La Escuela como oportunidad de futuro
Escribe: Julieta Montero
El edificio de la Escuela Intercultural Bilingüe Nro. 807 es nuevo,
amplio, brillante como la tierra roja sobre la que se levanta. Pero en la Aldea
Fortín Mbororé, la comunidad mbyá guaraní más grande de Misiones, las cosas no
siempre fueron así. Mucho ha cambiado en estos casi 30 años de escuela.
Cuando el Dr. Luis Honorio Rolón la fundó en 1986, era una escuelita
municipal con 15 alumnos entre niños, jóvenes y adultos. Ángela Sánchez era
docente, directora y portera. Hoy asisten todos los días 413 chicos y 28
docentes, entre los que se encuentran cinco auxiliares docentes de origen mbyá
guaraní. Además de la escuela primaria, hace unos años se incorporó el nivel
inicial y en 2014 comenzó a funcionar la secundaria.
Ese crecimiento fue acompañando en buena medida el crecimiento de la
comunidad, que en estos años pasó de 25 a 300 familias. Sin embargo, maestros y
padres reconocen que los saltos mas significativos se produjeron a partir de
2005, como resultado de una serie de cambios que vinieron de arriba, de abajo y
del costado.
Algunos de esos cambios son el resultado de la sanción de la Ley
Nacional de Educación, que estableció un nuevo marco para la Educación
Intercultural Bilingüe y creó el Consejo Educativo Autónomo de los Pueblos
Indígenas (CEAPI), una entidad representativa de los pueblos originarios a
nivel nacional. Otros cambios resultaron de políticas más generales pero con
impacto local, como la Asignación Universal por Hijo (AUH), que facilitó la
inserción temprana de los más chicos de la comunidad, celosamente custodiados
por sus madres.
Pero todas
estas causas desde afuera se encontraron con necesidades y
demandas desde la propia comunidad, con nuevas expectativas puestas en la
escuela que encontraron respuestas desde adentro. Estos cambios de
intereses, objetivos y formas de organización de la enseñanza suponen un
desafío para la escuela y también para la comunidad, en la búsqueda de nuevos
equilibrios entre la tradición y el futuro. Equilibrios donde los protagonistas
son muchos y diversos.
Maestros de compromisos múltiples
Por lo que
cuentan, quienes trabajan en esta escuela la eligen, no llegan acá sin saber o
querer. “El maestro de esta escuela no es cualquier maestro”, dice
Estela, la directora. Y no hay dudas de eso. Un maestro una vez llevó un pulmón
de vaca. Otra atendió un parto y escribió un libro. Y otro tiene un blog sobre
los derechos de los pueblos indígenas con más de cien mil seguidores.
Estela
Britez, que llegó hace 28 años y es directora de la escuela desde 1998, habla
guaraní de cuna: sus padres son paraguayos emigrados a Alem. “Todo lo
que yo traía del magisterio lo guardé un tiempo y recién cuando empecé a
conocer a los niños de la comunidad y a entender un poco la cultura me animé a
decir‘bueno, esta es la manera de trabajar con estos niños para que lo que yo
les enseño les sirva realmente’”. Ese aprendizaje de años convierte en la
actualidad a esta escuela en un referencia sobre educación intercultural
bilingüe para otras instituciones de Misiones.
Petrona
González es maestra de quinto grado. También habla guaraní de cuna, porque
nació en Paraguay. “A mi me gusta hacer lo que a los chicos les gusta, es la única
forma de que ellos se apropien del aprendizaje”, dice. Por eso hizo un
trabajo con los chicos sobre hierbas medicinales, a partir de saberes que
aprendió de su propia familia y de los aportes de los abuelos de Mbororé. De
esa experiencia surgió un material de lectura usado en toda la provincia,
ilustrado por los propios chicos. Petrona también escribió el libro bilingüe Raíces
vivas, en la que recopila cantos, oraciones y otros elementos de la cultura
local, un trabajo que le llevó más de 10 años y que fue declarado de interés
provincial.
Ricardo
Bley es maestro de matemática y ciencias naturales en sexto y séptimo grado.
Aunque es misionero, aprendió guaraní de los chicos cuando trabajaba en primero
y segundo año. Para ciencias naturales salen de paseo por el monte a ver lo que
se explica en el aula. Y en ovaciones especiales, preparan proyectos
especiales. “El año pasado hicimos una máquina para destilar. Como los
chicos estaban tomando chocolatada, pusimos un poco en la máquina y del otro
lado salió agua. Hasta el cacique estaba sorprendido”.
José
Javier Rodas también es maestro en la escuela y especialista en enseñanza
intercultural. Él fue uno de los motores para la concreción del nuevo
secundario. Su compromiso va más allá de la escuela y es también con la
difusión de esta cultura. Por eso escribió el libro Los Derechos de los
Pueblos Originarios y actualiza el blog Crónicas
de la Tierra sin Mal, en donde recopila noticias de interés sobre
las comunidades nacionales y regionales y que hoy tiene 233.128 seguidores en
Facebook.
Los jóvenes: nuevos maestros
Beto, Diego y Alberto Benítez son mbyá guaraní y nietos Dionisio Duarte,
un viejo y querido Cacique General de Misiones. En la escuela trabajan desde
2005 como Auxiliares Docentes Indígenas (ADIs), con la tarea de acompañar a los
demás maestros y enseñar la cultura y la lengua guaraní. Y al igual que sucede
con los anteriores, su compromiso con la transmisión de su cultura va mucho más
allá de las paredes de esta escuela.
Como su primo y su hermano, Diego llegó a ser ADI a través de una
convocatoria del Ministerio de Educación de la provincia, en la que se
capacitaron varios jóvenes mbyá guaraní. Una vez que terminaron la formación de
dos años y aprobaron el examen final, fueron ubicados en escuelas de destino
con la aprobación de la comunidad. Los Benítez, aunque no son de Fortín
Mbororé, vinieron a la Escuela 807.
Para Beto,
su trabajo no es cualquier trabajo. “Lo que aprendí de mi abuelo se los
enseño que hoy a los chicos”, dice, “y por eso me gusta mucho
enseñar, porque viene de mi raíz, de mi abuelo”. El trabajo de los
ADIs es para él un trabajo sobre la palabra. “Decía mi abuelo que el
ayvu, la palabra, es inmortal. La palabra si vos la sabés escuchar e
interpretar nunca te la olvidás y eso que aprendiste un día se lo vas a enseñar
a tus hijos y ellos la van a llevar. Por eso la palabra nunca muere, se lleva
de generación en generación”.
Esa
palabra heredada no es solo para los mbyá, es para todos. Porque contar la
cultura es para Beto una forma de luchar contra la discriminación que aun
existe.“Hay mucho desconocimiento de la cultura guaraní, porque los libros
dicen que somos nómadas o cazadores- recolectores, pero las costumbres cambian,
nosotros cambiamos (…) Pero no es tan fácil discriminarte si te conozco y sé de
dónde venís”. Con su trabajo, aporta un granito de arena que lo llena de
orgullo. Como lo llena de orgullo también ser uno de los referentes
provinciales en el CEAPI.
Carlitos también es ADI, pero además es alfabetizador y coordinador
provincial del Plan de Capacitación Bi Alfa Mbyá Guaraní – Castellano. Se trata
de un programa que busca alfabetizar a aquellos que ya no asisten a la escuela:
los adultos de las 140 comunidades que hay que Misiones. Los materiales
didácticos fueron diseñados por especialistas y docentes de la escuela 807,
como el mismo Carlitos y Javier Rodas.
Nuevas prioridades para la escuela
Para la
directora de Fortín Mbororé, el nuevo edificio no es solo un cambio de
escenografía, sino la expresión más concreta de otros cambios que se han dado
en la escuela y en la comunidad. O mejor, entre la escuela y
la comunidad, que “hoy nos mira diferente y nos exige otra cosa”. Esas
nuevas expectativas tienen que ver con preparar a los jóvenes para el futuro. “La
escuela de antes era para acompañarlos a hacer las gestiones en el centro, para
sus documentos y sus vacunas, pero hoy nos piden una escuela para formarlos
para un secundario o para profesionalizarse más adelante”, cuenta
Estela.
Desde la
escuela también vieron esta necesidad de fortalecer el español entre estos
chicos acostumbrados a los muchos idiomas de la frontera. Ricardo, el profesor
de matemática, recuerda que al principio los pocos egresados que se animaban a
la escuela secundaria en Puerto Iguazú duraban muy poco. “Después de
muchas reuniones y debates nos dimos cuenta que tenía que ver mucho la lengua:
como comprendían muy poco del castellano, en otras escuelas abandonaban”, cuenta.
Hacer lugar a lo nuevo
Rosendo Moreira
chamán de Fortín Mbororé. Parte de su trabajo y obligación es contar la
cultura, trabajo que también cumple en la escuela, donde es invitado con
frecuencia para hablar de “la cultura de antes”. “Muchas
costumbres de antes se abandonaron, los chicos no las conocen aunque tienen
abuelas y abuelos que las pueden contar”, piensa Silvino. Pero
esto, en coincidencia con el cacique, no necesariamente representa un problema,
porque hay nuevos saberes que ocuparían el espacio de las tradiciones. Porque “es
bueno que los chicos estudien, eso es un futuro para ellos.”
La nueva organización de la enseñanza, las decisiones comunitarias que
la sustentan y la presencia menos constante de la palabra de los abuelos,
parecen plantear para la comunidad de Mbororé una situación de transición. En
eso, en la resolución de la tensión entre tradición y cultura del blanco, queda
mucho camino por recorrer. Un camino donde la mirada está puesta en el futuro
pero también en la experiencia de otras comunidades que ya lo han recorrido,
como las comunidades del Chaco, el sur argentino o incluso los guaraníes de
Brasil. Y en esto, maestros, jóvenes y abuelos están de acuerdo.
Más escuela, más futuro.
En el año
2010, la situación precaria de los jóvenes de la comunidad comenzó a ocupar
buena parte de la agenda mediática local, lo cual interpeló a varios docentes
de la zona. Fue así que Alejandra González y su marido Jorge Vallejos, de una
escuela secundaria cercana (el BOP 89) junto al maestro de la 807 Javier Rodas,
realizaron un censo para evaluar la demanda y elaboraron un proyecto para la
apertura de un secundario bilingüe. “En la otra escuela, me llamaba la
atención que las chicas quedaban embarazadas muy jóvenes y dejaban la escuela,
más tarde los varones”, dice Alejandra, “no llegaban ni a terminar el
primer año: desde 2009 que empezamos solo egresaron tres chicos y hoy hay solo
cuatro alumnos de Fortín Mbororé cursando”.
Su trabajo
y preocupación dieron resultado. En 2014 se inauguró el Bachillerato Orientado
Provincial N° 111 Tekoa Fortín Mbororé, la primera escuela secundaria de
jóvenes y adultos de la provincia ubicada dentro de una comunidad indígena y
una de las primeras del país. Alejandra es la orgullosa directora, feliz de
poder dar respuesta a las preocupaciones que manifiesta la comunidad sobre la
formación para el trabajo y para el futuro. “Hoy asisten 69 estudiantes,
de 16 a 34 años, incluidos el segundo y tercer cacique”, cuenta. Y a pesar
de que recién empiezan, considera la experiencia un éxito.“ De a poco, con
compromiso y responsabilidad, dándoles lugar para que participen a través de
asambleas, donde ellos se van expresando y van hablando, vamos funcionando”.
Fuente: El
Monitor
Fotografías:
Eduardo Rey y José Javier Rodas