Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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lunes, 10 de octubre de 2022

Geopiratería y Columbus Day: Pensas o te piensan - Marcelo Valko


El calendario nos acerca al 12 de octubre, momento en que España se lanza sobre estas tierras en busca de riquezas inmediatas y un proselitismo religioso fanático que en la península había expulsado moros y judíos. Se trata de una fecha que durante siglos fue celebrada a lo grande. Distintos países coinciden en denominar esa efeméride como Día de la Raza, Día de la Hispanidad, Aniversario del Descubrimiento, Columbus Day o simplemente como Día del Descubrimiento de América. En Argentina se reemplazó en 2010 Día de la Raza por Día del Respeto a la Diversidad Cultural uno de esos eufemismos a los que somos tan afectos en estos lares y que dice poco y nada sobre las implicancias del aniversario. Por colmo lo convirtieron en un feriado trasladable. ¿Alguien imagina que Japón en la fecha en que padecieron la bomba atómica sobre Hiroshima lo convierta en feriado trasladable para gozar de un ameno Week-End? Mientras Venezuela lo denomina Día de la Resistencia Indígena y en Bolivia Día de la Descolonización en la mayoría de nuestros países aunque huela a naftalina permanece Día de la Raza. Más allá de lo problemático e inexacto que resulta el vocablo “raza” tomado prestado de la zoología representa una imagen patética. La llegada de los europeos a estas costas hace hincapié únicamente en UNA raza, ni siquiera lo presentan como Día de las Razas en plural, sino que utiliza invariablemente el singular. Creo oportuno mencionar en el mismo sentido que en España se llama Fiesta de la Raza a Día de la Hispanidad, es otro singular. La fiesta es de uno solo… El uso del singular en lugar del plural, no es un detalle menor ya que unos llegaron donde estaban otros. Cito un ejemplo para que se entienda. En los considerandos del decreto que en su momento estableció Argentina en 1917 para celebrar el Día de la Raza y que estuvo vigente hasta 2010 menciona al “genio hispano en esta empresa tan ardua y ciclópea sublime del genio de Colón” destacando a “la España descubridora y conquistadora que volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus trabajadores con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua”. Tales conceptos son compartidos por otros países americanos para implementar dicho feriado En definitiva ese singular que se establece entre Descubridor y Descubierto al encumbrar a uno y negar al otro lo convierte en el día de los Unos sin los Otros, un día de la Singularidad... No es preciso ser un eximio semiólogo para advertir la ausentificación de la presencia del indígena, como si hubieran desembarcado en un continente vacío, deshabitado, donde todo puede ser tomado…

El descenso demográfico tras el Descubri-MIENTO causado por matanzas fue tan abrupto que las relaciones económicas de producción necesitaron nuevo combustible biológico para el funcionamiento del sistema. Así fue como trasladaron millones de africanos cuya esclavitud provocó un segundo genocidio. Resumiendo: un primer genocidio, el indígena que comienza el 12 de octubre provoca un segundo genocidio: el africano. Y pensar que algunos escribas de la elite insisten en edulcorar lo ocurrido maquillándolo como Encuentro de Dos Mundos y más de un “progre” sepulta la sangre con notas de color… El tema es simple, no se puede celebrar el inicio del mayor genocidio de la historia en tiempo y espacio que provocó a su vez otra tragedia con el secuestro y cosificación de millones de africanos para sustituir la diezmada mano de obra indígena utilizándolos como esclavos.

No creo equivocarme al afirmar que Argentina es el país que más se esforzó en destacar su “excepcionalidad blanca y europea” diferenciándose del resto al negar la existencia de los originarios como lo demuestran tantos exabruptos de funcionarios como los manuales y textos que los conjugan en tiempo pasado “habitaban, cazaban, creían”. Son pasado, son ausencia, ya no existen y si aparecen indudablemente deben ser extranjeros como mapuches chilenos o kollas bolivianos. De ese modo se impone una pedagogía del olvido haciendo un catecismo de la desmemoria al vestir una inocencia imposible que procura borrar culpas para que todo siga como está.

De un tiempo a esta parte, desde distintos ámbitos educativos, centros culturales, concejos deliberantes, secretarías de culturas municipales, sindicatos, comienza a cuestionarse incluso cual es la fecha que debería conmemorarse. Cada vez es mayor el consenso que no acepta celebrar con júbilo la muerte. En múltiples actos, se conmemora el 11 de octubre como “ultimo día de la libertad”. Advierto que dentro del arco de lo que se denomina progresismo existe una suerte de predilección cuasi-patológica por la derrota, de ubicarse siempre como perdedores, insistiendo en el final, en el fracaso, siempre a la cola del carro vencedor derramando lágrimas sobre el último día de la libertad. Tal vez por eso, prefiero celebrar LO PRIMERO en lugar de LO ULTIMO. Conmemorar el 12 de octubre como el PRIMER DIA DE RESISTENCIA ante ese ultraje, ante esa ocupación criminal que fue la Conquista ubicada en las antípodas de un edulcorado “encuentro de culturas”.

Venimos siendo pensados por la historia oficial. Todo se tradujo mal y los que nunca estuvieron escondidos fueron descubiertos; automáticamente América dejó de tener potestad para gobernarse, se extinguió su propiedad y dominio. Europa se apropió de lo que tenía dueño; el territorio se transformó en espacio de conquista; las legítimas riquezas que poseían sus culturas se transformaron en un botín que los conquistadores “encontraban” y obviamente rapiñaban; los magníficos templos se convirtieron en canteras de piedra; sus conocimientos atesorados en códices y quipus se redujeron a humo en las hogueras de los Autos de Fe. La historia oficial tergiversó la memoria y por eso los indígenas se transformaron en ausencias. Las personas fueron leídas como objetos: los hombres utilizados como combustible biológico hasta morir y las mujeres como desahogo sexual.
Dado ese contexto tampoco la tierra tiene derechos convirtiendo enormes espacios en territorios de deshecho como sucedió con el monocultivo intensivo de caña de azúcar que desertifico el nordeste brasilero. Enromes espacios geográficos se transformaron en suculentas canteras que generaron tierras de descarte, estériles e inhabitables. Fueron tantas las toneladas de plata obtenidas del cerro de Potosí que hasta descendió la altura del Cerro Rico. Por eso en lugar de hablar de extractivismo prefiero explicita como biopiratería y la geopiratería denominaciones que hacen foco en la realdad del problema.
Los pueblos son expeditivos, saben que el futuro es ahora por eso es tan relevante lo ocurrido en numerosos países con el derribo de las estatuas de conquistadores y esclavistas demostrando que no lograron ausentificar las presencias. En mi libro “Cazadores de poder” afirmo “Ellos dicen que nosotros estamos muertos, dicen que nos mataron y que ya no estamos, cuentan que somos polvo, gusanos, lágrimas secas, que estamos enterrados, languideciendo en los rincones donde fuimos sepultados. Aseguran que somos ausencias, que somos invisibles, que somos espectros. Ellos dicen que estamos muertos. Nos explican las mil maneras de no ser. Creen que nos mataron porque nos exiliaron de lo cotidiano, que somos niebla, ausencia, silencio, nada. Para matarnos bien muertos nos desmembraron y rompieron nuestras carnes y perforaron nuestros ojos y violaron nuestras pieles. Sin embargo, nuestras muertes no están muertas. Sus sangres no descansan aunque están secas, los ojos miran aun rotos, los cuerpos se levantan aun desarticulados y las pieles tumefactas se aterciopelan y nos convidan a la vida y al erotismo. Aquí estamos mirando desde las miradas de los que son ausencias. Son tantos los que no están y están presentes, son caminos, faros, mojones”. Dejemos atrás aquellos que militan la impunidad del rebaño y que no aceptan la condición humana del otro y que necesitan que los pueblos mantengan su lugar de siervo de la gleba, de combustible biológico, de brazo barato, de sirvientes, en definitiva: de esclavos a la sombra del amo. Hay quienes dictan la palabra y otros que son dichos. La alternativa es pensar y evitar ser pensados, ya que siempre habrá quien esté dispuesto a pensar por uno. Pensas o te piensan.
Atravesamos un momento de cambios de paradigma. La historia oficial obra maestra para domesticar nuestros pensamientos comienza a resquebrajarse. Lo que fue ninguneado comienza a emerger y la verdad por fin asoma en el horizonte. El prontuario de quienes no merecen estar en pedestales comienza a salir a la luz, el genocidio, despojo e invisibilidad padecido por los pueblos originarios que los grupos de poder pretendieron ocultar en forma definitiva asoma con nitidez. Las voces que pretendieron silenciar por siempre toman la palabra, se hacen acción y la verdad surge incontenible.

Soplan nuevos vientos, asoma un nuevo paradigma, sabemos que es lento, pero que viene.

Marcelo Valko

domingo, 15 de mayo de 2016

15 de Mayo de 1.946, a 70 años del inicio del Malón de Paz


¿Quién habla del Malón de la Paz que en 1.946 caminó más de 2.000 kilómetros para recuperar sus tierras usurpadas?, ¿Quién recuerda a los Kollas de la Puna y de Orán que durante casi tres meses fueron tapas de diarios y revistas?, ¿Alguien sabe que por primera y única vez en la historia argentina, dos maloneros estuvieron en el balcón de la Casa Rosada ante una Plaza de Mayo colmada?, ¿Alguien recuerda que se les hizo jugar un partido de fútbol previo al tradicional River - Boca, encuentro al que asistieron más de 40.000 espectadores?, ¿Alguien conoce realmente como terminó aquella fiesta inicial?, ¿Alguien recuerda a los invisibles?

ORGANIZACIÓN DE LA CARAVANA
Como si no bastaran los enfrentamientos a mano armada con las fuerzas del Estado Provincial para recuperar el territorio Kolla, el tres de diciembre del año 1.874 en el Abra de la Cruz Cochinoca y el cuatro de enero de 1.875 en el Abra de Quera, este último con refuerzos de Salta enviados por el Estado Nacional, nuestros ancestros tuvieron que organizar una caravana hasta Capital Federal para exigir la devolución de sus territorios; cansados de los hostigamientos, malos tratos, despojos a los que eran sometidos por parte de los terratenientes. Las comunidades de la Puna se organizan para recuperar el territorio Kolla.
El 15 de mayo de 1.946 desde las comunidades de Queta, Tinate, Miraflores, Abra Pampa entre otras en la puna jujeña, San Andrés de la Nueva Oran y Santa Cruz en las serranías del Zenta; partió una caravana con destino a Buenos Aires para reclamar al entonces Presidente de la Nación, el General Perón, la devolución de sus territorios que injustamente habían sido usurpados por terceros. Llevaban una carta donde se formalizaba la petición, que fuera entregada por los dirigentes indígenas en la Casa Rosada, en mano al ya presidente Perón. La caravana duro ochenta y cuatro días desde el 15 de mayo hasta el tres de agosto teniendo que recorrer 2.425 kilómetros, pasando frío, calor, hambre, sed, cruzando ríos de noche y a veces teniendo que dormir a la intemperie, llevaban algunos burros en los cuales transportaban alimentos y abrigos; el contingente total 174 Kollas.

EL VIAJE
El 15 de Mayo de 1.946 muy temprano las autoridades originarias de las diferentes comunidades puneñas, despidieron a sus representantes que iniciaban el largo viaje, en la lejana Abra Pampa Estuvieron formados los niños de la escuela N°124 con la bandera en alto, autoridades del pueblo, los maloneros pertenecientes a las comunidades cercanas; Bajo el sol implacable de la Puna se cantó el Himno Nacional y el Párroco local Adalberto Von Beck, bendijo a los integrantes de la caravana.
Llegaron a Casabindo al anochecer del 17 de mayo, en las afueras los aguardaba todo el pueblo formando en dos hileras, una de hombres y otra de mujeres. Al verlos parecer, comenzaron a tocar las campanas de la iglesia; los dirigentes pronunciaron un discurso breve y emotivo refiriéndose al paulatino crecimiento de la caravana a la que se sumaron integrantes de las comunidades cercanas; pero todavía eran muy pocos, apenas unas decenas de Kollas. Al día siguiente aumentó la columna con los maloneros provenientes de Cochinoca, Aguas Calientes, Doncellas y Tambillos. Allí en esa senda polvorienta, la emoción embargó a ambos grupos que comenzaron a saludarse a la distancia. Unos y otros se veían como hileras de hormigas que se aproximaban en medio de la nada. Se veían mínimos indefensos, ante el poderoso viento de la puna que por momentos amenazaba dispersarlos, pero se veían decididos. El esperado encuentro fue un momento de risas, abrazos y coplas.
“Viva, viva Buenos Aires La Capital Federal Viva el pueblo de Abra Pampa Y su hermoso carnaval
Cochinoca linda tierra Si lo digo es con razón En mi pueblo tengo el alma Y en Jujuy el corazón
Soy nacido en Abra Pampa Bautizado en Cochinoca Mi padre es el vaso de vino Mi madre la chuspa de coca
Que largo son los caminos Llevando una sed que quema Que triste el arroyo seco Tan parecido a mi pena”
Luego siguió agua de Castilla y Quebraleña llegando a Pozo Colorado al borde de las Salinas Grandes de Jujuy, donde acamparon en la escuelita; cabe aclarar que todas estas comunidades contribuían con nuevos racimos de viajeros que engrosaban el malón.
El 20 de mayo se enfrentaron a la quebrada de rio colorado internándose entre Guancares y Bocas Coloradas, ascendieron la cuesta de Sepultura. Estaban en la cima de la cordillera, desde allí se divisaban las hondonadas de la Quebrada de Humahuaca; era el final de la zona del altiplano. Tras un breve descanso comenzaron el dificultoso descenso. Muchos estaban exhaustos sin embargo nada los detenía.
Por fin salen a la quebrada a la altura de Purmamarca, dejando a tras Tumbaya y hacen noche en Volcán ya sobre el rio grande. En la madrugada emprenden nuevamente la marcha, Volcán, León y Yala quedaron atrás. Estaban en proximidades de la Ciudad de San Salvador de Jujuy, donde improvisaron un campamento. Allí los aguardaba el diputado Viviano Dionisio, después de ultimar detalles para la recepción del malón. San Salvador de Jujuy era la primera ciudad que tocaría la caravana y existía una lógica ansiedad de cada malonero; a partir de ese momento la marcha saldría de la invisibilidad. En aquel día de descanso y reagrupamiento, tal como estaba previsto aparecieron los jinetes de la cuarta columna, esta vez se trataba de los salteños procedentes de la lejana Orán dirigido por Teobaldo Flores y Domingo Urbina, todos ellos venían montados en buenos caballos y mulas llevando a demás un segundo animal de recambio, quienes también habían enfrentado jornadas durísimas, cruzando la Sierra del Zenta superando alturas de 2.700 metros, para terminar apareciendo en la ruta 9 a la altura de Humahuaca.
En su mayoría los 65 salteños kollas viajaban montados en caballos o mulas, mientras que el centenar de Jujeños lo hacían el viaje a pie. Estos, apenas arreaban poco más de 20 mulas y caballos y unos 30 burritos, para llevar los enseres de la carga. Los maloneros marchaban calzados con simples ushuntas (ojotas) de suela de goma. Al iniciar cada día, se les informaba la distancia de la siguiente localidad donde harían la noche. Extraordinarios caminadores que durante algunas jornadas como el tramo Tucumán-Simoca, llegaron a avanzar un diario de 80 kilómetros. Más de una vez durmieron a la intemperie o en las plazas de los pueblos que atravesaban. En general no poseían más ropa que la puesta.
“El Malón de la Paz por las rutas de la patria” como señalaba el letrero del carro que avanzaba haciendo punta, transitara más de 2.000 kilómetros durante tres meses para salir de la invisibilidad a la que habían sido condenados por la historia.
El 26 de mayo abandonaron Jujuy, siguiendo hacia Perico y el 28 por la tarde llegaron a Salta “la linda”. En las afueras de la ciudad los esperaba la banda de música del regimiento 5° del Regimiento de Artillería, al ritmo de vibrantes marchas militares, los indios ingresaron a la capital de Salta donde los recibió un numeroso público que había sido informado del arribo del malón a través de las ondas de LV 9 radio provincia de Salta. Esa noche se alojaron en el regimiento donde fueron bien atendidos, de hecho el jefe de la unidad dispuso la colocación de herraduras a todas las mulas, burros y caballos que carecían de ellas. También recibieron la donación de una partida de varias docenas de alpargatas para sustituir a quienes tuvieran más estropeadas las ojotas.
El cinco de junio entraron a la ciudad de Tucumán donde se realiza un acto público, que ya no tuvo la calidez de Jujuy o Salta. Las autoridades ligadas a los intereses de los ingenios azucareros no simpatizaban con el propósito ni la idea de la caravana; sin embargo el Malón fue alojado nuevamente en los cuarteles del Ejército Argentino, donde por cuatro días repusieron energías los maloneros y los animales. Debida a la actitud distante de las autoridades políticas de la provincia, la gente sencilla organizó una colecta espontánea, reuniendo alimentos por un valor de $200. También les donaron dos carretas con sus mulas, que serían de gran utilidad para trasladar sus cosas; el carro más pequeño lo denominaron “Jardinera” que fue utilizado por los Kollas de Orán y el más grande les tocó a los puneños, que tendría un gran significado simbólico, pues le adosaron al carro el cartel con la cual se conociera a la caravana “El Malón de la Paz por las Rutas de la Patria”.
El 12 de Junio acamparon en el polígono de tiro en el cuartel de Frías; allí se produjo la primera baja de la columna, uno de los maloneros de Oran falleció en el hospital donde lo habían internado a raíz de un accidente fortuito. El luto envolvió a la columna, muchos pensaron en un mal augurio producto del cambio de aire que los rechazaba, enterraron al malonero en medio de una gran consternación, un mal presentimiento rondaba a los viajeros que se entregaban al silencio al mascar sus acullicos, algunos hasta soltaron hojas de coca para consultar los pasos a seguir. Durante tres días los maloneros no se movieron.
El 19 de Junio partieron hacia Jesús María donde volvieron a ser alojados en las dependencias del Ejercito, desde allí avanzaron hasta Córdoba en donde llegaron en la tarde del 20 de Junio “Día de la bandera”. En las afueras de la ciudad fueron recibidos por un numeroso público con las banderas argentinas desplegadas y correctamente formados. Nuevamente en movimiento enfilaron hacia el sur y pronto llegaron a Rio Segundo, dejando atrás Villa María y Bel Ville y con rumbo este ingresaron a la provincia de Santa Fe.
El 6 de Julio en la localidad de Cañada de Gómez fueron alojados en la jefatura de policía donde se proveyó de víveres a los maloneros, forraje a los animales, de acuerdo con una disposición del gobierno provincial y algunos vecinos.
El lunes 8 de Julio, coincidiendo con la preparación de los festejos por la “independencia” alcanzaron Rosario. A las afueras de la gran ciudad llegó un primer contingente de una veintena de jinetes trayendo las mulas de carga y luego se sumó el resto de la caravana; en esa oportunidad las autoridades del Jockey Club Rosarino se acercaron a los dirigentes ofreciéndoles las instalaciones del Country de Fisherton para que no durmiesen a la intemperie, el gesto fue valorado doblemente porque a las fatigas del viaje se les sumaba el intenso frio de un invierno húmedo, que hacía estragos en las articulaciones de los puneños.
Muy temprano en la mañana del 9 de Julio, llegaron encolumnados hasta el monumento a San Martín donde depositaron una ofrenda floral e hicieron un minuto de silencio. El público, al igual que los indígenas estaba emocionado, todos advertían lo inusual de aquella imagen ya que en nuestro país, los indios nunca habían marchado junto a las tropas del ejército, excepto cuando, en calidad de prisioneros de guerra, fueron exhibidos como trofeo y símbolos de victoria.
Luego el Malón proseguía su avance y pasaron por San Lorenzo donde hicieron un alto para visitar el convento de San Carlos y el campo de la Gloria donde San Martin venció por primera vez a los realistas. En la noche del 12 de julio acamparon en Villa Constitución, de allí se dirigieron a San Nicolás ya en la provincia de Buenos Aires donde acamparon en los galpones de la Aduana. El 21 de julio llegaron a Pergamino donde desde el Comisionado Municipal y hasta el último de los vecinos salieron a la ruta para recibirlos.
El Malón de la Paz en Luján el 30 de Julio de 1.946
Al igual que en otros destinos, el periodismo fue incrementando el nivel de ansiedad antes de su arribo.
El 24 de Julio a la madrugada, en silencio, mientras Pergamino dormía, los maloneros salieron nuevamente a la ruta dejando atrás la ciudad donde miles de personas lo habían recibido con una calidez conmovedora. Entrada la noche del viernes 26 de julio el Malón llegó a la localidad de San Antonio de Areco donde los alojaron en el viejo hotel Plaza.
Apenas faltaban 110 kilómetros para pisar las calles de la Capital Federal. Al igual que en Pergamino, Arrecifes y Capitán Sarmiento, miles de personas con faroles a querosén y antorchas improvisadas recibieron a los indígenas, encabezados en algunos casos por el comisionado municipal.

EN BUENOS AIRES
Finalmente llego el día soñado. El sábado Tres de Agosto de 1.946 en horas de la mañana, 173 Kollas con sus mulas, caballos, burros, carretas, Imágenes religiosas engarzados en precarias Varas de Cardón y otra que llevaban en anda ingresaron a la Capital Federal. En el cruce de la avenida General Paz, fueron recibidos por el cuestionado Director de Protección al Aborigen Dr.: Taboada.
Desde el barrio de Liniers, en el límite de la Ciudad, demoraron varias horas en avanzar al centro. Desde distintas emisoras de radio se había instado a la ciudadanía a volcarse a las calles para recibir a los Kollas. En forma constante fueron detenidos por los aplausos y gente que les ofrecía golosinas en demostración de afecto. Para horror de la oposición, también se acercaron diversas organizaciones justicialistas que les entregaron nuevos distintivos e imágenes del presidente.
Ajenas a los presagios la gente se asomó a los balcones de la Avenida de Mayo vitoreándolos, formadas en las veredas numerosas delegaciones de escolares lo saludaban con banderas argentinas, era tanta la cantidad de público que se agolpó a su paso que a pesar de ser sábado, el tránsito vehicular colapso. Los Kollas avanzaban con dificultad, especialmente sus dos pobres carretas.
La primera parte del sueño estaba cumplida. El Malón pisaba la plaza de Mayo, casi con temor rodearon la Pirámide de la revolución ubicada en el centro de la plaza y se pusieron de rodillas para rezar agradecidos a su Pacha por haber casi completado la difícil travesía, luego acompañados por un número público entonaron el Himno Nacional. Era un momento de euforia, varios integrantes del malón se sacaron fotos con la Casa Rosada como fondo.
Mientras tanto en la plaza la gente continuaba vivando a los indios y en medio de la algarabía, el Malón improvisó un desfile ante el balcón al son de sus erkes, charangos, sikus, quenas, cajas y bombos. Finalmente de la Casa Rosada bajó un mensajero solicitando la presencia de la representación indígena. ¡Por fin llegaba el momento ansiado! Una comitiva ingresó a la sede del gobierno para entrevistarse con el presidente. Del grupo de los Kollas los funcionarios seleccionaron dos mujeres y un hombre que portaban la bandera Argentina atada a un tosco mástil de cardón. Los dos fueron conducidos al balcón. Aquel mediodía Perón fue el promotor de un episodio que jamás ocurrió en la historia Argentina y que nunca volvió a repetirse hasta el día de hoy, se abrazó no sólo en público sino asomado al balcón de la Casa Rosada con una indígena; el balcón estaba abarrotado de funcionarios y en uno de sus extremos se apiñaba un grupo de fotógrafos y camarógrafos que dejaron constancia de aquella escena memorable.
Entregado el sobre lacrado donde pedían la escrituración de sus territorios y con la promesa verbal de Juan Domingo Perón de conceder lo solicitado los Kollas se retiraron de la casa Rosada con una alegría incontenible y una certeza ¡El General Cumpliría!. En su calidad de “huéspedes de la justicia social” el gobierno tenía preparado un alojamiento acorde. Aquí vale la pena prestar atención sobre un dato crucial que ya en aquel entonces, un redactor acertó en calificar como “inaudita paradoja”. El aposento destinado para albergar a los maloneros fue curiosamente el “Hotel de los Inmigrantes”. En menos de una hora, los Kollas habían pasado del Balcón Presidencial a un Hotel para Extranjeros. Dicho edificio ubicado dentro de la zona portuaria, era el sitio donde las autoridades de migración internaban a los Extranjeros que desembarcaban de Europa y que no tenían quien los recibiese ni adonde ir. Es decir, era el lugar donde terminaban los más desamparados de todos los inmigrantes; allí eran alojados durante un par de semanas mientras conseguían trabajo, circunstancia que explica su denominación.
Al caer la tarde de aquella primera jornada en Buenos Aires, el Presidente volvió a demostrar el interés que le merecía la caravana y realizo un tercer gesto personal; después de abrazarlos en el balcón y recibirlos en el jardín de invierno de la Rosada, Perón acompañado por el ministro de relaciones Exteriores y culto Dr.: Bramuglia de quien dependía el Hotel, visitó a los kollas “para ver la forma en que se encuentran alojados los indios y disponer todo lo necesario para su mejor permanencia durante el tiempo que pasen en la Capital”. Por otra parte los 106 caballos, burros y mulas de silla y de tiro, como asimismo el material rodante compuesto por los dos carros, fueron trasladados por la al cuartel de la Policía montada en Palermo.
El 8 de Agosto todavía enmarcado por la euforia popular ante la llegada de los Kollas, la Cámara de Diputados intento salir de su inacción presentando un proyecto de resolución para que el poder ejecutivo informara sobre la tenencia y distribución de las tierras que se encontraban en el poder del fisco Nacional, Provincial y de Particulares; en todos los casos se deseaba conocer la ubicación, destino aprovechable, beneficios, precios de arrendamientos, precio real en la zona por hectárea y explotación actual. El proyecto no mencionaba explícitamente a los indígenas, pero sin duda el malón era el disparador del tema ¿Acaso había sucedido un milagro?, ¿Acaso los diputados comenzaban a ocuparse del asunto?... El proyecto de tenencia y distribución de tierras fue girado para su estudio a la Comisión de la Legislación Agraria, pero allí se adormeció.
Mientras tanto los Kollas continuaban en el hotel de los Inmigrantes, se levantaban a las 6 de la mañana y bajaban a tomar su desayuno, almorzaban en el hotel y tras la cena marchaban los dormitorios. En los lavaderos y secaderos los Kollas aprovechaban para lavar sus escasas prendas de vestir, en especial los sufridos ponchos. Todavía en los primeros días algunos podían escaparse y hacer pequeñas excursiones por los alrededores.
A Perón no lo habían vuelto a ver, y para sorpresa general, los Kollas se encontraban militarizados. Dentro del Hotel de Inmigrantes aumentó la dotación de Guardias armados que prácticamente los tenían confinados en los dormitorios. El 20 de Agosto el semanario socialista “La vanguardia” tituló: “Bueno ¿y qué hacemos con los Kollas?”. El mismo día los comunistas publicaron en la portada de La hora “De pronto nada. El más absoluto silencio de los Kollas y sus reclamos de tierra. Nada sobre sus pedidos, sobre su regreso ¿Qué pasa con los Kollas?, ¿Tendrán las tierras reclamadas?”. Innumerables eran las preguntas que quedaron flotando sobre aquellas últimas jornadas. Las pequeñas escapaditas que algunos consiguieron hacer en un comienzo, se cortaron por completo, permanecían confinados e incomunicados.
Agosto acababa mal; llevaban 23 días en Buenos Aires y la novedad de la gran ciudad se había agotado transformada en pura nostalgia del terruño del que habían partido, hacia casi tres meses. Para colmo la última semana permanecieron confinados en el Hotel, con Guardias armados en los pasillos que sin poder entrar ni salir y sin que nadie fuera capaz de explicarles los motivos de tales medidas de “seguridad”.

LA VUELTA LUEGO DE LA NOCHE TRÁGICA
El Miércoles 28 de agosto le comunicaron, que debían alistar sus cosas para trasladarse a un nuevo alojamiento; la noticia les cayó muy mal, ya que a ellos les disgustaba las mudanzas, por varias razones. En principio aspiraban regresar con el título de propiedad de sus territorios en mano y de esa manera retornar a nuestro territorio a cuidar sus animales y sembradíos. Eran conscientes que un traslado, que por el motivo que fuese, llevaba implícito que la estadía se alargaría. Además si debían permanecer por más tiempo en Buenos Aires preferían quedarse en el lugar que ya conocían como el Hotel de los Inmigrantes, con una rutina a la que se habrían acostumbrado.
Como era de imaginar, la tensión siguió en aumento. Muchos deseaban tomar algún tipo de medidas, hablaron seriamente de comenzar una huelga de hambre, hasta que Perón los recibiera y les entregara los títulos, estaban dispuestos a morir de inanición. Por lo pronto decidieron realizar una asamblea general a primeras horas de la mañana siguiente, cuando los ánimos y las mentes estuviesen más serenos.
En la madrugada del jueves 29 de Agosto mientras los Kollas dormían, las tropas irrumpieron dentro de las habitaciones; fueron directamente al dormitorio de las mujeres y comenzaron a sacarlas a la rastra. Semejante atropello dio por tierra con la estrategia de los varones que habían amontonado algunos camastros contra las puertas para impedir el paso de las tropas. Cuando los hombres salieron en defensa de las mujeres terminaron golpeados sin miramientos; muchos fueron empujados y terminaron rodando escaleras abajo. Los Kollas se resistieron al desalojo exigiendo la presencia de Perón.
En el Salón de la Bandera de Casa de Gobierno se llevó a cabo un
reconocimiento, con entrega de medallas, a los ocho sobrevivientes del
“Malón de la Paz, por las Rutas de la Patria”, de 1946. Del homenaje
participaron funcionarios del Poder Ejecutivo provincial y del Concejo
Deliberante de la ciudad de P
alpalá (Año 2.013). Las
medallas fueron entregadas a los dos sobrevivientes de Abra Pampa, 
Gerarda Gutiérrez y Narciso López; otros dos de San Salvador de Jujuy 
Ciriaco Condorí (quien no pudo estar presente) y Felipe Mamaní; y cuatro
de Palpalá Antolín Flores, Pedro Flores, Carmen Mamaní y Buenaventura 
Solano.
Paradójicamente las autoridades a cargo de la expulsión, replicaban una y otra vez que actuaban a nombre de la “presidencia” transformando la situación en una de las clásicas comedias de enredos “del entorno” a la que nos acostumbraría el justicialismo con los años. Por supuesto nadie exhibió alguna orden firmada, esta clase de manejos suelen decidirse en forma verbal para no dejar “huellas”. Sin embargo estaban presentes para supervisar el desalojo, el Dr.: Taboada, el ideólogo racial Santiago Peralta y otro funcionario de apellido Bozzi, a quien no se logró identificar su pertenencia. Afuera en una vía secundaria que llegaba hasta las inmediaciones del hotel aguardaban los dos vagones de carga para trasladarlos hasta Abra Pampa, sin títulos, sin nada.
Más de un centenar de efectivos de la policía federal con lanzas, gases, juntamente con las tropas de la marina de guerra y hasta bomberos de cuartel central participaron de la represión. Los invisibles que habían sobrepasado la zanja de Alsina de los unos y los otros, fueron lanzados de regreso a sus sitios. Los indios regresaron custodiados para que no pudiesen descender antes a su lejano destino Abra Pampa. De todas maneras tres de ellos consiguieron arrojarse del tren en movimiento arriesgando su vida, en las inmediaciones de Retiro cuando el tren no había adquirido velocidad rompiendo las ventanas del mismo, con la esperanza de hablar con el presidente Perón y exigirle los títulos de los territorios puneños.
Bibliografía:
Valko, Marcelo: Los Indios invisibles del Malón de la Paz. Instituto Interdisciplinario de Tilcara. Una historia un camino. Testimonios de los abuelos Narciso López y Gerarda Gutiérrez ambos de la Comunidad Aborigen de Queta.
Edición: José Sajama, para Copenoa