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Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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lunes, 24 de abril de 2023

Alessandra Korap Munduruku indígena amazónica, gana el premio medioambiental Goldman




Alessandra Korap Munduruku, líder de la comunidad indígena mundurukú de Brasil, fue galardonada con el Premio Goldman por su exitosa lucha contra la minería en la selva amazónica.

El premio, conocido como "el Nobel verde", reconoce el activismo de base para la protección del medio ambiente y la conservación de los recursos naturales.

Gracias al trabajo de Korap y al de otros grupos, grandes empresas mineras —como Anglo American y Vale— han renunciado a proyectos de exploración en el territorio indígena, que aún no está oficialmente demarcado y reconocido por las autoridades brasileñas.

Korap, de 39 años, es presidenta de la Asociación Indígena Pairi, que apoya a las comunidades que habitan en la región que comprende la cuenca del río Tapajós, en Pará, en el norte de Brasil.

Fuente: BBC Mundo Noticias
https://www.bbc.com/mundo/noticias-65376413


sábado, 11 de junio de 2022

Ecuador: Indígenas reciben Premio Goldman por proteger a su pueblo de la minería


Dos líderes indígenas de la comunidad A’i kofan de Sinangoe, en la Amazonía de Ecuador, ganaron el prestigioso Premio Ambiental Goldman 2022 por proteger su territorio de la minería de oro.

Alexandra Narváez y Alex Lucitante encabezaron un movimiento con el que consiguieron que el Estado revierta 52 concesiones de extracción de oro en su territorio que fueron otorgados sin consulta previa. El éxito legal de la lucha liderada por ambos indígenas protege unas 32 mil hectáreas de selva tropical prístina y biodiversa en las cabeceras del río Aguarico de Ecuador, destacó el jurado.

Con 32 años, Alexandra Narváez se ha ganado el reconocimiento de su comunidad por asumir roles que hasta hace no mucho ocupaban solo los varones. Fue la primera mujer en unirse a la Guardia Indígena de Sinangoe, preside la Asociación de Mujeres Indígenas de Sinangoe Shamec’co y, además, es vocera de su comunidad.

Por su parte, Alex Lucitante, de 29 años, resalta por su cercanía con la medicina ancestral de sus abuelos y su temple para luchar por mantener “intactas las selvas sagradas”.El líder destacó que este reconocimiento es un impulso de fortaleza para la comunidad de Sinangoe e inspirará a las nacionalidades indígenas del Ecuador que acompañaron la larga lucha de su pueblo.

Una lucha de años

Desde la década de 1960, los forasteros han tratado de extraer petróleo y minerales del territorio ancestral kofan, ubicado al noreste del Ecuador, en el Parque Nacional Cayambe-Coca. La comunidad A’i kofan de Sinangoe se asienta a orillas del río Aguarico y está conformada por 56 familias, unas 230 personas.

Los ríos Kofan y Chingual son afluentes del Aguarico y sirven para la alimentación, el riego y el disfrute de sus habitantes. Por eso, en cuanto los líderes indígenas, hoy premiados, advirtieron de las operaciones mineras en territorio de la comunidad, en 2017, iniciaron acciones para unir a la comunidad y defender sus tierras.

Así, tras monitorear la zona y confirmar el peligro que corría el territorio, la comunidad demandó al Estado, iniciándole un proceso judicial por violar sus derechos y entregar concesiones mineras sin el consentimiento previo de los kofan.

Como resultado de este proceso, en 2018 la Corte Constitucional falló a favor de la comunidad ordenándole al Estado ecuatoriano a cancelar 52 concesiones ilegales de extracción de oro. Esta victoria no se habría concretado sin el empuje de líderes como Alexandra Narváez y Alex Lucitante que desde la Guardia Sinangoe alentaron y organizaron la defensa del territorio comunal.

No obstante, lejos de cualquier pensamiento individualista, los líderes premiados reconocen que este galardón es en mérito al esfuerzo colectivo de toda la población kofan. “Este no es un reconocimiento a Alex y Alexandra, es un reconocimiento a la comunidad A’i kofan de Sinangoe por el esfuerzo, por esa lucha”, aseguró Alexandra Narváez a Mongabay Latam.

Cabe resaltar que esta es la cuarta vez que Ecuador es premiado con este galardón luego de haberlo recibido Luis Macas, en 1994, Pablo Fajardo Mendoza y Luis Yanza, en 2008 y Nemonte Nenquimo, en 2020.

Por El Orejiverde
Fecha: 06/06/2022

jueves, 3 de diciembre de 2020

Nemonte Nenquimo: «la estrella» waorani que ganó el premio Goldman



Nemonte Nenquimo, una mujer waorani de 35 años, lideró el proceso legal que suspendió la explotación petrolera que amenazaba a su comunidad. Por esa victoria, ha sido reconocida como una de las activistas por los derechos indígenas más importantes del mundo. Su lucha es difícil y su figura divide incluso a activistas y líderes indígenas. Sin embargo, su risa cautiva a todos.
Nenquimo es una de las seis ganadoras del premio Goldman 2020. En septiembre fue reconocida por TIME como una de las 100 personas más influyentes del mundo y el 24 de noviembre, la BBC la incluyó en su lista de las 100 mujeres inspiradoras e influyentes en el mundo.

Si la esperanza pudiera reírse, sonaría como la risa de Nemonte Nenquimo. Ya sea a través de la pantalla de un computador o el parlante de un teléfono celular, el fuerte sonido de su carcajada parece una invitación de amistad imposible de ignorar, así como su lucha por la Amazonía. Nemonte Nenquimo, una mujer indígena waorani de 35 años, ha encabezado la protesta de su gente para que el Estado ecuatoriano respete los territorios y los derechos de las nacionalidades indígenas amazónicas.

En 2016 creó la Alianza Ceibo para atender las necesidades de comunidades a’i kofan, siona, siekopai y waorani. En 2019 encabezó la demanda que suspendió el proyecto de explotación petrolera del bloque 22 en la provincia de Pastaza, un foco de biodiversidad, que a la vez es fuente de petróleo. Esa es la defensa territorial a la que se ha avocado Nemonte Nenquimo, nombre melódico como una sonaja. La victoria legal que obtuvo podría sentar un precedente sobre la explotación petrolera en la Amazonía ecuatoriana y ha conquistado la atención del mundo entero.

Una lideresa de renombre internacional

A Nemonte Nenquimo acaban de darle el premio Goldman: el mayor reconocimiento ambiental que se entrega a nivel mundial. Antes que ella, lo recibieron personajes como: Alberto Curamil, Luis Jorge Rivera, Berta Cáceres, Ruth Buendía y Francia Márque.

Curamil lo recibió en 2019 por dirigir a su comunidad mapuche en la detención de la construcción de dos proyectos hidroeléctricos en el sagrado río Cautín de Chile. A Márquez le fue entregado en 2018 por organizar a las mujeres afrocolombianas de La Toma y detener la extracción ilegal de oro en sus tierras ancestrales. En 2016, Rivera lo recibió por liderar una campaña para establecer una reserva natural en el Corredor Ecológico Noreste de Puerto Rico. Cáceres fue galardonada en 2015, un año antes de su asesinato, por emprender una campaña que presionó con éxito al mayor constructor de represas del mundo para que se retirara del proyecto de Agua Zarca. Y en 2014, Buendía lo recibió por unir al pueblo Asháninka en una campaña contra las represas a gran escala en Perú.

A Nemonte Nenquimo, cuyo nombre en wao tereo, su lengua materna, significa estrella, y a quien sus amigos más cercanos llaman Nemo, le entregan el Goldman de 2020 por la defensa de su territorio —específicamente por la victoria legal para evitar la explotación de los pozos petroleros en el bloque 22 de la Amazonía ecuatoriana—. “Ese premio no es para mí, es para todos porque solita no hubiera llegado”, dice Nenquimo, moviendo sus ojos inquietos, pintados con semillas de achiote, con un español fluido y a través de una pantalla —símbolo de estos tiempos pandémicos—.

Su esposo, Mitch Anderson, un estadounidense ambientalista y director de la organización Amazon Frontlines, dice que el Goldman es una oportunidad para mostrarle al planeta la lucha de los pueblos indígenas: es la tercera vez que un activista ecuatoriano lo gana. En 1994 lo recibió Luis Macas por dirigir una lucha pacífica por los derechos indígenas y en 2008 lo recibieron Pablo Fajardo y Luis Yanza por liderar, durante décadas, el caso por daños ambientales causados por la operación petrolera de Chevron-Texaco en la Amazonía Norte del Ecuador.



Este reconocimiento ha vuelto a poner a Nemonte Nenquimo en el centro de las páginas de los medios, de los feeds de las redes sociales y de los horarios estelares de los noticieros. Hace unas semanas, el actor Leonardo Di Caprio escribió en la revista Time unos breves párrafos de por qué Nenquimo es una de las 100 personas más influyentes del mundo. En ese entonces, la lideresa indígena dijo que le llamaba la atención que el reconocimiento fuese solo para ella. “Los occidentales son egoístas y siempre reconocen solo a una persona”, dice Nenquimo, mientras deja ver el pequeño espacio entre sus dientes delanteros, por encima de su quijada en punta.

El rostro de una lucha colectiva

Abre sus ojos cafés para decir que la cultura waorani privilegia el colectivismo y ella siente que ni el Goldman, ni la presencia en la prestigiosa lista de Time, se los ha ganado ella sola. “Yo represento a millones de personas indígenas que luchamos por la naturaleza. Si me reconocen a mí, nos están reconociendo a todos”, afirma mientras reconoce lo abrumador que resulta estar en la mirada del planeta entero.

Nemonte Nenquimo asegura que le cansan las cámaras, la atención, los mensajes de WhatsApp y las llamadas. Cuando siente que ya no puede con la presión, se refugia en la naturaleza y se desconecta de todo y de todos. “Me gusta ir a donde hay cascadas. El golpe de la cascada saca el malestar y los malos pensamientos. Me ayuda a aclarar la mente, me fortalece”. Para ella, esa es su terapia: ir a la selva, pensar y respirar.

Nenquimo creció en Nemonpare, una pequeña comunidad waorani donde viven no más de 10 familias grandes, y que está a dos días de caminata de Puyo, la capital de la provincia de Pastaza. Cuando nació, los funcionarios del Registro Civil, arquetipo estatal de la cultura mestiza, no quisieron inscribirla como Nemonte. Su hermano Oswaldo —a quien todos llaman Opi— dice que le pusieron Inés “para complacer a los blancos mestizos. Un nombre de cédula”. Pero en casa siempre fue Nemonte. La tía de su papá le puso ese nombre porque al verla supo que era “como una estrella y quería que llevara su sabiduría y su cultura”, dice Opi. Para él, aunque haya personas que critiquen a su hermana por el nombre de Inés, Nemonte siempre será ‘Nemo’ porque es el espejo de su esencia interior.



En Nemonpare, entre los onkos —casas triangulares de troncos y palmas entretejidas— y las trochas hacia la selva, Nemonte Nenquimo vivió su infancia y adolescencia. Le gustaba sentarse con los abuelos —pikenani en wao— y cantar. “No podía estar quieta”, recuerda entre risas su hermano Oswaldo. Era la tercera de diez hermanos, y la primera mujer de todos ellos. “Fui como una mamá. Aprendí a cuidar y proteger a mis hermanos, a mis animalitos y a la naturaleza”, dice la lideresa indígena.

A los 15 años se escapó. Sin el permiso de sus padres, se fue hasta la capital del país, Quito, para estudiar en una escuela misionera. “Quería aprender español. A esa edad era muy curiosa de saber el mundo occidental”, dice. Pronto se dio cuenta que ese mundo que algún día le llamó la atención no era lo que imaginaba. “El ambiente era triste. Mi corazón era de volver a mi familia”, recuerda con una voz que se pasea entre la culpa y la nostalgia. Tres años después de vivir en Quito, volvió a su casa.

Ahora que asumió su rol como lideresa waorani, Nemonte Nenquimo viaja por todo el mundo: San Francisco, Ginebra, Río de Janeiro, Nueva York. “Yo escuchaba que Nueva York era muy bonito y que los ecuatorianos se iban allá para hacer una vida mejor”, dice del otro lado de la videollamada. “Pero yo no vi nada mejor, la gente ahí no vive bien, no vive tranquila”, asegura. Por eso, siempre vuelve a casa. “Donde sea que me reconozcan como líder o donde sea que me vaya, nada me va a cambiar. Amo quien soy, una mujer waorani”, afirma. Cuando sale a recorrer el mundo para contar su lucha, es como si llevara consigo su casa.

Una constante lucha por la naturaleza

En 2010 se vinculó a un proyecto de la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (AMWAE) que buscaba detener el comercio de carne silvestre. En ese entonces, los indígenas waorani cazaban guantas, huanganas, pecarís, y chorongos dentro del Parque Nacional Yasuní para venderlos en el mercado de la comuna Pompeya, al pie del río Napo, al norte de la Amazonía. Las especies se estaban extinguiendo y, además, el comercio de carne silvestre podía ser profundamente problemático: tal como se comprobó con la aparición del COVID-19, la enfermedad causada por un nuevo coronavirus que salió de un mercado de venta de carne silvestre en China.


Ana Puyol, exdirectora de la Fundación EcoCiencia, estuvo involucrada en la iniciativa que planteaba reemplazar la venta de carne silvestre por prácticas sustentables. Así conoció a Nemonte Nenquimo y cuando la recuerda, piensa en su carcajada. “Era como si tuviera la risa muy cerca de ella siempre”, dice Puyol. También recuerda que, aunque los diálogos sobre la carne silvestre eran difíciles, Nenquimo siempre encontraba una forma de transmitir esperanza y alegría.

Como si le hubiera contado una anécdota graciosa, Puyol se ríe cuando le pregunto cuál es su principal recuerdo de Nemonte Nenquimo. “Su risa es increíble, siempre que la pienso me la imagino con su gran sonrisa. Hasta en el día más duro, siempre nos hacía reír”. “Nemonte es una luz”, agrega.

La ganadora del Goldman 2020 recuerda los tiempos del proyecto junto a la AMWAE. Bajo la guía de la lideresa waorani Manuela Ima, las mujeres no solo lograron detener el comercio de carne silvestre sino que crearon un programa para hacer y vender artesanías y chocolates, y así ser más independientes. Nenquimo aprendió mucho de ellas.


Sin embargo, la lideresa produce afectos divididos: muchos waorani no la consideran una mujer waorani de verdad porque su mamá es sápara —otra de las 11 nacionalidades indígenas de la Amazonía ecuatoriana—.

Pero Nenquimo dice que nunca se ha sentido menos waorani. “Yo considero ser mujer wao como mi papá. No sé nada de la cultura de mi mamá. En lo más profundo soy mujer waorani”, asegura con determinación.

En 2013 empezó a trabajar en la construcción de un sistema de agua lluvia limpia para su comunidad y allí conoció a Mitch Anderson, que llevaba dos años trabajando en la Amazonía de Ecuador. Los dos tenían una lucha en común por la dignidad de los pueblos indígenas y trabajaban juntos en proyectos para apoyar a las familias y a los niños. Así, en algún punto —que ninguno de los dos recuerda con exactitud— se enamoraron y se casaron.

Sin embargo, para algunas personas del mundo indígena su relación es problemática. Manuela Ima dice que, en la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana, Nemonte Nenquimo nunca podrá ser lideresa porque “para serlo tendría que estar casada con un wao y no lo está”. Alicia Cahuiya, otra lideresa waorani, dice que muchos en su comunidad no están de acuerdo con que una lideresa waorani esté con un “gringo”.

“Mi pareja respeta mi cultura y mis decisiones. Es alguien que tiene mucho respeto, mucho valor, y siempre está conmigo trabajando para proteger el territorio waorani”, asegura Nenquimo. Oswaldo, su hermano, se ríe y recuerda que cuando lo conocieron, pensaron:“¿Gringo aprenderá a vivir en la selva?”. Para responder esa pregunta lo llevaron a cazar con un machete y una escopeta. Regresaron 15 horas después con varios animales y Anderson les demostró por qué ‘Nemo’ se había enamorado de él —era diferente—.


En mayo de 2015, nació Daime Omere Anderson Nenquimo, la hija de la pareja. Daime significa arco iris en wao tereo. Su llegada se convirtió en otra razón para que su madre insistiera en la protección de su territorio y su cultura. Quiere dejarles a sus hijos un ambiente sano, agua limpia, aire puro, y una selva como en la que ella creció: “sin petroleras y sin contaminación”.

Una victoria “histórica”

Mientras construían los sistemas de agua lluvia, en 2013, Nemonte Nenquimo y otros líderes de los pueblos a’i kofan, siona, siekopai y waorani notaron que compartían muchas cosas —resistencias, luchas y visiones—, y que juntos podían hacer más. En 2016 crearon la Alianza Ceibo, una organización que trabaja por la selva, la cultura y el bienestar de las cuatro nacionalidades indígenas. Un proyecto que también les ha traído reconocimientos y alegrías.

En junio de 2020, la alianza ganó el Premio Ecuatorial, un reconocimiento del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que premia iniciativas innovadoras para proteger la biodiversidad y enfrentar el cambio climático. Aunque Nemonte Nenquimo lideró Alianza Ceibo hasta 2018, ese trabajo marcó el inicio de su camino como la reconocida defensora del ambiente y los pueblos indígenas que es hoy.


Cuando terminó su periodo dirigiendo la alianza, Nenquimo viajó desde Puyo hasta Nemonpare para visitar a su mamá. Allí, en una asamblea donde todos los candidatos eran hombres, la joven indígena se convirtió en la primera presidenta del Consejo de Coordinación de la Nacionalidad Waorani de Pastaza (Conconawep).

Desde ese puesto comenzó su lucha más importante, la cual había sido iniciada por la comunidad en 2012. En ese año, un grupo de técnicos de la entonces Secretaría de Hidrocarburos del Ecuador hizo una supuesta consulta  sobre la explotación del bloque petrolero 22, que ocupa unas 200 mil hectáreas en la Amazonía ecuatoriana —cerca de la mitad de la extensión de Quito—, y es uno de los 13 proyectos de la llamada “Ronda Suroriente” que el gobierno ecuatoriano planeaba licitar a empresas nacionales e internacionales.

Según Gilberto Nenquimo, líder de la Nacionalidad Waorani del Ecuador (NAWE), la consulta de 2012 “fue una trampa”. El líder asegura que gente del gobierno llegó en helicópteros a varias comunidades waorani, les regalaron botellas de Coca-Cola y alimentos enlatados, y les dijeron que firmaran un papel que decía que el gobierno iba a trabajar para proteger la Amazonía. Los waorani firmaron, pero no sabían que el gobierno utilizó las firmas para decir que los indígenas estaban de acuerdo con la explotación petrolera.

Siete años después de la supuesta consulta, en 2019, Nemonte Nenquimo encabezó la acción legal contra el Estado ecuatoriano por ese “engaño”. La demanda decía que el Estado violentó el derecho del pueblo waorani de Pastaza a la consulta previa, libre e informada sobre el plan de explotación del bloque 22. Según la Constitución, antes de siquiera explorar la presencia de recursos no renovables en territorios indígenas, se debe hacer una consulta obligatoria y oportuna. Si la comunidad no da su consentimiento, no se puede explotar ese territorio.


María Espinosa, una de las abogadas que apoyó el proceso legal, cuenta que preparar la demanda tomó dos años y recuerda un día en la casa de Nemonte Nenquimo en Nemonpare. “Estábamos ahí todos hablando con varias mujeres wao sobre el territorio y el valor que tiene para ellas y entonces Nemonte empezó a cantar”, dice Espinosa en una llamada telefónica. “Nos transmitió algo que sentí como un mensaje poderoso”, dice la abogada. En ese momento Espinosa supo que estaban yendo por buen camino y tenían que seguir adelante.

Andrés Tapia, comunicador de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae), recuerda a Nemonte Nenquimo con su hija siempre al lado. “Iba con ella a las marchas, a las asambleas y a las audiencias”, dice Tapia. Para Nenquimo, tener una hija pequeña nunca ha sido un impedimento para luchar. Al contrario, va con ella a todas partes porque quiere que “aprenda sobre su cultura y su lucha”. Mientras hablo con Mitch Anderson vía Zoom, Daime de cinco años, vestida de princesa, se acerca tímida a la pantalla y me saluda en inglés. Me cuenta que extraña a su mamá y dice: “I want to be like her” (quiero ser como ella).

Julio de 2019 fue el mes de la dicha waorani. La Corte Provincial de Pastaza determinó que la supuesta consulta de 2012 hecha a las comunidades no cumplió con estándares nacionales e internacionales. La decisión no solo protegió a las 200 mil hectáreas del bloque 22 sino también a las más de 4 millones de hectáreas de selva que se querían subastar con el proyecto Ronda Suroriente. Carlos Mazabanda dice que la victoria marcó un precedente para que todos los pueblos y nacionalidades indígenas del país puedan exigir que se respeten sus territorios y sus vidas.

Cuando Nemonte Nenquimo piensa en la decisión de los jueces, simplemente sonríe.

Foto: Jerónimo Zúñiga, Amazon Frontlines.

Fuente: Mongabay - 30 de Noviembre de 2020.

Escrito por Doménica Montaño

*Este artículo es una alianza periodística entre Mongabay Latam y GK de Ecuador.

https://es.mongabay.com/2020/11/nemonte-nenquimo-gana-premio-goldman-indigenas-waorani-ecuador/

jueves, 9 de mayo de 2019

Lider Mapuche recibió Premio Nobel Ambiental / Premio Goldman

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Líder mapuche recibió el Premio Nobel Ambiental por su defensa a los ríos y al bosque nativo. Actualmente está encarcelado por su defensa a los ríos y al bosque nativo.

En un nuevo ejemplo para demostrar que Chile no es ningún ejemplo de “Democracia”, y que menos puede andar increpando a otros países, el lonko Alberto Curamil Millanao (41), fue premiado con el prestigioso Premio Ambiental Goldman, conocido como el “Premio Nobel Ambiental”, que se ha entregado a activistas ambientales comunitarios a nivel mundial desde 1989.

Para la Justicia chilena es alguien que constituye un peligro para la sociedad (razón por la cual está hoy privada de libertad), mientras, para la comunidad internacional, es considerado un héroe. A tal punto esto es así, que fue reconocido con el premio ambiental más distinguido del mundo. Esa es la dualidad que atraviesa el Lonko Alberto Curamil. Tal como lo anticipó Radio Y Diario de la Universidad de Chile, el también portavoz para la Alianza Territorial Mapuche (ATM), fue reconocido, este lunes, como el activista ambiental más importante de Centro y Sud América, a través del Premio Ambiental Goldman.

El Lonko comenzó su lucha el año 2013, cuando se opuso con éxito a la construcción de los proyectos hidroeléctricos Alto Cautín y Doña Alicia. Iniciativas trasnacionales que, según la propia fundación ambientalista con sede en Estado Unidos, afectarían a la comunidad local, desviando cada día cientos de millones de litros de agua del río Cautín, dañando así ecosistemas y agravando el problema de sequía que vive la región de la Araucanía.

Sin embargo, el representante mapuche del Lof Radalco está hace nueve meses en prisión preventiva en la cárcel de Temuco, imputado como supuesto autor de un asalto a la caja de compensación “Los Héroes”, en la ciudad de Galvarino. Durante el mes de mayo, el Lonko deberá responder ante la Justicia los cargos que se le imputan. Para testigos y familiares que estarán presentes en el Juicio Oral, esto no es más que un nuevo montaje contra comuneros mapuches ya que, argumentan, Curamil no estaba ese día en Galvarino, sino que en un lugar distinto, por lo que existe abundante prueba de ello.

Para el abogado defensor de Alberto Curamil, Rodrigo Román, la presión empresarial y política hacia la Fiscalía de Temuco ha llevado adelante investigaciones “torcidas” que se repiten contra líderes de comunidades que se oponen a compañías forestales e hidroeléctricas. “¿La Fundación sería tan irresponsable de entregar un premio a una persona que ha participado en actos de violencia? No es el caso de Alberto Curamil. Nosotros tenemos pruebas de sobra, abundante, para demostrar en el juicio que los hechos imputados son falsos, que acá hay más bien una motivación política para encarcelar a los peñis en general y el caso del Lonko como defensor del territorio y las aguas. Este reconocimiento ayuda revertir a la situación de cárcel a la que hoy está sometido y, en general, para visibilizar las demandas del Pueblo Nación Mapuche”, afirmó.

Producto de su prisión preventiva, la autoridad tradicional mapuche no estuvo presente este lunes entre los ganadores que recibieron el premio “Nobel Verde”, en una ceremonia que, a eso de las 20,30 horas de Chile, se realizó en la San Francisco Opera House, en los Estados Unidos. Quienes asistieron a la ceremonia en representación de Alberto Curamil, fue el investigador y profesor intercultural, Miguel Melín y la hija del Lonko, Bélén Curamil. Esta última se refirió a cómo la familia ha tomado la prisión de su padre.

“Sabemos que el Estado chileno ha encarcelado injustamente a mi padre, por lo que este reconocimiento internacional les abrirá los ojos al mundo para darse cuenta que aquí hay una lucha por la vida, y que vamos a lograr su liberación. Somos sus tres hijos que estudiamos, mi madre está sola en el campo, pero nosotros, tal como lo ha hecho nuestro padre, asumimos su prisión política con dignidad. Y recalco: estamos seguros que lograremos su liberación”, argumentó.


viernes, 20 de enero de 2017

Seis balazos por defender el bosque: el brutal asesinato de Isidro Baldenegro



Escrito: Elena Reina

El histórico líder ecologista mexicano, Premio Goldman en 2005, fue asesinado después de recibir decenas de amenazas de muerte.

Isidro Baldenegro sabía que lo iban a matar. Probablemente a balazos, como hicieron con su padre en 1986, empeñado en preservar las tierras ancestrales de su comunidad tarahumara, un grupo indígena de Chihuahua (norte de México). Este domingo, el cuerpo de Baldenegro enfrentó hasta seis impactos de bala, según las autoridades. Había ido a esconderse a una casa remota de la sierra por las decenas de amenazas de muerte que había acumulado. El que recibiera en 2005 el prestigioso premio Goldman, ha sido asesinado brutalmente por defender el bosque. Es el segundo líder ecologista reconocido con el mismo galardón al que matan en menos de un año.

Isidro Baldenegro
Desde que le arrebataran a su padre, Julio Baldenegro, cuando tenía sólo 20 años, tomó el testigo de su lucha y con ella el alto precio de ser ambientalista en uno de los países más peligrosos del mundo para esa misión. Se convirtió en uno de los activistas indígenas más reconocidos en América Latina, dedicado en cuerpo y alma a la lucha por la preservación de los bosques de pino y roble de la Sierra Madre Occidental. Férreo opositor de los intereses comerciales en la zona, denunció a empresarios por estar aliados con narcotraficantes y madereros y se acabó transformando en la piedra más molesta del zapato de los poderosos.

Y Chihuahua no es precisamente un lugar fácil para ese cometido. El Estado fronterizo resiste una guerra contra el narcotráfico que el Gobierno de Felipe Calderón emprendiera en 2006 y que ha continuado con el Ejecutivo de Peña Nieto. Los ambientalistas de la zona denuncian que la violencia se ha intensificado por este motivo y muchas familias indígenas han tenido que abandonar sus comunidades por las amenazas explícitas de quienes quisieron limpiar el bosque de árboles para plantar marihuana.

Es el segundo líder ambientalista, ganador de un Goldman, que asesinan en menos de un año. La ecologista Berta Cáceres fue atacada en marzo del año pasado por unos hombres que acabaron con su vida. Cáceres había movilizado al pueblo de Honduras contra los planes de construcción de una presa. Siete personas han sido detenidas por su caso hasta la fecha, pero no hay ningún culpable definitivo.


Baldenegro sabía que se jugaba la vida. Por eso, poco antes de su muerte buscó refugio en la casa de un tío en una comunidad tarahumara al norte de Chihuahua. El domingo por la tarde un hombre de 25 años —a quien posiblemente conocía la víctima— sacó un arma, disparó sin piedad y huyó. La Fiscalía estatal ha anunciado que tienen "plenamente identificado" al agresor, pero no han querido ofrecer más información sobre el caso.

América Latina, mortal para el ecologismo

Las comunidades locales de Latinoamérica que se han enfrentado a la minería, al sector energético, a los negocios agrícolas o a los intereses forestales por defender sus tierras, han resistido los golpes más duros. Un estudio del observatorio británico Global Witness concluyó que América Latina era la región más mortífera del mundo para la lucha por el Medio Ambiente. Del total de los asesinatos a ecologistas en todo el mundo (185 en 2015), un 66% se dio en esta zona. 33 de ellos fueron en México.

Fuente: El País - Mundo Global (Internacionales) 20 de Enero de 2.017.

jueves, 21 de abril de 2016

La peruana Máxima Acuña recibe el galardón ambiental más importante del mundo


El Premio Goldman reconoce cada año a seis héroes medioambientales "por logros significativos en la protección del entorno y sus comunidades", y este lunes lo recibirá, representando a Centroamérica y Sudamérica, la agricultora peruana Máxima Acuña, quien desde 2011 se enfrenta a Newmont, la segunda compañía minera de oro más grande del mundo, que obtuvo una concesión para extraer oro en un área que se superpone con la casa y los terrenos donde la campesina cultiva para su subsistencia.

El proyecto Conga, de Newmont, se ubica en la región peruana Cajamarca (sierra norte) y significó unos 4.800 millones de dólares de inversión. Acuña y su hija fueron golpeadas por primera vez por empleados de seguridad de la empresa en 2011, por no querer desalojar el terreno, y en 2012 una movilización regional contra la mina —que terminó en cinco muertos por enfrentamientos de civiles con la policía y el Ejército— detuvo el avance del emprendimiento. La compañía entabló un juicio a Acuña por usurpación, buscando que abandone el lugar, pero en 2015 lo perdió en segunda instancia.

El año pasado, la activista hondureña Berta Cáceres recibió el mismo galardón por liderar una campaña contra la represa Agua Zarca, a cargo de la más grande constructora de hidroeléctricas, debido a que se realizaba sin consultar con el pueblo indígena que iba a ser afectado. La ambientalista fue asesinada en marzo pasado.

La agricultora peruana guarda como lo más preciado los documentos de compra de la propiedad que posee desde 1994 a 4.000 metros sobre el nivel del mar. Su casa y sus cultivos han sido un obstáculo para el proyecto Conga, pues es la vía de entrada a una de las lagunas que la mina usaría como depósito de desechos. La empresa argumenta que compró las mismas tierras entre 1996 y 1997.

Máxima Acuña . Fotografía: Jorge Chávez Ortíz
Un símbolo de resistencia
Acuña se ha convertido en Perú en un símbolo de la resistencia contra el proyecto minero, pero su vida cotidiana es de tensiones continuas con los empleados de la minera y con la policía que trabaja para la empresa. Cuando sale a realizar gestiones a la ciudad, destruyen sus cultivos o partes de su casa, roban sus animales o hieren a su mascota.

La agricultora, además de dedicarse a la ganadería, vendía en un mercado la ropa que confeccionaba, pero desde los golpes que recibió en 2011 en la espalda y brazo no puede coser más. "Antes no tenía ningún maltrato físico o psicológico, y la exigencia de esta lucha no da la libertad de trabajar tranquila", dijo a EL PAÍS por teléfono en 2015.

"En 2011 nos dimos cuenta de que pocos defendemos el agua y la tierra, y a muchos que están por el oro y quieren destruir la naturaleza no les interesa la vida de sus hijos pequeños, no toman interés en el futuro de ellos, pero a nuestra familia sí", añadió.

En febrero del año pasado, la empresa instaló una caseta frente a su casa y una valla que dificultan el desplazamiento de la familia. "Dicen que es para vigilar unas alpacas que han llevado, pero hay trabajadores de mala decisión, matones", describió entonces.



Recibirán el Premio Goldman este año, Edward Loure, de Tanzania —por sus logros en la titulación de comunidades—; Leng Ouch, de Camboya —por infiltrarse en la tala ilegal para documentarla—, y la abogada Zuzana Caputova, de Eslovaquia —quien consiguió la clausura de un depósito de residuos tóxicos en su comunidad. Además, Luis Jorge Rivera Herrera, de Puerto Rico —debido a su liderazgo para el establecimiento de una reserva natural— y Destiny Watford, de Estados Unidos, por evitar la construcción del más grande incinerador de su país a poco más de un kilómetro de su escuela en Baltimore.

Fuente: Diario El País (17 de Abril de 2.016)

viernes, 4 de marzo de 2016

Asesinan a Berta Cáceres, líder hondureña contra la explotación medioambiental de las transnacionales


Berta Cáceres llevaba años luchando por los derechos indígenas y medioambientales y denunciando asesinatos y amenazas de activistas

"Es fácil que a uno lo maten en la lucha por el medio ambiente", decía en una entrevista a eldiario.es el pasado verano.
La persecución de los defensores del medio ambiente es una constante en países donde empresas transnacionales extractivas, hidroeléctricas o del sector agroindustrial tienen intereses.

Berta Cáceres, líder indígena hondureña, defensora de los derechos de la comunidad Ienca y de los movimientos campesinos, ha sido asesinada en la madrugada del jueves en un asalto a su casa en Intibucá, según confirma Europa Press. Cáceres denunciaba los abusos de empresas transnacionales en su país y mantenía su lucha a pesar de las constantes amenazas.
Berta compareció la semana pasada en una rueda de prensa para denunciar el asesinato de varios dirigentes de su comunidad indígena, así como las amenazas que ella misma sufría. Hace menos de un año, en una entrevista a eldiario.es, contaba la persecución a la que estaba sometida: "Los que rechazamos estos proyectos somos amenazados, amenazan nuestras vidas, nuestra integridad física y emocional, la de nuestras familias y comunidades enteras, nos quieren negar la existencia como pueblos originarios. Vivimos en un clima de impunidad y de nula administración de justicia".



A las amenazas por oponerse a proyectos de empresas transnacionales se añadía otro elemento de riesgo: ser mujer. "No es fácil ser mujer dirigiendo procesos de resistencias indígenas. En una sociedad increíblemente patriarcal las mujeres estamos muy expuestas, tenemos que enfrentar circunstancias de mucho riesgo, campañas machistas y misóginas. No es tanto la transnacional sino la agresión machista por todos lados. Esto es una de las cosas que más puede pesar para abandonar la lucha", describía Cáceres.

Pero ella no la abandonó. Continuó con su lucha desde la coordinación del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), con el que consiguió echar de los territorios de la comunidad del Río Blanco a la mayor empresa constructora del mundo, la china Sinohydro. Por este, y otros logros, Berta recibió a finales de abril del año pasado el prestigioso premio Goldman, conocido como el Nobel del Medio Ambiente.

Aunque lo que le inspiraban no eran los premios, sino los principios. "Aquí, con reconocimientos o sin ellos, hemos luchado y lo vamos a seguir haciendo", afirmaba desde la ciudad hondureña de Tela. Era la primera hora de la mañana un jueves en el que Cáceres, junto a una delegación del COPINH, se había desplazado hasta el departamento de Atlántida, al norte del país, para acompañar a indígenas garífuna en un proceso judicial.

El acoso a activistas medioambientales
La persecución y violencia contra quienes defienden el medio ambiente es una constante en aquellos países donde empresas transnacionales extractivas, hidroeléctricas o del sector agroindustrial tienen intereses, muchas veces en connivencia con los poderes políticos y financieros.

Según el informe de Global Witness, en 2014 fueron asesinados 116 activistas medioambientales en 17 países, un 20% más que en 2013. Más de dos personas mueren cada semana en el mundo por defender sus tierras, sus ríos o sus bosques frente a la explotación. La investigación "¿Cuántos más?" señala a Honduras como el país más peligroso per cápita para estos activistas. El 40% de los asesinados son miembros de pueblos indígenas, como el lenca, al que pertenecía Berta Cáceres.

El uso ilícito de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad del Estado hondureño y la vinculación de miembros de la policía y el ejército en casos de intimidación, amenazas y supuestos asesinatos de defensores del medio ambiente, ha sido documentado por organizaciones como  Human Rights Watch  o  Front Line Defenders.

Berta era víctima desde hacía mucho tiempo de este abuso poder que no consiguió silenciarla. Hasta hoy. "En este país impune, responsable de graves violaciones de derechos humanos, los que luchamos por la tierra, por el agua, por el territorio para la vida, para que no caiga en manos privadas y sea destruido, ponemos la vida en riesgo. Aquí es muy fácil que a uno lo maten. El coste que pagamos es muy alto. Pero lo más importante es que tenemos una fuerza que viene de nuestros ancestros, herencia de miles de años, de la que estamos orgullosos. Ese es nuestro alimento y nuestra convicción a la hora de luchar", decía el pasado verano.

Fuente: eldiario.es – 3 de Marzo de 2.016

http://www.eldiario.es/desalambre/Asesinan-Berta-Caceres-medioambiental-Honduras_0_490651434.html

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Mataron a Berta Cáceres, una de las líderes ambientales más importante de Honduras y el mundo

Fue la voz de los indígenas y la responsable de torcer la mano del Banco Mundial y China en un proyecto hidroeléctrico.
Por Camila Londoño
Era líder de la comunidad indígena lenca, líder de movimientos campesinos, era una defensora de los derechos humanos, una activista del medio ambiente. Entonces ¿por qué la asesinaron el pasado jueves 3 de marzo en La Esperanza, Honduras? De acuerdo con las autoridades locales, la hondureña de 44 años Berta Cáceres, murió durante un violento intento de robo en su casa. Sin embargo, su madre asegura que fue asesinada por su lucha personal. Una lucha que la hizo merecedora del máximo reconocimiento mundial para activistas del medio ambiente: el Premio Goldman.


Aunque la amenazaban constantemente y varios de sus compañeros de lucha (indígenas) fueron asesinados, ella nunca se detuvo.

Y ¿cuál fue su lucha? Además de ser la fundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Indígenas y Populares de Honduras (COPINH), esta madre de cuatro hijos lideró una pelea de los indígena lenca (la mayor etnia indígena de Honduras) en contra de un proyecto hidroeléctrico llamado Agua Zarca, el cual sería construido en un río sagrado para los indígenas: el Río Gualcarque. Después de años, Cáceres logró que la compañía china responsable del proyecto (Sinohydro) y el Banco Mundial (inversores) abandonaran la iniciativa aprobada con una concesión a la empresa hondureña Desarrollos Energéticos SA, DESA.

Fue un logro extraordinario para ella y la comunidad, pero paradójicamente esto puso a muchos en su contra.

¿Por qué? Según un informe publicado por la ONG Global Witness, Honduras es el país más peligroso del mundo para los defensores del medio ambiente. El informe señala que en 2014, Honduras fue el país que registró más asesinatos per capita de defensores del medio ambiente en todo el mundo. Entre 2002 y 2014 se produjeron 111 asesinatos de activistas ambientales en territorio hondureño.
“Más de 80 tuvieron lugar sólo en los últimos tres años en una región, Bajo Aguán”.
-Chris Moye- De Global Witnes.

En cuanto a esta gran líder, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) había dictado medidas cautelares para su protección.

Sin embargo, esas medidas fueron invisibles. En el momento de su asesinato ningún miembro de las fuerzas de seguridad de Honduras estuvo presente. Julián Pacheco Tinoco, ministro de seguridad de Honduras, dijo que la unidad de derechos humanos de la policía mantenía comunicación permanente con ella y explicó que si en el momento de ser asesinada no tuvo protección, fue porque “la residencia donde perdió la vida no había sido reportada como su domicilio”. ¿Qué tan cierto será esto?.


Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras aseguró que el asesinato de Berta no quedará impune.
“No importa quién sea ni de quién se trata, caiga quien caiga, nadie está por encima de la ley. El mensaje del Estado de Honduras es contundente, esto no va a quedar impune”.Juan Orlando Hernández.

 “No nos queda otro camino más que luchar”.
Esto dijo Berta en medio de su lucha en contra de Agua Zarca. Ella sabía que a pesar de las dificultades triunfaría y lo hizo. Triunfó en su lucha, pero perdió su vida.
“Dar nuestra vida (…) por la protección de los ríos, es dar nuestra vida por el bienestar de la humanidad y de nuestro planeta”. -Berta Cáceres- (1971-2016).

Esperamos que el presidente cumpla con su palabra.