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Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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domingo, 13 de octubre de 2024

Lo que la medicina occidental puede aprender de las civilizaciones prehispánicas para tratar las enfermedades mentales




En una cueva enclavada en la inmensidad rocosa de los Andes en el suroeste de Bolivia, entre escombros y estiércol de llamas, los antropólogos descubrieron en 2008 una pequeña bolsa de cuero que había pertenecido a un chamán de la civilización Tiwanaku, un imperio precolombino de hace más de 1.000 años.

En el interior de la bolsa los investigadores encontraron una antigua parafernalia relacionada con drogas, la cual incluía un tubo para inhalar, espátulas para triturar las semillas de plantas psicoactivas y restos de sustancias químicas que iban desde la cocaína hasta la psilocina, uno de los alucinógenos activos de los hongos mágicos, y los ingredientes básicos del té psicoactivo ayahuasca.

Los expertos creen que el hallazgo representa una ventana única para explorar la relación entre las civilizaciones antiguas y las potentes drogas alucinógenas. Las sustancias encontradas también despiertan un interés creciente entre los investigadores médicos.

Los psicodélicos como el MDMA (éxtasis), el LSD, la psilocibina (otro compuesto presente en los hongos alucinógenos) y la ketamina han ido ganando atención en el mundo occidental como una posible forma de abordar la creciente crisis de salud mental.

Los defensores del uso de estos compuestos psicodélicos los consideran como una nueva clase de tratamientos para trastornos psiquiátricos como la ansiedad, la depresión y el abuso de sustancias, entre otros.

Se cree que los compuestos pueden ayudar a modificar la perspectiva de las personas con las llamadas "enfermedades de la desesperación", como el suicidio, la sobredosis de drogas y el abuso de alcohol, en combinación con la terapia de conversación.

Sin embargo, estos tratamientos también han sido criticados por ser potencialmente dañinos.

Más allá de la salud

A medida que este campo emergente de la medicina se desarrolla -y no sin muchos giros y vueltas en el camino- descubrimientos como el de la bolsa del chamán en los Andes bolivianos están arrojando luz sobre el papel que desempeñaron los psicodélicos en las sociedades antiguas.


Sin embargo, entre estas culturas, los psicodélicos se percibían de maneras muy diferentes.

Yuria Celidwen, académica de la Universidad de California-Berkeley, explicó que el término "psicodélico" es en gran medida un concepto occidental moderno.

La experta aseguró que las comunidades indígenas de todo el Sur Global incorporaron estas drogas a sus vidas durante siglos y las consideraron como medicinas espirituales.

"La creencia en Occidente es que se utilizan para tratar trastornos de salud mental", afirmó Celidwen, quien tiene ascendencia indígena nahua y maya, y que pretende utilizar su investigación para recuperar, revitalizar y transmitir la sabiduría indígena.

“Pero el uso indígena no sólo tiene que ver con rituales y ceremonias, sino con prácticas cotidianas. Por ejemplo, si se perdía algo de valor, la comunidad acudía al curandero”, recordó.

Los documentos históricos sí apuntan al uso de sustancias psicoactivas con fines curativos, pero este era solo un pequeño aspecto de su uso.

En cambio, las medicinas espirituales desempeñaron un papel importante en la construcción de conexiones dentro de las comunidades, rituales sagrados, cuidados paliativos, exploración de la conciencia, facilitación de la creatividad y hedonismo.

Desde tiempos inmemoriales

Los registros muestran que los antiguos griegos y romanos celebraban ritos estacionales que implicaban la ingestión de una droga psicoactiva llamada kykeon que contenía alucinógenos similares al LSD.

Sin embargo, Osiris Sinuhé González Romero, investigadora de la Universidad de Saskatchewan (Canadá), que documenta la historia del conocimiento indígena, aseveró que el uso de psicodélicos probablemente se remonta a mucho más atrás en la historia humana.

Los arqueólogos creen que el hongo psicoactivo Amanita muscaria se utilizó por primera vez en América en algún momento después de que los humanos cruzaran el estrecho de Bering, entre el este de Rusia y Alaska durante la Edad de Hielo, hace unos 16.500 años.

El hongo todavía lo usa hoy la comunidad indígena Ojibwa en la región de los Grandes Lagos entre Canadá y Estados Unidos.

"Sabemos que los hongos sagrados con propiedades psicoactivas tienen una antigua tradición en Mesoamérica", dijo González Romero.

"Hay evidencia de esto a partir del análisis de polen, escritura pictográfica, esculturas de cerámica de figurillas que sostienen hongos sagrados e incluso piedras talladas con forma de hongo de la civilización maya. Se cree que el uso de los cactus San Pedro y Peyote (que contienen la psicodélica mescalina) se remonta a 8.600 a. C. en Perú y 14.000 a. C. en México", agregó.

Según González Romero, uno de los primeros documentos escritos conocidos que describe un ritual que involucra hongos sagrados es el Codex Vindobonensis Mexicanus 1, un libro pictórico creado por la antigua civilización mixteca, creado entre 1100 y 1521 d. C.

El fraile franciscano Bernardino de Sahagún registró algunas de las costumbres de los pueblos originarios americanos, entre ellos el uso de sustancias alucinógenas.

Según los investigadores Maarten Jansen y Gabina Aurora Pérez Jiménez, quienes han estudiado la Arqueología Mesoamericana y el Códice Vindobonensis Mexicanus 1, una de las representaciones muestra al Dios del Viento cargando lagartijas con hongos en su espalda, mientras que los participantes en el ritual llevan hongos en sus manos.

El conocimiento de estas prácticas comenzó a difundirse más ampliamente a través de los escritos de un fraile franciscano llamado Bernardino de Sahagún, que pasó décadas estudiando y documentando las creencias, la cultura y la historia de los aztecas, tras la colonización española de México.

Albert García-Romeu, profesor de psicodélicos en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.), aseveró que De Sahagún describió rituales aztecas que involucraban hongos que contenían psilocibina en la década de 1520, seguidos de lo que los practicantes actuales podrían llamar terapia de grupo.

"[De Sahagún] escribió que utilizaban estos hongos en ceremonias en las que la gente bailaba, cantaba y lloraba, y luego, por la mañana, hablaban de sus visiones”, relató García-Romeu.

La ayahuasca y otras sustancias siguen siendo utilizadas por los pueblos indígenas americanos.

Tomando nota

Pero Celidwen dijo que para que la sociedad occidental aprecie plenamente por qué las comunidades indígenas han valorado durante mucho tiempo estas ceremonias, y han tenido estas sustancias en tanta estima, es necesario comprender las diferencias de sus sistemas de creencias e interacción con el mundo que las rodeaba.

En la medicina occidental existe un creciente interés por el uso de psicodélicos como una forma de cambiar la perspectiva con la ayuda de la psicoterapia, ayudando a las personas a procesar el trauma y modificando los patrones de pensamiento introspectivo que pueden aparecer en condiciones como la ansiedad y la depresión.

Sin embargo, Celidwen afirmó que, si bien el uso de psicodélicos en Occidente se centra en el individuo, gran parte del uso de sustancias psicoactivas en las culturas antiguas de las Américas siempre se ha basado en la interacción con los mundos natural y espiritual.

"En la mayoría de estas culturas tradicionales, no tenemos ese sentido de división entre lo humano y el mundo natural", dijo Celidwen.

"Creemos que siempre estamos interactuando con la conciencia viva y receptiva que nos rodea, y cuando usamos medicinas espirituales, buscamos comunicarnos y restablecer el equilibrio con ese mundo. Por lo tanto, el contexto nunca es el bienestar individual o la salud mental, sino el bienestar colectivo del medio ambiente en su conjunto", puntualizó.


García-Romeu coincidió y dijo que entre las comunidades indígenas de Colombia, Brasil y México, las sustancias psicoactivas se utilizaban para comunicarse con sus antepasados, acceder a otros reinos del ser y obtener información sobre el mundo que los rodea.

Tras estudiar documentos sobre la medicina azteca, González Romero descubrió que la música, en particular los tambores, desempeñaban un papel desde hace mucho tiempo en las ceremonias psicodélicas, ya que refleja el latido del corazón y se creía que ayudaba a alcanzar un estado de trance que facilitaba la expresión creativa.

Científicos creen las milenarias costumbres indígenas pueden aprovecharse para el tratamiento de enfermedades mentales.

El experto agregó que, si bien comúnmente utilizamos la palabra "chamán" para describir al practicante que dirige estas ceremonias, se trata de un concepto colonial. Y el término utilizado por algunas comunidades indígenas se traduce literalmente como "el que canta".

"Algunos alcaloides presentes en los psicodélicos de uso clásico, como los hongos psilocibios o el LSA de la planta Rivea corymbosa, tienen propiedades psicodislépticas, lo que significa que provocan alucinaciones auditivas o modificaciones en las percepciones auditivas", apuntó González Romero.

"Esto significa que, incluso si no tienes formación, eres capaz de crear o escuchar música que nunca antes se ha tocado para nadie en el mundo. Tal vez por eso, en la cosmovisión azteca, los hongos estaban relacionados con Xochipilli, el dios de la canción, la música, la alegría, el placer y la fertilidad", agregó.

Estas percepciones también se extendieron a la forma en que las culturas indígenas veían los psicodélicos para la curación.

González Romero informó que el ritual también podía implicar ayuno y restricción sexual con fines de purificación, dependiendo de lo que el practicante considerara adecuado para el paciente.

Algunos rituales de curación no incluía la música en absoluto, sino que se llevaban a cabo en completo silencio durante la noche con animales domésticos como gallos y perros encerrados para evitar perturbaciones.



Fuente de la imagen,Getty ImagesPie de foto,Los pueblos indígenas utilizaban drogas como medicinas, pero también para rituales religiosos.

Curando a la comunidad

Pero aunque los psicodélicos podían utilizarse para tratar cualquier cosa, desde el dolor hasta la fiebre, el énfasis no estaba tanto en curar a un individuo en particular, sino en restablecer el equilibrio de la comunidad en general.

"Los wixárikas han hablado del uso del cactus peyote para recuperar a su comunidad de la anemia después de una gran ola de malaria que agotó su población y su salud hace más de 500 años", indicó Ahau Samuel, un practicante de la tribu chicimeca de Guanajuato (México), que dirige el proyecto de medicina vegetal “Raíz de los Dioses”.

González Romero explicó que esto se debe a que algunos brotes de enfermedades se percibían como relacionados con transgresiones dentro de la comunidad, y que los dioses castigaban a la gente propagando enfermedades.

"Los rituales psicodélicos eran una forma de recuperar el alma", dijo.

"La etiología de las medicinas indígenas es muy diferente. Algunas enfermedades se consideraban derivadas de una pérdida de equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza, por ejemplo, una falta de respeto por parte de los cazadores que mataban más animales de los que necesitaban y sobreexplotaban la tierra", agregó.

Expertos han denunciado que la industria farmaceútica occidental está sacando provecho de las costumbres indígenas, pero sin retribuirlas debidamente.
Sin compartir los beneficios


Dada la larga historia de los psicodélicos en la cultura indígena, muchas comunidades tienen sentimientos encontrados sobre el reciente auge de la investigación psicodélica occidental, la cual ha generado una industria que se espera que alcance un valor de 7.000 millones de dólares para 2027.

El año pasado, Celidwen y un grupo de otros investigadores de origen indígena escribieron un artículo en el que planteaban inquietudes sobre la apropiación cultural, la exclusión de las voces y el liderazgo indígenas de los estudios de las drogas psicodélicas occidentales y la falta de reconocimiento del hecho de que muchas de estas sustancias se consideran sagradas.

Si podemos aprender algo de los miles de años de uso entre las culturas antiguas, es que el verdadero poder de los psicodélicos reside en su capacidad para fomentar los vínculos entre las personas y las comunidades.

Los autores del estudio señalaron que, si bien esta floreciente industria se basa en medicamentos y prácticas que se han extraído y apropiado de la cultura indígena, poco de la riqueza que genera esta industria multimillonaria beneficia a estas comunidades.

Los informes sugieren que, aunque una plaza en un retiro psicodélico organizado por Occidente puede costar varios miles de dólares, los practicantes indígenas ganan entre 2 y 150 dólares por realizar servicios similares.

Otros, incluidos investigadores no indígenas, han cuestionado si las medicinas psicodélicas pueden lograr sus objetivos declarados de abordar las afecciones de salud mental, sin reconocer de alguna manera el elemento espiritual y místico de la experiencia psicodélica.

Para los pueblos indígenas determinadas sustancias consideradas drogas por la sociedad occidental son parte esencial de sus costumbres y tradiciones.

Jules Evans, investigador de psicodélicos en la Universidad Queen Mary de Londres y quien dirige la organización sin fines de lucro Challenging Psychedelic Experiences, explicó que una de las razones por las que pueden ocurrir experiencias adversas es porque son muy ajenas a nuestra cultura secular.

"Algunas tribus americanas han estado utilizando plantas psicodélicas durante siglos", recordó Evans.

"Tienen mapas, guías, una profunda familiaridad con los estados alterados de conciencia. La gente secular, en general, no los tiene. Como resultado, la experiencia puede desconcertar a la gente y confundirla en cuanto a cómo integrarla en una visión materialista del mundo. Esta confusión existencial puede durar meses o años, y la persona que sale del otro lado puede ser muy diferente a la persona anterior", agregó.

Celidwen indicó que una de las limitaciones clave del enfoque occidental es que se centra en las sustancias psicodélicas como algo similar a pastillas que se pueden patentar.

La experta agregó que si podemos aprender algo de los muchos miles de años de uso entre las culturas antiguas, es que el verdadero poder de los psicodélicos reside en su capacidad para fomentar los vínculos entre las personas y las comunidades, como parte de una experiencia colectiva.

"No es la molécula en sí, es la constelación más grande de relaciones que se crean lo que trae la curación", aclaró Celidwen.

"En Occidente, a menudo observamos un pico de bienestar justo después de la exposición inicial a la droga, pero no se mantiene porque no hay un contexto colectivo en torno a la experiencia alucinógena. Y debido a eso, se corre el riesgo de crear otra adicción porque la gente sigue recurriendo a ella para obtener la misma sensación de magia o asombro", alertó.

Por David Cox
BBC Future
12 octubre 2024
https://www.bbc.com/mundo/articles/c9d1d768j08o

jueves, 22 de octubre de 2020

22 de Octubre Día de la Medicina Natural




Los indios navajos curan cantando y pintando.
Estas artes medicinales, sagrado aliento contra el desaliento, acompañan el trabajo de las hierbas, el agua y los dioses.
Durante nueve noches, noche tras noche, el enfermo escucha el canto que espanta las malas sombras que se han metido en su cuerpo, mientras los dedos del pintor pintan en la arena flechas, soles, lunas, aves, arcoíris, rayos, serpientes y todo lo que a sanar ayuda.
Concluidas las ceremonias de la curación, el paciente regresa a su casa, los cantos se desvanecen y la arena pintada vuela.
Los hijos de los días – Eduardo Galeano - Siglo XXI, Buenos Aires, 2012.

sábado, 5 de septiembre de 2020

Tribu amazónica crea enciclopedia de medicina natural tradicional de 500 páginas



En una de las grandes tragedias de nuestra época, las tradiciones, historias, culturas y conocimientos indígenas están desapareciendo en todo el mundo.

Lenguas y mitologías enteras están desapareciendo, y en algunos casos incluso grupos indígenas enteros se están extinguiendo.

Esto es lo que hace que la noticia de que una tribu en la Amazonía haya creado una enciclopedia de 500 páginas de su medicina tradicional sea aún más notable.

La enciclopedia, compilada por cinco chamanes con la ayuda del grupo de conservación Acaté, detalla cada planta utilizada por la medicina Matsés para curar una gran variedad de dolencias.

«La [Enciclopedia de Medicina Tradicional Matsés] marca la primera vez que los chamanes de una tribu amazónica han creado una transcripción completa de sus conocimientos medicinales escritos en su propio idioma y palabras», dijo Christopher Herndon, presidente y cofundador de Acaté, a Mongabay en una entrevista.


“Uno de los curanderos mayores más famosos de Matsés murió antes de que su conocimiento pudiera transmitirse, así que era el momento. Acaté y el liderazgo de Matsés decidieron priorizar la Enciclopedia antes de que más chamanes ancianos se llevaran consigo sus conocimientos ancestrales ”, dijo Herndon.

Acaté también ha comenzado un programa que conecta a los chamanes Matsés restantes con jóvenes estudiantes. A través de este programa de tutoría, los indígenas esperan preservar su estilo de vida como lo han hecho durante siglos.

«Con el conocimiento de las plantas medicinales desapareciendo rápidamente entre la mayoría de los grupos indígenas y sin que nadie lo escriba, los verdaderos perdedores al final son trágicamente los propios ​​indígenas», dijo Herndon. «La metodología desarrollada por los Matsés y Acaté puede ser una plantilla para que otras culturas indígenas protejan sus conocimientos ancestrales».


Los Matsés solo han impreso su enciclopedia en su idioma nativo para asegurarse de que el conocimiento medicinal no sea robado por corporaciones o investigadores como ha sucedido en el pasado. En cambio, la enciclopedia pretende ser una guía para entrenar a nuevos chamanes jóvenes en la tradición y registrar el conocimiento de los chamanes en vida.

Fuente: El Horticultor - 6 de Junio de 2020. Escrito por Martin Reid.



domingo, 7 de julio de 2019

Los Wichì ya tienen su vademècum



María Eugenia Suárez clasificó 115 plantas que poseen 408 usos medicinales. Las comunidades emplean diversas especies para problemas digestivos, respiratorios y dolores menstruales.

Muchas de las sustancias que se extraen de las plantas y tradicionalmente componen la farmacopea wichí también forman parte de la medicina oficial. Esta situación permite advertir, entre otras cosas, que la ciencia no es la única manera de producir conocimientos. Ni siquiera es la más antigua. En la actualidad, los wichís viven en comunidades distribuidas por Salta, Chaco, Formosa y el sudeste boliviano. Son aproximadamente 55 mil personas que habitan pueblos y aldeas, y establecen estrechas relaciones con la naturaleza. Un entorno de bosques nativos que, por el avance de la frontera agrícola y la presencia de grupos privados concentrados, se encuentra en peligro. Suárez es docente de la UBA (Facultad de Exactas y Naturales) e investigadora del Conicet en el Instituto de Micología y Botánica. Visita la región desde hace más de diez años y, entre otras cosas, confeccionó un extenso catálogo de usos y aplicaciones de plantas medicinales. Especies que son empleadas para bajar la fiebre, solucionar problemas digestivos y respiratorios, así como también para aliviar dolores menstruales. Un repertorio extenso de usos que exhibe cómo los conocimientos ancestrales se reciclan a través de las generaciones y, aunque podrían complementarse, se colocan en tensión con la ciencia moderna. 

–¿Qué es la etnobiología? 

–Es una disciplina científica que estudia la relación entre un determinado grupo humano y su cultura respecto de su entorno natural. Nos preocupa conocer cómo los wichís utilizan, manejan, clasifican y se vinculan con todos los seres vivos que conforman el contexto en el cual se asientan. 

–Desde este abordaje, logró diseñar un catálogo de plantas medicinales con un repertorio de usos muy extenso.

–Los fármacos que nosotros utilizamos, producidos a gran escala por las farmacéuticas, históricamente se basaron en los principios activos y las sustancias que provienen de las plantas. Para comprender el inventario en toda su complejidad, contemplar las especies y los usos que las comunidades les otorgan, es fundamental conocer el contexto cultural en el que se realiza esta investigación. También hay que considerar que es humanamente imposible hacer un relevamiento de todas las comunidades wichí; este vademécum solo registra las plantas en algunos sectores. Lo más fructífero es que en el trabajo realizado se cruzan dos sistemas de conocimientos muy distintos: el empírico, académico y occidental por un lado y el wichí por el otro. 

–¿Y cómo conviven?

–Aunque muchas plantas ya fueron estudiadas y su eficacia medicinal fue comprobada; no todos los usos que desarrollan los wichís tienen valor para la ciencia académica. No todos pasarían el escáner de los exámenes fitoquímicos y farmacobotánicos. Se suele concebir a los saberes populares y a la ciencia moderna como dos universos paralelos que se repelen. Desde mi perspectiva, no son excluyentes, de hecho, deberíamos considerarlos en su conjunto para desarrollar perspectivas más complejas y que se ajusten más a la realidad de los pueblos. Incluso, pienso que eso daría lugar a la creación de una medicina más holística que no se concentre solo en el cuerpo y en los aspectos biológicos, porque las personas no somos solo eso. 

–Los conocimientos medicinales de los wichí provienen de saberes ancestrales, recetas que se transmitieron de generación en generación. Según su trabajo, ¿hay más o menos plantas medicinales que en el pasado?

–Lo que pude advertir, en la misma línea que otros equipos que trabajan el tema, es que originalmente las especies empleadas con fines medicinales no habrían sido demasiadas. Por el contrario, la cantidad se fue acrecentando por dos motivos: las transformaciones epidemiológicas y sanitarias de la zona, así como también por las modificaciones en las prácticas chamánicas. Hoy no hay tantos chamanes como antes porque han caído en descrédito y perdieron cierta autoridad que tenían en tiempos pretéritos. Para los wichí, cuando ocurren las “enfermedades verdaderas” –son aquellas en las que “el alma se va del cuerpo”– las plantas medicinales no alcanzan porque también se requiere de una cura espiritual. Antiguamente la escena era dominada exclusivamente por los chamanes y hoy es compartida por pastores de las iglesias cercanas, curanderos criollos pero también por médicos del sistema formal de salud.

–Un sistema formal de salud que no brinda muchas respuestas a los habitantes de la región.

–En algunos casos, incluso, las comunidades están muy aisladas y no tienen medios de transporte. La salida más rápida ante la falta de soluciones por parte del Estado es resolverlo de la manera más sencilla posible. Si alguien se lastima un pie, resulta ilógico trasladarse cuarenta kilómetros para una situación que puede mejorarse de manera sustancial con una planta. 

–¿Qué plantas han demostrado ser eficaces? 

–La tusca es un árbol muy conocido en todo el Chaco y contiene muchísimas propiedades. Es empleada como antiséptico y favorece los tratamientos de problemas en la piel: lastimaduras, sarpullidos, sarna. Por otro lado, el té de Chañar contiene facultades expectorantes que alivian la tos y la congestión nasal. Yo misma las probé y funcionan perfectamente, solo que hay que tener el conocimiento preciso respecto de qué hoja y qué corteza es necesario recolectar. 

–¿Cómo es la experiencia de convivir con los wichí?


–Desde 2004 visito comunidades del chaco salteño. Viajo entre dos y tres veces al año y convivo con ellos en los pueblos pero también en las aldeas. Como la actividad es interdisciplinaria, se emplean métodos de la biología y de la antropología. Realizo un trabajo de campo que posee un fuerte componente etnográfico, es decir, involucra observación participante y también entrevistas abiertas con los habitantes del lugar. Durante meses los acompaño en todas las actividades cotidianas que realizan. Pienso que solo de esta manera se puede comprender cabalmente cuál es el rol de las plantas en su contexto cultural. 

–¿Desde un comienzo se sintieron cómodos con su presencia?

–Al principio les resultaba extraño pero luego nos acostumbramos y entramos en confianza. Lo primero que hago es explicar los objetivos de mi trabajo y para qué pretendo utilizar la información. En la actualidad, la comunidad es mi segunda casa, me siento muy cómoda, pero las experiencias varían de acuerdo a los momentos. En algunos lapsos me toca dormir en una habitación que gentilmente me prestan y en otros debo acampar, y ello representa una aventura agradable. Cuando comencé iba sola, después fui con mi pareja y ahora también voy con mis hijos. Los wichís tienen caciques (jefes tradicionales), figuras ejecutivas (“presidentes”, en general jóvenes que tiene vínculos con la sociedad criolla) y un consejo de ancianos, pero todas las decisiones se toman de manera consensuada. En general, los porteños tienen una imagen muy pobre del Chaco argentino, pero más allá de las deficiencias y de todos los problemas estructurales que las familias afrontan, se vive distinto. Los niños wichí sonríen todo el tiempo, son felices. La principal amenaza la constituye el deterioro de los bosques y los grupos privados.

–¿Avance de la frontera agrícola?

–La pérdida de territorios por parte de las comunidades indígenas pone en peligro sus plantas medicinales, pero también su cultura y el desarrollo de sus propias vidas. Desafortunadamente, se privilegia un modelo agroindustrial que produce desmontes, altera los ecosistemas y contamina el paisaje de agrotóxicos.

Escrito por Pablo Esteban para Página 12 - 10 de Abril de 2.019


sábado, 16 de marzo de 2019

La Medicina de los Incas


La historia del Perú cuenta que desde tiempos antiguos la cultura incaica, practicó una medicina tradicional basada en plantas medicinales y rituales relacionados con la espiritualidad y la energía. Dicha práctica era realizada por herbolarios, curanderos o chamanes, conocidos como “Kallawayas”; ellos practicaban la limpieza del espíritu y cuerpo de las personas, con medicina tradicional natural, el uso de hierbas y flores frescas y secas, menjunjes con el sebo de algunos animales como la serpiente, oraciones, música y danzas; estos tratamientos naturales que en primer lugar fueron atribuidos a la brujería, según la religión del viejo mundo: pero, la increíble eficacia de las hierbas de la “medicina Inca” hizo que durante la época del virreinato se iniciara un estudio científico de las plantas medicinales. Se sabe que la medicina de los incas fue más avanzada que la medicina en Europa durante esa época, sin embargo los nombres coca, ayahuasca, yopo, chacruna, etc., fueron desapareciendo, pues chocaban con los intereses económicos de empresas farmacéuticas.

En la actualidad, personas de todo el mundo llegan a pueblos como Pisac u Ollantaytambo en el Valle Sagrado de los Incas, para conocer y disfrutar de la medicina de los Incas.

Los chamanes practican hasta el día de hoy la medicina tradicional inca

  • La Medicina de los Incas

    La medicina de los incas no solo trato los síntomas de la enfermedad, sino que indago sus causas, utilizando tanto los aspectos físicos como psicológicos del paciente. Los instrumentos quirúrgicos de los incas fueron bastante sencillos: la Vilcachina se utilizó para realizar extirpaciones y el Tumi, sirvió para abrir cráneos. Las bondades curativas de raíces y hierbas utilizadas en la medicina inca, hizo que se establecieran las primeras escuelas de estudio de las plantas en el viejo continente.

    El minucioso control de la salud ejercido por los incas, contribuyo a la rapidez con la que se expandió este imperio que llego a tener más de 12 millones de habitantes, según los registros hechos por ellos con los Kipus. El imperio se extendió desde el Cusco, a los actuales territorios de las naciones de Perú, Bolivia, Ecuador, parte de Colombia, Chile y Argentina. La medicina de los incas trascendió a su época y aun ahora es motivo de estudio.

    ¿Qué tratamientos médicos conocían los Incas?

    Los incas lograron tratar enfermedades como trastornos respiratorios, enfermedades del sistema inmunológico, gastrointestinales, problemas en los ojos y distintos dolores; con remedios hechos a base de plantas medicinales traídas de todos los extremos del imperio; la privilegiada ubicación y el clima de Machu Picchu hizo que se pudiera cultivar plantas medicinales, provenientes de todas partes del Imperio; tabaco silvestre, hojas de Coca (hoja sagrada de los incas) u otras como ayahuasca y chacruna, provenientes de la selva del imperio; las cuales son utilizadas hasta hoy, para entrar en estados alterados de consciencia; pero también usaron hipnosis y anestesia hecha a base de hojas de coca, licores naturales y otras hierbas.

    Asombrosamente pudieron llevar a cabo desde transfusiones de sangre y pequeñas amputaciones hasta complicadas cirugías del cerebro. Curaron las heridas utilizando la corteza hervida del árbol de pimienta, colocando emplastos sobre ellas, mientras todavía estaba caliente; para cerrar las heridas abiertas utilizaron las mandíbulas de algunas especies de hormigas (sutura natural de insectos).

    La trepanación craneana

    Esta complicada operación del cerebro fue llevada a cabo desde el año 1,000 por la cultura pre-inca, Paracas; se trato de una operación de alto riesgo, que fue perfeccionada por los incas hacia el 1,400, logrando la supervivencia de hasta el 90 % de las personas operadas; hoy en día existen procedimientos similares para aliviar la presión del cerebro. Se tiene registro de personas que fueron operadas más de una vez; se sabe de un individuo que fue operado hasta siete veces. Las personas sometidas a esta operación, eran hombres que sufrieron lesiones en combate o para curar la epilepsia o hasta infecciones crónicas en el cráneo.

    ¿Quiénes ejercían la medicina en el Imperio de los Incas?

    Los sacerdotes incas eran también médicos; sanaban con hierbas, minerales e invocaciones de energía; en algunos casos las ceremonias de sanación incluían a muchos miembros de la comunidad cantando y danzando durante horas o hasta días, para lograr sanar a sus enfermos; existían varios tipos de médicos:


    El Watuk: se encargaba de diagnosticar la enfermedad y examinar el estilo de vida del paciente.


    El Hanpeq: Una especie de Chaman que curaba a los pacientes utilizando hierbas y minerales en ceremonias religiosas y místicas.


    El Paqo: curaba el alma; los incas creían que el corazón albergaba el alma.


    El Sancoyoc: Sacerdote cirujano, se ocupaba de extremidades rotas, abscesos y de los dientes.


    El Hampi Camayoc: Era el químico del estado inca y el encargado del cuidado de los recursos médicos.


    El Collahuaya: Suministraba plantas medicinales, amuletos y talismanes.
    El tumi se utilizaba para hacer cirugías craneanas

  • ¿Cómo se ejercía la medicina en la época de los incas?

    En la época de los incas los conocimientos de medicina eran traspasados de padres a hijos. Pero eso no era todo, los hijos de los médicos aprendían acerca de las propiedades de hierbas y minerales y sobre como reconocer y tratar las enfermedades, en la Escuela de Medicina ubicada en la capital del Imperio, Cusco. Eran necesarios varios años para que un estudiante fuera considerado un médico. Los más hábiles eran enviados con los ejércitos o a las principales ciudades del imperio, como Machu Picchu, para tratar a los nobles.

    La medicina de los incas en la actualidad

    Desde tiempo atrás hasta la actualidad, los pobladores del territorio peruano han curado sus enfermedades y malestares por medio de esta medicina tradicional. La medicina inca, aunque poco difundida – por obvias razones – aun se practica, y cada vez con más fuerza en lugares como Pisac u Ollantaytambo. En la actualidad personas de distintos niveles socioeconómicos de todos los países del mundo llega al Valle Sagrado de los Incas para curar sus enfermedades con medicina natural.

    Las plantas medicinales de los Incas

    La medicina incaica tuvo sus orígenes en las plantas medicinales, con remedios preparados generalmente a base de hierbas con propiedades curativas específicas. Existen innumerables hierbas medicinales en este territorio, en las tres regiones naturales del Perú, con un mayor porcentaje en la región andina, seguido de la selva y costa.

    Una de las plantas medicinales de gran importancia fue la hoja de coca, que al margen de tener propiedades curativas, era usada para las danzas ceremoniales. Asimismo, se clasificó cada planta medicinal de acuerdo a las propiedades curativas que tenían y su preparación para luego ser aplicada. A continuación, enumeramos algunas de ellas:

    Desarrollaron un potente anestésico hecho a base de hojas de coca, plantas somníferas y licores naturales.
    Maca: afrodisiaco, anabólico, revitalizante, reconstituyente, antidepresivo, sedante y reforzador de fertilidad.
    Uña de gato: se emplean las hojas, corteza y raíz como anti cancerígeno, para reducir los efectos de la radioterapia y quimioterapia, contra la artritis, enfermedades venéreas, antiviral, mordedura de serpiente, sarampión, antiinflamatorio y diurético.
    Ortiga: diurético, cauterizante y anti-anémico debido a la presencia de los minerales, estos minerales se concentran en los pelos de la planta, por ello se debe su acción irritante en la piel cuando es aplicada sobre el cuerpo.
    Chanca piedra: para hacer infusiones contra la fiebre, dolencias del hígado y los riñones.
    Sangre de grado: se utilizan la corteza, hojas y látex como desinfectante, cicatrizante para traumatismos, heridas en la piel, hemorragias, ulcera gástricas, etc.
    Hercampuri: se emplea como purgante, antidiabética, diurética y anti-infecciosa; reguladora del metabolismo y para reducir la obesidad.
    Quinua: es un alimento nutritivo, además de una planta medicinal, posee propiedades diuréticas, expectorantes y refrescantes. La semilla de esta hierba con leche aumenta la leche de las paridas.
    Paico: hierba aromática usada como anti diarreico, antiinflamatorio, digestivo, carminativo, etc.
    Achiote: se emplea en casos de inflamación prostática, infecciones urinarias, en distintas afecciones al sistema urogenital y como regulador de la función renal. 
    Infusión de coca, sagrada para los incas
  • Fuente: Boleto Machu Picchu - https://www.boletomachupicchu.com/medicina-inca/?fbclid=IwAR1HYtCQorayWBeASovbSszg6UkhfiPpmZL71iaEcIJp_6ZBzDlVqPhGgqk


lunes, 18 de febrero de 2019

Medicina Azteca


lunes, 23 de julio de 2018

La abuela tenía razón: el chañar sirve para la tos



Arrope y Fruto del Chañar 

Su uso es conocido desde antaño, en especial por los lugareños del norte del país. Científicos tucumanos comprobaron, por primera vez en laboratorio, sus propiedades.

Desde las últimas décadas existe una TENDENCIA mundial por volver a lo natural, a lo casero, a lo que llamamos "los remedios de la abuela". Los investigadores empezaron a poner la lupa en plantas que fueron usadas ancestralmente por los pueblos originarios o por poblaciones rurales, debido a sus propiedades. Muchos de sus trabajos terminaron por corroborar usos medicinales y atributos nutritivos, que ayudaron luego a potenciar las economías regionales.

Los curiosos o naturistas que compran remedios, cremas y comidas en las ferias regionales o herboristerías, al menos con el arrope de chañar pueden estar tranquilos. Investigadores tucumanos certificaron en el laboratorio cuatro propiedades de la fruta del chañar (efecto expectorante, antitusivo, antiinflamatorio y analgésico), y tres para su arrope (todas las anteriores menos la propiedad antiinflamatoria, que se perdería durante la cocción de la fruta).

Adrián Reynoso, Nancy Vera, María Eugenia Aristimuño, Adriana Daud y AliciaSánchez Riera desarrollan esta línea de investigación en la cátedra de Farmacoquímica de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia (FBQF) de la UNT. El equipo publicó su trabajo sobre el chañar en dos reconocidas revistas científicas: Journal of Ethnopharmacology y Journal of Nutrition & Food Sciences. En la INVESTIGACIÓN suministraron extractos de chañar a un grupo de ratas, y de su arrope a otro, y verificaron, en etapa preclínica de experimentación, las propiedades farmacéuticas de esa planta, que eran atribuidas por los pueblos originarios.

El tratamiento de estos animales consistió en suministrarles mil miligramos de extracto de chañar por kilogramo de peso corporal, una vez al día. El procedimiento podía durar de tres a siete días, según los casos, hasta que aparecían los primeros resultados y mejoraban los síntomas de dolor, inflamación, tos y podían expectorar.

El chañar, cuyo nombre científico es Geoffroeadecorticans, es un árbol mediano, que puede medir hasta 10 metros de altura cuando crece aislado, pero que es mucho más pequeño cuando crece en bosquecillos. A su fruto también se le denomina chañar y es carnoso, de forma redondeada, tiene en su interior una única semilla, es de color anaranjado, y tiene la forma y el tamaño de una aceituna. Es comestible, dulce, de agradable sabor, y uno de los principales alimentos de los PUEBLOS ORIGINARIOS del Gran Chaco.

Con el fruto del chañar se prepara una bebida fermentada, conocida como aloja de chañar, que es una suerte de aguardiente, a la cual se le reputan propiedades antiasmáticas. También se prepara el arrope de chañar, dulcísimo, espeso, negro, que sirve como reemplazo de mermeladas. Es una especie de miel vegetal, y se le atribuyen popularmente propiedades para aliviar la tos y el dolor de garganta.

Reynoso es el principal autor de esta investigación y actualmente busca aislar la molécula con el principio activo de las propiedades medicinales del chañar. Su idea es conseguir nuevas formas farmacéuticas que contengan los atributos de la fruta, si es necesario uniéndose a otros grupos de investigación o al sector privado. "Queremos estandarizar el método de obtención del arrope variando las condiciones de la temperatura, ya que los arropes analizados anteriormente perdían la propiedad antiinflamatoria a causa del calor", precisó.

Colaboración: Daniela Orlandi (Universidad Nacional de Tucumán)

Foto: Luis Ferrando

Fuente: El Tribuno (Salta – Argentina) – 10 de Agosto de 2016


miércoles, 13 de junio de 2018

Eldorado (Misiones-Argentina) presentaron “Opí Salvador”, un libro de fitomedicina mbya con recetas de plantas medicinales



“Opí Salvador” fitomedicina mbya, es una recopilación de recetas de plantas medicinales, realizada durante más de una década por el médico de Eldorado: Guillermo Salvador Gaudioso, quien trabajó como profesional de la salud en una aldea mbya de Pozo Azul. En el libro los lectores, podrán encontrar el modo de preparación de las medicinas naturales y las dosis sugeridas para cada caso, junto a anécdotas y fotografías del médico.

La humildad es una habilidad para el aprendizaje y el crecimiento personal, es tener un conocimiento realista de lo que somos y de nuestra sapiencia finita…

Esto es lo que tuvo en claro el médico de Eldorado Guillermo Salvador Gaudioso, cuando comenzó a trabajar como profesional de la salud en una aldea mbya de Pozo Azul, donde atendió por más de 15 años a los hermanos guaraníes, con un nombramiento especial por parte de la comunidad mbya, que lo denominó “Opí”.

El día que recibió esa denominación, emocionado Gaudioso escribió en sus memorias: “Hoy fue uno de los días más especiales de mi vida como médico, el cacique y el chaman de la aldea me nombraron Opí, desde ahora tengo que atender con esta corona de semillas en la cabeza, formo parte de la comunidad aborigen”.

“Opí vendría a ser una especie de obispo” explicó Gaudioso, quien agregó que junto a la importante denominación, le entregaron una corona de semillas y una pipa, con las cuales él debía atender a los integrantes de la aldea.

“Esto fue fruto de la aceptación y el cariño que le tenían los mbya de la aldea a mi papá” dijo en diálogo con Misiones Online, Guillermo Gaudioso hijo.

Y agregó “no me olvido de ese día que llegó a casa tan feliz y emocionado porque lo hicieron parte de la comunidad. Y creo que esto tiene que ver con la humildad con la que ingresó a la aldea, porque él sabía que tenia conocimientos de la medicina que ellos no tenían, pero también sabía que en la misma área había mucho que aprender de los guaraníes, y de hecho lo hizo, por eso pudimos publicar este libro con todo lo que aprendió él de ellos”.

Fitomedicina mbya

En el libro se encuentran casi 90 especies relevadas junto a anécdotas y fotos de la experiencia del doctor en la aldea mbya de Pozo Azul.

El médico Guillermo Salvador Gaudioso explicó en referencia a su obra recientemente presentada, que “comenzamos a trabajar con las plantas, ellos me fueron enseñando para qué servía cada una y las dosis que debía tomar la persona en cada caso, porque no son las mismas dosis para adultos como para niños”.

Y destacó “por eso es que en mi libro la gente podrá encontrar el modo de preparación de las medicinas naturales y las dosis que debe tomar para cada caso y según la edad”.

Además detalló “las plantas que menciono son plantas que vemos a diario en nuestra zona, son las plantas típicas de nuestra provincia, las que usan los guaranies, así es que el relevamiento tiene que ver únicamente con lo que crece en la provincia de Misiones”.

En ese marco añadió “hay de todo, desde jarabes para la tos, diuréticos, depurativas y otras, y además hay una parte interesante dedicada al cáncer”. Esto es debido a que la esposa del médico padeció cancer desde los 42 años y falleció este año a los 83, “vivió más de 40 años más, gracias a las medicinas que mi papá le preparaba” indicó Guillermo Gaudioso hijo.

Para finalizar expresó “estoy muy orgulloso de mi padre, del trabajo realizado como médico en la aldea y de este libro que es una recopilación después de tantos años, es una especie de legado que deja a partir de su experiencia”.

Hoy por hoy el médico Guillermo Salvador Gaudioso tiene 85 años, está jubilado, y aunque la memoria le juega malas pasadas, de a ratos vuelven los recuerdos como ráfagas cálidas que alimentan su corazón con nuevas fuerzas, y lo llevan a revivir esas inolvidables historias de amor y pura aventura junto a su eterna compañera y esposa: Alcira Prats. Historias que lo llevaron a sumergirse en lo profundo de la tierra colorada e internalizarse así en los mitos, la magia y los conocimientos que ofrece esta inigualable tierra sin mal.

Fuente: Misiones On Line - 13 de Junio de 2018

domingo, 10 de junio de 2018

Los incas fueron mejores en cirugías de cráneo que los médicos de la Guerra Civil Americana




Fueron los más sofisticados a la hora de practicar la trepanación, con un éxito de hasta el 80 % en las operaciones realizadas.

La trepanación, una cirugía que consiste en agujerear el cráneo por razones médicas, sin anestesia moderna y antibióticos, se practicó durante miles de años en diversas civilizaciones del mundo, pero no todos los pacientes sobrevivían a esa operación.

Los incas, de América del Sur, fueron los más sofisticados a la hora de practicar la trepanación, con un éxito de hasta el 80 %, en comparación con el 50 % de operaciones exitosas registrado durante la Guerra Civil Americana, unos 400 años después, reveló un estudio de David Kushner, neurólogo de la Universidad de Miami (Florida) y John Verano, un bioarqueólogo de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans (Louisiana), publicado recientemente por la revista Science.

Kushner y Verano estudiaron 59 cráneos de la costa sur de Perú fechados entre los años 400 y 200 antes de Cristo, 421 de las tierras altas centrales del Perú que datan del 1000 hasta el 1400 de la era actual y 160 que fueron conseguidos alrededor de Cusco, que datan de su época como capital del Imperio inca, entre 1400 y 1500.

La trepanación comúnmente se realizaba después de una lesión traumática, para las fracturas del cráneo y aliviar la presión sobre el cerebro. Pero consideran, luego del estudio, que es posible que los incas también practicaran esta cirugía para tratar dolores de cabeza crónicos o enfermedades mentales.


“Los resultados fueron sorprendentes”, dice Kushner, citado por Science. Precisó que solo el 40 % del primer grupo sobrevivió a las operaciones, 53 % lo hicieron en el segundo y entre 75 y 83 % durante el período Inca.
Métodos refinados en 1.000 años

Estos resultaron evidenciaron “más de 1.000 años de refinación de sus métodos”, menciona Corey Ragsdale, un bioarqueólogo de la Universidad del Sur de Illinois. En el estudio, notaron también que la técnica mejoró, dando como resultado orificios más pequeños y menos corte o perforación.

Al comparar con los resultados de las operaciones de los médicos de la Guerra Civil Americana (1861–1865), revelaron que en esa época entre el 46 % y el 56 % de los pacientes sometidos a cirugía craneal murieron, en comparación con el 17%-25 % de los pacientes de la era inca.

Fuente: RT – 9 de Junio de 2018