Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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sábado, 19 de noviembre de 2016

Evidencias de yanomamis aislados y amenazados en la Amazonia


Nuevas fotografías muestran a una comunidad no contactada en el Territorio Indígena Yanomami, cerca de la frontera con Venezuela, y en serio riesgo por la presencia de miles de mineros ilegales.

Nuevas y extraordinarias fotografías aéreas muestran una comunidad indígena no contactada de la Amazonia que podría tener un centenar de habitantes.

La comunidad se encuentra en el Territorio Indígena Yanomami al norte de Brasil, cerca de la frontera con Venezuela. Alrededor de 22.000 yanomamis viven en el lado brasileño de la frontera, y al menos tres grupos no mantienen contacto. Son extremadamente vulnerables a la violencia y a las enfermedades que propagan los foráneos.


Cuando su tierra está protegida, los pueblos indígenas aislados pueden prosperar. Sin embargo, esta zona está actualmente invadida por unos 5.000 mineros de oro ilegales que disparan los temores de que algunas de las personas más vulnerables del planeta puedan ser aniquiladas.

Los mineros han propagado en la región enfermedades como la malaria y han contaminado las fuentes de alimento y agua de los yanomamis con mercurio, provocando una grave crisis sanitaria.

El chamán y activista yanomami Davi Kopenawa Yanomami declaró: “El lugar donde los indígenas aislados viven, pescan, cazan y cultivan debe ser protegido. El mundo entero debe saber que ellos están ahí, en su selva, y las autoridades deben respetar su derecho a vivir ahí”.

Davi es presidente de la asociación yanomami Hutukara y ha sido denominado como “el Dalái Lama de la selva”. “Son como termitas: siguen viniendo y no nos dejan en paz”, manifestó acerca de los mineros.

Los encargados de proteger el territorio yanomami son funcionarios del Gobierno brasileño. Pero actualmente afrontan severos recortes presupuestarios como parte de los planes políticos de debilitar drásticamente la protección y los derechos territoriales indígenas.

Sin apoyo continuado, el equipo responsable de la región yanomami no podrá proteger el territorio de los invasores, e incluso podría ser retirado por completo. Esto dejaría a los yanomamis no contactados expuestos al peligro de aniquilación.

Los yanomamis
-Los yanomamis conforman el pueblo indígena relativamente aislado más numeroso de América del Sur. Viven en las selvas y montañas del norte de Brasil y del sur de Venezuela. Se estima que su población total está en torno a las 35.000 personas.
-El Territorio Indígena Yanomami fue creado en 1992 tras años de intensa campaña por parte de Davi Kopenawa Yanomami, Survival International y la Comisión Pro-Yanomami (CCPY).
-Antes de la creación de la reserva, los yanomamis estaban siendo aniquilados por la violencia de los foráneos y por enfermedades como la gripe y el sarampión frente a las que apenas habían desarrollado inmunidad, propagadas en el territorio por buscadores de oro ilegales y otros invasores. El territorio les dio la oportunidad de decidir su propio futuro y el pueblo se encuentra ahora mucho más recuperado, después de décadas de caos.
-Sin embargo, FUNAI, el Departamento de Asuntos Indígenas del Gobierno brasileño responsable de proteger territorios como este, afronta severos recortes presupuestarios. Se teme que se supriman seis de los doce equipos especializados en indígenas aislados, entre ellos el encargado de proteger a los yanomamis.
- Los indígenas yanomamis no contactados han manifestado claramente su deseo de que les dejen en paz: huyen de los foráneos y evitan a los miembros contactados de su propio pueblo.
- En estas fotografías se ve el típico yano yanomami, una gran casa comunal que alberga a varias familias. Cada una de las secciones cuadradas del yano la habita una familia diferente, donde cuelgan sus hamacas, mantienen sus hogueras y almacenan comida.
- Los yanomamis tienen un enorme conocimiento botánico y usan unas 500 plantas para alimentos, medicinas y materiales de construcción de sus hogares. Se proveen por medio de la caza, la recolección y la pesca, pero también cultivan alimentos, como yuca (mandioca) o bananas, en grandes huertas que abren en la selva.
- Los chamanes yanomamis son líderes espirituales de sus comunidades. Inhalan un polvo psicoactivo llamado yakoana (virola, epena), que les permite comunicarse con el mundo de los espíritus.

Los indígenas aislados no son atrasados ni reliquias primitivas de un pasado remoto. Son nuestros contemporáneos y representan una parte esencial de la diversidad humana. Donde sus derechos se respetan, continúan prosperando.


Su conocimiento es irremplazable y se ha desarrollado a lo largo de miles de años. Los pueblos indígenas aislados son los mejores guardianes de su medioambiente. Y las pruebas demuestran que los territorios indígenas constituyen la mejor barrera contra la deforestación.

Survival International se opone a los intentos externos de contactarlos. El contacto siempre es mortal, y la decisión de iniciarlo les corresponde solo a ellos. Quienes entran en territorio de indígenas aislados les niegan esa posibilidad de decidir.

El director de Survival International, Stephen Corry, declaró: “Estas extraordinarias imágenes son otra prueba más de la existencia de aún más pueblos indígenas aislados. No son salvajes, sino sociedades complejas y contemporáneas cuyos derechos deben ser respetados. Está claro que son perfectamente capaces de vivir exitosamente sin necesidad alguna de las nociones de ‘progreso’ y ‘desarrollo’ externas. Todos los pueblos indígenas aislados se enfrentan a una catástrofe a menos que su tierra sea protegida. Estamos haciendo todo lo que podemos para garantizarles sus tierras y para que tengan la oportunidad de decidir su propio futuro”.

Fuentes:
http://www.survival.es/noticias/11506
Hutukara

Fuente: El Orejiverde – 18 de Noviembre de 2.016

Crédito de las fotografías: 
Guilherme Gnipper Trevisan/Hutukara

jueves, 24 de marzo de 2016

Envenenamiento por mercurio de indígenas yanomanis y yekuanas: nuevos datos salen a la luz


Mineros ilegales contaminan los ríos de indígenas yanomamis y yekuanas.

Nuevos datos revelan niveles alarmantes de mercurio entre los pueblos indígenas yanomami y yekuana de la selva amazónica.

La fundación de salud brasileña Fiocruz junto a la Asociación Yanomami Hutukara, la ONG brasileña ISA(Instituto Socioambiental) y la Asociación Yekuana APYB han desarrollado un estudio a partir de muestras de cabello de indígenas pertenecientes a 19 comunidades de estos pueblos, que revela que más de un 90% de los habitantes originarios de una región se encuentran seriamente afectados.

Buscadores de oro ilegales que operan en territorio yanomami están contaminando los ríos de los indígenas con el mercurio que utilizan durante el proceso de extracción del metal áureo. El mercurio entra entonces en la cadena alimentaria a través de las aguas del río que beben los yanomamis, y de los peces que constituyen una parte fundamental de su dieta.

El chamán y portavoz yanomami mundialmente reconocido, Davi Kopenawa, presentó estas evidencias ante la Relatora Especial sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU, Victoria Tauli-Corpuz, durante su visita a Brasil a principios de mes.

“Estamos preocupados por los resultados de esta investigación. Esta contaminación afecta a las plantas, a los animales y a las generaciones futuras”, declaró Reinaldo Rocha, indígena yekuana.

Los yanomamis no contactados, uno de los pueblos más vulnerables del planeta, se encuentran especialmente amenazados. Los mineros ilegales trabajan extremadamente cerca de una de las zonas donde viven.

Fiscales federales de Brasil están analizando los hallazgos del estudio y continúan presionando para que se ponga fin a la minería ilegal.

La contaminación por mercurio también amenaza a otros pueblos indígenas amazónicos: a principios de mes, Survival denunció que hasta el 80% del pueblo indígena nahua de Perú, recientemente contactado, ha resultado intoxicado, aumentando las graves preocupaciones sobre el futuro de la tribu.


Los yanomamis también están luchando contra los incendios forestales que han arrasado varias zonas de su tierra en meses recientes. Las causas todavía no han sido esclarecidas, pero algunos yanomamis sospechan que los mineros y los madereros ilegales iniciaron los fuegos deliberadamente, y solicitan el despliegue de más escuadrones de bomberos.

Los yanomamis dependen de su selva para sobrevivir. Su tierra en Brasil fue demarcada como territorio indígena en 1992 a raíz de una larga campaña internacional. Los yanomamis, sus aliados en Brasil y Venezuela, y Survival están presionando ahora a las autoridades para que expulsen a todos los invasores de tierra indígena, para que los mantengan alejados definitivamente y para que detengan los planes de abrir territorio indígena a la minería a gran escala.

En una carta de la Asociación Yanomami Hutukara a la presidenta Dilma Rousseff, los indígenas declararon: “En este momento en que Brasil y el mundo se concentran en buscar soluciones para proteger el clima, el agua, las selvas y a sus pueblos, no tiene sentido que Brasil favorezca proyectos que pueden conllevar la destrucción de la naturaleza dentro de la tierra indígena yanomami.”

Fuente: Survival Internacional – 23 de Marzo de 2.016

martes, 19 de enero de 2016

El origen de la Luna – Cosmovisión Yanomani


Todos los yanomamos, somos sangre de Peribo. Peribo-riwë vivía en este mundo junto con su hija y con su yerno Amoawë. La hija se llamaba Purima-yoma. Pero esa hija le tenía mucho miedo al esposo. Ella no quería tener esposo; quería tener a ese hombre solo como hermano. A Peribo-riwë no le gustaba eso; le daba rabia, le daba vergüenza.

Un día invitó a su hija y a su nieto y se fueron al monte, lejos del xapono. Allá agarró a su hija y la estranguló. Después le dijo a su nieto que con un atari le sacara los ovarios. El nieto obedeció: los sacó y se los dió a Peribo-riwë, quien los embojotó en unas hojas. Esto hizo para enseñarnos como se embojota la cacería para asarla. Con el bojote volvieron al xapono. Padre e hija discutieron a causa de Amoawe y tan acalorada resultó la pelea que de resultas de un golpe de su padre, Purimayoma cayó al suelo y quedó inconsciente, esparciéndose por el suelo unos granos de maíz que llevaba en una cesta de mimbre. Periboriwe, muy asustado creyéndola muerta, salió corriendo con su nieto, al que obligó a recoger los granos desparramados envolviéndolos en unas hojas. Al llegar a su casa, hizo que el nieto los cocinara e hiciera una pasta que luego se comió.

La hija no había muerto. Después que se fue su padre, volvió en sí y se transformó en cocuyo. En el xapono Peribo-riwë asó el bojote y se sentó a comer los ovarios de la hija. Después de haber comido el guiso que le cocinó el nieto. Pero cuando terminó se sintió muy raro. Enseguida el cuerpo se le fue poniendo caliente y, como loco, comenzó a pasearse por el xapono, por aquí, por allá, soplándose aire con un xohema. Estaba inquieto y gritaba por el ardor que sentía. Después se fue al patio, caminando, y allí comenzó a subir por los aires. Los no-patabï se reían de él. Peribo-riwë seguía subiendo. Ahora ya no se abanicaba. Los niños, creyendo que era un juego, le tiraban palitos. Los demás se reían; pensaban que iba a bajar de nuevo, que sólo estaba dando demostración de sus poderes.

Pero Peribo-riwë ya iba alto. Entonces los hombres comenzaron a juntarse en el patio; apuntaron con sus arcos y lo flechaban. Él seguía subiendo, dando vueltas. También lo flechaba Pokoïhïbëma-riwë, pero no podía acertarlo. Los Atamari también vinieron a flecharlo, pero tampoco acertaron.

Suhirina-riwë seguía acostado, tranquilo, mirando para arriba. No se apuraba. Estaba acostado como un waiteri. Los viejos ya estaban comentando:

-¿Por qué no lo flecharon cuando estaba bajito? Ahora ya está muy alto. Peribo-riwë se escapó. Nadie más lo va a agarrar. 

En eso, Suhirina-riwë se bajó del chinchorro, cogió su arco y sus flechas, se puso a mirar hacia arriba y dijo:
—Asiëëënnn, ¿Por qué no le tiraron cuando estaba bajito? Ahora está muy alto. Entonces jaló la cuerda del arco. La encontró floja y la templó. Todo eso hizo para que nosotros aprendiéramos a templar nuestros arcos antes de disparar la flecha. Si no acertamos, es porque tenemos el arco flojo.


Después, apuntó con una flecha de punta rahaka. Peribo-riwë no se movía más; estaba acomodado en su sitio, en el cielo, y miraba para abajo. Suhirina-riwë soltó la flecha... Le había pegado en el pecho, allí donde tenía la tetilla. Todos gritaron.

En seguida, de la herida comenzaron a caer gotas de sangre. Cada gota que caía se transformaba en un yanomamo nuevo porque caían sobre el mismo cocuyo en que se había convertido Purimayoma, y ésta las hacía germinar. Peribo-riwë se fue quedando sin sangre, sin fuerza, jipato; así fue bajando poco a poco hacia el borde de la tierra. Allá se transformó en luna sobre un cerro alto que llaman Peribo-makï, lejos, lejísimo, y desde entonces alumbra por las noches con su luz blanca y mortecina donde ni siquiera los napë viven. 

Allá viven los Yai. Así murió Peribo-riwë. El peribo de ahora no es el cuerpo de Peribo-riwë; es su no-porebï. Por eso es malo: se lleva el alma de los niños; estos fácilmente se mueren.

Ese mismo día, Suhirina-riwë y su familia se convirtieron en esos alacranes, que son pequeños pero pican duro; Pokoïhïbëma-riwë y su familia se transformaron en esos alacranes grandes (y negros, pero no venenosos) Los Atamari se fueron a vivir sobre los palos del monte y quedaron transformados en esos hongos cuyo nombre genérico es peribo. Los demás yanomamo de entonces se transformaron en zamuros y volaron a las matas cercanas; los que eran gente grande y buenos xapori se convirtieron en zamuros reales. Pero de la sangre de Peribo habían nacido solo hombres. No había mujeres. Por eso aquellos hombres tenían como mujer los huecos de los árboles y el ano de sus compañeros".

Fuente: Juan Carlos Alonso (Mitos Latinoamérica).

domingo, 19 de abril de 2015

Los yanomami, los humanos con mayor variedad de bacterias


Escribe: Miguel Ángel Criado

El análisis del microbioma de un grupo de indios amazónicos sin contacto previo con el hombre blanco muestra además que han desarrollado resistencia a los antibióticos.

Un helicóptero del ejército venezolano descubría en 2008 entre la espesura de la selva amazónica un poblado no registrado en sus mapas. Unos meses después, una misión médica científica llegaba hasta esa zona del sur de Venezuela para descubrir que se trataba de un grupo de unos 50 indios yanomami. Comprobaron que, salvo algún contacto con otros de su misma tribu, nunca habían tenido relación con el mundo exterior. Para los científicos era una ocasión única para estudiar su universo bacteriano y compararlo con el de los occidentales. Se llevaron unas cuantas sorpresas.

"Llegamos en abril de 2009. Siempre que vamos a una comunidad hacemos una reunión con todos los pobladores para explicarles que es lo que vamos a hacer, gracias a la ayuda de un traductor", recuerda el investigador del Centro Amazónico de Investigación y Control de Enfermedades Tropicales Simón Bolívar, el venezolano Óscar Noya-Alarcón. Este médico, que participa en un programa del Gobierno de Venezuela para eliminar la oncocercosis, o ceguera de los ríos, lleva varios años buscando nuevos poblados yanomami. Esta vez tenía una misión extra.

Aunque no era el objetivo principal, los científicos consiguieron el consentimiento de una treintena de los 54 yanomami que formaban la comunidad para tomar muestras de piel de su antebrazo, su boca y de material fecal, el mejor indicador de la flora bacteriana del tracto intestinal. "Les parecía asqueroso, como a cualquier ser humano, que recogiéramos sus muestras de heces. Se burlaban de ello. Pero siempre accedieron amablemente a colaborar", comenta Noya-Alarcón. Los materiales biológicos se conservaron en nitrógeno líquido hasta que volvieran a la civilización.

Empezaba entonces la segunda parte de la aventura. En un ejemplo de que la ciencia le puede a la política, las muestras volaron hasta un par de laboratorios de EE UU. Durante cuatro años, una veintena de científicos estadounidenses y venezolanos han desentrañado el perfil genético de las bacterias presentes en las muestras originales. También las cultivaron, para realizar ensayos que midieran su resistencia a los antibióticos, lo que se conoce como resistoma.

"Lo que hemos encontrado es que los yanomami de este estudio tiene un grado de diversidad bacteriana sin precedentes", decía durante una conferencia de prensa el profesor de genética de la escuela Icahn de medicina del hospital Monte Sinaí (Nueva York) y principal autor del estudio, José Clemente. Los autores de la investigación compararon el microbioma de los yanomamis con una muestra de estadounidenses y otras dos de los guahibo, también amerindios amazónicos, y de indígenas de Malaui, en el sur de África. En los dos casos se trata de poblaciones con cierto grado de occidentalización. Los yanomami, añade Clemente, "tienen casi el doble de diversidad que los estadounidenses".

El poblado yanomami fue descubierto en 2008 y su ubicación no se ha revelado para respetar su mundo y protegerlos del exterior. / ÓSCAR NOYA-ALARCÓN
De hecho, observaron un progresivo descenso de diversidad desde los yanomami hasta los occidentales, pasando por los guahibo y los malauíes. Además, los investigadores bucearon en estudios anteriores sobre microbioma y no han encontrado otros pueblos que tengan mayor variedad bacteriana. Tampoco en los archivos del proyecto Microbiom a Humano. Es como si, cuanto más expuesto está uno al estilo de vida occidental, más se reduce la riqueza de su microbioma. Estos resultados colocan a los yanomamis en la cúspide en lo que a bacterias se refiere. Esta misma semana, otro estudio mostraba como comunidades rurales de Papúa Nueva Guinea tenían un 15% de mayor diversidad que los occidentales. Pero estos indios amazónicos se acercan al 100%.

Los yanomami de este poblado, cuya ubicación no se ha revelado para protegerlos, siguen viviendo de la caza y la recogida de frutos como hacían sus antepasados hace miles de años. Lo más cerca que habían visto a un hombre blanco era cuando veían volar sobre ellos algún avión. De la medicina, solo conocían la propia palabra, que se la habían oído a otros yanomami de poblados vecinos. Y el dispensario más cercano, regentado por unos misioneros, se encuentra a dos semanas yendo a pie por entre las montañas. Para los microbiólogos, este pueblo aislado es una máquina en el tiempo con la que imaginar como era la microbiota de los humanos antes de que la modernización lo cambiara todo.

"Nuestras bacterias juegan importantes cometidos en la fisiología humana, como la respuesta inmune, el metabolismo y hasta la conducta. Pero aún no sabemos cuánto y cómo han cambiado nuestros microbiomas occidentalizados con relación al microbioma de nuestros ancestros", recuerda la profesora de la escuela de medicina de la Universidad de Nueva York, María Gloria Domínguez, también coautora del estudio. "Tenemos muchas prácticas antimicrobianas, como el nacimiento por cesárea, el uso de los antibióticos, el jabón, los limpiadores. Pero en el mundo aún quedan poblaciones remotas de cazadores y recolectores que viven en la era pre-biótica como lo hacían nuestros antepasados", añade. Unos pueblos, que alerta, "se están occidentalizando rápidamente".

Antes de que el estilo de vida occidental reduzca su diversidad bacteriana, pueblos como este yanomami, pueden ayudar a la ciencia. Muchas de las enfermedades no transmisibles, como inflamación intestinal, la esclerosis múltiple, la diabetes tipo I, la artritis reumatoide, obesidad, cáncer de colon y un sinfín de alergias están mediatizadas por bacterias. La mayoría tienen una alta prevalencia en las sociedades avanzadas, siendo testimoniales en las poblaciones menos occidentalizadas. Aunque queda mucho por investigar, la degradación del microbioma puede tener mucho que ver con estas enfermedades modernas.

El poblado yanomami fue descubierto por un helicóptero del ejército venezolano en 2008 y al año siguiente recibieron la visita de una misión científica. Era la primera vez que tenían contacto con el hombre blanco. / ÓSCAR NOYA-ALARCÓN
Resistencia adquirida a los antibióticos
La segunda gran sorpresa que se llevaron los investigadores fue que, al cultivar y secuenciar las muestras fecales, encontraron que las bacterias de los yanomami portan genes que las harían resistentes a los antibióticos, incluso a los de última generación. Para medir esta resistencia, los estudios científicos suelen fijarse en las cepas de la enterobacteria Escherichia coli. En las muestras fecales de los yanomami, encontraron que todas las cepas de E. coli contaban con genes que intervienen en el desarrollo de resistencia a la acción de los antibióticos. Entonces ampliaron su análisis a otras bacterias, encontrando unos 30 genes que podrían expresar resistencia.

Si se da por buenas las palabras del jefe del poblado, negando haber tenido contacto con otros hombres que no fueran otros yanomami y, menos aún, con la medicina moderna, ¿de dónde procede esa resistencia? La principal hipótesis de los investigadores es que viene de la íntima relación de estos indios con el medio que les rodea. Mucho antes de que Alexander Fleming descubriera casi por azar el poder antibiótico de hongos del género Penicillium, las bacterias han tenido que lidiar con otros microorganismos para sobrevivir. En el caso de los yanomami, estos microbios habrían aprendido a combatir gracias a la flora bacteriana del suelo de la selva que, por medio de transferencia horizontal, les habrían prestado los genes anti antibióticos.

"Sin embargo, también encontramos varios genes de resistencia que codifican resistencia contra las últimas generaciones de antibióticos semisintéticos y sintéticos", recuerda el profesor de patología de la Universidad Washington en San Luis (EE UU), Gautam Dantas. "Incluyen, por ejemplo, a medicamentos de tercera y cuarta generación (las cefalosporinas) que intentamos reservar para luchar contra algunas de las peores infecciones del mundo", añade. Son medicinas tan nuevas y tan sintéticas que la hipótesis del préstamo de la resistencia por otras bacterias no consigue explicarlo.

A los autores del estudio, publicado en Science Advances, les alarmó descubrir que la flora bacteriana de los yanomami pudiera ser resistente a tan modernas medicinas. "Pensamos en un par de explicaciones a estos resultados. La primera y quizá la más simple es que en el suelo haya versiones naturales de estos medicamentos sintéticos y que, simplemente, no las hayamos encontrado aún", opina Dantas. Al fin y al cabo, las primeras generaciones de antibióticos copiaban a la penicilina natural.

Pero hay otra posibilidad que intriga aún más: que estos genes de resistencia tengan una gran plasticidad y sean multifuncionales. "En realidad, podrían tener otras funciones en la bacteria pero, expuestos a los antibióticos, podrían reprogramarse para desarrollar carga de resistencia", sugiere este patólogo. De ser así, esto explicaría el rápido y extendido desarrollo de resistencia entre muchas de las bacterias patógenas que alarma tanto a los científicos y médicos por el abuso de los antibióticos.

Los antibióticos, la dieta, el jabón o el nacimiento por cesárea han reducido la diversidad bacteriana de los occidentales
En cuanto a los yanomami que tanto han ayudado a la microbiología, el doctor Noya-Alarcón comenta que han vuelto a esa comunidad solo una o dos veces al año desde 2009, "por lo que el impacto en su microbioma habría sido mínimo, pero ya no será el mismo". Recuerda haber dado antibióticos a algún yanomami con neumonía o con alguna infección dermatológica. "Lo ético era tratarla ya que teníamos la medicina a nuestra disposición, de otra forma quizás el paciente con neumonía podría haber muerto", explica.

"Gracias a esta oportunidad de encontrar un microbioma tan diverso, el resto de la humanidad podría verse beneficiada al conocer que probablemente tengamos que restablecer parte de nuestra flora microbiana para volver a lograr una armonía entre nuestras funciones metabólicas o fisiológicas", opina Noya-Alarcón. El primer hombre blanco, un venezolano de ascendencia gallega, que contactó con este pueblo cree obligado, "reconocer esta diversidad bacteriana y respetar este equilibrio que se mantiene entre los yanomami e intentar extrapolarlo a lo macro, es decir, aprender del estrecho contacto que ellos tienen con la naturaleza".


Fuente: El País – 17 de Abril de 2.015

domingo, 7 de septiembre de 2014

Los Yanomamis: Una tribu amazónica aislada en peligro


La Comunidad Yanomami cuenta con protección oficial, pero su gran reserva en Brasil es codiciada por las grandes empresas mineras y agrícolas que cuentan con influencia política en el país.

Guerreros Yanomami observando la vegetación de la montaña en las faldas del Pico da Neblina a casi 10.000 pies sobre el nivel del mar | Créditos: Sebastião Salgado
Es una de las tribus más grandes que viven en relativo aislamiento en la cuenca del Amazonas, desde hace milenios que ocupan una vasta extensión de selva tropical en el norte de Brasil y el sur de Venezuela. De los 40.000 Yanomamis, alrededor de dos tercios viven en Brasil, donde un decreto presidencial  realizado en 1992 los reconoció como legítimos propietarios de una reserva del tamaño de Portugal en dos estados del norte, Roraima y Amazonas.

A mediados de la década de 1970, con el régimen militar de Emílio Garrastazu Médici en Brasil se desarrollo la carretera trans-amazónicas que llegó a territorio Yanomami afectando a gran parte de la población con enfermedades como la gripe, el sarampión y la malaria ocasionando la muerte de miles de personas. La carretera fue abandonada más tarde y los sobrevivientes de 13 comunidades diezmadas se unieron para construir una nueva aldea en Demini.

Los Yanomamis: Una tribu amazónica aislada en peligro | Créditos: Sebastião Salgado
La aldea Maturacá, en cambio, se vio envuelta en una fiebre del oro a finales de 1980 que atrajo a más de 35.000 buscadores de oro a las tierras tradicionales Yanomami, no sólo trajeron nuevas enfermedades, sino también arremetieron violentamente contra ellos y envenenando sus ríos con el mercurio que utilizan para separar el oro del barro, ocasionaron nuevamente la muerte de incontables miles de indios.

Tras el decreto presidencial de 1992, que reconoció el “derecho original” de los yanomamis a sus tierras, todos los forasteros fueron desalojados de la reserva por parte del ejército, la policía y la Fundación Brasileña del indio conocida por sus siglas en portugués como FUNAI. Tiempo después en Brasilia se colocó en marcha una campaña para autorizar la actividad económica en las tierras asignadas a  550 tribus indígenas del país, un área equivalente a un 13 por ciento del territorio brasileño.

Hoy, un nuevo proyecto de ley pendiente en la Cámara de Diputados de Brasil se proclamaría de “interés público” al permitir que las reservas indias se utilizaran para las represas hidroeléctricas, la agricultura, la minería, el gas y el petóleo, los asentamientos humanos y las operaciones militares. El proyecto de ley, ya aprobado por el Senado, se opone firmemente a los derechos indígenas.

Los yanomamis representan un solo grupo étnico, sin embargo se expresan en cuatro idiomas diferentes, con cerca de 26.000 Yanomamis ocupando la reserva de 37.260 kilómetros cuadrados en Brasil y otros 16.000 dentro de Venezuela, donde gozan de cierta protección en 31.600 kilómetros cuadrados del Alto Orinoco-Reserva de la Biosfera Casiquiare. La FUNAI dice que hay también numerosas comunidades yanomamis que viven el interior de la selva que aún no han sido contactadas.
Los hombres vuelven a la vivienda comunal después de haber adornado y pintado sus cuerpos para la ceremonia | Créditos: Sebastião Salgado
Salgado, de 70 años, quien previamente visitó las aldeas yanomamis en 1984 y 1998, dijo que ahora observó muchos signos de la influencia externa. En Demini, los aldeanos siguen viviendo en una casa de máquinas comunales y se alimentan a través de la caza, la pesca y la agricultura tradicional. Relata además que hace 30 años la tribu no adoptaba vestimenta, y que ahora los jóvenes visten pantalones cortos. Los pobladores se encuentran a 30 minutos a pie de un puesto de avanzada Funai  y una pista de aterrizaje. El líder de la comunidad, Davi Kopenawa, viaja con frecuencia a través de Brasil y realiza conferencias internacionales como Yanomami y portavoz del movimiento indígena.


En el bosque, las mujeres se pintan la cara y el cuerpo para la ceremonia funeraria | Créditos: Sebastião Salgado
Salgado realizó su viaje a Demini para participar de una ceremonia funeraria efectuada a un joven miembro de la tribu, que murió en un accidente de caza del año anterior. En la ceremonia, que llevó meses de planificación, concurrieron indios de diversos pueblos en la medida de hasta 60 kilómetros de distancia, quienes luego durmieron en la casa de máquinas tradicionales.

La ceremonia duró dos semanas (hasta que toda la comida y bebida se habían consumido) e implicó no sólo un festín con monos ahumados, sino también un baile, una gran cantidad de consumo de un jugo de fruta fermentado conocido como “pupunha” y el uso de un polvo alucinógeno llamado “yakoana”, que los s chamanes locales soplan a través de un tubo puesto en la nariz de cada hombre, señaló Salgado.

En Maturacá, se encuentan hombres de más edad que recuerdan haber trabajado como porteadores para los buscadores de oro hace 25 años, hoy en día la casa de máquinas comunales ha sido sustituida por cabañas individuales. , “Muchos de los hombres usan pantalones y calzados, aunque para las ceremonias vuelven a la tradición y se pintan el cuerpo”. Desde hace algunos años, una escuela de la aldea ha sido dirigida por los misioneros salesianos, aunque sólo unos pocos de los yanomamis hablan el portugués, añadió Salgado.

El chamán Justino decorado con surtido de plumas incluyendo las de buitre, para un ritual durante el cual entrará en trance | Créditos: Sebastião Salgado

El viaje de Salgado a Maturacá, que también era posible sólo con el permiso de la Funai, implicó una aventura diferente. “Yo había fotografiado el Pico da Neblina desde el aire, también comprendía que los yanomamis lo consideran una montaña sagrada, hogar de muchos de sus espíritus guías, Mi ambición era subir a la montaña con ellos.”
Subí al Pico da Neblina  acompañado de 20 yanomamis, incluidos dos chamanes. Tardamos cuatro días en condiciones muy resbaladizas para alcanzar una meseta a unos 7.200 pies. Nuestro viaje duró 15 días y 9 de nosotros llegaron a la cima.

Salgado, quien en su libro más reciente, “Génesis”, fotografió paisajes, animales y asentamientos humanos, dijo que ahora planea enfocar su trabajo sobre las amenazas que pesan sobre los indios del Amazonas de Brasil por la minería ilegal, la agricultura y la explotación forestal. “No debemos olvidar nunca”, añadió, “que las zonas más verdes de la Amazonía son reservas indígenas. Los indígenas son los guardianes de la selva”.
Los yanomamis dicen las montañas de la cordillera del Pico da Neblina son el hogar de sus espíritus más importantes. Las montañas fueron ocupadas durante muchos años por cientos de buscadores de oro hasta 1992 cuando fueron expulsados​​. Esta región del oro permanece bajo la vigilancia de los yanomamis para evitar una nueva invasión | Créditos: Sebastião Salgado

Fuentes: Washingtonpost.com / 311 Periódico Digital

sábado, 16 de agosto de 2014

Mensaje del Pueblo Yanomani (Davi Kopenawa)


Me gustaría dejar un mensaje a los habitantes de ciudades.

Me gustaría hablar un poco de mí. Soy un Yanomani a quien le gusta luchar, defender el medio ambiente. Los garimpeiros de Boa Vista están con rabia de mí, me están persiguiendo y quieren terminar con la lucha de mi Pueblo, con nuestra Cultura Tradicional.

Al hombre de la ciudad le gusta matar indios, entonces quería dar este mensaje para leer, para pensar sobre mí, hablar con el Gobierno para que ellos impidan que sucedan calamidades que terminan con los líderes que luchan.

Davi Kapenewa
Ellos quieren matarme porque no les gusta que yo luche. Quieren que deje destruir la naturaleza, ensuciar el río, que aumenten las dolencias en las comunidades indígenas. A ellos no les gusta los indios que luchan. El 11 de Junio pasado, entraron a la Comunidad dos personas tratando detenerme, para llevarme afuera y amarrarme o matarme, pero conseguí huir y regresé luego a mi Comunidad.

Aquí yo no tengo agentes de seguridad, yo mismo me cuido, no salgo de noche. Sé que corro riesgos.

Davi Kopenewa, uno de los mayores líderes indígenas del mundo. En su tribu, dentro de la Tierra Indígena Yanomani, un área de 96 mil kilómetros cuadrados en el Amazonas.
 

Aldea Yanomani. Foto: Adriana Sanchez Sanfoneira