“«Porque
felizmente (pensaba) el hombre no está solo hecho de desesperación sino de fe y
esperanza; no solo de muerte sino también de anhelo de vida; tampoco únicamente
de soledad sino de momentos de comunión y amor. Porque si prevalece la
desesperación, todos nos dejaríamos morir o nos mataríamos, y eso no es de
ninguna manera lo que sucede. Lo que demostraba, a su juicio, la poca
importancia de la razón, ya que no es razonable mantener esperanzas en este
mundo en que vivimos. Nuestra razón, nuestra inteligencia, constantemente nos
están probando que este mundo es atroz, motivo por el cual la razón es
aniquiladora y conduce al escepticismo, al cinismo y finalmente a la
aniquilación. Pero, por suerte, el hombre no es casi nunca un ser razonable, y
por eso la esperanza renace una y otra vez en medio de las calamidades.»”
Ernesto Sabato, Sobre héroes y tumbas
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