“La única divisa con valor en un mundo en bancarrota
es aquello que compartimos con los demás.”
Philip Seymour Hoffman (como Cameron Crowe en “Almost Famous”)
En el libro “El Bosque de la Sabiduría”, que escribí
junto con mi querido amigo Francesc Miralles, narramos este viejo cuento que
nos habla de tener en cuenta al otro, de compartir. Dice así:
Cuenta una antigua leyenda que un discípulo preguntó a
su venerable maestro:
―¿Cuál es la
diferencia entre el cielo y el infierno?
Y el maestro le respondió:
―Es muy pequeña y, sin
embargo, tiene grandes consecuencias. Ven, te mostraré el infierno.
Entraron entonces en una habitación donde un grupo de
personas estaba sentadas alrededor de un gran recipiente con arroz. Todos
estaban hambrientos y desesperados. Cada uno sostenía una cuchara fijamente
desde su extremo que llegaba hasta la olla, pero el mango era tan largo que no
podían llevársela a la boca. La desesperación y el sufrimiento eran terribles.
―Ven ―dijo el maestro después de un rato―. Ahora voy a mostrarte el cielo.
Entraron en otra habitación, idéntica a la primera.
Reconoció la olla de arroz, el grupo de gente, las mismas cucharas largas, pero
allí todos estaban felices y alimentados.
―No comprendo ―comentó el discípulo―. ¿Por qué están tan felices
aquí, mientras son
desgraciados en la otra habitación, si todo es
lo mismo?
―¿No te has dado
cuenta? ―sonrió el maestro―. Como las cucharas tienen los mangos largos
y no pueden llevarse la comida a su propia boca, aquí han aprendido
a alimentarse unos a otros.
Y así es. Ningún ser humano es una isla. Todos, en
mayor o menor medida, necesitamos esa mano del otro que nos reconoce y cuida.
El vínculo, la calidad que seamos capaces de construir en el encuentro con el
otro, define necesariamente la calidad de nuestra existencia. La respuesta a
las miserias de esta existencia, su solución, está en nuestra mano mucho más de
lo que imaginamos, como la cuchara del cuento.
Alex Rovira
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