La pandemia de coronavirus ya dejó un saldo de más de cinco mil muertes y continúa en aumento con un riesgo mayor para poblaciones más desprotegidas, como es el caso de pueblos originarios.
Desde la llegada de la pandemia a territorio brasileño las aldeas indígenas en áreas reservadas quedaron más vulnerables tanto a la propagación del virus como al avance de la deforestación ilegal por parte de agentes vinculados al agronegocio, empresas mineras y madereras. El discurso de odio contra los pueblos originarios y la constante afirmación sobre la necesidad de reducir los territorios reservados dieron vía libre a invasores, quienes ante la situación generada por el coronavirus encuentran un territorio liberado para el avance con operaciones de fiscalización cada vez más reducidas.
Desde marzo en el territorio Yanomami, que ocupa parte de los Estados de Amazonas y Roraima, las invasiones aumentan a cada día. Según cuenta el propio líder de la comunidad, Dario Kopenawa Yanomami, “son más de 25 mil invasores que ya vienen con amenazas de muerte, armas de fuego”. “Mataron nuestros ríos y ahora nos traen esa enfermedad. Necesitamos acciones verdaderas. Las operaciones que hubo hasta ahora lo único que hacen es desparramar a los invasores, pero todavía están acá”, añadió.
Avances ilegales también se registraron en reservas del sur del Estado de Pará, hogar de 1700 indígenas, Mato Grosso do Sul y en la frontera con Guyana Francesa, donde además se calcula que hay unos 480 campamentos ilegales con cerca de 10 mil brasileños explotando ilegalmente el territorio.
Según el Instituto Socioambiental (ISA) que monitorea por satélite la actividad en Amazonas, hubo un aumento del 3% en áreas degradadas en comparación con febrero de este año. De acuerdo con el boletín de ISA los nuevos focos de invasión deforestaron 114 hectáreas de bosque en tierras indígenas Yanomami. A su vez el 22 de abril se conoció un decreto firmado por el presidente de la Fundación Nacional del Indio en donde 237 tierras indígenas que se encuentran pendientes de homologación en todo el país podrán ser vendidas, loteadas, desmembradas e invadidas con derecho a certificación que establezca que no son territorio indígena, incluso en lugares con establecimientos de tribus aisladas.
Ante estos avances, el Instituto Brasilero de Medio Ambiente (IBAMA) incendió alrededor de 70 tractores y otros equipos desde el 4 de abril de pasado. Esta acción está protegida por la legislación brasileña.
En una entrevista concedida al programa “Fantástico” el 12 de abril, los fiscales de IBAMA explicaron que “hubo un aumento de la expectativa de que la fiscalización ambiental no tuviera la misma regularidad durante la pandemia y por eso los indígenas quedaron cada vez más expuestos a esas invasiones”.
El respaldo que estos grupos de invasores tienen por parte de las autoridades federales se ve reflejado no sólo en los discursos que el propio presidente Jair Bolsonaro pronuncia, quien en enero de este año llegó a afirmar que el tamaño del territorio indígena demarcado es “abusivo”. Desde que asumió la presidencia, el mandatario intentó transferir la competencia de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) del Ministerio de Justicia a la cartera de Agricultura, dejando al organismo en manos de quienes más intereses tienen en reducir los territorios reservados. En ambos casos, el Congreso y la Justicia consiguieron frenar el decreto.
Además, en un gesto claro de acercamiento, representantes de madereros, mineros y del agronegocio llegaron a reunirse durante el 2019 con autoridades del Ejecutivo con el fin de reclamar la actuación de los fiscales ante el incendio de máquinas utilizadas en el avance sobre territorios reservados. En los encuentros, de los cuales participaron figuras como Onyx Lorenzonni, ex jefe de gabinete y actual ministro de Ciudadanía, el general Augusto Heleno, jefe de Gabinete de Seguridad Institucional, y Ricardo Salles, ministro de Medio Ambiente, las autoridades federales se comprometieron a buscar “una solución estructural y de largo plazo para las demandas presentadas”.
Posibilidades de contagio
Ante el avance de la pandemia de Covid-19 la invasión deja de ser sólo un problema ambiental y de preservación de pueblos y territorios. La salud de los indígenas está en riesgo ya que los mismos invasores pasan a ser agentes de transmisión del virus en aldeas que en la mayoría de los casos no cuentan con asistencia sanitaria ni recursos para prevención.
El estudio Análisis de vulnerabilidad demográfica e infraestructura de las tierras indígenas ante el Covid-19 dirigido por la demógrafa Marta Azevedo, investigadora de la Universidad Estadual de Campinas, advierte que “los pueblos indígenas son especialmente susceptibles a los virus porque las naciones actuales fueron contactadas mayoritariamente en el siglo XX y tuvieron poco contacto biológico con patógenos con los cuales la población no indígena ya lidio”. Y alerta que cerca de 81 mil personas originarias se encuentran en riesgo de vulnerabilidad crítica frente a la pandemia.
En virtud de hacer un seguimiento del avance del coronavirus en poblaciones indígenas, el ISA lanzó una plataforma de monitoreo. Hasta el momento se registraron 89 casos y 4 muertes. Sin embargo la metodología de conteo es motivo de controversias, ya que para el Ministerio de Salud son pacientes indígenas apenas aquellos que viven en áreas rurales, dejando afuera a quienes viven en áreas urbanas.
En ese contexto y con la intención de captar apoyo y asistencia internacional, el cacique Raoni Metuktire, figura emblemática de la lucha contra la deforestación en Amazonas, se pronunció en un video publicado por la ONG francesa Planéte Amazone, donde además hizo un pedido de donaciones para sobrevivir al aislamiento.
“Como ustedes saben el presidente de Brasil no tiene consideración por nosotros, al contrario, insiste en atacarnos. Redujo el presupuesto de la Fundación Nacional del Indio y de los organismos que cuidan de nuestra salud”, explicó. Asimismo sostuvo que necesitan “alimentos básicos, productos de higiene, medicamentos y combustibles para transportarlos”. “Sin la ayuda de ustedes los pueblos indígenas de Brasil no podrán sobrevivir a ésta terrible enfermedad”, completó.
Tanto por el avance del coronavirus como por la deforestación ilegal incentivada por las autoridades brasileras a través de las políticas de abandono y de discursos de odio, los pueblos indígenas se encuentran en situación de genocidio inminente, un viejo anhelo del bolsonarismo en conjunto con empresas de minería y con el agronegocio para avanzar en la extracción y destrucción de bosques autóctonos y vida originaria.
Escrito desde Desde Río de Janeiro por Ana Laura Dagorret
Notas Periodismo Popular - 29 de Abril de 2020