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lunes, 31 de marzo de 2025

Momias de Llullaillaco



¿Sabías que existe un lugar en la Tierra donde los cuerpos pueden permanecer intactos durante siglos? ¡Es tan sorprendente como aterrador!
En el Monte Llullaillaco, un volcán ubicado en la cordillera de los Andes, se descubrieron momias increíblemente conservadas que tienen más de 500 años de antigüedad. Las bajas temperaturas, la falta de oxígeno y el ambiente seco de este lugar permitieron que los cuerpos se mantuvieran casi en perfecto estado, como si el tiempo se hubiera detenido. Estas momias, conocidas como los Niños del Llullaillaco, eran parte de antiguos rituales incas y se han preservado con detalles impresionantes: cabellos, piel y hasta sus expresiones faciales.
¿Podría ser este el descanso eterno más cercano a la inmortalidad? ¡La historia de este lugar no deja de estremecer!
Se pueden ver en el museo de alta montaña de Salta


martes, 5 de noviembre de 2024

Momias de Llullaillaco: a 25 años de un hallazgo arqueológico histórico en Salta


Desde su descubrimiento en 1999, UCASAL trabaja de manera interdisciplinaria en diversos estudios que permiten conservar y conocer todos los secretos de este patrimonio cultural andino.

Se cumplen 25 años desde el hallazgo de los Niños del Llullaillaco -conocidos también como “momias de Llullaillaco”-, un descubrimiento arqueológico que sorprendió al mundo por la excelente conservación de tres momias incas en la cima del volcán que lleva este mismo nombre, a más de 6.700 metros de altura. Este descubrimiento permitió estudiar las creencias y rituales del imperio inca.
En este proceso, la Universidad Católica de Salta (UCASAL) jugó un papel fundamental, convirtiéndose en un referente en la investigación y conservación de este tesoro arqueológico. Desde sus laboratorios y equipos especializados, la casa de altos estudios lideró el equipo de análisis, que fue clave para una mejor comprensión de los aspectos de la vida de las antiguas civilizaciones.

La historia detrás de este descubrimiento
El hallazgo fue realizado por un equipo liderado por la arqueóloga Constanza Ceruti y el antropólogo Johan Reinhard en marzo de 1999. La historia cuenta que ambos investigadores subieron al volcán Llullaillaco -ubicado en la provincia de Salta- y encontraron tres momias incas en un estado de conservación excepcional. 
Los cuerpos, identificados como “La Doncella”, “El Niño” y “La Niña del Rayo”, fueron sacrificados como parte de un ritual religioso hace más de 500 años.
Gracias a las condiciones climáticas extremas del lugar, las momias permanecieron intactas durante siglos, lo que permitió a los investigadores obtener información única sobre la cultura inca. Una vez que las momias llegaron a la universidad, fueron sometidas a estudios científicos avanzados, que incluyeron paleopatología, radiología y estudios odontológicos. Estos análisis revelaron detalles sobre la salud, la dieta y las prácticas culturales de los incas.
En este sentido, la universidad se destacó por su enfoque interdisciplinario, el que combinó diversas ramas de la ciencia para analizar a fondo cada aspecto de los cuerpos y los objetos hallados junto a ellos. “El trabajo en equipo ha sido esencial para descifrar detalles de la vida incaica”, mencionó un investigador de UCASAL. “Cada disciplina aporta una pieza clave al rompecabezas”, agregó.

Conservación: un desafío científico y ético
Esta tarea ha sido una prioridad para la casa de altos estudios desde el momento de su descubrimiento. La institución implementó estrictos protocolos para garantizar la preservación de las momias en condiciones controladas. Se aplicaron medidas avanzadas para regular la temperatura y la humedad, previniendo cualquier deterioro por factores ambientales.
Asimismo, UCASAL trabajó en colaboración con expertos internacionales para desarrollar nuevas técnicas de conservación para asegurar que las momias se mantengan en su estado original a largo plazo. Esto fue crucial para preservar los restos sin afectar su integridad, lo que permitió que sigan siendo objeto de estudio científico y admiración pública.

Divulgación y educación para preservar el patrimonio
Uno de los compromisos más importantes de la institución educativa es la divulgación de los hallazgos relacionados con los Niños del Llullaillaco. Bajo esa premisa, promueve múltiples publicaciones científicas, exposiciones y conferencias para compartir los resultados de sus investigaciones con la comunidad internacional.
El Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) en Salta -que alberga a las momias y el ajuar funerario encontrado con ellas- es un ejemplo de este esfuerzo de divulgación. La información que se presenta allí proviene, en gran medida, de las investigaciones realizadas por UCASAL, lo que subraya su rol protagónico en el estudio de este valioso hallazgo.
Además, la universidad tiene programas educativos que incluyen talleres, charlas y visitas guiadas, con el objetivo de sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la importancia de preservar el patrimonio cultural.

La colaboración con las comunidades originarias
El respeto por las tradiciones y creencias de las comunidades indígenas ha sido otro pilar en el trabajo de la universidad. En ese sentido, ha colaborado con estas comunidades para asegurar que el hallazgo de los Niños del Llullaillaco sea tratado con la sensibilidad que merece. Esto marca al descubrimiento tanto como un avance científico, así también como un símbolo de identidad cultural para los pueblos originarios de la región.
Fuente:Infobae 
https://www.infobae.com/.../momias-de-llullaillaco-a.../...

domingo, 12 de julio de 2020

Momias de Llullaillaco


Las Momias de Llullaillaco, también llamadas Niños de Llullaillaco y Niños del volcán, son los nombres con que se conocen los cuerpos de tres niños sacrificados por los incaicos excepcionalmente conservados por alrededor de quinientos años. 

Fueron hallados a una altura de 6739 msnm cerca de la cima del volcán Llullaillaco, en el oeste de la provincia de Salta, noroeste de Argentina. Actualmente se encuentran en exhibición en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta.

Desde mediados del siglo XX se conocía, por los relatos de montañistas, la existencia de ruinas precolombinas en ese punto inhóspito de la cordillera de Los Andes. A casi 50 años de esos primeros descubrimientos se realizó una expedición financiada por la National Geographic Society y apoyada por autoridades provinciales y departamentales. En un trabajo mancomunado, montañistas y arqueólogos argentinos y peruanos, bajo la dirección del antropólogo estadounidense Johan Reinhard y la arqueóloga argentina Constanza Ceruti, sacaron a la luz lo que escondía celosamente el sitio arqueológico más alto del mundo.​

En marzo de 1999 fueron encontrados los cuerpos de un niño de siete años («El niño»), una niña de seis («La niña del rayo») y una joven mujer de quince años («La doncella»). Su estado de conservación era tal, que varios expedicionarios coincidieron en afirmar que parecían estar dormidos. Junto a ellos se hallaron 46 objetos que componían su ajuar, formado por figuras humanas y animales en miniatura, utensilios y alimentos.

Por Ley 25444 del 20 de junio de 2001, los «Niños del Llullaillaco» fueron declarados «Bienes Históricos Nacionales» y la cima del volcán «Lugar Histórico Nacional» por la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos de Argentina.

Cinco años después del hallazgo, se hizo posible la exhibición al público de una parte del descubrimiento en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta que fue creado a tal fin, en la ciudad capital de la provincia de Salta. La muestra cuenta con sistemas de protección de alta tecnología a fin de mantener las condiciones de temperatura, humedad e iluminación necesarias para proteger este valioso patrimonio arqueológico. Dadas las diferentes metodologías que requiere la conservación del tesoro del Llullaillaco, se hizo indispensable contar con dos laboratorios al momento de concebir el museo: En uno se conservan los niños y en el otro los elementos componentes de su ajuar.


El complejo arqueológico del Llullaillaco comprende diversos sitios asociados a un camino, distribuidos desde la base de la montaña hasta su cima. Se cree que el conjunto de construcciones pudo haber funcionado como refugio para la realización de la ceremonia.

En la base del volcán, a 4900 msnm, se encuentra el cementerio hallado por el baquiano Celestino Alegre Rojas, saqueado tiempo atrás por buscadores de tesoros; más arriba, a 5200 msnm existe un tambo, algunas de cuyas construcciones conservan paredes de hasta dos metros de altura y las vigas del techo en su posición original. Se cree también que esta estructura servía como «campamento base» para la ascensión a la cima; existen también diversos conjuntos menores de ruinas sobre las laderas de la montaña a diferentes alturas.

En la cima secundaria, a 6730 msnm, se localiza un conjunto arquitectónico conformado por dos recintos conocidos como «chozas dobles», una estructura semicircular abierta o «paraviento» y un tramo de camino que conduce a una estructura rectangular o plataforma ceremonial. Esta última contenía a los tres niños y objetos de su ajuar mortuorio.
Estas «chozas dobles» están conformadas por dos recintos contiguos de planta subrectangular, en ellas los investigadores recuperaron un atado de esterillas de paja, probablemente utilizado para aislar el frío del piso, y tres talegas, bolsas que aún se utilizan en la zona para acopiar alimentos y otros objetos.

La plataforma ceremonial mide 10 x 6 m. y se encuentra a 6715 msnm , ubicada en un promontorio muy visible desde la cumbre, afianzada por muros de contención. En la plataforma se hallaron las tres tumbas, cavadas en la roca madre, a una profundidad de entre 1,5 y 2 metros. Se considera a estas ruinas el sitio arqueológico localizado a mayor altura en el mundo.Las investigaciones sostienen que el sacrificio de los niños se produjo en el marco de la ceremonia llamada capac cocha o capac hucha, durante un verano entre 1480, fecha de expansión del imperio incaico al noroeste argentino, y 1532, fecha en que el imperio cayó bajo dominio español.

Las críticas desde algunas comunidades originarias se centran mayormente en el respeto a la tradición cultural heredada del Inca de la cual se sienten depositarios únicos, así como de a quién corresponde la «propiedad» de los restos arqueológicos. Estos grupos sostienen que el retiro de los cuerpos de los niños configura una profanación. También afirman que este museo es un desafío a la Constitución de la Nación Argentina que establece que el Congreso de la Nación Argentina reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos, garantizando -concurrentemente con las provincias- el respeto a su identidad y «asegurando su participación en la gestión de los intereses que los afecten».

Carlos Vara, un delegado de la comunidad Suri-diaguita-calchaquí, declaraba en referencia a la exposición de los cuerpos en el MAAM, «no solo violaron la tumba de nuestros ancestros, sino que no vemos ningún beneficio, porque ellos cobran entradas».

El arqueólogo Christian Vitry asegura que el Gobierno prometió a los habitantes de las comunidades una capacitación para formarlos como guías, para que ellos puedan trabajar en el museo, o un espacio para que vendan sus artesanías. «El museo genera dinero que va para el Estado provincial. A veces, la gente de las comunidades nos increpa, nos pide que le demos dinero de las entradas. Ojalá un día todo se convierta en un sistema equitativo que le devuelva a los pueblos todo lo que los pueblos le dieron».

Existe una discutida corriente de opinión que sostiene que cuando se remueve este patrimonio arqueológico de sus condiciones ambientales originales, aun observando las mayores precauciones, se produce un deterioro, que, aunque mínimo, con el transcurso de los años puede ser grave, puntualizando que en 10 años de extraídos los restos se han deteriorado más que en los 500 años que estuvieron en su emplazamiento original.

Las declaraciones del anatomopatólogo Gerardo Vides Almonacid, quién está a cargo de controlar la preservación de los cuerpos de los niños, parecían confirmar este deterioro cuando afirmó que «Sobre la base de toda la investigación que se hizo, tanto en 1999 como en 2004 y en diciembre de 2008, demuestran que los cuerpos están estables. Es decir que están preservados. Lógicamente siempre existe el deterioro, cualquier persona cuando pasa el tiempo, aunque esté vivo se va deteriorando. Diez años antes tenía una situación una preservación de su físico y de su cuerpo; diez años después tiene muchas alteraciones, pero eso no significa que esté mal, significa que está bien, que los cuerpos están estabilizados». En el mismo sentido, un informe generado por el director Miguel Xamena; el responsable del diseño del sistema de criopreservación del MAAM, el ingeniero Mario Bernaski y por el propio Almonacid, reporta que «después de diez años el impacto natural por los cambios no ha sido tan grave» aunque estudios recientemente publicados han afirmado totalmente lo contrario.

Fuente: Enrique Hopman - Efemérides Políticas, Históricas y Culturales.