Sóplame, que te respiro;
sopla más, y haz que arda mi espíritu.
Crea la música, y llámame al oído.
Crea la música, y llámame al oído.
Sopla, y no te detengas.
Sopla tanto como puedas;
pero enseña a mis raíces,
a aferrarse fuerte de la tierra.
Si en un descuido me pierdo,
y se extingue en mí el fuego,
no dejes de golpear una contra otra las piedras,
inventa luces y luciérnagas
que me sirvan de señales en medio de las tinieblas.
Reanuda en mí la magia,
y háblame del relámpago,
del Hijo del Trueno,
del rayo que provocará el incendio.
En
esta hora,
no apartes de mí tu boca;
y sopla,
y aviva mis llamas,
y sálvame con tus palabras;
tráeme alivio con tu waira,
y quédate conmigo,
y más nunca te vayas.
Pedro Ortiz es poeta de ascendencia Inga (pueblo originario de Colombia
cuyo origen se remonta a los Incas) cursó estudios en la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas de la Universidad de Nariño. Es fundador del Festival de
Literatura Valle de Sibundoy.
La poesía de Pedro Ortiz es un
homenaje a la Pacha Mama – Madre Tierra-, por eso el agua, los bosques, las
semillas, los animales y las piedras sagradas pueblan sus versos.
El autor de estos
poemas nos acerca a la riqueza cultural de Colombia, comparte con
nosotros el Samai –aliento– que nos permite conocer y aprender de las maravillosas
personas que habitan en el sur de éste país, donde la “palabra” tiene gran
importancia y se considera el hablar bonito (suma rimai), uno de los principios
que rigen la cosmovisión del pueblo Inga.