Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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sábado, 6 de mayo de 2017

Oración de Comunión y Agradecimiento a la Madre Tierra

Párate en medio de la naturaleza viviente, entre el cielo y la tierra.

Siente la tierra bajo tus pies; siente como la tierra te carga y te sostiene.

Siente el cielo infinito sobre ti; te inspira, te mejora, te eleva, te sana.

En el cielo, piensa en el origen de tu espíritu y de tu inteligencia.

En el cielo, piensa en el origen de tu alma eterna, de la más elevada conciencia universal.

En la tierra, piensa en el origen de tu alma terrestre, en tu conciencia individual.

Siéntete como una unión viviente entre las fuerzas del cielo y de la tierra, del infinito y de lo que está en desarrollo.

Arrodíllate en la tierra, y con tu mano derecha cava con ternura y con su permiso, un pequeño hoyo en la tierra.

Coloca las dos manos juntas sobre tu pecho (el corazón místico), en señal de oración y de unión interna con el cielo y la tierra dentro de ti.

En esta postura sagrada, permite que una hermosa luz, la fuerza, la presencia del cielo, fluya a través de ti: el omnipresente infinito,( intento), de todos los seres vivientes. Imagina una luz diamantina, transparente como el agua pura.

Inclínate con amor, con agradecimientos, con paz, sobre la Madre Tierra, y coloca tus manos alrededor del pequeño hoyo. Inclínate sobre la tierra y coloca tu boca entre tus manos.
Ofrécele con tus palabras a la tierra el agradecimiento del cielo a la Madre Tierra; ofrécele también el agradecimiento de tu corazón y, a través de ello, del corazón de la humanidad.


Pronuncia las palabras:
“Madre Tierra, yo te ofrezco mi agradecimiento con todo mi corazón, y a través de él del corazón de todos los hombres y las mujeres. Que todos los seres que llevas en tu seno protejan, nutran y bendigan todo lo que crece.”

Acuéstate después sobre la tierra y abandónate sobre ella. Que tu cuerpo y tu alma nacidos de ella sean uno con la Madre Tierra y su oculto esplendor.

Piensa y di:
“Madre Tierra, elimina, trasmuta, todas mis enfermedades y mis faltas según tu voluntad, para que pueda recibir la bendición del gran espíritu y trasmitirla a todos los seres vivientes, según tu voluntad”.

Mantente en comunión, en silencio, mientras dejas que la tierra te purifique completamente.

Ponte nuevamente de rodillas y coloca tus manos frente a la rosa solar del corazón.

Piensa en tu espíritu, siente tu alma, y di con tu fuerza vital:
“Con amor y gratitud:
Te ofrezco mi amoroso agradecimiento lleno de luz.
A la Madre Tierra, gracias;
al agua de la vida, gracias;
al precioso aire, gracias;
al fuego sagrado, gracias;
a los minerales, gracias;
a las plantas, gracias;
a los animales, gracias;
a la humanidad que camina por el sendero de la evolución, gracias;
a todos los inorgánicos, gracias.
a la inteligencia cósmica que creó mi pensamiento, gracias;
al océano de amor que creó mi sensibilidad, gracias;
a la vida universal que impregnó mi futuro con la semilla de la individualidad, gracias;
a todos los seres del mundo, doy las gracias en Él, la única Fuente que unifica a todos los seres en su origen y propósito”.
Cruza los brazos sobre tu pecho, inclina ligeramente tu cabeza, y pronuncia la palabra de cierre:
“Que asi sea”.
Ometeotl. Tlazokamati.
Entonces, rellena de nuevo el agujero que cavaste para hablar con la Madre del mundo.

martes, 29 de noviembre de 2016

Plegaria por la Tierra – Alce Negro (Sioux)


Abuelo, Gran Espíritu, una vez más contémplame en la tierra
e inclínate para escuchar mi débil voz.
Tú viviste primero, y tú eres más antiguo que toda necesidad, más antiguo que toda oración.
Todas las cosas te pertenecen: Los bípedos, los cuadrúpedos, las alas del cielo
y todas las cosas verdes que viven.
Tú has dispuesto los poderes de los 4 cuadrantes
para cruzar cada uno.
El buen camino y el camino de las dificultades
has hecho para cruzar;
y donde se cruzan, el lugar es sagrado.
Día sí y día también, por siempre, tú eres la vida de las cosas.
Por eso estoy enviando una voz, Gran Espíritu,
Abuelo mío, sin olvidar nada de cuanto has hecho,
las estrellas del universo
y las hierbas de la tierra.
Tú me has dicho,
cuando aún era joven y tenía esperanza,
que en la dificultad debía enviar una voz 4 veces,
una por cada cuadrante de la tierra,
y tú me oirías.
Hoy envío una voz por una gente desesperanzada.
Tú me has dado una pipa sagrada,
y a través de ésta debo hacer mi ofrenda.
Tú la ves ahora.
Desde el oeste, me has dado el cáliz
del agua viva y el arco sagrado,
el poder de hacer vida y de destruir.
Me has dado un viento sagrado y la hierba
desde donde el gigante blanco vive –
el poder de la purificación y la sanación.
La estrella del alba y la pipa,
me has dado desde el este;
y desde el sur, el aro sagrado de las naciones
y el árbol que estaba a punto de florecer.
Al centro del mundo me has llevado
y mostrado la bondad y la belleza
y la rareza de la tierra reverdecida, la única madre –
y ahí las formas espirituales de las cosas,
como deben ser,
me las has mostrado y las he visto.
En el centro de este aro sagrado has dicho
que debería hacer florecer al árbol.
Con lágrimas corriendo, ¡Oh Gran Espíritu, Gran Espíritu, abuelo mío!
con lágrimas que corren debo decir ahora que
el árbol nunca ha reverdecido.
Un lastimero hombre viejo, me ves aquí,
y he abandonado y no he hecho nada.
Aquí en el centro del mundo,
donde me llevaste cuando era joven y me enseñaste;
aquí, viejo, me ubico, y el árbol está marchito,
¡Abuelo, abuelo mío!
Otra vez, y quizá la última vez en esta tierra,
Recuerdo la gran visión que me enviaste.
Puede ser que una pequeña raíz del árbol sagrado todavía viva.
Nútrela entonces, para que puedan crecer hojas y florecer
y llenarse con aves cantoras.
Óyeme, no por mí mismo, sino por mi gente; soy viejo.
Óyeme para que puedan una vez más regresar adentro del aro sagrado
y encontrar el buen camino rojo, ¡el árbol que escuda!
Con pena estoy enviando una débil voz,
¡Oh Seis poderes del Mundo!
Oídme en mi pena, para que pueda no volver a llamar.
¡Oh, haz que mi gente viva!

Alce Negro (1930) Oglala Sioux


(Traducido del inglés americano al español por Pablo Corazón Alado)


martes, 5 de julio de 2016

Oración a la Tierra


"Tierra enséñame la quietud como la hierba se calmó con la luz.

Tierra enséñame el sufrimiento como viejas piedras sufren con la memoria.

Tierra enséñame la humildad como flores son en su comienzo.

Tierra enséñame a cuidar como la madre que protege a sus crías.

Tierra enséñame el valor como el árbol que está solo.

Tierra enséñame lo ilimitado como la hormiga que se arrastra sobre tu cuerpo.

Tierra enséñame la libertad como el Águila que se eleva en el cielo.

Tierra enséñame a despojarme de lo pesado como las hojas que se transforman en el otoño.

Tierra enséñame la regeneración como la semilla que nace en la primavera.

Tierra enséñame a olvidarme de mí mismo como la nieve derretida se olvida de su vida.

Tierra enséñame a recordar la bondad como campos secos lloran por la lluvia…"