Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

Mostrando entradas con la etiqueta Fernándo Pepe. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Fernándo Pepe. Mostrar todas las entradas

martes, 24 de mayo de 2022

Declaran como «sitios sagrados» a Punta Querandí y La Bellaca



El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) reconoció como «sitios sagrados» a Punta Querandí y La Bellaca, ubicados en la localidad de Dique Luján, en el partido de Tigre; y a Cerro La Caballada, situado en el distrito de Carmen de Patagones. «Este paso nos da fuerzas para encarar lo que viene: el regreso de 42 ancestros al sitio Arroyo Sarandí, una zona hoy ocupada por Nordelta, y la defensa de otros espacios territoriales en peligro por emprendimientos inmobiliarios», afirmaron desde la comunidad indígena. Por Punta Querandí.

La resolución del organismo nacional, firmada el 17 de mayo por su presidenta Magdalena Odarda, apunta a proteger, visibilizar y honrar las diversas actividades ceremoniales, espirituales y culturales que realizan los pueblos originarios en estos espacios.

El territorio ancestral de Punta Querandí, enclavado en una zona de enterratorios que fueron destruidos por el emplazamiento sin control de distintas urbanizaciones de barrios privados, es protegido hace más de una década por una comunidad pluriétnica. En el lugar, se conservan restos arqueológicos indígenas de mil años de antigüedad y se realizan ceremonias y actividades educativas abiertas a toda la sociedad.

«Es una gran alegría que desde el Estado se reconozcan nuestros sitios sagrados en el Conurbano bonaerense», expresaron desde la Comunidad Indígena Punta Querandí, que realizó su primera solicitud formal hace casi 15 años.

«Este paso nos da fuerzas para encarar lo que viene: el regreso de 42 ancestros al sitio Arroyo Sarandí, una zona hoy ocupada por Nordelta, y la defensa de otros espacios territoriales en peligro por emprendimientos inmobiliarios», agregaron.

«En los sitios sagrados de Punta Querandí y La Bellaca el año pasado logramos reenterrar a ocho ancestras y ancestros, que retornaron a sus territorios después de varias décadas de estar en poder de un grupo de arqueólogos que negaban nuestros derechos», valoraron.

Mientras que Punta Querandí firmó un Convenio de Propiedad Comunitaria con el Municipio de Tigre, en La Bellaca se encuentran delimitados tres sitios ancestrales con alambrados de seguridad dentro de un corredor público afuera del emprendimiento inmobiliario Santa Ana, en la entrada de Villa La Ñata.

Sin embargo, otros dos sitios identificados en La Bellaca fueron entregados por los arqueólogos, una decisión que tuvo la aprobación de la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural en 2014 y se ocultó deliberadamente a los referentes indígenas, quienes recién se enteraron media década después cuando en una audiencia pública se evaluó el estudio de impacto ambiental pagado por la empresa EIDICO.


«Una tarea inédita en nuestro país»

El antropólogo y especialista en restituciones del INAI, Fernando Miguel Pepe, explicó: «Venimos analizando una serie de pedidos y reclamos históricos de las comunidades originarias de todo el territorio nacional; la declaración de sitios sagrados a sus enterratorios ancestrales es una tarea inédita en nuestro país».

«Ya se han declarado sitios sagrados en tres provincias: Río Negro, Chubut y Buenos Aires; la mayoría correspondientes a pedidos de comunidades pertenecientes a los pueblos mapuche y tehuelche. Pero ahora se suma la comunidad multiétnica, con integrantes de los pueblos qom y guaraní, de Punta Querandí», valoró Pepe.

Por su parte, respecto al Espacio Ancestral, Ceremonial, Filosófico y Espiritual llamado «Cerro de la Caballada», situado en el límite entre Buenos Aires y Río Negro, la resolución del INAI lo declara «Sitio Sagrado» de los pueblos originarios a partir de una solicitud de las comunidades mapuche-tehuelche Waiwen Kurruf, Inan Leufu Mongeiñ y Leufu Ka Lafkenche, localizadas en Carmen de Patagones y Viedma.

Fuente: ANRed - 22 de Mayo de 2022
https://www.anred.org/2022/05/22/declaran-como-sitios-sagrados-a-punta-querandi-y-la-bellaca/

martes, 11 de enero de 2022

El INAI aprobó la restitución de restos de pueblos originarios más grande de Argentina




Se trata de 42 restos pertenecientes a la "Comunidad Indígena Punta Querandí", del partido de Tigre, que son reclamados desde 2009.

El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) aprobó este lunes 10 de Enero de 2022  la restitución de los cuerpos de 42 ancestras y ancestros a la Comunidad Indígena Punta Querandí, del partido de Tigre, lo que se convertirá en la más grande que se concrete en el país. Los restos humanos deberán reenterrarse donde se localizaba el sitio arqueológico “Arroyo Sarandí”, destruido por Nordelta a fines de los ’90.

Se multiplica el proceso de reentierros de los Pueblos Originarios en el distrito de Tigre, considerada una parte necesaria de la reparación histórica. Luego de devolver a sus sitios sagrados los restos humanos de 8 antepasados durante el 2021, ya se inició la segunda etapa con 42 cuerpos que fueron excavados un siglo atrás por un arqueólogo estadounidense.
Reinaldo Roa del Consejo de Ancianos de la Comunidad Indígena Punta Querandí, señaló: “Los gobiernos tienen que respetar los enterratorios de nuestros antepasados. Recuperar sus cuerpos fortalece nuestra espiritualidad y eso va a hacer que más personas se reencuentren con sus raíces”.

"Gracias al Gran Espíritu por oír nuestros pedidos y poder así reivindicar el respeto que se les debe a nuestros pueblos desde hace mucho tiempo", declaró Santiago Chara del Consejo de Ancianos de Punta Querandí y autoridad de la Comunidad Qom Cacique Ramón Chara, quien agradeció la labor del Área de Identificación y Restitución de Restos Humanos Indígenas y Protección de Sitios Sagrados del INAI.

"Estas tierras recuperan a sus guardianes que vuelven para fortalecernos y recordar a los que quieren negar nuestros derechos invisibilizando la historia ancestral del territorio. Aún hay mucho que reparar y estamos en ese camino”, subrayó Jésica Zalazar del Consejo de Mujeres.

“Es nuestro deber como comunidad", coincidió Alfonsina Bissoni también de Punta Querandí: “No podemos echar a las personas que viven en estos barrios privados pero sí podemos recuperar a los ancestros y devolverlos a sus sitios sagrados, recuperar sus cerámicas, reconstruirlas, demostrar que cazaron en estas tierras, pescaron en estos ríos. Acá estuvieron y estamos haciendo memoria histórica para que eso no se olvide nunca”.

El famoso megaemprendimiento inmobiliario Nordelta y otros complejos similares como Villa Nueva arrasaron a fines de los '90 miles de hectáreas de humedales continentales y enterratorios indígenas en una zona ancestralmente habitada por querandíes, chanás y guaraníes, entre otros pueblos.

A partir de ese contexto, se constituyó la Comunidad Indígena Punta Querandí y después de más de una década de lucha, logró dos importantes triunfos: el reconocimiento de la propiedad comunitaria de su territorio ubicado en el Paraje Punta Canal y la recuperación de los cuerpos de los ancestros. También, en conjunto con sectores vecinales, ambientales y políticos, se ganó una nueva normativa de protección de los humedales continentales.

UN ACTO DE JUSTICIA

Fernando Miguel Pepe, coordinador del Área de Identificación y Restitución de Restos Humanos Indígenas y protección de Sitios Sagrados del INAI, expresó a Télam: "Es un pedido de restitución que cumplió una década. En marzo del 2021 entregamos 8 ancestras y ancestros que ya están enterrados 7 de ellos en sus sitios sagrados, y el octavo en territorio comunitario. Ahora vamos a cerrar el ciclo terminando con esta segunda etapa para dar fin a estos reclamos de años".
Estos casos, los primeros en el área metropolitana de Buenos Aires, fueron fruto de la articulación entre el INAI, el Consejo Provincial de Asuntos Indígenas (CPAI), el Instituto Nacional de Antropología (INAPL) y el Municipio de Tigre. También hubo declaraciones de interés legislativo en el Concejo Deliberante y la Cámara de Diputados Bonaerense y un cambio de mirada en las nuevas autoridades de la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural, que antes desoían los reclamos. La Defensoría del Pueblo de la Nación fue otro actor importante en los últimos años.
"Cada restitución es un acto de justicia para las comunidades y un granito de maíz en la larga lucha de los pueblos", destacó Pepe, quien brindó algunos datos muy particulares sobre Samuel Lothrop, el arqueólogo responsable de excavar los restos humanos de los ancestros en 1925.
"Lothrop trabajó intensamente para el servicio de espionaje de los Estados Unidos utilizando su carrera como una fachada para la labor de recolección de información estratégica en los países que recorría", explicó Pepe.
Y agregó que "fue uno de los pocos extranjeros a quienes se les autorizó conducir excavaciones en territorio argentino. Aunque aún no se desclasificaron documentos que lo involucren con su trabajo en la CIA en Argentina, sí salieron a la luz su labor durante décadas para esa agencia y otras, en otros países que visitaba como arqueólogo".

TIGRE ESPACIO DE MEMORIA

Con el retorno de los 50 antepasados a sus lugares ancestrales en Punta Querandí, en La Bellaca y Arroyo Sarandí, el territorio tigrense se fortalece como espacio de memoria y reafirmación de la preexistencia y la resistencia indígena en Buenos Aires.

Fuente: Punta Querandi FB - 10 de Enero de 2022

martes, 13 de julio de 2021

Fernando Pepe quedó al frente de una nueva área que deberá “proteger los sitios sagrados” de los pueblos originarios



El antropólogo que gestionó 18 restituciones de restos humanos indígenas ahora tendrá a cargo la protección de ”sitios sagrados” dentro del INAI.



El reconocido antropólogo egresado en la UNLP Fernando Pepe fue designado como coordinador de una nueva dependencia del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).

El antropólogo que trabaja desde hace décadas con los pueblos originarios de todo el país ya estaba a cargo del “Programa Nacional de Identificación y Restitución” del organismo. Ahora, sumará también la tarea de preservación de “sitios sagrados”.

“Este es un paso más en el camino que emprendimos en 2006 cuando empezamos a militar para que la Ley 25.517 sea reglamentada que había sido sancionada en 2001”, subrayó Fernando Pepe a Info Blanco Sobre Negro.

“Eso lo logramos en 2010, cuando la entonces presidenta Cristina Kirchner reglamentó la Ley en el marco de los festejos del Bicentenario. En ese momento se creó la Dirección de Afirmación de los Derechos Indígenas dentro del INAI. Esta fue la primera dirección con una dirigencia indígena a cargo”, recordó Pepe que desde el 2010 gestionó 18 restituciones de restos indígenas que permanecían en el Museo de La Plata.

“Desde ahí hicimos el programa nacional de identificación y restitución de restos humanos indígenas con las comunidades representadas en la Dirección. Ahora dimos un paso más potenciando ese programa creando el área de protección de sitios sagrados”, continuó.

La flamante Área de Identificación y Restitución de Restos Humanos Indígenas y Protección de Sitios Sagados” estará bajo la órbita de la Dirección de Afirmación de los Derechos Indígenas del INAI.

Sobre esta nueva tarea, el antropólogo explicó: “Ampliamos el alcance y empezamos a proteger los cementerios y los sitios sagrados que son muy variados dependiendo la cosmovisión de cada pueblo”.

“Tenemos más de 33 pueblos representados en el INAI. En todas las cosmovisiones coincide que los cementerios son sagrados, en todos los pueblos es igual”, remarcó.

Fuentes:
Indimedya Pueblos Originarios - 9 de Julio de 2021.
https://www.infoblancosobrenegro.com/un-platense-quedo-al-frente-de-una-nueva-area-que-debera-proteger-los-sitios-sagrados-de-los-pueblos-originarios/

domingo, 11 de octubre de 2020

Después de 141 años, volverá a su tierra el cacique Calfucurá

Los restos del líder mapuche fueron profanados en 1879 y su cráneo entregado al Museo de La Plata. Las autoridades buscan que sea devuelto el 7 de junio de 2021, aniversario de su muerte. Además, se creará la Ruta del Toki Calfucurá por distintas provincias del país.



Llega un nuevo 12 de Octubre. Y las luchas y resistencias indígenas persisten. Al genocidio ocurrido en estos cinco siglos se le suma el simbólico. Sus historias permanecen invisibilizadas en la historia argentina, y los efectos llegan hasta la presencia de cuerpos indígenas en museos, como reliquias. El caso paradigmático es el de Calfucurá, cuyo cráneo permanece aún en el Museo de La Plata. Según las autoridades, en junio del año próximo podría ser restituido, algo que ya lograron con más de cien personas desde 2010.

“Queremos la paz, que nada sacamos en que nos estemos matando unos a otros (...) es mejor vivir como hermanos de una misma tierra que somos", le escribió Juan Calfucurá a Sarmiento el 30 de enero de 1873, reflejando dotes que destacan quienes lo estudian: el poder de diálogo, negociación y su conocimiento del contexto. Menos de seis meses después, la noche del 3 de junio, falleció. Lo enterraron en el paraje Chillihué, en La Pampa, en una gran ceremonia de la que participaron jefes de toda la región, teniendo en cuenta que su influencia iba desde la zona entrecordillerana (fue hijo del célebre cacique Huentecurá, que cooperó con San Martín en el cruce de los Andes) hasta la provincia de Buenos Aires y las Salinas Grandes, en un liderazgo que duró más de cuatro décadas, negociando permanentemente con las autoridades de la nación criolla, como Mitre, Urquiza y Rosas, con quien pactó acuerdos comerciales.

Seis años después, con la mal llamada Conquista del Desierto, su tumba fue profanada. El teniente coronel Nicolás Levalle robó su cráneo y se lo entregó a Estanislao Ceballos, que a su vez se lo "obsequió" al perito Francisco Moreno, fundador del Museo de La Plata, supuestamente para ser medido y comparado con otros 5000 similares, todos exhibidos en la muestra "cráneos araucanos". Hasta los años '40 se exhibió al público.

"Prisionero de la Ciencia", lo llama el antropólogo Fernando Miguel Pepe, coordinador del Programa Nacional de Identificación y Restitución de Restos Humanos Indígenas del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), quien desde 2014 viene trabajando en su restitución: "Es muy complejo, porque hay muchas comunidades y organizaciones reclamantes. Se acordó por unanimidad que va a ser restituido al Lof de San Ignacio, de Neuquén, donde ya se encuentran los restos de su hijo, Manuel Namuncurá, y su nieto, Ceferino Namuncurá, el beato, pero aún las comunidades están discutiendo dónde lo enterrarán, si ahí o en Chillihué".

A pedido de la comunidad mapuche Newen Lelfün Mapu de La Pampa, se creó el 1 de septiembre la “Comisión Kallfükura”, conformada por militantes, investigadores y artistas con semejanzas a la Comisión Piedra Azul, que organiza junto al INAI el conversatorio “La Ruta del Toki Calfucurá: hacia una reparación histórica”. Desde la Comisión Kallfükura aspiran a que la restitución incluya acciones para "cuestionar discursos y prácticas negacionistas, etnocentristas y estigmatizadoras, en un marco político y pragmático más amplio, contribuir al fortalecimiento de la memoria colectiva indígena y reivindicar la figura de Kallfükura, líder político y espiritual que logró articular posiciones diferentes y alcanzar consensos a nivel regional", a través de futuras charlas de difusión, actividades artísticas o materiales didácticos. Y enfatizan en que se debe evitar que "las políticas patrimonializantes conviertan espacios significativos para los pueblos indígenas en sitios o hitos turísticos abiertos al público, manejados por instituciones estatales o por privados". Coinciden en que el área dispuesta para el reentierro del Toki Kallfükura deberá ser cogestionada por las comunidades indígenas en función de sus acuerdos internos.


"La figura de Calfucurá aún espera el reconocimiento de su papel en nuestra historia", remarca la historiadora de la Universidad de Quilmes Silvia Mabel Ratto, integrante de la comisión, que tiene entre sus novedades la presencia de artistas.

Uno de ellos, el músico Franco Luciani, autor junto a Teresa Parodi de la canción "Damiana Aché", en honor a otra indígena profanada y restituida, resalta que "la figura de Calfucurá es fundamental en la historia argentina, no sólo negada e ignorada, más bien ocultada. Los pueblos originarios tienen que ser tratados con todo el respeto que se merecen, no con paternalismos ni con negación". Y esa figura requiere mucha más atención también del arte: "No solo como entretenimiento sino como formación. Todas estas historias tienen que ser contadas, y la música o el cine son vehículos fundamentales".

Calfucurá se destacó como líder durante más de cuatro décadas, acentuando lazos y alianzas al interior de un extenso campo político indígena que se extendía desde el este pampeano hasta el oeste cordillerano, fortaleciendo la autonomía política y territorial que desmitifica en la práctica la idea de los malones como la práctica política principal o la base de la economía indígena. Fueron sólo una estrategia alternativa a otra que a Calfucurá le resultaba mucho más conveniente: el pacto político. De hecho fueron recurrentes los tratados de paz y el comercio con los diversos frentes políticos que fueron surgiendo durante el rosismo, después con Justo José de Urquiza, y también con el Estado de Buenos Aires.

El docente pampeano Omar Lobos, autor de “Juan Calfucurá – Correspondencia 1854 – 1873”, lo considera como uno de los “grandes estrategas políticos” de aquellos años en nuestras tierras: “Calfucurá tuvo interlocución –en términos de jefe de estado a jefe de estado– con los primeros hombres de la política argentina (blanca) del siglo XIX: Urquiza, Mitre, Sarmiento, Alsina. Como sostengo en mi compilación de las cartas del cacique, lo que la historiografía oficial llama a menudo ‘el problema del indio’ se presenta siempre disociado de la historia de las guerras civiles argentinas, cuando ambas contiendas participaban de lo que podríamos llamar la lucha por la organización política de la nación. Quién dice que en breve no podamos avanzar hacia el reconocimiento de nuestra plurietnicidad”.

Ratto acota que aún hoy hay dos caminos paralelos: la historia "nacional" de formación criolla, y la indígena (y también la de los afrodescendientes), que "van por carriles separados, se cruzan solo cuando los Estados avanzan sobre territorios ocupados por indígenas, como un escollo salvaje que está en contra del avance de la civilización. Esa imagen sarmientina del siglo XIX no se termina aún de zanjar. Por eso buscamos contar esos otros momentos en los que la relación era más diplomática, consensuada y política. Había acuerdos, como en el gobierno de Rosas en Buenos Aires entre 1829 y 1852".



Dini Calderón, secretaria de Cultura de La Pampa, coincide en que "por más que en los últimos tiempos hubo avances, la historia indígena estuvo mucho tiempo invisibilizada, como borrada". Destaca la historia de la provincia en las restituciones, desde la primera en 2001, una de las iniciales del país, cuando trajeron de vuelta, tras 122 años, los restos del cacique ranquel Mariano Rosas. Y se pregunta por qué no se tocan las tumbas de algunos muertos y, en cambio, otros cuerpos son tratados como objetos de estudio: "Que vuelvan los restos para ser enterrados, con sus ceremonias se restaura algo del daño que se produjo".

Hay una asimilación con los desaparecidos por la dictadura cívico–militar, que no parece caprichosa: más allá de la restitución, las comunidades mapuches planean crear "la Ruta del Toki Calfucurá", con una serie de "hitos", desde cultrunes gigantes, placas conmemorativas hasta los chemamul, en los distintos lugares en los que vivió o tuvo influencia, como Chillihué, Chimpay (Río Negro), La Plata, Neuquén, y las localidades bonaerenses de Carhué, Villarino y Trenque Lauquén. Pero no termina ahí. Buscan que CABA tenga su punto de memoria. El lugar pensado: el predio de la ex ESMA. En la puerta de la nueva sede del INAI, entre dos majestuosas araucarias que se complementan con los chemamul. El hito relacionaría dos genocidios: el llamado Proceso de Organización Nacional y el Proceso de Reorganización Nacional de la última dictadura. Dos Nunca Más.

Sobre la iniciativa se explayó el longko Jorge Nawel Puran en el primer conversatorio de la semana pasada: "Nos propusimos no sólo restituir los restos del Toki sino que también es importante todo lo que además va a acarrear establecer una decena de hitos a través de toda la región que Toki recorrió como para tomar dimensión de semejante recorrido, y que apunta a reivindicar su figura, absolutamente bastanteada y agraviada desde la historia oficial". Habló del pueblo mapuche "sin fronteras", de "las 40 naciones que hay en Argentina", y del objetivo de crear un Estado plurinacional, con autonomía y libre determinación en sus territorios. Pero que deben ser conscientes de las enormes dificultades para lograrlo en este sistema: "Para eso tenemos que trazar el paralelismo con Toki Calfucurá, que logró mantener la frontera con el Estado argentino durante 40 años en un plano de absoluta desigualdad militar, gracias a su enorme capacidad organizativa, estratégica y diplomática. Esa es la gran lección que nos da para el presente".  «

Un "gigante" tehuelche en Francia

Dos semanas atrás, el Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de la Organización de Naciones Unidas reclamó que los museos de los Estados miembro sean "descolonizados" y que se restituyan a sus pueblos originarios los restos humanos y objetos de culto, lo que es un buen antecedente de cara al fallo que en noviembre debe emitir el organismo sobre los restos del Liempichún Sakamata, el "gigante" tehuelche que es parte de "las colecciones" del Museo del Hombre de París.

Esta semana, la Argentina volvió a reclamar a Francia su restitución. El tehuelche está en ese museo desde 1896, cuando el conde Henry La Vaulx profanó su tumba y se llevó el esqueleto (foto) y su ajuar funerario, compuesto por un estribo, pendientes y monedas de plata, además de 30 cajas de cráneos y otras joyas. "Es otro importante pedido en el que estamos trabajando desde 2010 –comenta Pepe–. Días atrás logramos que el vicecanciller argentino, Pablo Tettamanti, presentara el reclamo, y Francia respondió que sí, que lo van a restituir, mediante una ley específica que están elaborando".




Historias que conforman un rompecabezas del horror

El Programa Nacional de Identificación y Restitución de Restos Humanos Indígenas trabaja en otros casos.

Las próximas serán de tres hombres wichí, que forman parte de la colección de restos humanos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata: uno asesinado en el Ingenio Ledesma en 1921 por el mayordomo del ingeniero; otro en 1881 por el Ejército argentino; y el tercero, un cacique muerto a machetazos en 1907 en el Ingenio la Esperanza. Pensaban hacerlo el 10 de diciembre, Día Internacional de los DD HH, pero la pandemia puede retrasarlo.

Lo mismo sucede con el cuerpo de un mapuche asesinado en Santa Cruz en 1888 por un cazador del Museo de La Plata. Lo enterró la comunidad, pero una expedición del Museo se lo llevó diez años después.

En el Museo de La Plata yacen los restos del yagan Maish Kensis, un joven que provenía del actual territorio chileno y murió "prisionero de la Ciencia" dentro del museo, obligado a trabajar para el perito Moreno. "Falleció de una enfermedad curable para la época, lo descarnaron y lo pusieron en una vitrina, de donde logramos retirarlo el 22 de agosto de 2006", explica el titular del Programa del INAI, Fernando Pepe. La idea es enviarlo a la única comunidad yagan, en Puerto Williams.

La otra restitución internacional fue en 2010: Damiana (foto), de la etnia Aché, capturada en 1896 tras la matanza de su familia, y convertida en un "objeto". Hace 10 años fue devuelta a su comunidad en Paraguay: el cuerpo estaba en La Plata. Su cráneo, en Alemania. Pepe lo define como "un rompecabezas del horror".

El cacique Modesto Inakayal (foto) murió prisionero en el Museo de La Plata, en 1888. Un empleado lo describió como "reservado, desconfiado, orgulloso y rencoroso". Fue devuelto en 1994 a Teka, Chubut, pero incompleto. En 2006 descubrieron en el museo el cuero cabelludo y su cerebro. Lo restituyeron en 2014 junto a su mujer y Margarita Foyel.

Fuente: Diario Tiempo Argentino * 11 de Octubre de 2020

tiempoar.com.ar/nota/despues-de-141-anos-volvera-a-su-tierra-el-cacique-calfucura?fbclid=IwAR3mNZGLtrhp-sBgYTpbSPCk_y9UMTYohlsG5hvKylPrpDZP2BzsDIw9la8







miércoles, 16 de septiembre de 2020

Reclaman a la ONU que un museo francés restituya restos de un tehuelche

Por Diana López Gijsberts

Piden que interceda ante el Museo del Hombre de París para que les restituyan los restos del Liempichún Sakamata, que estuvieron exhibidos alli después que un conde francés profanara su tumba a finales del siglo XIX.


Comunidades tehuelches reclamaron ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que interceda ante el Museo del Hombre de París para que les restituyan los restos de un mapuche tehuelche que fueron sustraídos en el siglo XIX.

Se trata de los restos del Liempichún Sakamata, que estuvieron exhibidos en el Museo del Hombre de París, luego de que un conde francés profanara su tumba a finales del siglo XIX.

El esqueleto del "gigante" tehuelche fue llevado al museo de París por el conde Henry de la Vaulx en 1896, quien tras profanar su tumba se llevó a Francia el esqueleto y su ajuar funerario compuesto por un estribo, pendientes y monedas -todo de plata-, además de 30 cajas de cráneos y otras joyas.

La Vaulx había recorrido la Patagonia, donde trabó contacto con caciques de la región y comenzó a profanar sus tumbas y robar sus esqueletos.

Fue así como La Vaulx desenterró a varios mapuches y tehuelches recién fallecidos, tras depositarlos y hervir los cadáveres, como él mismo relató en su libro "Viaje a la Patagonia", los llevó a Francia pasando así integrar las colecciones del Museo del Hombre de París.

Desde el 23 de junio de 2015 se viene reclamando la restitución ante el Museo parisino y a las autoridades francesas, pero hasta el momento los restos de Liempichun Sakamata, identificados por el historiador argentino Julio Vezub, siguen en el Museo del Hombre de París.

La comunidad tehuelche Liempichún Sakamata, del Paraje Payagniyeo, representada por su abogada Sonia Ivanoff, presentó un informe ante el Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de Naciones Unidas, en el que se reclamó la intervención para lograr la restitución de los restos de Sakamata.

"Se realizó una sesión virtual del Mecanismo de Expertos con el fin de evaluar las presentaciones que se realizarán ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en septiembre próximo, sobre los reclamos de los pueblos indígenas para la repatriación de objetos ceremoniales y restos humanos", explicó a Télam Ivanoff.

"Nosotros venimos acompañando cada paso de las comunidades, desde 2015, cuando se realizó el pedido a Francia vía Cancillería argentina, pero esta presentación la realizaron las comunidades por la resistencia del Museo del Hombre" comentó Fernando Pepe.

En esa reunión virtual se tomó conocimiento de los reclamos concretados por la comunidad Sakamata Liempichún y la comunidad tehuelche "Gabriel Mañiaqueque" de Chubut.

El antropólogo del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas Fernando Pepe, en declaraciones a esta agencia, explicó: "Nosotros venimos acompañando cada paso de las comunidades, desde 2015, cuando se realizó el pedido a Francia vía Cancillería argentina, pero esta presentación la realizaron las comunidades por la resistencia del Museo del Hombre".

"Solo falta que el senado francés declare que despatrimonializa los restos de Liempichúm; esto ya se realizó en otras restituciones; de hecho hoy mismo el Museo del Hombre está restituyendo los cráneos de africanos asesinados por su ejército colonial en Argelia en 1849", detalló el antropólogo.

Sostuvo, además: "Hoy tenemos el viento a favor, ya que si a esta restitución le sumamos el compromiso de la nueva presidenta del INAI, Magdalena Odarda y la fuerza infinita de las comunidades seguramente triunfará la ética".

En el informe que se presentó al Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, al que accedió Télam, se solicitó que "se arbitren los medios a su alcance para la concreción del mecanismo que facilite la "repatriación" internacional de los restos humanos de Liempichun y familiares, que se encuentran en el Musèe De I' Homme dependiente del Muséum d'Histoire Naturelle".

Invocan la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas del 2007 que afirma que los pueblos indígenas tienen derecho a practicar y reavivar sus costumbres y condiciones culturales, el derecho al uso y control de sus objetos ceremoniales y el derecho a la restitución de sus ancestros.

Por su parte, Cristina Liempichún, afirmó a Télam: "No se trata solo de que vuelva (Sakamata) al Territorio y que descanse junto nuestros antiguos, tiene que ver con nuestra cosmovisión, con los valores dados por nuestros antecesores, nuestra espiritualidad y con volver a entablar las relaciones con las fuerzas y nuestros antepasados con la intención de mantener el küme mongen (equilibrio)".

Fuente: Telam - 5 de Julio de 2.020


sábado, 5 de septiembre de 2020

Aprobarán la restitución de los restos de tres wichí que integran la colección del Museo Platense


La Universidad Nacional de La Plata aprobará el próximo martes la restitución de los restos de tres hombres del Pueblo Wichí, que se encuentran en las colecciones del museo de la capital bonaerense, que depende esa casa de altos estudios, y serán devueltos a su comunidad en la provincia de Salta.

Una fuente de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo platense confirmó a Télam que el próximo martes el Consejo Superior de la Universidad local aprobará la restitución, con lo que culminará el proceso burocrático previsto para que se concrete la restitución de los restos a su comunidad originaria.

Se trata de tres hombres que fueron asesinados por soldados en los ingenios azucareros de Jujuy entre fines del siglo XIX y la década del 20 del siglo XX, según consta en los registros del catálogo del museo.

“Esqueleto Nº 1773, asesinado por los soldados del coronel Fontana en 1881. Colección Spegazzini”, se lee en uno de los restos.

En otro de los hombres consta que se trata del “cerebro de un cacique wichí, n° 6847”, quien tenía 40 años cuando fue “asesinado a tiros, el 11 de julio de 1921, en la calle principal del ingenio Ledesma”, según registra el médico alemán Roberto Lehmann-Nitsche en su libro Viajes, de 1921.

El tercer wichí es el “esqueleto Nº 1774-Indio Mataco (mataco significa animal de poca monta o insignificante en castellano antiguo), masculino, Chaco Occidental”, de quien se sabe que murió a principios de 1906 en San Pedro de Jujuy, y que fue desenterrado por William Paterson, médico del ingenio La Esperanza, quien conocía personalmente a la víctima.

Este pedido de restitución se realizó en base del trabajo del Colectivo Grupo Universitario de Investigación de Antropología Social (Guias) titulado: El Familiar del Ingenio La Esperanza al Museo de La Plata, 1906, y fue realizado por la niyat wichí Octorina Zamora en representación de la comunidad Kajianteya, el 1 de junio de 2016.

El texto de su presentación expresa que “a fin de que nuestros ancestros regresen para que puedan encontrar su descanso final en el territorio sagrado de nuestra comunidad, de acuerdo con nuestra cosmovisión y cultura, y procurando así se constituya en un acto de reparación histórica para nuestro pueblo”.

El antropólogo del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), Fernando Miguel Pepe, coordinador del Programa Nacional de Identificación y Restitución de Restos Humanos Indígenas, explicó a Télam que “desde el INAI se está trabajando fuertemente a pesar de la pandemia que nos atraviesa”.

“María Magdalena Odarda (presidenta del INAI) dio expresas instrucciones para fortalecer el cumplimiento de los derechos de nuestras comunidades con acciones concretas. En nuestro caso particular, con la ejecución de todas las restituciones pendientes en los distintos museos del país y, en especial, de los lideres que aún se encuentran en el Museo de La Plata como es este caso o el del Toki Calfucurá”, explicó el especialista.

Por su parte, Octorina Zamora dijo a Télam que “nuestros antepasados tienen que volver a su tierra, ellos eran y son gente que deben cumplir su ciclo de vida, nacer, crecer, morir y descansar en su territorio, si no el alma no descansa. Ellos, espiritualmente, están sufriendo”.

Con la aprobación de la restitución del próximo martes, restará hacerla efectiva, y se prevé que eso ocurrirá el próximo 10 de diciembre, en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos. 

Fuente: Agencia Télam- 4 de Septiembre de 2020


domingo, 23 de febrero de 2020

Los aborígenes que vivieron en cautivero en el Museo de La Plata (Argentina)

El cacique Foyel vivió en cautiverio en el Museo de La Plata. Fuente: Archivo - Crédito: Museo de Ciencias Naturales de La Plata

Jueves 2 de marzo de 2006. 
El otoño aún no llegó, pero una brisa gélida recorre las paredes infinitas del Museo. El imponente palacio de estilo neoclásico levantado en el corazón del bosque de La Plata parece hacer caso omiso del calor que pueda haber afuera. Fernando Pepe mira el reloj. Lleva ya varias horas en la biblioteca con sus dos compañeros. No pueden apartar los ojos de aquellas páginas.

Número 1334: Indio patagón, sacado por el señor Hauthal de un antiguo chenque, situado en la orilla oriental del río Fénix, en mayo de 1902. El cadáver estaba cubierto de piedras, que por su peso han destruido la cabeza. Las piedras de la tumba formaban un rectángulo poco elevado, cuyo borde se componía de piedras grandes, mientras que las del medio eran más chicas.

Número 1836: Indio tehuelche, cacique Sapo. Fallecido en la colonia de Rawson, Chubut. Los esqueletos del cacique Sapo y de su mujer fueron exhumados por el señor Francisco P. Moreno personalmente, durante su permanencia en la desembocadura del Río Chubut, a fines del año 1876.

El Museo de La Plata, creado por decreto provincial el 19 de septiembre de 1884. Desde 2006, los esqueletos dejaron de exhibirse en las vitrinas. Fuente: Archivo - Crédito: Colectivo Guías

Es el catálogo escrito en 1910 por Lehmann Nitsche, exjefe de la Sección Antropológica del museo, un inventario de 129 páginas que detalla los miles de huesos desperdigados en cajas por todo el edificio. La mayoría, sin dueño. Algunos admiten una breve historia. Solo unos pocos se corresponden a un cuerpo con nombre.

Fernando, que para entonces era un estudiante de Antropología a punto de recibirse, llevaba años pasando frente a las vitrinas llenas de esqueletos sin que llamaran su atención. Sin embargo, el detalle con el que aquel listado describía los cráneos, las mandíbulas y hasta los fetos extraídos del vientre de sus madres parecía haberle congelado la mirada.

En el Museo de Ciencias Naturales de La Plata hay más de 2000 restos humanos. La mayoría pertenecen a indígenas que fueron trasladados por el Perito Moreno, y algunos hasta llegaron a vivir allí a fines del siglo XIX.

El Museo de La Plata fue creado por decreto provincial el 19 de septiembre de 1884, en una ciudad fundada tan solo dos años antes. Tal vez ese carácter precursor fue el que sedujo al explorador Francisco Pascasio Moreno a construirlo allí. Al parecer, Moreno estaba obsesionado por hacerle sombra al alemán Hermann Burmeister y su enorme colección de ciencias naturales que hoy sigue exhibiéndose en el museo de Parque Centenario. Y no tardará en cumplir su objetivo, cuando en plena campaña militar sobre la Patagonia es designado como perito al frente de la Oficina de Exploraciones Nacionales, un eufemismo con el que se bautizó el relevamiento topográfico para la delimitación de las fronteras de nuestro país. Es así como Moreno, que había encarado su primer viaje al sur con solo 22 años, completará unas cinco expediciones patagónicas, de las que dejará rastro en sus diarios.

Fernando Pepe, antropólogo, presidente del colectivo Guías (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social). Fuente: Brando - Crédito: Gaspar Kunis

"Nunca he podido comprender cómo una nación viril, que se dice dueña de extensísimas zonas, desde el trópico hasta el polo antártico, no se empeña en estudiarlas, para utilizarlas, que es lo que justifica su dominio sobre ellas", escribe como testimonio de estas exploraciones, que pronto encuentran su oscuro correlato en el tráfico de objetos y esqueletos saqueados por el Ejército a las comunidades arrasadas y que, bajo el paraguas de la ciencia, fueron acumulándose en los depósitos y en los pasillos del palacio del perito.

Fernando recuerda entonces lo que le había advertido el científico Héctor Pucciarelli, a cargo del departamento de Antropología Física, cuando autorizó el avance de la investigación sobre los restos: "Mirá que es un tema tabú".

En efecto, hasta ese momento, el único reclamo de las organizaciones indígenas que había encontrado eco había sido el de la Comunidad Mapuche por la restitución de los restos del cacique Inacayal. La recuperación se concretó en 1994 por voluntad del senador radical Hipólito Solari Yrigoyen. No obstante, entre los argumentos planteados en el proyecto debatido en el Congreso, se hizo referencia a la colaboración que había prestado el antiguo líder a las expediciones en sus tierras. Nada se dijo de la obligación del Estado frente a lo que constituía una reparación histórica.

Inacayal, el cacique de la Comunidad Mapuche que vivió en cautiverio en el Museo de La Plata. Fuente: Archivo - Crédito: Museo de Ciencias Naturales de La Plata

En total, el inventario elaborado por el antropólogo contratado por Moreno describe 5581 piezas. Las anotaciones de Lehmann Nitsche van desde "lotes de cervicales" hasta un "feto disecado".

De pronto, Fernando se detiene en un número. El 1867. La descripción dice así: Indio yamaná. "Maish Kensis". Tierra del Fuego. Fallecido en el museo en septiembre de 1894.

Por un instante, piensa y contiene la respiración. Aquel catálogo confirmaba lo que tantas veces había escuchado, que acaso explicaba el mandato de silencio que parecía reinar en aquel edificio. No solo habían traído huesos. Algunas de esas personas habían vivido allí.

Silvia Ametrano, geóloga. Dirigió el Museo de La Plata entre 2001 y 2018. Fuente: Brando - Crédito: Gaspar Kunis

"Este edificio no tiene nada que envidiarles a los grandes museos del mundo que nacieron en el siglo XIX. Es una estructura arquitectónica que alude a lo que hoy se llama «catedrales de la ciencia». Imponentes, vos entrás y esas columnas te aplastan", explica Silvia Ametrano, con paciencia pedagógica, en una pequeña habitación colmada de cajas llenas de lo que uno llamaría piedras y que Silvia denomina con corrección epistemológica rocas y minerales. Porque, ante todo, Silvia es geóloga, aunque muchos la recuerdan porque fue durante su gestión al frente del Museo de La Plata cuando se motorizaron las restituciones de los restos humanos a sus comunidades de origen.

-No hay que perder de vista que estamos mirando el tema con el paradigma ético, cultural y científico del siglo XXI. Pero este museo nació en el 1800 bajo otra condición de pensamiento, en la que se creía que esos seres eran evolutivamente anteriores. Eso hizo que todo cementerio indígena fuera codiciado por la ciencia, porque bajo este pensamiento, los restos son claves para entender la evolución. Claro, este museo tuvo una particularidad.

-Personas de esos pueblos originarios viviendo aquí.

-Sí, y el porqué de que estuvieran acá es uno de los ejes de revisión histórica. Si uno ve los registros internos, el preconcepto de que eran seres inferiores estaba instalado. Se sabe que murieron en fechas muy próximas y que les realizaron prácticas terribles. Les quitaron el cuero cabelludo y en algunos casos el cerebro, les hacían una máscara mortuoria con yeso y a veces cubrían el cuerpo en cal viva.

El preconcepto de que los indígenas eran seres inferiores estaba instalado. Se sabe que murieron en fechas muy próximas y que les realizaron prácticas terribles.Silvia Ametrano

-¿Y cuáles han sido los fundamentos del reclamo que el museo viene recibiendo por parte de las comunidades?

-Que los cuerpos deben volver a la tierra que pertenecieron, con mucho énfasis en esta sacralización de la tierra. Pero, además, acá tenemos otra particularidad. En el museo hay restos de caciques y esto le da un mayor simbolismo, porque también significa una mayor recuperación simbólica. A comienzos del 1900, la Nación estaba imbuida de conquistar territorio y, por más sanguinario que nos parezca, tener los restos del "enemigo" asume otra connotación. Ahora fíjate que cuando nosotros los sacamos de exhibición, los visitantes se quejaban...

-¿Por qué?

-Porque no hay que perder de vista que, además, bajo esta ideología, la sociedad fue educada asumiendo que en los museos hay restos humanos. Es como si los museos cultivaron algo que yo definiría como.

-¿Cómo?

-Y como una suerte de necrofilia.


"La sociedad fue educada asumiendo que en los museos hay restos humanos", dice Silvia Ametrano, Fuente: Archivo - Crédito: Colectivo Guías

Hasta el día de hoy no se sabe a ciencia cierta cuántas personas de los pueblos originarios vivieron en el museo bajo las órdenes de Moreno. Se calcula que fueron entre 12 y 20. El caso más conocido fue el del cacique Inacayal.

Aunque muchos libros afirman que era tehuelche, Moreno lo definió como huilliche. Ambos se conocieron en 1879, durante una expedición del perito en el Nahuel Huapi. De acuerdo con los registros históricos, cinco años más tarde, las tribus de Inacayal y Foyel, compuestas por 180 personas, se presentaron en Fortín Villegas para dar testimonio de sus sentimientos pacíficos hacia el gobierno nacional. Sin embargo, el Ejército los tomó prisioneros y los envió a Buenos Aires.

Allí, fueron separados de sus hijos e Inacayal fue encerrado durante año y medio, hasta que Moreno hizo su gestión para llevárselo al Museo de La Plata.

Retrato de las familias de Inacayal y Foyel. Se cree que la foto fue tomada antes de llevarlos a La Plata. Fuente: Archivo - Crédito: Museo de Ciencias Naturales de La Plata

El 19 de abril de 1994 sus restos fueron trasladados a Esquel en un avión de la Fuerza Aérea. Sin embargo, el proceso de recuperación y restitución de los cuerpos en el museo recién asumió un carácter institucional hacia el 2006, tras la gestión del Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social (Guías), que Fernando Pepe conformó inicialmente con Patricio Harrison y Miguel Suárez Añón, y la respuesta dada por la Dirección del museo, por ese entonces en manos de Silvia Ametrano. Como primer paso, se decidió retirar de exhibición los restos y mejorar sus condiciones de preservación.

Cinco años antes, en 2001, la Ley 25517, aplicable en todo el país, ponía a disposición "los restos mortales de aborígenes" a todo pueblo que los reclamara, como así también introdujo la obligación de contar con el consentimiento de las comunidades antes de "todo emprendimiento científico en su patrimonio histórico y cultural". La norma, sin embargo, tuvo que esperar nueve años para ser reglamentada. No obstante, tras su implementación, se han formalizado unas 11 restituciones a diversas comunidades dentro del país y a la Federación Aché de Paraguay.

Retrato de las familias de Inacayal y Foyel. Se cree que la foto fue tomada antes de llevarlos a La Plata. Fuente: Archivo - Crédito: Museo de Ciencias Naturales de La Plata

En 2013, en medio de estas transformaciones, la institución realizó una encuesta para conocer la opinión de los asistentes frente a las nuevas políticas de exhibición. El 30,5% de las personas consultadas manifestó estar en desacuerdo. Las explicaciones variaron. "Pero, por favor, ¿para qué está el museo entonces? La gente cómo va a saber la historia si no nos muestran, como si uno fuera adivino del pasado", fue uno de los comentarios. Según expone el documento final, cuando les consultaron a quienes estaban a favor, las respuestas fueron igual de inquietantes: "Cuando una persona muere, se debe quedar ahí, quietecito".

Desde 2006, los esqueletos de los indigenas dejaron de exhibirse en las vitrinas del Museo de La Plata y un equipo de antropólogos busca restituirlos a sus respectivas comunidades.

Fernando se asoma sobre la vitrina de cristal. Intenta ver el número que esconde el ramillete de costillas expuesto sin nombre en la antigua sala de exhibición de Antropología Biológica. Aunque borroso, llega a leer. Es el 1867.

Unos días antes, una antropóloga que trabajaba en el museo, enterada de lo que venía haciendo el grupo, les había aconsejado que buscaran en los archivos del diario La Capital. Allí encontraron un artículo publicado el martes 27 de septiembre de 1887 que, bajo el título "Denuncia gravísima", informa: Dícese que desde cuatro días a esta parte han muerto en el museo tres indios de las dos familias que allí viven por cuenta del gobierno [.]. El caique Inacayal, el mismo que salvó la vida del señor Moreno en un pasaje de sus expediciones al Sur y que lo refiere en su obra "Viajé a la Patagonia", ha muerto ayer. El cadáver de este ser humano, a la hora que escribimos, lo están descuartizando en el mismo museo. ¿De qué ha muerto? ¿Qué médico certifica la defunción? ¿Y la municipalidad ha autorizado su inhumación aérea? [.]. Agregamos también que hay varios otros indios amenazados de una muerte próxima. Solo dos indiecitos, Arturo y Maish Kensis -uno de los cuales nos dio el primer hilo de esta madeja- son quizás los únicos que por hoy no corren peligro.

Fernando Pepe estudia también con su equipo el relato oral que se construyó entre los antropólogos, no en los pueblos originarios. Fuente: Brando - Crédito: Gaspar Kunis

Fernando vuelve a ver el esqueleto en la vitrina. ¿Cómo habrá llegado ahí? ¿Cómo murió y qué pasó con Maish Kensis?

La imagen tiene ambición onírica. Las columnas romanas se abren paso en medio del parque, custodiadas por dos enormes esmilodontes que miran de frente. Unos vendedores de gaseosa le aportan un eclecticismo terrenal a la escena. El hall del museo se planta al final de la escalinata como una espiral infinita. Entre sus columnas nacen algunos pasillos, que pronto se vuelven angostos y oscuros, tejiendo un recorrido que parece hexagonal. A ambos costados, se acumulan cajoneras y muebles antiguos que dejan ver todo tipo de objetos, desde piedras preciosas hasta peces en frascos. A medida que uno avanza, el frío se condensa. También el olor a formol.

Se presume que en estos corredores vivieron los prisioneros de Moreno. Los diarios y los registros hablan de un sótano, y es que el ambiente lúgubre hace pensar que se trata de algún subsuelo. Pero no. Las pequeñas ventanas que asoman en los ambientes que dan al pasillo dejan ver el bosque. Hoy en este lugar funcionan las oficinas y los talleres del museo.

Mariano Del Papa, metro noventa, tatuajes en los brazos, remera de los Ramones, es doctor en Ciencias Naturales y actualmente está a cargo del departamento de Colecciones de la División de Antropología.
-Antes, este era el lugar donde se armaban las vitrinas y se preparaban los esqueletos -explica titubeante.

Restitución de los restos del cacique Polvareda al Pueblo Qom de Santa Fe, en octubre de 2019. Fuente: Archivo - Crédito: Santiago Hafford

-¿Y en qué consistió el proceso de recuperación que arranca en 2006?

-Para empezar, las áreas de almacenaje no estaban en condiciones. Había roedores, insectos. Los contenedores donde estaban los esqueletos eran de madera, que acumula humedad. Sacamos todo lo que tuviera que ver con materia orgánica: papel, madera, hilos, cartón, porque facilita la entrada de fauna.

-¿Fauna?

-Sí, microorganismos que terminan destruyendo los restos. Mirá atrás tuyo -Mariano se acerca y toma unas formas óseas apoyadas en una mesa-: ¿ves? Son materiales que sigo encontrando y que estamos recomponiendo. ¿Cuántas personas creés que hay representadas en esta muestra?

-Lo miro con incredulidad.

-Es fácil, tres. Bueno, hace 25 años que veo cráneos. Mirá, son dos mandíbulas de distinto tamaño y a esta otra le faltan los dientes. Y ¿ves acá, el desgaste de los molares? Claramente pertenecía a un cazador recolector y las harinas que comía eran abrasivas. Lo bueno es que no tenían caries.

-¿Estos huesos te dan esa información?

-Exacto. Por ejemplo, hay un investigador que, a partir de las muestras de sarro, estudia la ecología, y obtiene perfiles genéticos a través de esos restos de alimento. Son cosas que nos permiten saber un poco más de la vida de estas personas. Vos fijate, afirman que acá había 10.000 restos humanos, pero, por ejemplo, el catálogo me dice que esta es la muestra 7353 y, en realidad, como podés ver, corresponde a tres piezas, con lo cual es difícil tener una certeza.

-¿No se sabe cuántos restos hay?

-Calculamos que son restos de unos 2300 individuos, pero nunca vamos a saber el número exacto.

Maish Kensis pertenecía a los yaganes, un pueblo que vivía en Tierra del Fuego. Murió en el museo hacia 1894 a causa de una afección pulmonar. Fuente: Archivo - Crédito: Colectivo Guías

Fernando mira la foto. El plano se recorta en la cintura, sobre un fondo blanco. El chico está mirando a cámara. Los ojos asoman como dos pequeñísimas salpicaduras sobre una nariz ancha. Hasta ahora han podido determinar que esa imagen es de Maish Kensis, como así también que el pequeño pertenecía a los yaganes, un pueblo que vivía en Tierra del Fuego. No hay un dato preciso de cuántos años tenía cuando murió en el museo. Algunos dicen 22, otros 30. Se sabe que fue hacia 1894, a causa de una afección pulmonar. Así lo registra Herman ten Kate, un antropólogo holandés especializado en craneología, convocado por Moreno tras sus estudios en Berlín y en el Museo Etnográfico de París.

Kate escribe un diario en 1903, donde registra la vida de cuatro de los prisioneros. Particularmente se detiene en Maish Kensis, a quien conoció personalmente. Escribe Kate en francés: Al servicio del museo, cumplió diversas funciones. En la familia del señor Moreno, cuidaba a los niños, que lo apreciaban mucho [.]. En el museo, se dedicó mucho al trabajo y no mostró renuencia para trabajar con los esqueletos humanos.

Bajo la mirada del enviado europeo, fue quien más "supo aceptar la civilización". Y unas líneas más abajo explica: Fiel de la instrucción religiosa que había recibido en la misión de Ushuaia, conservó la creencia en Dios y distinguió el bien del mal según la moral cristiana [.]. Este indio es de buen carácter, tímido y obediente [.]. Incluso era coqueto, se perfumaba y estaba muy orgulloso de conocer las calles de La Plata con un abrigo negro que el señor Moreno le había regalado.

-Encontrar todo esto fue como un trabajo de arqueología dentro del mismo museo -sostiene Fernando con voracidad verborrágica-. Además, lo que estudiamos nosotros es el relato oral que se construyó entre los antropólogos, no en los pueblos originarios.

Los restos, imágenes y relatos son las pruebas materiales de un genocidio. Fuente: Archivo - Crédito: Museo de Ciencias Naturales de La Plata

-¿Y qué condensa ese relato?


-Y, vos fijate, en la tradición oral llegamos a encontrar que se decía que Maish Kensis era "un no-docente que donó su cuerpo a la ciencia", cuando en realidad fue un prisionero que vivió y tuvo que trabajar en el museo.

El cuerpo de Maish Kensis fue retirado de exhibición en agosto de 2006. Como parte del trabajo realizado por el Grupo Guías, además se han logrado identificar dentro del museo unos 35 cuerpos.

-Ojo, nosotros no somos oscurantistas, no estamos en contra del estudio. Solo planteamos que se debe contar con el consentimiento de las comunidades. Pero no se trata de desconocer que esto tiene un valor testimonial...

-¿Cuál es?

-Son las pruebas materiales de un genocidio.

Por: Carolina Keve 
Fuente: Diario La Nación (Buenos Aires-Argentina) - 14 de Febrero de 2020
https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/historias-los-aborigenes-que-vivieron-en-cautivero-en-el-museo-de-la-plata-nid2333997?fbclid=IwAR0WNHdPs2MqbfK88d5YhluNIC-r1NXtT9I3n7bLlTsolZ19goWhuY1EBX0