Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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domingo, 17 de febrero de 2019

El río que se robaron: el documental del exterminio del pueblo wayúu



Casi todos los niños que aparecen en este documental ya han muerto. La investigación que compone El río que se robaron: el exterminio del pueblo wayúu, reveló al mundo un genocidio a cuentagotas, fruto de la desidia del estado, aunada con la codicia de las carboneras y de los cultivos agroindustriales en el departamento más árido del país. Los indígenas wayúu de La Guajira mueren de sed y desnutrición porque el río Ranchería, piedra angular de su sustento, ha sido desviado, y porque las ayudas alimentarias para los niños son botín de políticos y funcionarios corruptos.

En la tradición de piezas como The Cove, ganadora del premio Óscar a Mejor Documental en el 2010, El río que se robaron es pesquisa detectivesca y periodismo activista. Hay un misterio inicial: ¿dónde está el agua que tiene a todo un pueblo indígena padeciendo sed y hambre?

Este viaje a La Guajira es una exploración del abandono que padecen las comunidades indígenas en regiones de intensa corrupción estatal y empresarial. La idea inicial del documental, de hecho, surgió por la investigación que realiza Gonzalo Guillén, su director, en torno a la mafia criminal liderada por Juan Francisco Gómez Cerchar, alias "Kiko", exgobernador de La Guajira, y por el narcotraficante Marquitos Figueroa. Aun hoy, "Kiko" ofrece millonarias recompensas para quien asesine a Guillén, uno de los principales testigos de la Fiscalía en su contra.

Gonzalo Guillén es uno de los periodistas investigativos más prolíficos y valientes del país. Su trabajo más representativo inició en los años ochenta, cuando con un arrojo que recuerda a Günter Wallraff, cruzaba disfrazado la frontera entre Colombia y Venezuela para encontrar las fosas comunes donde la Guardia Nacional arrojaba los cadáveres de inmigrantes colombianos. Más recientemente, ha liderado las principales investigaciones sobre los grupos paramilitares y narcotraficantes de la familia Uribe Vélez.

Fue recorriendo la desértica península de La Guajira, históricamente secuestrada por las mafias, que Guillén se topó con una tragedia que pasaba en silencio: los wayúu no tenían agua y sus niños morían en escenas similares a las hambrunas africanas. ¿Quién se robó el río? ¿Dónde estaban ahora?

Una de las escenas más impactantes del documental es la de una líder wayúu en túnica blanca, observando adolorida una enorme represa que se utiliza para irrigar los cultivos de arroz y palma del sur de la Guajira, y luego abastecer al Cerrejón, la mina de carbón más grande de Colombia. "Aquí está. Aquí está el agua", dice llorando. Es el clímax en el que se resuelve el misterio.

La solidez de la investigación es tal que la Corte Interamericana de Derechos Humanos aceptó al documental como la prueba principal en una demanda presentada por la abogada Carolina Sáchica, y otorgó medidas cautelares para que se atendiera a la situación de inanición y desnutrición de los indígenas. Medidas que el estado colombiano aún desacata.

Fueron estas denuncias y el terso estilo del documental lo que le valieron el Gran Premio Franco-Andino del 2015, y lo que ha desencadenado una petición de la plataforma change.org, y un movimiento en redes sociales, #DevuelvanElRio, que cuenta con el apoyo de intelectuales, académicos, periodistas y ciudadanos colombianos, dentro y fuera del país.

Más de 7.000 indígenas wayúu han muerto. Seguirán falleciendo si el engranaje de activismo del que este documental hace parte no rompe la red de corrupción e ilegalidad que alimenta el lento genocidio de la nación wayúu.

El río que se robaron puede verse desde el 2 de septiembre en la plataforma web de cine independiente indyon.tv. Ha sido presentado en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y también habrá presentaciones en la Universidad de los Andes, la Corporación de Teatro y otros espacios académicos. El 15 de octubre será proyectado en la fachada del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá.

Twitter: @santiagovillach
Fuente: Semana S.A.
https://www.semana.com/cultura/articulo/el-rio-que-se-robaron-el-exterminio-del-pueblo-wayuu-documental-de-la-guajira/498694



domingo, 5 de febrero de 2017

Chirrinchi, el licor del desierto guajiro – Etnia Wayuu



Este licor artesanal tiene mucho significado para la etnia wayuu, ya que lo toman en los velorios, festejos y acontecimientos especiales.

El protagonista en los velorios wayuu es el chirrinchi, un licor artesanal que se elabora solo con agua y panela, que es barato y tiene un significado especial para todos los integrantes de la etnia.
“En un velorio wayuu que se respete se bebe chirrinchi y se come chivo”, dice Elio Peñalver, autoridad tradicional de la comunidad de Santa Rita, en Riohacha.

Uriana tiene una construcción artesanal, al aire libre, para preparar la bebida. Nadie entra allí sin su permiso. Héctor Palacio
Explica que cuando alguien muere, la ranchería de su familia es visitada durante nueve días por parientes y amigos. Entonces en el ceremonial fúnebre le entregan a cada visitante una botella del licor y un chivo para que, a su vez, beba y coma con los familiares que hayan llegado con él a acompañar a los dolientes.
Peñalver tiene en su ranchería un alambique, pero aunque él lo maneja dice que es su mamá, Margarita Uriana, quien tiene la destreza para dejar la bebida en el “punto exacto de sabor”.
El proceso comienza poniendo un bulto de panela con agua en un tanque para que se fermente durante cinco o seis días, tiempo en el cual le van midiendo el nivel de dulce.
“De ahí lo cogemos y lo echamos en el alambique que está compuesto por varios tanques de cobre, para cocinarlo a fuego lento, con el fin de que evapore y finalmente se pueda obtener gota a gota el chirrinchi”, detalla.
El alambique es hecho por ellos mismos y está compuesto por los tanques, un fogón y una alberca pequeña donde va cayendo el producto destilado.
Destilación. Los wayuu dicen que solo debe usarse el guayacán como leña porque es el único palo que “le da el sabor verdadero”. “Es que este se calienta más rápido y es el indicado para que el proceso de la destilación sea perfecto”, aduce Peñalver.
Cuando comienza la destilación la bebida tiene unos 40 grados de alcohol, pero este va bajando hasta 17 que “es lo ideal”, recalca.
Carlos Uriana, autoridad tradicional de la comunidad de Jalisinakat, también en Riohacha, posee su alambique. Celosamente está guardado en un cerramiento y con candado, porque solo él lo manipula.
Explica que de un tanque de panela fermentada le salen dos pimpinas de chirrinchi, que le dan para unas 24 o 25 botellas que vende entre 7 u 8 mil pesos. “La verdad es que amigos y familiares me piden rebaja y quedan en 5 mil”, confiesa. Cada semana Uriana destila un tanque, aunque todo depende de los pedidos que haya, porque si hay un velorio, fiesta u otra celebración “se vende más y tengo que hacer más”.

El líquido lo envasan en botellas de whisky o aguardiente, por esa razón, los guajiros lo llaman jocosamente “cuerpo ajeno”.
Un toque especial. ¿Quiénes lo fabrican solo usan este proceso para hacer la bebida? Elio Peñalver revela que “de acuerdo al gusto” pueden darle una “preparación especial”.

“El proceso –comenta– es el mismo, pero yo le agrego, casi al final, uvas pasas, manzana, menta y coco, lo que le da un toque bastante elegante al licor y un sabor exquisito”.
Peñalver recuerda que hay quienes lo usan en eventos y festividades como bebida para los cocteles, ya sea con jugo de maracuyá o de naranja.
Otros usos. También conocida como churro entre los alijunas (personas no wayuu) este licor no solamente se usa para beberlo en festejos o funerales, sino que también le dan uso medicinal.
Elio Peñalver, quien además es artista plástico, destaca que lo mezclan con plantas como hierbabuena o marihuana para curar dolores de cabeza o en las articulaciones, golpes u otras lesiones en el cuerpo.
Casa Tipica Wayuu
Incluso, afirma que puede “curar una fractura con el ron de culebra”.
“Hay –explica– una culebra que le gusta mucho el chirrinchi y por eso dejamos la botella acostada en el piso para que ella se meta. La tapamos y con el líquido se soba la pierna o el brazo fracturado”.
Asegura que con este remedio “no hay necesidad” de que la persona vaya al médico, porque la fractura “sana en unos días”.
Para los wayuu esta bebida es una forma de compartir, de unión y de apoyar a los amigos en los momentos difíciles, aunque en el área urbana de Riohacha y otros municipios guajiros consumen el chirrinchi con algo de prejuicio.
Fuente>El Heraldo (Colombia) – 23 de Marzo de 2.015

domingo, 29 de noviembre de 2015

Colombia: Alka-Seltzer y Tarzán, los Wayús que lograron cambiar su nombre


Registradores y políticos ponían nombres raros a indígenas a modo de mofa. Hoy se inició el cambio.

Una brigada móvil de registro realiza los trámites de cambio de nombre en la comunidad Wayú. 

Bombón fue el nombre con el que registraron hace unos 20 años a un indígena en una de las rancherías del área rural de Maicao (La Guajira). Hoy, gracias a la jornada de cambio de nombre que cumple la Registraduría en la misma comunidad wayú, el hombre pasó a Wilson Rafael Epinayú.

La jornada la preside el ministro de Justicia y del Derecho, Yesid Reyes Alvarado, quien se  encuentra en el resguardo La Paz, ubicado en jurisdicción del municipio de Maicao, acompañando la brigada móvil de registro y de cambio de nombre en la comunidad wayú.

Con Reyes se encuentran el superintendente de Notariado y Registro, Jorge Enrique Vélez; el gobernador de La Guajira, José María Ballesteros; las autoridades indígenas y la comunidad wayú.

Fotografía: Archivo El Tiempo
Con esta jornada se completan ocho brigadas móviles desde el 17 de noviembre en La Guajira. Esta es una forma de garantizar los derechos fundamentales al buen nombre, dignidad e identidad de la comunidad wayú, que resultó afectada durante las temporadas electorales por políticos que en su afán de controlar los censos electorales llevaban a los indígenas a que sacarán las cédulas y los registraban con cualquier nombre con el fin de tener el documento y también a modo de mofa.

Por eso no era raro escuchar a wayús con los nombres de Mariguana, Cosita Rica, Paraguas, Alka-Seltzer, Tarzán, Mudo y Bolsillo, entre muchos otros. Hoy, el Gobierno quiere hacer justicia y restituirles sus nombres.

En las brigadas móviles realizadas en Manaure y Uribia (La Guajira), se atendieron 928 indígenas wayú, se expidieron 191 registros para cambio de nombre, 555 tarjetas de identidad y 182 cédulas de ciudadanía.

Redacción Caribe

Fuente: El Tiempo (Colombia) 27 de Noviembre de 2.015

domingo, 24 de mayo de 2015

Pueblos Indígenas de América Latina, muriendo por culpa de las multinacionales.


La mina de carbón El Cerrejón, la más grande del mundo a cielo abierto y que utiliza unos 35.000 litros de agua al día, afecta la vida de los indígenas, privándolos de la única fuente hídrica que tenían y causando numerosas muertes entre la población.



Armando Valbuena, autoridad tradicional de los Wayúu, denuncia que alrededor de 14.000 niños de esta comunidad indígena han muerto de inanición y “la mortandad no se detiene”, según lo cita el portal Aporrea.

El territorio que ocupan los Wayúu, en el norte del país, carece de controles y presencia estatal colombiana. Mientras los miembros de la comunidad se mueren de sed y hambre, la escasa ayuda gubernamental no llega a los indígenas por culpa de la corrupción, según los voceros de la población Armando Valbuena y Javier Rojas Uriana.

Este último, representante legal de Asociación de Autoridades Tradicionales Indígenas Wayuu Shipia Wayuu, fue a presentar una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, por la violación de sus derechos vitales fundamentales, y a exigir que se tomen medidas urgentes para que los indígenas puedan recuperar el uso del río Ranchería, el único que poseen.

“Las medidas que se han tomado son insuficientes y Cerrejón, con el permiso del Gobierno Nacional, se apoderó de la única fuente hídrica que teníamos, dejando a la comunidad aguantando sed y por eso se han perdido muchas vidas”, declaró Uriana, según lo cita ‘El Heraldo‘.

 
“Las regalías han ido a parar a los bolsillos de los políticos y nos han usado como excusa para direccionar recursos para supuestos programas que nunca nos han beneficiado”, agregó.

Lejos de ser un caso aislado
La tragedia de los Wayúu está lejos de ser el único caso que representa la grave violación de los derechos de los pueblos indígenas por parte de las grandes empresas.

En febrero, varias agrupaciones indígenas del Cauca, uno de los principales departamentos de aborígenes en Colombia, organizaron un levantamiento pacífico para exigir que se les reconozca el derecho a la tierra y acusar al Gobierno de usurpar sus territorios más productivos.

Los manifestantes denunciaron que el Gobierno había asignado sus tierras más fértiles a la industria cañera. Además, señalaron que las empresas instaladas contaminan estas zonas milenarias sin respeto alguno por el medioambiente.

“Hay un interés por parte de las multinacionales que pretenden entrar en estos territorios para explotar yacimientos de diferentes metales, entre ellos, el oro”, señaló a RT el portavoz del consejo regional indígena del Cauca, Antonio Palechor. 

"Nos han dicho que nosotros somos personas terroristas, que nosotros somos personas que estamos en contra del desarrollo, estamos en contra del sistema"Isabel Turuy Patzan, un hombre indígena.

En Perú, los pueblos indígenas protestan desde hace años contra la extracción de recursos en sus territorios y la explotación de hidrocarburos. A finales de enero, cientos de indígenas peruanos  paralizaron la producción en la mayor concesión petrolífera del país, denominada ‘Lote 1AB’, operada por la empresa argentina Pluspetrol.

 
En Brasil, la multinacional Coca-Cola está involucrada en varias luchas de los pueblos indígenas, ya que compra el azúcar a la empresa estadounidense Bunge, que, según denuncian, lo obtiene de tierras robadas a sus tribus.

En Argentina, el conflicto entre el Estado y los indígenas Qom por el derecho a la tierra y su propia identidad, no deja de agitar al país y genera cada vez más discordia en la sociedad.

Por su parte, la comunidad indígena de Guatemala denuncia que está bajo presión del Gobierno por su oposición a los proyectos que las multinacionales quieren llevar a cabo en los asentamientos de la población autóctona.

“Nos han dicho que nosotros somos personas terroristas, que nosotros somos personas que estamos en contra del desarrollo, estamos en contra del sistema”, dijo Isabel Turuy Patzan, un hombre indígena.

Los activistas aseguran que la falta de información es uno de los factores que permiten a las autoridades criminalizar las protestas, impedir consultas y acallar las voces de todo un pueblo.

El desastre causado por Chevron
Uno de los casos más impactantes y tristemente conocidos es el de la petrolera estadounidense Texaco, más tarde absorbida por Chevron, que causó uno de los peores desastres medioambientales de la historia en la Amazonía ecuatoriana. Debido a las malas prácticas extractivas afectaron al ecosistema, a las personas, a las especies; alteraron tanto el medioambiente que hasta obligaron a desplazarse a poblaciones indígenas de sus territorios ancestrales.

Se calcula que durante los 30 años que la petrolera estuvo en Ecuador se vertieron aproximadamente 80.000 toneladas de residuos tóxicos en un área de unas 500.000 hectáreas. Además, se estima que esta contaminación se ha cobrado al menos 1.400 vidas en la región, por enfermedades derivadas de los vertidos. Muchos indígenas y agricultores siguen afectados por las secuelas, que incluyen malformaciones de nacimiento y distintos tipos de cáncer. 

 
"Las empresas transnacionales gozan de derechos especiales, protecciones y privilegios que han llevado la injusticia social y ambiental a un nivel sin precedentes, en particular en los países en desarrollo que no cuentan siempre con los recursos legales suficientes para defenderse."Ricardo Patiño, ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador.

Por su fuera poco, la petrolera norteamericana se ha negado a pagar una indemnización de 9.500 millones de dólares, fijada por la justicia de Ecuador, en el marco de un proceso legal iniciado por indígenas y colonos de la Amazonía ecuatoriana.

“El daño masivo causado por Texaco en la zona de Lago Agrio en la selva amazónica del Ecuador es bien conocido. Esta espeluznante contaminación es evidente en las piscinas infectadas de desechos tóxicos que aún permanecen veinte años después de la salida formal de la petrolera estadounidense de nuestro país. A pesar de perder un caso judicial en Ecuador, llevado por las comunidades indígenas afectadas, Chevron (que adquirió Texaco en 2000) está utilizando ilegal e ilegítimamente el sistema internacional de arbitraje para eludir el cumplimiento de la sentencia emitida en el Ecuador”, manifestó al respecto el ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, Ricardo Patiño, en un artículo escrito para RT.

Casos con final feliz
No obstante, algunas de las luchas de los indígenas contra las transnacionales sí que tienen un final feliz. Así, en octubre del año pasado la Corte Suprema de Chile revocó el fallo de un tribunal que había dado luz verde al proyecto de oro y cobre El Morro, de la empresa canadiense Goldcorp, gracias a un recurso de protección interpuesto por los indígenas diaguitas.

La Corte Suprema señaló que la resolución favorable del estudio de impacto ambiental obtenida en octubre del 2013 estaba viciada porque no se había hecho la consulta correspondiente a las comunidades involucradas y, en un fallo dividido, revirtió la decisión de la Corte de Apelaciones de Copiapó, a unos 800 kilómetros al norte de Santiago, que había rechazado el recurso de protección de los diaguitas.

Esta victoria se sumó a otros fallos judiciales, ganados por los diaguitas a la canadiense Barrick Gold. Así, en mayo del 2013 paralizaron el proyecto aurífero Pascua Lama, en un sector compartido de la cordillera de los Andes, tras demostrar que los trabajos previos de la mina contaminaban los glaciares cercanos, obligando a la empresa a concretar un compromiso con los indígenas, que podrán acceder a información del proyecto, para ser posteriormente revisada por expertos.

Fuente: El Ciudadano, 3 de Abril de 2.015

sábado, 25 de abril de 2015

Exterminan en silencio a la mayor nación indígena (Wayúus) de Colombia


Escribe: Juan Andrés Pérez Rodriguez

Como los medios de comunicación corporativos tienen sus prioridades informativas bien definidas y orientadas, especialmente contra Cuba, Venezuela u otros países que no se subordinan a Occidente; usted no sabrá que la nación indígena Wayúu [1], la mayor de Colombia, se muere de hambre y sed porque el río madre de la región donde radican fue represado y su agua privatizada para el servicio de la industria agrícola y la explotación de la mina de carbón -a cielo abierto- más grande del mundo.  Por esa misma razón, ignorará, seguramente, la denuncia que esta comunidad ha presentado ante laComisión Interamericana de Derechos Humanos -CIDH-, de la OEA, con sede en Washington, por la violación de sus derechos vitales fundamentales.

Los datos que existen del crimen que se comete contra la etnia Wayúu no son precisos, informa la web las dos orillas.com. Según esta fuente, en el extenso territorio que ocupan en el extremo Norte del país sudamericano, la nación de origen prehispánico carece de controles y presencia estatal colombiana.  En cualquier caso, según Armando Valbuena, autoridad tradicional Wayúu, unos 14 mil niños de la etnia han muerto de inanición y la mortandad no se detiene.

A todo esto hay que agregar que la escasa ayuda que el gobierno colombiano los Wayúu no llega a los indígenas.  El caso del Programa de Alimentación y Nutrición, en el que se invierten más 15 millones de dólarez, es un ejemplo.  Buena parte de ese dinero – denuncian los voceros de Wayúu Armando Valbuena y Javier Rojas Uriana– se queda en redes de corrupción y termina siendo utilizado en las campañas políticas para la compra de votos.  Téngase en cuenta, además, que La Guajira posee una población de 500 mil habitantes y ha recibido, durante los últimos 20 años, más de mil millones de dólares por la extracción de sus recursos naturales (carbón y gas), además del dinero que le corresponde cada año del presupuesto nacional.  Pero ese dinero es robado por la corrupción que domina las administraciones públicas locales.

En medio de ese panorama, en febrero de este año cinco autoridades tradicionales indígenas, a través de su representante legal Javier Rojas Uriana, solicitaban a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que dictase medidas cautelares urgentes que les permitan recuperar el uso del único río que poseen para detener la actual mortandad por inanición de niños y adultos mayores.  La acción pretende que el organismo interamericano ordene la apertura inmediata de las compuertas que restringen el paso del agua del río Ranchería, que es acumulada en la represa El Cercado.


Según la abogada Sáchica Moreno, del Consultorio Jurídico de la Universidad de Bogotá, el agua del río, un bien público, fue privatizado y la primera consecuencia de ello es el proceso de exterminio en que se encuentra esta etnia colombiana, sumida en la miseria y el abandono.

La cruda realidad para estos seres humanos es que la mayor parte del río quedó completamente seco, pues su caudal hoy está destinado exclusivamente a grandes haciendas del sur de La Guajira y a las operaciones industriales de las minas de carbón de Cerrejón.

De acuerdo a la solicitud presentada ante la CIDH, la legislación internacional y nacional, y a estudios de la Defensoría del Pueblo y la Contraloría General de la República de Colombia, los primeros destinatarios del agua deben ser siemprelos seres humanos.  Solamente después de que ellos la tengan garantizada a satisfacción, los excedentes que resulten pueden ser usados en menesteres agrícolas, industriales y otros.

Por otra parte, además de pedir la apertura inmediata de las compuertas de la represa para que el agua llegue cuanto antes a los indígenas, se pide que se ordene suspender de manera inmediata las tomas de agua de La Guajira que Cerrejón obtiene de otras fuentes públicas distintas al río, principalmente subterráneas, hasta que una evaluación técnica idónea e imparcial determine si, después de abastecer satisfactoriamente a los seres humanos en la región, quedan excedentes de agua para destinarlos a la agricultura a gran escala y a la explotación de las minas.


Finalmente, del conjunto de pruebas judiciales que serán presentadas a la Comisión se destaca el documental inédito que acaba de terminar el periodista colombiano Gonzalo Guillén, “El río que se robaron”, donde se testimonian los hechos denunciados a través de imágenes sobrecogedoras de La Guajira y declaraciones de los protagonistas.

   [1] El Nobel de literatura colombiano Gabriel García Márquez tuvo linaje Wayúu por parte de madre y la influencia de esa cultura está presente en una buena parte de su obra.


Fuente: Información por la Verdad / 23 de Marzo de 2.015