Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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domingo, 3 de octubre de 2021

La señora Zuny, guardiana de semillas y ‘tesoro humano vivo’ de Chile y del planeta.



Esta cocinera mapuche de la región de La Araucanía y otras campesinas se han unido a ingenieros agrónomos para combatir la mayor amenaza para la biodiversidad y la alimentación del futuro: el desconocimiento. Un 80% de los granos tradicionales de la agricultura están en riesgo.

La huerta de Zunilda Lepín es un puro desorden, lo que, según ella, es “tal como debe ser”. A finales de otro invierno austral seco, a pie de cerro todo se hiela, pero en la primavera recién estrenada las variedades de frijol crecen junto a las de quinua, zapallo, cilantro, vinagrillo, frutilla, cerezos, nísperos… Hortalizas, árboles frutales, plantas medicinales y flores se mezclan como una prolongación del bosque nativo, un sistema interdependiente y complementario en el que ella hace hueco a las semillas tradicionales que va descubriendo con el fin de rescatarlas y conservarlas. “Cuando voy por ahí y veo algo que no conozco pido una semilla o una ramita y yo doy de lo que tengo”, explica llanamente. Es guardiana de semillas y, desde 2015, Tesoro Humano Vivo de Chile por su profundo saber y dedicación a una labor clave para la pervivencia de la agricultura tradicional campesina, reconocida garante de la biodiversidad alimentaria.


Lepín, o la señora Zuny, como la conocen en toda la región, nació hace 72 años en la región de La Araucanía, corazón del territorio mapuche al que los indígenas llaman Wallmapu. Huérfana de madre a una temprana edad y con un padre mapuche sujeto a las labores del campo, la necesidad la obligó a emigrar a la ciudad. En Temuco, la capital de la región, empezó a sembrar mote, papas y otros productos campesinos con los que alimentar a sus cuatro hijos. Un pequeño huerto urbano ―aunque todavía no se utilizaba este concepto―, que le sirvió para aliviar la pobreza pero también para recuperar el amor por las plantas y el conocimiento transmitido por su abuela materna durante la infancia. Intercambiaba semillas con sus vecinas y después con las campesinas mapuches de las comunidades aledañas forjando unos vínculos que se mantienen en la actualidad.

Desde su restaurante, la señora Zuny introduce los sabores de la huerta orgánica e invita a reflexionar sobre los hábitos alimentarios modernos. Las ñañas ―huerteras rurales mapuches― junto con algunas vendedoras del mercado de Temuco abastecen de género a su restaurante de comida campesina, Zuny Tradiciones, con el que introduce los sabores de la huerta orgánica e invita a reflexionar sobre los hábitos alimentarios modernos. Como sus nutritivos y coloridos postres de quinua, un ingrediente básico de la cocina mapuche en la época precolombina que fue eliminado de los campos y del saber popular. Sus variedades y usos se están reintroduciendo en el autoconsumo de las comunidades indígenas al tiempo que el auge en occidente impone una producción monovarietal. La historia de reemplazo de tantas semillas ancestrales.

Hace unos días un campesino le dio una alcayota. Ella le sacó las semillas, sembró algunas y repartió el resto. “Para que no se pierdan”, dice. Sabe que cuando desaparece una variedad no solo se pierde diversidad genética sino el conocimiento asociado a ella: la forma de cultivarla, de cocinarla, de utilizar su poder curativo, de entender su importancia espiritual, de guardarla.

El grano tradicional, domesticado y traspasado de generación en generación mediante prácticas de cultivo ancestrales, va adquiriendo una herencia histórica vinculada al territorio y a la familia que la hace parte esencial de la identidad de un pueblo. Uno de los catálogos de semillas más exhaustivos del país, elaborado por la Fundación Biodiversidad Alimentaria y disponible en internet, enumera como tradicionales las variedades endémicas, nativas, criollas y heirloom (que no han sido modificadas genéticamente), siempre y cuando sean anteriores a 1945, año en el que empezaron a aparecer las variedades comerciales. No son tradicionales, aunque son creadas a partir de ellas, ni las semillas híbridas ni las transgénicas, siendo ambas las más comercializadas. A escala mundial, cuatro grandes corporaciones: Bayer, Corteva, ChemChina y BASF controlan el 60% del comercio de granos, según el estudio del profesor Philip Howard de la Universidad del estado de Michigan (EE UU).

Hasta la fecha han recuperado 350 variedades de semillas y junto a la labor técnica puramente agronómica, hay también una parte social que consiste en “rescatar historias de vida vinculadas a la agricultura”
La reciprocidad característica de las comunidades campesinas e indígenas fomentó, hasta la llegada de los conquistadores españoles, una rica diversidad de cultivos ampliamente documentada en los escritos de los cronistas de la época, los volúmenes de botánica de Claudio Gay (1835), y las investigaciones sobre agricultura precolombina de Ricardo Latcham (1936).

La colonización introdujo nuevos cultivos y prohibió muchos autóctonos. Sin embargo, el punto de inflexión lo marca la Revolución Verde, que llega a Chile en los años ochenta. “El sistema agrícola de monocultivo fue lo que arrasó con la biodiversidad”, explica Esteban Órdenes Abarca, ingeniero agrónomo y cofundador de la Fundación Biodiversidad Alimentaria junto a Claudia Mellado Ñancupil y Thamar Sepúlveda Cuevas. “En ese nuevo modelo, que se presentó como la solución a la necesidad de alimentar a una población mundial creciente, la semilla híbrida depende de los productos agroquímicos: fertilizantes, pesticidas, fungicidas, hormonas... Y viene asociada a un marketing acérrimo. Y ahora todos hablan de su impacto en la la erosión genética, desertificación de los suelos, la contaminación del agua, los metales pesados. Y yo no sé qué pasó que hay más de 800 millones de personas en la actualidad que padecen hambre”. Con respecto a los híbridos, añade: “Cuestan 20 veces más que una semilla tradicional, un precio absolutamente inalcanzable para un agricultor yo diría que incluso medio”. Un desembolso que el productor está obligado a hacer anualmente.

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que en los últimos cien años se ha perdido el 75% de la biodiversidad global de cultivos mientras que cada año desperdiciamos un tercio de la comida mundial. “Si quisiéramos producir alimentos -asegura Órdenes-, nos dedicaríamos a la semilla tradicional porque no tiene costo, ni está asociada al uso de agroquímicos y son más resistentes, especialmente en un contexto de cambio climático”.

Tras diez años de investigación, el ingeniero agrónomo confiesa no saber si él cuida a las semillas o ellas le cuidan a él. Órdenes advierte que el 80% de las semillas tradicionales están en peligro de desaparecer y considera que la principal amenaza para el grano antiguo es “el desconocimiento y la desvalorización. La pérdida parte en el momento en el que el agricultor duda de lo que tiene y decide tomar lo otro sin siquiera conocerlo”. Cuando se deja convencer de que la nueva semilla es mejor que la suya se produce el reemplazo. Por eso, Órdenes y sus compañeras iniciaron en 2011, coincidiendo con el rechazo social a la ratificación del Convenio UPOV 91 que extendía los derechos de privatización de las semillas, un trabajo de catalogación en colaboración con la comunidad indígena diaguita en la región de Atacama para demostrar el uso colectivo de variedades tradicionales y evitar así que pudieran ser patentadas como de reciente descubrimiento.

Una vez terminado, emprendieron la misma tarea en la Araucanía persuadidos por la señora Zuny y hasta la fecha han recuperado 350 variedades. Junto a la labor técnica puramente agronómica, hay también una parte social que lleva a cabo Claudia Mellado Ñancupil. Su trabajo consiste, como la huertera y guardadora de semillas mapuche dice, en “rescatar historias de vida vinculadas a la agricultura”. Cuenta que cada vez que una campesina reconoce una semilla ancestral que ella le muestra se prende una mecha que alumbra recuerdos y desencadena conversaciones con leyendas y saberes revueltos como las plantas en su huerta.

El 80% de las semillas tradicionales están en peligro de desaparecer y su principal amenaza es “el desconocimiento y la desvalorización”.

Además de las visitas a las campesinas, hasta el inicio de la pandemia, organizaron en el restaurante de la señora Zuny varios encuentros para el intercambio de conocimiento y cultivos, llamados txankintü en mapudungun. Atraídos por la larga trayectoria y generosidad de Zuny, a estos eventos acudían más de cien personas por invitación, no solo por seguir la costumbre de la práctica ancestral sino para protegerla, ya que en un afán de promoción cultural estos eventos se están convirtiendo en actos folklóricos donde se han dado casos de reemplazo de semillas, generando desconfianza entre los campesinos.

La necesidad de proteger el patrimonio tradicional ha pasado de ser una lucha exclusiva del medio rural a hacerse eco en las ciudades. Las revueltas sociales de 2019 y la paralización del tratado comercial transpacífico conocido como TPP-11 dieron buena muestra de ello. Para la representante de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI), Camila Montesinos, “hay que tener un diálogo permanente para mostrar que la defensa de la agricultura campesina, que permite mantener la semilla, es un problema de la sociedad. La modernización de hoy día está ligada al agronegocio, y éste es la muerte de la agricultura campesina y la ruina de la alimentación de la humanidad”. Por ello, una de sus principales demandas para la primera constitución desde la dictadura de Pinochet que ha empezado a redactarse en Santiago es que la soberanía alimentaria, base de la agricultura tradicional, sea el cimiento de la agricultura chilena.

La pandemia ha sido un factor decisivo en la toma de conciencia ciudadana acerca de la seguridad alimentaria. Órdenes ha notado un cambio significativo en dos frentes: el interés por las semillas y los movimientos de cultura urbana. “La gente se ha dado cuenta de que depender es peligroso. Se sabe que si sube el dólar, el pan va a ser más caro porque el trigo con el que se hace tu pan no se produce en tu país”. Para él, sembrar es sinónimo de autonomía económica y de salud. ¿Y si la huerta no es una opción? “Se puede fomentar la economía local, el comercio más directo que supone unos precios más justos para el agricultor y mucha más variedad y calidad de productos para el consumidor”, apunta. “Esta pandemia no va a ser la única. Los cambios que podamos generar con respecto a nuestra alimentación y calidad de vida son más a largo plazo”, concluye.

Fuente: El País - Planeta Futuro - 1ro de Octubre de 2021 desde Temuco - Chile.

viernes, 4 de diciembre de 2020

El kvme felen: la cosmovisión de vida mapuche


Una identidad enraizada en el territorio, como la del Pueblo Mapuche, se sustenta en una cosmovisión basada en el ordenamiento natural. Va mucho más allá de la “calidad de vida” que propone el capitalismo. No es acumular bienes, ni priorizar el individualismo y el lucro. Implica una continuidad entre naturaleza y sociedad, un sistema de vida en equilibro y armonía. El pueblo mapuche constituye una unidad política, lingüística y cultural que se sitúa a ambos lados de la cordillera de los Andes y del centro al sur de las actuales repúblicas de Argentina y Chile. Para entender el concepto de kvme felen o “vivir bien” mapuche, es imprescindible comprender que la cosmovisión de este pueblo está basada en el equilibrio y en la armonía y que no se puede concebir en forma fragmentada, ya que la integralidad y la circularidad se traducen en el pensamiento y las prácticas.

Mantener una vida en equilibrio implica, para la cosmovisión del pueblo mapuche, poder integrar la conciencia, la identidad, la salud, la educación, la economía, la espiritualidad, la medicina, la política, el arte, entre otras “categorías” que aparecen separadas en la sociedad moderna occidental. También es fundamental vislumbrar que la organización circular es la que los orienta a tener una vida con una identidad particular y distinta a otros pueblos.
La experiencia histórica más importante de las comunidades radica en su proceso de organización y reorganización espacial y política. En ese contexto, el kvme felen es un concepto clave, ya que al igual que otros pueblos originarios, la situación del pueblo mapuche fue marcada por los genocidios: la “Conquista del Desierto” y la “Pacificación de la Araucanía”, llevadas adelante por los gobiernos argentino y chileno en la segunda mitad del siglo XIX.
“El proceso organizativo del pueblo mapuche ha sido muy importante tanto en Puelmapu (territorio del este, actualmente Argentina) como en Gulumapu (territorio de oeste, actualmente Chile). De este lado hemos quedado aún más destruidos por el genocidio que sufrimos con la mal llamada Conquista del Desierto”, relata Pety Piciñam, Inan Logko (autoridad) de la comunidad Puel Pvjv -ubicada en la zona neuquina de Confluencia- e integrante del círculo de autoridades filosóficas de la Confederación Mapuche de Neuquén (CMN).
“Costó mucho más poder recuperar el conocimiento mapuche de este lado de la cordillera a través de la memoria colectiva”, agrega.
Según el libro “Propuesta para un kvme felen mapuche”, editado en 2010 por la CMN, la cosmovisión del pueblo originario reconoce la dinámica de la naturaleza como sistema mayor y preexistente al sistema social humano, lo cual reafirma que el derecho de la naturaleza es anterior al derecho de las personas. Es por eso que el kvme felen es el concepto que mejor expresa el sistema de vida del pueblo mapuche, porque implica que las personas deben estar en equilibrio en lo social, en lo espiritual y en lo económico, asumiendo un rol como parte integrante del Waj Mapu (territorio).
Dentro de esta cosmovisión, la noción de “territorio” debe ser entendida como el área geográfica que se encuentra bajo influencia cultural y control político del pueblo mapuche. Es distinta a la definición occidental de “tierra”, que representa un espacio o parcela, el Waj Mapu es un concepto integral que no fracciona ni le da sentido de superioridad a ningún elemento; por el contrario, todos se interrelacionan e interactúan cumpliendo cada cual una función el equilibrio.
“A ambos lados de la cordillera entendemos el kvme felen de la misma manera, sólo que cada identidad territorial tiene su propia realidad desde lo geográfico, desde lo económico o lo social. Hay algunas diferencias, porque el lugar nos obliga a enmarcarnos en una realidad distinta, pero la esencia del conocimiento mapuche es la misma en todos lados”, explica María Piciñam, Inan Logko de la comunidad Newen Mapu -ubicada en la zona de la actual ciudad de Neuquén- y coordinadora del centro de educación mapuche Norgvbamtuleayiñ (“Entre todos ordenamos nuestra educacion”).



Armonía y circularidad
En la cosmovisión mapuche, el Waj Mapu está compuesto por diversos newenes (fuerzas) que se relacionan de manera complementaria y mantienen el equilibrio en el “cosmos” o “universo”. Las personas representan uno más de esos newenes, y además cumplen una función de guardianes o cuidadores de todas las diversas vidas que habitan el territorio. Esto contrasta con la mirada antropocéntrica que tiene la cultura occidental, ya que para los mapuches, las personas no son el centro del sistema, sino un componente más.
El kvme felen implica ejercer la soberanía, valorar y recuperar la identidad, tener educación propia y autónoma, saber comunicarse, fortalecerse a través de los alimentos, saber trabajar en reciprocidad, saber danzar, divertirse y celebrar; implica el respeto a la dualidad de género y a la palabra de los mayores y también la necesidad de actuar, de vivir y de comportarse como parte de la naturaleza.
Estos conocimientos fueron transmitidos de generación en generación y están orientados a formar personas con valores y principios que respetan el ordenamiento natural, de una vida circular, en donde nada se termina, sino que sólo se renueva para seguir cumpliendo su función.
“Todos los pueblos indígenas tenemos una concepción del buen vivir similar, porque nos entendemos como parte del territorio, pero la particularidad de cada pueblo está dada por cada lugar y cada cosmovisión”, explica Pety Piciñam y agrega que es muy habitual que las personas reivindiquen más los conceptos o ideas de los pueblos andinos, que los del pueblo mapuche: “Hay quienes no nos reconocen como habitantes originarios de estas tierras, se habla de lo que viene de Bolivia o de otros lados; se reconoce la whipala (bandera de los pueblos andinos) y no la wenufoye (bandera mapuche)”.
En relación a las diferencias que puede haber entre el sumak kawsay o buen vivir de los pueblos andinos y el kvme felen, María señala que desde la cosmovisión mapuche no hablan de la “madre tierra”, porque creen en la dualidad de género en el origen, serían en todo caso las energías femenina y masculina.

Planes de vida: la mirada mapuche del desarrollo

Para la Confederación Mapuche de Neuquén, la idea de pensar con autodeterminación un proyecto de vida alternativo que incluya el kvme felen, implica refundar un Estado plurinacional e intercultural. Para ello, el objetivo es la consolidación como pueblo, en la unidad y en la diversidad que cada identidad territorial posee. Esto queda plasmado en “Propuesta para un kvme felen mapuche”, libro que cumple diez años desde su publicación y del cual las hermanas María y Pety Peciñiam fueron redactoras, junto a un equipo intercultural e interdisciplinario. La edición fue fruto de un trabajo participativo, de reflexión y consenso y se propone como un marco de referencia para que cada comunidad pueda iniciar “sus propios procesos de autodesarrollo económico, social y cultural”.
“Para construir el libro se hizo un proceso de talleres y encuentros, fue una construcción colectiva con integrantes de cada una de las zonales de Neuquén. Cada territorio es diferente, no es lo mismo planificar para el consejo zonal Pewence (en la zona de Aluminé), que para el Consejo Zonal Xawvn Ko (en la zona de Confluencia), afectado por la explotación del yacimiento Vaca Muerta. Fue una construcción importante que nos sirvió para conocer los saberes que hay en cada uno de los territorios”, recuerda Pety Piciñam.
Con la perspectiva de un libro editado hace una década, María rememora el proceso de elaboración como “la respuesta a la gran necesidad de investigar y sistematizar el conocimiento mapuche”. Enfrentarse al desarraigo cultural implicó “ir a las fuentes”: las personas mayores que aún conservan muchos de esos saberes ancestrales. “Empezamos a hacer ese trabajo pensando en que no queríamos que a nuestros hijos les pase lo mismo que a nosotros”, expresa.
“El libro está pensado para fortalecernos dentro de las comunidades y para entender cuál es la mirada del pueblo mapuche frente al desarrollo”, explica la Inan Logko de Newen Mapu y agrega: “Aspiramos a no ser pasivos ante la destrucción de nuestro territorio y a que cada vez que llegue una propuesta turística o de desarrollo sepamos pararnos en el lugar que corresponda y tener en claro por qué vamos a aceptar o a rechazar”.
En ese sentido, María aclara que no están “en contra del desarrollo”, sino que están en contra de la mirada occidental del desarrollo: “Nuestros ríos, nuestras plantas, nuestras montañas tienen el mismo derecho que nosotros de seguir viviendo y existiendo. No podemos permitir una forma de desarrollo que contamine, destruya y mate”.
Pety Piciñam cuenta que en la actualidad el libro es muy consultado y utilizado en el ámbito educativo. “Hay un interés en estos temas de mucha gente que plantea que tenemos que ‘volver al origen’. Deberíamos valorar más estos conocimientos en estos tiempos de pandemia. Hay que saber que estamos destruyendo el lugar que habitamos y que nos cobija a todos y todas”, explica.
Para la Inan Logko de Puel Pvjv, acercarse a este paradigma -tan alejado de la cultura occidental-, implica “cuestionar el sistema capitalista destructor y patriarcal que nos arrastra a todos a la muerte” y en ese sentido, reflexiona: “El kvme felen es una gran herramienta”.

Fuente: Blog del Proyecto Lemu - 4 de Diciembre de 2020 
http://odhpi.com/el-kvme-felen-la-cosmovision-de-vida-mapuche/


miércoles, 23 de septiembre de 2020

Chubut (Argentina): Las Comunidades Mapuche – Tehuelche rechazan la megamineria


Integrantes de distintas comunidades Mapuche-Tehuelche de la meseta centro- norte de la provincia de Chubut se manifestaron mediante una carta a la gobernación para expresar nuevamente su rechazo a la actividad mega minera. 

Vecinos Autoconvocados por el No a la Mina de Gan Gan


Las Comunidades Mapuche- Tehuelche de la meseta centro-norte de Chubut expresaron nuevamente su disconformidad respecto a la actividad megaminera mediante una carta dirigida al gobierno provincial. Sus integrantes continúan organizándose en defensa del agua y el territorio, demostrando de esta forma que mantienen su resistencia, que lleva muchos años de protagonismo frente al avance de las propuestas extractivistas, puntualmente desde la aparición del Proyecto Navidad ubicado entre Gan Gan y Gastre.

En una carta dirigida al gobernador de la provincia Arcioni se pronunciaron contundentemente contra la megaminería y las políticas extractivas de los gobiernos provincial y nacional. También manifestaron como dichos proyectos megamineros vulneran sus derechos repetidamente, incluso profanando y trasladando sus sitios sagrados.

“La mega minería en todas sus etapas, no solo va en contra de estos principios como pueblo. Sino que avasalla nuestros derechos reconocidos internacionalmente, que el Estado está obligado a respetar y hacer respetar” manifestaron.


Vecinos Autoconvocados por el No a la Mina de Gan Gan

Difundimos Comunicado:

15 de septiembre de 2020

Al Sr Gobernador de la Provincia del Chubut Mariano Arcioni

A los/as diputados/as de la provincia del Chubut

Las abajo firmantes, comunidades mapuche – tehuelche  de la meseta centro norte del Chubut, nos dirigimos hoy a ustedes para expresar una vez más, nuestro rechazo a la actividad mega minera. Especialmente al proyecto Navidad.

Nuestra posición se fundamenta en la convicción de proteger nuestros territorios y todo lo que los habita, así como el agua como bien común. Y con ello nuestro modo de vida, nuestras actividades productivas, nuestra cultura y espiritualidad. Como manera de avanzar en la construcción de nuestro Küme Mongen (Buen Vivir).

En este sentido, la mega minería en todas sus etapas, no solo va en contra de estos principios como pueblo. Sino que avasalla nuestros derechos reconocidos internacionalmente, que el Estado está obligado a respetar y hacer respetar.

Uno de los derechos que más se ha violado es la consulta Previa Libre e Informada a las comunidades Mapuche Tehuelche de la meseta. Que debió realizarse antes de que comenzaran los trabajos de prospeccion y exploracion del proyecto Navidad. Y que está siendo vulnerado constantemente con las operaciones de la empresa Pan American Silver para meterse a las comunidades, buscando un consentimiento que claramente no tiene.

Hoy, al querer presentar un Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto Navidad o una Ley para habilitar dicha actividad extractivista, nuevamente se violenta este derecho. Puesto que una ley con esas características nos afecta directamente. Y un EIA sólo se puede hacer luego de conseguir nuestro consentimiento y de manera conjunta con nosotros. Como señala la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en los estándares que salen del caso Sarayaku.

Por otra parte, hacer una consulta en este momento de la manera adecuada no es posible debido a la situación de pandemia que atraviesa la provincia.

Por todo lo expuesto, habilitar la mega minería sería ilegal y violatorio de nuestros derechos como Pueblos Originarios.

Les pedimos que:

Desistan de cualquier intento de habilitar el Proyecto Navidad y la actividad mega minera en cualquier lugar de la provincia;

Que se respeten nuestros derechos como pueblos originarios reconocidos en la Constitución Nacional (Art. 75. Ins. 17), Provincial (Art. 34), en el Convenio 169 de la OIT y otros tratados y fallos internacionales;

Que se empiecen a gestionar políticas productivas realmente beneficiosas para las economías regionales y en concordancia con los reclamos y exigencias de los pueblos originarios.

Les saludamos atentamente y esperamos una respuesta favorable en sus futuras acciones.

Comunidad Mallín de los Cual

Comunidad Los Pino

Comunidad Laguna Fría – Chacay Oeste

Comunidad Yalalaubat

Comunidad Ñuke Mapu


Fuente: ANRed - Agencia de Noticias Redacción - 20 de Septiembre de 2020





viernes, 8 de marzo de 2019

Soy !




viernes, 5 de enero de 2018

El pueblo mapuche y la campaña libertadora de San Martín


Escrito por Martin Leonardi

La importancia del pueblo mapuche en el cruce de los Andes y como borrar estos acontecimientos de “la historia oficial”.

Pareciera que la construcción del enemigo interno avala cualquier tipo de argumento falaz y hasta ridículo.

“Historiadores” y operadores se pasean a diario por los medios cómplices en esta construcción despachándose con frases como “los mapuches son chilenos” o “exterminaron a los tehuelches, quienes eran argentinos”.

En primera instancia, tanto los mapuches como el resto de los pueblos originarios o nativos son anteriores a la creación de los Estados (chileno o argentino) en este caso.

Tan anteriores que el Wallmapu (nombre dado al territorio que ocuparon los mapuches históricamente) fue defendido contra las invasiones primero del imperio inca y luego del imperio español, cuatro siglos antes de la creación del Estado argentino.

Imperio español que ha reconocido al Wallmapu como un ente soberano en el Parlamento de Quilín, en donde se fijaría la frontera en el Río Biobío. Ambas partes se comprometerían mediante “acuerdos de paz” que como bien sabemos, no fue cumplido por la potencia colonialista.

Los tehuelches por otra parte, no “se extinguieron”, sino que desde hace varios años luchan para demostrar que continúan existiendo y, en la Patagonia austral, han comenzado a identificarse en el espacio público como aonek’enk. Los responsables de su marginación e invisibilización no fueron los mapuches, sino las políticas de colonización”. Se puede leer en una investigación reciente llevada a cabo por la Sección Etnología, perteneciente al Instituto de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires.

A su vez, las alianzas matrimoniales entre unos y otros y los desplazamientos producidos por el avance de los Estados sobre sus territorios dieron lugar a que muchas familias se identifiquen en el presente como mapuche-tehuelche, tal como ocurre en la actual provincia de Chubut.

Es necesario este repaso para contrarrestar la versión oficial y sesgada que se está intentando instalar respecto al origen de los pueblos nativos.

Más allá de la ancestral lucha que lleva a cabo el pueblo mapuche, el objetivo del presente artículo es dar cuenta de la importancia de su aporte como pieza clave en la liberación del continente americano de la sujeción española.

Más precisamente en el inicio de la campaña libertadora llevada a cabo por Jose de San Martin con el cruce de los Andes. Lo cual permitió luego la creación tanto del Estado argentino como el chileno que, paradójicamente y desde mediados del siglo XIX vienen oprimiendo, asesinando y desplazándolos de sus tierras.

Antes de iniciar su campaña libertadora San Martín dejaba bien en claro con quienes contaba y con quienes no:
“Los ricos y los terratenientes se niegan a luchar, no quieren mandar a sus hijos a la batalla, me dicen que enviaran tres sirvientes por cada hijo solo para no tener que pagar las multas, dicen que a ellos no les importa seguir siendo una colonia.
Sus hijos quedan en sus casas gordos y cómodos. Un día se sabrá que esta patria fue liberada por los pobres y los hijos de los pobres y los negros que ya no volverán a ser esclavos de nadie”. (Olazabal, Manuel de (1942) Memorias del coronel Manuel de Olazábal: refutación al ostracismo de los Carreras. Episodios de la guerra de la independencia. Estab. Gráf. Argentino).
En octubre de 1816, el general San Martín convocó a un parlamento “indígena” a los caciques pehuenches-mapuches del sur de Mendoza. En su plan estratégico para el cruce de los Andes, el acuerdo con ellos era decisivo: además del permiso para atravesar esos territorios porque eran sus dueños, el militar que sólo cuatro años antes había llegado de Europa conocía la cordillera por mapas, mientras los nativos la atravesaban en uno y otro sentido desde hacía siglos.

En septiembre de 1816 San Martín le había escrito a Pueyrredón, por entonces director supremo de las Provincias Unidas: “he creído del mayor interés tener un parlamento general con los indios pehuenches, con doble objeto, primero, el que si se verifica la expedición a Chile, me permitan el paso por sus tierras; y segundo, el que auxilien el ejército con ganados, caballadas y demás que esté a sus alcances, a los precios o cambios que se estipularán: al efecto se hallan reunidos en el Fuerte de San Carlos el Gobernador Necuñan y demás caciques, por lo que me veo en la necesidad de ponerme hoy en marcha para aquel destino, quedando en el entretanto mandando el ejército el Señor Brigadier don Bernardo O´Higgins”. (Galasso Norberto (2000) Seamos libres y lo demás no importa nada, Buenos Aires, Editorial Colihue).

Pero la colaboración no se limitó solo al conocimiento de los mapas.

También cumplieron un papel esencial en la Guerra de Zapa. En la cual mediante la formación de guerrillas por toda la zona central de Chile se logró dar inicio a la insurrección y la desarticulación del Ejército Real y así dar paso al Cruce de los Andes.

Previo a estas acciones del ejército libertador chileno, los pueblos originarios de la región acordaron con San Martín que darían a los enemigos una información falsa acerca de los pasos por los cuales iba a cruzar y solicitarían ganado a cambio para que les creyeran. De este modo, los obligaba a dispersar fuerzas y debilitar el verdadero terreno de ataque.

Luego de los rituales del caso, el Libertador les dijo: “Yo también soy indio” y les comunicó que iba a pasar a Chile con todo su ejército y cañones “para acabar con los godos que les han robado la tierra de sus padres”. El acuerdo se selló con un abrazo a cada uno de los caciques y el intercambio de regalos. San Martín recibió un poncho blanco cuyas guardas tenían un diseño que lo designaba Toki, jefe guerrero.

Los lazos estrechados entre los pueblos nativos de la región cuyana y el ejército de los Andes dieron origen a una de las frases más recordadas de su General José de San Martin:
“Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos han de faltar; cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres y si no, andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada. La muerte es mejor que ser esclavos”. (Olazabal, Manuel de (1942) Memorias del coronel Manuel de Olazábal: refutación al ostracismo de los Carreras. Episodios de la guerra de la independencia. Estab. Gráf. Argentino).

San Martín veía a los mal llamados “indios” como paisanos. Aliados en contra de las potencias colonialistas europeas.

Si bien tanto en la campaña libertadora de Chile como en la del Perú convocó a los pueblos originarios como fuerzas “auxiliares”, no se propuso desarrollar con ellos una gran fuerza social para un nuevo ejército independentista. Lo cual seguramente hubiese demandado cambios mucho más radicales en el orden social heredado de la colonia.

No obstante, la relación que mantuvo San Martín con expresiones del pueblo mapuche fue muy distinta a la que asumieron aquellos que se hicieron del poder desde 1861 en la Argentina.

Recordamos que, desde esa fecha y luego de la batalla de Pavón comenzaría a operar el filtro liberal de Bartolomé Mitre quien además de dar inicio al periodo de la Republica conservadora fue quien “escribió” la historia oficial, borrando la importancia de los pueblos originarios en la campaña libertadora.

A partir de este momento y con la llegada al poder de los liberales de la “generación del 80” (Sarmiento, Avellaneda, Roca) se iniciaría un genocidio contra los pueblos originarios que se sigue perpetrando de diversas formas hasta la actualidad.

Fuente
http://laizquierdadiario.com/El-pueblo-mapuche-y-la-campana-libertadora-de-San-Martin - 5 de Enero de 2.018

lunes, 27 de noviembre de 2017

Fallece el escultor mapuche Enrique Quilempán Astorga


Fallece el más grande de los escultores que ha tenido el Pueblo Mapuche Enrique Quilempán Astorga en un choque ocurrido en la localidad de Puerto Domínguez (Chile).

Seguirás viviendo en cada una de tus obras y nuevas generaciones seguirán sorprendiéndose con tu presencia Ildefonso Enrique Quilempán Astorga.

Sus reconocidas obras han sido exhibidas en toda La Araucanía.

Repaso de sus obras principales






















viernes, 13 de octubre de 2017

Sueños y Palabras...


domingo, 25 de junio de 2017

En Chile Bachelet pide perdón al pueblo mapuche y presenta medidas para La Araucanía


Autor: Rosario Álvarez

El Plan de Reconocimiento y Desarrollo de la zona presentado por la Mandataria, contempla participación en el Congreso, protección a las vícitmas de violencia en la región y decretar feriado el Día Nacional de los Pueblos Originarios, entre otras medidas.

“Quiero pedir perdón al pueblo mapuche por los errores y horrores que ha cometido o tolerado el Estado en nuestra relación con ellos”.

Con estas palabras la Presidenta Michelle Bachelet presentó el Plan de Reconocimiento y Desarrollo de La Araucanía que contempla medidas para fomentar la participación de los pueblos indígenas, el desarrollo económico y la protección a las víctimas de violencia en la zona.

“Hoy como sociedad democrática y madura queremos dar un paso decisivo para enfrentar la historia de desencuentros y postergación que afecta desde hace siglos a la Región de La Araucanía y al pueblo mapuche (…) queremos hacernos cargo de una larga historia, una historia de conflictos culturales y de brechas sociales, que se han traducido en un desafío de una complejidad y tensión tal que no se soluciona de la noche a la mañana ni con medidas efectistas”, señaló.
La jefa de Estado agradeció el trabajo de la Comisión Asesora Presidencial de La Araucanía, encabezada por el Monseñor Héctor Vargas, y aseguró que el plan “es una invitación a todos a cambiar la mirada respecto de la relación del Estado chileno con los pueblos originarios”.

Bachelet destacó las medidas que ya se han implementado en esta materia, como la consulta especial a los pueblos originarios convocada en el marco del proceso constituyente, la creación de Conadi y el envío de los proyectos de ley que crean el Ministerio de Pueblos Indígenas y el Consejo de Pueblos Indígenas.
“Durante los últimos 25 años hemos comprado, subsidiado o regularizado casi 230 mil hectáreas de tierras indígenas al pueblo mapuche, sólo por ese ítem el Estado ha invertido 584 mil millones de pesos. Y este gobierno será el que más tierras ha adquirido para restitución territorial de los pueblos indígenas”, acotó. Sin embargo, Bachelet aseguró que estas políticas han sido “insuficientes”.

“Debemos asumir que la convivencia efectiva de las diversidades y la paz en los territorios debe fundarse sobre el reconocimiento institucionalizado y un desarrollo que alcance a todos, y cambiar nuestra mirada exige asumir nuestras responsabilidades en la historia de desencuentros y postergación”, dijo la Presidenta.

En este contexto enfatizó las erradas políticas del pasado que han generado “malestar y desconfianza” en la región y la “falta de responsabilidad” de las organizaciones regionales.

“Hemos fallado como país, por eso hoy, en mi calidad de Presidenta de la República, quiero solemne y humildemente pedir perdón al pueblo mapuche por los errores y horrores que ha cometido o tolerado el Estado en nuestra relación con ellos y sus comunidades”, sostuvo emocionada Michelle Bachelet.

“Es claro que desde la conformación de nuestra República la identidad, la cultura, los territorios y los medios de vida del pueblo mapuche no fueron resguardadas como correspondían, y que en más de un siglo y medio de historia nacional, dicho pueblo fue sometido a la invisibilidad y sus comunidades despreciadas y discriminadas”, acotó.


Como Presidenta de la República, pido humildemente perdón al Pueblo Mapuche y a las víctimas de la violencia rural. Hemos fallado como país.

En este contexto, la jefa de Estado reconoció “el dolor y las pérdidas que han afectado a todas las demás víctimas de la violencia rural en al región, y pedirles perdón por aquellas veces que como Estado no supimos asegurar la paz ni proteger su integridad”. 

Medidas
En primer lugar, la Mandataria anunció medidas en el ámbito de las políticas de reconocimiento de los pueblos indígenas, que incluye nuevas formas de participación y reparación. En esta materia, destacó que las propuestas surgidas durante el proceso constituyente indígena serán incluidas en el proyecto de nueva Constitución que se enviará al Congreso durante el segundo semestre de este año. Una de estas medidas contempla la participación efectiva de los pueblos originarios en el Parlamento.

Además, propuso oficializar el uso del mapuzungun en la región de La Araucanía y anunció al firma de un proyecto de ley que establece como feriado nacional el Día Nacional de los Pueblos Originarios, que se celebra el 24 de junio, en el inicio del año nuevo indígena.

Anunció la suma urgencia a los proyectos de ley que crean el Ministerio de Pueblos Indígenas y el Consejo de Pueblos Indígenas para que se constituyan antes de que finalice su mandato.

Según detalló la Presidenta, se modificarán las normas del fondo de tierras y junto con ello, se creará un Comité Interministerial presidido por el Ministerio de Desarrollo Social, para que actualice el catastro de tierras y aguas indígenas. “Esta comisión escuchará las reivindicaciones territoriales del pueblo mapuche y los planteamientos de los agricultores, parceleros y empresas forestales”.

En el ámbito de las políticas de desarrollo productivo regional y territorial, la Presidenta anunció una fuerte inversión en obras públicas, infraestructura educacional, caminos básicos e indígenas y obras de Agua Potable Rural, con una planificación estratégica sustentada en una Política Regional de Recursos Hídricos. La inversión en obras de riego será de $7 mil millones anuales, lo que se espera replicar hasta el año 2021.

Asimismo, la Corfo diseñará un fondo de forestación que comenzará a funcionar el segundo semestre de este año, para la plantación, manejo y operación de predios indígenas con aptitud forestal.

Se creará el Instituto de Desarrollo Cooperativo, orientado a la formación de capital humano con pertinencia cultural, a fortalecer la asociatividad de los productores mapuche y estimular redes de innovación y comercialización para sus productos.

En tanto, la jefa de Estado anunció el Programa Araucanía 2017-2021, que para asegurar su continuidad en el tiempo deberá ser aprobado por la Ley Araucanía, que será enviada al Congreso los próximos 60 días. “Este proyecto buscará poner el foco en el fomento productivo, la generación de infraestructura y la formación de capital social y humano”.

En cuanto a las políticas de protección y apoyo a las víctimas de violencia en la región, Bachelet anunció un plan encabezado por la Subsecretaría de Prevención del Delito junto a las intendencias de la zona, que irá en apoyo a la recuperación económica de las personas y empresas afectadas. “Para el próximo año incluiremos aquellas víctimas que han sido afectadas con la pérdida de sus hogares”, dijo Bachelet.

“No hay espacio para quienes pretenden poner la violencia por delante, acá hay un camino sólo para quienes vengan con las manos limpias y a cara descubierta, y los que persistan en la confrontación van a tener que responder a ello”, culminó la Presidenta.

Fuente Diario La Tercera (Chile) – 23 de Junio de 2.017