Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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domingo, 5 de febrero de 2017

El Libro de los Arboles - Pueblo Ticuna (Brasil)


Desde fines de los años 90 se lleva a cabo en Brasil un emprendimiento educativo que permitió la construcción de la Biblioteca Maguta, la casa de la memoria del pueblo Ticuna.

Para los bibliotecarios involucrados en el particular mundo de las bibliotecas indígenas, la sola mención de la Biblioteca Maguta de la etnia Ticuna de Brasil, implicaba el reconocimiento de un espacio representativo de casa de la memoria autogestionada por los miembros de la propia cultura. Entre todas las experiencias registradas a nivel latinoamericano sobresalía la Biblioteca Maguta, por su originalidad, riqueza patrimonial y sentido de puente entre culturas, los libros bilingües indígenas que allí se editaron, creados por los propios paisanos, marcaron un paradigma de lo que significaba construir una colección de documentos dentro de una biblioteca indígena. En su momento se trató de un excelente proyecto interdisciplinario que involucró a los ancianos indígenas, maestros bilingües y niños de la comunidad, quienes también ilustraron parte de los libros.

Según investigó hace unos años el bibliotecario José Bessa Freire, corresponsal del Orejiverde, la llamada biblioteca bilingüe e intercultural de los ticuna se enriqueció con el proyecto “A natureza segundo os Ticuna”, iniciado en 1987, con la recolección de datos y la elaboración de dibujos sobre la flora y la fauna regionales, realizados con el objetivo de producir material didáctico pedagógico para apoyar cerca de 100 escuelas indígenas, que contaban con 210 profesores y más de 7 mil alumnos, todos ticunas.


La primera publicación de esa serie fue “O Livro das Árvores” (que mereció el premio de la Fundación Nacional del Libro Infantil y Juvenil en 1997 como mejor libro informativo y mejor proyecto editorial), este libro presenta la relación de los indios con la floresta, destacando el valor de varias especies de árboles para su sobrevivencia física y cultural. El texto, que condensa conocimientos prácticos y está dotado de valor poético, es el resultado de una producción colectiva, mientras que los dibujos fueron elaborados individualmente.

Cabe detenerse en el alto nivel técnico de las imágenes, el uso del color, la armonía presente en cada cuadro, el significado simbólico, lo visible y lo invisible de cada especie, el mundo interior de cada elemento, pero especialmente el “realismo” de los vegetales y animales pintados. Hace entender que necesariamente los artistas debieron haber contemplado por mucho tiempo, y muy profundamente, cada detalle de esa naturaleza. Basta ver las ramas de los árboles y sus hojas "que parecen moverse" agitados por una brisa imposible de dibujar, pero que esta presente en cada trazo. Es posible afirmar que solo un artista en permanente contacto con el mundo natural que lo rodea puede representar tan fielmente el espíritu de aquel universo.

“No se trata de un libro de botânica, mas bien es una memoria de los árboles, que les permite a los ticuna recordar la importancia de cada uno de ellos en sus vidas. Hojeando página por página, se comprenden las razões que los llevan a la defensa y preservación de su floresta, un patrimonio que deberá ser eterno, pasando de padre a hijo, como una herencia de las más bellas y más ricas” (Gruber 1998:7).

Se sabe que otros libros de la misma serie tuvieron ediciones monolingües en ticuna, como en el caso del libro de los pájaros y el libro de los sapos. El primero, intitulado “WerigüArüAe”, mereció una revisión definitiva por parte de los participantes del Curso de Formação de ProfessoresTicuna, en febrero de 2002, con la asesoría de la lingüista Marília Facó (Ngupacü 2002). El segundo, “CururugüTchiga”, clasifica diferentes tipos de sapos que existen en la región, el modo de vida de cada uno de ellos y las narrativas míticas en las cuales aparecen como personajes (Ngupacü&Carecü: 2002).

Una memoria de árboles, un modo acaso único de otorgar valor a las tradiciones orales, instalando la noción de biblioteca, buscando destacar las narrativas míticas y los etnosaberes que por siglos fueron acumulados por este pueblo mediante una lengua y un modo de entender el mundo.

Fuente > El Orejiverde

Escrito > Daniel Canosa

Fecha: 7 de Enero de 2.017

Referencias
Bessa Freire, José R. (1995). TorüNguepataü: uma escola ticuna. En A Crítica.
Manaus, D1, 26 de marzo
Bessa Freire, José Ribamar (2000). L a escuela indígena y la biblioteca intercultural en Brasil: Libro construye biblioteca. En: Encuentro latinoamericano sobre la atención bibliotecaria a las comunidades indígenas. México: CUIB.
Cururugütchiga / organização geral dos professores
Ticunabilíngües- Brasília : Ministério da Educação.2002.
Gruber, Jussara Gomes (1994). Museu Magüta .En: Piracema - Revista de Arte e Cultura,
Año2, núm. 2, p. 84-94.
Gruber, Jussara Gomes...[et al.] (1997). O Livro das Árvores. OGPTB - Organização
Geral dos Professores TicunaBilingues . Benjamin Constant - AM.
Werigüarüae / organização geral dos professores
Ticunabilíngües- Brasília : Ministério da Educação.2002.
O livro das árvores / Jussara Gomes Gruber (organizadora).
Benjamim Constant : Organização Geral dos Professores
TicunaBilíngües, 1997.


miércoles, 27 de julio de 2016

Manen, Patuá y Carypyra entre el olvido y el silencio


En 1613 tres tupi fueron enterrados en París bajo tumbas sin nombre. Esta crónica recrea una búsqueda por hallarlos en medio del barro y la nieve.

En una ladera sinuosa del ala sur del Cementerio Père Lachaise, en Paris, están enterrados muchos "indigentes", entre ellos, en la Cuadra 56, tres amazonenses, "barones del caucho" empobrecidos, que murieron en la capital francesa en la mayor indigencia, arruinados por la crisis de 1914. Sus nombres no son ni siquiera legibles y solamente sabemos que las sepulturas pertenecen a herederos de los dueños de campos de producción de caucho gracias a las informaciones de la historiadora de la Universidad de Pará, Rosa Acevedo, con quien visité las tumbas en el invierno de 1982.

La nieve cubría los túmulos de conocidos representantes de las ciencias y de las artes, de Molière a Edith Piaf, pasando por Víctor Hugo, Augusto Comte, Chopin, Sarah Bernhardt, Isadora Duncan, Oscar Wilde, Allan Kardec y tantos otros, cuyos admiradores periódicamente colocan flores y pagan la limpieza de las sepulturas. La sepultura de los "barones del caucho”, en verano y cubierta de hierbas, en aquel invierno estaba con barro y nieve.

¿Sentirían frío aquellos huesos que se menearon un día por la Av. Eduardo Ribeiro en Manaos y luego después por el Boulevard Saint-Michel, derrochando en poco tiempo la fortuna acumulada, explotando la fuerza de trabajo de nordestinos, mestizos e indios, así como con negocios oscuros regados con sobornos? A pesar de eso, en un gesto de deshonesta y provinciana compasión, ¿sería yo capaz de transferir camelias de un túmulo rico para adornar las sepulturas de los tres infelices, que no tienen quien les prenda una vela?

En el cementerio
No. Lo que quería era depositar la corona de flores en la tumba de otros tres coterráneos amazónicos, que murieron en París un sábado primaveral, 4 de mayo de 1613, después de un riguroso invierno, pero no fueron sepultados en el Père Lachaise. Murieron de frío y de soledad en medio de espantosas alucinaciones y crisis de identidad, después de ser bautizados con nombres cristianos: Manen: Anthoine, Patuá: Jacques y Carypyra: François. Hacían parte de la comitiva de seis indios que los franceses habían llevado de San Luis del Maranhão a Paris, tres de los cuales sobrevivieron.

Claude D´Abbeville e Yves D´Evreux, que vivieron en São Luís, presentaron en sus crónicas la biografía y el perfil de cada uno retratado en dibujo con pluma fuente . Manen, uno de ellos, nació un día cualquiera de 1593, en Renary, aldea del río Pará. Nacionalidad: Tupí. Señas particulares: "cabellos largos y lacios, voz dulce y suave, humor fácil, temperamento cordial, afable y juguetón". Causa de la muerte: fiebre ardiente e inexplicable, con parálisis en las dos manos.

Anthoine Manen fue enterrado con el hábito de San Francisco en el propio convento de los Capuchinos, en la calle Saint-Honoré, Paris, en un solemne funeral después de intenso sufrimiento, como nos cuenta D´Abbeville. Ahora, yo solamente podría llevarle flores si localizase ese tal convento. Le propuse entonces al antropólogo Renato Athias, que trabajó en el Río Negro y cursaba su doctorado en Francia, seguir el rastro en el área. Realizamos juntos una peregrinación por la calle Saint-Honoré y por el Faubourg del mismo nombre. Recorrimos de un extremo a otro, edificio por edificio. Pasamos por boutiques de renombre, tiendas chic de perfumes y cosméticos, joyerías, galerías de arte, restaurantes, salones de belleza, librerías, hasta llegar a la iglesia de San Roque, sin ninguna señal del convento capuchino. No desistimos. Buscamos la residencia de la congregación en otro barrio, en la calle Boissonade. Allí nadie sabía nada, pero nos dieron el teléfono del historiador de la Congregación en Marsella.

En las catacumbas
- Aló. Estoy buscando un pariente mío enterrado en vuestro convento - le dije al padre Jean Mauzaize, un viejito simpático cuyo nombre de congregación es Raoul de Sceaux, autor de una historia de los frailes menores de la Provincia de Paris.

Nos informó el local exacto del convento próximo ubicado en la calle de Castiglione, pero confirmó su demolición en 1804. Explicó que hasta el siglo XVII, cuando no había cementerios públicos, cada convento tenía el suyo privado, dividido por parroquias. Por medidas sanitarias, la Revolución Francesa acabó con todos y transfirió los huesos, incluyendo los de los indios, para las Catacumbas de Paris en Denfert Rochereau, que recibe visitas el tercer sábado de cada mes.

Un sábado, allá voy yo con otra amazonense Marilza de Melo Foucher en busca de nuestros parientes. Bajamos una enorme escalera, caminamos por un túnel largo, sombrío y húmedo con avisos explicativos, atravesamos una puerta metálica del Osario Municipal, pasamos por un portal con un aviso que recomienda al visitante que se detenga porque "Aquí comienza el Imperio de la Muerte". No paramos. Más adelante, una placa genérica informa que allí está la osamenta del convento de los Capuchinos transferida el día 29 de marzo de 1804. – Los encontramos - conmemoré.

Sin embargo no era posible comprobarlo. El aviso menciona los restos de Santo Ovidio y de otros muertos ilustres, pero omite cualquier registro de Manen, Patuá y Carypyra que allí están, como sabemos, cubiertos por el polvo, el olvido y el silencio. La expresión "memoria subterránea" propuesta por Michael Pollak gana otra dimensión allí debajo, en las Catacumbas de Paris, un monumento oficial consagrado a la historia, un lugar de memoria que apagó el recuerdo de las minorías excluidas y marginalizadas.

El triste destino de morir como cristianos
¿Qué es lo que esos indios fueron a hacer en Paris? D´Abbeville confiesa claramente que el objetivo era consolidar la alianza de los franceses con los tupinambá del Maranhão, en la lucha contra los portugueses por la ocupación del territorio. Por eso, los seis indios fueron recibidos en "acogida triunfal y con salvas de cañón”, en un espectáculo publicitario que pretendía reclutar nuevos colonos y obtener una ayuda de 20 mil escudos de la reina María de Médicis para las misiones.

Los tres sobrevivientes - Itapucu bautizado como Louis Marie, Uaruajó como Louis Henry y Japuaí como Louis de Saint-Jean - el día de la ceremonia de bautismo desfilaron por las calles de Paris, con gran pompa, al lado de María de Médicis y de Luis XIII, adolescente, sus padrinos en el ritual celebrado por el propio arzobispo de Paris. Todos ellos se llamaron Luis, como su padrino, a fin de "tornar familiar el nombre del rey entre los indios de su tribu".

La ceremonia comenzó a las 16 horas del día 24 de junio de 1613 con una enorme multitud concentrada desde temprano. Centenas de soldados armados se movilizaron con urgencia para proteger las puertas del convento e impedir que el público las derrumbasen para ver el "espectáculo" festivo caracterizado por el lujo: tapetes de seda decorados con oro, pila bautismal de plata y esmalte dorado, colchas de tafetán e indios con vestidos de seda.

Los otros tres indios que murieron, en su agonía, tuvieron alucinaciones. Uno de ellos, en el lecho de muerte, vio una enorme cantidad de gallinas negras que picaban su cuerpo como si fuera carroña putrefacta. El otro, escondido debajo de la sábana, soñó con indios que amenazaban matarlo si aceptase el bautismo y renegase de su cultura. Los capuchinos no entendieron nada. El fraile D´Abbeville narra tales visiones que interpreta como tentaciones del demonio en disputa por aquellas almas. Los frailes salpicaron agua bendita para rechazar a Satanás. Los indios murieron –pero como cristianos - se vanagloria el padre.

La trayectoria de los exportadores de caucho en Amazonas, así como la de los indios bautizados y muertos en Francia constituyen hilos sueltos que nos llevan a reflexionar sobre la necesidad de reelaborar la historia de Brasil que aún se enseña en las escuelas.


Por José Ribamar Bessa Freire 

Fuente: http://www.taquiprati.com.br/cronica/1293-em-busca-dos-parentes-mortos-em-paris-version-en-espa
Fecha: 20 de Julio de 2.016

jueves, 21 de enero de 2016

Las trece abuelas indígenas



Escribe: José Ribamar Bessa Freire

Proceden de la Amazonia, del Tíbet y Nepal, de la selva africana, de los bosques y sabanas americanas, del Circulo Polar. Integran un Consejo para promover la paz, diagnosticar y curar las enfermedades del planeta.

Todas las abuelas tienen un perfume que solo los nietos pueden sentir. Mi abuela Marelisa tenía impregnado en la piel el aroma embriagador de tabaco y café que persiste en la memoria olfativa, aún hoy, 60 años después. Ella y su pipa, ella y el mortero donde molía café, ella en la terraza de la calle Monsenhor Coutinho de aquella Manaos de otrora. Ya la abuela Filó tenía una inexplicable fragancia de tierra mojada, mezclada con priprioca – una hierba perfumada amazónica, cuya raíz la usaba en infusiones para curar su eterna jaqueca. Como era placentero descansar la cabeza en el regazo de las dos. Era delicioso.

Madre solo hay una. Abuela, dos. La cuota personal de cada uno es esa. Sin embargo, como persona jurídica, hay la posibilidad de aumentarla. El pueblo argentino, por ejemplo, tiene muchas, son las combativas abuelas de la Plaza de Mayo que desarman las armadillas de la memoria en la búsqueda de los nietos desaparecidos de la nación, carentes del aroma de la abuela de la que fueron cruelmente privados.

El planeta también tiene ahora trece abuelas indígenas de cinco continentes, las abuelas del mundo, preocupadas con el destino incierto de hijos y nietos de la Madre Tierra, como informa Regiones Indias, boletín de la Agencia Internacional de Prensa Indígena (AIPIN), editado en México por el periodista mixteco Genaro Bautista. Dos de ellas viven en la Amazonía y de allí propagan sus aromas por el mundo.

Abuelas del mundo
Son trece mujeres de diferentes credos y lenguas que sobrevivieron a enfermedades, guerras, persecución, prisión, pérdida de seres queridos. Procedentes de la floresta amazónica, de las montañas del Tíbet y de Nepal, de la selva tropical africana, de los bosques y sabanas americanas, así como del Círculo Polar Ártico, las abuelas se reunieron en un bosque en los alrededores de Nueva York, en 2004, para entonces crear el Consejo Internacional de las Trece Abuelas Indígenas, denominado por la ONU Consejo de Paz, destinado a promover la paz en el mundo, diagnosticar y curar las enfermedades del planeta:

-Estamos profundamente horrorizadas con la destrucción sin precedentes de la Madre Tierra, la contaminación del aire, del agua y del suelo, la atrocidad de las guerras, la amenaza de las armas y de los residuos nucleares, el flagelo global de la pobreza, el desperdicio producido por la cultura materialista, las epidemias que amenazan la salud de los seres de la Tierra, la exploración indebida de las medicinas indígenas y la destrucción de nuestros modos de vida tradicionales" - dice el Manifiesto de las Trece Abuelas, proponiendo una nueva alianza de oración, educación y cura de la Madre Tierra para preservarla en pro de las generaciones futuras.

Son "abuelas indígenas" no por el origen, sino por los saberes étnicos que proyectan. Todas son mujeres chamán, consiguen ver en la oscuridad y realizan curas, usando hierbas, raíces y plantas. Reverenciadas como mujeres-medicina, tratan personas, pero quieren curar la Tierra que está postrada y exhausta. En el manifiesto de fundación, demuestran su disposición para "salvaguardar la herencia colectiva de las medicinas tradicionales, defender la práctica de nuestras ceremonias y afirmar públicamente nuestro derecho a usar nuestras plantas medicinales libres de cualquier restricción legal".

Los saberes orales heredados por las trece abuelas las transformaron en verdaderos acervos ambulantes, cuyo contenido contraría al lobo feroz que solo se atiene a lo que está escrito en las bulas y con los colmillos afilados, abre las mandíbulas para exigir "comprobación científica" (sabe Dios lo que eso significa) de las prácticas indígenas de cura. Las abuelas viven lejos, el camino es desierto, pero cuando anden a lo largo del sendero ya no estarán tan solas esas abuelitas que usan con éxito remedios naturales y fitoterápicos, con seguridad equivalente a las recetas alopáticas industrializadas, solo que sin arrogancia ni prepotencia.

La voz de las abuelas
El encuentro de las abuelas está amparado en una antigua profecía: "Cuando las abuelas de los cuatro puntos cardinales comiencen a hablar, estaremos inaugurando una nueva era". Ese momento llegó. Hablan el lenguaje del agua, del fuego, del viento y de las plantas. Una de ellas, citada por el boletín de la Agencia AIPIN, es Julieta Casimiro Pineda, chamán mazateca de Oaxaca, México, que para mantener sus diez hijos trabajó como doméstica, lavando y planchando ropa, en cuanto ejercía furtivamente su "trabajo sagrado" de sabia curandera. Ella y sus colegas fueron recibidas por el Dalai Lama en la India:

-Cada uno de nosotros puede mudar el mundo y las cosas, con pequeños gestos cotidianos, desde que nos levantamos al rayar el día. Depende del modo que usas el agua, la forma como respiras el aire, el modo con que agradeces este nuevo día, la luz del sol, el fuego, la forma con que tocas la tierra y tratas las personas - dijo en esa ocasión Mona Polacca, la abuela hopi. 

En los últimos diez años, las trece abuelas realizaron encuentros periódicos en diferentes países que les exigieron esfuerzos físicos y logísticos, en los que discutieron, con ayuda de traductores, los proyectos solidarios que desenvuelven, intercambiaron saberes y se manifestaron contra la guerra y la pobreza. En 2016, serán recibidas por una comunidad de África. En esos encuentros que duran tres días, celebran también sus rituales:

- Lloramos mucho, reímos mucho, rezamos mucho, cantamos y también danzamos - relata una de las abuelas, la terapeuta floral María Alice Campos Freire de la ONG Centro Medicina da Floresta. Ella vive en la villa Céu do Mapiá, comunidad del Santo Daime, en el Rio Purus, templo sagrado del ayahuasca, cerca de la frontera de Amazonas con Acre, pero nació en Rio de Janeiro, donde militó contra la dictadura militar. Fue presa, torturada, exilada en Chile y amnistiada.

- Yo no soy una persona de una sola raíz. No soy una india, no soy una negra, no soy una blanca. Soy una brasileña, una sudamericana y dentro del grupo de las trece abuelas represento el diálogo entre culturas" - declaró Maria Alice, que comparte la representación en el Consejo con otra brasileña, Clara Shinobu Iura, una paulista hija de inmigrantes japoneses que decidió aproximarse a los saberes indígenas y de los pueblos de la floresta y acabó mudándose también definitivamente a Céu do Mapiá.

No sabemos si las trece abuelas recibieron respuesta a la carta que le entregaron personalmente en el Vaticano, el 22 de octubre de 2005, al Papa Benedicto XVI, pidiendo que revocara la bula papal de 1493 y de los edictos posteriores que fundamentaron la "doctrina de la conquista" y el exterminio, violando los derechos indígenas al castigar como "brujos y hechiceros" a los que empleaban la medicina tradicional. 

Hoy existen en el mundo todo muchas mujeres trabajando en red con ellas. Claro que el Consejo puede abrigar otras más, indígenas y no indígenas, como las "jaryi" guaraní de todas las aldeas o la chamán de Marajó, Zeneida Lima de Araújo, 82 años, que aprendió los secretos de la naturaleza con Mestre Mundico y es bisnieta de Coemitanga, un curandero Sacaca.

El Consejo de estas trece mujeres remite a una cartografía afectiva donde están el cariño y el perfume, pero también la sabiduría y la experiencia de nuestras abuelas. Hasta hoy conservo una cicatriz en el pie derecho, cuando en un partido de fútbol callejero metí el pie en una lata oxidada, abriendo una herida profunda. La matriarca Marelisa lavó con infusión de crajiru – una hierba antiinflamatoria y cicatrizante; molió mastruz, mezcló con aceite de copaíba, hizo una pasta, la calentó en una olla, aplicándola diariamente sobre la herida abierta durante tres semanas. 

Si estuviese viva, la vieja Marelisa podría integrar el Consejo de Paz, como todas las abuelas del mundo. Todavía oigo su voz cariñosa con aquél acento característico de Pau dos Ferros (RN): - Ora tibis! Ven para curarte, carajito!

En boca de abuela, hasta carajito suena bien. Esas historias me dan ganas de incorporar este género tan especial que es ser abuela. A lo mejor, por no haber conocido ningún abuelo, confieso: me gustaría ser abuela.

Las Trece Abuelas Indígenas son:
Aama Bombo (tamang) - Nepal: Ásia.
Agnes Baker Pilgrim (takelma) - Oregon:Estados Unidos.
Beatrice Long (oglala lakota) - Dakota: Estados Unidos.
Bernadette Rebienot (omyene) - Gabón: África.
Clara Shinobu Iura (brasileira) - Amazônia: América del Sur.
Flordemayo (maya) - Guatemala: América Central.
Julieta Casimiro (mazateca) - México:América Central.
Margaret Behan (cheyenne) - Montana: Estados Unidos, América del Norte.
Maria Alice Campos Freire (brasileira) - Amazônia: América del Sur.
Mona Polacca (hopi) - Arizona: EEUU, América del Norte.
Rita Long (oglala lakota) - Black Hills, Dakota del Sur: Estados Unidos.
Rita Pitka Blumenstein (yup'ik) - Círculo Polar Ártico.
Tsering Dolma (gyaltong) – Tibet.

Fuentes: Diário do Amazonas / El Orejiverde – 21 de Enero de 2.016.


viernes, 27 de marzo de 2015

Tesina: Así en la Tierra como en el Cielo Guaraní


Tres investigadores indígenas defendieron este Miércoles 4 de Febrero de 2.015 sus trabajos de conclusión de curso (TCC).

Ronaldo A. Barbosa bautizado en guaraní Karai Dju describió con los pies en la tierra, la agricultura tradicional y para ilustrar sus hipótesis, trajo de la chacra  varios tipos de maíz, sandía, maní, yuca, zapallo y camote o boniato. Ya sus colegas Geraldo Moreira (Karai Okenda) y Wanderley Moreira (Karai Ivyju Miri), con los ojos en el cielo, escogieron la astronomía y trajeron un mapa del universo que delimita el cielo guaraní con sus estrellas y constelaciones.

Alumnos del Curso de Licenciatura Intercultural Indígena do Sul da Mata Atlântica, hacen parte del grupo de 120 indígenas de las etnias:  Xokleng Laklãnõ, Guarani y Kaingang que ingresó en febrero de 2011 a la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC).

Cuatro años después, las defensas mencionadas - primeras de la UFSC en tierra indígena - ocurrieron no en el campus universitario, sino en una aldea con el nombre poético de Reflejo de las Aguas Cristalinas (Yynn Moroti Wherá en guaraní), localizada en el municipio de Biguaçu, adonde los miembros del tribunal se dirigieron. 

Las dos monografías se complementan como si fueran capítulos de un libro, pues los Guarani para ver la tierra, miran el cielo. Con la lectura del cielo, elaboran el calendario cosmológico llamado Apyka Miri, que cuenta el tiempo, anuncia el clima, las lluvias, la época de extraer miel y de sembrar, el tiempo de cosecha y de hacer artesanía, la duración de las mareas, la caza y la pesca, todo en sintonía con Ñanderu Tenonde - Padre Creador y con Ñamandu -  Padre Sol. La astronomía y la religión son las que dan soporte a la agricultura guaraní, que tiene los pies en la tierra y los   ojos en el cielo. 

Los pies en la tierra
Un rito con presentación del conjunto de coro y danza de niños indígenas precedió la defensa de la tesina sobre agricultura, de 56 páginas, ilustrada con fotos y video hechos por el propio Ronaldo. Ataviado con una diadema de plumas de colores, comenzó su exposición formulando varias preguntas:
¿Cuáles son las formas tradicionales usadas por los Guaraní para  cultivar las plantas y cuáles son las que se mantienen en la actualidad? ¿Qué tipo de herramientas se usan? ¿Cuáles son las semillas más cultivadas? ¿Cuál es la época de cultivo? ¿Qué hacer ante las nuevas tecnologías y ante el mercado?  
Para buscar las respuestas, combinó varios procedimientos de investigación. 

Entrevistó a viejos sabios y reprodujo las entrevistas en lengua guaraní. Cruzó esas narrativas orales con investigación bibliográfica. Analizó documentos del Ministerio de Desarrollo Agrario, textos de Egon Schaden, de Maria Ines Ladeira, algunas tesis y tesinas. Además, fue a campo y registró sus observaciones personales de chacras en tres aldeas, de donde trajo diversos tipos de maíz. Diseñó el croquis de las áreas cultivables y allí identificó variedades de plantas.

De esta forma, las imágenes registradas con diferentes técnicas incluyeron desde dibujos a colores hechos manualmente por el autor, pasando por fotos de las chacras y de las personas entrevistadas hasta el mapa de las aldeas con imágenes de satélite del Google Earth. Al final, la proyección del video sobre el tema reforzó la relación de la agricultura con el mundo espiritual guaraní, destacando el ritual de Ñemongaraí, cuando se bendicen las semillas y alimentos junto con el bautismo de los niños.

En los días actuales la agricultura tradicional guaraní es como si fuera una agricultura orgánica o biológica de los no indígenas porque no usa ningún tipo de fertilizante químico - escribe Ronaldo, que llama la atención sobre "las armadillas" del mercado. "De alguna manera hoy debemos controlar lo que viene de fuera para no afectar directamente  nuestra producción, nuestra cultura" - dice, señalando como lugares de lucha la escuela indígena y la "Casa de Oración (Opy), que es nuestra primera escuela".

Mirando al cielo
La letra de Ñanderu está escrita en el cielo y en la naturaleza, pero se necesita aprender a leer esa letra - explica Alcindo Moreira (Wherá Tupã), 106 años, presenciando el acto de la defensa, al lado de la esposa Rosa Mariani Cavalheiro, 98 años, ambos entrevistados por Geraldo y Wanderley, sus hijos, a quienes enseñaron a leer el cielo. Las tesinas hechas por los dos trata justamente del calendario guaraní, del paso del tempo y de las estaciones,  que pueden ser registradas a través de la observación de las estrellas y de las constelaciones.

La investigación exploró un campo relativamente nuevo para la academia - la arqueoastronomía - disciplina que estudia los conocimientos astronómicos de los pueblos originarios de América y que a partir de 1970 se comenzó a estudiar en universidades europeas y americanas. En Brasil, la  Isla de Santa Catarina es justamente la región más rica en vestigios arqueológicos sobre el tema - según el físico Germano Bruno Afonso, profesor de la Universidad Federal do Paraná (UFPR), cuyos trabajos son citados en la tesina, de 48 páginas, con fotos, dibujos y un video hecho por los autores.

Los dos hermanos recorrieron camino similar al de su colega, usando metodología de la "pedagogía de la alternancia", que fue bien trabajada en las 3.420 horas de duración del Curso de Licenciatura, distribuidas en "tiempo universidad" y "tiempo comunidad", con la integración de los dos espacios en la producción de conocimiento. Entrevistaron los viejos sabios guaraní y cruzaron los dados obtenidos con los textos míticos recogidos por León Cádogan, con los trabajos de Bartoméu Meliá - que fue profesor del curso - y con la observación del cielo.
Todos los pueblos antiguos hacían la lectura del cielo. Si no la hubieran hecho, no sobrevivirían. Trabajo mucho con indios, con astronomía indígena, principalmente con los conocimientos de los opyguas (líderes espirituales)- dice Germano Bruno Afonso, doctor en Astronomía y Mecánica Celeste por la Universidad de Paris VI, con postdoctorado en el Observatorio de la Côte d'Azur y Premio Jabuti de 2000 por el libro "O Céu dos índios Tembé". Reconoce que muchas de sus afirmaciones "se basan en el modo como los opyguas me explicaron para hacer la lectura del cielo y en su forma de pensar".

El pensamiento indígena
La lectura que Geraldo y Wanderlei hicieron, trabajando durante los últimos siete años para reconstituir una versión del calendario guaraní fue esta. Dirigidos por Wherá Tupã, registraron el conocimiento oral antiguo, observaron las principales constelaciones, describieron sus significados para las actividades cotidianas y construyeron una réplica del reloj guaraní, desarrollando una metodología para enseñarles a los niños de la aldea, que de esta forma aprenden con más facilidad. Germano Bruno confirma:
- Para la enseñanza de Astronomía a los niños, el cielo guaraní es un auxiliar precioso. Cuando aprenden las constelaciones indígenas – del Tapir, del Venado, de la Ema, de la Serpiente, de la Canoa, del Hombre Viejo, etc – facilita la enseñanza de la versión occidental. No se necesita  forzar la imaginación, tú miras y ves. ¿Por qué? Porque los indios no apenas juntan las estrellas brillantes, sino que forman las figuras con las manchas claras y oscuras de la Vía Láctea. Así, ven determinado animal en el cielo. Como ese juego que se hace con los niños de ver figuras en las nubes.

Los dos alumnos finalistas afirman que "el pensamiento guaraní no es estático, ni inmutable. Las constelaciones estacionales ofrecen una enorme diversidad de interpretación. Para acceder a esa cosmología es necesario llevar en cuenta la localización física y geográfica de cada grupo indígena, los que habitan en el litoral, en el interior o en diferentes latitudes".

Otras defensas de tesinas van a acontecer hasta el fin de febrero. Las monografías están comprobando que los indios no solamente son capaces de  apropiarse de los métodos de la academia para producir conocimiento, sino que aportan una relevante contribución para que la universidad aprenda y comprenda el pensamiento de los indios. Ronaldo, cuya formación anterior fue de técnico agropecuario en el Colegio Agrícola de Araquari (SC), dice que hoy tiene una visión de dos mundos y puede transitar en ambos: "De esa forma se está plantando una semilla donde vamos poder coger buenos frutos".

Hablando de buenos frutos, entre una defensa de mañana y la otra de tarde, los integrantes del tribunal almorzaron la comprobación de las hipótesis que estaban en los anexos de la monografía: maíz, sandia, ñame, camote. Estaban deliciosos.
Nota diez!
P.S.1  Hacían parte de los tribunales examinadores: Helena Alpini (directora), Maria Dorothea Post Darella, Aldo Litaiff y este locutor que les habla, todos profesores del curso. Ya de otra especie de “tribunal informal” hicieron parte los sabios guarani Alcindo Moreira, Rosa Mariani Cavalheiro y Nadir Amorim, que aprobaron el trabajo de los tres alumnos.
P.S. 2 - A UFSC presentó en 2009 propuesta del Curso de Licenciatura al PROLIND - un programa de apoyo  a la formación superior de profesores que actúan en escuelas indígenas. Ahora, negocia com el MEC para que la Licenciatura Intercultural Indígena se transforme en un curso regular a partir de agosto de 2015. El equipo estuvo formado, entre otros profesores, por Maria Dorothea Post Darella, Ana Lúcia Notzold, Clóvis Brighenti, Antonella Tassinari, Lucas Bueno - coordinador general y Rivelino Barreto Tukano, coordinador pedagógico.
Escrito: José Ribamar Bessa Freire (8 de Febrero de 2.015)

En su blog de difusión de Pueblos Originarios “Taqui para ti” Desde Biguaçu – Santa Catarina (Br)