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lunes, 27 de septiembre de 2021

En Río Negro se realizó la mayor liberación de cóndor andino de la Argentina

Fueron 7 ejemplares de una especie de ave que está amenazada. Algunos habían sido intoxicados y fueron rehabilitados. Otros nacieron por incubación artificial.



Es el retorno del cóndor al mar. Días atrás, se llevó a cabo la liberación de cóndores más grande realizada en la Argentina hasta el momento. Siete cóndores andinos empezaron a volar en la zona de Sierras Paileman, en el departamento Valcheta, provincia de Río Negro. El acontecimiento fue realizado con ceremonias ancestrales de pueblos originarios.


La liberación se hizo en el marco del Programa Binacional de conservación del Cóndor Andino Chile-Argentina, una iniciativa que cuenta con apoyo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación. Contó con la participación de diferentes organizaciones no gubernamentales.

Durante la ceremonia de liberación también participaron por la provincia de Río Negro, Dina Migani, secretaría de Ambiente y Cambio Climático y Federico Hollmann, subsecretario Biodiversidad y Cambio Climático. Luis Jácome, presidente de la Fundación Bioandina Argentina y director del Proyecto Conservación Cóndor Andino, también estuvo presente.



Cada uno de los 7 ejemplares de la especie de cóndor Vultur gryphus que volvieron al entorno natural tienen diferentes historias de rescate y superación. Piuque Wenú (que significa “gran corazón”) fue rescatada por personal del Parque Nacional Nahuel Huapi, en Villa La Angostura, Neuquén. Había sido intoxicada por la ingesta de balas de plomo y luego rehabilitada en el Ecoparque de Buenos Aires.

Otro ejemplar rescatado es Kurruf (viento), gracias a miembros de la Estación de Fauna Autóctona de Salta y rehabilitado posteriormente en el bioparque Temaikèn. Por su parte, Tayel (canto sagrado), proveniente de ese mismo bioparque, fue incubada artificialmente y criada con asistencia de títeres de látex en el mencionado Ecoparque porteño.

También fue incubado y criado en el Ecoparque la hembra Mawun (lluvia), que provino de Olavarría, del bioparque La Máxima. En ese espació nació Lihuen (luz de vida). Otro ave liberada fue Kume Feleal (buen vivir), nacida en Temaikèn y criada en aislamiento humano en ese Ecoparque. La lista se completa con Pachamama (madre tierra), nacida y criada en ZooParc de Beauval, Francia.

Entrevistada por RIO NEGRO, Betania González, directora nacional de Biodiversidad en la Secretaría de Política Ambiental en Recursos Naturales del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, resaltó la importancia de la iniciativa de conservación de los cóndores.


“La reintroducción del cóndor andino, cuyo nombre científico es Vultur gryphus, en el ecosistema es de gran importancia ya que cumple un rol ecológico vital. Es el rol común de todas las especies de buitres. Por su dieta carroñera, eliminan posibles fuentes de contaminación o infección, beneficiando la salud de los ecosistemas y la de los humanos”, afirmó González, quien es licenciada en gestión ambiental.

“Al remover toneladas de material orgánico de la naturaleza, las poblaciones de cóndores realizan un servicio ecosistémico valuado en miles de dólares anuales. En los lugares donde las carroñas no son eliminadas de forma eficiente por escasez o ausencia de buitres, puede ocurrir un aumento de carroñeros facultativos que podrían ser transmisores de enfermedades”, señaló.

Los grandes buitres, como el cóndor andino, pueden abrir cueros duros de grandes animales permitiendo el acceso a carroñeros más pequeños. Además, cuando este recurso está disponible en el campo puede haber procesos de facilitación en los que la llegada de una especie a la carroña permite la llegada de otras especies porque aumenta la posibilidad de detección del recurso. Además, “las reintroducciones o suplementaciones poblacionales pueden recomponer relaciones interespecíficas, restaurando funciones ecológicas y ecosistemas”, comentó.

Las acciones de conservación tienen que ser acompañadas por medidas que mitiguen las amenazas que afectan la supervivencia de las especies. En este sentido, la cartera de Ambiente, a cargo de Juan Cabandié, también trabaja en el relanzamiento de la Estrategia Nacional contra el Uso de Cebos Tóxicos. Se trata de un plan conjunto que cuenta con la colaboración de la Fundación Bioandina Argentina para promover medidas contra el uso ilegal de cebos tóxicos en el país. Busca aportar herramientas para la conservación de la población del cóndor.

“La ingesta accidental de cebos tóxicos es hoy la mayor amenaza a la que se ve expuesta el cóndor andino. Esto ocurre por su biología de carroñero: puede alimentarse de restos de animales previamente intoxicados por esos cebos”, explicó González. Se han registrado muertes masivas de la especie por la toxicidad de los cebos que fueron colocados con el objetivo de controlar grandes carnívoros que afectan, por ejemplo, la producción ganadera en alguna zona.

En los últimos años pudo registrarse un promedio de 29 ejemplares de cóndor afectados por cebos tóxicos, a partir de los cuales pudieron realizarse estudios toxicológicos e identificar a las sustancias carbofuran y paratión, que son utilizadas comúnmente como pesticidas.

Durante este año, se han registrado cuatro ejemplares con signos de envenenamiento: uno en la localidad de El Caín, en la provincia de Río Negro, y tres en la ciudad de Chos Malal, en la provincia de Neuquén.

“El objetivo de la iniciativa contra el uso de cebos tóxicos es trabajar junto con las autoridades ambientales y otros actores relevantes de las catorce provincias argentinas con distribución de esta especie amenazada para llevar adelante políticas públicas ambientales”, precisó.

“Se apunta a mejorar la detección y el tratamiento de los casos de envenenamiento. También se quiere minimizar el riesgo para el personal que interviene”, contó l a funcionaria. El plan también está orientado a generar un conocimiento más preciso de los sitios de mayor conflicto para orientar los esfuerzos de conservación y las tareas de difusión y educación en las comunidades.

Fuente: Diario Río Negro (Argentina) - 26 de Septiembre de 2021.

https://www.rionegro.com.ar/en-rio-negro-se-realizo-la-mayor-liberacion-de-condor-andino-de-la-argentina-1973941/?fbclid=IwAR3qgyr_8egkUvUugJt79mNbtHoFInsP1iTcCUnolaukIf0oFqNSDeHhFak

domingo, 3 de marzo de 2019

El cóndor pasa, la boludez queda




Cuantiosa pero vulnerable, la comunidad de cóndores andinos ofrece un espectáculo flashero que se ve amenazado.



Mitos, avistajes y matanza de aves rapaces en Junín de los Andes (Argentina)

Mítico y de gran porte, el cóndor se volvió pop en los billetes de 50 pesos. Y presa en las selfies de los cazadores furtivos.

De todo su inmenso pavimentado de más de 5000 kilómetros entre La Quiaca y Cabo Vírgenes, la Ruta 40 guarda para un breve tramo cercano a Junín de los Andes un espectáculo flashero y exclusivo: la posibilidad de pasar en auto, a dedo, en bicicleta o caminando por la banquina debajo de bandadas de cóndores que sobrevuelan a poca distancia. Se asoman con el sol y recién al atardecer empiezan a esconderse tras las rocas de la alta montaña, donde hacen sus nidos entre cavernas de piedra y nieve. Y aparecen, básicamente, para buscar comida.

El cóndor llega a pesar 15 kilos y mide hasta tres metros entre alas. Su porte le impide estar mucho de pie, entonces se lanza a surfear corrientes cálidas o fuertes vientos con una habilidad que le permite elevarse hasta los 6000 metros y recorrer 300 kilómetros en un día. Y, a diferencia de otras aves rapaces, goza de una mala fama injusta: no se roba bebés de cunas ni alza vacas para estrellarlas contra el piso, sino que se alimenta de animales muertos, evitándole al humano las inconveniencias de estos cadáveres en descomposición.

La fascinación por ver de cerca al ave más grande del planeta viene de tiempos remotos que aún se recuerdan a través de mitos persistentes. El más remanido es aquel que cuenta que el cóndor, cuando ya se siente débil e inútil, vuela todo lo alto que puede para luego dejarse caer al vacío. Es la especie no humana más venerada de todos los países andinos, salvo Argentina, donde se impuso otro gigante: la ballena.

A pesar de esto, el ave (planeando pero sin planearlo) empezó a jugarle al cetáceo una pulseada en el terreno del berretín turístico del avistaje. Y lo consiguió imponiéndose como una variante más gasolera: si ver una ballena en Península Valdés implica pagar fortunas para embarcarse, al otro lado de la Patagonia, sobre la Cordillera, el cóndor se luce de manera libre y gratuita ante quienes sepan esperarlo con respeto y paciencia en ciertos points de los Andes argentinos. Sobre la Ruta 40, a la altura de Junín de los Andes, hay además un mirador; una especie de terraza de decks con cartelería, buen espacio y, sobre todo, prudente distancia de los cóndores.

Los maestros que dan clases en la escuela rural Aucapán Centro hacen a pie largos periplos montaña adentro acompañados por el vuelo de estas aves, que anidan en ese área porque alrededor de toda la zona entre Junín de los Andes y Aluminé (100 kilómetros al norte) muchas anidan y tantas otras son liberadas después de aparecer en algún campo cercano heridas o perdidas de su bandada. Esto quiere decir que, además de cantidad, la población de cóndores en esta zona ofrece vulnerabilidad. Y ambos resultan suficientes atractivos para una especie aún más rapaz: los cazadores furtivos que se entreveran en los claros de las laderas y disparan con munición pesada hasta dar en el blanco.

Pero parece ser que estos cazadores los rematan sin más propósito que jactarse de ello, ya que luego del tiro letal a lo sumo se sacan una selfie antes de dejar el cadáver abandonado. Como si el trofeo no fuera más que una foto o una imagen con el bicho derrotado. Aunque para eso, en tal caso, ya esté el extraño billete de 50 pesos: inaugurado hace menos de un año, muestra un cóndor cabeza abajo entre las montañas, como si hiciera honor a aquel mencionado mito andino y se arrojara al vacío sabiendo que ahora vale menos que cuando estaban San Martín, Sarmiento o el Gaucho Rivero.

Escrito por Juan Ignacio Provéndola
Fuente: Página 12 - 1ro de Marzo de 2.019