Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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martes, 27 de octubre de 2020

Iguazú fué fundada el 10 de Mayo de 1626


Un maestro español y un músico francés, junto a miles de guaraníes, fundaron Iguazú el 10 de mayo de 1626. Llamaron al pueblo Santa María del Yguasu, y estaba ubicado a pocos kilómetros de las Cataratas, río arriba. Llegó a tener hasta 8 mil habitantes, entre ellos músicos, artistas, constructores...


Ante esta magnitud histórica, nada tiene que hacer la llegada del primer contingente de turistas a inicios de los 1900, establecida como fecha fundacional de este pueblo.

Unos 68 años después que el adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca pasara por las Cataratas, más precisamente en 1609, la Compañía de Jesús había fundado su primera reducción, San Ignacio Guazú, en la zona del Paraguay actual, y comenzaba el trabajo misionero en esta zona del Iguazú, conocida como Alto Paraná, por orden de Pedro de Oñate, quien asumía como Padre Superior en 1615.

A partir de este año, el misionero jesuita Roque González de Santa Cruz comenzó a recorrer estas regiones, distinguiéndose como pionero y gran conocedor del idioma y costumbres guaraníes, que habitaban todas estas tierras de la Selva Paranaense junto a otras tribus.

El conocimiento de González sirvió a todos los demás misioneros jesuitas, que sirviéndose de su información pudieron acercarse a los asentamientos nativos con más facilidad y encontrando mejor predisposición.

Entre los padres que aprovecharon este trabajo previo de González, para evangelizar esta región iguazuense estaban el historiador y maestro español Diego de Boroa, y el músico francés Claudio Ruyer, quienes participaron de la fundación y desarrollo de varios de los pueblos jesuitas en la zona de la confluencia de los ríos Paraná e Iguazú.

Fue Boroa quien principalmente siguió la orden del Padre Superior de laborar en “la conversión de aquellos infieles hasta el Salto del Guayrá y los del Río Iguazú”, y en este esfuerzo, el historiador debía cumplir con los objetivos de tener control sobre las dos principales vías de comunicación, el Paraná y el Iguazú; el primero como “camino” hacia el norte y el sur, y el segundo como la vía que unía Asunción con el Atlántico.

Pero no todo fue fácil en la misión de controlar esta región, porque primeramente la zona de las Cataratas del Iguazú era conocida como “impenetrable” para los europeos que “colonizaban” en esos años, por la gran dificultad que representaba el terreno para recorrerlo, y además porque los nativos no recibieron con agrado a los padres, pues su experiencia con los otros españoles fue dramática: los tomaban como esclavos a ellos y a sus hijos, engañándolos con falsas promesas de bienestar.

Por ello, el primer contacto con los guaraníes fue frustrante para Boroa. En 1623 el padre entra con una canoa por el Iguazú con unos doce indios que lo acompañaban desde San Ignacio, y ni siquiera puede llegar a los saltos, porque unos espías avisan a los de los pueblos cercanos, quienes no le permiten el paso, por más que Boroa les ofrece “dones”.

Dos años después vuelve con otros indios, y logra pasar las Cataratas para llegar hasta uno de los pueblos, en donde se queda unos días haciendo amistad con un buen grupo de nativos, sin embargo uno de los principales caciques, llamado Taupá, lo obliga a retirarse diciendo que no confiaba en los blancos.

El tercer intento fue el definitivo. Tanto era el amor y la voluntad que demostraban los padres por entablar una relación “diferente” a las anteriores que habían marcado negativamente a los guaraníes, que volvieron a principios de mayo de 1626 acompañados por otro cacique, Tabacamby, y logran ser aceptados.

Así fue que el día 10 de mayo de 1626 se instalan en la zona, fundando el pueblo Santa María del Yguazú a unos 15 kilómetros al norte de los saltos, en la margen derecha del río, hoy Iguazú, Misiones, Argentina.

Hugo López

Referencias

Cartas annuas de Jesuitas e Bandeirantes no Tapé 1615 – 1641 – Colección Angelis, Jaime Cortesão, Edición de la Biblioteca Nacional, División Publicaciones y Divulgación – 1969.

El imperio Jesuítico – Leopoldo Lugones – Buenos Aires 1904.

El Universo Misionero- Guaraní – Esteban A. Snihur – Golden Company, 2007.

Misiones y sus pueblos Guaraníes – Guillermo Furlong – Buenos Aires 1962.

Santa María del Yguazú, 1626 – Investigación – Dr. Luís Honorio Rolón, Iguazú.

Fotografía: Película La Misión.

martes, 12 de diciembre de 2017

Desentrañar la historia de la mano de los escritos jesuitas



La Junta de Estudios Historicos de la Provincia de Misiones rescata esta obra que estuvo dormida casi 4 siglos.

El padre Diego de Boroa pasó sus últimos días en la reducción de San Miguel en Rio do Sul.

“Tratamos de valorar más que a los ladrillos, a las personas que, como Lorenzana, habitaron este lugar y construyeron la historia”, explicó Carlos Page, a cargo del estudio introductorio, la edición crítica y notas del libro La biografía del jesuita Marciel de Lorenzana, precursor de las misiones del Paraguay escrita por el padre Diego de Boroa (1585-1657). 

En este marco, Page destacó la edición de este material “que desentraña lo que pasó y nos permite entender un poco más lo que pasa” con los guaraníes en ese entonces o con los mapuches ahora, por ejemplo.

Además, la escritura de Boroa, fiel al estilo barroco de la época, es sumamente detallista y narra de primera mano hechos y circunstancias que le tocaron vivir a estos religiosos en las primeras misiones conocidas. Uno de los aspectos que sobresale en su escrito, según Page, es la descripción de la tensa relación entre los comendadores y los jesuitas que defendían a los guaraníes de los usos autoritarios y que se fue acrecentando con el tiempo. 

El episodio que se retrata en esta oportunidad, es el momento en que Lorenzana se levantó contra una brutal represión que habían sufrido los indígenas por una falsa acusación de las autoridades y por esa actitud es repudiado por los comendadores, que le pedían abandonara la Iglesia. 

Cabe resaltar que la publicación de la biografía del padre Marciel es parte de un proyecto del programa de investigación “Antiguos Jesuitas en Iberoamérica” del Ciecs-Conicet/UNC. De esta manera, el estudio busca revalorizar una obra inédita de Boroa, quien llegado de España, alcanzó a ser provincial del Paraguay (1634-1640), pero que falleció luego en la reducción de San Miguel en Rio Grande do Sul. 

Tal como explicó Page, Boroa escribe la biografía de Lorenzana pero sin la intención de editarla y por eso es que los escritos quedaron en el olvido. Sin embargo postula que hay varias copias del texto además de la encontrada en Roma, que originó esta publicación, que de alguna manera revive la historia de las misiones jesuíticas exaltando a sus protagonistas directos.

Más detalles de la fascinante historia y del estudio que da vida a este libro, podrán descubrirse en la presentación que protagonizará Page mañana a las 19.30 en el museo Aníbal Cambas.

Por otro lado, el arquitecto y doctor en historia adelantó a El Territorio que se encuentra trabajando en un nuevo proyecto sobre los inicios reduccionales en el Guayrá, los primeros contactos de los jesuitas de las Asistencias tanto de Portugal como España. La investigación explica que el Guayrá es la primera región que alcanzaron los jesuitas del Brasil, conformándose como el antecedente de la gesta jesuítica reduccional del Paraguay.

Los protagonistas
Los estudiosos plantean que Diego de Boroa fue un prolífico historiador que trabajó el género biográfico como ninguno en su época, quedando su obra injustamente inédita. El misionero escribió sobre Roque González y Francisco de Alfaro, entre otros.
Marcial Lorenzana por su parte, es una figura destacada en la historia jesuítica ya que fue el primer misionero de la Asistencia de España que llegó al Paraguay. Allí lo esperaba el padre Saloni quien desde la residencia de Asunción lo llevó a las afueras de la ciudad en misión itinerante, teniendo el primer contacto con los guaraníes (1593). No solo eso sino que también viajaron juntos a Villarrica, donde debe haber tenido oportunidad de ver las poblaciones de indígenas cristianos que había logrado agrupar el padre Manuel Ortega. 

Toda esa experiencia en cuanto al conocimiento de la lengua y costumbres guaraníes las aplicó con el tiempo, al fundar la reducción de San Ignacio Guazú (1609), cuando ya estaba creada la Provincia Jesuítica del Paraguay.

Para agendar
Presentación.
Mañana a las 19.30 en el Museo Aníbal Cambas, La Junta de Estudios Históricos de Misiones y la Maestría en Cultura Guaraní - Jesuítica
de la Facultad de Arte y Diseño de la Universidad Nacional de Misiones, presentan el libro en un panel conjunto entre Carlos Page, Liliana Rojas y Alfredo Poenitz.

Fuente
Diario El Territorio - 12 de Diciembre de 2.017