Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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lunes, 25 de noviembre de 2019

25 de Noviembre Día del Genocidio Selk’nam



El 25 de noviembre es un día de duelo provincial y las banderas deben permanecer a media asta dijo Margarita Maldonado, referente de la comunidad indígena Rafaela Ishton.

La referente Selk’nam recordó que, sólo en Río Grande, la fecha es reconocida como “Día del Genocidio Selk’nam”. Asimismo, se busca que el resto de la provincia adopte esta medida como muestra de empatía con uno de los pueblos que habitaron estas tierras desde el principio de la historia.

Selk’nam, pueblo originario de la zona mediterránea de la Isla Grande de Tierra del Fuego

Un poco de historia
El 25 de noviembre de 1886 en las costas de Tierra del Fuego, ocurrió una masacre que marcó a fuego la historia de los pueblos originarios de la provincia. Se trató de la primera matanza documentada porque fue cometida por un oficial argentino en una misión de exploración, sobre la cual debía registrar detalles en una bitácora.
Aquel día, el capitán Ramón Lista desembarcó en la playa de San Sebastián con el fin de explorar la región y se encontró con un grupo de Selk’nam. El capitán intentó tomarlos prisioneros, pero los nativos opusieron resistencia, por lo cual Lista ordenó a sus hombres abrir fuego. La situación terminó con 28 hombres originarios asesinados, varias mujeres y niños heridos.
Retratos de la cultura Selk’nam

De ahí en más la política de colonización ganadera, emprendida por Argentina, alteró toda la organización espacial mantenida por los Selk´nam por centurias. Su matanza fue planificada por los colonos británicos, argentinos y chilenos que pagaban por cada nativo muerto, con el único propósito de apoderarse de las tierras que por miles de años, fue su hogar y su sustento.
Desde 1992, aquel fatídico 25 de noviembre es recordado en todo el ámbito de la provincia como “Día del Indígena Fueguino” por Ley N° 29. Sin embargo, en Río Grande, la fecha fue reconocida además como jornada de duelo por ordenanza 3595/16 como “Día del Genocidio Selk’nam”, por lo cual durante toda la jornada y en señal de dolor, se debe mantener a media asta el pabellón nacional.
Los descendientes naturales piden reconocimiento de ese hecho​
Se cumplen 133 años de una masacre contra nuestro pueblo y debe ser recordada en todo el ámbito provincial como un día de duelo, como ocurre en Río Grande. La Ley 29 debería ser modificada para que el duelo se respete también en toda la provincia” pidió Vanina Ojeda Maldonado; quien junto a su tía Margarita, integran la Comunidad selk’nam “Rafaela Ishton”.
La referente recordó que lo que sucedió con el pueblo Selk´nam fue un genocidio y no un exterminio como se intenta instalar desde el siglo pasado. “No es lo mismo ‘genocidio’ y ‘exterminio’, ya que, el segundo implica hacer desaparecer totalmente a un grupo humano y no es este el caso. Lo que ocurrió fue genocidio, es decir, una matanza ‘deliberada’ a estos grupos humanos”.
Homenaje al pueblo Selk’nam en el 1° Encuentro Internacional de Muralistas

El pueblo Selk’nam hoy cuenta con más de 800 descendientes vivos que mantienen sus vínculos ancestrales, territoriales y de identidad, así como también, sus manifestaciones, sociales, culturales, lingüísticas, artísticas y espirituales.
Descendientes Selk’nam continúan manteniendo su cultura ancestral

Los Selk’nam somos un pueblo vivo, existente y preexistente a la colonización occidental y a la conformación del Estado Nacional Argentino y a pesar de a los vejámenes y el genocidio, no estamos extintos ni en riesgo de extinción, porque perpetuamos nuestras culturas y nuestras descendencias”, expresó Vanina Ojeda Maldonado.
Esperamos que este lunes se respete el duelo en Ushuaia, en Tolhuin y en cada rincón de la provincia aunque no esté establecido por ley; como una verdadera señal de respeto a los pueblos originarios de Tierra del Fuego”, concluyó.
Fuente: Vía Ushuaia - 25 de Noviembre de 2019

jueves, 16 de febrero de 2017

Huellas de Nuestras Raíces...

Fuente>El Orejiverde

lunes, 9 de enero de 2017

Pueblo Selknam - Estampillas del correo de Chile


viernes, 25 de noviembre de 2016

25 de Noviembre de 1.886 Matanza de San Sebastián al Pueblo Selknam

La misma ordenanza recuerda la matanza de San Sebastián, el 25 de Noviembre de 1886. “Es la primera masacre documentada y se conoce con detalle, cuándo, dónde y cómo ocurrió, fue cometida por un oficial argentino, en una misión de exploración, donde debía registrar su accionar en un diario de bitácora”.
El capitán Ramón Lista desembarcó en la playa de San Sebastián con el fin de explorar la región. “Ese mismo día se topa con una tribu Selknam, el capitán intenta tomarlos prisioneros, pero éstos se resisten. Lista ordena entonces a sus hombres abrir fuego y matan a 27 originarios del lugar”, recuerda.
Días después “los hombres de Lista se ensañan con un joven al que encontraron escondido tras unas rocas, armado tan solo con arco y flecha, al que asesinan de 28 balazos”.



miércoles, 23 de noviembre de 2016

El genocidio fueguino, la masacre del pueblo selk'nam


Escribe: Luciano Andrés Valencia

El 25 de noviembre se cumpliran 130 años de una masacre llevada a cabo por militares argentinos contra indígenas selk'nam.

Ese día la provincia de Tierra del Fuego (Argentina) celebra el “Día del Aborigen Fueguino”, pero en los últimos años se ha alzado voces que reclaman que se conmemore el “Día del Genocidio Selk'nam”, para recordar las matanzas ocurridas entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

El pueblo selk'nam es originario de la Isla Grande de Tierra del Fuego, tanto del lado ocupado por el Estado argentino como del chileno. Según informantes indígenas, el nombre significa “clan de la rama separada”. Eran llamados “onas” por otros pueblos originarios de la isla, que significa “hombres de a pie” o “gente del norte” en lengua yamana. Esta denominación también fue utilizada por europeos y criollos.

Los primeros selk'nam provinieron de grupos nómades continentales de la Patagonia Meridional, que cruzaron a territorio fueguino antes de que se constituyera en una isla hace 10.000 años. Al término de la última glaciación se produjo la separación definitiva entre el istmo fueguino y el continente.

El predicador británico Lucas Bridges los describió de la siguiente manera: “La tribu de los onas habitaban en el interior así como en la parte norte y oriental de la isla principal, pero en ocasiones algunos de estos individuos penetraba en la región de los yaganes hasta llegar al extremo este del Canal de Beagle. Sus únicas armas eran arcos y flechas. Vivían casi exclusivamente de carne de guanaco. Se vestían con las pieles de estos animales y los utilizaban para arreglar sus refugios” (1).

Habitaban en territorios conocidos como “haruwen” (nuestra tierra) que era la base de su organización social. Sus linajes eran patrilineales exogámicos y patrilocales en cada haruwen. Algo que llamó la atención a Bridges era que “no tenían jefes hereditarios ni electivos, pero los hombres que sobresalían por su habilidad casi siempre se convertían de hecho en dirigentes. Sin embargo uno podía ser jefe hoy y otro mañana” (2).

El etnólogo Martín Gusinde señalaba a principios del siglo XX que “aunque los selk'nam constituyen una sola tribu, se subdividen en tres grupos locales”. Esta división la atribuyó a factores económicos y a las particularidades del terreno (3). Hoy se considera que existieron tres parcialidades: 1) parika: pamperos del norte; 2) herska: de los bosques del sur; y 3) chonkoyuka: en las serranías frente a la Bahía Inútil, Chile. También hay que considerar a la etnia Haush, que Bridges consideraba “Onas del Este”. 

En 1520 la expedición de Hernando de Magallanes costeó la Isla antes de penetrar por el estrecho que conecta el Atlántico con el Pacífico. Allí divisaron las enormes fogatas que realizaban los selk'nam, por lo que denominaron a la isla “Tierra del Fuego”. Hubo contactos fugaces con las expediciones de Pedro Sarmiento de Gamboa (1584) y de los hermanos Bartolomé y Gonzalo García Nodal (1619). En 1711 ancló en la Bahía Buen Suceso un jesuita integrante de una exploración y dijo que sus habitantes eran “gente bastante dócil” y que “no sería difícil instruirlas”. En 1769 también pasó por ahí el marino británico James Cook. Esta sería la primera de una serie de expediciones británicas que se llevarían a cabo durante el siglo XIX interesadas en estudiar las riquezas que podían explotarse en la isla. Incluso hay registros de secuestros de pobladores originarios selk'nam, yamanas (o yaganes) y kawesqar (o alakaluf) para ser llevados a Europa. Algunos fueron recluidos en los terribles “Zoológicos Humanos”, como el que se realizó durante la Exposición Universal de París en 1889 (4).

Familia Selk'nam fotografiada a principios del siglo XX.
La Isla fue atravesada por la conquista directa de los Estados chileno y argentino. No hubo una experiencia colonial previa y gradual que diera acceso a negociaciones, acomodamientos y reestructuración de la comunidad y de sus vínculos con los conquistadores (5). El usufructo de la isla comenzó en el lado chileno con la explotación de oro en 1881 y la instalación de estancias ovinas en 1884. En 1884 el Estado argentino fundó la Subprefectura de Ushuaia.

Para entonces se calcula que el número de selk'nam era de 3.500 o 4.000 personas según estimaciones de Gusinde. El Boletín Salesiano censaba de 2.000 a 3.000 personas en 1887. Cifras similares daba la Gobernación de la provincia chilena de Magallanes, de la que depende el lado oeste de la isla. La antropóloga Anne Chapman calcula entre 3.500 y 4.000 personas para 1880 cuando comenzó la ocupación (6).

Las primeras masacres contra los selk'nam fueron llevadas a cabo por las expediciones mineras, que llegaron luego de que en 1879 se descubrieran yacimientos auríferos en los principales ríos fueguinos. Es emblemático el caso del minero rumano Julius Popper, que en la década de 1880 comenzó a buscar oro en la isla y protagonizó varios enfrentamientos con los selk'nam a los que persiguió para matarlos y robar sus pertenencias con las que formaba colecciones. La perversidad de Popper llegó hasta el punto de realizar un álbum fotográfico en el que puede observarse la secuencia completa de una masacre perpetrada junto con un grupo de hombres armados contra un poblado en la bahía de San Sebastian (7). Algunas de estas fotografías fueron dedicadas al presidente argentino Miguel Juárez Celman.

El 5 de marzo de 1887 Popper expuso ante el Instituto Geográfico Argentino de Buenos Aires. En esa oportunidad relató un supuesto enfrentamiento con los selk'nam, en donde su expedición salió inmune de las flechas que les arrojaron. No así los selk'nam que fueron masacradas por los winchester de los hombres de Popper.

Popper llegó a formar un verdadero Estado en la isla, que contaba con monedas de oro de 1 y 5 gramos acuñadas de manera artesanal. Más tarde esas monedas fueron impresas en la Casa de la Moneda de la nación. Mientras en el territorio argentino regía el peso, en Tierra del Fuego se utilizaba el “popper”. Cuándo emitió estampillas por valor de 10 centavos el Estado Argentino le realizó un juicio. Sin embargo nunca fue juzgado por el asesinato de los selk'nam.

Contemporánea a la presencia de Popper. se produjo una expedición a cargo del oficial argentino Ramón Lista en 1886. En esa oportunidad se llevó a cabo la primera masacre documentada. El 25 de noviembre los hombres de Lista encontraron a un joven selk'nam armado con un arco y lo mataron de 28 balazos. Mas tarde se toparon con un grupo al que intentaron capturar, pero al resistirse Lista ordenó a sus hombres que abrieran fuego. Como resultado fueron asesinados 27 selk'nam. Tras esta masacre Lista fue premiado por el Estado argentino con el cargo de Gobernador del Territorio Nacional de Santa Cruz, que le fue concedido al año siguiente. También lleva su nombre una localidad santacruceña.
La gestación de la gran propiedad ganadera sería el desencadenante de las mayores matanzas contra los pueblos originarios fueguinos. En 1884 el Estado chileno concedió 123 mil hectáreas a la firma Wehrhahn y Compañía. Hacia 1890 concedió 1 millón de hectáreas en arrendamiento por un plazo renovable de 20 años a José Nogueira. Esta concesión junto con otra ya otorgada de 35.000 hectáreas a Nogueira y su cuñado Mauricio Braun serían la base de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego (SETF), fundada en 1893. En la década de 1890 también comenzó la explotación ganadera ovina en el lado argentino. Entre 1897 y 1899 Mauricio Braun y su suegro el asturiano José Menéndez adquirieron las mejoras tierras para la actividad pastoril.


Para 1894 todos los lugares históricamente ocupados por los selk'nam (paraderos de caza, haruwen, lugares de ceremonia y tránsito) estaban en manos de estancieros. Además la llegada de ovinos significó el fin del guanaco, que comenzó a ser cazado para que no compitiera por las pasturas con el ganado de las estancias. Acosados por el hambre, los selk'nam comenzaron a cazar “guanaco blanco” (ovejas) lo que significó la agudización de los enfrentamientos entre pueblos originarios y “koliot” (expresión selk'nam para referirse a los invasores de sus territorios ancestrales).

La capacidad productiva y la solvencia de las estancias, debido a su desarrollo económico y las inversiones que llegaban desde Gran Bretaña, generó una situación en la que el Estado quedó anulado. Lo privado superaba la autoridad de lo público. Los propietarios de la SETF se erigieron como máxima autoridad de la isla y como abastecedores del Estado, tanto de tierras como de suministros de luz, alimentos, cabalgaduras, forrajes, caminos, comunicaciones, etc. La policía pasó a cumplir un rol de guardián de los establecimientos y muchas cosas imprevistas se resolvían con la intervención del propietario (8).

Dueños absolutos de la isla, los grandes estancieros llevaron a cabo la mayor parte de las matanzas contra el pueblo selk'nam. A la sociedad Braun-Menéndez le podemos atribuir el título de “autores intelectuales” del genocidio. Ellos fijaron un precio por cada indígena asesinado. Pagaban una libra esterlina por cada oreja de adulto y media libra por orejas de niños. Pero al ver vagando indígenas sin orejas comenzaron a cotizar por cabezas, testículos y corazones.

Uno de sus capataces, el escocés Alexander Mc Lennan, a quién apodaban “Chancho Colorado”, fue famoso por sus “cacerías humanas”. En una ocasión encontró una ballena muerta en la playa de Springhill y la envenenó con altas dosis de estricnina. Luego de alimentarse de ella, murió la mayor parte de una comunidad selk'nam.

En otra ocasión hizo creer a la comunidad que cesarían las persecuciones y les devolverían parte de sus tierras. Para sellar el acuerdo les ofreció un banquete en la playa de Santo Domingo. Luego de la comida, en donde se sirvió abundante alcohol, los hombres de Mc Lennan los tirotearon matando a 300 personas.

A partir de entonces otros estancieros -Rodolfo Stubenrauch, Peter Mc Clelland- copiaron los métodos de Braun-Menéndez. A comienzos del siglo XX una comunidad resistió en Punta Alta el asedio de los estancieros y sus matones durante un día hasta que sucumbieron. En otra oportunidad un buscador de oro italiano encontró el cadáver de 80 selk'nam que había sido tiroteados.

El escritor Eduardo Belgrano Rawson se refirió a estas masacres en su novela Fueguia. En ella se narra la historia de una familia que debe huir de los “cazadores de indios” pasando por el “Imperio de las Ovejas” de los estancieros británicos (9).
Hubo algunas voces de misioneros salesianos que reclamaron el fin de las matanzas ante los gobiernos argentino y chileno.

En los juicios realizados en la provincia de Magallanes se comprobó que las matanzas eran una práctica sistemática, pero las condenas recayeron solo sobre sus ejecutores directos que quedaron libres a los pocos meses. Esto muestra la complicidad de los poderes de ambos Estados con los estancieros en la consumación del genocidio.

Otros testimonios relatan que entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX se realizaban “prácticas de tiro” desde los barcos usando como blanco los selk'nam que se divisaban en la costa. Se ignora cuántos pudieron haber muerto de esta forma.

El paso final consistió en la reclusión de los indígenas sobrevivientes en colonias o en las misiones salesianas, como la de La Candelaria - que funcionó cerca de la actual localidad de Río Grande entre 1893 y 1947- y la de la Isla Dawson -fundada en 1888- en el lado chileno. Allí sucumbieron en gran cantidad debido a la viruela, la tuberculosis y otras enfermedades de origen europeo para las que no contaban con defensas. Entre 1900 y 1902 se registraron 223 defunciones en La Candelaria, 99 de las cuáles (44,39%) se debieron a la tuberculosis (10). En la isla Dawson murieron mas de 800 selk'nam. La alimentación en estas misiones consistía principalmente en harina, fideos, arroz, porotos, azúcar, papa y te. Esta dieta alta en carbohidratos, con contraste con la que llevaban, puede haber afectado su salud y predisponer la alta tasa de mortalidad.

Lucas Bridges también señala los estragos que causó el alcoholismo, introducido por los europeos, en la comunidad selk'nam (11).

Consumado el genocidio, se pretendió decretar la “extinción de la raza selk'nam”, como un intento de evitar los reclamos territoriales de los sobrevivientes y sus descendientes. Los sectores hegemónicos crearon un discurso supuestamente científico en donde se señalaba que los selk'nam eran un pueblo cazador y recolector con movilidad terrestre. En base a esto se consideraba que los últimos “representantes puros” de esta etnia murieron en la década de 1960 y 1970 -la historia oficial considera a Angela Loij, muerta en 1974, como “la última selk'nam”-, y algunos descendientes mestizos que “aún portaban esa cultura” dejaron de existir en la década de 1980. A este discurso adhería la famosa antropóloga franco-estadounidense Anne Chapman -que tituló uno de sus libros sobre los selk'nm: El fin de un mundo - y está presente en las publicaciones oficiales de la provincia de Tierra del Fuego y en la obra de numerosos investigadores (12).

En oposición a este discurso han surgido numerosas personas que se reconocen como selk'nam, aunque no practiquen la caza y recolección ni habiten en haruwen, como pretenden estas visiones estáticas de los pueblos originarios. En los últimos años han creado asociaciones -como la Casa de Extensión Cultural Rafaela Ishton en la provincia argentina de Tierra del Fuego- en donde se nuclean y llevan adelante sus reclamos.

El genocidio selk'nam constituye un delito de lesa humanidad que permanece impune hasta la actualidad, y del que son responsables los Estados argentino y chileno, junto con las sociedades explotadoras que lo ejecutaron. En actualidad la Sociedad Anónima Exportadora e Importadora de la Patagonia, fundada por la familia Braun-Menéndez en 1908, es propietaria de 160 sucursales de supermercados en todo el país. Mientras los descendientes de los ejecutores continúan obteniendo ganancias millonarias a partir de las tierras obtenidas por el genocidio, los descendientes de las víctimas y sobrevivientes continúan reclamando justicia y reparación territorial por las matanzas ocurridas en el extremo más austral de nuestra América.

Notas
(1) Bridges, Lucas; El Ultimo Confín de la Tierra, Buenos Aires, Emece, 1952, p. 54.
(2) Bridges, Lucas; El Ultimo Confín... , p. 220.
(3) Gusinde, R.P. Martín; Los Fueguinos , Ediciones del Cardo, 2003, p. 53.
(4) Vicat, Mariana; Caciques Indígenas Argentinos , Buenos Aires, Ediciones del Libertador, 2008, pp. 193- 195.
(5) Casali, Romina y Guichon, Ricardo; “Los selk'nam en la Misión de La Candelaria: aportes historiográficos al proceso de contacto en el norte de Tierra del Fuego desde un abordaje interdisciplinario”, en: Celton , Dora; Guirardi , María y Carbonetti , Adrián (coord); Poblaciones Históricas: fuentes, métodos y lineas de investigación , Rio de Janeiro, Asociación Latinoamericana de Población, 2010, pp. 511- 512.
(6) Chapman, Anne; Fin de un mundo. Los Selk'nam de Tierra del Fuego , Santiago, Taller Experimental Cuerpos Pintados, 2002, p. 22.
(7) Algunas fotografías de la secuencia se puede ver en el siguiente enlace: http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/16495164/Un-demonio-llamado-Popper.html .
(8) Casali, Romina; “Relaciones interétnicas en Tierra del Fuego: el rol de la misión salesiana La Candelaria (1895- 1912) en la resistencia selk'nam”, Revista de Estudios Marítimos y Sociales , Nº 5/6, 2012/2013, p. 107.
(9) Rawson, Eduardo Belgrano; Fueguia , Buenos Aires, Sudamericana, 1993.
(10) Casali, Romina y Guichon, Ricardo; “Los selk'nam en la Misión de La Candelaria...”, p. 504.
(11) Bridges, Lucas; El Ultimo Confín... , p. 135 y otras.
(12) Sobre este tema se puede consultar a Méndez, Patricia María; “La extinción de los selknam (onas) de la Isla de Tierra del Fuego. Ciencias, discurso y orden social”, Gazeta de Antropología , Nº 28 (2) artículo 5, 2012.

Fuente: Rebelión

lunes, 17 de octubre de 2016

Martín Gusinde y los habitantes originarios de Tierra del Fuego


Autor: Denisse Espinoza A.

Entre 1918 y 1924 el explorador y etnólogo estudió y fotografió a los pueblos selknam, yagán y kawésqar: documentos únicos que se exhiben desde el martes en el Museo de Bellas Artes a través de 150 imágenes traídas desde Alemania y nunca antes exhibidas en Chile.

Era mayo de 1923 y el alemán Martín Gusinde cumplía uno de sus deseos más anhelados tras cinco años yendo y viniendo a Tierra del Fuego. Había sido aceptado para presenciar el Hain, ritual selknam en el que se iniciaba a los adolescentes para su etapa adulta, luego de un periodo de prueba donde eran admitidos en el mundo de los hombres.

No había sido fácil. El sacerdote y explorador viajó cuatro veces al territorio chileno, trabó amistad y de a poco fue construyendo un vínculo de confianza que le permitió familiarizarse con ese pueblo, documentarlo y fotografiarlo como ningún otro antropólogo pudo hacerlo más tarde. Así, retrató la choza ubicada a medio kilómetro del campamento donde se hacía el rito, para protegerse de las miradas curiosas de las mujeres, a los jóvenes desnudos con sus cuerpos pintados, y a mismos los espíritus Xalpen, Tanu y Shoort que asustaban a los novicios, pero que en verdad eran hombres disfrazados. El rito, que era considerado un verdadero colegio por los selknam, duró por insistencia de Gusinde 50 días.

No fue la única ceremonia a la que asistió el sacerdote. Durante su travesía y debido a su fascinación por estas etnias, Gusinde estableció amistad también con yaganes en Puerto Remolino, donde habitaba el ex-misionero anglicano John Lawrence, y fotografió, también en 1923, su ceremonia Loima-Yekamush, destinada a la formación de los médicos-hechiceros. Menos tiempo dedicó a los kawésqar, los nómades marinos agrupados en Puerto Edén, pero sí logró hacer varios retratos.

Desde el jueves, 150 de estas imágenes, tomadas por Gusinde entre 1918 y 1924 y nunca antes exhibidas en Chile, se presentan en el Museo de Bellas Artes en la muestra Los espíritus de la Patagonia Austral. Se trata de parte del archivo, compuesto por casi 1.200 negativos de nitrato y placas de vidrio, que conserva el Antropos Institut en Alemania, y que ahora son traídos bajo la curatoría del editor e historiador del arte español Xavier Barral y la conservadora del Museo Quai Branly en París, Christine Barthes, gracias a la gestión de los chilenos Verónica Besnier y Luis Weinstein.

“Es un documento increíble y que nos concierne a todos los chilenos, por eso en 2014 decidí embarcarme en este proyecto que me ofreció Xavier Barral, cuando aún estaba trabajando en la exposición de Sergio Larraín”, Verónica Besnier. “Siento que exhibir a estos dos autores en Chile significa saldar una deuda con nuestra propia historia. Xavier seleccionó las imágenes, pagó sus derechos y se encargó de hacer ampliaciones con calidad de museo, que son un joya para cualquier visitante”, agrega Besnier, quien acaba de inaugurar la muestra de Sebastiao Salgado en el Centro Cultural Las Condes. La gestora planea la itinerancia de la retrospectiva del sacerdote alemán que tendría su primera parada en el Museo Martín Gusinde de Puerto Williams, donde también se mantiene un archivo de fotos de menor dimensión.

Presentada el año pasado en el Festival de Arles, en Francia, la muestra de Gusinde aterriza ahora en la Sala Matta, de la pinacoteca nacional, y lo hace con un recorrido que parte por el pueblo selknam, sigue con los yaganes y finaliza con los kawésqar. Los primeros, a los que el sacerdote dedicó mayor tiempo, son retratados con sus vestimentas de piel de guanaco, en sus chozas y por supuesto durante el rito Hain -escenificaciones hechas a petición del mismo Gusinde-, para después mostrarlos con sus ropas occidentales que ya utilizaban en esa época, debido a sus contactos con los misioneros de la orden Salesiana.

Las imágenes de Gusinde destacan por mostrar poco paisaje y mucho menos escenas de la vida cotidiana. Probablemente por el tipo de cámara que usaba, con placas de vidrios y tiempos de larga exposición, los retratos debieron ser posados, de gran dramatismo y muy bien preparados, lo que no desmerece el valor del rescate antropológico que hizo. “Gusinde pone en situación a estos personajes, es un visionario que ve a estas civilizaciones en agonía y que piensa, sin equivocarse, que si no es él quien las conserva, se terminarán extinguiendo esas tradiciones”, afirma Besnier.

Ordenado como sacerdote en 1911 en la Congregación del Verbo Divino, Gusinde fue enviado al año siguiente como profesor de ciencias naturales a Santiago de Chile, para enseñar en el Liceo Alemán, de su misma congregación. Tras trabajar los primeros años junto al arqueólogo alemán Max Uhle y el chileno Aureliano Oyarzún, para el Museo de Etnología y Antropología local, su primera tarea fue ordenar colecciones de Isla de Pascua y viajar a la Araucanía, donde estudió al pueblo mapuche.
En 1918 viajó a Tierra del Fuego e inició su estudio de las culturas selknam, yaganes y kawésqar. Sus publicaciones posteriores ayudaron a denunciar el exterminio de los pueblos patagónicos. Efectivamente, desde 1870, la presencia europea en el territorio se intensificó con misiones salesianas y anglicanas, además de aventureros buscadores de oro y criadores de ovejas, quienes transmitieron enfermedades o derechamente asesinaron a los pobladores de las distintas etnias, entre ellos el rumano Julius Popper.


Los pueblos hoy
Hoy los descendientes de los pueblos selknam, yagán y kawésqar son pocos, pero existen. Prueba de eso es la serie de los 90 Las nómades del mar de Paz Errázuriz – 20 fotografías tomadas a kawésqar en Puerto de Edén- y las imágenes de Leopoldo Pizarro de su serie Buscando la memoria kawésqar, donde registró miembros de esa etnia y parajes australes entre 2013 y 2014, que se exhibirán junto al archivo Gusinde, con el fin de mostrar una mirada contemporánea de los pueblos. Además se proyecta el documental Cultura yagán, persistencia de la memoria (2012) de Gabriela Alt, quien retrata a la comunidad yagán de Bahía de Mejillones, situada en isla Navarino, donde el yagán Martín González sigue construyendo canoas a la usanza de sus antepasados.

Algunos miembros de estas etnias participarán en un diálogo en el museo, el miércoles, de 09.30 a 17.00 horas. La incorporación de este capítulo actual sobre estos pueblos en contraste a la visión de Gusinde se hizo a petición del Departamento de Pueblos Originarios del Consejo de la Cultura, que también financió la exhibición en Chile, junto a aportes de la Embajada de Francia, el Instituto Francés y el Goethe Institut.

Sin saberlo, el viaje de Gusinde a Chile le cambiaría la vida. Luego de terminar su travesía viajó a Austria para estudiar Etnología, Antropología y Prehistoria en la Universidad de Viena y comenzó a escribir su obra sobre las tribus fueguinas con un rigor que le demoró más de 40 años. Eso no impidió que organizara otras expediciones en busca de otros pueblos fascinantes, como los pigmeos twa y bambuti del Congo, los negritos de Filipinas, los yupa de Venezuela, los ainos de Japón y los papúes de Nueva Guinea.

Fuente: La Tercera / 16 de Octubre de 2.016


jueves, 11 de agosto de 2016

Creación del Mundo - Cultura Selknam

Fuente: El Orejiverde

domingo, 22 de mayo de 2016

Calafate, zoológicos humanos - Documental



En los últimos años del siglo XIX, el gobierno chileno autorizó que grupos de personas que pertenecían a las etnias que habitaban el extremo sur del país fueran llevados a Europa sin su consentimiento. Fueron secuestrados y quienes lo hacían tenían un fin determinado: exhibirlos en zoológicos humanos donde los europeos podían observar directamente a los “salvajes” del fin del mundo.
Así, personas kawésqar, mapuches, tehuelches y selk’nam fueron exhibidas en París, Londres, Berlín y Zúrich, entre otras ciudades, donde el público pagaba para verlos y fotografiarlos.

El documental sumó reconocimientos y se presentó en festivales de Chile, Bolivia, Argentina, Brasil, Ecuador, Taiwán, Italia, Cuba y México.
Hans Mülchi, académico del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, manifestó su alegría ante la posibilidad de que un público “no especializado” conozca el documental y sostuvo que éste genera una reacción especial: “Primero, porque muestra algo insólito, es una historia insospechada. En segundo lugar, es una historia que estuvo oculta durante muchos años. En tercer lugar, está contada de una manera muy humana y emotiva. El tipo de reacción que ha tenido la gente cuando hemos estado en las salas donde se ha exhibido es siempre con mucha emoción y con mucho sentido interior, de haber recibido un mensaje muy profundo. Por lo tanto, creo que también hay una forma de contar que ha logrado conectarse ampliamente con el público, lo cual nos hace estar muy expectantes sobre la reacción del público que va a pagar una entrada en estos días”.


sábado, 30 de abril de 2016

Historiadores piden al Estado de Chile reconocer el genocidio del pueblo Selk'nam



Historiadores de diversas universidades del país, intelectuales, escritores, políticos y docentes de institutos y universidades extranjeras, a través de una carta pública, exigen al Estado el reconocimiento del genocidio del pueblo selk'nam, ocurrida durante la primera mitad del Siglo XX, y que inicie un proceso de reparación histórica. Dentro de los redactores del documento se encuentra el historiador español José Luis Alonso Marchante, autor del libro “Menéndez, Rey de la Patagonia”, considerado como el texto definitivo sobre el cruel exterminio del pueblo originario de Tierra del Fuego, a manos de grandes latifundistas como José Menéndez, cazafortunas, y como consecuencia también de las políticas del Estado de Chile.

En el documento, los historiados recuerdan que existe desde 2.007 una moción parlamentaria para que se reconozca el genocidio del pueblo originario, pero que tras su discusión en el Senado, Andrés Chadwick y Mariano Ruiz-Esquide plantearon reemplazar el concepto "genocidio" por "extinción", dadas las consecuencias que se podrían generar para el Estado.



A continuación el texto en que se emplaza al Estado de Chile:

Carta pública

En 1885 Argentina y Chile comenzaron la colonización de la Tierra del Fuego a través de la entrega de concesiones ganaderas sobre un territorio hasta entonces independiente. Los estados desconocieron la soberanía selknam, basándose en las ficciones jurídicas del Imperio Español, y favorecieron los intereses de los capitales alemanes y británicos para expandir las ovejas que ya ocupaban Malvinas y Patagonia continental. Los selknam resistieron a la colonización atacando los rebaños y destruyendo las alambradas que comenzaban a dividir su territorio. Estancieros y administradores organizaron partidas de hombres armados para asesinar y capturar a los indígenas, como queda demostrado en numerosa documentación administrativa, judicial, empresarial y testimonial; la mayoría de los y las sobrevivientes enfrentaron la deportación a las misiones salesianas en Río Grande e Isla Dawson, tentativa de sedentarización y aculturación forzada que produjo su muerte, situación ampliamente documentada. Algunos sobrevivientes, especialmente niños y niñas, fueron apropiados para el servicio doméstico, como esclavas sexuales, o debieron asimilarse al trabajo ganadero. De ello también existe documentación, aunque más fragmentada. Como resultado de estos procesos adoptados por acuerdo entre estancieros, primero, entre sacerdotes salesianos y empresarios ganaderos, luego, casi siempre con la colaboración de autoridades de los estados chileno y argentino, en menos de dos décadas millones de ovejas pastaban sobre el espacio fueguino, vaciado de su población originaria. Ello estableció de manera permanente la soberanía argentina y chilena sobre la isla.

El reconocimiento del genocidio selknam y aonikenk (tehuelche del sur) por parte del Estado chileno fue planteado en 2007, cuando el entonces senador por Magallanes Pedro Muñoz presentó una moción que ha sido discutida en las comisiones de cultura del Senado y de la Cámara de Diputados. En la primera se debatió el tema, haciéndose referencia al Informe de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas (2003, 2008), que definió como genocida la ocupación de Patagonia austral y Tierra del Fuego. Sin embargo, “Los Honorables Senadores señores [Andrés] Chadwick y [Mariano] Ruiz-Esquide plantearon reemplazar el término ‘genocidio’ por ‘extinción’, dadas las consecuencias que se podrían generar para el Estado”, lo que fue respaldado por el senador Cantero. Sin discutir el fondo de la cuestión y por unanimidad, lo mismo que en la sala, se aprobó reconocer “la extinción de las etnias”. Pasado el proyecto a la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, se resolvió utilizar el concepto de genocidio. En plenario, los diputados Giovanni Calderón (UDI) y Jorge Sabag (DC) se opusieron al reconocimiento del genocidio, “pues el delito no prescribe y puede derivar en indemnizaciones a las víctimas”. Desde entonces, el proyecto de ley permanece, sin urgencia, en trámite.
De acuerdo con la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de las Naciones Unidas (1948), “se entiende por genocidio cualquiera de los actos  […] perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”, entre ellos la “matanza de miembros del grupo”, la “lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo”, el “sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial”, y el traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”. Dado que todos estos actos se produjeron contra el pueblo selknam es imprescindible reconocer oficialmente el genocidio, esto es, “la destrucción física intencional de un grupo social completo o la aniquilación de una parte tan significativa de ese grupo de la que resulte que no continúe siendo capaz de reproducirse biológica y cultural”. Por último, cabe insistir en que se trató de un proceso planificado y sistemático, decidido en reuniones de las que ha quedado registro.

El reconocimiento del genocidio selknam y aonikenk (tehuelche del sur) por parte del Estado chileno fue planteado en 2007, cuando el entonces senador por Magallanes Pedro Muñoz presentó una moción que ha sido discutida en las comisiones de cultura del Senado y de la Cámara de Diputados. En la primera se debatió el tema, haciéndose referencia al Informe de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas (2003, 2008), que definió como genocida la ocupación de Patagonia austral y Tierra del Fuego. Sin embargo, “Los Honorables Senadores señores [Andrés] Chadwick y [Mariano] Ruiz-Esquide plantearon reemplazar el término ‘genocidio’ por ‘extinción’, dadas las consecuencias que se podrían generar para el Estado”, lo que fue respaldado por el senador Cantero. Sin discutir el fondo de la cuestión y por unanimidad, lo mismo que en la sala, se aprobó reconocer “la extinción de las etnias”. Pasado el proyecto a la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, se resolvió utilizar el concepto de genocidio. En plenario, los diputados Giovanni Calderón (UDI) y Jorge Sabag (DC) se opusieron al reconocimiento del genocidio, “pues el delito no prescribe y puede derivar en indemnizaciones a las víctimas”. Desde entonces, el proyecto de ley permanece, sin urgencia, en trámite.
Dado lo anteriormente señalado, consideramos imprescindible el reconocimiento del Estado y los gobiernos locales del genocidio selknam, y proponemos la construcción de un Memorial en Tierra del Fuego, en el que puedan ser enterradas las víctimas de las políticas de deportación y exterminio. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, firmada por Chile en 2007, establece que “los pueblos indígenas tienen derecho a […] obtener la repatriación de sus restos humanos”, y que “los Estados procurarán facilitar el acceso y/o la repatriación de objetos de culto y de restos humanos que posean mediante mecanismos justos, transparentes y eficaces”. Por ello, las autoridades del Estado de Chile deben arbitrar las medidas para que los cuerpos profanados y exhibidos en museos, o depositados en instituciones locales, nacionales o extranjeras puedan finalmente reposar dignamente en la que fuera su tierra. Asimismo, y dado que la Declaración firmada por el Estado establece que “los pueblos indígenas tienen derecho a que la dignidad y diversidad de sus culturas, tradiciones, historias y aspiraciones queden debidamente reflejadas en la educación y la información pública”, deberán ejecutarse medidas que eviten la naturalización del exterminio en nombre del “progreso”, entre ellas, la apertura de un diálogo social amplio sobre los símbolos y efemérides magallánicas.

Esperamos que la presente solicitud ciudadana siga un curso exitoso, respondiendo a la necesidad de hacer un mínimo de justicia histórica con las víctimas, rescatar su memoria, reparar aunque sea parcialmente a sus descendientes, e incorporar su historia en los planes de estudio y las políticas de la identidad a nivel local, regional y nacional. Sólo de esta manera será posible proyectarnos como comunidades regionales y estatales reconciliadas con un pasado diverso y complejo, construyendo un presente más justo para los pueblos originarios y las sociedades construidas sobre su destrucción, silenciamiento y/o marginación.

Redactores:
José Luis Alonso Marchante, escritor. Madrid, España.
Nicolás Gómez Baeza, profesor de Historia e historiador. Punta Arenas y Santiago, Chile.
Alberto Harambour Ross, historiador. Punta Arenas y Santiago, Chile.
 Primeras firmas:
Paulette Alejandra Aguilera Salazar, Historiadora, Santiago de Chile
Ramón Arriagada, escritor y sociólogo, Puerto Natales.
Christian Báez, historiador, Santiago.
Jorge Baradit, escritor, Santiago.
Ernesto Bohoslavsky, historiador UNGS/CONICET, Buenos Aires.
Gabriel Boric, diputado, Magallanes.
Ljuba Vesna Boric Bargetto, Candidata a Doctora en Historia USACH, Santiago de Chile
Natalia Braidot, historiadora del Arte y profesora, Madrid.
Cristian Javier Cañete Leal, Presidente agrupación Memorias en el Viento. Punta Arenas, Chile.
Léonard Chemineau, dibujante, París.
Rafael Cheuquelaf Bradasic, periodista y músico Lluvia Ácida, Punta Arenas.
Roberto Cortes, estudiante de posgrado en Historia, Universidad Católica de Valparaíso.
Gustavo Alejandro De la Barra Riquelme, Geógrafo, Licenciado en Geografía, Punta Arenas.
Walter Mario Delrio, docente/investigador, CONICET/Universidad Nacional de Rio Negro.
Nolberto Díaz, vicepresidente CUT, Tierra del Fuego.
Francisca Carolina Díaz Zúñiga. Candidata a Magister en Historia USACH. Santiago de Chile.
Gabriel Di Meglio, historiador, CONICET / UBA
Sanja Durin, antropóloga, Institute of Ethnology and Folklore, Zagreb.
Javier Figueroa Ortiz, Universidad Central de Chile.
Mario Garcés Durán,  Académico Universidad de Santiago de Chile y Director de ECO Educación y Comunicaciones, Santiago de Chile
Marcelo Garrido, geógrafo, Vicerrector U. Academia de Humanismo Cristiano.
Igor Goicovic Donoso, historiador de la Universidad de Santiago de Chile, Santiago de Chile.
Rodrigo González Vivar, profesor e investigador, Instituto de la Patagonia.
Sergio Grez Toso, historiador, Universidad de Chile
Verónica Grondona Olmi, investigadora Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires.
Jessabel Guamán Flores, historiadora. La Serena, Chile
Luis Milton Ibarra Philemon, Archivo Histórico Municipal y Comisión por la Memoria Huelgas 1921, Calafate.
Sergio Infante R., poeta y profesor universitario, Estocolmo.
Xochitl Inostroza Ponce, etnohistoriadora, Universidad de Chile-UMCE.
Mirta Leyes, pintora y profesora, Mercedes.
Marcelo E. Loyola Avilés, historiador. Santiago, Chile.
Luis Alberto Mancilla, profesor y escritor, Castro.
Ivette Martínez M., Profesora, Caleta María.
Dante Montiel Vera, profesor de Estado e historiador, Castro.
Mario Isidro Moreno, escritor, Punta Arenas.
Omar Moya, programador, Santiago.
Cristina Moyano Barahona, historiadora Universidad de Santiago de Chile, Santiago de Chile.
Alexis Nolent, escritor y guionista, París.
Yerko Obilinovic, periodista, Punta Arenas.
Pavel Oyarzún Díaz, escritor, Punta Arenas.
Pedro Pacheco A., docente, Universidad Viña del Mar.
Fernando Pairican, Historiador, docente Universidad de Santiago de Chile.
Pedro Pacheco, docente Universidad Viña del Mar.
Marisol Palma Behnke, historiadora, Universidad Alberto Hurtado 
Pilar Pérez, docente-investigadora, IIDYPCA-UNRN-CONICET, Argentina
Julio Pinto V, historiador, Universidad de Santiago de Chile.
Alfredo Prieto Iglesias, arqueólogo, Universidad de Magallanes, Puerto Natales.
Loreto Quiroz Rojas, abogada, Universidad de Chile.
Javier Eduardo Rivas Rodríguez, Académico U del Desarrollo y USACH. Santiago de Chile.
Alfons Rodríguez, fotoperiodista, Barcelona.
Federico Rodríguez, escritor y profesor, Río Grande.
Manuel Luis Rodríguez, sociólogo y cientista político, Punta Arenas.
Mariela Eva Rodríguez, CONICET/UBA/ FLACSO-Argentina.
Enrique Hugo Mases, historiador. Director GEHiSo, Universidad Nacional del Comahue.
Pablo Navas, Profesor,  Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Río Gallegos.
Laura Pomerantz, doctora en Historia del Arte, Buenos Aires.
Mario A. Rivera, profesor titular Universidad de Magallanes, Punta Arenas.
Camila Rojas, presidenta Federación Estudiantes Universidad Chile, Santiago.
Catalina Saavedra Pérez, actriz, Santiago.
Camilo A. Santibáñez Rebolledo, profesor de Historia e historiador, Santiago de Chile.
Paula Tikay Ferrer, artista, Santiago.
Stefanie Torrejón Vásquez, historiadora, Archivo Nacional de la Administración, Santiago.
Jaime Valenzuela M., Profesor Titular, Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile.
Cristian Valle Celedón, realizador audiovisual, Punta Arenas.
Marcelo Valko, escritor y profesor, Buenos Aires.
Orlando Vargas Oyarzún, ingeniero comercial, Punta Arenas.
Bernardo Veksler, periodista y escritor, Buenos Aires.
Pablo Venegas, psicólogo, Rector Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Mauricio Webel, periodista, Santiago.
Fuente: El Mostrador – 28 de Abril de 2.016
http://www.elmostrador.cl/cultura/2016/04/28/historiadores-piden-al-estado-de-chile-reconocer-el-genocidio-del-pueblo-selknam/