Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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martes, 11 de septiembre de 2018

Aymará, el idioma de las palabras alucinante



Una lengua que no era tenida en cuenta hace 40 años se está convirtiendo en la segunda más hablada de Bolivia. El renacimiento de la lengua aymara viene desde 2012, cuando Bolivia, reconvertido en un Estado Plurinacional, dictó su Ley General de Derechos y Políticas Lingüísticas.

Un grupo de estudiantes pasa al frente a dar una lección sobre hierbas medicinales y remedios naturales en un aula donde se dictan clases de lengua aymara. Llevan consigo ramitas de ruda, de chachacoma y de lampaya, y las muestran hablando en ese idioma, que fue de los collas y de otros pueblos andinos que habitaron las tierras de Bolivia y Perú. Pero como el idioma aymara es mucho más que palabras y sonidos, la clase termina con una degustación de papas y ajíes. “La lengua sin la cultura no es lengua, y la cultura sin la lengua no es cultura”, dice Sonia Siñani, la profesora, que viste una amplia pollera, una mantilla clara y un sombrero al estilo tradicional de las cholas paceñas.

En El Alto, una populosa ciudad satélite de La Paz, Siñani se toma tres autobuses y taxis compartidos para venir todos los días a dar clases en tres turnos: mañana, tarde y noche. El aula está dentro de la radio San Gabriel, que fue fundada por un sacerdote en 1955 para evangelizar y alfabetizar a la población originaria, y que desde 1986 da clases de aymara a distancia y también en presencia. “Aquí en Bolivia, las 36 lenguas originarias han recuperado su importancia”, dice Siñani. “Se trata de revalorizar nuestra cultura y de comunicarnos con los hablantes aymaras de las provincias”.

El renacimiento de la lengua aymara viene desde 2012, cuando Bolivia, reconvertido en un Estado Plurinacional, dictó su Ley General de Derechos y Políticas Lingüísticas. Allí, entre otras cosas, se ordena “recuperar, vitalizar, revitalizar y desarrollar los idiomas oficiales en riesgo de extinción, estableciendo acciones para su uso en todas las instancias del Estado Plurinacional de Bolivia”.

El aymara había sido declarado como un idioma oficial de este país ya en 1977, pero en la actualidad los 360.000 funcionarios públicos deben aprenderlo (o alguna otra lengua originaria), son traducidas las leyes y las disposiciones, y las escuelas enseñan esos idiomas nativos junto al castellano y a los extranjeros (por eso, desde 2013 el gobierno ha capacitado a unos 138.000 profesores de lenguas originarias). Pero todavía no hay una academia de la lengua aymara y su escritura no ha sido homologada. “Nos hace falta”, dice Siñani.

Todo esto ocurre en tiempos de conglomeración lingüística, cuando idiomas colosales como el inglés, el chino mandarín y el español avanzan por sobre los idiomas locales u originarios. Según el Atlas UNESCO de las lenguas del mundo en peligro, unos 3.000 idiomas están en riesgo de desaparecer, de un total de 7.000 existentes en el mundo. El 4% de los idiomas son hablados por el 96% de la población mundial y, por otro lado, el 96% de las lenguas son utilizadas por el 4% de los habitantes. Hay más de 200 idiomas que tienen apenas 10 hablantes.

Tan temprano como en 1584, en un informe titulado Anotaciones generales de la lengua Aymara, producido en el III Concilio de Lima (una asamblea de la provincia eclesiástica del Perú acerca de la cristianización de los indígenas), se lee: “Esta lengua aymara es copiosa y de mucho artificio, y suave de pronunciar; y en frases y modos es tan elegante y pulida como la Quichua en el Cuzco, y en la copia de vocablos, sinónimos, y circunlocuciones mucho más abundante”.

El aymara es un idioma sufijante, aglutinante y algebraico: a una raíz nominal o verbal se pueden sumar hasta 15 sufijos.

Por ejemplo, “Aruskipt’asiñanakasakipunirakispawa” es una sola palabra que significa “Tenemos que conversar, no más, siempre” o “Debemos comunicarnos, no más, siempre”.

“Cuando hablas el idioma, ahí está toda la cultura aglutinada: el llanto, la risa, las bromas”, dice Siñani. “Nuestros ancestros vivían en comunión con la Madre Tierra y con el cosmos. Respetaban a las plantas, a los animales, a las piedras sagradas, a los cerros y a las deidades. Convivían: pareciera que cada objeto tenía vida para ellos. Pero con la invasión de los españoles, todo eso se ha roto”.

Siñani, que además de dar clases en el aula también las da por radio, nació en la provincia de Los Andes, al oeste de La Paz. Trabajó como maestra de escuela en los valles y en el altiplano por una década antes de mudarse a El Alto, donde ya vivían sus tres hijos. Llegó a la radio para dar clases de alfabetización en castellano, pero terminó enseñando aymara. Su padre, Juan, era un profesor de escuela, como ella. Su madre, Valentina, en cambio, fue una campesina que sólo sabía hablar en aymara.

El aymara viaja a todo el mundo con los migrantes. “Algunos ya no quieren hablarlo, pero es difícil que olviden su identidad”, dice Siñani. “Pueden pensar: ‘Allá seré otro pero cuando vuelva, volveré a ser yo mismo’”.

En los primeros días de noviembre de 2016, Fabiola Acarapi Álvarez, una estudiante de Ingeniería en Sistemas de la Universidad Católica Boliviana que por entonces tenía 18 años, decidió crear una app para aprender aymara. Estaba terminando su segundo curso de Programación y se entusiasmaba haciendo aplicaciones básicas. Algunos de sus amigos cursaban una materia de aymara en la universidad y no les resultaba fácil, así que ella (que además aprendía inglés por su cuenta con Duolingo) les dijo: “¿Por qué no buscan una aplicación?”. Pero no había ninguna demasiado buena. “Me dije: ‘¿Por qué no hacerlo? Tengo las habilidades y el tiempo. Lo hago’. Y lo hice”, cuenta ahora.

Usó Android Studio. Le llevó un mes. Cuando la tuvo, se la pasó a sus amigos y ellos, a los suyos. Luego le agregó más palabras, más frases y más verbos, y decidió invertir 29 dólares para subirla a Play Store con el nombre de “Aprende Aymara”. En marzo de 2017 ya tenía 5.000 descargas. Se expandió hacia Chile y Perú. Y un año y medio después tiene 17.000 descargas, algunas desde sitios tan alejados como los Estados Unidos y el Reino Unido. Ahora Acarapi Álvarez está desarrollando una nueva versión para niños: su hermanita de 13 años es la tester principal.

Acarapi Álvarez es hija de un profesor de Matemáticas en colegios alejados de El Alto y de una vendedora de instrumentos musicales. Todo lo hace sola, de modo independiente y gratis. “Dar un nivel básico de aymara no debe ser monetizado”, dice. “No gano dinero, pero aprendo haciendo y además logró un impacto social con chicos a los que les gusta el aymara. Estoy enfocada a crear un impacto social, a ver soluciones con la tecnología”.

Su tío, que vive lejos de La Paz, y su abuelo, que tiene 92 años y que nació a orillas del lago Titicaca, son sus dos ayudantes principales y quienes ponen voz a las grabaciones de la app. “El Ministerio de Educación ha editado muchos diccionarios, pero ¿por qué no hacerlos en digital y públicos, abiertos a todo el mundo?”, dice.

Mucha gente le escribe. Hace poco, un hombre le preguntó cómo se dice “guerrero” en aymara: quería llamar así a su hijo.

De las lenguas autóctonas de Sudamérica, el aymara es la tercera más extendida luego del quechua y el guaraní. Es hablada también en Perú, en Chile y escasamente en Argentina, y se calcula que es el primer idioma del 18% de los bolivianos, que son casi 2 millones de personas, y que otro millón también lo conoce. En esta nueva edad dorada del aymara, Álvaro García Linera (el vicepresidente de Evo Morales, el líder que impulsó la creación del Estado Plurinacional en 2010) dijo que “en el futuro, el que no sepa una lengua indígena estará perdido, será considerado un ignorante”.

Si, como pensaba el filósofo y lingüista Ludwig Wittgenstein, la experiencia de hablar un idioma conduce a una percepción determinada del mundo, entonces el mundo no es el mismo para el aymara que para el castellano. “El idioma aymara es de una riqueza muy dulce para la comunicación y la conversación; mucho más que el castellano”, dice la profesora Sonia Siñani. “En aymara te hablan muy ‘suavito’ y con sentimiento, por eso es ameno y cariñoso”.

Por Javier Sinay

Fuente:
https://www.redaccion.com.ar/el-auge-del-aymara-el-idioma-de-las-palabras-alucinantes/ 
Foto: Javier Sinay, Sonia Siñani, en El Alto
Fecha: 10/9/2018

Tomado de El Orejiverde

domingo, 14 de mayo de 2017

Bolivia lanza un videojuego y una robot para enseñar el aimara a los niños


El desarrollo de esa muñeca-robot vestida de pollera, el atuendo tradicional de muchas mujeres indígenas y mestizas en Bolivia, es una iniciativa del "Campus de TIC y Lenguas Originarias" en que participan la OEI y otros socios bolivianos.


'NAYRA' (New Aymara Robotic Assistant) Foto: @bolivia_oei

Nayra, una robot con vestimentas bolivianas tradicionales, y un videojuego con cuentos narrados por Jukumari, un oso andino, son dos iniciativas presentadas hoy en La Paz por el Gobierno de Bolivia para enseñar la lengua indígena aimara a niños y niñas.

Gracias a un sistema de reconocimiento de voz en esta lengua cuyo desarrollo impulsó la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), la robot Nayra -del tamaño de una muñeca- puede responder a comandos de voz en aimara, junto al quechua la lengua indígena más hablada en Bolivia.

El desarrollo de esa muñeca-robot vestida de pollera, el atuendo tradicional de muchas mujeres indígenas y mestizas en Bolivia, es una iniciativa del "Campus de TIC y Lenguas Originarias" en que participan la OEI y otros socios bolivianos.

Las organizaciones nacionales implicadas son el Instituto Plurinacional de Estudio de Lenguas y Culturas (IPELC), el Instituto de Lengua y Cultura de la Nación Aymara (ILCNA) y el Ministerio de Educación del Estado Plurinacional de Bolivia.

Jukucuentos es un sencillo videojuego para dispositivos móviles que permite interactuar con animales típicos de Bolivia, como el oso andino, que relatan cuentos tradicionales del país como la leyenda del cerro Mururata.

Durante el relato, el usuario tiene la oportunidad de interactuar mediante comandos de voz y desarrollar habilidades básicas en aimara, como contar hasta diez o nombrar algunos de los objetos que aparecen en el cuento.

Si el jugador sabe utilizar correctamente las palabras aprendidas en pequeños retos, el narrador del juego podrá seguir avanzando y completar la historia.

Los impulsores del "Campus de Tic y Lenguas Originarias" lanzaron hoy otras dos iniciativas tecnológicas para la revitalización del aimara y otras lenguas indígenas.

"Onda Aymara" es una de esas plataformas digitales que presenta contenidos orales y digitales para el aprendizaje básico de la lengua.

El proyecto, cofinanciado por Unicef, también está desarrollando contenidos de nivel intermedio.

Para obtener nociones de varias lenguas originarias, incluida el aimara, se presentará próximamente la plataforma "Lenguas", que cuenta con más de 3.000 palabras en diversos idiomas que se pueden usar en juegos y trivias.

Según un comunicado de los organizadores, esta plataforma quiere ser "una oportunidad para la enseñanza y aprendizaje del vocabulario de las diferentes lenguas indígenas originarias" y pretende que "las lenguas indígenas pueden ser compartidas en las redes sociales y así motivar el uso de las mismas en la comunicación digital diaria".

Fuente 
La Razón Digital / EFE / La Paz - 12 de mayo de 2017


martes, 11 de abril de 2017

Tiene 18 años y creó una aplicación para aprender aymara


Fabiola Acarapi Alvarez estudia Ingeniería de Sistemas en la UCB. Creó una aplicación para aprender la lengua milenaria en el móvil que ya ha sido descargada 2.700 veces.


Tiene 18 años y está en quinto semestre de la carrera de Ingeniería de Sistemas. Fabiola Acarapi Alvarez como buena nativa digital decidió usar la tecnología para facilitar el aprendizaje de uno de los idiomas cooficiales de Bolivia a través de una aplicación para teléfonos móviles.

La estudiante de la Universidad Católica Boliviana (UCB) estudia inglés con  la aplicación Duolingo, que tiene disponibles varios idiomas.  Un día conversando con sus compañeros se enteró que no existía algo similar para aprender aymara. 

Como en varias carreras de la UCB se cursa este idioma decidió facilitarle las cosas a sus compañeros, pero además a todas aquellas personas que desean o deben aprenderlo por cuestiones laborales y no tienen mucho tiempo. 

"Me gusta poner la imaginación en un  proyecto y materializarlo (...). Sólo necesitas una computadora, conexión a Internet y una taza de café para cumplir tus sueños en el campo de la tecnología”, dice Acarapi cuando habla de su decisión de estudiar Ingeniería de Sistemas.

Tenía 16 años cuando ingresó a la universidad y Aprende Aymara es la tercera aplicación que desarrolla. Se enteró que habían algunas aplicaciones para aprender aymara, pero éstas ofrecían muy poco material. 



Tecnología y la lengua del abuelo
Para ella fue un viaje para conocer la lengua de sus ancestros que no sabía hablar, pero que siempre ha estado presente en su vida gracias a la voz de su abuelo.  
Comenzó a trabajar en la aplicación en  noviembre del año pasado. En diciembre, la incorporó  a Play  Store, tienda para descargar aplicaciones en el móvil. Acarapi además hace un voluntariado en la UMSA para fomentar el turismo entre los jóvenes.

Una vez descargada, al ingresar a la aplicación se puede elegir entre: examen, estudiar y lista. En el primero, se pone a prueba los conocimientos. Aparece una palabra en la pantalla y se reproduce un audio con su  pronunciación. El usuario tiene que escribir su significado  en español, si acierta pasa a la siguiente opción y si se equivoca la aplicación le muestra el significado correcto. 

En la opción estudiar, se muestran tarjetas con varias palabras y audios para aprenderlas. Y, finalmente, la lista comprende todas las palabras que tiene la aplicación. 

"Inicialmente incorporé los verbos, los números, los días y en las listas figuran las 120 palabras de toda la aplicación. Sin embargo, la actualización que estará disponible hasta el domingo (hoy) tendrá más de 300 palabras, además de gramática,  vocabulario, frases, trabalenguas y palabras polisémicas”, detalla la joven. 

Acarapi está consciente de que el aymara ha sido una lengua que se ha transmitido de generación en generación de forma oral y que existe un debate entre lingüistas sobre la forma correcta de su escritura. Por ello, decidió basarse en el Diccionario Castellano-Aimara de Félix Layme Pairumani, autor de varios libros sobre el tema y docente de la UCB.

2.700 descargas y contando
Desde diciembre hasta la fecha Aprende Aymara se ha descargado 2.700 veces. Sin embargo, y analizando sus estadísticas, su creadora descubrió que existe un 30% que la desinstaló, espera que con la nueva actualización se reduzca este porcentaje y más personas la lleven  en sus móviles o tablets.

"Quiero que poco a poco tengamos módulos con temas específicos para que las personas aprendan según su interés. Además espero integrar niveles de aprendizaje entre: básico, intermedio y avanzado”, indica la joven.

Cuando se refiere a la tecnología dice que no se trata del futuro sino de un presente que es capaz de integrar todas las cosas. En este ámbito para ella es primordial ser autodidacta, curiosa,  tener consciencia de que las fronteras de los países se vuelven imaginarias y que  las posibilidades son infinitas.

Quiere ser desarrolladora de aplicaciones para dar soluciones a las empresas a través de la tecnología,  trabajar en marketing digital y decenas de cosas más. En tanto,  "una de las actividades  más entretenidas es aprender el aymara mientras voy fortaleciendo la aplicación, pero lo más valioso es que me acerca a la lengua de mi abuelo”, finaliza Acarapi.

Nativos digitales

Concepto El término nativo digital fue creado por el orador y diseñador de juegos en los ámbitos de la educación   Marc Prensky. Este se refiere a todas las personas que han nacido desde 1980 hasta la actualidad. 

Características Un nativo digital se describe como una persona que está rodeada desde muy pequeña por  nuevas tecnologías como: computadoras, videojuegos, cámaras de video, celulares, entre otros, además de  los nuevos medios de comunicación. Por ello,  desarrollan otra manera de pensar y de entender el mundo.

Fuente>Pagina 7 – La Paz (Bolivia) – 9 de Abril de 2.017

sábado, 18 de febrero de 2017

La leyenda del Salar de Tunupa (Salar de Uyuni-Bolivia) – Leyenda Aimara


Existe una leyenda aimara que cuenta el origen de ese precioso Salar, y tiene como protagonista a Tunupa, una madre lactante.

Tal como era de esperar dado su aspecto mágico, el Salar de Uyuni también se encuentra en el corazón de una antigua leyenda aimara (nombre de uno de los principales grupos indígenas originarios de Bolivia). 

En lugar de explicar la formación del salar de forma natural, la leyenda de remoto origen sostiene que el salar existe por la intervención de los dioses aimaras.
Conocidas por el nombre de Tunupa, Kusku y Kusina, las tres montañas que rodean el Salar fueron una vez personas gigantes y, tras la traición de Kusku, el marido de Tunupa, que supuestamente se fugó con Kusina, el copioso flujo de lágrimas de Tunupa creó el incomparablemente hermoso Salar de Uyuni de los tiempos modernos. De hecho, tan venerada es Tunupa para algunas personas aimaras que creen que el salar debería llamarse Salar de Tunupa en su honor.

Espejismos en el Salar de Uyuni, Bolivia.
Créditos: Xiaohua Zhao
El Salar de Uyuni (en el departamento de Potosí, al Sur de Bolivia), es el más grande del mundo. A una altura de 3.680 m  y con una superficie  de 12.000 km²,  es una planicie de singular belleza por su impresionante espejo de sal, que se formó por la evaporación de antiguos mares.

Está compuesto por unas 11 capas de sal, cuyo espesor varía entre los 2 y los 10 metros. El Salar se extiende como una enorme plataforma plana y blanca de gran belleza, ofreciendo un paisaje similar al de las regiones polares, en las que se funden el azul y el blanco.


Extendiéndose sobre unos sorprendentes 12.000 kilómetros cuadrados y a unos impresionantes 3.653 metros sobre el nivel del mar, el fascinante Salar de Uyuni es a la vez la salina más grande y alta del altiplano. Situado en el suroeste de Bolivia, que forma parte de la vasta región del altiplano del país, este espectacular paisaje natural tiene una apariencia realmente impresionante. Comparable a un mar blanco interminable cuando se seca y un espejo reflectante colosal cuando está mojado, el Salar de Uyuni parece ser casi de otro mundo y sin duda proporcionará a los visitantes privilegiados espectaculares fotos y recuerdos inolvidables.


Además de contar con unos 10 millones de toneladas de sal, el Salar de Uyuni es también la reserva de litio más grande del mundo, un mineral imprescindible en numerosos aparatos tecnológicos, como teléfonos móviles y ordenadores portátiles.

Gracias a su increíblemente enorme superficie, la claridad de los cielos y su extraordinaria llanura, el Salar de Uyuni se utiliza para calibrar los altímetros de los satélites de observación de la Tierra.

Al parecer su origen se remonta unos 40.000 años, el Salar de Uyuni originalmente formaba parte de un lago prehistórico gigante, el Lago Minchín, que cubría la mayoría del suroeste de Bolivia y que finalmente se secó dejando el Lago Poopó, el Lago UruUru, y dos grandes desiertos de sal, entre los que se encuentra nuestro Salar de Uyuni. Extendiéndose a profundidades de hasta 120 m según los expertos en geología, el Salar de Uyuni ofrece hoy día una base muy firme para los numerosos vehículos que se desplazan a través de él durante la estación seca, pero lo que lo hace más notable es su transformación cuando llegan las lluvias en noviembre. Mientras que durante la estación seca (abril-octubre), se ve la fascinante creación de una cadena interminable de formas poligonales emergentes de sal debido al agrietamiento de la superficie cristalina, en la temporada de lluvias (de noviembre a marzo) se produce un espejo natural de agua que refleja los hermosos cielos haciéndonos sentir como si estuviéramos caminando entre las blancas y mullidas nubes durante el día, a través de estrellas brillantes por la noche y sobre un arco iris durante los amaneceres y puestas de solricamente coloreados, la superficie reflectante única del Salar de Uyuni crea un mundo en el que parece que la tierra y el cielo se unen en una sola cosa.


Aunque el principal atractivo del Salar de Uyuni gira en torno a su paisaje impresionante más que en su biodiversidad, los turistas igualmente podrán disfrutar de la extraordinaria visión de los millares de flamencos que acuden a reproducirse al salar boliviano cada noviembre. Ya sea observándolos de pie, orgullosos, en la tierra saturada o viéndolos volar majestuosamente sobre sus cabezas, los turistas no pueden dejar de sentirse cautivados por los elegantes movimientos de estas criaturas de color rosa, de aspecto majestuoso.


Fuente>Don Quijote-Escuela de Español
http://www.donquijote.org/cultura/bolivia/lugares/parques/salar-de-uyuni

miércoles, 6 de julio de 2016

9 de Julio de 1.816: Argentina nació en quechua y aymará


En 1816 las Actas de la Independencia también se escribieron en lenguas indígenas. Los congresales de Tucumán respetaron así el espíritu de los primeros patriotas, que desde antes de 1810 buscaron formas de convivencia con los pueblos originarios.

El espíritu indigenista de la Revolución de Mayo sobrevoló por aquellos días de julio de 1816 en Tucumán cuando el Congreso de las “Provincias Unidas en Sud-América” declaró la “emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España”.

Uno de los más activos participantes del Congreso, Manuel Belgrano, tuvo una acción decidida en la sesión secreta del 6 de julio: continuando con la defensa de los indígenas iniciada en 1810, propuso una forma de gobierno en la que se tuviera en cuenta a los herederos de los incas, por la “justicia que en sí envuelve la restitución de esta Casa, tan inicuamente despojada del trono por una sangrienta revolución que se evitaría para en lo sucesivo con esta declaración y el entusiasmo general de que se poseerían los habitantes del interior con sola la noticia de un paso para ellos tan lisonjero”.

Esta propuesta, sumada a un ideario que se manifestaba incluso aún un poco antes de los sucesos de Mayo de 1810 - desde las Invasiones Inglesas, cuando las comunidades indígenas de las pampas ofrecieron sus servicios al Cabildo para luchar contra “los colorados”- alimentaron el proyecto de estimular la simpatía de los originarios por la causa independentista, y a instancias de algunos diputados, las actas del 9 de julio fueron traducidas a las lenguas quechua, aymará y guaraní con la correspondiente fórmula de juramento que debían prestar todos los habitantes de la nueva nación...


Fue así como el Congreso, en la sesión del 29 de julio decidió la impresión de 3000 ejemplares del Acta de la Independencia, 1500 en castellano, 1000 en quechua y 500 en aymará. Las impresiones se realizaron en Buenos Aires en dos columnas, castellano y lengua aborigen correspondiente, de acuerdo con los modelos que el propio Congreso remitió, con la recomendación de que “sin el más exacto y escrupuloso cuidado de los impresores o con la menor variación se causa un defecto muy notable a ílas citadas versiones”.

A último momento se canceló la confección de las copias correspondientes en lengua guaraní debido a la ausencia de las provincias del Litoral en las sesiones del Congreso de Tucumán.
Si bien no conocemos bien cuál fue la repercusión que tuvo la famosa Acta entre las comunidades indígenas, lo que si nos parece digno de destacar es la continuidad de una política que los primeros patriotas tuvieron siempre presente: la de convivir con los pueblos indígenas.

Fuente: El Orejiverde

domingo, 13 de enero de 2013

La Lengua Aymara.


La Lengua Aymara que algunos especialistas consideran la mas antigua del mundo. En la década de 1980, Ivan Guzman de Rojas, un científico boliviano especializado en informática, demostró de modo casual que la Lengua Aymara no solo era muy antigua, sino que se trataba de un “invento”, que había sido creada de forma intencionada y muy hábil.

Uno de sus rasgos más interesantes es el carácter artificial de su sintaxis, rígidamente estructurada y poco ambigua, hasta el extremo de resultar inconcebible en una lengua “orgánica” normal. Esta estructura sintética significa que el Aymara podía transformarse sin dificultad en un algoritmo informático destinado a ser utilizado para traducir de un idioma a otro.

Cuando el etnólogo estadounidense L. Taylor-Hansen visito una tribu de pieles rojas apaches asentados en Arizona descubrió unos datos muy interesantes. El etnólogo mostró a sus huéspedes una fotografías de pinturas egipcias y en una de ellas, los apaches reconocieron a una de sus divinidades y a la que dedicaban sus bailes folklóricos, era el “Señor de la Llama y de la Luz”, y lo más sorprendente es que, aquel dios vivía en el recuerdo de estos indios con su mismo nombre mediterráneo, Ammón Ra.

Los Uros del Lago Titicaca hablan la Lengua Aymara (Foto: Miradas.com.br)
Aquello no era más que el principio de una serie de revelaciones a las que hicieron de puente dos números sagrados, el 8 y el 13, los que constituyen precisamente la base del calendario venusino (La relación que indica las revoluciones efectuadas durante el mismo periodo por la Tierra y Venus en torno al Sol se expresa como 8:13, es decir, que la Tierra lleva a cabo 8, mientras que Venus cumple 13.).

Cuando Taylor Hansen, en su conversación con los indios, hizo referencia a Tiahuanaco, los apaches identificaron con aquella localidad un centro de su legendario imperio del pasado, describiendo, sin haberla visto nuca, la estatua del “blanco barbudo”. El dios empuña dos espadas en posición vertical, lo que significa “amistad hasta cierto limite”. Las espadas forman ángulo recto con los antebrazos, y con la cabeza un tridente, que es nuestra señal secreta de reconocimiento. Allá donde se alza la estatua, es el lugar de nuestro origen.


Según el profesor Homet: “Los atlantes eran de raza blanca. Todavía hoy sus escasos descendientes puros son blancos: son los uros del Titicaca, que viven allá donde floreciera la civilización de Tiahuanaco”. El doctor Vernau, que ha estudiado a los patagones del Río Negro argentino, llega a siguiente conclusión : “Son blancos los indios del Brasil central, del Estado de Minas Gerais, los famosos hombres de Lagoa Santa”.

Se hace necesaria una nueva generación de científicos que vuelvan a reescribir la historia. Comenzándola desde mucho, muchísimo mas atrás en el tiempo, que prescindan de los dogmas impuestos y que sean guiados siempre por la razón y por los hechos, por la investigación moderna y por los relatos antiguos. Para ello nada mejor que la siguiente reflexión de Sir Frederic Sodd, premio Nobel de Física en 1921.

No hay nada que pueda impedirnos creer que alguna razas hoy desaparecidas hubieran alcanzado, no solo nuestros conocimientos, sino también poderes que no poseemos todavía…

Fuente: Sol del Sur.


Nota Anexa:
En el siglo XIX, un ilustre boliviano Emeterio Villamil remeció los cimientos de la ciencia, cuando afirmó que la lengua Aymara era la madre de todas las lenguas, aquella que habrían hablado Adán y Eva en el paraíso. Dos siglos después, varios investigadores le dan la razón, y sostienen que la lengua Aymará es una lengua trivalente que va más allá del sistema binario informático.
Para más información: http://losdivulgadores.com/2011/12/emeterio-villamil-y-la-lengua-del-eden-2/