Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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viernes, 16 de agosto de 2024

Los nombres de Ñande Rú -bautismo y bendición en los Mbya–Guaraní



Resumen: el texto se refiere a la articulación del lenguaje humano cuando un mito de origen se realiza en rituales sagrados. Se trata, en particular, de las costumbres de la etnia Mbya-guaraní, tal como aún se observan en las comunidades de la provincia de Misiones (Argentina) y Paraguay. De esa descripción, el autor construye una hipótesis sobre la nominación: de cómo el bautismo en tanto imposición de un nombre derivado del linaje de los dioses, emparentado con la bendición de los elementos de una naturaleza culturalizada, permite un buen vivir. A la vez, observa casos donde la eficacia simbólica de la palabra que introduce un alma en el cuerpo se trastoca, generando la enfermedad. Concluye con la demostración de la eficacia de ciertas curaciones donde magia y religión causan una transformación en los cuerpos por el acto de la palabra cuando se sostiene en un sistema de creencias.-

El viento como el agua, no tiene hueso,
pero tiene la fuerza para romper el alma del árbol,
si el árbol perdió su nombre,
que es su hueso

Verá Miri (después de la caída de un rayo)

Introducción
La pregunta central de este análisis circula sobre la lógica presente en la ceremonia de bautismo Mitá ery y en el ritual de bendición de frutos, Mbaé Ñemongaraí, siguiendo las prácticas sagradas de los mbya-guaraní. Ambas demuestran que las acciones rituales están encadenadas en un relato mítico, donde los nombres de lo humano son reversibles a los nombres de la naturaleza. Se trataría de un buen uso del lenguaje donde la palabra funciona de manera tal que lo real “habla” por boca de un Dios, haciendo bajar la gracia a partir de la nominación, condición para crear un modo de ser y luego, un buen vivir.

I
Ery mo´a: “aquello que mantiene erguido el fluir de su decir”
La costumbre cristiana que se conoce como imposición del nombre de un creyente, en la práctica sagrada Mbya guaraní toma una dimensión diferente y se denomina Mitá ery. Se trata de un ritual ancestral, vedado a la mirada del hombre blanco, que permite la filiación de un ser a una genealogía celestial y anticipa su destino. Este procedimiento demuestra su eficacia simbólica para el encuentro de la palabra con el organismo construyendo un cuerpo. En el sentido religioso mbya el nombre espiritual (Ery) es una interioridad secreta aunque intercambiable, que sirve como contraseña dentro del código de esa etnia, grupo o familia y por lo tanto no se corresponde con la identidad social como es el nombre que figura en un documento de identidad. Ese nombre de carácter íntimo, otorga un rasgo identitario a la “persona”, lo inscribe en la anterioridad de un orden simbólico, marcando el sello de lo divino en la carne de lo humano al nombrarlo como “hijo de Dios”. De ese modo el nombre como patronimia está disponible para ser usado en la memoria del antiguo panteón guaraní y puede funcionar como un Nombre-del-Padre que permite cierta filiación.[1] Después de la nominación, el niño se construye como “persona”, “gente”, es un verdadero mbya; anudando el organismo con un significante que organiza el cuerpo como armadura simbólica. Es un acto de carácter performativo y como tal la palabra sagrada engendra la potencia de otras significaciones: permite tanto unir alma/cuerpo como saber el lugar que ocupará ese “yo” dentro del “nosotros” como engranaje comunitario. En esa perspectiva el nombre otorga también una función social entre los otros yoes del grupo social a los cuales se identifica. El padre es una función que puede cumplir cualquier otro que nombre.[2] Los patronímicos sagrados que emplean los dioses (Tery) para nombrar, no se confunden con los Ery o Che rery que usan los hombres. Ese patrón proviene de cuatro paraísos: 1) Alguien que pertenece a la estirpe de la divinidad Tupá –dueño de las lluvias- será nominado Verá, Kuchuví o Guyra o femeninos como Pará y podrían acceder al saber hacer de los Mburuvicha, los caciques estrategas. 2) Por otro lado, alguien que se nombre con la pertenencia al dios Karaí –dueño del fuego- se llamará Karái–mirí o Karaí-tataendy o femeninos como Kerechú y podrían seguir el camino hacia la perfección de los Karai kuerey, la clase distinguida de los Opygua que pueden hablar el lenguaje sagrado y escuchar la palabra de Ñande Rú Eté Tenondé (Nuestro Padre verdadero, primero). 3) Las almas provenientes del paraíso de Ñamandú –dominio de la tierra -serán Kuaray –mimby, miri, juju– o femeninos Jachuká, Ará… 4) Si la patronimia depende de Jakaira –dueño de la bruma curativa- serán Atachi o Tatachi, o Ywa, y serán sabios de los remedios.[3] Esta nominación se puede leer lógicamente como una captación de lo real por el sentido, con su consecuencia en el organismo que se vivifica por el lenguaje. Se trata entonces en el bautismo de un acontecimiento en el cuerpo donde se realiza el símbolo. Ahí el sujeto identifica su “persona” a un nombre de Dios.[4] Efectivamente, en la cultura mbya el universo de los Tery, los nombres indistintos que danzan en el cielo y descienden como alma para cada uno, permite la creencia en un rito de pasaje a la vitalidad de un buen vivir –teko porá-. Eso es Mopyro “hacer que ponga el pie, hacer que se encarne, que esté situado”.[5] En oposición, el nombre que no se encarna, a veces por un “error de lectura” en la interpretación de los que ofician como mediadores, supone un fracaso de la operación simbólica y facilita el “mal vivir” –tekó achy-. Esto puede ser verificado en los casos que un sujeto “no se halla” con su cuerpo, motivo por el cual se asume la existencia de una enfermedad espiritual que puede causar la muerte y cuyo tratamiento posible es la reiteración del ritual hasta encarnar su verdadero nombre, una nueva referencia.

II
Preguntar, decir, escuchar… tomar asiento
Atendemos al testimonio del Opyguá Ciriaco Villalba (Tekoá Pindo Poty), cuando el sacerdote dice: [6]

Nosotros cuidamos las frutas, la palmera, la miel. Es la misma miel que usamos en el Opy (templo) para bendecir los frutos en el bautismo de los niños. Por eso cuidamos bien el monte. Cada Ará Pyahu (Año Nuevo) hacemos la bendición con las frutas, el gwembé y la yerba en la ceremonia del Mbaé Ñemongaraí. Ahí se cocina la torta del maíz (mbojapé). En el bautismo Ñande Ru me cuenta para que sepa nombrar a cada niño con el humo sagrado (Tatachiná). Recién entonces escucho lo que nuestro Padre dice. Tupá me cuenta y Jacairá nos ayuda.

Algunos no quieren escuchar su nombre, o ese no era un buen nombre… Debemos escuchar si pertenece a Karaí o si se llama Kuaray. Si no se escucha bien, es porque algunos no se hallan en este mundo, no se sienten bien y no se encuentran en su nombre. Entonces, tenemos que volver a preguntar y cambiar su nombre propio.

Este testimonio describe al menos tres tiempos en la constitución del “nombre sagrado” que culmina en la puesta en acto de una nominación que permitirá la construcción de la “persona”, el modo-de-ser de un mbya. a) Primero el Opygua pregunta (porandú) a Ñande Rú. Es una demanda formulada en el rezo, cuando él pide que se le diga a qué ascendente de los cuatro dioses secundarios –Tupá, Jakaira, Karaí, Ñamandú- pertenece ese ser. b) En un segundo tiempo Ñande Rú cuenta (mombeú) y se pronuncia diciendo claramente el nombre que corresponde a ese niño en el linaje de esos cuatro dioses. c) Por último el Opygua comprende (e´endu) como médium entre la palabra-alma que escucha y el cuerpo del bendecido. Solo él porta esa autoridad por haber sido un elegido para escuchar, comprender y hablar la lengua sagrada llena de neologismos poéticos. d) Un cuarto momento, conclusivo, será cuando el alma se incorpore y se “asiente” en el cuerpo. Se trata de una analogía con el acto de “tomar asiento” en los banquillos zoomórficos (apyka apu´a i) donde se pone en práctica el relato de los mitos de origen con la memoria de los abuelos. Es cuando ocurre el ñeeychyro –la palabra en ronda- alrededor del fuego. Menos cotidiana, la ceremonia periódica del Mita ery en el Año Nuevo, adquiere la función de inyectar un nombre a cada cuerpo, incorporando la heráldica de una genealogía y el blasón del sujeto como marca a sus dioses. El ritual como despliegue imaginario, teatraliza en los gestos del chamán una conexión con el relato simbólico del mito[7]: en el origen –tal como cuenta el Ayvu Rapytá- donde Ñande Ru se inventa ex-nihilo con su propia lengua: “De la sabiduría contenida en su propia divinidad / y en virtud de su sabiduría creadora / creó nuestro Padre el fundamento del lenguaje humano / e hizo que formara parte de su propia divinidad”. En el bautismo se observa que el sacerdote fuma y su expiración del humo del tabaco[8] permite conducir el alma (ñe´é-porá), un gesto repetitivo en la ceremonia de Tatachiná. En esa fumata el Opygua remeda a Dios cuando cada amanecer derrama su neblina matutina, tan frecuente en la humedad de la selva, como una bruma diaria que vehiculiza las bellas palabras protegiendo a su pueblo. De modo que la bendición con la fumigación del Tatachiná que bañatanto a los frutos como a los niños, es también una suerte de exorcismo de los espíritus del monte o el alma de los muertos que no abandonan la tierra como los mboguá. El tabú a esa causa inmaterial que son los seres invisibles, es firmemente rechazado como conjuro en el ritual protector. El Tatachiná que bendice y cura, solo logra su eficacia en un contexto de creencia religiosa donde el otro comunitario genera un clima bien armonizado por el coro de voces en su canto –ñembo´é poraí– y la danza –jeroky- que imita en los pies al pájaro saltarín –Tangará-. Danza y canto demuestran la destreza del cuerpo sano, que habla y está erguido, condiciones para alojar el alma en la construcción de la persona. El nombre es entonces un bien-decir opuesto a la maldición. Otorga la salud ante el acoso permanente de la intencionalidad animista de otros espíritus como los dueños del monte (jara) o las almas de los muertos (mboguá). Esa relación a lo inanimado que se vuelve deseante aparece no tanto como la bondad de Dios, sino como un mal decir que viene del Ka´a guy, el monte como metáfora de un goce primero, paraíso perdido que enferma a quien no cumpla las prescripciones que supone el pasaje por la rueda de los nombres; o el ritual de Ñengué ante el tabú de la metamorfosis animal en la pubertad que tiene otra lógica nominativa. Decíamos que quien encarna la operación simbólica-imaginaria es el líder espiritual que debió transitar el camino de la sabiduría por sucesivas formas de abstinencia y ejercicios de dominio pulsional para acceder a un estado de perfección, el aguyje; un “estado de gracia” que sensibiliza a escuchar la lengua sagrada. Solo un sacerdote mbya en tanto es un “elegido” por Ñande Rú puede comprender el sentido intrínseco de las palabras-alma, las ñe´é porá, aquellas que producen la comunión entre un cuerpo con su correspondiente espíritu. Es también por estar en el aguyje que un Opyguá podría recibir en los sueños cotidianos un mensaje que se transforme en revelación, lo que no engaña acerca de lo predicho por Dios y que sirve en ocasiones para guiar a la comunidad frente a lo imprevisto. También los chamanes tienen laposibilidad de inter-decir, por ejemplo cuando leen un sueño y este adquiere el estatuto de una “revelación”.En el nombre bautismal la palabra deja la dimensión imaginaria del sentido comunitario que comunica a todos por igual y se vuelve una verdad aplicable a lo particular de ese nuevo ser. La voz escuchada como revelación toma la forma de la ñee-pyahu, la palabra “nueva”[9], una suerte de neologismo que no entiende cualquiera y que sigue la estructura de la invención poética ya que crea nuevas significaciones. Hay que destacar aquí que no se equivoca Dios –es un Otro que no engaña- sino el chamán que puede traducir mal el nombre verdadero. Hemos registrado casos que relatan cuando son muchos los niños que hay que dar el nombre y el mismo Opygua ante tanto trabajo de traducción sagrada, se puede confundir. Esta posibilidad de equívoco, será el factor provocador de la enfermedad espiritual como algo innombrable. Se trata de un real no captado por el símbolo que puede ser la causa de lo que llaman un “mal vivir” (teko achy), la enfermedad relatada como lo contrario a un “hallarse” (ayvu´a), un mal encuentro de la palabra con el cuerpo y la consecuencia de pérdida del referente nominativo que puede provocar la muerte.

III
Un niño de maíz y la cosa mbya: Mbae Ñemongarai
Hay que destacar la complementariedad no homogénea entre dos rituales: el momento del bautismo de los niños con la bendición de los frutos. Se usa el humo de tabaco sobre los frutos del Tiempo Nuevo donde se “fumigan” los cuatro elementos básicos de la alimentación para el buen vivir y se yergue el cuerpo donde puede tomar asiento el alma. Esos elementos vienen del monte o del cultivo mbya donde la ontología producida por el animismo introduce una naturaleza hablante, culturalizada, las palabras: algunos los árboles como el cedro (ygary) o algún animal como el yaguareté con los cuales los mbya establecen jerarquías de parentesco, tienen un Ángué (alma), es decir un deseo de algo que puede angustiar al mbya y cuyo máximo grado de alteridad se produce en la posesión del alma animal en una metamorfosis del humano (Jepotá)[10] Con respecto a la complementariedad de ambos rituales dice Alejandro Benitez, cacique de Pindo Poty:[11]

En el Ñemongaraí los varones acompañan con miel verdadera (eí eté) de la abeja Jateí, y las mujeres acompañan con mboyapé -torta de maíz- . Se lleva al Templo para hacer la bendición: para que cada uno, en cada familia tenga su nombre propio. Llevamos al Opy –el Templo- y hacemos un círculo para escuchar la palabra de Ñanderú Eté, el Creador de la Tierra y el Monte.

Porque ahí no existen, para nosotros como espiritualidad, para el Opyguá; no existen los papeles del libro. No es como el blanco, que para saber la verdad tiene que ver dónde está la palabra de Dios. Es costumbre mbya, como pueblo indígena que el Opyguatrabaja en directo con el Creador. Siempre ellos, los Opygua, hablan entre ellos, no todos están escuchando, pero a través del sacerdote, estamos hablando con Dios. El Kochí-Pecarí- eso es sagrado también, es un don a compartir. En nuestra espiritualidad es sagrado porque es para nuestra “fiesta de unión”. Por ejemplo si se caza un Kochi tienen que juntarse todos a compartir el patio del Templo y después se hace un saludo para el Opyguá. Algunos no van a creernos; pero no somos ignorantes, nosotros tenemos la computadora en nuestra cabeza, eso que nos enseñaron nuestros padres y abuelos; siempre lo guardamos en nuestra cabeza; esa es nuestra computadora. Esa es la memoria que no va a olvidar.

Este relato muestra dos caras de una misma moneda, el bautismo y la bendición se yuxtaponen y el resultado es una naturaleza culturalizada: el cuerpo fruto y el monte parlante de las cosas que tienen “alma” que se designa con la voz ñe´e si es superior que supone el significado “palabra”; o angué, parte del alma que queda en la tierra, inferior. También observamos una lógica interna de usar en complementariedad los cuatro elementos de la alimentación a bendecir: (maíz, miel, yerba y gwembé) y los cuatro dioses del linaje posible de los nombres (Tupá, Karaí, Jakairá y Ñamandú). Pero un niño no tiene el mismo estatuto simbólico que el maíz. Así lo expresa Ñande Jary Victoria Almeida, Kuñá Karaí de Aldea Jejy, acerca del ritual de bendición y bautismo como modo de evitar que los espíritus se lleven lo que aún no tiene nombre: el niño que recién camina, como el primer maíz de estación que se cosecha: La ceremonia de Mbae Ñemongaraí es la bendición que nos dió Dios y que nosotros tenemos que hacer siempre, para no olvidar (…) Es una bendición para la salud de los niños, para bajar la gracia de la palabra en los nombres del mundo. En la tierra parece que no hay nada malo, pero hay cosas que nos quieren llevar a otro mundo. El Ñemongaraí es para que los niños se queden en esta Tierra y todos tengamos salud.

IV
La experiencia de curación y el resucitar: ery pyahu. Dos casos
El Año Nuevo consagra el maíz, la miel, el gwembé y la yerba /

Rezo con la danza de las abejas en el Templo /

El Señor escucha la voz del Padre Verdadero

que dice los Nombres: hijos de Tupá, Karaí, Jakairá, y Ñamandú./

El humo sagrado se asienta en el Alma del niño ya que camina /

Y aquellos que no se encuentren, serán vueltos a nombrar [12]

Por lo observado, el procedimiento religioso con la verdad ubica a Ñande Ru, la divinidad máxima mbya, como causa final y dador de los nombres reversibles. Como el inconsciente intérprete en la cura analítica de las neurosis, ese significante resuelve el conflicto de los nombres y re-significa su falla cuando la etiqueta del “ser mbya” declina en un síntoma. 1- Una joven de 30 años de Tekoa Arandú (Pozo Azul) relata lo siguiente:[13]

Ahora ando muy hallada, feliz, porque cuando era chica no me hallaba. Los abuelos Karai decían en la ceremonia del Ñemongaraí, que era porque no tenía mi nombre propio, el verdadero. Me acercaron al Opyguá para que cuenten cual era mi nombre propio. El Opyguá dijo que si Ñande Ru no me daba un nombre, yo podía morir…

Por eso me sentía muy mal. Recién cuando crecí (?) me pusieron mi nombre verdadero. Por eso ahora me siento hallada, sé que voy a vivir mucho, voy alcanzar a ver a mis nietos, por eso estoy orgullosa. Jachuká Reté Jera´ï me llamo y para el blanco mi nombre es Fermina.

2- Un hombre mbya de Tekoa Jejy relata que a los veinte años cambiaron su nombre propio después de sentirse muerto y sin alma durante un mes. Dice:[14]

Trabajaba en una changa cuando frente al fuego me desmayé, después de una discusión con el patrón polaco. El Opygua me despertó con las palabras sagradas. Después no debía salir del templo por un tiempo en ayunas. Luego solo podía comer mboyape, jety (batata) y beber kaaguyju. A los tres meses me levanté con un Ñemongaraí y pude bailar el Tangará… pero no cambiaron mi nombre, seguía débil.

Siete años después cuando fui padre y mi mujer se fue con el bebé a otra comunidad volví a enfermar de tristeza, perdí el sentido de nuevo…me empezaron a molestar los mbogua (almas de muertos), como el de mi madre y no me dejaban dormir en los sueños… El sacerdote me dijo que tenía el ñee vaí (espiritu maligno), el payé.

De eso me curó con Tatachiná el Opygua. Sacó algo de mi cuerpo, una piedrita y me dieron un che rete tëmbiu –una dieta para mi cuerpo- … pero recién en un Ñemongarai cuando cambiaron mi nombre me sentí fuerte. Los yvyraicha –ayudantes- me acompañaron en el cuidado y revivió mi alma. El Opygua vio como bajó una luz parecida a la del Sol –Kuaray rechaka– a mi cuerpo, luego vino el nombre nuevo (ery pyahu) Deje de ser un Verá y soy ahora de Karai: ahora puedo cazar y jugar al futbol… resucité.

El acto de nominación es decisivo tanto para fabricar la “persona” mbya (razón de identidad étnica) como para mantenerlo lejos de “la vida imperfecta” (pragmática de causa religiosa) y ambas son complementarias para responder a la misma “cosa”: al agujero de la falta-en-ser viene a suturar una causa final –Ñande Rú, Dios- quien organiza con sus nominaciones una ontología del “ser mbya”. Pero la pérdida del nombre –en los casos aquí registrados- y la caída vital que causa una enfermedad de características psíquicas mas que físicas, demuestra que lo innominado conduce a un estado de alteración identificatoria, plasmado en el ser social. Hay también un corte temporal de la vida, un antes y un después de la pérdida del nombre, hasta que se asiente otra alma nueva en su “resucitar”, luego de otra ceremonia del bautismo-bendición que designa el nuevo nombre (ery pyahu), liberando al enfermo que fuera atacado por el alma maligna (ñeé vai). De ese modo observamos que los nombres de Ñande Ru siguen la lógica de la religión que segrega un sentido infinito, donde quedan disponibles las palabras-almas para dar otra vuelta en la rueda de la vida mbya. Sin embargo en esta muerte y resucitar del nombre que altera el cuerpo innominado, deja una experiencia sobre los límites del lenguaje a cada mbya que caiga del paraíso de los dioses -de los nombres del padre- para saber quién es.

Notas:

[1] Nos referimos a los desarrollos de Jacques Lacan sobre su teoría de los nombres en relación al sujeto del inconsciente como Otro simbólico. Es la inscripción en un significante primordial, el Nombre-del Padre, la que organiza la estructura de la neurosis en referencia a un Nombre-propio, que no es el nombre común sino un efecto segundo de su goce, la cifra no-sabida de su singularidad.-

[2] Cito aquí a J.-A. Miller: “El Padre tiene tantos Nombres como soportes. ¿Su función? La función religiosa por excelencia: unir el significante y el significado, la Ley y el deseo, el pensamiento y el cuerpo.” (Nota preliminar a “Los nombres del padre”, de Jacques Lacan)

[3] León Cadogan: Ayvu Rapyta –op.cit. pag. 81

[4] Jacques Lacan en “Función y campo de la palabra…” lo refiere así: “Es conocido el uso que se hace en las tradiciones primitivas de los nombres secretos en los que el sujeto identifica su persona a sus dioses hasta el punto que revelarlos es perderse o traicionarlos (…) no es raro que el niño vuelva a encontrarlo espontáneamente en virtud de este uso”

[5] León Cadogan: Ayvu Rapyta– op.cit. pag. 79

[6] Testimonio del Opygua Ciriaco Villalba de Aldea Pindo Poty registrado en el documental La sombra del jaguar- Kuaray´á Chivi- , en el apartado “Bendición y Bautismo”.

[7] Claude Levi-Strauss: “Sur le rapports entre la mitologie et le rituel”. Conferencia en la Sociedad Francesa de Filosofía, con una intervención de Jacques Lacan (1956).

[8] Destaco aquí que el medio vehiculizante de las palabras-alma puede ser también el agua, como en el ritual de profetización llamado “Mitákaraí”, tal como relatan los Ava Guaraní (Chiripá) de Paraguay en el documental Engaí –la verdadera compasión-(2010)

[9] Lucio Villalba, Aldea Pindo Poty; comunicación personal (2013)

[10] Ver Miguel A. Bartolomé: Parientes de la selva –los guaraníes Mbya de la Argentina, Capitulo IV; “Los Parientes del jaguar”.

[11] La sombra del jaguar- Kuaray´a Chivi– documental dirigido por Enrique Acuña- Producción: Asociación de Amigos Guaraníes –A.A.GUA.- 2012.

[12] Separata del capítulo “Bautismo y bendición” en el documental La sombra del Jaguar, 2012.

[13] Testimonio recogido en el film documental Tekoa Arandu, producido por Canal Encuentro. Argentina, 2008.-

[14] Testimonio de Karai , en Aldea Jejy –comunicación personal- 2012.-

Bibliografía:

• Cadogan, León: Ayvu Rapyta – textos míticos de lo Mbya Guarani del Guayra– Edición preparada por B.Meliâ, Biblioteca Paraguaya de Antropología, Asunción- Paraguay, 1997.

• Lacan, Jacques: “Función y campo de la palabra…” en: Escritos 1; Ed. Siglo XXI, Bs. As., 1985.

• Lacan, Jacques: “Intervención sobre una ponencia de C. Levi-Strauss” en El mito individual del neurótico, Ed. Paidos, Bs.As., 2006.

• Lacan, Jacques: De los nombres del padre, Ed. Paidós, Bs.As., 2005.

• Descolla, Philippe: Más allá de naturaleza y cultura, Ed. Amorrortu, Bs.As., 2012.

• Bartolomé, Miguel A.: Parientes de la selva –los guaraníes mbya de la Argentina– Ed. Biblioteca Paraguaya de Antropología, Asunción, 2009.

• Elizeche, J. Antonio: Mitakarai. La tradición espiritual Ava Guaraní, Ed. Fondec, Paraguay, 2008.

• Melià, Bartomeu y Temple, Dominique: El don, la venganza, C.E.P.Guasch, Paraguay, 2004.

• Levi-Strauss, Claude: “Las relaciones entre mito y ritual” (Inédito).Versión de traducción al castellano en: www.aplp.org.ar/etexts.

• Zanardini, José (comp.): Culturas indígenas, C.E.A.D.U.C. Biblioteca Paraguaya de Antropología, Vol. 87- Asunción, 2013.

• Cebolla Badie, Marily: Etnografia sobre la miel, Ed. Abya-Yala, Ecuador, 2009.

• Viveiros de Castro, Eduardo: Metafísicas caníbales, Ed. Katz, Bs.As., 2010.

• Remorini, Carolina: “Aporte a la Caracterización Etnográfica de los Procesos de Salud-Enfermedad en las Primeras Etapas del Ciclo Vital, en Comunidades Mbya-Guarani de Misiones, Tesis Doctoral”, UNLP, 2010. (Inédito)

• Fava, Ricardo: “La singularidad mbya y los derechos universales”, Revista Fri(x)iones Nº 2, Posadas, 2012.

• Testimonios del documental La sombra del jaguar, Dirección Enrique Acuña (2012). Véase: www.lasombradeljaguarmbya.blogspot.com .

Investigación por
Enrique Acuña
(1959-2021) Fue Psicoanalista, Miembro A.P. de la escuela de la Orientación Lacaniana (E.O.L) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (A.M.P). Director de Enseñanza de la Red A.A.P.P, del Instituto PRAGMA-APLP, Instituto Sigmund Freud, Biblioteca Freudiana de Bahía Blanca, Biblioteca de Oberá. Fundador y asesor de la Asociación Psicoanalítica Paraguaya Arandu. Fundador de las revistas: Conceptual, Fri(x)iones, Analytica del Sur (virtual). Autor de Resonancia y silencio y compilador de: Las paradojas del objeto en Psicoanálisis, Curarse del lenguaje, Locuras y psicosis y Vidas pulsionales.

Publicado en Analytica del Sur - Psicoanálisis y Crítica - 1ro de Julio de 2014

https://analyticadelsur.com.ar/los-nombres-de-nande-ru.../ 

miércoles, 19 de agosto de 2020

El Arte Mbya Guaraní




Arte mbya guarani
Como sabemos la arte-sanía indígena ancestral no requiere la máquina. Se trata de lograr una muestra de la naturaleza culturalizada en pequeños objetos de origen vegetal -tacuara, madera, pigmentos-; o animal -caracoles, huesos- obtenidos de lo que queda del monte. Luego se procede por una talla, cestería, manufacturas. Es una REPRESENTACION simbólica del territorio del lenguaje entre el uso cotidiano a lo sagrado como esas guardas que dicen bien el mensaje de los Dueños del monte o de los Dioses.

martes, 14 de abril de 2020

Somos parte de la Naturaleza - Cacique Mbya Guaraní Eliseo Sosa de Tekoa Jajy


En tiempos de aislamiento obligatorio ante la Pandemia, el Cacique Eliseo Sosa desde la Comunidad guaraní de Jejy (Misiones) nos cuenta cómo la “crisis” tiene sus causas. Hay lo científico, lo humano y también la palabra curadora. Se trata del respeto por la naturaleza del cual “somos parte”. No somos dueños del monte -el pulmón del aire del mundo- sino que somos hablados por ella, nos dice con un lenguaje fundamental. La enfermedad viene cuando se pierde ese límite contra arboles, agua, animales….Ese saber que la costumbre Mbya-Guaraní enseña desde un tiempo milenario y en un espacio sagrado. Escuchamos aquí su voz...


“Somos parte de la naturaleza”
-Conversación con el Cacique Eliseo Sosa-(*)

Enrique Acuña – Aguyjevete! Buenas tardes a la gente de Posadas y Argentina que escuche este mensaje del Mburuvicha Eliseo Sosa de la Comunidad Mbya-Guaraní Tekoa Jejy, El Soberbio, Misiones. Haría unas preguntas para que nos cuente algo que venía hablando con él. La primera es la necesidad de un mensaje al mundo. Cómo es que para los mbya-guaraní el Kaà guy porá Eté, (el monte sagrado verdadero) no es como para el Juruá -el blanco- un lugar para cortar los árboles, sino que el monte es el lugar sagrado de Ñande Ru (Dios Nuestro Padre). 
Ñande Ru hizo eso para todo el mundo pero son los mbya lo que defienden el monte, para que no se extermine. Si puede decirnos algo sobre qué es el Ka’águy Porã Ete.
*Eliseo Sosa- Buenas Tardes, Aguyjevete, Che Iru (Bendiciones, mi amigo) Soy de la comunidad de Jejy, soy Eliseo Sosa, de Ruta 15 El Soberbio, Misiones. La verdad, quiero recalcar el pensamiento que tengo siempre dentro de mi cabeza y de mi corazón. Cuando tomo mate con mi señora estoy pensando… quisiera transmitir como Pueblo originario. Como Pueblos originarios, Ka’aguy Porã Ete, es la selva o monte sagrado. Pero ¿qué significaría para los guaraníes? Sagrado es que eso hizo Dios para nosotros.
Quiero transmitir a la autoridad provincial, nacional e internacional, que siento como Pueblo originario, un gran dolor por todos los ciudadanos argentinos y del mundo ante esta enfermedad, por esta crisis.
Nosotros queremos transmitir que desde hace años como pueblos originarios tenemos un sentimiento, que es cuidar el monte. Preservamos, respetamos arboles, no nos sentimos los dueños de la selva, de la tierra o del árbol, pero somos parte de la naturaleza. Nosotros siempre decimos a la autoridad que es necesaria la Reserva de la selva misionera, que nos defiende a todos de las cosas malas, es el pulmón de Argentina y de todo el mundo.
Tenemos que cuidar y respetar entre todos. Protegernos la salud, el agua, por la respiración sana y proteger de la maldad para todo el mundo, no sólo para los Pueblos originarios. Esto debería entender la autoridad provincial, nacional e internacional, diputados nacionales y provinciales. Juruá, decimos al blanco, a ustedes hermanos; que hace muchísimo tiempo no nos respetaban pero ganamos muchas causas contra la maldad. Entiendan que necesitamos cuidar entre todos, no sólo por nosotros sino por el agua, animalitos, aves… y todo lo que hay, todo lo que haya dado Dios a nosotros… que no lo creamos.
Quiero pedirle a todos: al gobierno nacional y provincial, no sólo en este país estamos nosotros los hermanos de los Pueblos originarios, en todos los países, traten de escuchar la voz de los pueblos originarios.
*Enrique Acuña – Aeveté Mburuvicha Eliseo Sosa por su mensaje. Me gustaría que nos cuente, -como usted decía recién- que ante la enfermedad, la “crisis” que esta viviendo el mundo por esta pandemia, es necesario entender que no somos dueños de la naturaleza sino parte de ella. Que el monte es el pulmón para cuidar, no sólo a los Pueblos originarios sino, también, a los hermanos, los blancos, el Juruá. Proteger la salud implica evitar la maldad y cuidar este pulmón de aire y de agua.
Su mirada como ciudadano argentino implica que es parte de esto que está pasando y por eso puede pedir a los gobiernos que escuchen su voz. También, exigir que se respete el monte. Entonces, segunda pregunta: ¿Cómo es la costumbre mbya rekó, cómo es la religión mbya guaraní?

El necesario respeto que esa costumbre implica por cada animal, cada árbol o el agua, etc.? Es a partir de esa religión, de esa creencia en su Dios Ñande Ru que se puede pensar que el monte fue creado por él para ser respetado…. puede contarnos algo de esa costumbre.

*Eliseo Sosa- Bueno, voy a hablar de la costumbre. Primeramente, esta religión nos dio Dios a nosotros. Todo puso Dios cuando nos creó a nosotros en el mundo, separando cada religión. Y a nosotros como pueblo originario nos ha dejado una. Es una costumbre y una forma de creencia. Nosotros como Pueblo originario sabemos cuidar el monte, sabemos cuidar árboles, cuidar a los animalitos, en qué época podemos o no cazar, también, hay algunos animalitos que son sagrados.
Todos tenemos conocimiento de la costumbre como mbya (reko) guaraní, pero si decimos algo los Juruá no van a coincidir siempre con nuestra costumbre; por eso si hablamos de nosotros, como Comunidad, para nuestra vida como mbya guaraní necesitamos la selva, para mantener nuestra costumbre y nuestra vivencia. Nosotros tenemos nuestro propio Nombre (sagrado), nuestra propia casita de madera con techo de caña. A la vez, tenemos un Templo, donde tenemos que ir cada a tanto rezar. También ahí hay un momento para escuchar el Nombre propio de nuestros hijos.
No solamente para esta comunidad, cuando vamos al templo al atardecer o amanecer, pedimos a Dios que, día a día nos acompañe, a nosotros y a la gente. A todos los que acompaña Dios, todos los días. Así creemos nosotros y tenemos nuestra religión.
Si no hay mas selva termina nuestra vida. El Juruá – los blancos- nos traen muchas enfermedades para nosotros. Ahí no vamos a coincidir con la autoridad de los blancos. Yo tengo otra costumbre, por ahí tal vez las autoridades piensan que voy a estar contento con sus ayudas, pero esa ayuda no me cura de tantos años de enfermedad, que trajo mi hermano blanco.
Lo importante para nosotros es la selva. Ahora ya hay poca selva, no tenemos para pescar, poca medicina, poco alimento, poca fruta silvestre, poca miel. Esa es nuestra vida, hermano Juruá, hermano blanco, puedo decir con todo respecto que esa es nuestra vida, por eso necesito que escuche la voz de los mbya.
*Enrique Acuña – Aevete Eliseo Sosa, aevete che Iru. Che aipota mbae nde kuaa… che aporandu nde… ¿mba’e japo karaí kuera, Opygua kuera. Mba’e hae japo po´á ? Ka’aguy pora ete emeè poa marangatu?. Si puede contar que la selva dona el remedio para la enfermedad y que los Karaí kuera, los Opyguá (los sacerdotes chamanes) saben qué planta sirve para cada enfermedad. Ese es un recurso que tiene el pueblo originario que puede enseñar alguna vez al blanco. En el monte, ahí está la reserva que va a curar, también a la gente. Si puede hablar de eso, del Ka’aguy pora eté como remedio de la enfermedad.
Eliseo y un árbol gigante en la Reserva de Biósfera Yaboti (Año 2009)

*Eliseo Sosa- Bueno, voy a hablar un poquito sobre la medicina. Como estuve hablando, en la selva ahí tenemos todos los remedios para la enfermedad, para las distintas enfermedades. En eso trabajan los Opyguá, como guía espiritual de la comunidad, pero él sabe a través de Dios. Cuando se necesita o cuando ve una enfermedad hace un yuyo (poà: remedio) y nos dice para qué enfermedad puede ser, él sabe a través de Dios. Por eso, también no hay comunicación con nosotros los más jóvenes, él no da enseñanza a nosotros fácilmente, mientras que no tiene determinada edad. El Opyguá trabaja por su gente, hace medicina, pero siempre a través del templo. Trabajamos juntos, con el Tatachiná (1) como es nuestra costumbre.
Por eso no se puede decir… qué planta corresponde a tal enfermedad, porque nosotros tenemos que respetar al Opygua, que es el que toma decisión con Ñande Ru, con Dios. Por esto es que necesitamos la selva, porque del viento, de la tormenta, del granizo y la maldad nos protege. Y eso quiero decir sobre el Opyguá y la medicina, no puedo nombrar cuál enfermedad es curada por cuál planta, porque en eso trabaja el Opyguá con Dios.
Quiero decir, por último, a la autoridad provincial y municipal, creo que sabemos que hoy estamos pasando momentos difíciles. Estuve hablando con mi gente: nosotros somos, también, ciudadanos argentinos y deberían las autoridades, el ejército o la policía llegar y mirar las necesidades de las comunidades.
Hoy en día muy poco queda de selva, eso trae enfermedades y necesidades de alimento. La ley blanca con esa situación que vivimos hoy nos pone límites que debemos respetar, no podemos movernos y salir de la comunidad, por eso les pido (a las autoridades), que se acerquen a las comunidades, no sólo a la mía, sino a las distintas comunidades de la Provincia de Misiones, a través del estado municipal, provincial y nacional.
Eso es todo. Aguyjevete para todos los hermanos. A la autoridad le encargamos esta idea mía de cómo me siento como pueblo originario, no para criticar, sino para contar las necesidades. Con todo respeto. Gracias. Aguyjevete!
(1)-Tatachiná: Neblina. Por analogía designa el ritual del “humo de la pipa sagrada”, usada por el chamán que trasmite la palabra-alma (Ñe´é Porã) en la curación del cuerpo enfermo. También usado en el ritual de conexión con los Dioses para saber los nombres propios que otorgan a cada sujeto su destino comunitario (Rery Mbya Ete).
(*)-Conversación telefónica con Eliseo Sosa de Enrique Acuña (desde Buenos Aires a Aldea Jejy), Reserva Biosfera Yaboti; Misiones); el 10 de abril 2020. 
Compartido por Enrique Acuña


lunes, 27 de abril de 2015

KARAI -Los caminos del Nombre" / Mbya Guaraníes - Video Documental


"A los que erraron el camino y no volvieron. A los que vuelven a pesar del errar. A los que comienzan a caminar…"

*¿Cuál es tu verdadero nombre? Esta pregunta recorre los caminos posibles de una salvación por la palabra. Es la historia de Karaí Mirí, un creyente guaraní de la palabra-alma, la Ñe´é Porá, que se asienta con el humo del chamán como Nombre y Destino.


El Otro que el mismo sujeto fue, llamado Verá Miri, viaja por las sendas perdidas. Alguien que estuvo muerto y volvió a jugar en la vida después de una enfermedad espiritual de múltiples causas: la maldición de una mujer, una “piedra” arrojada por los Espíritus del Monte, un Nombre secreto que no se puede escuchar… Hasta que arriba una revelación que permite el camino hacia la perfección: el Aguyje, el nuevo saber. Este documental nos enseña de una vida en la búsqueda de su verdad. Para Karaí es la que pronuncia Ñande Ru, un Dios y un Padre que cura al hablar, pero también es la que llega por un “sueño” que anuda el propio Deseo con su Nombre sagrado.

-Guión y Dirección: Enrique Acuña.
-Duración: 77 minutos.
Testimonios: Lucio Villalba (Karaí), Ciriaco Villaba, Matías Sosa; Norberto Benitez; Laurindo Villalba, Agapito Castillo, Maria Gonzalez, Niño Cabrera, Victoria Almeida, Eliseo Sosa, Juvenil Sosa, Cantalicio Benitez, Alejandro Benitez, Julia Fernandez.- Edición y Animación: Ariel Di Marco.
-Hablado en Lengua Mbya Guaraní.

-Subtitulado: Castellano.


sábado, 13 de septiembre de 2014

La Bruma Tatachina - Documental Mbya Guaraní



Este documental narra el conflicto cultural entre las comunidades Mbya-Guaraní de la Provincia de Misiones (Argentina) y los valores de nuestra civilización. 

Como punto de crisis revisa el caso de Julián, un niño Mbya que es intervenido en el año 2005 en Buenos Aires por orden médica y judicial ante la oposición de su pueblo. Sus padres, como la mayoría de la comunidad de la aldea Pindo Poty se niegan a esa operación a partir de sus creencias espirituales y una revelación de su Dios -Ñande Ru- que recibe el sacerdote. 


Se produce entonces un choque inter-cultural con el polémico debate en los medios de comunicación. La muerte de este niño revive la función social del sacrificio y demuestra el límite de ambos sistemas de pensamiento. 

Actualmente la comunidad se manifiesta por sus derechos a la tierra, la educación y la salud. Hablan aquí con sus testimonios aquellos que sobreviven en una cultura diferente, en la selva de los símbolos y con las palabras que tocan el alma.

*Guión y Dirección. Enrique Acuña. 

*Testimonios: Caciques y líderes espirituales: Alejandro Benítez, Ciriaco Villaba, Norberto Benítez, Lidio Villalba, Agapito Castillo, Eliseo Sosa, Isabel Benítez, Juvenil Sosa, Cantalicio Benítez.

*Coro de niños de Pindó Poty y maestros bilingües. 
*Etnóloga Gloria Scappini Meza, Hermana Iracema Mattje, Lideres paraguayos: Antonila González, Reginaldo Orvinay.

*Voz: Arturo Cuadrado. Edición: Romina Aguirre. Cámara: Carolina Sandoval.

*Investigación: Christian Gómez, Ricardo Fava, Osvaldo Gómez . Producción: Ojo equivoco. 

*Filmada en comunidades de Misiones, Paraguay y Buenos Aires (2009-2010)

*Duración : 52'. Formato original: DVD.PAL/COLOR.