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Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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martes, 22 de septiembre de 2020

El 1% de la población más rica del mundo produce el doble de CO2 que la mitad más pobre.


Las personas en mayor situación de pobreza y de exclusión, y las generaciones futuras son que sufren más la injusticia climática, según Intermon Oxfam. Sólo el 1% de la población más rica del mundo causa el doble de las emisiones de carbono que la mitad más pobre de la humanidad (3.100 millones de personas). Es algo que ha venido ocurrido durante el cuarto de siglo, un período en que las emisiones han alcanzado niveles sin precedentes. Así lo indica el nuevo informe de Oxfam Intermón Combatir la desigualdad de las emisiones de carbono, en el que se evalúan las emisiones de consumo de los diferentes grupos de ingreso entre 1990 y 2015, los 25 años en los que la humanidad duplicó la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera.

Las emisiones de gases invernadero anuales crecieron un 60% entre 1990 y 2015; pero con un reparto desigual. El 5% más rico de la población fue responsable de más de un tercio (37%) de este aumento. O dicho de otra manera, el 10% más rico de la humanidad (unos 630 millones de personas) fue responsable de más de la mitad (52%) de las emisiones acumuladas en la atmósfera entre 1990 y 2015.

Las emisiones de carbono se acumulan en la atmósfera y provocan el calentamiento, lo que ha dado lugar a aumentos de temperaturas de 1,1 º C respecto a los niveles preindustriales y daños generalizados en los sistemas naturales.

Esto hace que tal acumulación de gases ha obligado a calcular un presupuesto limitado de nuevas emisiones que puedan ser arrojadas a la atmósfera.

Si no se controlan esas emisiones en la próxima década, las emisiones del 10% más rico del mundo serían suficientes para rebasar el umbral de un clima estable (que comporta detener.el aumento de temperatura a 1,5º C).

Durante el período 1990-2015, el 10% más rico fue responsable de un tercio del presupuesto global de carbono que queda para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5ºC, mientras que la mitad más pobre sólo contribuyó al 4 % de esa merma.

“El presupuesto de carbono se agotará para 2030 si el aumento de las emisiones de los más ricos continua a este ritmo”, dice Intermon Oxfam. El presupuesto de carbono es la cantidad de dióxido de carbono que puede añadirse a la atmósfera sin provocar que la temperatura media global se eleve por encima de 1,5ºC.

El informe se basa en una investigación llevada a cabo junto al Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo y se publica en vísperas de que los líderes mundiales se reúnan en la Asamblea General de las Naciones Unidas para debatir los desafíos globales, incluyendo la crisis climática.

Oxfam Intermón estima que las emisiones per cápita del 10% más rico tendrán que ser alrededor de diez veces más bajas para el año 2030 si queremos mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5ºC, lo que equivale a reducir las emisiones anuales globales en un tercio.

El informe de Oxfam Intermón destaca que los dos grupos más afectados por esta injusticia son precisamente los menos responsables de la crisis climática: por un lado, las personas en mayor situación de pobreza yde exclusión (y que ya tienen dificultades para hacer frente a los efectos del cambio climático); y, por otro lado, las generaciones futuras, que heredarán un presupuesto de carbono agotado y un mundo que “avanza a pasos agigantados hacia el colapso climático”.

“El consumo excesivo de una minoría rica está exacerbando la crisis climática”, explica Paula San Pedro, portavoz de cambio climático de Oxfam Intermón.

“Esta desigualdad extrema de emisiones de carbono es una consecuencia directa del afán de nuestros gobiernos durante décadas por fomentar un crecimiento económico extremadamente desigual y basado en el carbono. El mapa de emisiones refleja que el consumo de carbono ha servido para enriquecer a los más ricos y no para sacar a la gente de la pobreza. Este modelo ha caducado y es urgente uno nuevo.”

El informe desmonta el mito popular y político según el cual durante años la responsabilidad del aumento de emisiones ha sido fruto los últimos años del impacto de la creciente clase media de países como China y la India. Aunque en esos países millones de personas han conseguido salir de la pobreza y eso se ha traducido en un considerable incremento de sus ingresos y de las emisiones de carbono vinculadas al aumento de su consumo, “lo cierto es que las emisiones asociadas al consumo de los más ricos no han dejado de crecer”.

El informe apunta que es probable que las emisiones de carbono vuelvan a repuntar rápidamente a medida que los gobiernos levanten los confinamientos y restricciones relacionados con la Covid-19. Si las emisiones no siguen disminuyendo año tras año y la desigualdad de las emisiones de carbono no se controla, el presupuesto de carbono restante para mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5ºC se habrá agotado por completo para 2030.

En 2020, con un calentamiento global que ya ha alcanzado 1ºC, el cambio climático ha provocado ciclones mortales en la India y Bangladesh, enormes plagas de langostas que han arrasado con cosechas en toda África y olas de calor e incendios forestales sin precedentes en Australia y Estados Unidos. “Nadie es inmune, pero las personas en mayor situación de pobreza y exclusión son las más afectadas. Por ejemplo, las mujeres corren un mayor riesgo de experimentar violencia y abusos después de un desastre”, dice Intermon

Soluciones para la era post Covid
La pandemia ha desencadenado una caótica (y a menudo desigual) contracción del consumo global. “Sin embargo, también ha demostrado que es posible realizar cambios antes impensables en el estilo de vida de las personas más ricas del mundo en beneficio de la mayoría de la población”, se señala. Algunas políticas públicas, como por ejemplo gravar determinados bienes y servicios de lujo que generan un gran volumen de emisiones (como los SUV, los vuelos frecuentes en clase Business y en aviones privados) y otras como ampliar la infraestructura digital y de transporte público, podrían contribuir a reducir las emisiones, frenar la desigualdad y mejorar la salud pública.

La organización enfatiza que es imprescindible que estas políticas se pongan en marcha ya, antes de que se agote el presupuesto global de carbono y se sobrepase el límite de 1,5ºC de calentamiento global.
Según afirma Paula San Pedro, “limitarnos a reiniciar nuestras economías pre-covid, anticuadas, injustas y contaminantes, ya no es una opción viable. Los Gobiernos deben aprovechar esta oportunidad para remodelar nuestras economías y construir un futuro mejor para todo el mundo.
Para incidir en ese cambio, Oxfam Intermón acaba de presentar en España, junto a Greenpeace y a Ecologistas en Acción, un recurso ante el Tribunal Supremo frente a la inactividad climática del gobierno de la nación, “por incumplir su obligación de aprobar un plan nacional de energía y clima”, así como una estrategia de reducción de emisiones acorde con los compromisos adquiridos al ratificar el Acuerdo de París.

España, subraya Oxfam Intermón, es uno de los países europeos más vulnerables al cambio climático, según la Agencia Europea del Medio Ambiente.

Fuente: La Vanguardia-Verde Imagen de portada: Térmica de carbón cerca de Belchatow, en Polonia (Kacper Pempel / Reuters)

Blog del Proyecto Lemú - 22 de Septiembre de 2.020
 

jueves, 19 de enero de 2017

La distribución de tierras en Latinoamerica es la peor del mundo : lo primrero es la desigualdad

Escribe : Darío Aranda

El dato surge de una investigación de la ong Oxfam. En Argentina, el 1 por ciento concentra el 36 por ciento de la tierra.

El 1 por ciento de las estancias más grandes de América Latina acapara la mitad de la tierra agrícola y el 80 por ciento de las fincas cuentan con solo el 13 por ciento del territorio. “América latina es la región del mundo más desigual en la distribución de la tierra”, asegura una reciente investigación de la ONG internacional Oxfam. En Argentina, el 1 por ciento de las estancias más grandes concentra el 36 por ciento de la tierra. La injusta distribución tiene directa relación con el avance minero, petrolero, agronegocio y forestal. “El extractivismo ha dado lugar a una crisis de derechos humanos en la región, amenaza derechos y libertades fundamentales”, alerta Oxfam.

“Desterrados: tierra, poder y desigualdad en América Latina”, es el nombre de la investigación que, en base a datos oficiales, analiza la situación de todos los países de la región. Colombia es el país más desigual en el reparto de la tierra. El 0,4 por ciento de las explotaciones agropecuarias domina el 68 por ciento de la tierra del país.

Sigue Perú, donde el 77 por ciento de la tierra está en manos del 1 por ciento de estancias. Le siguen Chile (74 por ciento) y Paraguay (71). En Bolivia el 1 por ciento de las chacras maneja el 66 por ciento de la tierra, y en México el 56 por ciento. En Brasil, el 44 por ciento del territorio agrícola es para el 1 por ciento de las fincas. En Argentina, el 36 por ciento está en manos de esa mínima porción de estancieros y pooles de siembra.

“La extrema desigualdad en el acceso y control de la tierra es una de las causas de los niveles intolerables de pobreza. Sin políticas que aborden este reto (la tierra) no será posible reducir la desigualdad económica y social”, afirma la investigación de Oxfam e interpela la concentración de tierra en pocas manos: “Es un orden social arraigado y más cercano al feudalismo que a una democracia moderna”.

La investigación, de cien páginas y con extensa bibliografía de referencia, vincula claramente la extrema desigualdad al modelo de explotación de recursos naturales. “El extractivismo se ha hecho con el territorio”, resume la investigación y advierte que tanto gobiernos de izquierda como derecha han optado por favorecer la explotación petrolera, minera, forestal y el agronegocio. “La explotación minera y petrolera se aceleró a partir del 2000. La nueva oleada fue atraída por reformas estructurales que desprotegían los territorios comunales y relajaban los controles medioambientales”, explica. Entre los numerosos ejemplos, cita la situación de Colombia, que en 2002 contaba con un millón de hectáreas en concesión minera y en 2015 ya era de 5,7 millones de hectáreas (el cinco por ciento del territorio nacional).

Precisa que la soja, la palma de aceite y la caña de azúcar tuvieron una “expansión sin precedentes en las últimas dos décadas”. En el apartado “geopolítica de la soja”, destaca que los gobiernos “han impuesto un modelo de organización territorial a la medida de las necesidades de transnacionales”. En base a datos de 2014, precisa los datos del monocultivo: el 68 por ciento del territorio cultivado de Paraguay tiene soja, le siguen Argentina (49), Uruguay (45), Brasil (37) y Bolivia (30 por ciento). “Los cincos países conforman lo que se conoce como ‘repúblicas unidas de la soja’, producen más de la mitad de la soja del mundo”, detalla Oxfam.


Las pequeñas explotaciones agropecuarias son mayoría, pero tiene muy poca tierra. En Colombia, el 84 por ciento de las fincas ocupa solo el cuatro por ciento de la superficie agrícola. Paraguay es otra mala referencia: el 91 por ciento de las chacras cuenta con sólo el seis por ciento de la tierra. En Argentina, el 83 por ciento de las explotaciones agropecuarias tiene sólo el 13 por ciento del territorio.

“La tierra se encuentra cada vez más concentrada en menos manos y sometida a un modelo de extracción y explotación de los recursos naturales que, si bien ha ayudado a crecer a las economías de la región, también ha acentuado la desigualdad. Los beneficios de este modelo extractivista se concentran en manos de unas élites”, resume la investigación. El informe llama a una “urgente y necesaria nueva distribución de la tierra en América latina”.

Entre los sectores más perjudicados se encuentran campesinos y pueblos originarios. “La impunidad con la que se asesina a los activistas indígenas debe terminar. Es urgente que los gobiernos en todo el mundo actúen de forma inmediata para protegerlos”, destaca el informe-

La injusta distribución de la tierra se profundiza con el uso de violencia. “Con la expansión de las actividades extractivas se han multiplicado los conflictos territoriales y se han disparado de forma alarmante los índices de violencia contra quienes defienden el agua, los bosques y los derechos de las mujeres y las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas. Estos grupos son marginados, perseguidos, agredidos y criminalizados por defender su derecho a la tierra”, denuncia Oxfam.

Fuente: Página 12, Miércoles 18 de Enero de 2.017