Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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viernes, 1 de agosto de 2025

Wilancha



Significado: En la lengua aymara, "wilancha" significa "derramar sangre", donde "wila" se refiere a "sangre" y "ancha" se relaciona con ritual o ceremonia. Esta práctica ancestral se basa en una ofrenda o sacrificio a la Pachamama, la Madre Tierra.
Agosto es un mes de gran importancia ceremonial en el altiplano, ya que según nuestra cosmovisión, es el momento en que la Pachamama se "abre" para recibir las ofrendas rituales que necesita para recuperar su vigor y fortaleza. En este mes, se inicia un nuevo ciclo de cultivos según nuestro calendario del ciclo agro-cultural andino.
La wilancha es una ceremonia ancestral arraigada en la cosmovisión aymara, donde se ofrece una ofrenda y se agradece a la Pachamama por los beneficios recibidos en el ciclo anterior. También se le pide una mejor producción para el nuevo ciclo productivo.
Que sea en buena hora. Jallalla! #somospueblosoriginarios

Por Amelia Ameli Vargas

La ceremonia de Pachamama.


La ceremonia de Pachamama, celebrada el 1 de agosto, es un ritual ancestral que honra a la Madre Tierra y agradece por las cosechas y la fertilidad.

Significado de la Ceremonia
La Pachamama, que significa "Madre Tierra" en quechua, es una deidad fundamental en la cosmovisión andina. La ceremonia de Pachamama se celebra principalmente el 1 de agosto, marcando el inicio del nuevo ciclo agrícola. Durante este tiempo, las comunidades andinas de países como Perú, Bolivia, Ecuador y Argentina realizan rituales para agradecer a la tierra por los recursos que proporciona y para pedir por cosechas abundantes en el futuro.
Prácticas y Ofrendas
Durante la ceremonia, se realizan diversas ofrendas que pueden incluir alimentos, bebidas, hojas de coca, y otros elementos simbólicos. Estas ofrendas son depositadas en la tierra como un acto de reciprocidad, donde se busca devolver a la Pachamama lo que se ha recibido de ella. En algunas regiones, se encienden sahumerios para ahuyentar las malas energías y se realizan danzas y cantos en comunidad.
Importancia Cultural
La celebración de la Pachamama no solo es un ritual agrícola, sino que también refuerza el vínculo entre las comunidades y su entorno natural. Es un momento de reflexión sobre la relación con la tierra y la necesidad de cuidar y respetar el medio ambiente. La ceremonia también se ha adaptado a lo largo del tiempo, integrando elementos de otras creencias, como el cristianismo, en algunas regiones.
Conclusión
La ceremonia de Pachamama es una rica tradición cultural que celebra la conexión entre los seres humanos y la naturaleza. A través de rituales de agradecimiento y ofrendas, las comunidades andinas mantienen viva esta práctica ancestral, asegurando que la relación con la tierra sea una de respeto y reciprocidad. La celebración se extiende a lo largo de todo el mes de agosto, permitiendo que más personas participen y honren a la Madre Tierra.

Fuente:
Efemérides Sociales, Políticas, Históricas y Culturales - Enrique Hopman

domingo, 25 de agosto de 2024

Pachamama Raymi - Celebración de la Madre Tierra

Celebracion a la Madre Tierra y a la vida. (Todo el mes de Agosto)

En el telar inmenso de la existencia, Pachamama teje con paciencia y maestría un patrón milenario que abraza a todos los seres vivos en una danza eterna de interconexión. La Madre Tierra, fuente de vida y misterio, nos invita a desentrañar los secretos que yacen en su seno y a reconocer la esencia misma de nuestra humanidad a través de la relación íntima con su sabiduría ancestral.

Somos hijos e hijas de esta tierra sagrada, y en ella encontramos nuestra identidad más profunda. Nuestra solidez y fortaleza como individuos y como sociedad radican en el arraigo a los valores que Pachamama nos legó a lo largo de generaciones. En esta travesía por el sendero de la existencia, aprendemos que la grandeza de la humanidad no reside en la opulencia material ni en la búsqueda desenfrenada del poder, sino en la comprensión de que somos una expresión más de la vastedad cósmica.

Cada pensamiento, palabra y acción que emitimos en el universo son hilos que tejemos en el tapiz de la vida. Como tejedores conscientes, debemos considerar la trascendencia de cada elección que hacemos, comprendiendo que nuestras decisiones repercuten en el bienestar de toda la comunidad terrenal.

En este día de reflexión, Pachamama nos recuerda que somos depositarios de una responsabilidad sagrada: la de ser guardianes amorosos y cuidadosos de esta morada ancestral. Al abrazar nuestra relación con la naturaleza con gratitud y respeto, abrimos las puertas hacia una transformación global consciente.

La transformación consciente se revela en nuestra capacidad para reconocer que todos los seres vivos formamos parte de una intrincada red de vida, en la cual cada elemento desempeña un papel esencial. La armonía con Pachamama se manifiesta en el cuidado amoroso que brindamos a cada criatura y a cada ecosistema, en la compasión que mostramos hacia nuestras hermanas y hermanos humanos y no humanos.

Así, en el latir de nuestros corazones, llevamos consigo la semilla del cambio hacia un futuro donde la solidaridad y la sabiduría de Pachamama guíen nuestros pasos.

A través de la transformación global consciente, tejemos un destino de coexistencia pacífica, respeto y amor por todos los seres, permitiendo que el tapiz de la vida se despliegue en toda su belleza y esplendor. En este día y en todos los días, abracemos la grandeza de nuestro legado ancestral y caminemos con sabiduría hacia la armonía con la Madre Tierra y todos sus hijos e hijas. / Intipachurin Inkari.

Ya se acaba Agosto agradece donde quiera que estés Khumpa/amigo.
Que tengas un bello dia!
TINKUNAQAMA Pukio Sonqo
Am@lia Ameli Vargas

viernes, 2 de agosto de 2024

Ritual de la Pachamama


La Pachamama o Madre Tierra, es la diosa femenina de la tierra y la fertilidad, una divinidad concebida como la madre que nutre, protege y sustenta a los seres humanos.

Todo el mes de agosto se la celebra y se hacen los despachos.

Lo ideal es hacer ritules el 1 de agosto.
Se trata del festejo más popular de los pueblos originarios de América Latina.
Se le devuelve a la Pacha un poco de lo que nos da.

Ella es símbolo de fecundidad por su capacidad para producir, bendecir y engendrar plantas, animales, alimentos y otros medios de subsistencia

En la ceremonia, se realizan una serie de ofrendas y rituales de limpieza que varían según la región

Ritual 1° de Agosto

Tomar en ayunas 3 sorbos de caña con ruda.
Decir caña con ruda contra el mal me ayuda.

Preparación:

Purificar el cuerpo y el lugar con sahumo, de preferencia salvia.

El ritual:

Se puede hacer durante todo el mes, lo Ideal 1/8.

Realizaremos un pozo si tienes jardín mejor sino en una maceta, o si acudes a un lugar como un bosque, mejor.

Vamos a ofrendar bebidas y comida, que pueden ser semillas, alcohol, jugo, frutas , agua florida, caña con ruda, le damos de comer y beber a la tierra. (Poquito modo simbólico).
Colocar un cigarrillo encendido o quemar tabaco todo lo que quieras ofrendarle.

Escribimos nuestro agradecimiento y el pedido de cuidado, prosperidad y abundancia. Quemamos el papel en ese momento y arrojamos a la tierra las cenizas.

Cerrar el agujero, se pueden colocar piedras, flores encima o plantar semillas.

Es el momento de agradecer por la vida, la salud, el trabajo y la comida. También se pide por fuerza para continuar nuestra vida, para poder ayudar a todos, especialmente los que más necesitan, que podamos alcanzar mayor armonía y entendimiento.

Finalizamos encendiendo una velita sobre el el altar, la que quieras o tengas a la mano, preferentemente verde.

Lulú Padilla

sábado, 1 de junio de 2024

Madre Tierra, Pachamama



“La Tierra no es una plataforma para la vida humana.
La Tierra es un ser vivo...
Nosotros no estamos sobre ella.
Nosotros somos parte de ella…”

Thomas Moore


miércoles, 11 de noviembre de 2020

La Corpachada


Fragmento del capítulo VIII de "El Canto del Viento", La Corpachada.

"Eusebio Colque está ahí, junto al fogón, saboreando el yerbiao. Alguien se hace cargo de su arreo. Alguien le informa sobre el desarrollo de la yerra.
Bajo el anochecer brumoso, con las alas de los sombreros cayendo sobre las caras como capotas, los hombres y las mujeres de Falda Azul se disponen a corpachar.
Junto al bramadero, en el centro del corral, han practicado un hoyo, en el que enterrarán las señales, los pedazos de colas, las hojas de coca, la chicha.
Mamá Rosa, vieja puestera, dirigirá la ceremonia de la corpachada, rito de la gratitud india para la Madre de los Cerros, para la máxima divinidad de la montaña, para Pachamama, misterio creador de la fuerza que anima la vida andina, que auspicia el viaje, que ayuda a vivir y a morir, a amar y a olvidar; para Pachamama, deidad desconocida y bien amada, que tiene su refugio en las grutas ignotas de la sierra, entre música de quenas invisibles, arpas encantadas y tibiezas inefables; para Pachamama, dueña y señora de los picachos y de los pastos, de las bestias y de los hombres, la que se enoja en los temblores, la que protesta en el rodar de los truenos, la que extravía al hurgador que ofende la tierra buscando oro, estaño y plomo; para Pachamama, la que sueña cuando la luna es grande, la que suspira cuando el aire es suave, la que llora con el lloro fresco y mudo de los pedregales, la que busca en el silencio de las chozas las frentes entristecidas y los ojos pequeños, cerrados más que por el sueño, por la fatiga de andar, de sufrir, de esperar...

Están corpachando los kollas en el abra de Falda Azul.
En el hoyo del corral, todos depositan sus ofrendas: coca, tabaco, flecos, crines, señales, flores humildes, hechas por las puesteritas. Si esas gentes pudieran vivir sin corazón, los hombres lo enterrarían - cofre de angustias, de cantares y de goces- en ese rincón simbólico.
Mamá Rosa, solemne, canta. En las coplas corpacheras se piden venturas y beneficios, se suplican perdones. Mamá Rosa canta y conversa con la tierra, arrodillada frente al hoyo: "Para que vuelva a los potreros el novillo perdido. Para que la nieve y las heladas no perjudiquen los pastos… Para que los changos sean grandes y buenos. Para que el tigre y la víbora no mermen el ganado en los montes. Para que ella, Mamá Rosa, vieja enferma y casi ciega, pueda dirigir futuras corpachadas...
Eusebio Colque también tiene algo que decir a la tierra. Se arrodilla. Y mientras habla, va depositando en el hoyo, lentamente, hoja tras hoja, la coquita de su chuspa, y algún fleco de su poncho. Por el tajo breve de sus ojos penetra, el crepúsculo montañés con su frío, su niebla y su misterio, y alimenta el espíritu de ese hombre de los caminos.
Y Eusebio murmura apenas: "Para que mis burritos no se me lo mueran. Para que mis pieses no se cansen aunque yo esté viejo. Para que mi mujer se sane de ese mal que no la deja respirar. Para que mi hijo que está en Yavi, no sea ingrato, y me lo traiga a mi nieto, así lo puedo ver, y acariciar, y contarle muchas cosas que él debe saber ..."
Y el hoyo simbólico sigue recibiendo las ofrendas de Mamá Rosa, de Eusebio Colque, de Mamerto Mamaní, de todos, hasta de las puesteritas y de los changos del fogón, hasta del maestro de la escuelita de Molulo, abajeño que asiste, entre curioso y conmovido, a la ceremonia de la corpachada.
Dirigidos por Mamá Rosa, todos cantan la copla ritual:
"Que la Pachamama los reciba,
regalitos de la tierra ...
Que la Pacha nos ampare,
que multiplique la hacienda ...
Aunque se agrande el corral,
que se güelva cielo y tierra..."

El aire se pone más helado. El nublado se asienta, sobre el abra. Está cerrando la noche y el alma de las piedras está dolorida de murmullos. Por los listones de los ponchos, ruedan hasta temblar en la punta de los flecos, las lágrimas del ocaso.
Los kollas han concluido la corpachada. Han trajinado, han cantado, han bebido, han cumplido con la tierra. Ahora, se dirigen al puesto, como sombras afiladas en medio de la cerrazón. La fila india porta bultos de leña, asados, yuros lazos, marcas. Sólo hay dos o tres jinetes. Los demás, como siempre, como toda la vida, haciendo sobre la tierra una huella breve con la suela heroica de las ushutas.
Mamá Rosa cuelga su copla en la niebla:
Que la Pacha nos ampare,
que multiplique la hacienda
Eusebio Colque ha dicho todo lo enorme e importante que tenla que decir. Camina ahora, mudo, más liviano de alma, con una sensación parecida a la serenidad. ¡Cómo no lo ha de escuchar a él, la Pacha!
Alta noche.
Mientras el nublado se asienta lejos, una media luna triste y fría, vela los campos dormidos.
Por momentos, de lo hondo de las quebradas parte el ahogado mugido de algún toro que en la tarde sufriera la humillación de su poderío. La bestia huele y siente su derrota y queda como
embramada en el bosque enmarañado de los huaycos.
Dentro y fuera del rancho del puesto, duermen los kollas bajo sus ponchos húmedos. En la cocina, un fogón muriente apenas rompe las sombras. Algún perro ahuyenta con una queja los fantasmas de su pesadilla.
Allá, en el corral del abra, sobre los pastos humedecidos, el aire comienza a mismir la lana de su silbo, y en la puiska invisible del remolino rueda lejos un madejón de silencio.
A veces, cuando la luna vence las brumas errantes, el murallón de cumbres parece animarse, y el pajonal se puebla de músicas extrañas, de voces de vertientes, de voces altas, afinadas de luna, de voces de guijarros y despeñados.
En la meseta, con la cabeza gacha y las orejas hacia atrás, meditando más que durmiendo, los cinco burritos de Eusebio Colque parecen anudarse con el aliento cálido, en un ansiado descanso.
Blanqueando sobre el campo quebrado, bordeando los barrancos, se estira, angosta y anhelante, la senda que une ese mundo sufrido con la vida inquieta y más amable, de la Quebrada de Humahuaca.
Agradeciendo las ofrendas de los hijos del cerro, desde su gruta ignorada, PACHAMAMA, fuerza misteriosa de la vida en la montaña, contempla su dominio de piedra, pastizal y soledad..."



domingo, 2 de agosto de 2020

Corpachada



Mediante la corpachada se “alimenta” a la Pachamama. Se realiza un pozo en la tierra, donde se colocan alimentos y bebidas, que varían. Chicha, vino, comidas criollas, hojas de coca y otras ofrendas. Todo lo creado proviene de la tierra: se trata de devolverle algo de lo que nos da.

¿Qué se le ofrece a la Madre Tierra?

Cigarrillo: Se fuma durante la quema para ahuyentar las malas vibras.

Lana: Según los colores atrae la buena suerte.

Vino: Se brinda para calmar la sed de la Madre Tierra.

Hoja de Coca: Esta hierba es elegida porque calma el cansancio de los hombres en sus trabajos más duros. Además, calma el hambre y quita la sed.

Maíz: Se busca para tener mayor seguridad.

Miel: Este ingrediente permite endulzar los pedidos.

Plata y oro: Para que la canasta familiar se mantenga llena.

Tierra de hormiga: Para que no falte el trabajo.

Mirra: Se utiliza para alejar la envidia de las personas cercanas.

Pétalos de rosa: Para que florezca la abundancia y el dinero.

Cerveza y vino: Son considerados el elemento de la salud. También son consideradas las bebidas de la alegría y de la diversión.

Chicha: Es otro manjar para la tierra. Se elabora con muchos días de anticipación, ya que necesita un tiempo de estacionamiento, para estar a punto en el color, el gusto y el aroma.


Pachamama: La importancia de volver a la tierra



¿Cuán lejos estamos en las urbes posmodernas de sentir el valor que tiene la Madre Tierra en nuestras vidas? Somos hijos de la Pachamama o Madre Tierra y debemos adorarla como se merece. Sin embargo, como seres pensantes nos hemos alejado bastante de ella. Por un lado dejamos que las ansias de poder nos envuelvan en un avance humano en el que el valor reside en la intangibilidad de lo financiero, el consumo del materialismo adormecedor, el llenar nuestras vidas con sucesos efímeros que nada dejan y nada aportan a nuestro ser.

Una de las tantas tareas en esta vida es ver quiénes somos, descubrir cuáles son nuestras raíces, y a quién debemos rendirle honores y ofrendas. Sin embargo, para ello, tampoco debemos olvidar que somos seres portadores de divinidad y somos los intermediarios entre el cielo y la tierra y que nuestra humanidad reside, en parte, en reconocernos de esa manera. Obrar consecuentemente es entonces la forma de ser verdaderos hijos de la Pachamama, porque a través de nuestros actos divinos con el entorno lograremos la armonía en nuestras acciones humanas.

Adorar a la Pachamama

El término Pachamama se encuentra formado por los vocablos “Pacha”, que en quechua significa universo, mundo, tiempo, lugar, y “Mama”, traducido como madre, tierra, la fertilidad, lo femenino.

La Pachamama es por ello nuestra vida y si le damos la espalda, como está sucediendo en la actualidad con el ritmo de consumo y, por ende, alta producción contaminante, nos estamos dañando a nosotros mismos.

No es tarea fácil rendirle honores a la Pachamama, porque es un camino que tiene muchas bifurcaciones, diríamos casi como personas hay en este mundo, y éste puede ir desde ser un fanático activista ecológico, ser un gran defensor de costumbres indígenas, o simplemente tener nuestra propia huerta orgánica en casa.

Cómo acercarnos a la Tierra

Con el ritmo acelerado de la vida moderna, que incluyen las tareas cotidianas, las largas horas de trabajo, la nueva era informática, etc. a veces preferimos hacer oídos sordos y ocupar nuestro tiempo en cosas o cuestiones superfluas, egoístas, ociosas, materialistas, antes que invertirlo en crear un espacio propio que nos conecte a la Tierra, a nuestros orígenes, a la vida.

Por ello, a continuación proponemos algunas actividades que nos pueden ayudar a volver a la tierra:

Crear huertas orgánicas: además de comer de forma más saludable, los cultivos en casa es una forma de tocar la tierra, sentir el valor de sus nutrientes, acompañar el proceso de crecimiento de las plantas, respetar y conocer los ciclos naturales y el ritmo de las estaciones del año.

Salidas al aire libre: viajar y/o aprovechar las salidas en momentos de ocio para contemplar la naturaleza, los paisajes, sentir el calor del sol, mirar el cielo, etc.

Armar nuestro propio jardín: buscar un espacio en nuestro hogar en el que tengamos plantas, flores, arbustos.

Tener mascotas: los animales domésticos, además de ser excelentes compañías, nos ponen en contacto con la naturaleza.

Colaborar con asociaciones de ayuda a comunidades aborígenes y/o en fundaciones ecologistas: puede ser a través de actividades directas o apadrinándolas con donaciones u otros aportes.

Estudiar los orígenes o antepasados de nuestro lugar de nacimiento: esta es una forma de volver a las raíces.

Respetar nuestro entorno a nivel ecológico: producir menos basura, cuidar el agua, evitar la compra de cosas innecesarias, no producir chatarra electrónica, etc.

Celebraciones regionales


Los pueblos originarios cuentan con una infinidad de fiestas durante todo el año relacionadas al ciclo agrícola de las estaciones. Es el cultivo de la tierra lo que establece los ritmos indígenas, pues ahí se germina la vida, la naturaleza, el alimento y, a través de todo esto, se alcanza la abundancia.

Los nativos latinoamericanos nunca olvidan agradecerle sus frutos a la Pachamama, y se dedican a rendirle honores durante el mes de agosto. Así, el calendario agrícola marca la pauta de la vida de los pueblos originarios. Después de la cosecha, la tierra descansa y despierta en agosto con “hambre”. La creencia es que para que no se coma las semillas de la siembra, que empieza el 21 de agosto, hay que alimentarla simbólicamente. Durante todo el mes, los pueblos andinos le hacen ofrendas, que significa devolver de forma ritual lo que la tierra ha dado durante todo el año, es decir, se le dan alimentos, agua, coca, chicha, vino, etc. A su vez, es una oportunidad para pedir por prosperidad y por salud para el resto del año.

Celebrar a la Pachamama es esencial en la concepción ancestral de los pueblos indígenas. Esta costumbre se asienta en que ellos asumen que son parte de un ser mayor, la Tierra, y esta celebración es un modo de asumirlo.

El ritual del 1° de agosto

El ritual a la Pachamama es, probablemente, la más popular de las creencias mitológicas del ámbito incaico que aun sobreviven con fuerza en algunas regiones del Noroeste Argentino (NOA) y muy especialmente en Jujuy. La difusión del mito usa como vehículo las lenguas quichua y aimara.

Cuando llegaron los españoles, la Pachamama ya era una leyenda en el folklore incaico, lo cual indica que su origen hay que buscarlo en las comunidades agrícolas del occidente sudamericano.

El primero de agosto es el día de la Pachamama. Ese día se entierra en un lugar cerca de la casa una olla de barro con comida cocida. También se pone coca, yicta, alcohol, vino, cigarros y chicha para “alimentar” a la Pachamama. Cada vez que se va a sembrar, cosechar, marcar la hacienda o correr el ganado, se hace un hoyo en la tierra y se depositan allí las variadas ofrendas, esto es lo que se llama corpachar o dar de comer a la tierra.

Ese mismo día hay que ponerse unos cordones de hilo blanco y negro, confeccionados con lana de llama hilando hacia la izquierda. Estos cordones se atan en los tobillos, las muñecas y el cuello, para evitar el castigo de la Pachamama.

Hoy se da este nombre a la tierra en un concepto deificado. Es la Madre Tierra, como la representación del Dios del bien, ella que nos demuestra generosidad en todo sentido, haciendo mudar los frutos u ofreciéndonos los minerales y riquezas guardadas en su seno.

A esta deidad periódicamente se le rinde pleitesía mediante el acto ritual denominado Challa, en afán de reparar con este rito la acción humana de hollar en su seno, al mismo tiempo se agradece los bienes que nos ofrece para nuestro sustento o las riquezas que guardaba en su seno, pidiendo que no deje de favorecernos.

La Pachamama es por lo tanto la diosa femenina de la tierra y la fertilidad; una divinidad agrícola benigna concebida como la madre que nutre, protege y sustenta a los seres humanos. La Pachamama vendría a ser la diosa de la agricultura comunal, fundamento de toda civilización y el Estado Andino.

¿Qué son las apachetas?

En las sendas de los cerros se encuentran cada tanto amontonamientos de piedras llamados apachetas. Poseen un doble significado; por un lado, actuar de guía y señalización para los viajeros, y por otro, ser un altar en el cual se dejan ofrendas de diversas características para la Madre Tierra: hojas de coca, vino, chicha, comida, cigarrillos, yerba, etc. La fe depositada en estas apachetas a través de las ofrendas reside en que es la Pachamama quien ayudará a los peregrinos a llegar a destino sin inconvenientes.

¿Qué se le ofrece a la Madre Tierra?

Cigarrillo: Se fuma durante la quema para ahuyentar las malas vibras.

Lana: Según los colores atrae la buena suerte.

Vino: Se brinda para calmar la sed de la Madre Tierra.

Hoja de Coca: Esta hierba es elegida porque calma el cansancio de los hombres en sus trabajos más duros. Además, calma el hambre y quita la sed.

Maíz: Se busca para tener mayor seguridad.

Miel: Este ingrediente permite endulzar los pedidos.

Plata y oro: Para que la canasta familiar se mantenga llena.

Tierra de hormiga: Para que no falte el trabajo.

Mirra: Se utiliza para alejar la envidia de las personas cercanas.

Pétalos de rosa: Para que florezca la abundancia y el dinero.

Cerveza y vino: Son considerados el elemento de la salud. También son consideradas las bebidas de la alegría y de la diversión.

Chicha: Es otro manjar para la tierra. Se elabora con muchos días de anticipación, ya que necesita un tiempo de estacionamiento, para estar a punto en el color, el gusto y el aroma.

Fuente: Ecoportal.net  
https://www.ecoportal.net/temas-especiales/pueblos-indigenas/pachamama-la-importancia-de-volver-a-la-tierra/?utm_source=marfeelpush