Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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viernes, 4 de diciembre de 2020

El don del algodón - Leyenda Qom



En los tiempos antiguos no existían las estaciones siempre era primavera y los primeros habitantes vivían felices, agradeciendo constantemente al dios del Bien las abundantes cosechas. 

Mientras tanto el dios del Mal, que vivía en la oscuridad de la noche eterna, sentía crecer su rencor hacia los pobladores de la Tierra que nunca se acordaban de él, hasta que, por venganza decidió enviarle un castigo: creo el invierno, condenando así a los pobladores a vivir en el frio y en la oscuridad, sin el amparo del calor del dios del Bien.

Los pobladores no perdieron tiempo y enviaron sus representantes a suplicar la ayuda del dios del Bien.

“Ayúdanos, te lo rogamos, siempre te hemos alabados por todos tus dones y ahora estamos a punto de morir de hambre y de frío” – le suplicaron los representantes de los pobladores, al que el dios del Bien conmovido, colmó la tierra con su calor y convirtió a los representantes en flores de algodón que esparcieron sus semillas en la Tierra. Las semillas brotaron rápidamente y las plantas florecieron revelando los blancos copos de algodón. Los pobladores entonces fabricaron los telares y aprendieron a tejer el algodón para abrigarse en los inviernos que seguirían y esta fue la derrota del dios del Mal que enfurecido, hizo su último intento en contra de los pobladores, transformándose en la oruga rosada que ataca las cosechas de algodón.

Fuente: Mitos Indígenas de América

domingo, 4 de junio de 2017

Kasogongá (el Rayo) y el hombre – Cultura Qom


Cierta vez un qom se hallaba cazando en el monte para llevar comida a su familia, cuando escuchó unos leves quejidos y lamentos. El sonido era muy suave, pero no parecía provenir de muy lejos. Así que el hombre siguió monte adentro, hacia donde le parecía escuchar la voz, y pronto se encontró con un potai, un oso hormiguero.

Cuando éste lo vió, le dijo: “Escucha hijo, yo soy Kasogongá, el Rayo, y durante la tormenta he caído sobre ese árbol; pero lo hice con tanta fuerza que ahora he quedado aquí y no puedo volver al Cielo. Necesito tu ayuda.”

Una vez repuesto de la sorpresa, el hombre respondió que haría lo que fuese necesario.

- Todo lo que debes hacer – dijo Kasogongá – es una gran fogata y luego yo me las arreglaré. 

Entonces el cazador juntó varias ramas y hojas secas y armó un gran fuego. Cuando la hoguera estuvo ardiendo y las llamas subieron a lo alto, Kasogongá, comenzó a elevarse con el humo. 

Mientras subía le habló al hombre por última vez:
- Ahora corre hacia tu casa, porque está por desatarse una gran tormenta. En agradecimiento a lo que has hecho por mí, nunca te faltará alimento y te convertirás en un experto cazador. 

Como había dicho Kasogongá, al poco rato comenzó a llover (era el Rayo, que festejaba por estar de nuevo en su casa), y se cumplió su promesa: el hombre se convirtió en un gran cazador a quien nunca le faltó carne, miel o pescado. 

Fuente
“Leyendas, mitos, cuentos y otros relatos Qom” de Nahuel Sugobono
Blog El Canto Qom



sábado, 29 de junio de 2013

Cómo fue que nació el baile - Leyenda Qom


Un día, hace mucho, mucho tiempo, un muchacho del Pueblo Qom salió al monte chaqueño a cazar...

En eso estaba, cuando, de pronto se encontró frente a un enorme Tamanduá (Oso Hormiguero). El muchacho se asustó porque sabía que el oso tenía grandes y fuertes garras con las que podía hacerle terribles heridas e incluso matarlo. Pero...el Oso también se asustó, porque sabía que a los Humanos les gusta cazar animales silvestres. El muchacho recogió una rama gruesa del suelo y la levanto amenazante. El Oso se paró en sus patas traseras, con los brazos abiertos, poniéndose a la defensiva. El muchacho comenzó a repartir golpes hacia ambos lados con el palo, y el Oso, ágilmente, los esquivaba saltando de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Después de un rato, el Oso se cansó de tanto saltar y huyó al monte. El muchacho regresó al Pueblo y le contó a sus amigos el episodio, haciendo la demostración de los saltos del Oso.

Todo el Pueblo se rió muchísimo con la anécdota y con la explicación, entonces todos comenzaron a imitarlos, unos al muchacho dando palazos, y otros al Oso pegando saltos.
Y así no más fué, dicen los Qom, cómo nació el Baile...


Del blog: abuelacuentacuentos