Investigadores de la
Universidad de Cambridge, la Universidad de East Anglia y funcionarios del
Ministerio de Ambiente de Perú publicaron hoy en el Scientific Report un estudio
que midió la efectividad de tres estrategias de conservación para la Amazonia
peruana entre 2006 y 2011: Áreas protegidas por el Estado, Territorios
Indígenas y Concesiones, esto es la alianza entre un ente privado y el Estado
para explotar o conservar un territorio. El estudio midió qué tanto se evitaba
o disminuía la deforestación y la degradación del bosque de acuerdo a cada
figura de protección.
Este es el primer
estudio que compara los impactos de las Áreas Protegidas, la conservación en
Territorios Indígenas, las Concesiones a Privados y los territorios sin
protección en cuanto a efectividad. Entre otras, es el primer documento que
prueba que la sociedad civil tiene un efecto positivo en la conservación
de los bosques. Por su biodiversidad y riqueza en oro y maderas, la
Amazonía peruana se convirtió en el perfecto caldo de cultivo para examinar.
Los científicos,
liderados por la doctora Judith Schleicher, encontraron que todas las
estrategias de protección de la selva tropical tenían un impacto positivo en la
conservación del bosque tropical, comparadas con las áreas no protegidas, pero
que dentro de los Territorios Indígenas los bosques se conservan más, lo
que sugiere que esta sería la estrategia más efectiva combatir la
deforestación.
Sin embargo, ninguna
estrategia es inmune a los efectos antropogénicos. Entre 2006 y 2011 las
tasas de degradación del bosque tropical fueron más altas en Concesiones
privadas y en Territorios Indígenas que en Áreas Protegidas. En
consecuencia, estos últimos son más efectivos en materia de conservación. Según
el estudio, la minería era responsable entre un 11% y un 19% de la
deforestación de la zona y la explotación de maderas, del 24% al 70%. Algunos
de los territorios estudiados donde se hacía minería y tala de maderas estaban
dentro de Áreas Protegidas, en cambio, la explotación es menor en Territorios
Indígenas, aunque existe.
En Brasil sucede
algo similar. Las Áreas Protegidas por el Estado son más vulnerables a la
deforestación que los Territorios Indígenas, tanto porque son más grandes como
porque el control y la vigilancia son menores. “La gobernanza forestal local
puede ser igual o más eficaz que los regímenes estatales centralizados”, dice
el estudio Funcionamiento de la conservación de diferentes regímenes de
gobernabilidad de la conservación en la Amazonía peruana.
Uno de los hallazgos
más sorprendentes fue que las concesiones de explotación forestal activas
destinadas a la extracción de madera reducían la probabilidad de deforestación
y degradación de los bosques en comparación con las áreas no designadas como
tal. Este hallazgo parece sorprendente ya que las prácticas convencionales de
tala en el Perú son ampliamente consideradas como insostenibles.
Este hallazgo,
aunque extraño, se entiende en la medida en que si se talan los bosques
maderables y no los bosques nativos, se cumple la demanda de madera y se obliga
a reforestar, de modo que la deforestación no avanza más allá de los límites
preestablecidos. No obstante, el estudio no descarta que muchas veces los
permisos para la concesión de madera son utilizados para legalizar la cosecha
en áreas no autorizadas.
“Este estudio
demuestra que el tipo de restricciones de uso de la tierra y los arreglos de
gobernabilidad en el paisaje más allá de los límites de las Áreas protegidas
por el gobierno son importantes cuando se determinan los impactos de diferentes
intervenciones de conservación, y por lo tanto merecen más atención”, dice el
documento.
“La investigación
muestra que no hay una sola manera de proteger los bosques tropicales, y
múltiples enfoques son necesarios para detener la incesante marea de la
conversión del bosque y la degradación”, dijo el co-autor del estudio, Carlos
Peres, del departamento de Ciencias Ambientales de la UEA, para el portal
científico Phys.
Los investigadores
sugieren que a) se reduzca la complejidad y lentitud de los procesos para
designe un Territorio Indígena en el Perú; b) se priorice esta figura de
conservación, tanto para la conservación de la biodiversidad como de la
diversidad cultural. “Esto es importante a la luz del bien conocido interés
político de resistir o descentralizar el poder para devolver el control de los
bosques y otros recursos naturales a las personas que los cuidan”.
La preocupación
global por la pérdida de biodiversidad, ecosistemas (y sus servicios) y
territorios humanos han resultado en esfuerzos internacionales para reducir la
deforestación. La mayoría de las estrategias han sido la creación de Áreas
Protegidas controladas por los Estados. Hoy hay unas 202,467 áreas declaradas
bajo esta figura. Sin embargo, la deforestación continúa siendo imbatible.
Fuente: El
Espectador (Colombia) – 13 de Septiembre de 2017
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