decidió enviarle un castigo: creo el invierno, condenando así a los pobladores a vivir en el frio y en la oscuridad, sin el amparo del calor del dios del Bien.

Los pobladores no perdieron tiempo y enviaron sus representantes a suplicar la ayuda del dios del Bien.

“Ayúdanos, te lo rogamos, siempre te hemos alabados por todos tus dones y ahora estamos a punto de morir de hambre y de frío” – le suplicaron los representantes de los pobladores, al que el dios del Bien conmovido, colmó la tierra con su calor y convirtió a los representantes en flores de algodón que esparcieron sus semillas en la Tierra. Las semillas brotaron rápidamente y las plantas florecieron revelando los blancos copos de algodón. Los pobladores entonces fabricaron los telares y aprendieron a tejer el algodón para abrigarse en los inviernos que seguirían y esta fue la derrota del dios del Mal que enfurecido, hizo su último intento en contra de los pobladores, transformándose en la oruga rosada que ataca las cosechas de algodón.

Fuente: Mitos Indígenas de América

sábado, 17 de octubre de 2020

La leyenda guaraní del timbó



¿Conocés el triste motivo por el cual al timbó le dicen “oreja negra”?

El timbó es ese árbol que todos crecimos viendo mientras jugábamos. Y el pueblo guaraní le puso un curioso apodo que contiene una trágica leyenda.

Grande, majestuoso y famoso por su resistente madera. El timbó es una especie que se encuentra enraizada en distintos puntos de la Argentina. Uno de ellos es la provincia de Misiones, donde es considerado uno de los gigantes de la selva. De hecho, los guaraníes lo utilizaban para construir sus canoas. Y, gracias al fruto que produce de color negro, es que lo llamaron Kamba Nambi, lo cual significa "oreja negra". A partir de eso, comenzaron a explicar su origen mediante la historia de una familia quebrada y el sufrimiento agonizante de un papá.

El incondicional amor de padre e hija

Según cuenta el relato, hace mucho tiempo vivía en pleno corazón de la selva un poderoso cacique llamado Saguáa. Este tenía una hija de nombre Takuarée, a la que amaba incansablemente y que destacaba por su imponente belleza. El hombre estaba pendiente de la muchacha día y noche, al punto de que satisfacía todos sus deseos de forma complaciente.

Aunque todo cambió cuando llegó a la aldea un apuesto guerrero que pertenecía a una tribu muy lejana. Allí, la joven se enamoró perdidamente y tomó una drástica decisión: emprender una aventura juntos y abandonar a su padre. Lo hizo por sentirse incapaz de enfrentar el daño que podía causarle a aquel. Por lo que, con su amado, decidieron que partirían al nuevo destino sin avisarle.

Cuando Saguáa advirtió la ausencia de la muchacha se hundió en la más tremenda desesperación. Corría de un sitio a otro llamándola, sin poder aceptar lo que estaba sucediendo. Hasta que en el pico de la angustia se lanzó a los peligros de la selva en su búsqueda. Todo lo que quería era encontrar algún rastro que le permitiera localizar a su querida hija. Paralelamente, tuvo que luchar contra quienes intentaban disuadirlo de hacerlo. Sin embargo, el sufrimiento le impedía oír las recomendaciones del afuera.

Inclusive, hubo integrantes de su tribu que hicieron un enorme esfuerzo por frenarlo y lo interceptaron para que no avanzara. Pero él los apartó del camino con violencia y exasperación. De esa manera, se hundió en la vegetación del lugar mientras pronunciaba sin parar el nombre de Takuarée. Si bien las zarzas lo herían a cada paso que daba, el nativo seguía adelante. Es como si se hubiese vuelto inmune al dolor. Tal vez, uno de los motivos es que cualquier mal le parecía pequeño en comparación a su gran pérdida.


Los anhelos se convirtieron en tragedia

En medio del desvarío, el hombre creía escuchar los pasos de su hija. Por eso, se tiraba al suelo constantemente y ponía la oreja bien pegada a la tierra. Con la respiración en suspenso, escuchaba lo que pasaba debajo. Es que solo intentaba descubrir de dónde provenía ese sonido que le generaba esperanzas. No obstante, se le dificultaba percibir siquiera algo, así que continuó adentrándose en los matorrales y repitiendo la secuencia.

Hasta que el cansancio lo llevó a la muerte y lo dejó tendido en el piso. Se fue de este mundo con la cabeza clavada en el pastizal húmedo por el rocío y sus lágrimas de agonía. El cadáver fue encontrado por sus hombres después de transcurrido largo tiempo. En aquel momento, quisieron cargarlo para rendirle homenajes, rituales y enterrarlo entre los suyos.

Pero al levantar el cuerpo advirtieron con gran sorpresa que la oreja del costado sobre el cual yacía estaba adherida a la tierra. Fue así que comprendieron que la única solución posible era cortársela. Y al hacerlo, quedaron maravillados por lo que pasó. La oreja de Saguáa había echado raíces y se convirtió en un histórico árbol al que hoy conocemos como timbó.

Fuente: Ser Argentino - 16 de Otubre de 2020 

lunes, 21 de septiembre de 2020

Leyenda del Yacuruna (Iquitos/Amazonia Peruana)



La Selva Peruana, encierra un sin número de misterios y peligros en la profundidad de sus bosques; mitos y leyendas de seres mitológicos que forman parte del día a día de los nativos.

Y es que basta que alguien quiera tratar el tema, para que los mayores, sean hombres o mujeres, narren fabulosas historias sobre animales fantásticos, extrañas apariciones, brujería, magia negra y encantamientos que los presentes escuchan con avidez y respeto.

Uno de aquellos enigmáticos seres que habitan en aquellos lugares, es un demonio maligno llamado el Yacuruna.

El Yacuruna, del Quechua "Yaku" : Agua o Río y "Runa" : Hombre o Gente; literalmente "Hombre del río", es el espíritu mágico más importante de la selva baja. Manda sobre todos los animales y genios del agua, suele ser invocado por los chamanes y curanderos, en las sesiones de ayahuasca, tanto para hacer el bien como para hacer el mal.

Muchos consideran al Yacuruna un dios; que rige los ríos y los lagos de la Amazonía cerca de Iquitos. Él tiene el poder para convertirse en un ser humano; dando la apariencia de ser un tipo atractivo para las mujeres de la zona.

Usando sus poderes mágicos de seducción, tiene por costumbre engañar a las muchachas inocentes, enamorándolas y seduciéndolas; una vez que han caído a sus hechizos, rapta a estas mujeres para su hogar; en las profundidades del agua donde se convierten en los seres subacuáticos parecidos al Yacuruna, para nunca más verse otra vez por el mundo exterior.

Según esta leyenda de Iquitos, el Yacuruna en apariencia es parecido al dios Poseidón de mitología griega. Un Ser Anfibio, cubierto de escamas verduzcas, los ojos de un demonio lujurioso en búsqueda de víctimas.

Se dice que él Yacuruna viaja por los ríos y los lagos de la Amazonía por la noche montando un enorme cocodrilo negro, ataviado con una boa que lleva como un collar. También, algunos dicen que la Yacuruna se puede trasmutar en un delfín rosado. Además, muchas personas de Iquitos creen que el delfín rosado del rió es atraído hacia el olor de sangre de mujeres menstruantes. Una vez que su víctima inocente está ubicada, El Yacuruna puede transformarse desde la forma de un delfín en la imagen de un forastero bien guapo. Una vez en forma humana, la Yacuruna pueda hipnotizar a la chica y pueda usar artes para seducirla. Bajo de sus hechizos, la mujer está secuestrada por el hechicero y traída para su reino en las profundidades de los ríos y los lagos de la Amazonía.

Según cuenta la leyenda, el Yacuruna puede comunicarse con los animales acuáticos y utiliza sus poderes para dominarlos. Se afirma además que duermen durante el día en las profundidades de las aguas, pero cerrando solo un ojo, ya que siempre están en estado de alerta al tener numerosos enemigos, y tiene razones para ello, ya que en varias ocasiones los nativos a quienes les arrebato sus mujeres, intentaron cazarlo en su propio refugio, fracasando en su intento ya que generalmente terminan siendo devorados por los cocodrilos que custodian el lugar. Quienes pudieron escapar con vida, aseguran hacerlo visto dirigiendo los ataques y lo describen como parecido a los anfibios por el color azulado de su piel, extrañas protuberancias alrededor del cuello y poseer unos ojos de gran tamaño, por lo que están convencidos que no se trata de un ser humano. A pesar de que los brujos muchas veces pactan con estos demonios para llevar a cabo - según afirman - sus curaciones, maleficios o salvar la vida de algún desaparecido, se puede adivinar que tras la presencia de estas siniestras criaturas se esconde algo mucho más oscuro y aterrador, siendo la principal incógnita su procedencia.

Compartido por Damien Karras 

jueves, 13 de agosto de 2020

Leyenda guaraní del pitogüe (benteveo)


Una anciana arpía y la historia del pitogüe

Pitogüe, o simplemente pitohé, es el nombre que le dan en guaraní al benteveo, también apodado, en otros lugares: bienteveo, pitojuana, bienteví o bichofeo. Todos de origen onomatopéyico. Parda en su espalda, amarillo su pecho y cuello, y tiene una franja blanca cruzando su cara, a modo de vincha o tal vez de antifaz. se le atribuyen cualidades de mal agüero así como, por el contrario, de anunciar buenas nuevas, según la forma en que esté cantando. Los agricultores saben valorarlo porque come los insectos que dañan los cultivos.
La leyenda cuenta que en un rancho destartalado vivía una anciana guaraní con sus cuatro hijas a quienes manejaba en forma tiránica. Sus exigencias no tenían límites aunque ella hacía poco y nada. Cascarrabias y gritona, se pasaba dando órdenes. Con el correr del tiempo, las muchachas fueron encontrando sus compañeros, pero todos ellos aceptaban a regañadientes la situación de morar con semejante suegra.
Tenía la costumbre de fumar en cachimbo*, y como era holgazana y cómoda, pedía constantemente fuego para encender su tabaco: -che pito ogüe (mi pito se apagó)- decía a los gritos y debían traerle un tizón a la disparada. Ella pretendía disponer de las comodidades y atenciones que su finado marido nunca pudo darle. Exigía de las hijas mucho esfuerzo, sin tener los medios para un buen pasar. Su negra cabellera, sujeta con una vincha amarillenta y su vestido del mismo color, con un gastado rebozo* sobre su espalda, le daban un aspecto de vieja arpía, cuya escoba voladora era reemplazada por su cachimbo.

Muy pronto los yernos con sus respectivas esposas, no soportando más el carácter autoritario y mandón de la suegra, aprovecharon el momento en que dormía la siesta y la abandonaron. cuando se despertó comenzó a gritar: «Che pito ogüe… che pito ogüe… pero nadie acudió a su requerimiento. Enojada, se levantó y se dio cuenta que estaba completamente sola. Entonces, su enojo fue mayor y siguió gritando: Che pito ogüe.. enfurecida, como si aún pudiera ser atendida.

Desesperada en su soledad, apretando su inseparable cachimbo entre sus fuertes y largos dedos como si fuera un bastón de mando, salió fuera de la casa, recorrió los alrededores y se metió en el monte cercano en busca de sus hijas, siempre gritando lo mismo.

Gruñendo y rabiando cada vez más, sin darse cuenta de que, en su frenética carrera tras sus hijas, atropellaba cuanto había en su camino, sin sentir ni importarle zarzales ni plantas espinosas que desprendían jirones de su ropa y hasta desgarraban su piel.

Cansada pero sin dejar de marchar alocadamente, sintió un tirón en la cabeza al herirse el cuero cabelludo, en momento en que sus piernas, vacilantes ya, se enredaban en un ysypo (liana), y cayó al suelo cuan larga era. Tuvo una sensación de sequedad en la garganta por el hambre, la sed y sobre todo por la falta que le hacía su tabaco. Aún así seguía gritando: pitogüe…

Agotada, casi sin sentido, quedó tendida en el yuyal. Tupá, complacido por su triste destino, la convirtió en el ave que conocemos, despreciada por algunos y apreciada por otros, pero hermosa al fin y de agradable canto, aunque algunas veces un poco chillona.

El pitogüe construye su nido en pastos secos y alguno que otro pedazo de trapo o lana, cuando consigue. Es semejante en desorden y desprolijidad al rancho aquel habitado por la anciana.

Generalmente está lleno de mymyi (piojillos). Además, heredó los fuertes y largos dedos que sostenía con firmeza el cachimbo de antaño, el agudo pico como réplica de la puntiaguda nariz y el plumaje con los colores del vestido de la vieja, incluyendo la vincha amarillenta.

Si anda solo, parece llamar a su pareja con un grave: chee… o el característico: pitogüe… repetido de tanto en tanto. Pero al encontrarse, arman alboroto de gritos repetidos: pitogüe… pitogüe… que parecen estar colmados de alegría festejando el fin de una prolongada separación. Tal vez sea el recuerdo de la ausencia de sus hijas, que produjo aquella sensación de soledad infinita, sufrida en otros tiempos.

Glosario
Cachimbo: Una pipa de fumar tabaco.
Rebozo: Es una prenda de vestir femenina de forma rectangular y de una sola pieza: Miden entre 1.5 m hasta 3 m de longitud, y pueden ser confeccionados en algodón, lana, seda o articela. Son utilizados como bufandas o a manera de chales.
Fuente:
«Mitos y leyendas guaraníes» de Girala Yampey.

miércoles, 29 de abril de 2020

Las fases de la Luna - Leyenda Inuit


Hace mucho tiempo, en una aldea a orillas del río Yukon, vivían cuatro hermanos y una hermana. El más pequeño de los hermanos era el compañero de juegos de la niña. Los demás hermanos eran grandes cazadores y en el otoño se trasladaban a la costa, ya que vivían cerca del mar, y en primavera se iban a las montañas a cazar renos. El hermano menor nunca iba con ellos porque los demás le tenían por lento y perezoso.

Una noche que los hermanos llegaron a la aldea, agotados tras una larga jornada de caza, la niña les fue a llevar comida al Kashim (casa de la asamblea), donde los cazadores dormían. 

Cuando se dirigía hacia allí, la niña vio en medio del campo una alta escalera que llegaba hasta el cielo y una cuerda a su lado. Curiosa, subió por la cuerda. Mientras lo hacia, el hermano menor vio lo que hacia y fue a alertar a sus hermanos mayores :

“¡Nuestra hermana está escalando hacia el cielo! ¡Nuestra hermana está escalando hacia el cielo!”

“Oh, muchacho perezoso, ¿por qué nos despiertas con estas mentiras? “, dijeron.

“Venid y vedlo por vosotros mismos, ¡rápido!” –dijo sin aliento.

Efectivamente, la niña seguía subiendo por la cuerda pese a cargar aún con la comida para sus hermanos. El menor decidió ir tras ella y comenzó de inmediato a subir la escalera, mientras apenas podía ver ya a su hermana que trepaba por la cuerda. Tan alto subieron los dos, que la niña se convirtió en el sol y en la luna se transformo el muchacho.

Desde entonces, él la persigue pero nunca la alcanza: al anochecer el sol se pone por el Oeste y se ve a la luna aparecer por el Este para ir tras el sol, pero siempre es demasiado tarde, nunca lo alcanza.

La luna, al estar sin comida, poco a poco mengua por el hambre, hasta que casi se la pierde de vista. Es entonces cuando el sol, la hermana, se acerca y le da la comida que guardaba en el cesto que llevaba al Kashim para sus hermanos. Después de que la luna se haya alimentado, poco a poco va engordando y es más lento su periplo, por lo que el sol volverá a ir por delante y la luna pasará hambre de nuevo hasta que su hermana se apiade y vuelva a ofrecerle comida. De esta forma, se producen las fases de la luna que vemos todos los meses.

Fuente: Cuentos del Mundo
https://cuentosdelmundo.wordpress.com/2013/07/19/fasesluna-leyenda-esquimal/

domingo, 26 de abril de 2020

La Leyenda de la Yerba Mate


1-Un día JASY, la luna, quiso conocer de cerca la tierra. Le pidió  a su amiga ARAÍ,  la nube rosada del atardecer que la acompañara y juntas convertidas en dos hermosas muchachas bajaron y comenzaron su paseo por la selva.

Por primera vez podían caminar por la hierba fresca, escuchar el canto de los pájaros, sentir el perfume de las flores y verse reflejadas en las aguas cristalinas del río. ¡Todo era maravilloso!.



2- De pronto de entre la espesura de los árboles apareció un YAGUARETÉ dispuesto a atacarlas.
JASY Y ARAÍ quedaron inmóviles frente al feroz animal.
En ese mismo momento, un viejo cazador GUARANÍ se paró entre las muchachas y el YAGUARETÉ y apuntó con su arco y su flecha al animal.
El YAGUARETÉ al ver al anciano, escapó velozmente ocultándose nuevamente entre los árboles.


3- El viejo cazador invitó a JASY Y ARAÍ a su vivienda. Al llegar fueron recibidos por su mujer y su hermosa hija.
La familia ofreció a las dos muchachas lo único que les quedaba para comer: unos panes de maíz y luego las invitaron a descansar. 
A la mañana siguiente JASY Y ARAÍ se despidieron agradecidas y se marcharon. Cuando se habían alejado lo suficiente, volvieron a transformarse en luna y en nube rosada del atardecer y subieron al cielo. 
Desde ahí JASY siguió mirando al cazador, a su esposa y a su hija que con tanto cariño les habían dado de comer lo único que tenían en su humilde casa.


4- Luego de varios días JASY llamó a ARAÍ y le dijo:
Tenemos que premiar a esa familia que nos ofreció su casa y su comida.
Lo mismo he pensado yo, respondió ARAÍ.
La luna y la nube rosada, buscaron juntas un regalo, debía ser algo muy original… por fin tuvieron una gran idea.
Una noche volvieron a la selva y mientras la familia dormía plantaron en la puerta de la choza unas semillas celestes, luego subieron nuevamente al cielo. Desde ahí JASY iluminó fuertemente el lugar y ARAÍ dejó caer una suave lluvia.


5- A la mañana siguiente frente a la choza, habían crecido unos pequeños arboles, sus hojas eran de color verde oscuro y tenían flores blancas. Cuando el anciano despertó y salió, quedó maravillado al ver esas plantas desconocidas y llamó a su mujer y a su hija. Los tres miraban asombrados cuando de pronto el cielo se oscureció y apareció ante ellos una luz blanca, brillante que fue tomando forma de muchacha… era JASY que dulcemente les dijo:
-No tengan miedo, yo soy JASY la luna y vengo a premiarlos por su bondad. Esta nueva planta es la yerba mate y desde ahora será para todos los hombres de esta región, símbolo de amistad y alimento para beber.
Luego JASY le enseñó al anciano cómo debían tostar y moler las hojas del árbol para preparar la bebida y sonriendo volvió al cielo.


6- El cazador siguió las instrucciones, tostó las hojas y las molió, las colocó dentro de una calabaza, vertió agua caliente y con una pequeña y fina caña bebió.
Después pasó el recipiente a su mujer, para que probara… y a su hija… una y otra vez la calabaza pasó de mano en mano…. Había nacido el mate. 

Fuente: Sala Celeste - El blog de la Sala Celeste del Hogar San Rafael



sábado, 25 de abril de 2020

"Kospi", cómo nacieron las flores - Leyenda Tehuelche

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Hace mucho, muchísimo tiempo, las plantas aún no tenían flores. 
En ese entonces vivía en el sur una bella niña tehuelche llamada Kospi, de suaves cabellos y dulces ojos negros. Una tarde de tormenta, cuando el fulgor del relámpago iluminaba todos los rincones de la tierra, Karut (el trueno), la contempló asomada a la entrada del Kau (toldo) de sus padres.

La vio tan hermosa, que a pesar de que él era rústico, hosco y bruto, se enamoró locamente de ella. Ante el temor de que la linda niña lo rechazara, la raptó y huyó lejos, retumbando sobre el cielo, hasta desaparecer de la vista de los aterrados padres de la chica. Al llegar a la alta y nevada cordillera, la escondió en el fondo de un glaciar. Encerrada allí, fue tanto el dolor y la pena que sintió que de a poco fue enfriándose hasta que se convirtió en un témpano de hielo, fundiéndose con el resto del glaciar.

Tiempo después, Karut quiso visitarla y al comprobar su desaparición, se enfureció terriblemente lanzando bramidos de desesperación. Tanto ruido rodó hasta el océano y atrajo muchas nubes que empezaron a llover y llover sobre el glaciar hasta derretirlo completamente. Así, Kospi se transformó en agua y corrió de prisa montaña abajo en torrente impetuoso. Luego se deslizó por los verdes valles y empapó la tierra.

Al llegar la primavera, su corazón sintió ansias de ver la luz, de sentir la cálida caricia del viento y de extasiarse contemplando el cielo estrellado por las noches. Trepó despacio por la raíz y tallo de las plantas y asomó su preciosa cabecita en las puntas de las ramas, bajo la forma de coloridos pétalos. Habían nacido las flores. Entonces todo fue más alegre y bello en el mundo. Por ese motivo es que los tehuelches llamaron Kospi a los pétalos de las flores.

Fuente: Leyendas de la Patagonia
http://www.tumirador.com.ar/leyenda_desplegada.php?id=57



sábado, 13 de julio de 2019

La luna y el jaguar - Leyenda Guaraní (Eclipses)




En una arete fiesta muy grande, el pueblo se encontraba gozando de la abundancia del maíz danzando y bebiendo el sagrado kägui (bebida especial de las fiestas) en agradecimiento a las bondades de Ñande Ru Tumpa nuestro Padre Dios. 

Una pareja, tenía por hija a Inomu, una joven muy hermosa, la misma que acompañaba a sus padres rodeada de otras muchachas de la aldea. Sin embargo, nadie se había percatado de que la doncella enamoraba a escondidas con el apuesto Tatu Tumpa Dios Armadillo. Cierta mañana, una Ärakua (pava silvestre) entonó una melodía, diciendo: "ärakua pichuikua, ärakua pichuikua... Inomu ipurua vìari, Inomu ipurúa vìari... ärakua pichuikua, ärakua pichuikua... Inomu está embarazada, Inomu está embarazada...".

Pasmados por semejante noticia, los danzarines dejaron de entonar sus canciones y los presentes, interrumpiendo la fiesta, comenzaron murmurar en contra de la bella Inomu que había deshonrado a la familia y violado las buenas costumbres de la aldea. Los padres de la joven, muy avergonzados por la actitud de su única hija, abandonaron la fiesta y se apresuraron a despedirla de la aldea. De nada sirvieron las desesperadas súplicas de la muchacha por tratar de convencer a sus padres...

Inomu, expulsada y martirizada por semejante humillación, lloraba desconsoladamente por la selva esperando que alguien se apiade de ella. Fue entonces cuando uno de sus hijos, desde sus entrañas, le pregunta: "¿por qué lloras querida madrecita?" Inomu les explica lo sucedido a sus hijos, y ellos la consolaron y se comprometieron a indicarle el camino que conduce a la casa de su padre, el Tatú Tüpa dios Tatú, con la condición de que ella recogiera todas las flores que encontrara a su paso. Así, cargada de flores, Inomu caminaba por la selva, hasta que se cansó y se quejó diciéndoles: "¿No les da pena sacrificar ustedes más a su madre, cargándola de tantas flores?. Los niños, entonces, se enojaron con su madre y no le volvieron a hablar más.

Inomu se equivocó de camino y llegó a la casa de los jaguares, quienes no tardaron en devorada, pero los gemelos fueron salvados por la madre (una anciana) de estos jaguares. Cuando los niños crecieron, vengaron la muerte de su madre matando a todos los jaguares, menos a uno de ellos que tenía dos cabezas, quien herido de una de las cabezas corrió a ocultarse debajo del tíru manto de una anciana que se encontraba sentada en una colina (era Yasì la Luna). Cuando los jóvenes llegaron ahí, Yasì Luna les mintió diciendo que no ocultaba a nadie. Pero cuando ellos se alejaron, Yasí gritaba: ¡Peyuuuuu, ko Yagua che reutamaaaa...!¡Auxilio, que el jaguar me está devorando! 

Mas cuando los gemelos regresaron, Yasí se revolcaba riendo a carcajadas. La misma broma repitió por segunda y tercera vez. Entonces, los gemelos le dijeron: "Arakae yave ndekueraií kuri esapukaitei eiko, yaecha kia tou tande repì kuri yagua iyurugui". "En vano pedirás auxilio cuando algún día el Jaguar te devore de verdad, porque nadie vendrá a tu rescate".

Los guaraní creen que cuando la luna se oscurece (eclipse) es que el Jaguar la está devorando. Para ahuyentarlo, los hijos primogénitos deberán gritar a todo pulmón y la población entera provocará estremecedores ruidos a fin de que el Jaguar se asuste y no acabe con la luna. La mancha que se observa en la luna, es la figura de un jaguar acostado dentro del manto de Yasi, según ellos. 


Fuente: Blog La Luna y el Jaguar: Fábulas, mitos y leyendas del Pueblo Guaraní

La luna y el jaguar: fabulas, mitos y leyendas del pueblo guaraníFuente: Blog La Luna y el Jaguar: Fábulas, mitos y leyendas del Pueblo Fuente: Blog La Luna y el Jaguar: Fábulas, mitos y leyeFuente: Blog La Luna y el Jaguar: Fábulas, mitos y leyendas d


miércoles, 27 de febrero de 2019

La leyenda de la Victoria Régia - Leyenda Tupí Guaraní


Vitória-Régia es una flor acuática que sólo existe en Amazonas. Su belleza la distingue de las demás plantas típicas de la selva, con otra peculiaridad, la flor sólo se abre durante las noches. ¿De donde viene esta flor?

Cuenta la leyenda brasileña, muy conocida en todo el país (sobre todo en el norte), que existía una india de origen tupi-guarani que se llamaba Naiá. Los indios consideraban a la luna un dios, masculino. La luna enamoraba a las jóvenes indias y cada día cuando se escondía se llevaba una consigo para después convertirla en una estrella del cielo.


Naiá estaba locamente enamorada por la luna, y tal llegó su pasión que comenzó a obsesionarse con ella. Por las noches subía a lo alto de las montañas para que la luna se la llevara, sin suerte, y así repetía todos los días. Una noche que proseguía con su búsqueda de la luna, reparó en ella en un río. Creyendo que su reflejo en el agua era la propia luna se tiró sin pensárselo a por ella, tal fue su desilusión al desvanecerse su silueta que no se dio cuenta en que la corriente la estaba llevando río abajo. La india Naiá murió ahogada.

La luna cuando se enteró de la historia de Naiá se sintió impactada y quiso recompensar el sacrificio de la india convirtiéndola en una “estrella del rio”, de tal forma que la convirtió en flor, sólo pudiendo abrir sus pétalos a la luz de la luna.


Fuente: Viajes y Estilo de Vida - Leyendas de Brasil http://www.carpe-diem.today/blog/2015/vitria-rgia

sábado, 23 de febrero de 2019

La leyenda nativa americana del Gigante Durmiente y la codicia del Hombre Blanco


Sleeping Giant (‘Gigante Durmiente’) ( ¡CC BY-SA 3.0), nativos americanos Ojibwe danzando en la nieve, ilustración de George Catlin (Public Domain)
Autor: Kerry Sullivan


No hace mucho tiempo, una tribu nativa americana conocida como los Ojibwa recorría la región de los Grandes Lagos, entre los Estados Unidos y Canadá. Eran muy queridos por el poderoso dios Nanabozho, a quien complacía mucho su naturaleza industriosa y su noble carácter. Pero corrían tiempos difíciles. El Hombre Blanco había llegado y estaba destruyendo lentamente el modo de vida Ojibwa con su agua de fuego y sus enfermedades. Nanabozho vio entonces una forma de ayudar a los pacíficos Ojibwa, pero les advirtió que si su generosidad era revelada al Hombre Blanco, transformaría su don en una maldición y se desvanecería entre las piedras.

El Gran Espíritu de las Aguas Profundas, Nanabozho, condujo al jefe Ojibwa de la mano y le mostró un estrecho túnel en la zona norte-noroeste de Thunder Bay, en lo que hoy es la provincia canadiense de Ontario. Allí, el jefe descubrió una inmensa mina de plata. Rápidamente, llamó al resto de la tribu para que se reunieran con él y, tras dar gracias a Nanabozho y rendirle culto, empezaron a extraer el mineral. Muy pronto, los Ojibwa fueron famosos entre los indios algonquinos por su fina artesanía y sus ornamentos de plata. Nanabozho era más querido que nunca por la tribu Ojibwa, y también por el resto de tribus algonquinas.

La envidia de los Sioux

Sin embargo, no todo el mundo estaba contento de admirar la bendición recibida por la noble tribu Ojibwa. Los guerreros Sioux sintieron una envidia creciente de los ornamentos de plata que lucían sus enemigos. Por esta causa, siguiendo la pista de la mina de plata, cayeron sobre el campamento Ojibwa. Intentaron todo lo que estuvo en su mano para arrancarles a los hombres de la tribu Ojibwa cuál era el origen oculto de aquella plata. Asaltaron el campamento, torturando y asesinando a los Ojibwa para conseguir que les confesaran la secreta localización de la mina. Pero a pesar de todo, los leales Ojibwa jamás revelaron el secreto de la generosidad de Nanabozho.

Miembros de la tribu de los Sioux (Public Domain)

Al darse cuenta de que su tosca táctica no daba resultado, los Sioux decidieron intentarlo de otro modo. Los astutos jefes Sioux disfrazaron a uno de sus más hábiles exploradores como a un miembro de la tribu Ojibwa y le ayudaron a introducirse en su campamento sin ser visto. Una vez allí, el explorador Sioux observó y escuchó. Muy pronto, conocía la secreta localización de la mina, y rápidamente fue a contarles a sus jefes su descubrimiento.

Sin embargo, cuando volvía a su poblado, el explorador Sioux cometió el grave error de parar en un puesto comercial para comprar algo de comida. Sin nada con que pagar, ofreció uno de los pedazos de plata que había robado a los Ojibwa como prueba de su descubrimiento de la mina. Los comerciantes blancos abrieron sus ojos como platos ante la visión de una plata tan pura. Como si sus mentes fueran una, los hombres blancos se abalanzaron sobre el explorador Sioux a fin de descubrir de donde procedía aquel valioso mineral.

La ambición del Hombre Blanco

A diferencia de los Sioux, el Hombre Blanco es muy taimado y sutil a la hora de persuadir a alguien. Los comerciantes ni siquiera mencionaron la plata ni se mostraron sorprendidos de que un simple explorador estuviera en posesión de tales riquezas. Por el contrario, se ofrecieron a invitar al explorador Sioux a una bebida. Y luego a otra, y otra, y otra, hasta que el agua de fuego le soltó la lengua. Solo entonces los astutos comerciantes blancos supieron dónde había conseguido el sioux una plata tan bella. El ingenuo explorador accedió finalmente a mostrarles la mina.

Pero Nanabozho es uno de los más poderosos dioses del panteón algonquino. No hay nada que escape a su conocimiento. El dios había visto al explorador Sioux infiltrarse en el campamento Ojibwa sin ser visto, y decidió dejar que los acontecimientos siguieran su curso. Sin embargo, cuando vio al explorador cada vez más borracho del licor del Hombre Blanco y revelándoles el secreto del origen de la plata, Nanabozho supo que debía intervenir.
La ira de Nanabozho

Mientras el explorador Sioux y los dos comerciantes blancos se encaminaban hacia Thunder Bay, Nanabozho invocó una poderosa tormenta. Los vientos aullaban, se desataron lluvias torrenciales y las olas del Lago Superior alcanzaron la altura de las montañas. Los indios algonquinos que vivían a orillas del lago estaban aterrados, ya que eran conscientes de que una tormenta como ésta solo podía ser obra de un dios furioso.

Nanabozho entre las aguas (Ilustración de R. C. Armour, de su libro ‘Cuentos de hadas, folklore y leyendas de los indios norteamericanos’, editado en 1905 (Public Domain)

Cuando el tiempo finalmente se calmó, los dos comerciantes blancos habían muerto y el explorador Sioux se encontraba acurrucado en su canoa, balbuceando como un poseso. Además, donde hubo en el pasado una amplia entrada a la bahía, ahora había una formación rocosa de gran tamaño bloqueándola. Era Nanabozho, tumbado boca arriba para cerrar la bahía, con sus brazos cuidadosamente cruzados sobre su pecho. El dios se había desvanecido, justo como había predicho que ocurriría si algún día el Hombre Blanco conocía la existencia de la mina de plata. La propia mina quedó sumergida, pisada por Nanabozho. Los Ojibwa, capaces de leer las señales, abandonaron sus trabajos en plata y dieron gracias a Nanabozho por el tiempo durante el cual habían tenido acceso a la mina.

Pero a pesar de todo, el Hombre Blanco no obedece a esta restricción. Loco de codicia, sigue buscando a día de hoy la manera de extraer el precioso mineral de la bahía. Aun así, quien intenta adentrarse en los pozos mineros enseguida se encuentra con el peligro de inundación en el túnel por la filtración de las aguas de las mareas. Muchos han muerto en el intento. Incluso los esfuerzos más recientes por bombear agua de los pozos para drenarlos han fracasado. No se ha conseguido extraer ni un gramo de plata del Islote de la Plata del Sleeping Giant (‘Gigante Durmiente’) desde la furiosa tormenta desatada por Nanabozho.



Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

Fuentes: Ancient Origins

Bélanger, Claude. "Nanabozho Indian Story of the Creation."L’Encyclopédie De L’histoire Du Québec / The Quebec History Encyclopedia. Marianopolis College, 2004. Disponible en: http://faculty.marianopolis.edu/c.belanger/quebechistory/encyclopedia/NanabozhoIndianstoryofthecreation.htm.

First People - The Legends. "The Sleeping Giant: An Ojibwa Legend."Native American Indian Legends. The First People, 2016. Disponible en: http://www.firstpeople.us/FP-Html-Legends/TheSleepingGiant-Ojibwa.html

Kaminski, June. "Gichigami." Chi Mandoo. Great Spirit of Anishinabe Ojibwa Ancestors, 2008. Disponible en: http://www.chi-manidoo.com/gichigami2.html

Tourism Board of Thunder Bay. "The Sleeping Giant." The Sleeping Giant. The City of Thunder Bay, 2016. Disponible en: http://www.thunderbay.ca/Visiting/Beyond_The_City_Lights/About_Thunder_Bay_and_Region/local_legends/sleeping_giant.htm



viernes, 14 de diciembre de 2018

El origen del maìz


Los antiguos pobladores de los Andes se alimentaban de muchas verduras, legumbres, cereales y carnes de animales domésticos que les proporcionaba la Madre Tierra. Los ancestros vivían en un mundo de armonía gracias a que eran muy organizados para trabajar en la chacra y todo lo hacían con el permiso y consentimiento de la Madre Tierra, respetando los calendarios agrícolas naturales que les proporcionaba el Padre Sol y la Madre Luna, los encargados de coordinar las temporadas de lluvia, de estío y la programación las fechas memorables y festivas durante el año.

Sin embargo, llegó una época de sequías y escasez de lluvias especialmente para los pueblos de las altas punas donde el frío los castigaba duramente y no tenían suficiente comida para sobrevivir; estos pueblos se volvieron guerreros y comenzaron a invadir los valles quechuas pidiéndoles que les proporcionarän cereales para su alimento o que les dejaran ocupar sus tierras.

Los quechuas querían llegar a acuerdos de paz porque la vida se hacía más difícil peleando entre hermanos, sin embargo, el Inka ordenó que todos los jóvenes más fuertes de los ayllus, al mando de sus curacas, se organizarán para enrolarse al ejército y hacer frente a los invasores que invadían las mejores tierras de cultivo, en una guerra sin precedentes.

Los jóvenes de todos los ayllus asistieron a la convocatoria del Inka, pero en el más noble de los ayllus había una pareja de jóvenes enamorados que recientemente se habían jurado amor eterno para formar su hogar y tener niños, a quienes el Inka y el curaca les habían otorgado recientemente un terreno para que allí construyeran su morada y cultivarán la tierra. 
-Querida esposa, amada mía, -dijo el joven a su esposa -tengo la responsabilidad de ir a luchar por nuestros ayllus y defender nuestras tierras; todos los jóvenes están yendo y yo también debo ir a enfrentar al enemigo y quiero que tú me esperes en casa, yo volveré con la victoria, por la paz de nuestros ayllus-

Ella asiente resignada y entre lágrimas manifiesta su deseo de acompañarle en la jornada violenta: -Mi esposo, yo debo acompañarte, cantaremos las cashuas para que nuestros apus no permitan que los ríos se tiñan de rojo con la sangre de nuestros hermanos; yo quiero estar cerca de ti para atenderte si es que hieren a tu cuerpo-

-No puedes venir conmigo, yo quiero que te quedes en casa, me muero si te pasa algo en la guerra, la cashua lo harán las chayñas, tu quédate en nuestro ayllu cuidando nuestro ganado, yo volveré triunfante de la guerra- contestó el joven guerrero, que partió llevando en su alforja algunas piedras protectoras consagradas por su amada.

La joven quedó intranquila entre el temor que su marido pudiera perecer en la guerra y quedar sola sin su amado eterno. Esa misma noche y sin poder dormir, se dirigió a la cocina donde aún se percibía el calor del fogón a leña, se sentó junto a la hornilla sobre el poyo del fogón, luego tomó un cuchillo fino y sin pensarlo dos veces, se cortó las dos trenzas de su cabellera hermosa para unir sus cabellos negros y largos con los hilos finos de alpaca y se puso a tejer un hermoso unku para su amado, de tal manera que sus cabellos mezclados con la suave fibra de alpaca quedarán en la parte del tórax para que proteja el corazón del guerrero.

Trabajó dos días sin descanso, apenas dejaba el tejido para tomar sus alimentos y dormir un poco llevada por el cansancio. Cuando el unku estuvo terminado, lo envolvió en su lliclla y preparando su alforja, partió al campo de batalla llevando yerbas medicinales, abrigo y sobre todo su decisión férrea de ayudar a su amado en la guerra.

Al llegar al campo de batalla se encontró con las chayñas que cantaban cánticos de guerra y de piedad detrás de un peñasco para que no les llegaran los proyectiles disparados por las hondas; en un momento se unió a ellas cantando las cashuas mientras divisaba donde se encontraba su marido.

De pronto logró apartarse de las chayñas y pudo ver a su marido en plena lucha cuerpo a cuerpo, con makana en mano iba derribando a un grupo de cinco atacantes que lo acechaban, mientras que de algunos metros de distancia un francotirador furtivo apuntaba con su arco una terrible flecha contra su amado guerrero; ella al darse cuenta corrió desesperada para prevenir a su esposo, pero al llegar a su lado para avisarle el arquero ya había lanzado la fatídica flecha que alcanzó a incrustarse en el pecho de la mujer enamorada que cayó mortalmente,desfalleciendo ensangrentada sobre el piso.

El guerrero dejando su pelea abrazó a su amada que llevaba entre sus manos el unku tejido con sus cabellos y apenas ella pudo decir cuánto lo amaba y alcanzarle el unku a su esposo y poco a poco se fue muriendo entre sus brazos. El joven desesperado lanzó un grito desgarrador que vertía de lo más profundo de su ser, tan fuerte y tan lastimero que los combatientes dejaron de pelear y el grito seguía sonando entre los cerros que respondían con eco mientras las chayñas cantaban la cashua de la muerte; el guerrero lloraba a cántaros y sin consuelo, todos querían socorrerle pero no permitía que nadie se acerque a su cuadro de dolor, sobre el cadáver inerme de su mujer caían sus lágrimas junto a la flecha incrustada en su pecho.

La guerra se fue paralizando pero el guerrero no dejaba de llorar sobre el cuerpo de su amada, los guerreros decidieron marcharse, era la mujer, hija predilecta de la Madre Tierra, la única víctima femenina que moría como si se tratara de la misma Pachamama atacada por la guerra injusta.

Finalmente el campo quedó vacío con sus huellas de sangre, los muertos fueron recogidos por los ayllus, pero el joven no quería retirarse de su amada ni que nadie la tocara con la flecha sobre su pecho, allí se quedó llorando todo el día y toda la noche. En el cielo, las estrellas titilaban de tristeza y el Chukichinchay le pedía a la Madre Luna que hablara con el Sol para que tenga misericordia con sus hijos.

Al amanecer el padre Sol tenía un plan resuelto. Durante la noche la Pachamama ya había cubierto todo el cuerpo de la ñusta, solo quedaba la flecha erguida hacia el Sol, mientras el guerrero no dejaba de llorar y sus lágrimas formaban un charco junto a su amada.

El ol apareció entre los cerros con su fulgurante luz; cuando de pronto la flecha se puso verde y frente a los ojos del guerrero comenzó a crecer y a crecer, pero él no dejaba de llorar, de pronto de la flecha comenzaron a salir unas hojas largas como brazos que con el viento rozaban el cuerpo y rostro del guerrero. No podía creerlo, se frotaba los ojos, se puso a acariciar a la flecha en vez de odiarla y las hojas largas no dejaban de acariciarle, se paró sobre la planta y de súbito comenzó a aparecer un fruto entre el tallo y las hojas. El Sol ya estaba en el cenit y el fruto se engrosaba más y más, el hombre acariciaba el fruto y entre tanto aparecieron en la parte superior los cabellos de su amada pero con los colores del Sol que hermosos volaban con el viento... él no podía creerlo, escarbó el suelo y su amada ya no estaba debajo de la tierra, levantó los ojos y el fruto abrió sus hojitas como pancas y apareció la sonrisa de su amada con sus dientes blancos que le decían:

-Ya no sufras por mí amado esposo, ahora soy eterna, el Padre Sol me otorgó la vida para estar contigo para siempre y proporcionar tanta comida para que los hermanos ya no vuelvan a pelearse nunca y siempre sea paz en nuestros valles... El guerrero cayó desmayado de emoción, pero al despertar, se había convertido en un hermoso pájaro que nunca más se separaría de su amada. Luego el Sol llamó al Inka y le ordenó cultivar la nueva planta que había nacido del amor y que en adelante serviría de alimento para todo el mundo, que ya no tendría que pelearse jamás.

- Que los hombres se alimenten del amor -dijo el padre Sol- la planta llevará el nombre de la ñusta: “Sara” ha de llamarse, y el guerrero vivirá eternamente con ella y llevará por nombre “Sarapoqochi” tendrá por tarea hacer madurar a Sara y limpiará sus espigas. También podrán alimentarse del tronco de Sara, que tiene el sabor dulce de las lágrimas del guerrero para que nunca se olviden del suceso y ya no se peleen entre hermanos.

Y así es como nació el maíz entre los hombres.

Por Numitor Hidalgo
Fuente : El Orejiverde - 15 de Abril de 2018

Agradecimiento
A Amalia Noemí Vargas el habernos acercado este texto de Numitor

Glosario:
Cashuas:danzas ancestrales andinas 
Chayñas: mujeres que entonan los cantos originarios andinos 
Lliclla: Manteleta vistosa de color distinto del de la falda, con que las mujeres indígenas de los Andes se cubren los hombros y la espalda.
Chukichinchay: Constelación