Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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sábado, 11 de febrero de 2017

El Arete Guasu, celebración anual de los Guaraní Occidentales



El Arete Guasu, que significa “el gran tiempo verdadero”, es la ceremonia anual de los chiriguano, los guaraní occidentales asentados en Chaco Paraguayo. Representa el regreso de los antiguos ancestros guaraní que acuden para propiciar buenas cosechas. La ceremonia traduce bien la compleja articulación de mundos diferentes: mantiene el círculo íntimo de la danza guaraní, pero enseguida lo hace girar en torno a otros ejes.
El Arete Guasu, es una verdadera celebración de la diversidad que, sobre el fondo desteñido de la memoria guaraní, incorpora máscaras chané, motivos subandinos, capas y gorros católico-coloniales, insignias militares, imágenes menonitas, plumas nivaklé y anteojos oscuros procedentes de cualquier lado. Pero este revoltijo promiscuo expresa, exacto, el derrotero de un tiempo intrincado que hubo de abrirse paso entre encrucijadas polvorientas y laberintos sombríos.

Es una síntesis, rigurosa y sugerente, de la experiencia colectiva; de ahí la lógica impecable del conjunto. Por eso, saludar la contaminación del arte indígena no significa aplaudir la indiscriminación, sino reconocer que la constitutiva hibridez de toda producción cultural también inficiona los símbolos primeros del indígena, abiertos, como todos, a las inclemencias del tiempo, a sus muchas posibilidades y a sus tantos riesgos.

Para poder sortear la intolerancia de los misioneros, el Arete Guasu se ha anexado a las fiestas carnestolendas occidentales, aunque esta escena de máscaras y disfraces superpuestos mantiene el esquema del tiempo verdadero. Como todo rito vigente, la ceremonia chiriguano es capaz de digerir la miscelánea de elementos foráneos y reconstruir con ellos la cohesión comunitaria de cara a la expectativa, una y otra vez renacida, del lugar sin males.

Ticio Escobar


El Aréte Guásu es conmemorado desde tiempos inmemoriales, su práctica se extiende desde el Sur Boliviano, el noreste argentino y el chaco paraguayo, territorios ancestrales de los Guaraní del Chaco Sudamericano.
Dicho ritual es el símbolo de interrelación entre pasado y presente quienes regresan de Matyvorosho hacia donde vuelven después del voto, quedándose así en un movimiento circular.
Elementos de la celebración
La verdadera inauguración del Aréte Guásu es la procesión que se realiza el domingo, enseguida después de la misa. La procesión proviene de un lugar retirado, hay música mientras que se juntan todos.
Se toma la cruz, rodeada por una corona de flores y de ysypo (liana), la cruz la lleva una persona disfrazada con máscara (agüero – güero), quien debe ser conocedor de la cultura Guaraní, para contestar bien, lo que incluye el guaraní original. Además debe imitar a los ancianos y a las almas.
Sigue los otros agüero – güero, mezclados con otros sin máscaras, todos en ronda hasta llegar a un centro donde están los músicos.
Al final de la procesión ya empiezan el convite para tomar chicha (kaguy). El Pare’a (persona que invita a la casa donde hay chicha), se acerca a los músicos.
La bebida original de maíz hervido, molinado y fermentado es casi siempre sustituida por la chicha de sorgo. La invitación no se puede rechazar. Los Pare’a están provistos, a veces, tiene a parte de la chicha común, una pequeña cantidad de otra más elaborada para algunos huéspedes especiales.
La comunidad Guaraní de Santa Teresita, este año incorpora el Kandavare, una fiesta exclusiva dirigida a los niños y con el objeto de rescatar y empoderar las culturas. En ese sentido, se prepara concurso de máscaras y vestimentas tradicional de las niñas.
En las máscaras, se seleccionará 4 tipos de aguero- güero, de samu’u, de apyte (bonete), vyra pepo, piel de animales.
El último día, martes día de cúspide, que brilla por varias personajes únicos, salen los ndechi – ndechi (disfrazado que representan las almas de anciano), para dar alegría a la gente. Al mediodía saldrán los cuchi – cuchi (hombres como chancho y con barro) para ensuciarlos.
A la tarde, se presenta la pelea entre los toro – toro y jagua – jagua, con el agüero – güero, también el agüero – güero con el toro – toro.
Ya casi entrando el sol, culmina con la procesión final en un lugar determinado (caso de Santa Teresita en el cementerio), donde se dejan todas las máscaras y otros utilizados durante la fiesta.
Fuente>Nodal Cultura y Agencia de Información Paraguaya

Arete Guasu – Pim Pim – El Carnaval
San Pedro de Jujuy (Argentina), el mes de febrero vive uno de los eventos más importantes que se desarrolla en once noches.
Es una mágica fiesta donde están presente las diferentes culturas y tradiciones que ennoblecen a los pueblos y donde prevalecen: los ritos, mitos y costumbres de esta original región.
En este festejo se destacan la puesta en escena de infatigables danzas tradicionales.
Una participación muy destacada corresponde a las comunidades aborígenes que mediante grupos representativos a manera de comparsas indígenas, folclóricas, autóctonas y pimpines, que participan promoviendo su cultura y dejando su mensaje de lucha permanente para preservar lo que les trasmitieron sus ancestros a través de la comunicación oral.
En cuanto a las costumbres las significativas son:
Arete guasu:
Quiere decir “fiesta grande” se celebra en territorios donde hay comunidades guaraníes, como Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil.
Los antepasados lo hacían para festejar la buena cosecha, la del maíz, del anco, de la batata. El maíz era la materia prima principal para elaborar alimentos y tambien bebidas como la chicha.
La gran fiesta del pim pim que se inicia con una ceremonia donde se le da gracia a nuestro dios Yanderu Tumpa (Ñande ru Tupã) por la buena cosecha y a la tierra por habernos dado sus frutos.
Posteriormente seguía con el gran convite o gran comilona y luego el festejo con la música.
La caja con el cuero del “caraguay o la iguana”: el redoble de la panza de la vaca (el mondongo) de donde se sacaba un filamento y por ese trabajo es que tiene un sonido muy particular; la flauta se hacía de caña hueca o “sacharrosa (planta)”. Cada músico tenía su secreto para fabricar su instrumento y para que suene mejor y también darle el afinamiento que pretendían. Otros instrumentos que hacían era: el bombo, la tambora (bombo grande) y la quena.
Con el tiempo se fueron agregando al Arete Guasu las mascaritas que son las personas que se colocan caretas. Nuestros antepasados lo hacían con máscaras que construían contadera de palo Borracho. Se trataba de un y trabajo artesanal y representaba a las almas de nuestros antepasados que regresaban para acompañar la gran fiesta.
Una costumbre que tienen en Lote Miraflores es destapar el Arete Guasu de un añoso árbol que es una mora silvestre, en la cual realizan la ceremonia de apertura del carnaval, del desentierro que comúnmente se dice. Luego se traslada al lote donde ya está el lugar establecido para la gran fiesta que se hace en carnaval grande y carnaval chico.
Para despedirla, se trasladan hacia el otro extremo donde corre un canal de riego de la “Esperanza” (ingenio azucarero). Allí todo lo que utilizan en el carnaval lo arrojan para que se lo lleve el agua. Lo hacen porque por transmisión oral se decía que tenían que sacar la fiesta de un árbol y luego tirarla para que se la lleve el agua.
Sus abuelos los hacían en un río. Allí arrojaban máscaras, banderas y todo lo que se había utilizado. Luego se bañaban en el río para realizarla purificación. Esto ahora lo hacen simbólicamente ya que no tienen un río.
Los guaraníes tienen un respeto muy profundo por esta fiesta porque fortalece el espíritu y lo renueva.
El yandéro tumpa (ñande Ru Tupã) es invocado para que los guíe en todas las cosas que van a realizar, principalmente en la lucha actual por sus reivindicaciones en ámbitos provincial, nacional e internacional a través de leyes que reconocen sus derechos.
Pim pim:
En este rubro participan agrupaciones tradicionalistas pertenecientes a las comunidades guaraníes de la región.
La original danza que realizan es exclusiva de su comunidad y tiene marcadas diferencias de cualquier otra manifestación artística representada en carnaval.
La danza:
Varones y mujeres danzan rítmicamente de variadas formas: en pareja, tomados de la mano, en ronda, etc. Van golpeando el suelo con los pies desnudos, acompañando el ritmo con gritos que tienen diferentes significados según las circunstancia pueden ser de alegrías o lamento. Beben principalmente chicha de maíz y mastican hojas de coca. No debe faltar la albahaca, serpentinas y papel picado que representan la buena suerte y la alegría.
Con su danza resignifica su cultura que no se perderá, sino que renacerá especialmente con la llegada de cada carnaval.
El sonido pegadizo del pim pim (Flauta) recorre todo el circuito y en determinado momento se realiza un ritual denominado “Danza del toro y el tigre”. Tiene un significado que trasciende las barreras del tiempo, porque el tigre representa al hombre guarani y el toro al invasor español. En esta lucha queda representado el enfrentamiento de dos culturas en la que el invasor resulta vencido.
Los músicos:
Usan los instrumentos que tiene un valor ceremonial: la caja, la flauta, el tambor, la tambora, el bombo, la quena.
La vestimenta:
Las mujeres usan el tradicional tipói confeccionado en tela de raso o tafeta de fuertes colores como rojo, amarillo o verde. El mismo se sujeta a los hombros con un alfiler de gancho. La parte inferior del tipói lleva adherida franjas de telas de colores, indican la cantidad de veces que esa prenda fue usada en los carnavales anteriores. Por otro lado es digno de destacar que sus abuelas usaban u tipói sobre otro. Costumbre esta que se ha modificado por las franjas mencionadas.
Del cuello cuelgan collares de diversos colores y en su cabeza una importante vincha con un moño de tafeta o raso, que indica según la postura en la cabeza si la mujer es casada, soltera o viuda.
Los hombres visten pantalón negro, camisa blanca, sombrero de ala ancha de color negro con una cinta roja. Anudado al cuello un pañuelo de color rojo y en la cintura una faja del mismo color.
Mascaritas:
Integrantes del grupo llevan sus rostros cubiertos con una mascarita confeccionadas con telas diversas pintadas con colores fuertes.
Representan a los espíritus de los antepasados, los ancestros la preparaban con elementos que extraían del monte.
Gorros cónicos:
En algunos grupos se observa el uso de unos gorros de forma cónicas con espejos de colores acompañados de una bruja que baila y ríe fuertemente durante todo el circuito del corso, también pueden muñecos y otros elementos.

Los kuña kuña:
Son hombres disfrazados de mujer, su función es la ironizar los problemas de las parejas.
Símbolos:
La bandera que representa su comunidad es de color verde y rojo, el verde representa la naturaleza y el rojo la sangre de los guaraní, y cuando recuperen sus tierras se le agregará el color marrón.
La cruz:
Está confeccionada con u a planta llamada: “flor del carnaval”. Sus flores son amarillas, según ellos, para ahuyentar los malos espíritus.
Publicado el 12 de Febrero de 2015 en FM Universo 94.3





martes, 7 de febrero de 2017

Museo del Barro (Paraguay), la belleza de los otros



Escrito>Bibiana Fulcheri

El Museo del Barro, en la ciudad de Asunción, es único en su tipo. Trabaja en un mismo nivel obras de arte popular, indígena, suburbanas y eruditas. Así, su concepto de "arte contemporáneo" se amplía.

Ubicado en Asunción, Paraguay, en el barrio Isla de Francia, donde abundan las orquídeas de los varios viveros circundantes, el Museo del Barro luce fulgurante en su azul cobalto mezclado con terracota. Apenas comenzamos el recorrido, al pasar de sala en sala, entre las colecciones de arte indígena, campesino y urbano, coincidimos en la descripción que hace del lugar la crítica de arte paraguaya Luly Codas: “Es un espacio plural de la inacabada fe y el irremediable entusiasmo… espacio de memoria y deseo donde descubrimos la pasión de un pueblo y la melancolía de su cultura/flor cortada”.

Los orígenes del museo datan de 1972, cuando era una colección circulante (de pintura, dibujos, grabados) por lugares públicos. Más tarde se instaló en la ciudad de San Lorenzo e incorporó cerámicas arqueológicas y de los centros alfareros de Itá y Tobatí. Y desde 1992, con la incorporación del Museo de Arte Indígena (madera, tejido, arte plumario, barro) reúne, preserva y difunde obra artística con carácter pluricultural y multiétnico.

Máscaras. Kamba ra’anga es un personaje colonial que usa máscara para representaciones o fiestas.
¿Qué es lo que hace tan particular a este museo? Ticio Escobar, el fundador y director del Centro de Artes Visuales Museo del Barro es también curador, escritor, crítico cultural, y exministro de la Secretaría Nacional de Cultura de Paraguay. Responde: “Lo que hace especial al Museo del Barro es su abordaje de la diversidad cultural. Trabaja en un mismo nivel el arte popular, el indígena y el erudito de filiación ilustrada. Es difícil distinguir este último como ‘contemporáneo’, porque nosotros partimos del supuesto de la contemporaneidad de las otras formas de arte, las indígenas, populares y suburbanas. El museo no sólo proclama el derecho de la diferencia cultural, sino que lo pone en práctica”.

Y agrega: “El Museo del Barro se opone por eso a las políticas ‘museales’, que reservan el museo del arte a las obras ilustradas y relegan las populares a los museos de arqueología, etnografía o historia, cuando no de ciencias naturales. Argumentar en pro de la paridad entre sistemas diferentes de arte requiere una conceptualización de lo artístico contemporáneo. Sin sacrificar la particularidad de un ámbito propio del arte, el concepto curatorial del museo cuestiona el elitismo etnocentrista de origen moderno”.

–¿Existen experiencias similares a la del Museo del Barro en Latinoamérica o el mundo?

–Este año estuve en Madrid y en Berlín, en congresos de museología. En ambos encuentros se habló de que la experiencia de articular en un espacio museal, y con la misma importancia, paradigmas populares, indígenas y eruditos ilustrados era propio del Museo del Barro y, hasta donde se sabía, no existían otras experiencias similares; con ese formato al menos. El Micromuseo de Lima, dirigido por Gustavo Buntinx, trabaja de manera similar, pero centrado en las culturas suburbanas; es un caso único en esta línea.

–También hay otra singularidad en el Museo del Barro, su gran vínculo con organismos de defensa de los Derechos Humanos…

–El propio concepto de diversidad supone un enfoque de derechos humanos: el derecho de la diferencia se basa en la asunción de un modelo inclusivo de arte, desarrollado paralelamente al programa hegemónico, aunque inevitablemente vinculado con él. El museo ha desarrollado distintos programas y campañas en pro de los derechos étnicos y populares. Durante la dictadura militar de Alfredo Stroessner (1954 a 1989) fue un lugar de resistencia cultural.

Obras de arte popular. Están ubicadas en la sala de cerámicas de las ciudades de Itá y Tobatí, centros alfareros de Paraguay.
En síntesis, el Museo del Barro es un territorio liberado, donde habita “la belleza de los otros”, como dice Ticio Escobar, que añade: “Aquí se pueden conjurar tiempos ajenos y capturar en su levedad insoportable un instante intenso y fugaz, hermoso y real cómo un relámpago”.

Fuente > La Voz – 13 de Diciembre de 2.016