Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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sábado, 19 de febrero de 2022

Incendios en Corrientes: ya son casi 800.000 las hectáreas afectadas, un 9% de la superficie total de la provincia

Son datos del INTA Corrientes, desde donde precisaron que en total se quemaron 785.238 hectáreas. La cobertura vegetal más afectada son los esteros.

Los especialistas del INTA agregaron que en la provincia las precipitaciones continuaron siendo escasas y las elevadas temperaturas propiciaron las condiciones para la proliferación de focos de calor e incendios, tanto espontáneos como intencionales. Además, precisaron que en valores absolutos, la cobertura vegetal más afectada son los esteros (y otros bañados) donde se duplicó el área afectada pasando de 124.000 hectáreas a más de 245.000 hectáreas. Por otro lado, los bosques cultivados también fueron muy afectados, donde el área alcanzada por los incendios aumentó casi 2 veces y media pasando de 12.000 a más de 31.000 hectáreas.

El relevamiento realizado por el INTA de Corrientes determinó que el Departamento de Ituzaingó representó la mayor superficie afectada por los incendios, con más de 138.000 hectáreas quemadas. Sin embargo, con relación a la superficie, San Miguel presenta el mayor porcentaje de su superficie afectada, con más del 30%, y por otro lado, Monte Caseros es el Departamento con menor superficie afectada total y con relación a su superficie.

“Todas las coberturas mostraron un incremento del área quemada. En valores absolutos las más afectadas por las quemas fueron las de ambientes de humedales con más de 460.000 hectáreas acumuladas a la fecha de este informe. Sin embargo, se registró un aumento también de más de 2 veces y medio de la superficie quemada de bosques cultivados”, comentaron los especialistas del INTA Corrientes.


A todo esto, se agregó que los datos proporcionados por el Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar indican que la cantidad de focos de calor en los primeros 15 días de febrero fue incluso superior a todos los focos de calor detectados en enero, lo que explica el gran incremento en las superficies afectadas por quemas. “Se espera tener un detalle mejor en un próximo informe siempre y cuando se dispongan de imágenes de mejor resolución espacial”, concluyó el informe.

Ministerio de Agricultura

El equipo técnico del ministerio de Agricultura se reunió en el marco del Consejo Federal Agropecuario con los representantes de Corrientes, Entre Ríos, Chaco y Misiones y las entidades agropecuarias para coordinar acciones a partir de la situación generada en la ganadería por los incendios y la sequía. El encuentro fue encabezado por el secretario de Agricultura, Matías Lestani.

Por otro lado, se reunió la Comisión Nacional de Emergencia y Desastre Agropecuario que recomendó homologar a nivel nacional el estado de emergencia en las provincias de Corrientes, Formosa, Chaco, Entre Ríos y Buenos Aires.

Según se informó en un comunicado, los representantes de las provincias y las entidades de productores plantearon un escenario a la baja en la productividad ganadera de los próximos meses, como consecuencia de los eventos climáticos y del fuego. También resaltaron el trabajo llevado adelante en conjunto con la cartera agropecuaria nacional y solicitaron avanzar en gestiones ante el SENASA para solicitar un procedimiento de vacunación que permita minimizar los riesgos y salvaguardar la sanidad.

Los funcionarios de la cartera agropecuaria “destacaron las líneas de créditos disponibles, tanto la de Bancos provinciales (en el caso de Corrientes) como la del Plan GanAr, a tasa bonificada por el gobierno nacional que contempla financiación para la infraestructura predial y para la compra del alimento de los animales, entre otras opciones elegibles. Se trata de una línea de crédito por 100 mil millones de pesos que cuenta con una bonificación de 7 puntos porcentuales sobre las tasas vigentes, lo que lo convierte en un instrumento de financiación blanda para los productores”, informaron desde el ministerio de Agricultura.

Fuente: Infobae - 18 de Febrero de 2022.

https://www.infobae.com/economia/campo/2022/02/18/incendios-en-corrientes-ya-son-casi-800000-las-hectareas-afectadas-un-9-de-la-superficie-total-de-la-provincia/


domingo, 25 de agosto de 2019

Un ecocidio, un responsable



(Sobre el Amazonas en llamas y la desidia de Jair Bolsonaro)

La opinión pública internacional sigue con preocupación los incendios en el Amazonas, que ya llevan casi veinte días de destrucción. El daño en el pulmón del mundo es irreparable, pero un elemento singular es ignorado por la comunidad internacional: el gobierno de Bolsonaro sigue sin hacer nada para intentar sofocar el desastre. La apuesta de Bolsonaro es evidente: favorecer la destrucción para beneficiar agronegocios en la región.

Bolsonaro debería ser juzgado como lo que es: un ecocida.

RevistaSudestada

jueves, 14 de febrero de 2019

La fiebre del litio amenaza los salares de Bolivia, Chile y Argentina



Concentrado en cantidades ingentes en la salmuera de los salares de Bolivia, Chile y Argentina, el litio se ha convertido en la gran estrella de la megaminería mundial.

La explotación masiva amenaza con transformar definitivamente parajes desérticos donde las lluvias no superan los 200 mm anuales. La escasez de agua se presenta entonces como uno de los principales problemas ambientales que destacan los expertos.

En idioma aymara, qollpa significa sal. De ese vocablo deriva Coipasa, el nombre que recibe el segundo salar más grande de Bolivia y el quinto del mundo en extensión. Los 2218 kilómetros cuadrados de Coipasa se sitúan en el Departamento de Oruro, a 3680 metros sobre el nivel del mar. Una inmensa planicie de color blanco recortada por surcos que se asemeja a un gigantesco panal de abejas. Los salares, esas formaciones extrañas, inhóspitas, distantes y alejadas de cualquier centro urbano, tienden a parecerse entre sí.

Coipasa, sin embargo, encierra una sorpresa. Rodea por completo a un lago con el que comparte el mismo nombre. Así, en medio de la sábana blanca un espejo gigante refleja el color del firmamento. Es una fotografía bellísima, pero también vale como metáfora de un conflicto que atraviesa desde hace un tiempo el Altiplano de Bolivia, Chile y Argentina. El espacio es conocido hoy como el “Triángulo del Litio”, un mineral que es componente básico para almacenar energía en las baterías que alimentan vehículos, teléfonos, plantas solares y otros artilugios, y que despierta hoy la codicia de empresas de todo el planeta.

La sal y el agua se convierten así en protagonistas de una batalla impensada detrás de la cual subyace la amenaza de que la explotación exagerada de la primera termine por agotar la existencia de la segunda, ya de por sí escasa en un entorno desértico y de extrema fragilidad ecológica.

Milenarios habitantes de las alturas, los aymaras, kollas, atacameños, humahuacos y demás grupos étnicos han sabido desde siempre cultivar y extraer de la costra salina las cantidades necesarias del producto blanco sin alterar el equilibrio ambiental. La explotación de la sal en estos parajes es, junto al cultivo de la quinua y la cría de llamas, vicuñas, alpacas y cabras, un trabajo ancestral para esas comunidades. Pero la transformación del paisaje ya se ha hecho evidente. La bióloga Patricia Marconi, coordinadora del Grupo de Conservación del Flamenco Altoandino, describe de manera categórica una situación que, si nada la remedia, marcará un antes y un después en esos parajes donde ni siquiera respirar es tarea sencilla: “Estamos viviendo una Fiebre del Oro donde todo está permitido”.

La ‘piqueta’ quedó atrás, ha llegado la megaminería

Hasta hace relativamente poco tiempo, el litio se utilizaba en dosis mínimas en industrias como la del vidrio, el acero, la óptica o la aeronáutica. También en medicina como antidepresivo. Pero desde que sus propiedades lo convirtieron en material indispensable para las baterías acumuladoras de energía, el interés en este mineral inestable y poco conocido cambió radicalmente.

El auge universal de la telefonía celular y otros aparatos electrónicos semejantes, y el incalculable margen de expansión debido a la decidida apuesta por los vehículos eléctricos en los países del norte desarrollado se unieron para desatar la fiebre. De un modo más o menos oculto, también la potencialidad del uso del litio como fulminante en la cadena de producción nuclear ha multiplicado la demanda: “Por algo Estados Unidos y China son los principales compradores”, afirma a Mongabay Latam el profesor Néstor Ruiz, antropólogo y perito ambiental de la Universidad de Jujuy, la provincia más septentrional de la Argentina y donde están enclavados los salares más extensos del país.

Ya no se trata entonces de pequeños productores locales que piqueta en mano se juegan el futuro de sus retinas sobre la superficie blanquecina —el trabajo prolongado en esos entornos climáticos afectan seriamente los órganos de la visión—; a los salares ha llegado el tiempo de la megaminería, y como ocurre en Coipasa, el agua ha pasado a ocupar el centro de la escena.

“Los métodos de trabajo han cambiado”, explica Marcelo Sticco, hidrogeólogo e investigador de la Universidad de Buenos Aires, “la explotación ahora es semejante a la del petróleo: se hacen pozos en la superficie y se bombea salmuera desde las profundidades hacia el exterior. Después se vuelca lo extraído en piletas construidas sobre el mismo salar y se deja que el sol vaya evaporando el agua para que solo queden las sales”. El sistema, como se aprecia, es simple, no necesita de grandes sofisticaciones y hasta podría calificarse de ecológico, pero esto apenas es una apariencia.

La salmuera no es muy diferente a las aguas del mar, salvo por un detalle: mientras estas cuentan con unas 30 000 partes de sal por millón, las que se encuentran enterradas en Uyuni y Coipasa, en Bolivia; Atacama en Chile; y Salinas Grandes, Olaroz-Cauchari o el Salar del Hombre Muerto en Argentina, por nombrar solo a los espacios más importantes, contienen entre 100 000 y 300 000 partes por millón. No hay en todo el planeta otra región que concentre semejante riqueza potencial con un nivel de accesibilidad relativamente sencillo.

“Uyuni es el depósito más grande del mundo en contenido de litio como recurso”, se ufana el ingeniero Juan Carlos Montenegro, gerente ejecutivo de Yacimientos de Litios Boliviano (YLB), la empresa estatal que el Gobierno de ese país creó para centralizar la explotación del cotizado mineral. “Hay ingente cantidad de salmuera que nos permitiría la explotación durante 200 o 300 años”, dice, antes de aclarar que “tenemos limitaciones y la conciencia de controlar nuestra intervención para no generar problemas medioambientales”. En 2011, mucho antes de la creación de YLB, el mismo Gobierno de Bolivia había elevado a la Unesco el pedido para que Uyuni fuese incorporado a la lista de Patrimonios de la Humanidad. Hoy la idea ha sido dejada en un segundo plano.

De las tres naciones embarcadas en el gran negocio del litio, Bolivia es la única que apuesta decididamente por cerrar por completo el círculo de la industrialización, es decir, extraer la salmuera, separar el carbonato de litio que se utiliza en los cátodos de las baterías, y terminar construyendo las propias baterías para darle mayor valor agregado a sus exportaciones, tal como se desprende de la “Estrategia de Industrialización de los Recursos Evaporíticos de Bolivia”, lanzada por el Gobierno del país en octubre de 2010. Con ese objetivo, en los últimos meses YLB ha firmado sendos acuerdos para conformar empresas mixtas con la compañía alemana ACI Systems y ahora con la china Xinjiang TBEA Group, respectivamente, las cuales se comprometieron a realizar inversiones por más de 3000 millones de dólares.

Sin embargo, de los tres países que forman el conocido ‘Triángulo del litio’, Bolivia es el que lleva más retraso en la explotación. “A diciembre de 2017, la producción no superaba las 60 Tm anuales”, asegura Juan Carlos Zuleta Calderón, economista y consultor de Potosí, reconocido analista de la economía del litio e integrante de la Comisión Nacional del Litio de Chile. El ingeniero Montenegro, por su parte, actualiza y estira la cifra hasta 250 toneladas en 2018, pero acepta que “todavía es muy pequeña”.

A cambio de este avance a paso lento, los ecosistemas de los salares donde está previsto instalar las plantas productoras se mantienen más o menos intactos, aunque no exentos de riesgos. “Los pocos estudios de impacto ambiental realizados solo constataron que las aguas subterráneas son fósiles, es decir que una vez que se consuman no se renovarán, pero no se conoce con certeza la cantidad de agua existente”, subraya Rumi Muruchi Poma, doctor en Economía Política, residente en Alemania pero potosino de nacimiento y perteneciente a la etnia aymara-quechua.

La agonía medioambiental

Chile es el caso contrario. El salar de Atacama, segundo más grande del mundo tras el de Uyuni, lleva más de dos décadas de explotación intensiva y el país es el principal exportador mundial de litio extraído en salmueras. Las empresas SQM, de capitales chilenos y sobre la que pesan innumerables denuncias, litigios y sanciones por incumplimiento de distintas normas ambientales, de producción y del uso del agua; y Albemarle, norteamericana, están presentes respectivamente en el oeste y el sur del salar. Los efectos de veinte años de megaminería ya son visibles a simple vista.

“Atacama vive una agonía socioambiental”, sostiene Bárbara Jerez, académica de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Valparaíso en diálogo con Mongabay Latam: “Se están arrasando humedales, bofedales, ojitos de agua. Se ha roto el equilibrio hídrico del territorio y con ello también se está arruinando la economía local de los indígenas”. El Comité de Minería No Metálica de Chile ha establecido que la capacidad de recarga hídrica del salar es de 6682 litros/segundo. La descarga de las empresas es, sin embargo, de 8802 litros/segundo.

En Chile, el litio es considerado un “recurso estratégico” desde 1979, y una institución estatal, la Corporación para el Fomento de la Producción (CORFO), cuyo Departamento de Comunicación y Marketing no respondió las repetidas consultas realizadas desde Mongabay Latam, se ocupa de administrar las minas a través de acuerdos de concesión firmados con las empresas interesadas, las que además deben respetar un cupo anual de extracción. A principios de 2018, SQM logró la renovación de su contrato hasta 2030, así como la multiplicación por cinco del citado cupo. “Es un buen acuerdo por ambas partes”, afirmaba por entonces Patricio de Solminihac, gerente general de la compañía, en una revista de circulación interna. Su conclusión no admitía dudas: “Para SQM, lo más importante es que nos permite un crecimiento muy relevante en la cuota de producción y comercialización del litio en el Salar de Atacama y nos da la posibilidad de consolidar nuestro liderazgo en el mercado mundial”.

Argentina, por su parte, se encuentra en un punto intermedio. La explotación del litio lleva 21 años en el pequeño Salar del Hombre Muerto (588 km2), donde la empresa FMC Lithium ya ha sido varias veces denunciada por contaminación de las aguas. En cambio, es más o menos reciente en Salinas Grandes y el complejo Olaroz-Cauchari. Pero en los últimos dos años, la apertura absoluta hacia las inversiones extranjeras ha abierto el grifo a la llegada de empresas transnacionales de todo el mundo, y en estos momentos existen más de 60 solicitudes de permisos de prospección, de los cuales 28 ya están en proceso en diferentes salares de la Puna de las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca.

“Todavía estamos a tiempo de prevenir los riesgos, porque la mayoría de los emprendimientos se están iniciando y podríamos establecer condiciones para que se realicen respetando un derecho humano tan evidente como el acceso al agua”, se ilusiona Virginia De Francesco, responsable del área de medio ambiente y desarrollo sustentable de la Defensoría del Pueblo de la Nación, aun sabiendo que será difícil regular lo que se haga en los pozos. En Argentina no son las autoridades nacionales sino los gobiernos provinciales, cuestionados dentro del país por ser muy débiles en cuanto a su poder y muy necesitados de recursos económicos urgentes, los encargados de otorgar los permisos y efectuar los controles.

Pero más allá de las diferencias administrativas de sus regentes y de la velocidad en la puesta en marcha de sus procesos de explotación, los salares de los tres países comparten dinámicas de funcionamiento hídrico semejantes y el mismo problema en el punto de partida. “No hay líneas de base para hacer las valoraciones ni capacidad para efectuar controles efectivos”, dice la abogada argentina Pía Marchegiani, directora de política ambiental de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).

Una especie de esponja que chupa agua embebida en sales

“Las permeabilidades del suelo, los registros de lluvia y nieve o el calor le dan particularidades a cada salar, pero el modelo general es igual en todas las cuencas del Triángulo”, resume Marcelo Sticco, investigador de la Universidad de Buenos Aires. Una cuenca, explica este hidrogeólogo argentino, es como una olla rellena de materiales arenosos que funciona como una especie de esponja en las profundidades del salar. Allí se va acomodando la poca agua que ingresa al sistema. Mientras tanto, en los bordes y en franjas de pocos kilómetros llamadas abanicos aluviales se acumula el agua dulce que equilibra el líquido que entra y sale del sistema en forma natural y permite la alimentación del ganado y de la fauna, la actividad agrícola y el surgimiento de pequeños bosques. En resumen, la existencia de vida en la zona. El quid del tema es que el movimiento de esos volúmenes de agua dulce está totalmente influenciado por lo que ocurre en el centro del salar.

“La explotación a través de pozos”, indica Sticco, “forma los llamados ‘conos de depresión’, embudos que cambian el gradiente hídrico. Si naturalmente, merced a la suave inclinación del terreno, el agua dulce se moviliza progresiva y horizontalmente creando una zona de mezcla con la salmuera, los conos transforman el lugar en algo así como en un tobogán y el agua se introduce casi de manera vertical. De este modo deja de estacionarse en los bordes del salar y ya no está disponible para la población, el ganado o la flora”.

En el fuero oficial, sin embargo, las opiniones difieren. “Uyuni tiene 10 000 km2 y nuestra área de intervención es de 40 km2, menos del 1 %. Además, el agua que ingresa al salar a través del río Grande supera en mucho la cantidad que evaporamos en nuestro proceso”, asegura el ingeniero Montenegro, gerente ejecutivo de Yacimientos de Litios Boliviano (YLB).

Los números, sin embargo, no acaban de cerrar. Entre otros motivos, porque no es solo a través del bombeo de salmuera que se pierde agua. La evaporación en piletas requiere de dos millones de litros por cada tonelada de litio producida y deben utilizarse grandes cantidades de agua dulce para los procesos finales de obtención del carbonato de litio y su separación del resto de sales y compuestos. No debe olvidarse el dato de que la concentración original del mineral en la salmuera es de un 0,22 %, se eleva a un 6 % por la evaporación y solo después del agregado de reactivos y agua dulce alcanza el 99,1 %, necesario para su utilidad comercial.

Si hiciera falta algún apartado más para convertir a la minería del litio en un conflicto latente es la disparidad entre los tiempos necesarios para realizar una investigación y planificación exhaustiva que permita una explotación sustentable y los que establece la demanda internacional. “Hoy, los grandes actores económicos quieren invertir en litio”, analiza la doctora Marchegiani, “esto ocurre ahora mismo, pero simultáneamente se están buscando otras fórmulas para almacenar energía más baratas y fáciles de obtener”.

El hidrógeno, el sodio, el silicio son algunos de los competidores que asoman en el horizonte para acortar la ventana de rentabilidad del litio. 30 o 40 años de demanda masiva es el plazo de furor que la mayoría de los investigadores le abren al causante de la nueva “Fiebre del Oro” en las altiplanicies de Bolivia, Chile y Argentina. Algunos incluso lo acortan por debajo de los 20, un tiempo demasiado corto para estudiar a fondo los efectos posibles sobre ecosistemas desérticos, en los que las lluvias no superan los 200 mm anuales. Las empresas y los gobiernos se ven así empujados a acelerar los procesos sin detenerse en exceso a pensar qué puede ocurrir después, cuando la ola haya pasado.

En esa disyuntiva se juega el futuro de la vida en la Puna. Con la sal recubriendo los paisajes y el agua en el epicentro de la escena y el debate. Como en Coipasa, ese remoto lugar en Oruro que los aymaras alguna vez simplemente llamaron Qollpa, es decir, sal.

Fuente: Mongabay - 13 de Febrero de 2.019

lunes, 11 de febrero de 2019

Jujuy (Argentina): Comunidades Kollas expulsaron a empresas explotadoras de litio


 
Luego de varios días de movilización, 25 comunidades kollas jujeñas expulsaron a dos empresas dedicadas a la explotación del litio en la Cuenca de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc, zonas consideradas “territorio sagrado de los pueblos originarios”.

El comunicado del colectivo de comunidades define el retiro de las empresas Ekekos SA y AIS Resources Limited, como “un logro histórico” y asegura que se va a impedir “cualquier otro proyecto de megaminería y/o de litio” en las zonas en conflicto.
 
Según venían denunciando las comunidades, las empresas dedicadas a la extracción de litio estaban destruyendo la Laguna de Guayatayoc, “afectando gravemente el suelo , la flora , la fauna y las napas de agua dulce en el centro de la laguna”.

El texto relata: “Días antes se había ya notificado a la empresa y al gobierno para que suspendan las actividades y se retire la empresa. Al ver que se continuaba trabajando las 24 horas del día, y que la única acción del gobierno provincial fue enviar a la policía y a infantería, más de 300 personas de la asamblea se vieron obligadas a frenar a la empresa y hacer que retire sus maquinarias y operarios del territorio”. Además se llevaron adelante corres sobre la ruta nacional 52 para informar del conflicto a los turistas y visibilizar la situación.

La Asamblea de comunidades expresó que no aceptaran mas la “consulta previa e informada” (que es una exigencia constitucional de consulta a las comunidades originarias para poder avanzar en proyectos en sus tierras), ya que el gobierno utiliza este mecanismo de manera aparente para lograr el “consentimiento” de proyectos extractivos en el territorio. Y añadieron “que el gobierno sepa de una vez por todas que no vamos a aceptar ninguna exploración ni explotación de minera de litio y que no hay vuelta atrás, que no esté llamando a mesas chicas ni reuniones para convencer a dirigentes. Y que si intenta ingresar otra empresa vamos a tomar posición y vamos a sacarlos”.

Las comunidades definieron a la cuenta de Salinas Grandes y a la laguna de Guayatayoc como “patrimonio cultural ancestral y natural de los pueblos originarios” para garantizar su cuidado, conservación y protección, “para que ningún proyecto megaminero se desarrolle en nuestro territorio”.

Exigieron al gobierno jujeño y al nacional que la zona se declare “libre de megaminería, minería de litio y cualquier otro proyecto extractivo que las comunidades consideren que dañe a la pachamama y atente contra la forma de vida ancestral y vulnere los derechos reconocidos por la constitución nacional y el convenio 169 de la OIT y tratados internacionales”.

También se planteó la anulación de las autorizaciones a las empresas Ekeko SA y AIS Resources Limited y se reclamó la remediación ambiental de los pasivos mineros que ha dejado la exploración, así como la anulación del concurso de oferentes de Jemse Exp. 660-538/2018 para la

“Prospeccion geologica, exploracion y factibilización de los proyectos mineros en Salinas Grandes, Laguna de Guayatayoc y Salar de Jama” y de cualquier otro proyecto de Litio “porque las comunidades decidimos en forma definitiva No a la exploración y extracción de litio en nuestro territorio.

A pesar de los logros, las comunidades se mantienen en estado de Alerta y movilización y esta semana retomaran las acciones hasta que el gobierno anule públicamente el Concurso de Oferentes de Jemse.

Algunos días atrás, el problema con la explotación del litio también se había planteado en Traslasierra, provincia de Córdoba. Aunque desde 2008 la provincia tiene prohibida por ley la megaminería, la australiana Dark Horse explora la zona para un proyecto de extracción de litio, por lo que miles de vecinos se movilizaron hasta lograr una ordenanza que prohíba esa actividad en el pueblo.

Fuente: Informe Político - 11 de Febrero de 2.019
https://informepolitico.com.ar/jujuy-comunidades-kollas-expulsaron-a-empresas-explotadoras-de-litio/

Argentina y la deforestación: un relevamiento alerta sobre la pérdida de bosques protegidos

Desmonte en la finca Cuchuy - Gentileza Greenpeace

El informe, de Greenpeace Argentina, advierte que en 2018 el 36% de esos desmontes fue en Santiago del Estero, Chaco, Formosa y Salta; concentran el 80% de la desaparición de estos ecosistemas

"La Argentina se encuentra en emergencia forestal". Con este diagnóstico,Greenpeace Argentina alerta sobre la deforestación en el norte del país, donde cuatro provincias concentran el 80% de los desmontes. Según una nueva edición de su informe anual, la entidad denuncia que el 36,3% de la superficie deforestada el año pasado en Santiago del Estero, Chaco , Formosa y Salta fue en bosques nativos que están legalmente protegidos por su alto valor de conservación.

Los incendios y el avance de la frontera agropecuaria para el cultivo de soja transgénica son las principales causas de la pérdida de esas grandes reservas naturales que señala la ONG ambientalista.

"La fragmentación de los bosques, no solo el desmonte, impide la vida animal y vegetal en un ecosistema continuo. Un yaguareté, por ejemplo, necesitará de 11.000 hectáreas para vivir en un buen estado de conservación", explicó Hernán Giardini, coordinador de la Campaña de Bosques de Greenpeace. "Esos ecosistemas con una categoría de protección alta o media tienen que ver con el mantenimiento de las cuencas de agua y si en esas zonas se deforesta en exceso, aumenta el riesgo de inundación", agregó.

La ley 26.331 de presupuestos mínimos de protección ambiental de los bosques nativos, de 2007, delega en las provincias la clasificación de sus bosques nativos, según criterios de sustentabilidad ambiental. Para eso, deben usar una de tres categorías -roja, amarilla y verde- que indican su importancia natural y si se puede o no desmontar o transformar de alguna manera y si, en el caso de hacerlo, se debe recuperar. Cada provincia debe actualizar ese ordenamiento territorial de bosques nativos (OTBN) cada cinco años.

"No obstante, a 11 años de su aprobación, su implementación enfrenta dificultades que deben ser resueltas de manera urgente", sostienen desde Greenpeace.

Nuestro país posee 53.654.545 hectáreas de bosques nativos, según la categorización que las provincias informaron a la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación para su revisión. En el 80,3% de esas áreas está prohibida la deforestación porque las provincias les asignaron categoría I (roja) o II (amarilla). Apenas el 19,6% está en la categoría III (verde), lo que permite que se "puedan transformar parcialmente o en su totalidad".

Aunque desde 2014 los registros oficiales describen una reducción de la deforestación, en la primera década de la ley se perdieron 2,6 millones de hectáreas. El 32,3% eran bosques protegidos. "Todas las provincias hicieron el OTBN, que prohíbe los desmontes en el 80% de las zonas forestales. Sin embargo, el OTBN de Formosa, Corrientes, Córdoba y Buenos Aires fueron muy cuestionados por las organizaciones sociales", señalan desde la ONG.

En esta edición de su informe anual, Greenpeace alerta sobre que el año pasado "se deforestó ilegalmente el equivalente a dos veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires" al señalar la pérdida de 40.965 hectáreas de bosques nativos en Santiago del Estero, Chaco, Salta y Formosa. El resto de las provincias generan el 20% de los desmontes en el país y su estado de situación aparecerá en el próximo informe anual de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.

Para su reporte, Greenpeace superpuso capas de datos generados por el Laboratorio de Análisis Regional y Teledetección de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Red Agroforestal Chaco Argentina (Redaf) y el Instituto Geográfico Nacional, además de imágenes satelitales mensuales del Servicio Geológico de los Estados Unidos.

Los resultados indican que el año pasado se desmontaron 112.766 hectáreas en las cuatro provincias del norte (en todo 2017, en el país se deforestaron 172.639 hectáreas). El 36,3% estaba protegido: son 23.910 de las 34.751 hectáreas que se perdieron en Santiago del Estero; 14.744 de las 33.972 deforestadas en Chaco; 261 de las 23.972 desmontadas en Formosa, y 2050 de las 20.047 perdidas en Salta.

Hace una semana, apremiado por las inundaciones, el gobernador de Chaco, Domingo Peppo (PJ), suspendió la actualización del OTBN. "Ese decreto no detuvo los desmontes", afirmó Rolando Núñez, titular del Centro Mandela y abogado firmante del escrito con el que en diciembre pasado se solicitó la suspensión de la actualización del ordenamiento territorial provincial. En diálogo con LA NACION, Núñez denunció que se intenta "sacrificar 250.000 hectáreas de la zona con categoría amarilla".

"De los bosques recibimos madera, medicinas, alimentos, pero muchos están en una categoría alta de conservación porque ahí viven comunidades campesinas o indígenas o tienen un rol social, biológico o hídrico muy importante -sostuvo Giardini-. Que la deforestación haya disminuido es una buena noticia, pero que casi el 40% sea ilegal es muy malo. Y es porque las multas son irrisorias y, salvo excepciones, no se reforestan los desmontes ilegales, junto con la complicidad de los gobiernos que violan la norma a favor de grandes empresas. Es hora de que la Argentina debata el desmonte ilegal, el otorgamiento de los permisos para deforestar en zonas protegidas y el incendio intencional como delitos penales ambientales y se obligue a los responsables a restaurar los bosques nativos".

Informe oficial 2018, en 60 días

En unos 60 días, la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable dará a conocer el informe anual sobre deforestación de los bosques nativos para 2018.

Lo hará con la información del Sistema Nacional de Monitoreo de Bosques y los datos que se recopilan desde noviembre pasado a través del Sistema de Alerta Temprana de Deforestación o SAT. Son imágenes de una versión beta de monitoreo satelital de la región chaqueña (que permiten detectar cambios en las superficies de bosques nativos cada 16 días y alertar a las provincias para que intervengan de manera oportuna).

Entre las principales causas de pérdida de esos ecosistemas forestales esenciales, la secretaría reconoce "la expansión de la frontera agropecuaria (reconversión con fines ganaderos, agrícolas o de plantaciones forestales industriales), la urbanización, los incendios, las obras de infraestructura y la minería". Además, afirman desde esa cartera que "los bosques remanentes además sufren un proceso de degradación debido al uso ganadero, agrícola, al aprovechamiento forestal no sustentable, a la contaminación y expansión de especies exóticas invasoras", entre otras.

En el desarrollo del SAT participaron el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE) del Conicet y la Universidad de Buenos Aires, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) y los nodos regionales de la Dirección Nacional de Bosques. Los datos serán de acceso público online

Por: Fabiola Czubaj para Diario La Nación (Buenos Aires) - 7 de Febrero de 2.019

sábado, 9 de febrero de 2019

Litio y "sacrificio ambiental" en Jujuy (Argentina)

Comunidades originarias resisten el avance de las grandes mineras avaladas por Gerardo Morales. Intimaron al Gobierno después de la Asamblea a una respuesta en 72 horas.

Los pueblos indígenas realizaron una asamblea contra la autorización otorgada por el gobernador a un emprendimiento minero. “La empresa no puede actuar sin el acuerdo de las comunidades”, denunciaron.

Mientras el gobernador Gerardo Morales continúa su pelea con Bolivia para cobrarle la atención de salud a los extranjeros, los pueblos indígenas de Jujuy resisten el avance de las grandes mineras sobre la provincia. A pesar de la dispersión en el territorio y la asimetría entre las comunidades originarias y el poder económico de estas empresas que cuentan con el aval del Estado, los pueblos de la Cuenca de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc realizaron esta semana una asamblea en la que reafirmaron que están dispuestas a luchar por sus derechos. A más de 3700 metros de altura, en el Paraje Pozo Dulce, en medio de un paisaje desierto, integrantes y referentes de los distintos espacios bloquearon el ingreso a un emprendimiento minero que autorizó el gobierno provincial y enviaron una carta a los empresarios a través de la cual los intiman a abandonar el campamento. Además, reclamaron al gobierno provincial que anule el llamado a licitación para nuevos proyectos de explotación de litio. Exigen a Gerardo Morales que respete las leyes nacionales e internacionales vinculadas con la Consulta Previa, Libre e Informada que establece el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y denuncian que la extracción del litio deja una zona llamada de “sacrificio ambiental” que elimina toda forma de vida en el lugar.

Verónica Chávez es de Santuario Tres Pozos, una pequeña localidad en el departamento de Cochinoca que se encuentra a 150 kilómetros de la capital jujeña. “Nosotros estamos aquí haciéndonos respetar. Somos los dueños de este territorio y aquí entraron las empresas sin nuestra consulta y no sé cómo los autorizó el gobierno”, dijo a Página/12 apenas concluyó la asamblea. Además, recalcó que la explotación del litio consume las reservas de agua dulce. “Nosotros vamos a resistir hasta que se desaloje la empresa que está aquí. Le pido al señor Gobernador que nos respete”.


De las tres comunidades que están en el área donde se encuentra el pedimento minero en el cual las empresas Luis Losi S.A., Ekeko S.A y A.I.S. Resources –contra las que se realizó la protesta el pasado martes– realizan las tareas de exploración, sólo una aceptó el acuerdo. “Les dan 1000 dólares mensuales para toda la comunidad –señaló Chalabe–. La tonelada de litio hoy está en 14 mil dólares. Se aprovechan de una situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los habitantes y les dan migajas. Las empresas cuando terminan de explotar los recursos se van, pero en el camino destruyen por completo el medio de vida de las comunidades que viven ancestralmente en esos territorios. Pero además, la empresa no puede actuar sin el acuerdo de todas las comunidades que se encuentran en el territorio y que se verán afectadas por los trabajos”.

Walter Alancay, de la comunidad Aborigen de Aguas Blancas explicó: “Hace poco empezaron a trabajar en nuestro territorio, en la laguna de Guayatayoc. Es una empresa de litio, propiedad de la empresa Losi y le da trabajo a otra empresa que se llama Ekeko. Están haciendo tareas de perforación para la explotación de litio, pero en ningún momento nosotros como Cuenca hemos tenido una consulta ni tampoco nos han informado. Nosotros tenemos un acuerdo que establece que todos los trabajos que se lleven a cabo en el territorio, específicamente en cuestión de litio, tiene que ser informado a las 33 comunidades de la cuenca y todas deben dar su consentimiento”. 

El año pasado, durante una jornada organizada por la cátedra de Economía Agraria de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), la abogada Pía Marchegiani, docente de la Facultad de Derecho de la UBA y directora del área de Política Ambiental en la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) advirtió: “Las empresas generan la información para los estudios de impacto ambiental, pero sólo en un área de influencia definida por su propio proyecto. No están obligadas a hacer los estudios que contemplen la cuenca hídrica en su totalidad, que es mucho más grande que el área específica asignada al proyecto”, advirtió. Eso es lo que reclaman las comunidades. Que cualquier exploración que se realice en un punto de la Cuenca, afecta a las demás y por eso exigen ser consultadas en su totalidad. 

Los pueblos indígenas de la zona viven de la agricultura y la ganadería en medio de ecosistemas frágiles donde el agua es escasa. La producción de carbonato de litio amenaza con agotar las reservas acuíferas que hay en la zona. “Tenemos experiencia porque los hermanos del departamento de Susques están sufriendo lo mismo. Son daños y perjuicios que están dejando las empresas. Semejantes trabajos de exploración y trabajo de pileta que hacen para la evaporación del agua. La verdad que prácticamente desaparece la identidad, desaparece la cultura, desaparece la forma de organizarse como comunidad, desaparece la cosecha que se hace en el campo, el tema del ganado, el tema de la artesanía”, señaló Alancay.


Si bien el Congreso de la Nación aprobó en 1992 a través de la ley 24071 el Convenio 169 de la OIT según el cual los gobiernos deben realizar consultas previas, libres e informadas antes de adoptar cualquier decisión que de alguna manera pueda afectar a los pueblos indígenas, la provincia de Jujuy no reglamentó, al día de hoy, dicho procedimiento. En el año 2016, Gerardo Morales se reunió junto a su gabinete de ministros con las comunidades originarias en la localidad de San Francisco de Alfarcito. Ahí se comprometió a aprobar por decreto el Kachi Yupi, también conocido como “Huellas de la Sal”. Se trata de un protocolo que elaboraron las propias comunidades, en un proceso participativo, que llevó dos años de debate y en el que se establece de qué manera se deben realizar las consultas para que se cumplan con los derechos de los distintos pueblos. A casi tres años de dicha promesa, al estilo Mauricio Macri, Morales continúa sin cumplirla.

A la hora de aprobar los proyectos mineros, actualmente en Jujuy sólo se aplica el decreto 5772, que dictó en 2010 Eduardo Fellner y que establece el procedimiento de protección ambiental para la actividad. Cada vez que se va a desarrollar un emprendimiento, explicó Chalabe, el juez de Minas envía un oficio a la Secretaría de Pueblos Originarios para que informe cuáles son las comunidades que existen en ese territorio. Las propias empresas son las encargadas de notificarlas del emprendimiento que van a realizar y deben entregarle el informe de impacto ambiental a los representantes de los pueblos afectados. “El Estado delega en las empresas el cumplimiento de un derecho que hoy tiene un vacío legal. Porque llevar el informe ambiental a un representante de una comunidad no cumple con los requisitos de una consulta previa, libre e informada. Incluso ha habido casos en los que las compañías entregaron a las comunidades los informes de impacto ambiental en inglés. Para que se cumpla el procedimiento que establece la OIT y que está incorporado a nuestro sistema normativo, se debe aprobar una ley en la provincia a través de la cual se garantice el debido proceso, se establezca qué organismo del Estado va a llevar adelante el proceso de consulta, que se defina la representatividad de las comunidades y que se establezcan mecanismos para que las comunidades puedan interpretar los proyectos y tomen conocimiento de cuál va a ser el impacto real que van a tener en sus comunidades los proyectos de explotación minera. Hoy nada de eso ocurre”, aseguró.

Ayer venció el plazo de 72 horas que las comunidades le dieron al Gobernador de Jujuy para que públicamente cumpla y responda al pedido efectuado en una carta que entregaron el martes en la Casa de Gobierno. “Advertimos explícitamente la amenaza, el perjuicio y el daño irreversible que no tiene fronteras de afectación a los recursos naturales, ambientales, culturales y el buen vivir de las comunidades indígenas en el territorio. Solicitamos se dé cumplimiento a la consulta y el consentimiento previo, libre e informado y que frene y deje sin efecto los emprendimientos mineros en nuestro territorio y/o de caso contario cuenten con nuestra resistencia firme y determinada para defendernos”.

Fuente: Página 12 (8 de Diciembre de 2019)





miércoles, 26 de julio de 2017

22 de julio: Día mundial de acción contra la minería a cielo abierto




El 22 de Julio es considerado el Día Internacional de Acción Contra la Minería a Cielo Abierto aunque en realidad es apenas uno de 365 días en los que las comunidades que se oponen a la megaminería llevan adelante sus acciones para garantizar la vida y los derechos humanos frente a una industria que extrae todo y no deja nada, que expulsa habitantes y producciones, genera desempleo, chupa el agua y la contamina del mismo modo que lo hace con el aire y la tierra.

En todo el mundo hay pueblos organizados que se oponen a la megaminería y llevan adelante acciones para garantizar la vida y los derechos humanos frente a esta industria que extrae todo sin dejar nada, que produce enfermedad para actuales y nuevas generaciones, y genera desempleo aun cuando sus defensores dicen que es una fuente de trabajo para muchos hace con el aire y la tierra.

Como si de un planeta descartable se tratara, la Mega-minería o minería a cielo abierto, viene a poner en jaque los recursos naturales del planeta que habitamos, dejándonos un pasivo ambiental de gran magnitud, que ni las generaciones futuras podrán salvar.

La historia del desarrollo de esta actividad en nuestro país nos muestra que este tipo de mega-emprendimientos solo beneficia a un puñado de personas, dueños e inversores de los mismos, y para nosotros, ciudadanos argentinos, no solo no nos trae el trabajo prometido, sino que deja a nuestros pueblos enfermos y a los recursos naturales destruidos.

Para comprender hasta qué punto están siendo flagelados nuestros derechos, comencemos por repasar cómo funciona esta actividad: en las últimas décadas se ha producido un drástico cambio en las prácticas mineras debido a la pronunciada disminución de los minerales metalíferos tras su intensiva explotación durante el siglo pasado. El hombre ha agotado la roca de “alto porcentaje de ley”, es decir, aquella que tenía una elevada cantidad de metal y en la actualidad, al hallarse el metal mucho más diseminado en ella, se lleva a cabo una práctica notablemente más nociva como lo es la explotación de toda una montaña para reducirla a escombros.

Los restos obtenidos son triturados y amontonados para luego sufrir un proceso llamado lixiviado bajo el cual son rociados con productos químicos para poder finalmente extraerle los metales. La duración del proceso de lixiviado variará dependiendo de la ley del mineral, y la cantidad de roca molida. En cuanto a los productos químicos que se utilizan, dependerá de los metales que se deseen extraer. Por ejemplo, para el caso de la obtención de oro, el cianuro de sodio es uno de los compuestos que constituye la mezcla química que se echará sobre la roca. Esta última será finalmente tratada con carbón o cal para obtener el metal deseado y al cabo de todo este proceso, tanto la roca triturada con residuos de cianuro y metales pesados, como los químicos esparcidos que quedan luego de extraer los metales, son sencillamente abandonados en el lugar y a cielo abierto. En algunos casos, llevan a cabo un proceso para reducir el grado de toxicidad pero los métodos utilizados son insuficientes.

En otros casos, como sucedió con el yacimiento Bajo La Alumbrera, quedó demostrada la contaminación del agua de un canal de desagüe, a través del derrame del concentrado mineral sin previo tratamiento de descontaminación. Todo el proceso en general implica un enorme consumo de agua y electricidad. Una mina a cielo abierto puede llegar a utilizar hasta 70 millones de litros de agua diarios y la empresa a ubicarse entre los principales consumidores de electricidad del país.
Trabajándose con toneladas y toneladas de roca diaria, es inevitable que no se genere una gran contaminación. En el caso de las minas que utilizan cianuro de sodio, es excesiva la cantidad de kilogramos de este veneno que se libera e impacta directamente sobre el ambiente. El cianuro puede ser absorbido por las plantas, por la piel de los animales afectando su sistema digestivo, e inhalado. También puede afectar los sistemas acuáticos, aún en bajas concentraciones. Además existe una variedad de metales y no metales (plomo, arsénico, uranio, etc.) que se hallan retenidos en la roca, y que luego de todo el proceso quedan integrados en mezcla química residual.

Beneficios para unos pocos
Debido a una variedad de leyes de minería, las empresas cuentan con grandes beneficios, como lo son el desmedido suministro de agua y electricidad gratuitos y el apoyo de gobiernos locales ajustándose a sus necesidades, construyéndoles caminos, aeródromos y demás requerimientos. Además existen numerosos gastos tales como la realización del tendido eléctrico, la adquisición de equipamiento, los ensayos realizados, etc., que pueden ser asumidos por las empresas mineras, ya que luego podrán deducirlo en un 100 por ciento del pago de los impuestos. Lo que no suelen considerar dentro de sus costos es el otorgamiento de compensación alguna o la implementación de medidas mitigadoras, debido al impacto que generan sus emprendimientos sobre el ambiente y la salud humana.

Para que prospere un mega-proyecto donde solo dos cosas no llegan a ser de tamañas dimensiones: el número de personas empleadas, debido a la alta mecanización, y el dinero que queda en el país. Así, las empresas mineras trabajan de una manera muy estratégica y conveniente: en algunos casos acaparan todos los sectores, desde el Poder Judicial hasta los medios de comunicación y hospitales, a través de un sistema de donaciones, pretendiendo de esta forma suavizar las relaciones o revertir el rechazo de la gente hacia ellas. Bajo este modelo impuesto y sin mayor dificultad, estas empresas multinacionales desarrollan en nuestro país la minería contaminante. Una actividad que por sus prácticas actuales (los métodos de extracción que utilizan), no solo contamina, sino que altera el paisaje, el curso de los vientos, afecta la salud de la población y el ambiente y utiliza un recurso que de por sí, en muchas de las regiones en donde se encuentran las explotaciones es escaso: el agua.

Por si fuera poco, estos mega-proyectos tampoco tienen en cuenta las áreas que son valiosas para la conservación de la biodiversidad. Claro ejemplo de esto son las pretensiones de explotar los yacimientos auríferos del Famatina. Allí se ubica la Reserva Provincial Serranías del Famatina, creada para proteger este sistema de sierras y su biodiversidad, dado que es el principal centro de endemismos de la provincia y uno de los más importantes del país. La falta de autoridades idóneas en materia ambiental, con la consecuente escasez de un modelo de desarrollo regional sustentable y la ausencia de gobernantes que prioricen la seguridad, la calidad de vida, el futuro de sus pueblos y la protección de sus ambientes, nos sigue arrimando a un peligro extremo. Este vacío institucional existente, se vio reflejado una vez más con el rechazo presidencial a la ley de protección de los glaciares. En donde, lejos de considerarse políticas tendientes a mitigar los efectos del cambio climático y proteger el recurso del agua, se sigue apostando a las mineras y a los gobiernos provinciales que las apoyan. Por otra parte, las solicitudes de cateo de las multinacionales siguen aumentando, lo cual nos deja anticipar el interés de estas empresas por explotar nuevos sitios y continuar con el saqueo.

Nos preguntamos entonces una y otra vez, detrás de cada nuevo pedido de explotación concedido: ¿Hasta dónde llegaremos para que las autoridades provinciales y nacionales, nuestros representantes, cumplan con su responsabilidad de velar por el bien todos los ciudadanos?.  ¿Qué debemos esperar para el futuro si se siguen autorizando explotaciones?.¿Cuándo será tenido en cuenta al pueblo para decidir qué uso se le debe dar a nuestros recursos naturales?

El pueblo que rechaza el actual modelo minero
Afortunadamente, hace ya un tiempo la gente ha comenzado a organizarse y manifestar su descontento. Los pobladores de Esquel fueron quienes rechazaron inicialmente el actual modelo minero impuesto (aquel que privilegia el negocio de unos pocos en contravención con los derechos de todos), oponiéndose al proyecto de la empresa canadiense Meridian Gold. Este movimiento de vecinos que salían en defensa de sus futuros y el de sus hijos, estimuló a las comunidades de diversas localidades del país generándose desde entonces numerosas agrupaciones y movimientos locales bajo la forma de asambleas y Ong’s. Y no es poco lo que se está logrando: Chubut, Río Negro, Mendoza, Tucumán, La Pampa y Córdoba son las 6 provincias que ya han prohibido la minería a cielo abierto o la utilización de sustancias químicas contaminantes en los procesos de exploración y explotación de minerales metalíferos y/o nucleares.

El pueblo tiene derecho a participar en las decisiones políticas. Exigimos que se cumpla este derecho y se lo involucre en la toma de las mismas, sobre todo en lo concerniente al manejo de los recursos naturales. Así mismo, creemos que es urgente que se revise el paquete de leyes mineras, que beneficia de manera desmesurada a las empresas inversoras, teniendo en cuenta el saldo negativo que nos deja en todos los aspectos (aún en el económico), tanto a nivel provincial, como regional y nacional.

No podemos esperar, los pueblos se empobrecen cada vez más y las generaciones venideras notarán claramente el impacto de esta actividad en muchas regiones de nuestro país… para ese entonces será tarde. Instamos a todos los ciudadanos a sumarse a esta movilización para ganarle a la minería a cielo abierto. Solo Informándonos, opinando y reclamando, será que podremos frenar esta amenaza.
Fuente: AIM


México/Minería: saldo nefasto
Desde 2009 un abanico de movimientos sociales declaró el 22 de julio Día Mundial Contra la Minería a Cielo Abierto para conmemorar los triunfos jurídicos frente a uno de los proyectos mineros más destructivos de los tiempos recientes: el de la trasnacional canadiense New Gold, que acabó con el Cerro de San Pedro, en San Luis Potosí. A nueve años de aquella victoria legal, sistemáticamente ignorada por todas las autoridades encargadas de hacer cumplir el fallo y frenar la devastación ambiental, es necesario realizar un balance de las afectaciones que la actividad minera ha dejado en nuestro país.

La primera consideración para analizar este fenómeno estriba en el impulso decidido que le han otorgado las pasadas tres administraciones federales, hecho reflejado en el crecimiento exponencial de las concesiones para la explotación de recursos mineros. Sólo en el periodo que va de 2012 al primer semestre de 2017, la superficie destinada a esta actividad pasó de 32.6 a 52.8 millones de hectáreas, un crecimiento de 70 por ciento que supone la entrega de más de un cuarto del territorio nacional a empresas mayoritariamente extranjeras –se debe recordar que 65.3 por ciento de los 885 proyectos activos son operados por compañías canadienses.

El segundo elemento para ponderar el impacto de la minería es el publicitado embuste de que esta industria resulta fundamental para el desarrollo económico debido a los ingresos que genera y empleos creados, argumento que no resiste el mínimo análisis. A cambio de controlar 26.8 por ciento del territorio en concesiones a 50 años, prorrogables por otro medio siglo, la extracción minera supone únicamente 0.32 por ciento de los ingresos gubernamentales y contribuye con apenas 0.9 del producto interno bruto. Su aportación en materia laboral también resulta deplorable: en 2014 empleaba a 0.21 por ciento de la población económicamente activa, a la vez que los tajos a cielo abierto mantenían a tres cuartas partes de sus trabajadores en régimen de subcontratación.

En contraste con esta raquítica contribución a las finanzas públicas y al desarrollo económico, la apropiación de territorios por la actividad minera es una generadora constante de conflictos sociales y violencia en contra de comunidades de todo el país. Mientras México es ubicado como la segunda nación con más conflictos entre mineras y sociedad, de acuerdo con un reporte de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos, sólo en 2016, 47 personas perdieron la vida por oponerse a la minería, 19 de ellas en el estado de Oaxaca.

A todo lo dicho hay que sumar los daños a la salud provocados por la negligente explotación de los recursos naturales, que ya dejado una estela de desastres solapados por las autoridades. Por mencionar sólo dos ejemplos de esta forma de afectación, que alcanza a miles de ciudadanos, en Coahuila se detectó que entre los niños que habitan en las proximidades de la fundidora Peñoles, hasta 92 por ciento presentan niveles de plomo en sangre mayores a 15 microgramos por decilitro, el triple de lo que la Organización Mundial de la Salud ha señalado como riesgoso para el crecimiento, la inteligencia y el aprendizaje en menores. Una situación análoga se presenta en la cabecera municipal de Vetagrande, Zacatecas, donde 63 por ciento de los menores de edad sufren contaminación por plomo y otros minerales pesados debido a la actividad mi-nera que tiene lugar en los alrededores, situación que se repite en poblaciones de todas las entidades con presencia extractiva.

El recuento anterior deja claro que la escasez de los beneficios y la extensión de los daños causados por la minería imponen una urgente revisión de la manera en que se lleva a cabo esta actividad y de la irresponsable largueza con la que se le han entregado para su usufructo porciones tan vastas del territorio nacional. La continuidad del modelo actual supone un lastre económico, una amenaza a la vida, una licencia para la devastación ambiental y una injustificable cesión de la soberanía.

Fuente:
La Jornada - noalamina.org
Blog del Proyecto Lemu – 25 de Julio de 2.017