Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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jueves, 22 de agosto de 2019

La Ayahuasca: negocio internacional con ritual sagrado.


La medicina tradicional en América latina está presente en todos los pueblos o grupos etnolingüísticos de diferentes comunidades y son los encargados en muchas ocasiones de controlar el sistema de salud de sus pueblos por falta de un médico familiar o especialista.

Basándose en un sistema de creencias, prácticas y recursos con materiales simbólicos, se tratan diversos padecimientos y procesos desequilibrantes, cuyo origen se remonta a las culturas prehispánicas.

Pero en la actualidad, ¿se siguen respetando estas técnicas y creencias, como lo hacían nuestros antepasados? Pues la respuesta es NO, y precisamente les hablaré de un suceso que está ocurriendo en algunas regiones del Amazonas, en donde países como Brasil, Ecuador, Perú y Colombia están perdiendo estos principios con el mal uso y comercialización de una planta tradicional milenaria llamada Ayahuasca.

Ayahuasca o liana sagrada, es conocida por los pueblos indígenas de la Amazonia de América del Sur, por ser la madre de todas las plantas de la selva primaria y que han consumido durante cientos de años los yachak, para predecir el futuro y curar enfermedades mediante el contacto directo con diversos espíritus.

La creencia consiste y está basada en la teoría de diferentes chamanes, curanderos y maestros ayahuasqueros, que mediante un ritual sagrado llevan a cabo una ceremonia de curación, pero a la que en los últimos años, ha llegado una ola de comercialización y consumismo creada por un personaje llamado Alberto Varela.

Alberto Varela es uno de los muchos empresarios que se han encargado de comercializar el producto nativo, y se ha convencido a miles de personas mediante su empresa “Ayahuasca Internacional” de tener la cura para cientos de males, siendo algo así como un Mesías (parecido a lo planteado en la película titulada “la cura siniestra” pero en la vida real). Sus formas no han sido las mejores, teniendo molestas a diferentes comunidades que ven con tristeza cómo turistas llegan a la región a consumir y poner en riesgo la existencia del recurso que corre el peligro de extinguirse.

Más allá de ser una moda, terapia o curiosidad para las nuevas generaciones, es importante saber que podría convertirse en un problema de salud pública grave, ya que el uso indiscriminado puede ocasionar problemas debido al principio activo encontrado en la planta. La JIFE (La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes) ha declarado ilegal en muchos países, pero que a pesar de esto puede ser adquirida en internet fácilmente en diferentes partes del mundo, sin la necesidad de viajar tantos kilómetros para conseguirla.

Así que podemos concluir que si quieren ayudar, visiten las comunidades encargadas de elaborar el brebaje en el Amazonas, y pasen un momento junto a los sabios. Eviten ser parte del enriquecimiento de empresarios que carecen del conocimiento para llevar a cabo este tipo de rituales milenarios y que desgraciadamente lo único que buscan es llenar sus bolsillos a costa de una identidad que corre el riesgo de desaparecer.

Fuente: Headbng.com - 12 de Agosto de 2.017 - Plataforma colaborativa de contenido / a place where everyone can create content to be published / cool content, food, news, tech, culture, design, sports.


Leyenda de la verdadera ayahuasca


Cuenta la historia que desde hace muchos años las comunidades indígenas han permanecido en guerras por mantener su identidad, su territorio, sus mujeres, su cultura, sus costumbres y sus tradiciones, indica hayawaska.com.

Pero en un tiempo no muy lejano hubo un día en el que surgieron nuevas enfermedades que amenazaban con la desaparición de los indígenas de la Amazonía y los shamanes, (iachak, yagchas, médicos de la selva) no pudieron hacer nada.

Pero el shaman Rayo ya enseñaba sus conocimientos a uno de sus hijos escogidos desde muy niño, por el lapso de 14 años. Aprendía las bondades de la naturaleza para realizar el bien y combatir el mal.

Fue en esa época que Rayo y su hijo lucharon cada día contra las nuevas patologías, para esto ayunaban o comían poco, pero sin sal ni ají. 

Le pedían al dios Sol que les iluminara y les diera el conocimiento, la sabiduría, y a la diosa Luna que les curara de sus heridas y les cuidara durante las noches de su existencia.

Pasaba el tiempo y no podían hacer nada contra los nuevos padecimientos, así que el shaman Rayo, una persona humilde de gran corazón, decidió sacrificar su vida. Conversó a solas con sus dioses, pidiendo la sanación de su pueblo, y ellos le dieron como respuesta que utilizara mucha energía, concentración y en la noche se transformara en una liana (planta sagrada), y se confundiera en el bosque y, así, mediante esta liana pudieran curar todas las enfermedades que se aparecieran en la selva.

El shaman Rayo transmitió sus conocimientos al hijo escogido, llamado Águila, a quien le contó que cuando aparezca la diosa Luna, en su total plenitud, él se transformará en una liana en plena selva junto con un árbol macho frondoso de canela. 

Entonces, Águila y sus hijos varones tendrán la responsabilidad de guardar el secreto y curar enfermedades de generación tras generación.

Esa liana, la planta sagrada, es la ayahuasca. 
Fuente: La Hora - Lo que necesitas saber - 15 de Agosto de 2019 - Ecuador
https://lahora.com.ec/noticia/1102265481/leyenda-de-la-verdadera-ayahuasca-


martes, 24 de enero de 2017

Pelicula> Río Verde. El tiempo de los Yakurunas llega a Berlín


Río Verde. El tiempo de los Yakurunas es un viaje poético a las profundidades de la selva. La película explora la percepción del tiempo en tres comunidades unidas por las aguas del río Amazonas, sumergiendo al espectador en un paisaje habitado por chamanes y sociedades arquetípicas. “Esta narrativa híbrida retrata los cuerpos de ancianos indígenas para invocar a los fantasmas de la explotación del caucho a finales del siglo XIX, convocar la memoria de antiguas culturas indígenas aún vivas, pero en peligro de desaparecer como consecuencia del capitalismo global”, han dicho los realizadores.


Los hermanos peruanos Diego y Álvaro Sarmiento estrenarán en la sección Forum del Festival de Berlín, su largometraje Río Verde, el tiempo de los yakurunas, filmado en tres comunidades del río Amazonas con ancianos indígenas como personajes principales –que son testimonio de antiguas culturas aún vivas– y niños que toman la posta de los mayores, aprendiendo las actividades de subsistencia y las costumbres.

La estructura de la narración incluye ícaros, los cantos rituales del ayahuasca –un ritual sanador que requiere beber un té de una planta de propiedades alucinógenas– e imágenes de los hombres surcando riachuelos en medio de la abundancia de los bosques amazónicos.

“Esta no es una película de denuncia, pero mostramos todo lo que se está matando, incluidas las culturas: es una especie de homenaje a la vida de nativos de la Amazonía, nos identificamos mucho con este tema”, explica el director Diego Sarmiento.

La Berlinale define su sección Forum como la más audaz, “vanguardista, de ensayos y trabajos experimentales, de los panoramas cinematográficos que están por descubrirse” y la que combina arte y cine.


El cineasta indica que el filme “tiene partes de documental observacional y otras experimentales y, aunque hay personajes, no hay una historia entre ellos, cada uno está en su lugar y en su momento”.

Los realizadores describen el filme como “un viaje poético a la selva, un paisaje habitado por chamanes y sociedades arquetípicas”, en el que los personajes dialogan con los yakurunas, los seres espirituales que viven en el fondo de los ríos de la Amazonía.

Sarmiento cuenta que empezaron a filmar en el año 2012 en la comunidad de Chiriqyako (Lamas, región San Martín) y volvieron varias veces a rodar, pero en 2015 definieron el lenguaje cinematográfico.

“Hemos querido transmitir en la película el ritmo de la vida en la selva, sobre todo en la selva baja, al que uno tiene que adaptarse. Por ello el ritmo de los planos, para que el espectador lo sienta un como un viaje a la selva”, añade.

“Fuimos a hacer un taller de video en Lamas, y conocimos a mucha gente, nos quedamos casi un año viviendo allí, así conocimos a dos de las familias que aparecen en el largometraje. Son amigos que hemos ido haciendo poco a poco”, señala.

Ello explica la cercanía de la cámara en momentos cotidianos como el viaje en canoa a las zonas de pesca, la cosecha de plátano o yuca, la relación con los animales de corral, el hilado del algodón, el teñido de una falda con hojas de una planta. Los ancianos conversan en español pero también en quechua lamista, una de las 47 lenguas indígenas de Perú.

En algunas de las escenas, los niños acompañan a los mayores, uno de ellos va a pescar con el abuelo y aprende haciendo. ¿Es intencional la presencia de los niños? “Sí. La cultura evoluciona, cambia, pero también quisimos mostrar lo que continúa entre generaciones, lo que no está muerto: por eso la presencia de los niños”, responde el director.

Diego (32 años) se formó como comunicador audiovisual en Lima y se define como alguien más práctico, en contraste con su hermano Álvaro (34 años), quien suele encargarse de la producción y guiones. “Él estudió en Río de Janeiro y es más teórico. Nos complementamos”, añade.


Los filmes de los Sarmiento llegan por tercera vez a Berlín, ya que participaron en 2014 con un corto dirigido al público infantil, Hijos de la tierra y en 2015 con Sueños de Sonia. El primero fue filmado con los niños que participaron en el taller de video en Lamas y el segundo es la historia exitosa de Sonia Mamani, una joven indígena del Altiplano que persigue su meta de tener un buen restaurante.

Perú no había sido seleccionado para la sección Forum desde 1989, con el filme La boca del lobo, de Francisco Lombardi. Río Verde también entrará en competencia en la categoría largometraje iberoamericano documental el Festival de Cine de Guadalajara, en marzo.

La película fue seleccionada a la Berlinale porque ganó el concurso de promoción internacional en la sección Cine del mañana organizado por la Dirección del Audiovisual y Fonografías del Ministerio de Cultura, durante el Festival de Lima de 2016. Allí exhibieron cinco filmes a un grupo de programadores de festivales internacionales.

Desde 2007, con su primer cortometraje La Oroya, aire metálico, los Sarmiento buscan historias con protagonistas indígenas porque creen que en Perú hay mucha indiferencia hacia la vida y los derechos de estos ciudadanos.

Avance de la película a través de Vimeo


Fuente > La República (Perú) – 24 de Enero de 2.017

sábado, 20 de diciembre de 2014

Ayahuasca: una medicina ancestral de uso ritual


“Nuestra medicina se ha ido, sin mayor control, de la selva a las ciudades. Entonces, muchos blancos que han visto o participado en los rituales creen que esto es cuestión de un día, pero están equivocados. Yo, que tengo toda mi vida en esta práctica ancestral, no he terminado de aprender”, cuenta el taita siona Juan Aguaje, de 64 años de edad y con más de 40 practicando rituales sagrados con el yagé.
Para él, hoy muchos taitas se han vuelto comerciales y se han olvidado de la verdadera esencia del conocimiento ancestral, que consiste en llevar el ‘remedio’ a quien lo necesite, desde el punto de vista espiritual, físico y mental. Dice que, además de la toma, hay que saber sembrar la planta, prepararla, e identificar y orientar a quienes la necesitan. Hoy, muchos se ‘vuelan’ esos pasos para convertir la actividad en un negocio.

En la puerta de entrada a la Amazonia, los taitas, que por siglos han practicado la medicina indígena, comparten la preocupación por el futuro de sus remedios sagrados. Denuncian que muchos jóvenes de la región se han autodenominado chamanes y ofrecen sus servicios sin conocer a fondo el poder de esta planta selvática. Por ejemplo, Aguaje estuvo internado en la selva por más de 12 años con sus abuelos o taitas para estudiar la planta, hasta que lo autorizaron para que pudiera ejercer.

“No es ningún alucinógeno; lo que pasa es que muchos irresponsables le están echando a la ayahuasca una planta que se llama borrachero, conocida en la ciudad como burundanga, la cual, al contrario del yagé, es peligrosa y no permite que quien la tome esté consciente de lo que está pasando”, recalca el taita.

Entre el 24 y el 28 de julio del año 2000, la Unión de Médicos Yageceros de la Amazonia Colombiana (Umiyac) se reunió en el resguardo indígena de Buenavista, en el río Putumayo, para aprobar un código de ética médica indígena, en el que explica qué es el yagé y su importancia curativa.

Según el acuerdo, el yagé es el ‘rey de los vegetales’ y la madre de todas las plantas medicinales.

“Con él aprendemos nuestra sabiduría, conocemos las plantas medicinales y los remedios de la naturaleza para el diagnóstico de todas las enfermedades y curar muchas de ellas”, dice.
También califica como intransigentes las afirmaciones de la medicina occidental, que califica al yagé como una planta alucinógena, tóxica y que induce al ‘vicio’.

Luis Flórez, un mestizo de madre de la etnia inga, prepara un yagé de color marrón oscuro. Hacerlo le puede llevar hasta tres días seguidos al pie del fogón, batiendo el bebedizo mientras canta al ‘gran chamán’ para pedirle que lo ayude a hacer una pócima con la consistencia correcta y en el punto exacto.

La ceremonia dura toda la noche. Comienza primero con una charla sobre lo que se debe o no hacer antes durante y después de la toma del bebedizo. Por ejemplo, en los días previos están vetados el alcohol, las carnes rojas y sustancias psicoactivas como la cocaína.
Quienes lo hagan pueden sufrir una experiencia bastante fuerte, pues el yagé actuará con toda su energía para desintoxicarlos, advierte. El taita reflexiona además sobre la importancia de cuidar el planeta y agradecer por lo que este le entrega al hombre para vivir.


Tras las recomendaciones, y después de amarrarse su melena ceniza y larga, Flórez invita a quienes tomarán a que hagan un círculo en la maloca que tiene en la vereda Los Andes, a unos 30 minutos del centro de Mocoa. En el suelo, en el centro de la estructura de madera y hojalata, hay cuatro velas encendidas, en cruz. Las acompaña un jarrón de flores, conocidas como maraquitas debido a su forma, similar a la del instrumento musical. También un palo santo encendido que expulsa de su interior un aroma, junto a una olla de barro con agua.

Entonces, Flórez recibe la autorización del que llama el ‘gran padre’ para continuar con el rezo y con los cánticos sagrados al bebedizo, muchos de ellos inspirados en las aves selváticas de la región. Su voz la acompaña la música de tambor, flauta y armónica, en un proceso que dura cerca de 20 minutos.

En ese momento está listo el yagé para sacarlo de un tarro plástico, pasarlo a un tazón esmaltado y mezclarlo con agua.
Cuando el taita confirma que se puede beber, se sirve en una pequeña totuma una cantidad equivalente a la de un trago doble, se lo lleva a la boca y lo traga pausadamente con agua; la mitad primero y luego el resto.

El efecto no aparece hasta después de media hora, y mientras tanto Flórez comparte sus instrumentos musicales con los participan del ritual para que lo acompañen en los cánticos sagrados. Según él, potencian la medicina.

El yagé es una purga. Muchos vomitan en más de cinco ocasiones o les da diarrea, o las dos cosas al tiempo. Todo depende, recuerda el chamán, del propósito y la confianza que cada persona le ponga al remedio sagrado.

Para los taitas del Putumayo, el yagé seguirá presente en su vida y en la de los habitantes del piedemonte amazónico hasta que Dios lo quiera, pese a las adversidades y cuestionamientos que esta planta enfrenta. Afirman que la clave de una buena experiencia con su medicina sagrada depende del corazón de quien la prepara.

Por eso, es la misma comunidad la que los gradúa como médicos indígenas de prestigio. De estos hay muy pocos. En la mayoría de las etnias el número de taitas con alto grado de responsabilidad no pasa de siete, y todos son mayores de 60 años o próximos a esa edad.

Glosario:
Yagé: Ayahuasca
Taita: Médico tradicional de la Selva Colombiana
Artículo editado por el CISEI
Fuentes: