Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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miércoles, 28 de agosto de 2024

Creación del Mundo en la Cosmovisión Mbya Guaraní


Creación del Mundo en la Cosmovisión Mbya Guaraní

Primera Etapa
- Ñande Ru Tenonde (Nuestro padre primero, primigenio) se autocrea en medio de las tinieblas y vientos originarios.

Segunda Etapa
- Se crea el Fundamento del Lenguaje Humano, la palabra generadora de la comunicación entre los seres humanos y con la Divinidad. El lenguaje es, en esencia, el alma de los seres humanos.

Tercera Etapa
- Ñande Ru Tenonde (Nuestro padre primero) da vida a cuatro Dioses que lo ayudarán en la Creación del Mundo: Ñamandu, Karai, Jakaira y Tupã.

Cuarta Etapa
- Ñande Ru Tenonde crea la Primera Tierra: el hombre, la mujer, los animales y las plantas. Con su vara ubicó una palmera pindo ovy (verde-azul) en el centro de la tierra, lugar de morada de los Mbya Guaraníes.
- Luego creó otra palmera en la morada de Karai (Oriente).
- Luego otra en la morada de Tupã (Poniente).
- Otra palmera fue creada en el origen de los Vientos Buenos (Norte y Noreste).
- Finalmente creó una en los orígenes del Tiempo-Espacio primigenio (Sur). Estas palmeras sostienen el firmamento.

Fuente: Ayvu Rapyta (León Cádogan)

Gráfico: Doctora Adriana Marelli. La imágen de la cruz de los vientos con el rombo mbya en idéntico color y forma, fue expuesta por primera vez en el Museo Juan Yaparí de la ciudad de Posadas en el año 2.011, como parte de una instalación artística en ocasión que se presentaba una publicación sobre parte de su investigación doctoral de la Universidad de Granada, España.

Fuente: Ayvu Rapyta - León Cádogan 

martes, 9 de noviembre de 2021

El Ayvu Rapyta es una de las grandes expresiones de la poesía americana


Sumergirse en el mundo de la cultura de los pueblos guaraníes no resulta fácil, pero permite encontrar notables narraciones, mitos, leyendas y visiones sobre la creación del mundo de gran belleza y profundidad, como nos comenta Gloria Scappini.



Antonio V. Pecci Periodista e investigador
antoniopeccipy@yahoo.com

A raíz del lanzamiento de una nueva versión –esta vez digital y accesible para los lectores de cualquier parte del mundo–, abordamos con la especialista Gloria Scappini el tema de la valoración de un texto ya clásico como el Ayvu rapyta, traducido como “el fundamento de la palabra”, de León Cadogan. Bartomeu Melià consideraba este texto del nivel del libro sagrado de los mayas, el Popol Vuh.

Ella es antropóloga, licenciada en Etnología y máster en Antropología Social por la Universidad París X Nanterre, Francia. Investigadora y docente, combina el estudio de las relaciones entre el Estado-Nación paraguayo y sus minorías étnicas con el registro y valorización de la cultura guaraní. Es también directora del documental etnográfico Palabras-alma, de protagonismo Mbyá Guaraní, galardonado como Mejor Filme etnográfico en el Festival de Cine Etnográfico de Recife, Brasil, en el 2013.

–Ante el lanzamiento de una nueva edición del texto mítico del Ayvu Rapyta, de la cultura Mbyá Guaraní, ¿podrías comentarnos sobre la importancia de este material?

–El Ayvu Rapyta: textos míticos de los Mbyá Guaraní del Guairá no tiene equivalente en el campo de la antropología guaraní y la etnografía de los pueblos guaraníes en Paraguay en materia de colecta y sistematización de un acervo de tradición oral y organización de una guía de estudio y comprensión de la religión guaraní. El texto, que fue publicado desde 1946 en pequeñas entregas en revistas científicas locales, pudo recién salir a la luz como corpus organizado en la revista de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la Universidad de São Paulo, en 1959, gracias al apoyo y gestión del profesor Egon Schaden, referente de la etnología Guaraní en Brasil. La obra contiene una recopilación de mitos, leyendas, relatos, cantos, plegarias e himnos religiosos, transmitida por varios referentes de la sabiduría mbyá-guaraní en un lenguaje religioso mantenido hasta ese momento en secreto frente al hombre blanco, lo que vuelve aún más rico a este acervo mítico, por reflejar estados de poca o baja influencia externa en la comunicación de las tradiciones. Actualmente el texto cuenta con cuatro ediciones, cada una mejorada y perfeccionada en procesos de revisión que estuvieron a cargo de B. Melià (SJ), principal discípulo de Cadogan; y el trabajo de difusión amplia del mismo, llevado adelante por la Fundación León Cadogan.

LA FIGURA DEL GRAN INVESTIGADOR

–¿Cuál fue el papel jugado por León Cadogan para lograr que los antiguos líderes de la etnia le confiaran estos textos sagrados?

–León Cadogan ha sembrado a lo largo de su vida, a través de su labor intelectual, humana y científica las bases para que las condiciones de ser un gran depositario de la sabiduría y conocimiento ancestral guaraní se vuelva realidad a partir de los años 40, momento en el cual va operando la transición entre una etapa de producción relativamente “folclorista” (con reservas en la apelación, puesto que se demarcaba bastante de los exponentes locales de esta corriente), hacia una más concentrada en la etnografía y etnología (registro e interpretación) de la cultura guaraní con gran énfasis en su dimensión religiosa y espiritual. Podemos decir que las ñe’ê porã tenonde o “primeras bellas palabras” llegan a él mediante los efectos de la dinámica de reciprocidad con la que se manejaba en su labor, sirviendo a la causa indígena a través de la defensa de sus derechos y denuncia sistemática de las estructuras de explotación y dominación en los territorios progresivamente despojados y ocupados por el frente de colonización nacional. Su gran sensibilidad y práctica de una antropología implicada –más que aplicada–, combinadas al estudio desafiante en condiciones adversas y contextos tanto personales como sociales de mucho riesgo, hacen de Tupã Kuchuvi Veve (Dios Torbellino que Vuela, su nombre sagrado Mbyá Guaraní), un personaje iniciático que reivindica a la subjetividad y a la relación humana como fuentes legítimas de saber y conocimiento.

–A nivel latinoamericano, ¿con qué textos puede asemejarse?

–El Ayvu Rapyta es una obra hoy tenida por clásica, considerada como una de las grandes expresiones de la poesía americana. Todas las civilizaciones del continente, pertenecientes a las áreas culturales mesoamericana, andina y amazónica, poseen de manera escrita u oral un registro de las palabras sagradas y fundadoras de su identidad cultural. No obstante, en el caso guaraní el acceso a este necesita de la etnografía para ser documentado, hecho dado que las culturas guaraníes son originariamente ágrafas, su grandeza y profundidad expresándose justamente en el ejercicio y valor concedido a la palabra como manifestación del origen divino de la humanidad. León Cadogan recuerda que fue su gran descubrimiento cuando el cacique Pablo Vera le reveló que “palabra” y “alma” son sinónimos para el pueblo guaraní: “El componente espiritual del hombre es su palabra, la palabra siendo a la vez palabra y alma”.

UN CONOCIMIENTO AUSENTE

–¿Cómo puede ser aprovechado este material por el sistema educativo?

–El Ayvu Rapyta contiene un potencial inmenso de transmisión de los conceptos, principios, valores, creencias, mensajes espirituales, sociales y metafísicos contenidos en la religión Mbyá Guaraní, y por extensión valorados como elementos fundadores de una cosmovisión guaraní rica y amplia. Las formas de vida, de estar y pensar el mundo en el que vivimos, desde un lugar de interacción con el origen de la divinidad y lo sagrado, sumado a la forma de relación propuesta con nuestro entorno, no solo como naturaleza, sino como verdad cultural, son grandes lecciones para un entendimiento profundo de las bases del pensamiento amerindio que la colonización y la evangelización, en largos procesos de transculturación con pérdidas y préstamos ha llevado a ocultar, hasta volverse un conocimiento ausente en la sociedad mestiza. Por lo tanto, si concebimos a la educación como una vía de comprensión del pasado, del presente y de los horizontes de futuro, el diseño de un proceso de descolonización y recuperación histórico-simbólica a través del estudio de un texto como este es indispensable, no solo como herramienta de valorización de la diversidad cultural, sino como auténtico dispositivo científico para el fomento de una educación liberadora.


Reproducimos aquí las primeras estrofas del Capítulo III del Ayvu Rapyta, en las cuales se prosigue el relato de creación del mundo, con la aparición y posterior destrucción de Yvy Tenonde, o primera tierra. En la versión mbyá guaraní y en castellano.

Yvy Tenonde

Ñamandu Ru Ete tenonde gua
oyvy rupa rã i oikuaá mavy ojeupe,
o yvára py mba'ekuaá gui,
o kuaararavyma
o popygua rapyta ire
yvy ogueromoñemoña i oiny.

Pindovy ombojera yvy mbyterãre;
amboae ombojera Karaí ambare;
Pindovy ombojera Tupã ambare;
yvytu porã rapytare ombojera Pindovy;
ára yma rapytare ombojera Pindovy;
Pindovy peteî ñirũi ombojera:
Pindovyre ojejokua yvy rupa.


La Primera Tierra

El verdadero Padre Ñamandu, el primero,
habiendo concebido su futura morada terrenal,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora,
hizo que en la extremidad de su vara
fuera engendrándose la tierra.

Creó una palmera eterna en el futuro centro de la tierra;
creó otra en la morada de Karai;
creó una palmera eterna en la morada de Tupã;
en el origen de los vientos buenos creó una palmera eterna;
en los orígenes del tiempo-espacio primigenio creó una palmera eterna;
cinco palmeras eternas creó:
a las palmeras eternas está asegurada la morada terrenal.

Datos técnicos de la obra:
Ayvu Rapyta: Textos míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá, de León Cadogan, edición preparada por Bartomeu Melià y Antonio Caballos. Vol. 99 de la Biblioteca Paraguaya de Antropología. Ceaduc-UCA/Fundación León Cadogan/Cepag; 322 páginas; Asunción, 2015.

Fuente: Diario Última Hora - 6 de Noviembre de 2021.
https://www.ultimahora.com/el-ayvu-rapyta-es-una-las-grandes-expresiones-la-poesia-americana-n2970238.html?fbclid=IwAR3BGSaN5XVjgtOIsX5Dp3WUPSbB0iECldVvJo1jeWQZZyCzR_wEOeLymPs

sábado, 6 de noviembre de 2021

Mba'ea'ã/ Plegaria Mbya Guaraní



Volvemos a decir
Tupã Ru Ete, Tupã Chy Ete, los primeros.

Por ser efectivamente así es que,
cada vez que yace recalentada
la morada terrenal en toda su extensión,
sois vosotros quienes volvéis a enviar a los dirigentes de vuestros hijos
y refrescáis vuestra morada terrenal.

Aunque las generaciones de los que llevan vuestra insignia de la masculinidad
y las que llevan vuestro emblema de la feminidad
están predestinadas a ser acosadas por todo lo maligno
no obstante vosotros reunís innumerables restituidores de la palabra
y así hacéis escuchar vuestras voces
hacéis escuchar vuestros gritos
y aún hallándonos en los umbrales de la muerte
nos volvéis a levantar.

Por ser así es que os suplicamos
infundirnos repetidamente valor.

*Extracto de plegaria a las divinidades, padres y madres de la palabra-alma. Estrofas dirigidas a Tupã Ru Ete y Tupã Chy Ete, dueños de las aguas, lluvias, truenos, relámpagos y vientos fuertes. En: L. Cadogan, Ayvu Rapyta. 

Compartido por Gloria Scappini

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miércoles, 20 de mayo de 2020

COSMOVISIÓN MBYA GUARANÍ - AYVU RAPYTA - CAPÍTULO VI - El Diluvio



Cuando los dioses destruyeron la primera tierra, Yvy Tenondé, los hombres que la habitaban ascendieron a los cielos.

Los virtuosos, para continuar allá en su forma humana; los trasgresores de la ley divina, convertidos en irracionales. El Señor Incestuoso, después de danzar, orar y cantar con todo fervor, pudo al fin alcanzar la perfección y habitar entre los hombres virtuosos, los dioses menores.



(1) 
Yvy Ru'û 

Yvy tenondeguakuéry 
oupitypáma omarã'eÿrã.  

El Diluvio 
Los habitantes de la primera tierra 
ya han alcanzado todos el estado de indestructibilidad.


(2) 
Oñembo'e porã i va'ekue,  
ijarakuaa va'ekue  
ijaguyje porã,  
oóma oambarãre. 

Los que rezaron en buena forma,
los que poseyeron entendimiento,
han alcanzado la perfección,
se dirigen hacia su futura morada. 


(3) 
A'ekuéry voi ombojera oyvy ju ruparã 
Tupã Mirî ambápy. 

Ellos mismos crean sus moradas de tierra eterna
en la morada de los dioses menores. 



(4) 
Ijarakuaa'eÿ va'ekue,
arandu vai ogueno'ã va'ekue,
ñande aryguakuérype ojeavy va'ekue oo vai,
ijaguyje amboae. 

Los que carecieron de entendimiento,
los que se inspiraron en la mala ciencia, 
los que transgrediron contra los Situados encima de nosotros, 
se fueron en mala forma, sufrieron la metempsicosis. 


(5) 
Oime oo vaé guyráramo, ju'íramo, enéramo;   
guachúramo omondo Ñande Ru kuña omonda va'e:
Ñande Ru porãkuéry ñande rekorã oeja va'ekue rupivy aéma 
jaiko porã i va'erã. 

Hay quienes se convirtieron en pájaros, en ranas, en escarabajos;
en venado convirtió nuestro Padre a la mujer que había hurtado:
únicamente viviendo de acuerdo a los preceptos dejados por nuestros 
buenos padres
hemos de prosperar. 


(6) 
Karai Jeupie ojeavy Ñande Ru Tenondekuérype:
omenda ojaiche íre.  
Ou potáma yy;
Karai Jeupie oñemboayvu, oporaéi, ojeroky; 
oúma yy, aguyje oupity e'ÿre Karai Jeupie. 

El Señor Incestuoso transgredió contra Nuestros Primeros Padres:
se casó con su tía paterna. 
Estaban por venir las aguas;
el Señor Incestuoso oró, cantó, danzó; 
ya vinieron las aguas, sin que el Señor Incestuoso hubiera alcanzado la perfección. 



(7) 
Oyta Karai Jeupie, kuña reve oyta;  yýpy ojeroky, oñemboayvu, oporaéi.
Oñemomburu: mokõi jachy aguépy imbaraete.
Ijaguyje; ombojera pindo ju ogue mokõi i va'e;  
akãmy opytu'u oo anguã oambáre,
ikandire anguã.

Nadó el Señor Incestuoso, con la mujer nadó; 
en el agua danzaron, oraron y cantaron. 
Se inspiraron de fervor religioso; al cabo de dos meses adquirieron fortaleza. 
Obtuvieron la perfección; crearon una palmera milagrosa con dos hojas;
en sus ramas descansaron para luego dirigirse a su futura morada,  para convertirse en inmortales. 


(8) 
Karai Jeupie, Karai Joajue,  
a'e voi ombojera oyvy ju ruparã i Tupã Mirî ambáre.  
Oo Karai Jeupie Ñande Ru Karai Taparíramo;  
Tupã Mirî Ru Etéramo oo. 

El Señor Incestuoso, el Señor de la unión nefanda, 
él mismo creó para su futura morada de tierra indestructible en el paraíso de los dioses menores. 
Se convirtió el Señor Incestuoso en nuestro PadreTaparí; 
se convirtió en el verdadero Padre de los dioses menores.


Fuente: Ayvu Rapyta – Textos Míticos de los Mbyá Guaraní del Guairá – León Cádogan



viernes, 6 de septiembre de 2019

Clase 3 - La Herencia Misionera - Historia de la Provincia de Misiones - Creación del Mundo - Cosmovisión Mbya Guaraní


Ñande Ru Tenonde, dios supremo de la creación se creó a sí mismo en medio del caos y las tinieblas primigenias. Iluminado por su propio corazón, ya que el sol no existía, se irguió desde los pies y convirtió sus brazos y manos en ramas que agitaba el viento.

Una corona de flores rodeó su cabeza mientras revoloteaba el colibrí, el pájaro primero.

Después creó la palabra (ayvu) -lo que confiere a los guaraníes su condición de elegidos y destinados a la inmortalidad-, entendida como la expresión de la humanidad como colectividad solidaria, no como ser individual.

De sus palabras surgieron luego los dioses, padres de los hombres: Jakaira, Karai, Tupa y Ñamandu.

Luego desplegó la tierra y la bóveda celeste a la que sostuvo con cuatro palmeras pindó azul, al Este, Al Oeste, al Norte y al Sur, y agregó otra en el centro.

Una vez concluida esta parte, surge el mundo subterráneo, el terráqueo y el acuático, así como el día y la noche.

Más tarde entregó a cada dios creado de su palabra una facultad sobre las cosas: dio a Tupa el agua y lo fresco, a Karai el fuego y el calor, a Jakaira la niebla y el humo, a Ñamandu el coraje.

Al fin y al ver que ya estaban dadas las condiciones materiales creó a los seres humanos con parte de la niebla y ordenó a Karai que les pusiera algo de fuego en el corazón y a Tupa que les cediera un poco de frescura.

Luego, les dio a los hombres sus leyes para que las aprendieran y las cumplieran.

Cumplida su tarea, se retiró a descansar.

Basado en el libro 
Ayvy Rapyta—León Cadogan


Primera Etapa

-         Ñande Ru Tenonde (Nuestro padre primero, primigenio) se autocrea en medio de las tinieblas y vientos originarios.

Segunda Etapa

-         Se crea el Fundamento del Lenguaje Humano, la palabra generadora de la comunicación entre los seres humanos y con la Divinidad. El lenguaje es, en esencia, el alma de los seres humanos.

Tercera Etapa

-         Ñande Ru Tenonde (Nuestro padre primero) da vida a cuatro Dioses que lo ayudarán en la Creación del Mundo: Ñamandu, Karai, Jakaira y Tupã.

Cuarta Etapa

-         Ñande Ru Tenonde crea la Primera Tierra: el hombre, la mujer, los animales y las plantas. Con su vara ubicó una palmera pindo ovy (verde-azul) en el centro de la tierra, lugar de morada de los Mbya Guaraníes.
-       Luego creó otra palmera en la morada de Karai (Oriente).
-         Luego otra en la morada de Tupã (Poniente).
-         Otra palmera fue creada en el origen de los Vientos Buenos (Norte y Noreste).
-         Finalmente creó una en los orígenes del Tiempo-Espacio primigenio (Sur). Estas palmeras sostienen el firmamento.


Fuente: Ayvu Rapyta (León Cádogan) 


Gráfico: Doctora Adriana Marelli. La imágen de la cruz de los vientos con el rombo mbya en idéntico color y forma, fue expuesta por primera vez en el Museo Juan Yaparí de la ciudad de Posadas en el año 2.011, como parte de una instalación artística en ocasión que se presentaba una publicación sobre parte de su investigación doctoral de la Universidad de Granada, España.


Video: Nande Ru - Canal Encuentro






jueves, 26 de octubre de 2017

COSMOVISIÓN MBYA GUARANI – AYVU RAPYTA - CAPÍTULO V - De la Paternidad y de la muerte


El capítulo anterior trata de la encarnación; en éste se transcriben los himnos sagrados referentes a la concepción y muerte – dos joyas de la poesía autóctona – acompañados de las notas lexicológicas, y otros himnos y mensajes, indispensables para la cabal comprensión de su contenido. 
El himno de la concepción me fue dictado por el Mayor Francisco, de Tava’i; la endecha de los muertos la escuché en Potrero Grande con motivo de la muerte de un miembro de la tribu allá radicada. Me ayudó a consignarlo al papel el Cacique Pablo Vera, de Yro’ysã, Potrero Blanco.

(1)
Yvyra’i kãnga ñemboapyka i va’e: 
Ndee, chy ramo reî va’e, 
ndee, tuúramo re’ã va’e: 
ko va’e py’a guachu porã pereko i anguã. 
A’éramo ae aguyjevéte va’erã.

Huesos de quien portará la vara-insignia a los que se da asiento. 
Tú que le sirves en calidad de madre;
tú quien te yergues en calidad de padre: 
esto acontece para que obtengáis hermosa grandeza de corazón. 
Unicamente así se llega a la perfección.


Este himno sagrado, recibido de los dioses -Ñe’êy Ru Ete- para celebrarse el haber sido engendrado un ser humano, es entonado por el dirigente espiritual de la tribu, hombre o mujer: oñembo’e porã i va’e, al constatarse la gravidez de una mujer casada. 
Cuando muere una persona se entona la siguiente endecha (entre numerosas otras) en la que un dirigente se refiere al mensaje del Padre de los dioses (Ñamandu) a los Ñe’êy Ru, referente a los deberes de éstos para con los esqueletos de los muertos:



(2)
Guírami ijayvu Ñande Ru Tenonde 
gua’y ñe’êy ru etekuérype:
“Ñe’êy mbyte ojeayupímavy, 
oo jevýmavy imbou are ambáre, 
yvyra’i kãnga jeayukue amérami jepe, 
ñembopyta reikue amérami jepe,
rerojeporeva mbegue katu va’erã,
mba'e rei´ỹmavy ndee,
ára kañy meve.


En esta manera habló Nuestro Primer Padre 
a los verdaderos padres de las almas de sus hijos:
 “En virtud de haberse elevado el germen de la palabra, 
y haber retornado a la morada de quien la enviara, 
los huesos de quien portara la vara-insignia, aparentemente despreciados, 
 y no obstante hallarse aparentemente abandonados,
los iluminarás mansamente con la luz benéfica de tus relámpagos sin trueno 
-en virtud de la divinidad lo harás-
hasta que se hunda el espacio.

El capítulo anterior trata de la encarnación; en éste se transcriben los himnos sagrados referentes a la concepción y muerte – dos joyas de la poesía autóctona – acompañados de las notas lexicológicas, y otros himnos y mensajes, indispensables para la cabal comprensión de su contenido. El himno de la concepción me fue dictado por el Mayor Francisco, de Tava’i; la endecha de los muertos la escuché en Potrero Grande con motivo de la muerte de un miembro de la tribu allá radicada. Me ayudó a consignarlo al papel el Cacique Pablo Vera, de Yro’ysã, Potrero Blanco. Este himno sagrado, recibido de los dioses -Ñe’êy Ru Ete- para celebrarse el haber sido engendrado un ser humano, es entonado por el dirigente espiritual de la tribu, hombre o mujer: oñembo’e porã i va’e, al constatarse la gravidez de una mujer casada. Cuando muere una persona se entona la siguiente endecha (entre numerosas otras) en la que un dirigente se refiere al mensaje del Padre de los dioses (Ñamandu) a los Ñe’êy Ru, referente a los deberes de éstos para con los esqueletos de los muertos: De la paternidad y de la muerte mba’e rei’eÿ mavy ndee, los iluminarás mansamente con la luz benéfica de tus relámpagos sin trueno ára kañy meve”, en virtud de tu divinidad lo harás hasta que se hunda el espacio”. 


(3)
“Ara kañy rire, ára pyaú ramove, chee, yvyra’i kãnga amoñe’êry jevy va’erã, 
amopyrõ jevy va’erã ñe’êy”, 
e’i Ñande Ru Tenonde.

“Después de hundirse el espacio y al amanecer de una nueva era 
yo he de hacer que circule la palabra nuevamente por los huesos de quienes portaran la vara-insignia, 
y haré que vuelvan a encarnarse las almas”, 
dijo Nuestro Primer Padre. 



(4)
A’éramo katu, 
yvypo amboaekuéry tupãramo oo va’erã; 
ekovia, jeguakáva tenonde 
yvy rupa jave íre pu’ã va’erã.

Cuando esto acontezca, 
los extranjeros se convertirán en Tupã; 
y en su lugar los Jeguakáva primeros 
se erguirán en la morada terrenal en toda su extensión. 


(5)
Takuaryva’i kãnga mitã i. 
Che remiarirõ, che rajy poriau i, 
che mbarete rekorãre 
añea’ã anguã añeongatu va’e.

Son huesos de una niña que portaba el bambú en la danza ritual, mi nieta, mi humilde hijita, 
que conservo con objeto de hacer esfuerzos 
en pos de mi fortaleza. 

Comentando estos versos con Tomás, de Yvytuko, me narró el mito de Takua Vera Chy Ete (transcripto en el cap. XVI) y recitó las siguientes estrofas: 

(3) “Ara kañy rire, ára pyaú ramove, chee, yvyra’i kãnga amoñe’êry jevy va’erã, amopyrõ jevy va’erã ñe’êy”, e’i Ñande Ru Tenonde.

“Después de hundirse el espacio y al amanecer de una nueva era yo he de hacer que circule la palabra nuevamente por los huesos de quienes portaran la vara-insignia, y haré que vuelvan a encarnarse las almas”, dijo Nuestro Primer Padre. 

(4) A’éramo katu, yvypo amboaekuéry tupãramo oo va’erã; ekovia, jeguakáva tenonde yvy rupa jave íre opu’ã va’erã.

Cuando esto acontezca, Los extranjeros se convertirán en Tupã; y en su lugar los Jeguakáva primeros se erguirán en la morada terrenal en toda su extensión.

Los últimos versos recitados por Tomás, referentes a la resurrección de los huesos de los que portaran la vara-insignia, los consideré en un tiempo apócrifos; es decir, que no fueran de origen genuinamente autóctono, por la similitud de su contenido con la doctrina cristiana de la resurrección del cuerpo en el día del juicio. También constituirían un argumento a favor de la tesis de la reencarnación, dogma entre los Apapokúva, pero de cuya existencia no he hallado pruebas en los textos “esotéricos” mbyá-guaraníes. Un día, sin embargo, al permitírseme entrar en el opy, la casa destinada a las ceremonias religiosas, de Tomás, me encontré ante un recipiente de madera de cedro labrada, que contenía el esqueleto de un niño. Eran, me informó Tomás, los huesos de una nietecita suya fallecida hacía años:

(5) Takuaryva’i kãnga mitã i. Che remiarirõ, che rajy poriau i, che mbarete rekorãre añea’ã anguã añeongatu va’e.

Son huesos de una niña que portaba el bambú en la danza ritual, mi nieta, mi humilde hijita, que conservo con objeto de hacer esfuerzos en pos de mi fortaleza.

Y me informó que esta costumbre de conservar los esqueletos de los muertos forman parte del culto de la raza, pero paulatinamente va cayendo en desuso, habiendo y pocos que la observan. También en aquella ocasión llegué a informarme que a lo esqueletos de sus muertos los designan con los nombres de: yvyra’ i kãnga y takuaryva’i kãnga, utilizando estos nombre los dioses al referirse al cuerpo humano en los mensajes divinos que inspiran a los dirigentes. El cadáver, según pude constatar, es enterrado generalmente en un cesto de takuapi: cañas, llamado kuarapemby, hasta la total putrefacción de las carnes; luego es exhumado, los huesos son lavados cuidadosamente y guardados en un recipiente de cedro labrado, especialmente fabricado para el efecto. Este “ataúd”, en caso de cambio de residencia, es llevado a la nueva población y guardado en el opy, que consitituye la parte más importante de una población mbya “ortodoxa”. Tomás me informó además que los dioses le habían ordenado, durante una ceremonia fúnebre realizada con motivo de la muerte de su nietecita, que “no tirara los huesos”, y que cumplía esta orden en la esperanza de que algún día resucitara o reencarnara su nietecita. En prueba de que los huesos así tratados vuelven a la vida, citó el caso de Takua Vera Chy Ete, dirigente divinizada (Cap. XVI), quien había alcanzado el estado de aguyje entonando himnos sagrados en honor de un hijo muerto y cuyos huesos conservaba en la manera indicada, ascendiendo ambos al Paraíso. Me dijo también que él, Tomás, compliendo los ritos en homenaje de su nietecita, había recibido un mensaje de los dioses prometiéndole la gracia divina si se mudaba al departamento de Yhû llevando, como es de suponer, los huesos de su nieta. La mudanza, sin embargo, no la pudo realizar debido a la incredulidad de su mujer, quien se negaba a acompañarlo. He podido corroborar los informes de Tomás, y hasta se me ha asegurado que en la antigüedad ningún muerto era tirado: oñembo rive: tirado sin motivo, es decir, sepultado definitivamente por segunda vez antes de haber sido conservados sus huesos, objeto de los cantos y plegarias de sus deudos y haber recibido un mensaje do los dioses comunicando que no resucitarían o volverían a encarnarse en ellos el alma antes de hundirse el mundo. Si cito esta costumbre es, no solo porque confirma el origen genuinamente autóctono de los versos sagrados de Yvyra’i kãnga - genuinidad que, desde luego, sería difícil objetar en vista del lenguaje en que son concebidos, a pesar de la similitud de su contenido con la doctrina cristiana de la resurrección del cuerpo, sino por su valor para el etnólogo. Según los cronistas de la Conquista, los Guaraní creían en la resurrección de los esqueletos y les rendían culto; y el historiado guaireño Ramón I. Cardozo trae a colación lo dicho por Montoya y Lozano como prueba de la creencia en la reencarnación e inmortalidad del alma (R.I. Cardozo, La antigua provincia del Guairá y la Villa Rica del Espíritu Santo, 1970:25-27). 


Primera Parte
(6)
Néi, aipóke, Che Ru Tenonde, ereñemongetáke, kurie, mby’a guachu, 
ijapy katu’eÿ va’e.

Escúchame, oh mi Primer Padre! haz que nos hable, en plazo no lejano
excelsa grandeza de corazón sin límites. 


(7) 
Va’e ñemboaja’ógui, 
che py’a guachuchévyma, 
aipo aroñemombe’u ndévy, Ñamandu Ru Ete, oh Ñamandu Ru Ete! 
miña! ne remimomba’a guachu rupa.

Deseando participar de ella y obtener grandeza de corazón, 
héme aquí confesándome a ti, Oh Ñamandu Ru Ete!
referente a aquello que contiene a aquel a quien tú enalteces. 


(8) 
Aipóvare ndee, tuu tenondeguámavy,
 eremoñemongeta nde ra’y ru ete pavêngatu; 
ndee, tuu tenondeguáre ãmymavy; ndee, tuu tenondeguávy aéma, reroayvu va’erã mby’a guachu rekorã.

Por esto tú, quien eres su Primer Padre, 
habla referente a ello con los excelsos verdaderos padres de la totalidad de tus hijos; 
habiéndote tú erguido en calidad de su Primer Padre, 
inspirarás en abundancia oraciones para la obtención de la divina grandeza de corazón; 
en virtud de ser tú, en verdad, su Primer Padre, 
discurrirás con tus hijos de corazón grande; 
discurrirás con ellos acerca de las normas a seguirse para la grandeza de corazón. 


(9) 
Ombopopyguáne ko yvy rovakére, ombotarováne gua’y Jakaira Rekoe, Jakaira Py’a Guachu meme meme.

Ellos le proveerán de vara-insignia allende esta tierra; 
y harán cantar en voz alta a sus hijos los Jakaira Rekoé 
y los Jakairá Py’a Guachu. 


(10) 
Ko va’e etégui techepy’a guachu che retarã ñembopyta mbovy mbovy i pe. 
A’évagui, tataypy mbovy íre, 
che retarã meme mbovy íre, 
a’évare ko yvýre Karai mbarete yma yma i 
tombopoakáke opopygyua 
tataendy tatachina.

En virtud de esto adquiera yo grandeza de corazón 
eficaz para servir a mis contados compueblanos obligados a permanecer 
en virtud de ello, alrededor de los pocos fogones, 
en medio de mis pocos compueblanos;
en virtud de ello, en esta tierra demuestren los numerosos Karaí poderosos originarios 
el poder de las llamas y la neblina de sus varas insignias.

Como típica de las endechas fúnebres de los Jeguakáva, transcribo in extenso la de Patricio Benítez, dirigente de Bordas, Chararã o Kilómetro 37,5 ramal Villarrica-Ava’i. La primera parte es dedicada al muerto; en la segunda Patricio invoca a su dios tutelar, expresando la esperanza de que sus huesos no se conviertan en tierra.




(11)
Mba’ekuaáre meméke, tataypy mbovy i ko yvy rupa javére, che retarã ñembopyta mbovy mbovy íre, che rembiecha’eÿ jave jave rupi; jeguakáva ñembopyta mbovy íre; a’e javi katúre embopoaka tataendy tatachina; eromba’eapo jekuaa jerovia porãngue i a’e javípe ; a’e javi katu.

Mediante la sabiduría, en los pocos fogones situados en toda la extensión de esta morada terrenal, a mis pocos compueblanos obligados a permanecer en ella, aun a la totalidad de aquellos a quienes no veo a aquellos que llevan la insignia de la masculinidad y están obligados a permanecer en la tierra; a ellos, en su totalidad, demuestra el poder de las llamas y la neblinaa todos los que tienen fe demuestra su poder para obrar benéficamente, a todos, sin excepción.

Segunda Parte

(12)
Néi, Karai Ru Ete Mirî, nde yva pyte jepoveráre, mamongatu re’ãramo jepe, aipo jevýma ajae’o i; ; a’éramoma, ñemingatu i eÿ jevýma ajae’o.

Bien, Karaí Ru Eté Mirî, aunque tú, excelso, en tu pequeño paraíso iluminado inasequible te yergues, heme aquí, pues, nuevamente clamandoheme aquí, pues, clamando públicamente. 


(13)
Teko achy remimoma’endu’arã raga’eÿ va’etégui jepe, aipo añea’ã rei katu’eÿ ndaje.

Aunque lo que añoro son cosas que no debieran añorar los seres imperfectos heme aquí esforzándome en pos de ellas. 


(14)
Ko va’ereke, emombe’u ño etéke mba’e mba’éguipa,Ko va’éke, mba’e jekuaágui etegua araka’e nde py’a guachu kurie reikuaa ete ave araka’e.

En respuesta a mis plegarias, dime, suplico, en qué forma, en virtud de qué conocimientos obtuviste en aquella época remota grandeza de corazón en tan breve plazo. 


(15)
Ko va’e aikuaachévyma, je, aipo añemokane’õ aãmy jevy jevy.

Pues es mi deseo de saber estas cosas el que me impulsa a cansarme irguiéndome repetidas veces.


(16)
A’évarema, nde rakykue porã aikuaachévyma, aipo aporandu py’a guachúre, aãmy, che Ru Karai Ru Ete Mirî.

Es por el deseo de encontrar tus hermosas huellas, que en esta forma me hallo averiguando absorto acerca de la grandeza de corazón, mi Padre Karai Ru Eté Mirî. 


(17)
Yvára ñembopyta reirã ete, yvyra’i kãnga jeayukue’ÿramíre, che yvyra’i kãnga ndarojekuaachéi.

No quiero que a semejanza del alma que será abandonada, a semejanza de los huesos que serán despreciados, sean considerados mis huesos. 


(18)
Yvýramo ñóri che yvyra’i kãnga jeayu ndaipotái opyta; yvyra’i kãnga jeayukuérami ñóri, ndaipotái.

Deseo vehementemente que mis huesos amados no se conviertan en tierra; a semejanza de huesos de quien portara la vara que nunca fueran amados, en ninguna manera quiero que se conviertan. 


(19)
Ñamandu Ru Ete tenondegua! Kova’égui ndee, tuu tenondegua jevýma ae ereroñemoneta jevy va’erã.

Ñamandu Ru Eté, el primero! Eres tú quien hablarás referente a estas cosas (con Karaí Ru Eté Mirî) por ser tú indiscutiblemente su Primer Padre.

Fuente: Ayvu Rapyta – Textos Míticos de los Mbyá Guaraní del Guairá – León Cádogan

Fotografías: Fotografía Guaranì - Morro dos cavalos (Brasil)